Konnichiwa minna! Aquí estoy para dar paso a mi fic sobre Evangelion, Cruel Angel's Thesis 2.0, en esta nueva versión de la anterior historia que estaba construyendo en este blog. Después de darme cuenta de algunos fallos en la trama y el poco desarrollo que le había dedicado a la anterior historia, decidí volver sobre mis pasos para plantear bien la historia. Sobre las mismas bases, ahora sí, doy rienda suelta a este fic basado en mi anime favorito Neon Genesis Evangelion. ¡Espero que disfrutéis! Y sin más dilación, ahí va el contenido:
Prólogo
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El relato que vais a presenciar sucede en el año 2015, en un mundo donde los hechos históricos son muy similares a los transcurridos en el nuestro. No obstante, la historia de esta ficción se vio alterada a raíz de un cataclismo en el año 2000, un hecho que recibiría el nombre de “Segundo Impacto”. Pero, antes de hablar de ese suceso, antes de hablar del Segundo Impacto, tenemos que retroceder mucho más en el tiempo. Todos pensamos que conocemos la Historia, que la que nos enseñan los libros es la verdadera, pero es muy fácil ocultar una verdad a sus ojos.
Como ya he dicho, vamos a retroceder mucho más allá del año 2000, sí, mucho más atrás, a cuando incluso los humanos no existían sobre la faz de la Tierra. Me refiero a la época del Jurásico que transcurrió hace 200 millones de años. Todo el que conoce la Historia sabe que durante este periodo el dominio de los dinosaurios llegó a su fin cuando un meteoro de gigantescas proporciones colisionó contra el globo, teniendo como consecuencia unos efectos secundarios que acabaron con gran parte de la vida que habitaba el planeta. Todo el mundo lo sabe, piensan que lo que colisionó contra la Tierra fue una gigantesca roca del espacio. No obstante se equivocan, pues lo que colisionó contra la Tierra era algo más que una mera roca del espacio, era un ser vivo, aquel que fue bautizado como Adán. Este extraterrestre de gran tamaño colisionó con nuestro planeta, precipitándose sobre la zona que ahora conocemos como Oriente Medio. Pero este no es el único hecho desconocido por nuestra Historia, también hubo un segundo impacto sobre la Luna. En este caso el espécimen recibía el nombre de Lilith. Ambos fueron los dos primeros Ángeles, los cuales llegaron en lo que los científicos han nombrado como “Primer Impacto”. Cuando impactaron las vidas de ambos Ángeles estaban llegando a su fin. Se desconoce por qué, pero eligieron al planeta Tierra y su satélite como lugar de descanso. Cuando sus vidas se extinguieron los restos de sus cuerpos quedaron ligados a la Tierra y a la Luna, creando así nuevas formas de vida. ¿Qué formas de vida? Bueno, es fácil de deducir: los humanos. Nuestra raza proviene de Adán, el primer Ángel. ¿Evolución? Sí, es verdad que esos monos se parecen mucho a nosotros, pero no son más que un intento fallido de nuestra raza. De hecho si lo piensan, las primeras civilizaciones se ubicaron en Mesopotamia, Babilonia, Siria o Egipto, todas ellas en Oriente Medio, lugar donde se estrelló Adán. Como Lilith descansaba en la Luna fue imposible que detrás de sí dejara alguna forma de vida. Pero no solo la muerte dio paso a la vida, hubo otro legado de ambas divinidades. Dejaron detrás de sí un objeto, el cual representaba su poder: una esfera. La esfera de Lilith quedó escondida junto a su cuerpo en la cara oculta de la Luna, mientras que la esfera de Adán llegó a manos de sus hijos, la raza humana. ¿Quién no ha oído hablar de las grandes estructuras de las antiguas civilizaciones? De las pirámides de Egipto, de los grandes templos o de las capacidades de dichas civilizaciones en tan temprana era. Todo se debe a las capacidades que brindaba la esfera. Pasó por manos de muchas generaciones de humanos hasta quedar en posesión del pueblo egipcio. En buenas manos la esfera llevaría a los humanos al esplendor y la prosperidad. Pero los corazones humanos son fáciles de corromper. Cuando mayor era el esplendor de Egipto estallaron las guerras y las trifulcas dando lugar al “primer periodo intermedio de Egipto”, tiempo en el que el poder quedó descentralizado. Todo fue por una razón: por la esfera. La dinastía del pueblo egipcio entendió el peligro que el artefacto conllevaba consigo y tras ver a su país en el caos decidieron sellarlo en la oscuridad, donde la humanidad nunca más podría encontrarla... O eso intentaron. Pasaron los siglos y poco a poco la existencia de la esfera pasó a ser una vieja leyenda. La historia de Adán y la proveniencia de los humanos cayeron en el olvido, pero la esfera se negaba a ser olvidada. Las escrituras del pueblo egipcio sobre ella fueron traducidas por los griegos, de quienes más tarde fueron traducidos por los romanos, quedando así archivada su existencia. Siguieron pasando los siglos y con el colapso del Imperio Romano, primero en el 476. D.C. y luego la caída definitiva en Constantinopla durante 1.453 D.C., el mundo cambió de manos y fue a parar al de dos religiones en particular: la cristiana y la musulmana. Todos sabemos sobre las luchas desde el siglo XI hasta el siglo XIII, con las famosas cruzadas en Oriente Medio. Tal vez los musulmanes lucharan ciegamente por imponer su fe, pero los cristianos tenían un objetivo aparte: la esfera. Los escritos latinos de los romanos llegaron a la Iglesia, que pronto movilizó sus medios en afán de encontrar el objeto al que llamaron la “Luna Blanca”. Muchos fueron los intentos de los cristianos de obtenerla, pero, resultó imposible, pues los medios de la época no eran suficientes para dar con ella. Al final los cristianos se dieron por vencidos y calificaron a aquellos escritos como leyendas de los antiguos. Así siguieron pasando los años hasta llegar a la primera década del siglo XX. Por aquel entonces la historia de la esfera era algo que se daba en las bibliotecas de Europa como una leyenda. Entre los años 1903 y 1913, un voraz lector residente entre Linz y Viena, Austria, llamado Adolf Hitler, leyó numerosos libros sobre la esfera e indagó en busca de información. En un principio no le parecía real que tal poder existiera en el mundo, pero su curiosidad lo empujaba a investigar más y más. Sea o no por un capricho del destino, la crisis económica de 1929 empujaron a ese hombre, por medio del Partido Nazi, a llegar al poder de Alemania en 1933. El fascismo se alzó en Europa y el nazismo de Hitler era su máximo impulsor. Así llegó el 1 de septiembre de 1939, estalla la Segunda Guerra Mundial. En poco tiempo Hitler invadió toda Europa, sometiéndola al nazismo. Esto también fue posible gracias a algunas alianzas, como la realizada con los fascistas italianos dirigidos por Mussolini. El pacto con los italianos le dio acceso a los escritos de la Iglesia que le confirmaron la existencia de la Luna Blanca. Al conocer que el poder de cambiar el mundo era real, Hitler no dudó en dejar de presionar al Reino Unido y cambiar su estrategia para avanzar por el norte de África y apuntar hacia la Unión Soviética. A ojos de la Historia lo que buscaba en Oriente Medio era el petróleo, pero en realidad había otro propósito. Entre 1941 y 1942, con la lucha en Stalingrado resonando, los nazis comenzaron a acercarse a la Luna Blanca. Era el arma que les haría invencibles, o eso pensaba Hitler. Sin embargo los errores militares y la derrota en Stalingrado, así como la llegada de los Estados Unidos a la lucha y el desembarco de Normandía en la primavera de 1944, puso en retroceso a los nazis, que poco a poco comenzaron a ver cómo eran derrotados por los Aliados. A pesar de que Hitler fue derrotado y se suicidó el 30 de abril de 1945, su equipo en Oriente Medio había conseguido la proeza dando con la Luna Blanca. Después de andar desaparecida por más de veinte siglos fue hallada. Aunque como los nazis fueron derrotados, la esfera y los informes fueron a parar a un grupo de militares de los Estados Unidos de América. El general al cargo americano de esa división, Keel Lorenz, decidió tomar la esfera para sí mismo e investigarla en la clandestinidad. Movido por tal ambición, asesinó a los miembros de su pelotón que fueron testigos, culpando a los nazis como responsables de las muertes. Cuando la Segunda Guerra Mundial terminó y los Estados Unidos se colocaron a la cabeza del mundo, Keel Lorenz dejó el ejército con las máximas condecoraciones y al ser una persona acaudalada, fundó la empresa SEELE. A ojos públicos SEELE era una empresa dedicada al desarrollo e investigación tecnológica, teniendo una importante conexión con la NASA. Por el contrario, en la oscuridad Keel Lorenz y sus socios utilizaban sus medios para investigar a la Luna Blanca. A pesar de que habían dado con ella, no existía algún tipo de información sobre su verdadero uso. Por ello durante el resto del siglo XX la empresa se dedicó a investigar el artefacto. Keel Lorenz quería ser el hombre más poderoso de la Tierra, trataba de rozar la divinidad del creador, de Adán. A mediados del siglo, un satélite estadounidense casualmente regulado por SEELE, descubrió al otro lado de la Luna los restos de Lilith y la otra esfera aún junto a sus restos. Cuando SEELE supo de la existencia de una segunda esfera de inmediato realizó grandes inversiones en la NASA para enviar al hombre a la Luna. Así, el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong se convirtió en el primer hombre en pisar nuestro satélite. Bajo un plan secreto de cinco minutos donde se cortó la conexión con la Tierra, el equipo en la Luna llegó donde los restos del segundo Ángel y se hicieron con la segunda esfera a la que llamaron: la “Luna Negra”. Luna Blanca, una esfera de tonalidad pura, y Luna Negra, una esfera de tonalidad oscura. La primera perteneció a Adán, el primer Ángel; la segunda a Lilith, el segundo Ángel. SEELE logró evadir al gobierno de los Estados Unidos y poseer las dos esferas. A partir de entonces las relaciones de SEELE se resintieron, abortando por ejemplo sus inversiones a la NASA, gesto que levantó ciertas sospechas dentro del gobierno. Aun así la empresa continuó con sus planes clandestinos e investigó a fondo las dos esferas. Finalmente, en 1999, la investigación llegó a su parte final cuando consiguieron despertar a las dos esferas, aunque no fue lo único que despertaron... Keel Lorenz ya era anciano, pero sus ambiciones se habían cumplido, las esferas le otorgarían un poder y una tecnología con la que podría adueñarse del mundo. Sus investigaciones le dieron un conocimiento superior al de los antiguos, llegando tan lejos como para crear una tercera esfera. De la Luna Blanca y la Luna Negra surgió una tercera en la que fusionaron esencias de las anteriores, surgiendo la Luna Gris. Con cualquiera de ellas la fuente de energía era ilimitada. Su energía era tal que podría incluso sustituir a los combustibles fósiles. Mientras Keel Lorenz y el resto de SEELE preparaba su “asalto” al mundo, en el año 2000, sucedió un evento que cambió la historia de la humanidad: el “Segundo Impacto”. El 22 de marzo del 2000 al sureste del globo en el país de Chile, concretamente al sur del mismo, colisionó un meteoro que provocó unos daños a gran escala. Al principio el mundo entero pensó que el objeto colisionado era una roca del espacio, pero estaban equivocados. De entre el fuego y el desconcierto surgió una figura gigantesca, humanoide, que claramente era alienígena. Con sus poderes sobrenaturales, el extraño ser comenzó a avanzar hacia el norte de Chile, arrasando todo a su paso. Aunque el gobierno chileno y algunos ejércitos aliados trataron de detener al monstruo, las armas convencionales no servían contra él. Pronto SEELE identificó al ser como el tercer Ángel, que recibió el nombre de Vehuhia. Al igual que los humanos el Ángel era hijo de Adán y había llegado a la Tierra con un motivo desconocido. Vehuhia avanzaba hacia el norte, más allá de Chile, pasando por Bolivia, Perú y Colombia, arrasando con todo a su paso sin poder ser frenado por las armas humanas. El problema se convirtió en mundial sin que ningún gobierno del mundo tuviese la respuesta a como detener la crisis. Vehuhia siguió avanzando hacia el norte, arrasando centro América y pronto llegando a México. En el invierno del año 2000 el tercer Ángel estaba arrasando México en dirección a Estados Unidos. Curiosamente, parecía dirigirse hacia Washington, donde también estaba la sede de SEELE. Por seguridad algunos de los miembros de la empresa, entre ellos Keel Lorenz, volaron a Europa, llevándose consigo dos de las tres esferas. SEELE se dio cuenta de que lo qué el Ángel perseguía era las esferas. Al parecer quería recuperar lo que fue de su padre, de su estirpe. A pesar de esto, Keel Lorenz no estaba dispuesto a dar sus esferas y pensó en al menos salvar dos volando hacia Europa, concretamente a Londres. A principios del 2001 la situación empeoró. Con Vehuhia ya en Estados Unidos, hubo un segundo impacto en el norte de África, en el Sahara. Un nuevo Ángel llegó a la Tierra, el cuarto Ángel que sería llamado Jeliel. Al principio no causó muchos muertos pues cayó en mitad del desierto, pero en su avance puso en alarma a toda Europa. En poco tiempo el Ángel se movió hacia Marruecos y cruzó por el estrecho de Gibraltar, como si conociera el camino más adecuado para evitar el mar. Jeliel llegó a España y arrasó con el país. Por si fuera poco hubo un tercer impacto, esta vez en el frío noreste de Rusia. Así es, era el quinto Ángel, que recibió el nombre de Sitael. Keel Lorenz decidió volar hacia China, Pekín, con una de las esferas mientras que las otras dos se quedaron en Estados Unidos y Londres. El plan de SEELE era moverse para ganar tiempo hasta que la humanidad encontrara la forma de neutralizar a los Ángeles, aunque parecía imposible. En el verano de 2001, Vehuhia estaba cerca de Washington por lo que los miembros de SEELE se movieron hacia California. Inmediatamente Vehuhia cambió su rumbo hacia California, siguiendo los pasos de SEELE. Lo mismo pasó en Europa, en cuanto SEELE dejó Londres por Berlín, Jeliel cambió su rumbo siguiendo a la esfera. Keel Lorenz también se vio obligado a volar a Japón, Tokyo, cuando Sitael bajó de Rusia y comenzó a destrozar China. La situación en el mundo era grave. Los grandes gobiernos colapsaron y la mayoría de sistemas de organización desaparecieron. Surgieron guerras y disputas, no por poder o economía, solo por víveres, por lo necesario para sobrevivir a las catástrofes causadas por los Ángeles. Al desaparecer los grandes poderes mundiales, en un intento de recuperar el control sobre la humanidad alocada y confundida, las Naciones Unidas dieron un paso al frente. Todos los gobiernos supervivientes se fundieron en las Naciones Unidas, las cuales se convirtieron en la máxima autoridad en el mundo, todo por el bien de la raza humana. Su mayor prioridad: acabar con los Ángeles. ¿Pero...? ¿Cómo acabar con un ser al que no le afectan las armas humanas? Ante esta cuestión los americanos propusieron una medida desesperada, usar el arma más poderosa que ha conocido el hombre, la bomba atómica. Tras intensos debates se llegó a la conclusión de lanzar algunas bombas atómicas sobre Vehuhia, a pesar de condenar a parte de la población estadounidense. En enero del 2002 se lanzaron varias bombas nucleares sobre el Ángel y aunque fue persistente hasta el final, el tercer ángel finalmente fue neutralizado. El sacrificio fue significativo, pero el fin justifica los medios, o eso quería pensar la ONU. Pero aún quedaban dos Ángeles. Jeliel seguía arrasando Europa detrás al esquivo SEELE, mientras que Sitael había nadado hasta Japón y reducía a ruinas al país del Sol naciente. El debate volvió a la mesa de la ONU ¿Usar o no usar las bombas atómicas? Era lo único que podía vencerlos, pero su radiación perjudicaría a la población incluso si era evacuada, como sucedió en Estados Unidos. Fue entonces cuando en la primavera del 2002 surgió la figura de Keel Lorenz, que tratando de engañar una vez más a la humanidad “disfrazó” a SEELE y colaborando con la ONU desarrolló un nuevo tipo de arma: la Bomba N2. Se trataba de una bomba con el potencial de una nuclear, pero sin usar la tan perjudicante radiación. ¿Cómo se pudo desarrollar semejante arma en tan poco tiempo? La respuesta son las esferas y su poder. Gracias a ellas SEELE había desarrollado el arma que buscaba la ONU. Tras tomar las suficientes precauciones, se usó la Bomba N2. En julio de 2002 los Ángeles cuarto y quinto, llamados Jeliel y Sitael, fueron neutralizados. En agosto del 2002 por fin concluyó lo pasaría a la historia como el “Segundo Impacto”. Todo parecía haber terminado, pero la humanidad había cobrado un precio muy alto. La población mundial descendió a la mitad y el mundo tal como lo conocíamos desapareció. El impacto de los Ángeles inclinó ligeramente el globo y se produjo un cambio climático. La ONU siguió ejerciendo el poder en el mundo y puso todos sus esfuerzos en reconstruirlo. Numerosos proyectos y nuevas formas de gobierno fueron pensadas, aunque se necesitaba una cosa para llevarlo a cabo con rigurosidad: dinero. La ONU pidió un esfuerzo económico a todas las empresas supervivientes al Segundo Impacto, principalmente a SEELE, que había salido prácticamente intacta. Para sorpresa, Keel Lorenz se negó rotundamente alegando que su empresa ya había invertido bastante por la humanidad. Este comportamiento tan raro, así como la coincidencia de que los movimientos de los Ángeles seguían a los agentes de SEELE, despertaron sospechas y se comenzó a investigar en secreto. En abril del 2003 los equipos secretos de la ONU desmantelaron por completo la conspiración de SEELE y de Keel Lorenz. Todo el personal fue detenido y Keel Lorenz fue condenado a muerte por haber provocado el Segundo Impacto por su codicia, así como por sus traiciones a los Estados Unidos de América. SEELE desapareció y la ONU requisó las tres esferas. Siendo conscientes de que habían provocado la mayor catástrofe de la humanidad decidieron destruirlas. Dicha misión fue concedida al mejor equipo de científicos reunidos bajo el colectivo de Gehirn. No obstante, cuando los científicos adquirieron los conocimientos sobre las esferas, se opusieron a su destrucción y realizaron un informe para la ONU. El informe describía que las esferas tenían un poder más a favor de la humanidad que en su contra. Con la ilimitable fuente de energía de cada esfera se ahorrarían millones y millones de dólares. Harían de la recuperación y posterior desarrollo del mundo un juego de niños. Ante el informe presentado, la ONU abrió un nuevo debate. ¿Mantener las esferas y arriesgarnos a otro Segundo Impacto, o destruirlas y dificultar el progreso de la humanidad? Fue una decisión arriesgada pero las esferas se quedaron en poder de la humanidad. A sabiendas de que un nuevo ataque de Ángeles era posible, la ONU convirtió a Gehirn en la organización paramilitar llamada NERV. A esta nueva organización se le confió las tres esferas, así como la misión de proteger a ellas y a la humanidad de los posibles ataques futuros. NERV, bajo las indicaciones de su comandante, Gendo Ikari, colocó tres sedes en el mundo: una en la nueva capital de Japón, Tokyo-3; otra en Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos; y por último una en Berlín, Alemania. A cada sede se destinó una esfera, actuando como núcleo de energía mundial. NERV continuó desarrollándose tecnológicamente, obteniendo armas eficaces para combatir a los Ángeles y también formó a los humanos que portarían dichas armas. Esa fue la prioridad de NERV desde el año 2004, hasta finalmente el año donde transcurre nuestra historia, en el año 2015... |
Tokyo-3 Saga[]
Primera fase[]
#01 Angel Attack
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El Ataque del Ángel
Bienvenidos al año 2015, a un mundo que ha cambiado por los ecos de un acontecimiento conocido como el Segundo Impacto. Ya han transcurrido casi quince años desde aquel fatídico evento y sus efectos siguen muy presentes en las mentes de las personas que nos ha tocado vivir en esta nueva era. Desde el 2005 al 2015 han transcurrido diez años que ya empiezan a conocerse como “la década post-Segundo Impacto”. Tras la hecatombe la población mundial se redujo a la mitad, pasó de 6.000 millones a 3.000 millones de personas. A partir del 2005 el mundo recuperó la estabilidad y el crecimiento de la población mundial se ha reanudado, ahora anda sobre los 3.500 millones de personas. Toda esta estabilidad se ha dado gracias a las Naciones Unidas. Entre el caos del Segundo Impacto la ONU se alzó como la máxima autoridad política del mundo. Por fin la ONU tiene el poder que se merece, ahora no importa si eres Estados Unidos o Pakistán, a su juicio tienes el mismo peso. Gracias a esa firmeza se ha logrado una aparente estabilidad política en el mundo. Famosas guerras como las de Oriente Medio, o disputas entre países como Estados Unidos y Rusia, han dejado de ser el foco de la tensión política mundial. Aunque claro, los conflictos siempre estarán ahí, pero de momento la ONU parece manejarlos. Muchos de los países que conocíamos y sus formas de gobierno han desaparecido. Ha sido como un borrón y cuenta nueva, incluso se han creado híbridos de naciones. El nivel de vida vuelve a ser bastante bueno, al menos en las zonas desarrolladas del planeta. La reconstrucción del mundo ha sido como un juego de niños gracias a las esferas tricolores. No solo nos hemos recuperado, yo diría incluso que hemos avanzado bastante, las esferas nos permiten alcanzar una tecnología muy bárbara. No estamos como en las películas con eso de los coches voladores y demás, eso sigue siendo de la ciencia ficción, pero la tecnología ha avanzado bastante. ¿Qué más decir de este nuevo mundo? Bueno, el clima ya no es el mismo. Las múltiples colisiones de los Ángeles durante el Segundo Impacto han inclinado ligeramente el eje del globo y ha provocado un cambio climático. La temperatura media del planeta ha subido, aunque los expertos dicen que en la próxima década el clima empezará a volver a ser como era antes del Segundo Impacto. Para que os hagáis una idea, en Japón ahora mismo siempre hace un clima de verano. Poco importa la estación del año, la sensación siempre es veraniega. Hablando de Japón, sabe Dios cuanto tiempo tendré que vivir en ese país. No diría que me disgusta la idea, pero es un dolor de cabeza. De todas formas no tengo otro sitio al que ir. [...] Un momento... ¡Deben de estar pensando quien carajo soy! ¡No me he presentado! Mi nombre es Xavi, Xavi Muñoz. Soy un chico de veinte años, un superviviente del más que mencionado Segundo Impacto. Soy un chico alto, 1,83 metros, de pelo negro, ojos entre marrones y verdes, así como de complexión delgada. Estoy delgado, pero en forma. Pertenezco a la generación que le tocó sufrir ese acontecimiento. Nací en España, donde viví como un niño normal hasta los cinco años. Cuando el cuarto Ángel, de nombre Jeliel, decidió visitar España mi futuro cambió. Aquel gigantesco monstruo del espacio me lo arrebató todo, tanto mi familia como mi hogar o mis amigos. No recuerdo mucho sobre el Segundo Impacto, y como comprenderéis lo poco que recuerdo no es de mi agrado. Tras el paso del quinto Ángel fui acogido en un campo de refugiados, uno de los muchos que había por todo el continente. En el 2005, con la edad de diez años, mi vida volvió a cambiar cuando dos agentes de la agencia paramilitar NERV llegaron al campamento donde vivía. Aquellos hombres, vestidos de negro, como de una película, me sometieron a un test y sin darme cuenta de cómo, tomaron mi custodia y me llevaron lejos de España, lejos de mi hogar. Llegué a Estados Unidos, donde me colocaron el título de “niño elegido”. “¿Qué mierda es eso?”, pensaréis. Bueno, para ser humilde yo también lo pensé en su momento. Os explicaré: NERV es una organización dedicada a la protección de las tres esferas y la humanidad. ¿De qué los protege? De los futuros Ángeles que llegarán a la Tierra, tal y como predican los Manuscritos del Mar Muerto. Para llevar a cabo esta protección NERV ha desarrollado unas nuevas armas llamadas “Evangelion”. Los Evangelion no son pistolas ni nada por el estilo, son seres biomecánicos de gran tamaño. A ojos de una persona normal parecen robots, pero realmente no lo son. Para que lo entendáis, son como Ángeles creados para ser pilotados por el hombre. Pero claro, cualquier humano no puede pilotar estas armas. Para poder pilotarlo se deben de contar con unos patrones cerebrales lo más parecidos posibles a los de un Ángel, consiguiendo así una sincronización armoniosa con el Evangelion. ¿Qué humanos son los que tienen estas características? Aquellos que sobrevivieron al paso de un Ángel durante el Segundo Impacto. El mero hecho de tener cerca un Ángel es suficiente como para alterar la composición cerebral de una persona, y el cambio es más fuerte a las edades de cinco, seis y siete años. Por ello NERV emprendió una búsqueda por todo el mundo, en busca de niños o niñas que hubieran nacido entre los años 1993, 1994 y 1995, con la intención de encontrar a los futuros pilotos de Evangelion. Yo soy de 1994, por eso me hicieron los test, y al parecer mis resultados eran todo lo que NERV buscaba. Pasé a convertirme en un futuro piloto de Evangelion y comencé a vivir en Estados Unidos, en Cambridge, Massachusetts. Bajo la custodia de un sensei, mis días pasaron a estar dedicados puramente a entrenamiento, a prepararme para el día en el que tuviera que subirme a un Evangelion. Reforzar mi resistencia psicológica, enriquecer mi ética, fortalecer mi cuerpo y aprender japonés e inglés; eso era básicamente mi entrenamiento. Hasta la semana pasada mi vida estuvo dedicada a ese entrenamiento. Así llego hasta el presente. Hace unos días recibí la llamada por la que el comandante de NERV, Gendo Ikari, me concede la actividad de piloto y pide mi presencia en la sede de Japón, en Tokyo-3. Y después de contaros de forma resumida mi vida y los cambios de este nuevo mundo, va siendo hora de que abordemos el presente... Estamos a 5 de marzo del 2015. Acabo de llegar a Japón, concretamente a Yugawara. Es una ciudad en la prefectura de Kanagawa, al suroeste de Tokyo-3, mi verdadero destino. El avión de NERV América me ha dejado en esta ciudad, pero me parece que no he llegado en muy buen momento, pues se ha declarado el “estado especial de emergencia”. Pues ahí estoy ahora mismo, en mitad de Yugawara, la cual se ve vacía debido al estado ya mencionado. Ahora mismo estoy en la acera de un bulevar, mirando la carretera desierta. Si miro hacia a la derecha o a la izquierda no veo ni una sola alma. Detrás de mí hay numerosas tiendas, pero todas están cerradas. En la acera de enfrente hay un parque y un espacio verde, aunque está igual de desierto. Hay algunos coches aparcados en mitad de la carretera, con las puertas abiertas. La mayor actividad que se aprecia es el paso de los semáforos de rojo a verde y viceversa. Lo único que me acompaña es una ligera brisa y el calor del Sol. También escucho sonidos a lo lejos, aunque no termino de descifrar de qué provienen. De vez en cuando suena el mismo mensaje por los megáfonos de la ciudad:
Después de eso vuelven a repetir el mismo mensaje. Ahora que lo pienso esto parece una película de zombies. Es como aquella que vi, ¿cómo se llamaba? Creo que Interland. Mierda, ya empiezo a preocuparme... ¿A qué vendrá el estado de emergencia? Y para colmo esa tal Misato Katsuragi no aparece por ningún lado. Oh, cierto, no lo he explicado. Si estoy parado en mitad de Yugawara es porque he quedado en ser recogido por la capitana de NERV. Por eso espero pacientemente junto a la carretera, bostezando y rascando mi cabeza por el aburrimiento, mirando de vez en cuando a mi bolsa con mis pertenencias, así como la foto que tengo de Katsuragi para reconocerla. La verdad es que es una chica muy atractiva. No me sé su edad, pero a juzgar por la foto diría que está entre los 25 y 30 años. Es una mujer esbelta, de pelo oscuro largo, casi de una tonalidad morada. Piel blanca, ojos oscuros, y un cuerpo más que excitante para cualquier hombre. De hecho en la foto que ahora mismo estoy sujetando tiene una postura bastante insinuante, inclinada hacia delante, luciendo escote... Y pensar que esa belleza es mi jefa. Sin previo aviso, sacándome de mis pensamientos, los distintos pájaros que hay en los árboles de la zona verde de enfrente emprenden el vuelo, como huyendo. Esto me deja extrañado. Justo un instante después se produce un golpe sordo, provocando que eche manos a mis oídos. Acto seguido siento como una onda expansiva choca contra mí, empujándome al suelo. La onda lo golpea todo, produciendo el sonido metálico del acero que cubre las tiendas cerradas, el mover de los árboles o el de los cables de los postes de luz. Cuando la onda expansiva cesa, confundido me levanto, agarrando mi bolsa. De repente escucho explosiones, cerca de mí, pero estoy seguro de que no es dentro de la ciudad. Entonces, de entre los montes que rodean la ciudad, aparecen un gran número de aviones del gobierno, todos ellos de las Fuerzas de Autodefensa de Japón (JSDF). Los motores de los aviones acaban con todo el silencio que había en la ciudad. Es raro, pero sobrevuelan la ciudad muy bajo, a un ritmo bastante lento. Encima lo hacen de espaldas, como si tuvieran bajo el punto de mira a algo. Siguen apareciendo aviones y segundos después, rodeado por ellos, aparece un gigantesco monstruo de forma humanoide que se cuela entre los montes y llega a la ciudad. Forma humanoide, de piel entre negra y azul oscuro. Sus hombros están cubiertos por una especie de hombreras de color blanco, y algunos de sus huesos son visibles en el torso y las piernas. En el centro del pecho tiene un gran núcleo rojo y su cara es como de una máscara. No hay duda, ¡es un Ángel! Un escalofrío recorre mi cuerpo y de inmediato mi mente queda bloqueada. Han pasado quince años, pero me transmite la misma sensación: pavor. Una sensación que hormiguea a lo largo de mi cuerpo con el solo hecho de ver a ese monstruo. Solo puedo tragar saliva y mirar perplejo a la perdición de la humanidad. Por mi mente se vienen numerosas imágenes del Segundo Impacto, imágenes del Ángel que me lo arrebató todo, Jeliel. Veo todo tipo de imágenes, algunas incluso las había olvidado. Me he vuelto a encontrar con la mayor de mis pesadillas... El Ángel avanza sin inmutarse por la ciudad, entre los edificios. Finalmente los aviones de alrededor rompen su inactividad y atacan. De todas las direcciones llega una carga de misiles y disparos que alcanzan al Ángel. Pero claro, es un Ángel, las armas convencionales no le hacen ni cosquillas. A pesar de ello, los aviones de las JSDF no se rinden, siguen disparando con todo lo que tienen. Como molesto, el Ángel responde y de la palma de lo que se puede considerar su mano, aparece una lanza de luz entre morada y rosa. Actuando como una cuchilla, atraviesa a dos aviones que estaban alineados. A continuación el Ángel retira la lanza de luz, que vuelve a esconderse en su brazo, y como consecuencia los aviones caen sobre las calles de la ciudad. No satisfecho, por encima del Ángel aparece una aureola y después éste se eleva en el aire, levitando. Luego de unos segundos en el aire, se deja caer con fuerza sobre los restos de los aviones, pisándolos y aplastándolos, provocando una explosión y un temblor en toda la ciudad. El temblor me tira al suelo, sacándome de mi estado de shock. Doliéndome del trasero me reincorporo, quedando de rodillas en el suelo, sin perder de vista al Ángel y tomando mi bolsa. En un gesto de rabia aprieto con mis manos mi bolsa y cierro los ojos, apretando los dientes. [...] ¡Idiota! ¡Deja de temblar! ¡Cálmate! [...] Es entonces cuando un nuevo sonido aparece: la frenada de un coche. Para cuando levanto la cabeza, al lado mío en la carretera, hay un deportivo de color azul. La puerta de este se abre, apareciendo en el interior del coche una mujer.
No me hace falta mirar la foto, no hay duda, es la capitana Misato Katsuragi. No hay tiempo que perder, por lo que apurado me subo en la parte izquierda del coche. En cuanto subo, con mucha habilidad, la capitana maniobra con el coche con varios giros de volante. Gracias a ello salimos disparados por la carretera, pues el Ángel nos pisa los talones. Con el sonido de los inofensivos misiles que chocan contra el Ángel de fondo, yo y Katsuragi nos alejamos de Yugawara, todo gracias a la velocidad de su auto. Aunque cabe destacar que la habilidad de la conductora es sorprendente. Ella está totalmente concentrada en conducir y alejarse lo más posible de Yugawara y del Ángel, así que durante los primeros minutos se mantiene en silencio. Obviamente yo tampoco voy a decirle algo, no quiero romper su concentración. Además, bastante tengo con lo mío, no me ha sentado muy bien que digamos ver de nuevo un Ángel. Pasan los minutos y cada vez nos alejamos más de Yugawara. El silencio dentro del coche ya empieza a ser incómodo. Ya algo cansado de divagar en mis pensamientos mientras miro por la ventana, decido volver mi mirada sobre Katsuragi. Ella no se percata de esto, y sigue centrada en su conducción, seria. Llevaba unas gafas de sol y un vestido de color rojo oscuro, sin mangas, ajustado y que termina en una falda corta, mostrando piernas. Seré sincero, me quedé embobado observando sus bonitas piernas y su más que excitante pecho. En cuanto me di cuenta de donde estaba poniendo mi mirada, la desvié de nuevo hacia la ventana, avergonzado. A partir de ahí rara vez apartaba la mirada de la ventana. En un momento dado, Katsuragi saca el auto de la carretera y lo introduce por un camino más deteriorado, de hecho tras unos metros el camino dejó de ser de asfalto para ser de tierra. El camino llevaba a una explanada, donde no había nada, pero desde allí se podía ver a lo lejos la ciudad de Yugawara y al Ángel en ella. Katsuragi aparca el coche en la explanada. De ese modo, quedamos parados en un ángulo del que solo se ve la ciudad desde la ventana del copiloto, es decir, desde mi ventana. Sin decir nada, Katsuragi se quita las gafas de Sol, y luego saca unos binoculares de la guantera del asiento del copiloto, ignorando que yo estaba allí. No le di mucha importancia, pues estaba más pendiente de la vista del Ángel, rodeado aún por un montón de aviones de las JSDF. ¿Todavía no se dan cuenta de qué sus misiles no le hacen nada? Vaya unos idiotas. Sin previo aviso, Katsuragi se desabrocha el cinturón y con los binoculares en mano, se echa encima de mí, con la intención de mirar por mi ventana. Bueno, un movimiento lógico, solo desde la ventana de mi asiento se veía la ciudad. No obstante, me pilló desprevenido. Parte del cuerpo de Katsuragi se apoya en el mío. Su brazo izquierdo queda rodeando mi cuello, apoyándolo en mis hombros. Sus pechos chocan contra mi cara, mientras que ella levantando el brazo derecho usa los binoculares, mirando la lejanía, sin inmutarse. Aquella postura era tan incómoda como gratificante. Me quedé totalmente quieto, temía de hacer algún gesto que molestara a la capitana. Para no excitarme por tener sus pechos en la cara, decidí centrarme en la vista de la ventana. Es entonces cuando veo como los distintos aviones de las JSDF se alejan del Ángel, a la par que un avión más grande se acerca, sobrevolando al objetivo. Esto alarma a Katsuragi, que cuando reconoce el avión que se dirigía al Ángel grita:
Con aquel grito Katsuragi me desabrocha el cinturón y acto seguido se tumba encima de mí, provocando que yo también me tumbe mientras grita: “¡Al suelo!”. La capitana me agarra con fuerza, protegiéndome mientras yo no me entero de nada. Todo trascurre muy rápido y acaba con el sonido de una explosión. Así es, habían usado una “Bomba N2” sobre el Ángel, aquella arma de fuerza igualitaria a la de una Bomba Nuclear, solo que sin usar radiación. Después de un golpe sordo en la lejanía, un estruendo seguido de una onda expansiva sacude todo el lugar. Estábamos lo suficientemente lejos de la explosión, pero no había manera de salvarnos de la onda. Como consecuencia, la onda sacude el coche provocando que este salga disparado dando vueltas de campana, conmigo y Katsuragi sufriendo dentro el choque. Tras dar varias vueltas y fuertes sacudidas, el coche se detiene, quedando bocabajo en mitad de la explanada de tierra. Dentro estábamos los dos, respirando con fuerza por el susto mientras Katsuragi aún no me soltaba. Segundos después me pregunta: “¿Estás bien?”, a lo que respondo de forma afirmativa. Vaya viajecito, hasta me ha entrado arena en la boca. A continuación los dos nos arrastramos dentro del auto y acabamos saliendo fuera por medio de la ventana. Nada más salir y levantarme veo a lo lejos el humo de la explosión y los aviones de las JSDF todavía sobrevolando el lugar.
En eso Katsuragi saca un móvil del auto con el que realiza una llamada. Mientras yo seguía mirando la ciudad de Yugawara envuelta en humo y llamas, Katsuragi habla por el móvil. No quise poner mucha atención a la conversación por teléfono, pues era una falta de respeto, pero por lo poco que escuché una cosa me quedó clara: el Ángel estaba vivo. Tampoco me sorprendió mucho, necesitaron bastantes Bombas N2 para acabar con el cuarto Ángel. La capitana Katsuragi termina su llamada y tras suspirar me mira. Sonriente me dice:
La capitana me sorprende cuando empieza a reírse levemente, algo que me descoloca. Que confuso, después de no decir ni una palabra durante el viaje y toda la tensión provocada por el Ángel. Es como si hubiera pulverizado todo ello en un solo instante. Ahora se mostraba incluso demasiado alegre. Siguiendo la pequeña risa, prosigue hablando:
Vale, eso sí que ha sido incómodo y a la vez gratificante. Ante las palabras de Katsuragi, no, de Misato, lo único que puedo hacer es sonrojarme mientras ella vuelve a reírse. Segundos después me pide que le ayude a levantar el auto, ya que entre los dos podremos darle la vuelta. Acepto y de inmediato nos ponemos a ello. El auto no estaba del todo tumbado, estaba ligeramente inclinado, así que haciendo fuerza a modo de palanca podemos ponerlo de nuevo de pie. Cuesta, pero entre los dos lo conseguimos. Una vez de pie el coche muestra algunos daños por la sacudida, como el faro izquierdo roto o un retrovisor descolgado, pero lo importante es que aún funciona. Con el auto listo para volver a ser usado, Misato me da las gracias por la ayuda y luego procedemos a subirnos a él de nuevo. A bordo del deportivo azul nos marchamos de aquella explanada de tierra, ahora sí, hacia Tokyo-3. En el camino, ya de vuelta a la carretera, Misato se muestra muy carente de toda tensión y empieza a conversar conmigo. Todo el peso de la conversación lo lleva ella, aunque la verdad, la conversación es bastante pobre. Es comprensible, yo no paro de pensar en el Ángel y ella está pendiente a la conducción, solo decimos tonterías. Para mi sorpresa Misato no usa la carretera principal que lleva a Tokyo-3 y toma otra ruta. En lugar de ir directamente a la ciudad, vamos a una ruta restringida, la cual solo parece poder ser usada por los agentes de NERV. La carretera se aleja del núcleo urbano de Tokyo-3 y pasa cerca del lago Ashi, masa de agua muy famosa en Japón. La ruta nos lleva a un túnel, el cual desemboca en una boca de metro. Parece raro, pero así era, por lo que el vehículo queda aparcado enfrente de unos railes por los cuales está más que claro lo que circula. Hay que destacar que los raíles estaban en un nivel de suelo mucho más bajo que nosotros. Tras unos minutos pasa un tren que parece llevar mercancía, y Misato sin dudarlo, acelera para acabar montando al coche encima del tren. Ella me explica que ese tren desciende hacia el Geo-Front, es decir, la zona donde se sitúan los cuarteles de NERV, que por seguridad están bajo tierra. Eso explica porque el recorrido del tren era descendente. Al parecer esa era la manera más rápida de llegar a los cuarteles y Misato la usaba en ocasiones como ésta. Solo teníamos que esperar a que el tren recorriera su camino. Como Misato ya no tiene que atender a la conducción, la conversación se intensifica. En un momento dado, captando toda mi atención, me pregunta:
Ante mis palabras Misato se ríe y sacándome la lengua me dice: “Ya había olvidado con quien estoy tratando”. Una vez más me hizo sentir una mezcla de confusión y buenas sensaciones. Maldita, me hace sentir inseguro. Aunque si les soy sincero, me gusta como se ve su personalidad, bastante desenfadada y muy alegre. Es agradable, esperaba algo más estricto. Tras un pequeño silencio Misato pone su mirada en mí, una mirada serena, y vuelve a formular una pregunta:
Vaya, eso sí que no me lo esperaba. ¿Tanto se me nota que estoy preocupado por el Ángel? Maldita sea, de seguro que ella espera alguna respuesta valiente por mi parte. ¿Qué le digo? No puedo decirle que me pongo a temblar como una nena solo de pensar en ese bicho. No puedo defraudar al ser un piloto de Evangelion. Tsk, vaya molestia, esto está siendo peor de lo que esperaba. Ya desde el principio. Mientras sigo debatiendo en mi interior qué decir, Misato mantiene su mirada clavada en mí. Cuando pasa como un minuto y sigue sin haber respuesta, suelta un pequeño suspiro. Esto provoca que yo la mire, al hacerlo ella pasa a poner su vista en el infinito.
Conque el típico discurso para hacerme creer que todo está bajo control ¿Acaso cree que soy idiota? No me jodan; que acepte mi miedo, dice. Ya estamos con las tonterías de que se creen que me comprenden. Leen cuatro informes sobre mí y con un cursillo de mierda sobre psicología ya piensan que pueden comprender cómo me siento. No, las cosas no funcionan así. Además, cuanto más lo pienso es peor, de hecho acabo de caer en una cuenta que no me ha gustado nada...
Cuando lanzo la pregunta, Misato queda boquiabierta. Ella estaba pensando en cómo seguir su discurso de “chica mayor” para tranquilizar al “chico menor”. Pero mira por donde, yo he ido directo al grano. Al parecer no me creía capaz de deducir lo que era evidente para los altos cargos de NERV. Sorprendida guarda silencio durante unos instantes, mirándome, sin saber que decir. Como no dice nada prosigo con mi análisis.
Lo que me temía, voy a tener que pilotar un Evangelion así de improvisto. Joder, vaya broma de mal gusto. Esto es de locos. Por mucho que me hayan preparado, en mi vida he visto un Evangelion. Es más, ni siquiera sé cuál es la unidad que me han asignado. También tengo entendido que para sincronizarse y poder moverse con un Evangelion primero tienes que hacer algunas pruebas de activación. No me jodan, es imposible. Sabía que venía a morir, pero no esperaba hacerlo tan pronto. Hostia puta, y yo que quería pensar que el cambio me iba a venir bien. ¡Una mierda! Sin que me diera cuenta, el tren comienza a llegar al final del túnel subterráneo, viéndose la luz del final. Misato se da cuenta y me pregunta:
Después de las palabras de Misato, el tren sale del túnel y llega al mencionado Geo-Front. Solo tengo una palabra para describir lo que ven mis ojos: increíble. Mientras el tren desciende por unos raíles suspendidos en el aire, se puede admirar toda la majestuosidad de una de las maravillas de la tecnología humana. Se trata de una masiva cavidad subterránea de forma esférica, ubicada debajo de Tokyo-3. El Geo-Front es una esfera de 13.75 Km de diámetro con su composición casi totalmente bajo tierra. En su interior están los cuarteles de NERV, así como túneles de acceso, carreteras y monorraíles hacia la superficie. También se hallan extensos bosques y un gran lago, que simulan las condiciones exteriores; esto es permitido gracias a enormes espejos que canalizan la luz solar a través de grandes ventanas en la superficie de la caverna. La caverna mide 6 km de altura en su punto más alto. En su techo cuelgan los edificios retractables de Tokyo-3. Entre la superficie y el techo de la caverna se hallan 22 placas blindadas para defender la base inferior de ataques de Ángeles. Impresionante construcción, ¿no creen? Una muestra más de lo que la humanidad es capaz de hacer gracias al poder de las esferas. Es tan increíble que hasta he olvidado mis problemas momentáneamente. Tanta sorpresa me vino bien, hasta me he relajado un poco. Con calma, el tren desciende, cada vez más cerca del suelo de la caverna. Como es comprensible, la vía no va a la tierra sino que termina en el interior de uno de los edificios del cuartel de NERV. Cuando se detiene dentro de la estación, unos operarios usan una grúa para bajar el auto de encima del tren. Bajamos del coche y tras que Misato les de las llaves a un operario para que lleve a su auto a saber dónde, empezamos a movernos por los cuarteles. Solo hay un adjetivo para este lugar: gigantesco. Una red de salas y pasillos, casi laberíntica, de aspecto muy futurista, con paredes, suelos y techos metálicos, alumbrados por luces fluorescentes. Casi todas las puertas son automáticas o se abren con algún código o tarjeta. En algunas habitaciones el suelo se mueve de forma mecánica por medio de una cinta. También se puede ver mucha seguridad a lo largo de los pasillos. Para que vean la inmensidad de la base, hasta Misato tiene que sacar un mapa, pues está completamente perdida. Yo lo único que puedo hacer es seguirla mientras observo todo, sorprendido. Con Misato perdida y por extensión, yo, ambos llegamos a un pasillo cuyo final cuenta con un ascensor. Misato llama al ascensor pulsando el botón y a los segundos el ascensor llega a nuestra planta, abriéndose sus dos puertas. Al abrirse aparece una mujer que sorprende a la capitana.
La mujer es de pelo rubio corto, su cabello no baja más de su cuello. Tiene los ojos marrones, cejas de color negro indicando que llevaba un tiñe de pelo, una peca debajo del ojo izquierdo y los labios pintados de rojo. Va vestida con una bata blanca, y debajo de ella lleva una camisa de botones azul claro, una falda negra y medias oscuras. No sé cuántos años tendrá, pero parece un poco mayor que Misato. También diría que parece una mujer normal al lado de Misato, aunque claro no es justo compararla con semejante cuerpazo.
La científica Ritsuko Akagi... Recuerdo que mi sensei me habló sobre una famosa científica de NERV, pero no estoy seguro si ella era la doctora Akagi. Bueno, eso poco importa ahora mismo. Misato y yo comenzamos a seguir a aquella mujer, la cual parecía conocer las instalaciones de NERV... O al menos las conocía mejor que Misato. Así empezamos a movernos una vez más por los pasillos y ascensores del cuartel. Por el camino la doctora Akagi y Misato hablan sobre cuestiones tácticas, cosa que yo no terminaba de entender mucho. Aun así me bastó para entender lo más importante: el monstruo que habíamos visto en Yugawara había sobrevivido a la bomba y sin herida alguna, ya había encontrado Tokyo-3. Estaba confirmado como el séptimo Ángel, de nombre Sachiel. Por la situación actual se escuchaba un mensaje por los retransmisores a lo largo de toda la base:
Después de eso el mensaje volvía a repetirse. Como es lógico, debido al mensaje había mucho movimiento a lo largo del cuartel. Por fin tomamos un último ascensor que nos lleva a una extraña sala, inundada por un líquido raro. No sé qué líquido era, pero de seguro que no era simple agua. En mitad de la habitación había una pared que ocultaba a la otra mitad. Por medio de una lancha llegamos a esta pared intermedia, y allí, ya otra vez sobre superficie, pasamos por medio de una puerta. Llegamos a una sala a oscuras en un principio, pero en cuanto encienden las luces puedo ver por primera vez a la esperanza de la humanidad: un Evangelion. Al parecer estaba dentro de una habitación que actuaba como caja, encerrando al Evangelion en el líquido extraño así como entre varios soportes. Yo estaba en una especie de puente al nivel del pecho del Evangelion, por ello lo que tenía delante era sus hombros, cuello y cara. Una unidad de color morado, con algunas marcas verdes o naranjas y una especie de cuerno en la frente.
La nueva voz que había entrado en escena venía desde el lado izquierdo, el contrario por el que yo había entrado. La voz pertenecía a nada más y nada menos que a Gendo Ikari, comandante supremo de NERV. Era un hombre más o menos de mi estatura, pelo negro y piel un poco morena. Ojos oscuros, con unas gafas de cristal ovalado, así como una barba, pero sin bigote. Vestía con una camisa roja y una chaqueta azul oscura por encima de ella, con guantes blancos y pantalones que también eran azules oscuros. Ya conocía al comandante de algunas visitas que me hizo durante mi entrenamiento. De todas formas, lo saludé de forma respetuosa:
Ante la pregunta, mi mirada huye de la suya y mi sistema nervioso me traiciona. De solo pensar en el Ángel un escalofrío me recorre todo el cuerpo y comienzo a temblar como un idiota. No llevo más de 12 horas en Japón. Es la primera vez que veo un Geo-Front o piso unas instalaciones de NERV. Es la primera vez que veo un Evangelion. Las posibilidades de que se active son nulas. No he hecho una sola prueba. ¡Esto es de locos! ¡Si me subo a esa cosa morada voy a acabar muerto! ¡No hay duda de ello! Mires como lo mires, toda lógica indica cual es mi respuesta. Es evidente, lo sentía así, pero fuera como fuera, lo que respondí, fue:
Antes de irse, el comandante pone su mano derecha en mi hombro y me desea suerte. La voy a necesitar, la verdad. Tras ello se marcha, al parecer a la sala principal del cuartel, desde donde seguirán la batalla. La doctora Akagi y Misato también se marchan detrás de él. Así comienzan a preparar a la Unidad 01, mi unidad Evangelion. En primer lugar vacían la sala del líquido extraño, o como dicen ellos a esa sala: “la jaula”. Diferentes mensajes se oyen a lo largo de los monitores del cuartel: “Proceso de enfriamiento finalizado”; “Posición de acoplamiento en la jaula confirmada”. A mí por otra parte me llevan a otro lado de la sala, y tras darme unos sensores que tengo que colocar en mi cabeza llamados “clips nerviosos 10”, necesarios para sincronizarme con el EVA; me indican que me meta en una especie de cápsula con extremos de acabado redondeado. Vaya, no termina de tener forma de ataúd, puede que salga vivo de esta. Ironía. En serio, seré idiota, mira que intentar hacerme el valiente en una como esta. No tengo ni idea qué es lo que va a suceder, pero tengo miedo. Sigo las indicaciones y me introduzco en esa cápsula cilíndrica, en cuyo interior se encuentra la cabina de mando del Evangelion. Esta parte del EVA en su totalidad recibía el nombre de “Entry plug”. Mientras tanto, en la sala principal del cuartel ya están todos en sus puestos. Se trata de una sala muy espaciosa, que cuenta con una gran pantalla en la pared que retransmite lo que sucede fuera de los cuarteles. Ahora mismo tiene fijado como el séptimo Ángel ataca Tokyo-3. En la sala están los tres potentes ordenadores conocidos como MAGI. Un nivel por encima se encuentra la cadena de mando. Allí están la doctora Akagi y Misato, asesorando a dos chicos y una chica que manejan unos ordenadores que muestran datos a tiempo real y desde los que pueden ejecutar algunas acciones. Detrás de ellos está el comandante Gendo Ikari, sentado y apoyando los codos en una mesa, de forma que sus brazos quedan hacia arriba y puede apoyar la cara en sus manos cruzadas. Es su pose característica. Al lado del comandante está su segundo, Kozo Fuyutsuki, un hombre ya algo mayor, de pelo canoso y cara serena. De entre los tres a los ordenadores, la chica llamada Maya, informa a Misato y Akagi:
Sin que yo lo vea, pero notando el movimiento, pues estoy dentro del Entry plug, lo insertan en la Unidad Evangelion 01. Para insertarlo abren un espacio en la parte de trasera del cuello del “gigante”. La cabina del Entry plug se resume en un asiento para el piloto, sobre el que estoy, y delante del asiento unos controles para manejar los brazos del Evangelion. El resto de movimientos deben realizarse mediante el pensamiento del piloto. Al menos eso he estudiado. Una vez dentro del Evangelion escucho una comunicación que dice: “Inyecten el LCL en la cabina del Entry plug”. Antes de que me dé cuenta, un líquido de tonalidad naranja empieza a llenar la cabina, inundándola. Al ver que el líquido me cubre, por instinto, retengo mi respiración. Al observarme por el monitor, la doctora Akagi me informa:
Cuando no puedo mantener más la respiración acabo tragando aquel extraño líquido anaranjado, y para mi sorpresa podía respirar con normalidad. Los procesos de liberación del EVA continúan. “Conecten la fuente principal de energía”, de esta forma se conecta a la espalda del EVA el “cable umbilical”, un cable necesario para dar energía a la unidad. Sin este cable el Evangelion cuenta con una batería que solo dura unos cinco minutos. Con el suministrado de energía equipado, se escucha: “Comienzo del segundo contacto”. “Funcionamiento del nervio A10 sin problemas”. Entonces el interior de la cabina pasa a tener varios colores, desde los colores del arcoíris hasta el blanco y negro. “Configuren el japonés como idioma de comando”. Finalmente la cabina se vuelve en los ojos del Evangelion, es decir, yo veo desde ella lo que ve el EVA. “Todos los contactos funcionan bien. Conecten las líneas mutuas”. Así se va procediendo en la conexión entre yo y el Evangelion, aunque realmente no me entero de nada. En la sala de mando Akagi y Misato siguen con mucha expectación el proceso. La chica de los ordenadores, Maya, informa a la doctora Akagi:
Con la orden se procede a la liberación de la Unidad 01, que estaba anclada dentro de lo que llaman jaula. “Liberen el primer seguro”, así la espalda del EVA deja de estar anclada. “Muevan el puente umbilical”, de esta forma la superficie a la altura del pecho, donde yo había estado, es retirada. “Liberen el segundo seguro”, como consecuencia comienzan a retirar las paredes que rodean a las extremidades del EVA. Se sigue oyendo: “Liberen desde el primero hasta al decimoquinto anclaje de seguridad”. De vuelta a la sala de mando, todos están nerviosos por el riesgo de la misión, pero confían en que todo salga bien.
Antes de que la doctora Akagi pueda dar una orden, una puerta de la sala se abre, entrando por ella una nueva voz femenina que da la orden por anticipado: “En ese caso muevan a la Unidad 01 a la plataforma de lanzamiento”. Al oír la voz todos se vuelven hacia la puerta, solo para ver a Yui Ikari, esposa del comandante Gendo Ikari y jefa del departamento de investigación y desarrollo de NERV. Una mujer de estatura mediana, pelo castaño, ojos oscuros y una sonrisa por característica. Viste con una bata blanca de la que debajo lleva una camisa rosa y una falda azul marino, sin medias.
Así era, el Evangelion 01 había sido movido por una plataforma móvil hasta el lugar de lanzamiento. La plataforma de lanzamiento consiste en anclar el EVA a una pared y estos anclajes tiran de él, llevándolo por medio de una red de túneles que conducen hasta la superficie de Tokyo-3. Una vez que el EVA está anclado y la ruta de lanzamiento ha sido seleccionada, en la sala de mando se informa:
Así los anclajes tiran de la Unidad 01, provocando que salga disparada siguiendo el camino designado por los túneles, hacia la superficie. Aquella ruta recorría una de las muchas entradas de tierra que tenía el Geo-Front, en una gigantesca red de túneles. Mientras asciendo la sensación dentro del Evangelion es de pura velocidad y presión, sintiendo las vibraciones a la par que la fuerza del ascenso me empuja contra el asiento. Puede recordar un poco a lo que vive un astronauta cuando su nave despega y debe pasar la atmósfera. Bueno, tal vez he exagerado... Por encima del Geo-Front, en Tokyo-3, ya ha caído la noche. En la ciudad iluminada por las luces artificiales, el séptimo avanza entre los edificios. Ningún tipo de actividad humana parece frenar su avance, es más, todos los aviones y fuerzas de las JSDF se han retirado. Al parecer son conscientes de que NERV se prepara para actuar e interceptar al Ángel. Los civiles de la ciudad no corren peligro pues todos han sido evacuados a sus respectivos albergues. También cabe recordar que los edificios de actividad humana ahora mismo están ocultos, colgando del techo del Geo-Front. Los edificios que quedan visibles son lanzaderas o cajas de armas de NERV, todo en favor de los Evangelion. Sachiel camina tranquilamente casi por el centro de la ciudad. En un momento dado, por medio de un destello de sus ojos provoca una explosión sobre el suelo, haciendo un agujero hacia el Geo-Front. El agujero no es lo suficientemente profundo como para superar las 22 placas blindadas, pero si causa daños visibles. Antes de que lance un nuevo ataque, en la misma calle por la que está pasando, en la propia carretera aparece un cuadrado de luz roja, con un sonido de alerta. Sobre la carretera aparecen unas luces rojas, que forma un cuadrado, así como unas letras del mismo color en las que pone “Danger Elevator”. Como era de esperar, la carretera se separa a modo de apertura y por ella asciende la Unidad Evangelion 01, aún sujetada por unos anclajes, llamando la atención de Sachiel. En la noche de Tokyo-3 en una de sus carreteras principales, se avecina la batalla. A un lado Sachiel, el séptimo Ángel; mientras que al otro lado el arma creada por la humanidad, la Unidad Evangelion 01, pilotada por un inexperto: yo. Una vez más tenía delante a una de mis peores pesadillas, y aunque ahora pilotaba un Evangelion, la sensación de miedo y duda no desaparecía de mí ser. ¿Quién me mandará subirme a esta cosa? La imagen del inminente enfrentamiento entre el séptimo Ángel y el EVA 01 era retransmitida por el gran monitor de la sala de mando en los cuarteles de NERV. Bajo la mirada de todos, el comandante, sub-comandante, científicos y demás, destaca la mirada decidida pero a la par preocupada de la capitana Misato Katsuragi.
To be continued.... |
#02 The first battle
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La primera batalla
Año 2015, Japón, nueva prefectura de Kanagawa, Tokyo-3. Últimas horas del día 5 de marzo. Hace rato que el Sol dejó paso a la oscuridad de la noche, la cual ha invadido Tokyo-3. En la ciudad iluminada por la luz artificial destacan dos figuras. A lo largo de una de las carreteras principales, el séptimo Ángel observa con atención al que ha captado como su rival, la Unidad Evangelion 01. ¿Recordáis quien está al mando de dicha unidad, verdad? En efecto, yo, el inexperto piloto de nombre Xavi. Frente a frente una vez más, la peor pesadilla de la humanidad y por supuesto la mía propia, un Ángel. Aunque estoy subido al Evangelion no sé si puedo permitirme el lujo de sentirme seguro. Para nada tengo esa sensación. Sachiel no se mueve, solo me mira, como esperando a mi primer movimiento. Es entonces cuando desde los cuarteles de NERV, en la sala de mando desde donde están siguiendo la batalla, tratan de ayudarme. La capitana Misato Katsuragi me habla:
Con mi respuesta positiva Misato da la orden final: “Remuevan la última protección de seguridad”. Así los anclajes a la espalda de la Unidad 01, aquellos que habían usado para lanzarla por los túneles del Geo-Front, son retirados. La Unidad Evangelion 01, mi unidad, queda totalmente liberada. Como mi sincronía con el Evangelion funciona a la perfección, siento como liberan mi espalda aunque en realidad es la del Evangelion. De inmediato la doctora Ritsuko Akagi se dirige a mí:
Y así lo hago, pienso en caminar. De inmediato el EVA 01 comienza a moverse, dando un primer paso. Tal y como me decía mi sensei, se mueve con mi voluntad. Gracias a mis pensamientos el EVA logra alcanzar a dar un par de pasos. La mera pisada de este “ser” de 40 metros de altura sirve para hacer temblar el suelo. El simple hecho de caminar es celebrado por los miembros de NERV, en especial por la doctora Akagi, pues en sus cálculos ni entraba tal posibilidad. De nuevo doy otro par de pasos con la unidad, tambaleándome, como un niño que da sus primeros pasos ante sus padres. Cuando por fin voy tomando algo de confianza, Misato me grita:
Estaba tan centrado en poder caminar que había olvidado a mi enemigo. Para cuando pongo mi vista en él ya lo tengo en frente. Sin dudar, Sachiel agarra con una mano la cabeza de mi unidad y con la otra el brazo izquierdo. Sorprendido por la cercanía del monstruo, soy demasiado lento e incapaz de evitarlo. Una vez me ha agarrado hace fuerza y tira del brazo izquierdo, tratando de quebrarlo. En cuanto tira del brazo de la Unidad 01, puedo sentir como si tirara de mi propio brazo, incluso las marcas de fuerza aparecen sobre él. Es normal, estoy conectado al EVA por medio de unos clips nerviosos, siento lo que él.
De poco sirven las palabras, aunque no es realmente mi brazo el dolor si es real. Y para más desesperación no puedo contraatacar de ninguna forma, Sachiel me tiene atrapado. El miedo que me corroe tampoco ayuda, y mientras sufro lo único que puedo hacer es sentir como el pánico se apodera de mí. A medida que mi miedo crece, la fortaleza del Evangelion decrece. La batalla no ha empezado nada bien, por lo que la doctora Akagi habla con los de la sala de mando, buscando una solución.
Sachiel sigue tirando del brazo de la Unidad 01, cada vez con más fuerza, y al final consigue su propósito: lo quiebra. El sonido del crujir rápidamente se traspasa a mi propio brazo, que se siente como si se hubiera partido. Un dolor agudo que recorre mi cuerpo, llegando creer que realmente habían quebrado mi brazo. El dolor es tal que suelto los controles del EVA. No contento con haber quebrado el brazo de la unidad, aun agarrando la cabeza, Sachiel eleva al EVA 01. El Ángel saca del mismo brazo con el que me sujeta una lanza de luz con la que comienza a golpear de forma repetida la cara de la unidad, concretamente sobre el ojo derecho, en un intento de atravesarla.
Los golpes se suceden sobre el rostro de mi unidad, y como consecuencia el dolor pasa a mi cuerpo. No puedo hacer nada una vez más, cada vez más desesperado. ¿Para esto me he subido al Evangelion? ¿Para solo sentir dolor? Ni siquiera puedo pensar con claridad, lo único que puedo hacer es echar mano a mi ojo derecho y sentir el dolor de mi unidad. La situación cada vez pinta peor, por ello en la sala de mando comienzan a perder los nervios, todos menos tres personajes. El comandante Gendo Ikari, el sub-comandante Kozo Fuyutsuki y la jefa de investigación Yui Ikari continúan sorprendentemente relajados.
Los golpes a mi ojo y al del EVA se suceden una y otra vez hasta que finalmente la lanza de luz atraviesa la cabeza de la Unidad Evangelion 01. Al atravesarla lo empala y manda a la unidad contra uno de los falsos edificios de Tokyo-3. Tras el violento choque, el EVA se escurre por el destrozado edificio, deslizándose hasta el suelo, quedando sentado y apoyado con la espalda sobre el edificio. De la herida creada por el Ángel se escapa un chorro de sangre, empapando tanto lo que hay detrás de la cabeza del EVA como lo que hay delante. La Unidad Evangelion 01 ha sido abatida, y de inmediato las alarmas saltan en la sala de mando.
Apoyada en el falso edificio, la Unidad 01 sigue sin moverse, vencida. No es muy lógico que en esas condiciones el EVA rechace los patrones de control. Sorprendentemente, Sachiel sigue mirando a la unidad, como si presintiera que la lucha no ha terminado. Tras unos segundos, los ordenadores en la sala de mando indican una nueva reacción.
Sobre el suelo de Tokyo-3 la Unidad Evangelion se reactiva. El ojo que se mantenía oscuro tras el ataque del Ángel vuelve a iluminarse, y como si no hubiera recibido ningún daño, la unidad se levanta. Nada más volver a erguirse, el Evangelion suelta un poderoso grito, como si se tratara de un animal, adoptando una naturaleza más propia de un Ángel. Con una movilidad espectacular, se arrodilla para tomar impulso y luego da un grandioso salto para caer encima de Sachiel. Sobre él, lo agarra de la cara, aunque el Ángel consigue golpear la cabeza del Evangelion con sus manos libres, haciendo que la unidad retroceda. El comportamiento y fuerza tan repentina que muestra el Evangelion sorprende en la sala de mando, donde todos miran el combate sin decir nada. El Evangelion queda unos metros alejado del Ángel, y antes de que vuelva a cargar, el profesor Kozo Fuyutsuki, de pie al lado del comandante Gendo Ikari, comenta:
En eso el EVA 01 carga contra Sachiel, lanzando otro grito ensordecedor, como cual animal desembocado. Tras hacer temblar todo Tokyo-3 con sus fuertes pisadas al correr, el Evangelion llega donde su rival, pero no puede llegar a tocarlo. La carrera se ve detenida por una barrera creada por el Ángel, a modo de campo de fuerza. Esta barrera detiene por completo el ímpetu del EVA 01.
Sachiel mantiene el campo AT, mientras que el Evangelion permanece estático unos segundos, viéndose limitado al no poder superar la barrera. Sin embargo, no es suficiente para dejar fuera de juego al EVA 01. Como alternativa levanta su brazo izquierdo, el cual había sido partido anteriormente, y como si de por arte de magia se tratara hace uso de unas increíbles dotes de auto-sanación. Después de un brillo en el brazo este mismo se auto-recupera, volviendo a estar utilizable.
Con el brazo recuperado el EVA puede usar ambas extremidades y pasa a colocarlas en el centro campo AT del enemigo. Haciendo fuerza, sus dedos traspasan la barrera y a continuación comienza a tirar con sus manos hacia fuera, como si tirara de un plástico al que intenta romper. Con una fuerte respiración el EVA comienza a fisurar el campo AT de su enemigo. Poco a poco haciendo uso de su fuerza descomunal, comienza a crear un agujero en el centro.
Tras unos segundos más y con un nuevo grito de fuerza, consigue romper el campo AT, desvaneciéndolo al instante. Ahora el séptimo Ángel vuelve a estar a merced de los ataques del Evangelion. No obstante, Sachiel tiene un as en la manga. Antes de que el Evangelion le ponga las manos encima, un brillo parecido a un flash sale de sus ojos. Por medio de él genera una poderosa onda de energía, de color morado, que alcanza de lleno a la unidad. La potencia del ataque es tal que la onda arrasa con todo lo que encuentra a su paso, provocando un gran destrozo en la ciudad. A pesar de la fuerza destructiva del ataque, el Evangelion 01 no muestra ni un solo rasguño, llegando incluso a permanecer en su sitio sin moverse por el impacto. De inmediato reanuda su ofensiva, tratando de llegar hasta el núcleo del Ángel, es decir, la especie de esfera roja en el pecho del mismo. Sachiel trata de detenerlo con sus manos, pero el resultado es otro; el Evangelion 01 agarra los dos brazos de Sachiel con una sola mano, y con una fuerza y facilidad asombrosa retuerce los brazos del Ángel, quebrándolos y produciendo que la sangre azul del Ángel salga disparada. No contento, el EVA eleva los brazos quebrados, exponiendo el pecho y por lo tanto el núcleo, para a continuación propinar una patada en este punto. Como resultado de la patada, Sachiel sale volando contra uno de los falsos edificios. El enemigo queda recostado sobre el edificio, mientras que la Unidad 01 no pierde el tiempo y vuelve a la carga. La embestida que propina provoca que el Ángel y el edificio sobre el que se apoyaba salgan arrastrados por el suelo de Tokyo-3. Tras recorrer parte de la ciudad por el golpe, Sachiel queda tumbado en el suelo. La Unidad 01 aprovecha esto para colocarse encima de él. Sachiel está totalmente indefenso ante el EVA 01, el cual comienza a golpear el pecho. Tras unos golpes en dicha zona, el EVA se percata de que las costillas del Ángel le impiden alcanzar el núcleo de forma plena. Por ello pasa a agarrar las costillas y tirar de ellas hacia fuera, partiéndolas y desgarrando la piel de su enemigo. Gracias a este doloroso movimiento el núcleo queda expuesto. Con la sangre azul del Ángel recorriendo su pecho, el EVA 01 toma un fragmento de la propia costilla que había roto y la utiliza para golpear el núcleo. Al parecer el núcleo es el punto débil de los Ángeles y la forma más efectiva de matarlos. La Unidad 01 lo golpea repetidas con el pedazo de costilla, hasta el punto de conseguir que se resquebraje como un cristal. Viendo su muerte inminente, Sachiel reacciona con un grito y abraza al Evangelion 01, que deja de lanzar golpes. En cuanto lo abraza, el cuerpo de Sachiel se infla y el núcleo se ilumina.
En ese preciso instante el séptimo Ángel detona como una bomba de relojería, provocando una gran explosión en el centro de Tokyo-3. La explosión queda en una gran columna de luz verde, a forma de cruz, que ilumina toda la noche de Tokyo-3. En la sala de control guardan silencio y esperan a que el destello de la explosión les deje ver el resultado por el gran monitor. Todos temen por el estado del Evangelion y su piloto. La expectación se ve calmada cuando de entre la atmósfera flameante de la explosión aparece la caminante figura del Evangelion 01. El EVA no estaba ileso, pero si había sobrevivido a la explosión con mucha facilidad. Las reacciones al ver la unidad más que de admiración son de terror. En medio de la tensión, la doctora Akagi llega a decir:
Mientras que la sala de mando está inundada por la inquietud y el desconcierto, poco a poco la atmósfera de Tokyo-3 deja de ser el resultado de una explosión y recupera la normalidad. Después de tambalearse con unos cuantos pasos, la unidad 01 clava las rodillas en el suelo y posteriormente pasa a desconectarse. El peligro había pasado y parecía que hasta el alocado Evangelion lo había entendido. Una vez se recupera el control sobre él, se confirman las vitales del piloto y que sigue con vida. Lo siguiente es desplegar los medios necesarios para recuperar al piloto y devolver al Evangelion al interior de los cuarteles de NERV. Tanto que todo el proceso se lleva a cabo, en medio del ajetreo y las prisas, por su parte, los altos cargos de NERV se muestran mucho más relajados que el resto. Precisamente el comandante Gendo Ikari, sin abandonar su característica postura por la que apoya la cara en sus manos entrecruzadas, sonríe al ver que sus predicciones de batalla se han cumplido. A su lado, el profesor Kozo Fuyutsuki rompe el largo silencio tras el incidente:
Así, en la madrugada del 6 de marzo de 2015 finaliza la segunda batalla de esta nueva era de lucha entre humanos y Ángeles. El invento de la humanidad, el Evangelion, había sido eficaz ante el séptimo Ángel. Además de que su piloto había sido confirmado como idóneo para la lucha contra estos seres. Sin embargo, aún queda mucho por mejorar pues la lucha acaba de empezar... 7 de marzo del 2015. Japón, nueva prefectura de Kanagawa, Tokyo-3. Han pasado más de veinticuatro horas desde que el séptimo Ángel, Sachiel, fue neutralizado por la Unidad Evangelion 01. Cuando el EVA abandonó el modo “fuera de control” y la unidad quedó silenciada, se pudo proceder al rescate del piloto de dicha unidad. La situación del piloto era estable, pero por precaución y que tuviera un descanso adecuado, fue llevado al Hospital General de Tokyo-3. En el hospital, en la tercera planta, habitación 27, descansa el piloto de la Unidad Evangelion 01. Sí, ahí estoy yo, hace unas pocas horas que me he despertado. Por lo que me han dicho los médicos he estado inconsciente desde la batalla con Sachiel, es decir, llevo durmiendo más de 24 horas. La habitación en la que estoy es la típica habitación de hospital: una sala cuadrada con una cama en la que estoy recostado, una mesita al lado con algunas medicinas, unos dos asientos para las visitas al lado de la cama y una cortina por si quieres intimidad. En frente, incrustada en la pared, hay una televisión. Al lado derecho de mí está la puerta y a la izquierda en la otra pared están las grandes ventanas de la habitación. Son las 18:19 PM, ya empieza a estar atardeciendo y la luz anaranjada del Sol invade la habitación. Pese a que estoy hospitalizado me siento realmente bien, aunque me incomoda llevar el típico camisón de los hospitalizados, pues no llevas nada debajo. Te sientes prácticamente desnudo. Dejando esto de lado, me aburro. No hay forma de entretenerse. De vez en cuando me quedo mirando a la puerta, viendo cómo pasan personas, la mayoría doctores u otros pacientes. Es el mejor entretenimiento del que dispongo. En una de esas veces en las que estoy mirando veo pasar a una chica. Pelo de color azul claro, unos ojos rojos penetrantes y expresión facial entre tímida y seria. Piel cristalina e iba vestida con el mismo camisón que yo, parece ser que también está hospitalizada. Me quedo mirando fijamente como la chica pasa por el pasillo, y lo más raro es que ella me mantiene la mirada. Son dos segundos de cruzar miradas, pero muy intensos. Mierda, juraría que he visto a esa chica antes. En fin, serán imaginaciones mías. Cuando no miro la puerta a lo único que puedo poner atención es la tele, pero lo único que hacen es hablar sobre el incidente del Ángel. No me bastó con vivirlo en primera persona, ¿también tengo que verlo por la tele? Que molestia. Aunque si soy sincero, cada vez que trato de recordar lo sucedido se me escapa un suspiro. No lo recuerdo del todo bien, solo algunas imágenes, es más, he quedado boquiabierto cuando me han contado que había derrotado al Ángel. No sé muy bien que pasó, solo recuerdo que conseguí que la Unidad 01 caminara. Luego Sachiel me atacó y neutralizó mi unidad. A partir de ahí empiezo a verlo todo negro... ¡A la mierda! ¡Cada vez que pienso más en ello más me duele la cabeza! Vaya una primera experiencia con el Evangelion. Y lo peor de todo es que voy a tener que volver a pilotarlo tarde o temprano. Ja ¿Con qué para está mierda existo, eh? Simplemente para sufrir... Con un nuevo suspiro miro de nuevo a la puerta, para ver otra vez como la chica vuelve a pasar, ahora hacia el otro lado. Otra vez esos ojos rojos me mantienen la mirada durante unos segundos. Umm... Estoy seguro de que yo he visto a esa chica antes. Mis pensamientos son interrumpidos cuando llega el doctor a la habitación. El doctor me dice que estoy perfecto y que me darán el alta. Luego me da un teléfono, al que estaba la capitana Misato Katsuragi. No era un teléfono normal que pueda usar cualquier persona del hospital, era una línea exclusiva de NERV. Comienzo a hablar con Misato. Lo típico, pregunta por cómo me encuentro y luego me felicita por mi actuación ante el Ángel. Después me informa de que en unos minutos llegará al hospital para recogerme. Cierto, no lo he mencionado, voy a vivir con la capitana. ¿Por qué? Bueno, es una idea del mismísimo comandante Ikari. Quiere que los pilotos vivamos juntos, para estrechar lazos y movernos mejor en el campo de batalla. Yo no soy el único piloto, hay otros ocho. Hay tres pilotos destinados Estados Unidos, otros tres a Alemania y otros tres a Japón. Yo soy uno de los tres de Japón, y no tengo ni idea quienes son los otros dos. Pero voy a tener que vivir con ellos. Que alegría... Para tenernos mejor controlados, los pilotos también tenemos que vivir con nuestro capitán. Por esa razón también viviré con Misato. Si soy sincero, no me desagrada del todo la idea de vivir con esa belleza. Finalmente me despido de Misato y finaliza la llamada. Ahora solo me queda esperar a que ella llegue al hospital. Otra vez suspiro por el aburrimiento y decido apagar la tele. Por su culpa no hago otra cosa que pensar en los estúpidos Ángeles y en el estúpido Evangelion. ¡Me satura! Luego vuelvo a mirar a la puerta y... ¡Otra vez! ¡La chica! No lo dudo un segundo más y antes de que pase totalmente de la puerta la llamo:
La chica pasa de largo y me quedo como un idiota esperando una respuesta. Luego bajo la cabeza mientras suspiro. Vamos mejorando la situación. Al parecer solo eran tonterías mías, esa chica no me conoce. Mientras sigo teniendo la cabeza agachada escucho desde la puerta: “Esto... ¿me has llamado?”. Era una voz muy dulce y tímida, la cual me hace levantar la cabeza bruscamente. En efecto, era la chica misteriosa. Estaba apoyada en el marco de la puerta, como escondida, asomando solo una parte de su cuerpo y sin mirarme directamente. Primero libero una ligera risa para soltar presión y luego me vuelvo a dirigir a ella:
Tras decir aquello me quedo callado, esperando una respuesta de la chica. Ella, con gestos tímidos, abandona su escondite en el marco y pasa a dentro de la habitación. La verdad es que se lo toma con calma. Dentro, al lado de la puerta, se apoya sobre la pared, y mirando al suelo contesta:
¡Hostia! ¡Seré idiota! ¡La piloto de la Unidad Evangelion 00! ¿Cómo no he caído? Mi sensei me habló de ella, incluso me mostró fotos. Dios, odio mi memoria de pez. Rei Ayanami, la primera chica en recibir la licencia de piloto del comandante Ikari. Según tengo entendido, ella luchó en la Unidad 00 contra el primer Ángel de esta nueva generación. Venció al sexto Ángel, pero como quedó herida, pasaron a llamarme a mí. Después de este pequeño parón mental, le respondo a la chica.
Japonesas, que difíciles son. Bueno, para los que no estáis muy familiarizados con la cultura japonesa. Para ellos llamar por el nombre a una persona se considera una gran falta de respeto. De hecho solo se llaman por el nombre cuando hay un parentesco o una relación muy fuerte. En otras palabras, por educación siempre se utiliza el apellido. Mi sensei me dijo sobre eso.
Así consigo que Ayanami comience a llamarme por mi nombre. Si me llamara por mi apellido sería un dolor de oídos, no soporto que lo destrocen. Tras la pequeña escena invito a Ayanami a pasar y tomar asiento en una de las sillas al lado de mi cama. Ella en un principio rechaza la oferta, por cortesía y timidez. Aun así yo le insisto, hasta que finalmente me salgo con la mía. Ella, sin llegar a mirarme directamente, se acerca a la cama y se sienta en una de las sillas. Sus movimientos son bruscos, demostrando nerviosismo. No entiendo a esta chica, ¿por qué está tan nerviosa? Una vez se ha sentado, pone su mirada en el suelo, huyendo de la mía. Durante unos segundos los dos guardamos silencio, sin decir nada. Voy a tener que romper el hielo, porque ella es incapaz de comenzar la conversación...
Genial, vaya respuesta llena de posibilidades. Nótese la ironía. ¿Y ahora que le pregunto yo? Maldita sea, odio estas situaciones. Aunque bueno, no puedo culparla, está bastante nerviosa. Lo único que hace es no mirarme y jugar con sus manos. Mientras que pienso en alguna otra cosa que decirle, ahora que la tengo más de cerca, la examino con la mirada. La verdad es que es una chica guapa... Si se pusiera a contraluz con ese camisón seguro que se le vería... ¿¡Pero en que mierda estoy pensando!? Seré degenerado. Mis pensamientos impropios se traducen en mi cuerpo con gestos de nerviosismo, y de inmediato retiro la mirada de Ayanami, de forma muy brusca. Ella se da cuenta de mi nerviosismo y por una vez levanta la mirada para colocarla en la mía. Tras unos segundos, mientras yo me tranquilizo, Ayanami vuelve a desviar la mirada y rompe el silencio:
Ayanami se sorprende ante mi respuesta y fijando su mirada en mí, suelta una leve risa, cosa que me sorprende bastante. La chica de repente había abandonado todo tipo de inseguridad. Que chica más rara. Prosigo diciendo:
Ayanami sonríe y me contesta: – Eres tal y como el comandante Ikari decía. Que sonrisa más agradable. Era una chica extraña a la que no termino de entender, pero su sonrisa me pareció muy agradable. Aunque eso no quita su comportamiento desconcertante, ha pasado de nerviosa e insegura a cálida. ¿Será bipolar? No creo... Seguramente todo sea producto de los nervios. Antes de que pueda proseguir la conversación con Ayanami, una tercera persona irrumpe en la habitación del hospital.
Una vez más la hermosa capitana Misato Katsuragi, vestida con un vestido corto de color oscuro, muy ajustado. En esta ocasión lleva una chaqueta roja por encima, con algunas insignias de NERV en ella. Al parecer solía vestir así, podría considerarse su uniforme. La verdad, me parece demasiado provocativo para ser un uniforme de trabajo. Esta vez también llevaba un colgante con una cruz.
¡Un momento! ¡Quieto, para! ¡No había caído en ello! Ayanami es la otra piloto, también tiene que vivir conmigo. Voy a vivir con una preciosa capitana y mi compañera que tampoco está nada mal. Vale, es un tanto bipolar... Pero joder. No sé si sentirme con suerte o presionado... Volviendo a la conversación, Misato prosigue:
No se hable más, toca dejar aquel hospital. Por el peligro de mi trabajo algo me dice que no será la última vez que lo visite. Tras coger mi ropa y alguna que otra pertenencia, las cuales estaban guardadas en un armario de la habitación, me cambio tal como me había pedido Misato. Una vez cambiado y listo para marcharme, Misato y yo esperamos a Ayanami. La capitana me explica que mi bolsa con mis pertenencias ya están en mi futura casa. Era lógico, mi bolsa se quedó en su coche. Después de unos minutos llega Ayanami, y así los tres salimos del hospital. El Sol casi desaparecía en el horizonte. Todos subimos al deportivo azul de Misato. Yo le ofrezco el asiento de copiloto a Ayanami, pero ella lo rechaza por cortesía. Con el auto en marcha, Misato nos anuncia que parará en alguna tienda para comprar algo para la noche. Según ella la cena de esta noche es muy importante, porque hay que celebrar mi incorporación a la vivienda. Cabe destacar que Ayanami y Misato ya llevaban 6 meses viviendo juntas. Durante el transcurso del viaje Ayanami y yo no hablamos mucho, todo el peso de la conversación recae en Misato. La capitana habla sobre nuestro buen trabajo, nos felicita por acabar con los Ángeles, sobre todo a mí, supongo que porque soy el nuevo. En ocasiones Misato se ve algo limitada en la conversación, pobrecilla. Yo no me atrevo a hablar mucho, pues no termino de tener mucha confianza, y Ayanami... Bueno, ya lo han visto, es tímida. De todas formas es agradable hablar con Misato, es muy simpática. Tal y como nos había anunciado la capitana, paramos en las bulliciosas calles de Tokyo-3 para entrar a un supermercado y comprar comida. También comprar bebida, sobre todo cerveza, al parecer a Misato le pierde esa bebida. A mí personalmente no me gusta mucho, está amarga. Otro detalle es que casi toda la comida que compra es pre-cocinada. Pero lo que más me sorprendió de todo fue la actitud de Ayanami. Ella empezaba a discutir con Misato sobre que debían comprar o no, como si realmente Ayanami fuera la responsable y Misato la niña. Qué curioso, una chica de mi edad regañando a una mujer más que adulta. Ayanami realmente parece ser otra persona cuando toma confianza. Fuera de esos detalles, realmente quedé boquiabierto por la actividad de Tokyo-3. Cuando no estaba bajo ataque la ciudad-fortaleza parecía muy animada. Pasaré a explicarles un poco sobre la ciudad donde ahora resido. Tokyo-3 está situada en la prefectura de Kanagawa, donde en el pasado se alzaba Hakone, al sureste de la antigua Tokyo. Es una ciudad muy avanzada, con el estilo de la típica ciudad japonesa; edificios altos y modernos, bullicioso tráfico, metro y una amplia gama de servicios. Todos ellos se mezclan en el ruido que caracteriza a una gran ciudad. Como toda ciudad japonesa también cuenta con muchos parques y espacios verdes. Cerca de la ciudad hay un lago llamado “Lago Ashi”, el cual es bastante famoso. Es una ciudad que ha sido diseñada para interceptar a los Ángeles, está construida por encima de los cuarteles del Geo-Front. Los edificios de Tokyo-3 tienen la capacidad de retraerse hacia la parte subterránea del nivel del suelo por motivos de seguridad. En otras palabras, los edificios pasan al hueco del Geo-Front cuando se declara un estado de emergencia. Algunos de los edificios no son para uso humano, sino que en realidad contienen pistas de lanzamiento o contenedores de armas para los Evangelion. Aunque la población de Tokyo-3 es bastante amplia, la mayoría de los residentes en ella son empleados de NERV. Cuando la compra finalizada volvemos al auto. Ya había caído la noche en Tokyo-3. Rumbo al apartamento de Misato. Después de movernos por Tokyo-3, alternando entre sus calles, pues las principales estaban siendo reparadas después de la batalla con Sachiel, llegamos a las residencias de NERV. Los agentes de NERV tenían su propia zona de la ciudad, su propio barrio. Todos los edificios eran similares, aunque al que fuimos a parar era un tanto diferente. Un edificio muy ancho, de forma rectangular y el techo acababa en forma puntiaguda. Parecía un edificio muy moderno desde afuera. Alrededor del edificio había algunos claros con césped y árboles, algunos caminos y las farolas que iluminaban la noche de Tokyo-3. Entramos en él. Era un complejo de viviendas o pisos. Curiosamente allí vivían los cargos más importantes de NERV, incluido el comandante y su familia. Moviéndonos por los pasillos llegamos hasta el tercer piso, donde estaba el apartamento. Normalmente cuando se dice la palabra piso o apartamento se entiende por una vivienda algo pequeña y simple. Pues esta vez no era la ocasión, o eso me dio a entender Misato. Según me dijo eran unos 110 metros cuadrados de piso. ¡Una barbaridad! Aunque era de suponer que fuese grande, vamos a ser tres personas, y el futuro puede que incluso cuatro. Antes de pasar al apartamento, Misato me comenta:
Ayanami suspira al escuchar la conversación, como viendo venir un desastre. Nada más entrar al apartamento llegas al recibidor, el cual está orientado hacia la izquierda. Al final de él hay un mueble para dejar los zapatos. Claro, en la cultura japonesa cuando entras a una casa debes descalzarte. Así lo hacemos y luego Misato me muestra el apartamento. Después de llegar al final del recibidor siguiendo la izquierda, queda enfrente el pasillo principal de la casa. Un pasillo amplio, de paredes de color amarillo, pero de una tonalidad muy leve. El suelo era de color rojo fresa. A lo largo del pasillo se observan hasta cinco puertas. Empezamos por la pared de la derecha. La primera puerta es la cocina, de forma cuadrada, con una mesa de madera en el centro y equipada con todo tipo de comodidades y tecnología. En un principio entramos en ella para dejar la compra. Nada más poner un pie dentro veo un desastre. ¿Un poco desordenado? Parece que han removido todo en un robo. Que cosa más exagerada. Platos de comida sucios por la mesa, el fregadero o incluso el suelo, envoltorios de algunos productos por el suelo, periódicos, papeles con información de NERV. ¡Un completo caos! Ayanami se queda en la cocina recogiendo un poco, mientras que Misato me sigue enseñando el apartamento. Pobre Ayanami, ahora entiendo su actitud antes de entrar. De vuelta al pasillo principal. La segunda puerta de la derecha es el cuarto de baño, con su previa sala de aseo y luego una segunda donde está la bañera y la ducha. En la pared de la izquierda del pasillo hay otras dos puertas. La primera es la que da a la habitación que usaré. Una habitación muy amplia, cuadrada, con una cama, un armario empotrado, una estantería y un escritorio, así como una ventana al lado de la cama. Era una cuarto tan grande que incluso podías poner otro escritorio más.
Me parece sospechoso el tono con el que me lo dice... Oculta algo. Pero bueno, mejor no darle mucha importancia. Tras dejar algunas de mis cosas en la habitación, sigue mostrándome el piso. La segunda puerta de la pared izquierda da a la habitación de Misato. Era un poco más pequeña que la anterior y de estética similar. Una vez más pude presenciar un gran caos, todo desordenado, incluso en su habitación había platos de comida sucios. Una mujer muy guapa, pero un desastre total. Para terminar con el pasillo principal, al final, una última puerta que lleva a la habitación de Ayanami. En ella no llegué a entrar por respetar su intimidad, pero supongo que sería una habitación con unas características parecidas a las dos anteriores. Ahora volvemos para la cocina, una vez dentro, a la derecha, hay otra puerta que lleva al cuarto de estar de la casa. Un salón de forma cuadrada, muy amplio, con algunos muebles y una mesa en el centro. La típica mesa japonesa por la que es tan baja que tienes que sentarte en cojines. En los muebles había un televisor y otros aparatos. El salón también estaba bastante desordenado. Ya le vale a esta mujer. Por último, el cuarto de estar daba a una amplia terraza, la cual encaraba al vecindario. En resumen, un enorme apartamento en el que no tendríamos problemas ni mucho menos de convivir. Mentiría si dijera que no lo encuentro cómodo o apto para vivir. No obstante, no me atrevería a decir que este sitio será muy nuevo hogar o algo por el estilo. Hace mucho que dejé de tener un sitio para llamar hogar, y este no es una excepción. Solo es un lugar en el que pasar los días de mi martirio contra los Ángeles... To be continued... |
#03 Lonely Days
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Días de soledad
Día 7 de marzo del 2015. Hace unas escasas dos horas que estoy en el apartamento donde me alojaré durante mi estadía en Tokyo-3. En este lugar que ya os he descrito, voy a vivir con Ayanami y Misato. Ya han pasado las 20:00 PM, hace rato que ha caído la noche en la ciudad. A pesar de ello, todavía no hemos cenado y tengo bastante hambre. Pero claro, antes tenemos que organizar todo el desorden que ha provocado cierta capitana. Entre Ayanami, yo y la propia creadora del desastre recogemos todo. Lleva un rato, es normal, pero poco a poco damos orden a aquel caos. No lo dejamos como los chorros del oro, pero al menos ya parece una casa habitable.
Vaya tarea me había dado, colocar la compra, parecía el típico niño pequeño al que le dan la tarea más fácil y rápida para que sienta que ayuda. En fin, algo es algo, tengo que disfrutar de la poca responsabilidad de hoy. De seguro que en el futuro me toca hacer muchas más tareas. Al me dice que Misato es de esas personas que se escabulle de sus tareas obligando a los demás a hacerlas. Comienzo a colocar la compra; al abrir el frigorífico lo único que veo en su interior es cerveza, a cantidades industriales, y comida basura. ¿Y de esto se alimenta Misato? ¿Cómo puede tener semejante cuerpazo con una dieta como esta? Que le jodan a la lógica. Voy colocando toda la compra, la cual tenía cosas mucho más sanas y mejoraban el aspecto del frigorífico. Cuando no sabía dónde colocar algo le preguntaba a Ayanami. Mientras voy poniendo todo en su respectivo sitio, Ayanami comienza a cocinar. Ella parecía ser la cocinera de la casa, pues en realidad era la que compraba la comida. ¿Recuerdan la discusión en la tienda entre ella y Misato? Ayanami parecía ser la madre y Misato la hija. Creo que con ella en el apartamento me sentiré más seguro por mi calidad alimenticia. Sin embargo, la comida que hoy estaba preparando si era basura; era lo lógico, ya se había hecho tarde y no quedaba otra que cenar algo rápido. Hacer este tipo de comida no precisa de mucha atención, por lo que Ayanami se la pasaba con su móvil, supongo que hablando por WhatsApp. Una vez termino de colocar todo, sin ninguna urgencia, me quedo mirando a Ayanami. La verdad es que quiero hablar un poco con ella, pero está distraída y con lo tímida que es no creo que sea algo productiva la conversación. Tal vez lo mejor sea ir a organizar mis cosas en ese cuarto vacío al que debería de llamar “mi habitación”. Ni gracia que me hace. En ese entonces vuelve Misato, que se asoma a la cocina.
Con Misato fuera de escena y Ayanami sonrojada, yo me quedo pensativo. ¿Ha dicho Shinji? ¡No puede ser! ¿Acaso es el Shinji que yo conozco? Tiene cierto sentido pensar eso, la verdad. Qué demonios, no pierdo nada por preguntarle a Ayanami. Así que eso mismo hago:
Shinji Ikari, hijo del comandante Gendo Ikari y la jefa de desarrollo Yui Ikari. Él fue lo más parecido a un amigo en mis años de entrenamiento en Estados Unidos. Siempre que Gendo Ikari me visitaba venía su hijo, Shinji, con el que estreché una pequeña amistad. No fue la gran cosa, aunque fueron los únicos momentos donde realmente me “divertí” o “entretuve” en mi estancia en América. Llevo años sin verle... Más menos con esas palabras se lo expliqué a Ayanami. A mi historia ella reacciona contándome el tipo de relación que tiene con él. Según me explica ambos son amigos de la infancia y crecieron juntos. Una vez me dice eso, vuelve a guardar silencio y volvemos al punto de partida: no hay conversación. Bueno, que le vamos a hacer, no me voy a quedar mirándola como un tonto sin hacer o decir nada. Decido salir de la cocina y dejarla allí, para irme a la habitación. Nada más poner un pie en ella vuelvo a pensar lo mismo: es demasiado grande. No me gusta eso, llamadme raro. Un espacio tan grande y vacío lo único que me transmite es un ambiente frío. Joder, es que a pesar de la cama, el escritorio, la estantería y la mesita al lado de la cama; todavía se podría incluir otro escritorio más y una cama japonesa, ya sabéis, esa que es a ras de suelo. Aunque si soy sincero, no me gustaría otra persona en este estúpido cuarto. Prefiero seguir sintiéndome solo a estar mal acompañado. Con Misato de fondo cantando en la bañera, me dispongo a sacar mis pertenencias. No son muchas, solo he traído lo más necesario. Mis ropas, mi pc y algún que otro libro. Mis demás pertenencias, libros, consolas o videojuegos, se han quedado en Estados Unidos. Tarde o temprano mi sensei me las enviará. La ropa al armario empotrado, los pocos libros a la estantería y por último a instalar mi pc en el escritorio. Mientras lo conecto todo aparece Misato por la puerta de la habitación, recién duchada.
No soy capaz de terminar la frase cuando me volteo y veo a Misato. Aún se estaba secando el pelo con una toalla, pero lo sorprendente era la ropa que llevaba. Una camisa de tirantes amarilla, con escote, sin sujetador debajo de ella, así como unos vaqueros cortos, ajustados, enseñando mucho las piernas. Desde el punto de vista de una chica esa ropa es muy cómoda, ideal para andar por casa. Desde el punto de vista de un chico...
Que suerte, se lo ha tragado, la verdad es que me había quedado embobado con ella. Por una vez mi mente respondió de maravilla. Ahora tratando de ser más cuidadoso con mi mirada, sigo charlando con Misato. De nada importante, tonterías. Tras un par de frases Ayanami nos llama desde la cocina. ¡La comida está lista! Una vez acudimos a la llamada, tomamos asiento. En el lado izquierdo de la mesa se sienta Ayanami, yo me siento a la derecha de ella, y Misato a la izquierda, es decir, Misato y yo quedamos frente a frente. Sobraba una cuarta silla, en el lado derecho de la mesa. Con todos en sus marcas comenzamos a comer. Antes de probar bocado, Misato agarra una lata de cerveza, la abre y con mucho ímpetu le da un largo trago. Después del trago suelta un grito de gusto por la cerveza.
Es tan apasionada que tras el golpe se levanta de su asiento, y apoyando las manos en la mesa, se inclina hacia delante poniendo su rostro frente al mío, cabreada. Luego me sigue gritando: “¡Qué clase de hombre eres tú!”, pero yo la ignoro. ¿Por qué la ignoro? Bueno, al inclinarse su ligera camisa de tirantes, sumada a sus voluminosos pechos, hace que mi mirada se desvíe. Misato me sigue mirando cabreada por unos momentos y luego se retira para volver a sentarse. Creo que no se ha percatado sobre lo que estaba mirando. Creo.
Después del incidente de la cerveza pasamos a cenar con tranquilidad. En la mesa puedo conocer un poco más las personalidades de mis compañeras. Misato se comporta como una cría, se sienta mal y juega con la comida. Aunque sea una chica guapa es difícil perdonarle algo así. Ayanami por su parte está callada, supongo que por mi presencia. Caray, es demasiado tímida. En un intento de encontrar un tema de conversación, me la paso observándola, hasta que me doy cuenta de que no come nada de carne. Qué extraño. ¿Realmente debería de sentirme bien por vivir con semejantes especímenes?
Así va pasando la cena. He de reconocer que es agradable, pero eso no borra el mayor de todos los hechos: si estoy aquí con ellas es por ser piloto de Evangelion. Una vez más Misato lleva el peso de la conversación. Mayormente me pregunta cosas sobre mi pasado, para conocerme mejor. Que me parece algo estúpido, porque ha tenido que leer muchos informes sobre mí y seguro que se sabe mi pasado de memoria. Yo también pregunto algo de vez en cuando. A lo largo de la conversación Ayanami se va soltando un poco, pero no mucho, aunque es un avance. Cuando terminamos de comer, escapando de la conversación forzada, Ayanami se dispone a recoger la mesa. Cuando intento siquiera amagar con ir a ayudarla, me frena con palabras amables: “No es necesario, Xavi-kun”. Hay que ver, tanta amabilidad abruma. Como me quedo con cara de tonto sin saber qué hacer, Misato me sugiere que vaya a ducharme. La verdad es que es mejor que estar mirando sin hacer nada. Así que eso hago, voy a ducharme. Por su parte, en la cocina, permanecen las dos chicas de la casa. Tras haber recogido la mesa, Ayanami se dedica a lavar los platos. Mientras la capitana, sin dar un palo al agua, se queda sentada jugando con las latas vacías, apilando una encima de las otras. Tras unos segundos de silencio, Misato pasa a hablar.
Antes de que Ayanami pudiera contestar al comentario de Misato, se oye un grito, proveniente del cuarto de baño. Seguido de un gran alboroto a lo lejos, puede escucharse como se abre la puerta del baño. Corriendo por el pasillo aparece Xavi, que se frena en la puerta de la cocina, muy alterado y... Completamente desnudo.
Justo cuando Xavi termina de gritar aquello, un pingüino de ojos verdes, de pico amarillo y con unos toques de cabello rojo en su cabeza, aparece pasando al lado de él. Xavi se queda mirando al pingüino, al parecer eso era lo “extraño” en el baño. El animal, como si nada, pasa de largo ignorando al chico y luego entra a su “cuarto”, que es como una especie de frigorífico a forma de caja situado en la misma cocina. Misato se queda mirando impasible ante los sucesos, a pesar de la exhibición de Xavi. Ayanami, sin embargo, se voltea tras dejar un plato, sin saber que su compañero estaba desnudo.
Cuando Ayanami se voltea del todo y se da cuenta de que está desnudo, queda enmudecida. Tras unos segundos observando a su compañero, pasa a encenderse hasta ponerse muy roja y alterada aparta la vista bruscamente. El gesto brusco de Ayanami extraña a Xavi, que sigue sin percatarse de su desnudez por culpa del susto de Pen-Pen, la mascota.
En ese preciso instante, se mira a sí mismo para darse cuenta de que estaba desnudo. Con mucha brusquedad y avergonzado, en un primer acto reflejo, trata de taparse con sus propias manos. Acto seguido vuelve hacia el baño apresurado, bajo la risa de Misato. Ayanami por su lado sigue totalmente enmudecida, sin poder reaccionar de alguna forma a lo que acababa de ver. Con Xavi de nuevo en el baño, Misato deja de reírse y pasa a hablarle a la pasmada Ayanami.
¡Maldito pingüino! ¡Por su culpa acabo de hacer el ridículo delante de Misato y Ayanami! Dios, que mal ha empezado la convivencia con las dos chicas. A saber que les voy a decir después de mi “exhibición”. ¿A quién se le ocurre tener un pingüino como mascota? Mierda, maldito animal, estoy tan avergonzado que no sé qué voy a hacer. ¡Me cago en la puta! A partir de hoy tengo un nuevo animal menos favorito, ¡los putos pingüinos! Mientras que me muero de vergüenza, me ducho, y una vez he terminado salgo del baño ya vestido con unas ropas más cómodas: un pantalón corto y una camisa también corta. Hace calor, y eso que estamos en marzo. No olviden que es por culpa del cambio climático que tuvo origen en el Segundo Impacto. Siempre es verano, da igual la época del año. Ahora más relajado gracias a la ducha, me voy a la habitación. Realmente no tengo nada que hacer allí, pero no me atrevo a ir con Misato después de mi espectáculo. Al mismo tiempo que busco un libro para leer en mi estante, veo pasar Ayanami por el pasillo. Supongo que va a ducharse. Ahora que lo pienso, con lo tímida que es, al añadir el hecho de mi numerito en bolas se me va hacer imposible tener una buena relación con ella. Seguro que piensa que soy un pervertido. Maldita sea. Para no pensar más en ello, tomo uno de mis libros y comienzo a leer. Así me distraigo un poco y me relajo. Tras un rato leyendo, cuando estoy concentrado en la lectura, la voz de Ayanami desde la puerta de mi habitación me saca de ella.
Siguiendo la petición de Ayanami voy a donde esta Misato, es decir, el cuarto de estar, que está a la derecha de la cocina. Ayanami llega antes que yo, como es lógico, yo gasté tiempo en dejar mi libro. Una vez allí, nada más entrar, veo como Misato está sentada en la mesa del salón, una mesa de baja medida, por lo que te tienes que sentar en cojines. Misato está acariciando a mi “amigo”, el pingüino Pen-Pen. Mientras me siento en uno de los cojines, Misato comienza lanzando una broma.
Maldita mujer, estoy empezando a arrepentirme de vivir con ella. En eso me explica que Pen-Pen es su mascota, un nuevo tipo de pingüino, de aguas termales. Sí, a mí también me parece lo más raro del mundo. Finalmente, junto con Ayanami, Misato saca una hoja en la que hay dibujada una tabla con los días de la semana y las labores de la casa. Por cada cuadrado de la tabla hay un hueco. Misato explica que esa tabla es para organizar las tareas de la casa. Así empezamos a debatir entre los tres habitantes de la casa quien se hará cargo de las tareas a lo largo de la semana. Hay todo tipo de tareas, desde cocinar hasta sacar la basura o hacer la colada. Tras más de una hora discutiendo, la tabla queda confeccionada. La clara beneficiada: Misato. Que cara tiene. Los claros perjudicados: Ayanami y yo. Bueno, tal vez Ayanami tenga más tareas que yo. Con todo organizado y sin nada más que me ocupe allí, decido volver a la habitación. No tengo muchas ganas de estar allí, me siento incómodo después de lo sucedido. Sin embargo, antes de salir de la sala de estar:
Sin importarme mucho el mal ambiente que había dejado a mis compañeras, hago lo anunciado, vuelvo a la dichosa habitación. Ya es algo tarde, las 01:00 AM, por lo que decido tumbarme en mi cama hasta conciliar el sueño. Como siempre hago antes de dormir, utilizo mi móvil y unos auriculares para escuchar algo de música. Me relaja y me ayuda a pensar. Por suerte no es una noche muy calurosa, pero aun así decido dormir con la ventana un poco abierta y la puerta de la habitación de par en par. Por eso mismo, al rato, puedo ver como Ayanami cruza el pasillo dirección a su habitación. Una vez escucho varias canciones y llevo un rato tumbado, da la casualidad de que se reproduce “Lonely day” de System of a down. Ja, he de reconocer que esta canción viene ahora que ni pintada. Aquí, en mi soledad. Supongo que es lo que me merezco, al fin y al cabo cuando intentan acercárseme soy un grosero. Como antes con mis compañeras, me he pasado. Ellas solo querían ser agradables conmigo. Y yo, como un idiota, voy y les suelto esa bordería. Deben de pensar que soy un puto emo, que no vale la pena hablar conmigo. Seguro que piensan que soy una molestia. [...] ¡A la mierda! ¿Qué me importa lo que piensen los demás de mí? ¡Cada uno tiene una forma de ser! [...] Aunque claro... Siempre me estoy preguntando que quien soy yo... Maldita sea, odio esto. Siempre que llega la noche no puedo hacer otra cosa que preguntarme tonterías y mirar el techo como un puto loco. Odio que mi mente se invada de estas preguntas, me hacen sentir incómodo, prepotente. No puedo encontrar respuesta a ellas y me siento miserable. Lo único que puedo confirmar es que tengo un fin en la vida que yo no elegí y que solo me traerá sufrimiento. Es agobiante vivir con ello. Dudo que Misato o Ayanami puedan comprenderlo. [...] Será mejor que me relaje, tengo que observar “eso”. En mitad de la oscuridad de la noche, me levanto de mi cama en busca de “eso”. Mis ojos están acostumbrados a la oscuridad, por lo que puedo moverme por el cuarto sin problemas. De ese modo me acerco a mi bolsa, de donde había sacado todas mis pertenencias excepto una. De uno de los bolsillos saco una foto enmarcada. En ella se me podía ver a mí mismo con unos cinco años, acompañado por mi padre, mi madre y mi hermana mayor. Era una foto de mi familia, tomada poco antes del Segundo Impacto. Era el único recuerdo que guardaba de mi vida anterior a aquel incidente, y aunque la foto era algo vieja y estaba un tanto quemada en los bordes, es mi más preciado tesoro. Con ella en mi mano, vuelvo a la cama, donde esta vez me siento. Todavía a oscuras, me quedo contemplando la imagen. De alguna forma el tener esa foto delante de mí me tranquilizaba, me traía recuerdos de una mejor época donde solo era un simple niño que vivía feliz. De hecho en la foto se me ve muy sonriente, es lo que más destaca, más que nada porque no es una sonrisa cualquiera, es una de verdadera felicidad. Desde hace años me pregunto cómo se debe sentir sonreír así, desde el fondo de tu corazón.
De inmediato salgo de mis pensamientos al escuchar esa voz. Por instinto mi mirada se dirige a dónde provenía: la puerta del cuarto. Era Misato. Aún con las luces apagadas, incluso las del pasillo, mi capitana se había plantado en la puerta con la intención de hablar conmigo. Puesto que ya tenía mi atención captada, prosigue preguntándome: “¿Tienes un momento?” Ante tal cuestión, aunque dudo inicialmente, respondo de forma positiva. La verdad es que me intrigaba saber que pretendía. Como consecuencia procede a entrar en la habitación para terminar sentándose a mi lado en la cama. Una vez junto a mí, rápidamente su mirada se clava en mi foto. Aunque en un principio estoy a punto de retirarla para que no la vea, finalmente dejo que la observe.
Al ver que me había incomodado aún más, me pide disculpas alegando que no era su intención. Yo le digo que no pasa nada. Aunque un poco molesto si estoy, parece que solo hubiese venido para olfatear un poco. Después de esto, el silencio invade el ambiente. Misato pasa a mirar el suelo, bajando la cabeza, como si estuviese pensando en lo que iba a decirme. Yo por mi parte me mantengo mirándola, esperando. Al paso de unos segundos más, ella levanta la cabeza y ahora dirige su mirada al techo. Con un suspiro rompe el silencio.
Con esa pregunta la tensión en el aire se intensifica. Maldita sea, vaya giro de la conversación. Ha conseguido descolocarme con eso, para nada me lo esperaba. ¿Qué si me gustaría volver a esa época...? Es una cuestión en la he pensado muchas veces, es obvio. La respuesta lógica sería sí. Pero algo dentro de mí me impedía responder con un “sí”. Algo proveniente desde lo más fondo de mi corazón, donde sabía mejor que nadie que ese tiempo nunca volvería. Por ello, bajando la mirada y tornando mi rostro en seriedad, respondo:
El comentario de Misato me sorprende aún más. ¿A qué ha venido eso? ¿Tanto se me nota que no estoy contento con mi vida actual? ¿Tanto se me nota que no le encuentro ningún sentido al día a día? ¡Lo dudo! A pesar de que siento y pienso tales cosas, nunca he sido de exteriorizarlo. Creo recordar que hasta esta misma noche me he comportado como “un chico normal”. ¡Incluso me subí al estúpido Evangelion! ¿Acaso cree que por un par de muestras pesimistas en mi comportamiento ya sabe lo que me pasa? No me jodas Misato.
Con ese grito termina mi discurso y el silencio vuelve a apoderarse del ambiente. Lo único que se oye es mi respiración acelerada, debido al enojo. Cabreado, solo miro al suelo de la habitación, tratando de relajarme. Por su lado Misato se queda mirándome, boquiabierta. Esperando algún tipo de reacción negativa, cuando me he relajado, paso a mirarla. Pensaba que se iba a cabrear, que iba a gritarme por engreído o incluso que iba a darme una bofetada por falta de respeto a una superior. Pero nada de eso llegó a pasar. Cuando levanto la cabeza para pasar a mirarla, sus manos me sorprenden tomándome de la cara. Luego pasa a conducir mi cabeza a su hombro, para acabar abrazándome.
En cuanto quedé apoyado en Misato, mi enojo y mi respiración acelerada desaparecieron. Todo lo contrario, mi aliento se entrecortó y mi corazón se encogió. La calidez de su abrazo, el olor de su pelo y sus palabras. Sin saber por qué, como si no pudiera controlar mi cuerpo, siento ganas de llorar. Quería romper a llorar. Pero por orgullo no podía permitírmelo. Por ello paso a apretar los dientes para luego acabar susurrando: “No me entendéis. Nadie me entiende.” Después de aquello, Misato me abraza con más fuerza, por lo que no puedo aguantarlo más y rompo a llorar. Así permanecimos durante un rato. Misato me abrazaba mientras yo lloraba en silencio, soltando lágrimas de pura impotencia. Seguía teniendo mi orgullo, no iba a llorar con un escandaloso llanto ni nada por el estilo. Tras un rato en el que permanecemos así, el silencio se ve perturbado una vez más:
En aquel momento un escalofrío me recorrió todo el cuerpo y se me formó un nudo en la garganta. Ahora que había escuchado parte del pasado de Misato mi pulso se había congelado y estaba conmocionado. ¿Cómo puede ella verse tan alegre con ese pasado? ¿Cómo puede tratar de animar o preocuparse por alguien como yo? Mientras todas estas dudas me asaltan, Misato prosigue hablando sobre su pasado. Al oírla hablar, puedo sentir como trata de guardar las lágrimas.
En aquel momento, en aquel lugar, escuché y sentí aquello que tanto necesitaba: realmente... Yo no estaba solo. To be continued... |
#04 You are (not) alone
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(No) estás solo
“Buenos días Xavi-san, ¡es hora de levantarse!” Abrir los ojos, golpear el despertador para que se calle y suspirar. Maldita sea, por una vez que puedo conciliar un buen sueño. Día 9 de marzo del 2015, son las 7:00 AM. El Sol cegador ya asoma por la ventana y me obliga a cerrar los ojos. Con pesadez me levanto, quejándome entre murmullos y rascándome la cabeza. Tras estirarme me miro al espejo en la habitación: “Vaya pelos”, pienso. Los gestos risueños y los bostezos no me impiden oír como Misato también se acaba de levantar, o como Ayanami ha empezado ya a preparar el desayuno. Joder con Ayanami, ¿en serio tiene mi edad? Parece más bien una madre preocupada porque sus hijos desayunen bien antes de ir al colegio. Ya es lunes, por lo que me toca comenzar a asistir a los cuarteles de NERV como un empleado más. Que molesto. No han tenido suficiente con tenerme casi catorce años entrenando día sí, día también. No. Ahora tengo que entrenar más, para que esos malditos bichos del espacio no me maten con facilidad. Joder, cuanto más lo pienso menos ganas para ir al Geo-Front. Si no fuese porque Misato me convenció... Que sepáis que solo lo hago por ella. Y bueno... En un principio pensaba que mi convivencia aquí iba a ser una molestia, pero parece que estoy equivocado. Puede que me pase lo mismo en los cuarteles. [...] Soy demasiado fácil de convencer... Después de pasar por el lavabo y asearme un poco, vuelvo a la habitación para vestirme. Al salir del baño entra Misato, moviéndose por medio de gestos somnolientos y en sus ojos pueden verse unas marcadas ojeras. El verla así, en “modo zombie”, me saca una pequeña risa. No sé cómo esta mujer puede tener tantos desvaríos en su forma de ser. Lo mismo muestra un perfecto equilibrio entre jefa y amiga, que lo mismo se comporta como una niña malcriada y toca pelotas. Supongo que eso también es parte “de su encanto”. Ya en “mi” habitación, que no me gusta llamarla así, pero Misato me obliga; me dispongo a cambiarme. Justo cuando termino de vestirme y estoy listo, a través de la puerta aparece Misato. Me pregunto que habrá hecho en el baño, ahora se la ve mucho más espabilada.
“A sus órdenes”, digo ironizando al hacer un saludo militar, aunque ella no me vio. Antes de ponerme el uniforme lo examino con más detalle. Se trata de una camisa negra, con el símbolo de NERV en el pecho; unos pantalones largos, con varias manchas que varían las tonalidades de azul oscuro que acaban componiendo un mosaico; por último una chaqueta de cremallera y cuello alto abierto, de color azul oscuro a juego con los pantalones. En el hombro de la chaqueta había un símbolo que al parecer era el símbolo de los pilotos: una silueta de un ave con sus alas abiertas y en color blanco. ¿Una especie de águila? ¿Acaso soy un piloto de carreras? Sea como sea, me siento militarizado con este uniforme. Y eso que todavía no me he puesto las botas... Preparado voy para a la cocina, donde ya han comenzado a desayunar mis compañeras. Me uno a ellas tomando mi sitio de la mesa: al lado derecho de Ayanami y enfrente de Misato. Nada más sentarme le doy las gracias a Ayanami por molestarse en prepararme el desayuno, a lo que ella me responde con una sonrisa. Mientras disfruto de sus dotes cocineras, la observo un poco. Iba vestida con mi mismo uniforme, aunque el suyo estaba más configurado para una mujer. Su camisa era de tirantes y sus pantalones más ajustados. La verdad es que le queda de fábula. Sin embargo, lo que más sigue destacando son sus ojos rojos... Desayunamos sin hablar mucho y con el sonido de la radio de fondo. No es que no tuviéramos ganas de hablar, simplemente estábamos pensando en nuestras cosas e incluso andábamos algo dormidos todavía. Una vez hemos terminado ayudo a Ayanami a recoger, mientras que Misato se escabulle con una excusa barata. Tras unos minutos más, sobre las 8:00 AM, salimos del apartamento rumbo a los cuarteles de NERV, situados en el Geo-Front bajo la ciudad de Tokyo-3. Por el camino pregunto sobre que me espera allá abajo, pero ninguna de mis compañeras me da algún tipo de detalle. Como mucho sueltan un “ya lo verás”. Finalmente llegamos al acceso principal al Geo-Front desde la superficie de Tokyo-3. Misato deja su deportivo en unos grandes aparcamientos, en su propia plaza, y luego accedemos a un edificio que era considerado como las oficinas de NERV en la superficie. Es un gran edificio, con el símbolo de NERV en su fachada, con varias oficinas destinadas a la atención de los ciudadanos u otro tipo de aspectos que difieren del objetivo verdadero de NERV. Una vez dentro, lo primero que veías en el horizonte eran unas grandes puertas de metal, diseñadas con alta seguridad. Esas puertas eran el acceso al Geo-Front. Para abrirlas debías de usar una tarjeta que te identificara como empleado de NERV. Esta debía de pasarse por una máquina con un dispositivo de lectura, que estaba junto a cada puerta. Misato y Ayanami pasan sus respectivas tarjetas y las puertas se abren. Yo no tenía tarjeta, pero pude pasar gracias a que acompañaba a Misato. Nada más entrar pasas a unas largas escaleras mecánicas, que a su vez te llevan a un ascensor. Hacer todo ese recorrido, escaleras más ascensor, lleva entre unos diez y quince minutos aproximadamente. Al fin del trayecto llegamos a los cuarteles de NERV. Con la ayuda de un mapa empezamos a movernos por aquel lugar. Sí, necesitamos un mapa, este sitio es demasiado gigantesco. Les recordaré algunos detalles del cuartel: una red de salas y pasillos, casi laberíntica, de aspecto muy futurista, con paredes, suelos y techos metálicos, alumbrados por luces fluorescentes. Al llegar a un punto determinado Ayanami se separa de nosotros. Por lo visto su rutina no tiene nada que ver con la mía. Ciertamente, en cuanto se va me siento más relajado. Ella no habla nunca, es un poco incómodo. Los dos restantes seguimos caminando un poco más hasta llegar a un ascensor. Lo tomamos y nos lleva a la última planta de los cuarteles, donde solo hay una sala: la oficina del comandante. En la misma puerta Misato se despide de mí y me dice que me verá más tarde. Tras que se marche, entro en la oficina del comandante, el cual al parecer me estaba esperando. Aquella sala de por sí era enorme. Se ve que en NERV les gustan los lugares espaciosos. Tenía forma ovalada, con unos grandes ventanales a lo largo de ella por el que entraba bastante luz. Además los ventanales daban una gran vista del paisaje del Geo-Front, el cual emula la superficie. Tanto el techo como el suelo eran de una tonalidad oscura, pero de una superficie pulida. En ambos se podía ver ilustrado el “árbol de la vida” o “Sefirot”. En el otro extremo de la sala había un escritorio, donde me esperaban.
Y así lo hice, crucé la gran oficina y llegué hasta el escritorio. Allí estaba sentado la figura del comandante Gendo Ikari, en su clásica pose de tener la cara apoyada en las manos cruzadas. Junto a él estaba quien me había hablado, el segundo poder en la organización, aquel hombre de avanzada edad que también estaba presente durante mi batalla con el séptimo Ángel. Una vez me posiciono frente a ellos, el comandante se levanta y se acerca a mí. También se acerca el profesor Fuyutsuki. Ikari pone su mano en mi hombro y:
¿No tenían elección? Y ahora me dirán que ese es mi destino, ¿me equivoco? Todo se resume a lo mismo: no soy más que un arma contra los Ángeles. Me lo acaban de confirmar, por mucho que digan que lo lamentan. Lo único que intentan es buscar un tipo de justificación. [...] No me puedo creer que ellos sean igual que mi sensei. Solo se dedican a darme órdenes, sentados en sus asientos, mientras que yo me mato con esos bichos. Esperaba más del comandante de NERV que tanto lucha por defender a la humanidad. De alguna manera, el comandante se fija en como mi mirada se torna hacia el piso, decepcionado. No obstante, él no es quien lo menciona.
Ya, ya, un discurso muy bonito y convincente. Pero no cambia realmente nada. ¿Qué riesgo corren ellos? Yo soy el que está luchando directamente, por su parte solo miran. ¿Pueden ser destruidos por el Ángel? Lo dudo mucho. De seguro que si yo fuese vencido saldrían huyendo a otro de sus cuarteles generales. Es típico que altos cargos como ellos tengan un plan de evacuación. Lo siento pero no me convencen con sus habladurías. Se nota que nunca han subido a un Evangelion y han tenido que enfrentar a la muerte de cara.
¿Qué mi opinión cambiará? Eso va a ser imposible. Incluso estoy empezando a dudar de nuevo de Misato. Todos son iguales. En un intento de desviar el tema, vuelven a felicitarme por mi victoria ante el séptimo Ángel. Después tratamos algunos detalles de mi contrato. Al fin y al cabo soy un empleado de NERV. No sé cómo serán los contratos de otros pilotos, pero yo no exigía mucho. Un sueldo normal, un poco por encima de la media. ¿Por qué iba a querer ganar pasta a espuertas? Realmente no tengo muchos gastos. Es más, ni siquiera tengo un futuro más allá de luchar con los Ángeles. [...] Incluso es muy probable que muera. Con todo aclarado, el comandante me da varios objetos que iba a necesitar en el día a día en NERV. Primero una tarjeta de identificación, que por supuesto también me serviría para acceder al Geo-Front y moverme por él. Un móvil, que aunque era de la organización, podía usarlo como el mío personal. Eso me vino bien, yo no tenía móvil. Sí, para mi edad apenas tenía pertenencias. No las necesito, no soy una persona normal. Tengo una vida sellada, sin un fin concreto, ¿para qué necesito mierdas así con una vida como esta? Por último me dio un mapa del Geo-Front. Lo iba a necesitar, pues si alguien como Misato que lleva mucho tiempo se pierde, está claro que también iba a perderme. Aunque si lo pienso bien, Misato es muy despistada... Con todo en orden, solo me queda conocer el lugar en el que voy a “trabajar”. Seguro que terminan de decepcionarme. Para mi sorpresa, como guía se ofrece el propio comandante. El mismo Gendo Ikari quería hacer esa estupidez de pasearse por los cuarteles. Para ser el máximo responsable parece tener mucho tiempo libre. Supongo que quiere darme la mejor impresión posible. Antes de salir deja al cargo al profesor Fuyutsuki. Una vez dejamos la oficia comenzamos con el “paseo”. En un principio andamos por el cuartel, sin rumbo claro, entre sus pasillos. Ikari aprovecha para explicarme sobre la organización. NERV proviene del alemán, y significa “nervio”. Según me explica, NERV es el nervio de la humanidad y la encargada de protegerla. A ella y a lo que le da equilibrio: las tres esferas. Está regulada por la ONU, la cual le da presupuesto y a la vez que vigila sus actos. Esto es una medida de prevención, pero en realidad el presidente de la ONU tiene una ciega confianza en el comandante. En otras palabras, NERV es la esperanza de la humanidad y su protectora, por ello en su símbolo se puede apreciar una hoja de higuera. La hoja de higuera son con lo que en la Biblia, Adán y Eva, tapaban sus miembros sexuales. Adán y Eva simbolizan el comienzo de la humanidad, y la hoja presente en el símbolo de NERV representa que la humanidad prevalecerá. Bonita explicación. En teoría todo es muy agradable y funciona. Pero... ¿En qué parte de la explicación se dejó aquello de que debo entregar mi vida para que pueda alardear de ese rollo tan bonito? Oh, sí, ni una sola mención de ello. Ya veo lo importantes que somos los pilotos. El primer lugar que visitamos es la sala donde guardan a los Evangelion. Es una gigantesca sala en la que hay tres “jaulas”, así es como las llaman ellos. Cada una corresponde a un EVA. Son como cajones donde descansan las unidades. En este momento solo está el Evangelion 01 en su respectiva jaula. Supongo que la Unidad 00 estaba siendo reparada, mientras que la Unidad 02... Creo que escuché sobre que aún debía de llegar desde Europa. El comandante me explica cómo cada jaula tiene un complejo sistema de sujeción para los Evangelion. Después caminamos un poco y llegamos a lo que llaman “centro de ensayo o simulación”. Hay varias partes dentro de esta zona, pero todas se componen básicamente de una primera habitación de gran tamaño, donde maniobrar con los EVA o sus complementos; y una segunda habitación para controlar la simulación, equipada con alta tecnología. En mi visita pude ver como Ayanami hacía un test de sincronización. ¿Qué carajo es un test de sincronización? Les explico: en la primera habitación se colocan uno o varios Entry plug, la cápsula por la que se inserta al piloto en el EVA. Dentro de ese Entry plug está Ayanami. Ahora, en la segunda habitación, gracias a los potentes ordenadores se simulaba una conexión a la Unidad 00. El objetivo de la prueba es garantizar que el piloto y el EVA se complementan bien, así como hacer un seguimiento a la forma del piloto. Sí, sí. Todo muy impresionante, pero no veo nada que me haga cambiar de parecer. Luego pasamos a la sala de mantenimiento de los Evangelion. Otra gigantesca sala donde tenían al Evangelion 00 tumbado y muy bien sujeto, con numerosos operarios trabajando en la reparación de dicha unidad. Era la primera vez que veo a la Unidad 00. Era bastante diferente a la mía, sobretodo en la cara con un único ojo y el color que era mayormente amarillo con partes blancas o grises. Mientras el comandante Ikari y yo observamos de cerca a la unidad tumbada, se nos acerca una voz femenina.
Los dos nos volteamos para ver a Yui Ikari, la jefa del departamento de investigación y desarrollo, así como la esposa del comandante. Es lógico encontrarla aquí, se puede decir que este es “su terreno”. Es una mujer de estatura mediana, pelo castaño, ojos oscuros y una sonrisa por característica. Viste con una bata blanca de la que debajo lleva una camisa rosa y una falda azul marino, sin medias. En sus manos llevaba una carpeta.
Antes de seguir con la conversación, una nueva cara se suma a la escena. Un chico se acerca sin ser consciente de que Yui estaba hablando conmigo. Es un chaval de estatura media, pelo castaño y corto, ojos oscuros, viste con una camisa de botones blanca, pantalones negros largos y lleva una bata blanca al igual que Yui. En su mano también lleva una carpeta.
Para cuando aquel chico levanta la vista y su mirada choca con la mía, ambos quedamos sorprendidos. ¡No me lo puedo creer! ¡Es Shinji! ¡Shinji Ikari! Es lo más parecido que tuve a un amigo en mis años de entrenamiento. Hay que joderse, nunca pensé que lo vería por aquí. Después de analizarnos el uno al otro con la mirada, Shinji pregunta dudando: “¿Xavi?”. A lo que yo respondo: “¿Shinji?”, en el mismo tono de duda. Al reconocernos, los dos sonreímos de inmediato y nos saludamos con un fuerte apretón de manos. Dios, que nostalgia, hacia cinco años que no le veía. Nuestra euforia en el saludo es interrumpido por su madre.
Así Shinji se aleja. Ha sido corto, pero me alegro de volver a verle. Bueno, supuestamente voy a trabajar aquí, seguro que surge la oportunidad para charlar un rato con él. Dejando de lado los reencuentros, el comandante intenta retomar el tour. No obstante, antes de que pueda decir algo, recibe una llamada del profesor Fuyutsuki. Tras unos segundos, me informa de que no puede seguir mostrándome el cuartel, pues ha surgido un imprevisto. Vaya, al final resulta que si es un hombre ocupado. No tendría que haberme acompañado. ¿Tanto desea darme una buena impresión sobre el cuartel?
Una vez nos deja para atender quien sabe que asuntos, la guía de la visita pasa a ser su esposa. A la madre de Shinji ya la conocía de alguna visita que me hizo durante mi entrenamiento. Cuando vivía en América, cada cinco o seis meses recibía la visita de Gendo Ikari, el cual siempre iba acompañado dependiendo de la ocasión, de su esposa, hijo o el profesor Fuyutsuki. Volviendo al presente, Yui me muestra un poco como es el trabajo de reparación de un Evangelion. Me gustaría explicar algún concepto de los que me hablaba, pero siendo honesto, no entendía nada de nada. Una vez dejamos la zona de mantenimiento, pasamos a dar unas cuantas vueltas por el cuartel. Visitamos el “centro de recreo”, donde los empleados pueden descansar y almorzar. También pasamos por la zona de asistencia médica, digna de un hospital. La siguiente parada es la sala de mando, a la que llaman Dogma Central. Es de las salas más grandes, de forma rectangular. Cuenta con una gran pantalla en la pared desde la que se siguen las operaciones en el exterior, como por ejemplo mi lucha contra el Ángel. En la sala están los tres potentes ordenadores conocidos como MAGI. Un nivel por encima se encuentra la cadena de mando. Allí es donde se posiciona Misato durante las operaciones, así como otros empleados encargados de asesorar a los pilotos. Por último, detrás de la cadena de mando, más elevado para tener una buena vista de todo, hay una mesa en la que se coloca el comandante. Yo estaba en la segunda de las tres partes de las que os he hablado. Justo al borde ella, encarando el gigantesco monitor, había tres paneles conectados a unos ordenadores que a su vez tenían acceso a toda la red de información del cuartel general. Desde estos paneles se puede estar absolutamente al tanto de todo, e incluso se pueden mandar órdenes directas. Por algo estamos en la sala de mando. Los paneles eran controlados por tres empleados, la chica y los dos chicos que trabajaban durante mi batalla contra el Ángel. Por supuesto, estos tres empleados dependen de las órdenes de Misato o la doctora Akagi. Curiosamente, estos tres y Akagi estaban allí, coincidiendo con mi visita. En cuanto me ven llegar me saludan, podían permitírselo, no están muy ocupados que digamos. Yui me va presentando uno a uno:
La doctora Akagi, aquella mujer rubia con la que nos encontramos Misato y yo en el día que llegué aquí. Luego me presenta a los tres encargados de los ordenadores. Primero a la chica: Maya Ibuki, 24 años. Una chica de estatura baja, pelo corto y castaño, ojos oscuros, piel blanca y siempre con una sonrisa. Maya parece tener un vínculo especial hacia la doctora Akagi, parece que es su alumna o algo así. Se le ve muy simpática aunque algo insegura. En segundo lugar Makoto Hyuga, de 25 años. Tiene el pelo corto y de color castaño, el flequillo se lo peina hacia arriba. Piel blanca, ojos oscuros y lleva gafas. De los tres parece el más cerebrito. Por último Shigeru Aoba, de 26 años. Tiene cara de pocos amigos y me pareció el más serio. Pelo largo y de color castaño, ojos también oscuros, mientras que su piel es algo más morena que la de Maya y Makoto. En cuanto a su vestimenta, los tres tenían el mismo uniforme: una chaqueta de color beis, de cremallera y cuello normal, con unas franjas naranjas en los hombros. Debajo de la chaqueta una camisa blanca. Los pantalones también tenían una tonalidad beis, aunque solo en los chicos; la chica llevaba unos blancos, elásticos y algo ajustados. Su calzado era un zapato marrón, aunque Maya parecía llevar botines. Todos ellos me felicitan por mi trabajo contra el Ángel. Ya me cansa tanta felicitación, se hace pesado. Yo realmente no hice nada para merecer esas palabras. También me ofrecen todo su apoyo cuando tenga que volver a combatir. Hay que reconocer que esta parte de la visita está siendo agradable. Pero eso no quita que ellos siguen sin exponerse al peligro, y que todo lo que dicen es por quedar bien. Es entonces cuando la doctora Akagi toma la palabra. Ella empieza a explicarme un poco como funciona todo, y yo me sigo sin enterar. Supongo que es normal, ellos son unos genios. Sin embargo hubo una explicación de la doctora Akagi que vale la pena destacar. Se trata sobre MAGI, tres ordenadores tan importantes para NERV como lo son los Evangelion. La doctora Ritsuko Akagi es su encargada y fueron creados por su madre, la doctora Naoko Akagi. Según me explica, MAGI consiste en tres supercomputadoras interconectadas bautizadas con los nombres de los magos que visitaron a Jesús en su nacimiento: Melchor, Gaspar y Baltasar. Estos ordenadores son similares a los humanos tanto en el sentido que reproduce los dilemas inherentes al ser humano como en el de que utiliza un sistema operativo de personalidad trasplantada, es decir, cuenta con un patrón de razonamiento lógico de los humanos. Las supercomputadoras MAGI son usadas para operar la base de NERV y gobernar sobre Tokyo-3. Los tres subsistemas votan entre ellos mismos para determinar las acciones a tomar en la ciudad, la cual requiere en algunos casos la unanimidad. Si dos de estos sistemas están de acuerdo y uno no, el personal de NERV decidirá qué hacer. Resumiendo, MAGI es un gobernador artificial, tres ordenadores con voluntad y personalidad propia, capaz de gobernar sobre Tokyo-3. El presidente de la ciudad, así como el sistema electoral son pura fachada, todas las acciones recaen sobre Melchor, Gaspar y Baltasar. Sencillamente alucinante. No puedo creer que algo así exista en el mundo de hoy. En serio, no tengo palabras para describir lo asombrado que estoy. El MAGI en la sede de Japón es el original, pero también existen copias en las otras sedes del mundo, tanto en Estados Unidos como en Alemania. Voy a acabar mareado con tanta nueva información en mi cabeza... Después de la explicación charlamos un poco más. Nada serio, puras tonterías. Con el paso de unos pocos minutos, Yui y yo dejamos el Dogma Central. Yui me dice que el “tour” está a punto de terminar, pues solo queda visitar un último lugar. Con la curiosidad de saber cuál es ese último sitio, la sigo. Avanzamos hasta llegar a una zona reservada a personal autorizado. Esto cada vez se pone más interesante. Según me explica, ni siquiera los pilotos podemos entrar en esta zona con nuestras tarjetas. Llegamos a un ascensor, junto al que estaba esperando el comandante Ikari, que se nos vuelve a unir al paseo. Vaya, sí que fue rápido para arreglar el imprevisto. El matrimonio Ikari y yo entramos al ascensor, el cual comienza a descender. Según me explican, estamos llegando a una sección del cuartel incluso más importante que el Dogma Central: el Dogma Terminal. Se trata del lugar más profundo del Geo-Front, donde se guarda uno de los preciados tesoros de la humanidad: la Luna Blanca. Por eso tanta seguridad. A medida que descendemos la tensión va en aumento. No sé porque pero comienzo a ponerme nervioso. Iba a contemplar con mis ojos uno de los tesoros de la humanidad actual... Después de unos minutos tensos de bajada, llegamos al Dogma Terminal. Su aspecto es muy frío, todo lleno de complejos sistemas de cableado, apenas sin luz, estando todo iluminado por unas pobres luces rojas. Supongo que es normal el panorama, no es una zona que se suela transitar. En cuanto al hecho de tanto sistema de cableado, se debe a que de ahí sale parte de la energía mundial. Tras andar un poco llegamos a una gran puerta. El comandante Ikari pasa una tarjeta, y luego se quita sus lentes para poner los ojos sobre el lector. El sistema lo reconoce como Gendo Ikari y la puerta se abre. Al travesar esa última barrera pisamos una sala de forma circular. En el centro de ella, sobre un pilar rodeado de cristal reforzado, está la famosa Luna Blanca. El sistema de cableado inicia desde el pilar donde está situada la esfera. La belleza de la esfera me cautiva y deja sin palabras. Aquel artefacto por el que la humanidad llegó a la mayor catástrofe de su historia estaba ante mis ojos. Era como una reluciente perla, totalmente blanca, rodeada de un flujo extraño. Su sola luz blanca bastaba para iluminar la habitación. A juzgar por su tamaño diría que no es mayor a la palma de mi mano.
Aquellas palabras chocaron contra toda la concepción que había formado sobre NERV y sus empleaos. Pero a pesar del choque, no se produjo ningún ruido en mi interior. Simplemente permanecí en silencio, tanto fuera como dentro de mí, quieto, sin pestañear siquiera. El silencio en mi interior desaparece y rápidamente la incredibilidad me atrapa. ¿Lo están diciendo en serio? ¿Si yo no soy capaz de vencer a un Ángel ellos se autodestruirán? [...] ¿Me estáis vacilando? ¡No puede ser! ¡Es de locos! [...] Si viven su día a día unidos a ese destino... ¿¡Co-Cómo pueden verse tan serenos y alegres!? ¿Son idiotas o qué? ¡Es muy probable llegar a un escenario en el que todos mueran! ¡Y para más inri, le confían a un incompetente como yo sus vidas! ¡No me jodan!
Como reacción dibujo una leve sonrisa, pero no de alegría ni mucho menos, era una sonrisa trazada por la incredulidad. No me puedo creer que me den tanta importancia acá. Yo no soy nada, solo soy un arma. No soy un héroe... Todavía estoy alterado, así que me separo de Yui y camino un poco, pasando mi mano por mi cabeza, llevando mi cabello hacia atrás. Doy varias vueltas, intentando tranquilizarme. ¡Pero no puedo! ¡Mi cabeza va a explotar! Me acaban de dar una carga muy importante. Hasta ahora he sido una persona que pensaba que si moría no habría problema, que el mundo seguiría igual. Pensaba que mi existencia se resumía a morir luchando contra mis pesadillas. Primero Misato y ahora ellos... Se empeñan en marcarme que mi existencia es mucho más que eso. Que tengo un futuro. Me están dando importancia y motivos para no morir. Están reconociendo mi existencia. Sé que eso debería de hacerme sentir bien. Es lo que he deseado de siempre. ¡Pero no! Me siento presionado. Siento una presión en mi pecho que no es normal. Tengo miedo. ¿Un idiota como yo con tanta trascendencia? ¿Y si fallo? ¿Y si por mi culpa mueren todos? ¿De qué me sirve todo esto si volveré a estar solo? Yo... Yo...
De repente siento como las manos del comandante se sitúan sobre mis hombros, agarrándome con fuerza, para luego pasar a mirarme fijamente, lo más serio que puede. Aquel gesto me saca de mi desvarío mental, obligándome a centrar la atención sobre él. “¡Xavi! ¡Cálmate!”, me vuelve a gritar. Y aunque cueste creerlo, consiguió que me calmara un poco. Sin soltarme, en la misma pose, guarda silencio durante unos segundos. Yui contemplaba la escena muy de cerca, preocupada por mi reacción.
Cuanto termina de hablar pasa a soltarme, en un movimiento suave. Como consecuencia, mi respiración se relaja poco a poco. Mis nervios se calman y la ansiedad que estaba sintiendo deja de angustiarme. Así, con un largo suspiro, evito el ataque de ansiedad que me estaba por venir. Justo en ese instante, Yui coloca una mano derecha sobre mi hombro, desde detrás de mí. “¿Ya estás mejor?”, me pregunta. “Sí, gracias”, respondo. A pesar de ello, mi mente seguía un poco colapsada, por lo que mis movimientos eran algo lentos. Una vez me ve mejor, quita la mano de mi hombro.
¿Con qué era eso, eh? Después de todo, el único que estaba siendo un arrogante y creía comprender los pensamientos de los demás... Era yo. Saben, por una vez en mi vida, después de escuchar esas palabras, tuve algo de claridad. De algún modo me sentí aliviado, por poder empezar a entenderlo todo. Por comenzar a entender que incluso alguien como yo tendría un futuro. Parece que ni soy un arma, ni soy un recurso militar, ni nada por el estilo. Al final, la respuesta era la más obvia... Yo soy yo. Es entonces cuando Yui se coloca frente a mí. Desde ahí levanta su brazo a la altura de su propio pecho, destacando su mano con su dedo meñique levantado. Con una sonrisa de oreja a oreja y ofreciéndome el dedo meñique me dice:
¿Ahora sale con esa chiquillada? Suspiro. Ay que ver, la gente de aquí cada vez me sorprende más. Verán, en Japón cuando los niños hacen una promesa normalmente estrechan sus meñiques a la par que entonan: “yubikiri genman, uso tsuitara hari sen bon nomasu”. Viene a significar algo así como: “El juramento del dedo, si lo rompes, mil agujas te pincharán”. Como les digo, es una costumbre de críos, pero de alguna forma, me pareció agradable que Yui me lo propusiera de esa manera. Diría que la intención de esa sonrisa ligada a una promesa inocente fue algo lindo...
Como si me hubiese contagiado la suya propia, mi cara traza una ligera sonrisa. Puede decir que esta vez, ese gesto, si fue impulsado por lo que podemos llamar “felicidad”. Me decido de una vez por todas y levanto mi dedo meñique, a lo que Yui responde estrechando el suyo. A continuación procedemos a entonar la frase ya dicha. Una vez terminamos, la famosa investigadora se ríe como una niña, diciendo:
Sí, eso es. Esos son los pequeños detalles que no se olvidan. Son los matices que marcan a la persona y le ayudan a afrontar mejor su destino. Esos pequeños detalles... Justo como el de ahora mismo... To be continued... |
#05 The view
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La vista
Los sonidos de los súper ordenadores al cargar la simulación recorren toda la cabina, finalizando la carga en apenas unos segundos. A pesar del impresionante despliegue tecnológico, ni me inmuto. Para empezar, vaya un ejercicio aburrido, cada vez que avanzamos es menos entretenido. Es verdad que los primeros días me quejaba de lo difíciles que eran, pero al menos me exigían. ¿Puede ser que me esté acostumbrando al EVA? En fin, qué más da, de todas formas solo hago esto porque no tengo más remedio. Esto me pasa por ir haciendo promesas sobre que me lo voy a tomar en serio. Vaya molestia. ¡Mierda! He apuntado mal.
Día 13 de marzo del 2015. Es por la mañana, tal que cual podéis ver cómo estoy en plena simulación. Dentro de una especie de copia del Evangelion 01, al menos de hombros para arriba; hago dichas prácticas. Esta copia está anclada en una sala, rodeada por numerosos claves y aparatos que permiten traspasar al piloto, en este caso yo, la simulación virtual. La que estoy haciendo ahora mismo consiste en un holograma del séptimo Ángel, Sachiel, al que debo disparar con un rifle de paleta. Es aburrido, siempre lo mismo, tomas el rifle, te mueves, apuntas al objetivo y presionas el gatillo. A pesar de ello, no puedo relajarme, pues la doctora Ritsuko Akagi y Misato siguen la simulación desde su propia sala. También está Maya, creo. Menos mal que ya es viernes, llevo toda la maldita semana haciendo este tipo de ejercicios. Supuestamente me va a servir para luchar contra un Ángel sin precisar de la suerte para derrotarlo, pero sigue siendo un dolor en el culo. Además, no consigo acostumbrarme a esto que llaman plug suit. No termino de saber que es, pero se parece a un traje de neopreno, ajustado a mi piel. Supuestamente, el plug suit facilita la conexión con el EVA. Yo no noto nada diferente, la verdad. Aunque es cierto que esto es un simulador. Bueno, he de admitir que al menos el diseño de este traje me agrada. La parte de arriba incluida las mangas es morada, en una tonalidad oscura, acabando en la zona púbica en forma de pico para dar paso al color negro, que cubre el resto de la vestimenta. Además tengo detalles verdes por el pecho, los hombros, brazos o piernas, similar a los colores de mi Evangelion. Por si la similitud no quedaba clara, tanto en el pecho como en la espalda está el 01. Por último, los clips nerviosos A-10 que tengo que colocar en mi cabeza eran de color morado, con una franja verde cruzándolos.
Una vez salgo de la carlinga inundada por el LCL, me dirijo a la segunda sala donde está el equipo. Nada más llegar, Misato me da una toalla, para que pueda secarme un poco. Como va siendo ya costumbre, la doctora analiza delante de mí los resultados, explicándome qué debo mejorar. Últimamente me felicita con cada prueba que hago. Va a ser verdad eso de que me estoy acostumbrando. Una vez termina de darme la brasa con tanto dato, me dejan libre para que pueda aprovechar la hora del almuerzo. Estos días he venido almorzando con Misato, por lo que me acerco a ella.
Bajo la risa de mi capitana, me marcho de allí, rumbo a los vestuarios. Por las Diosas de Oro, la confianza da asco. Está tomando por costumbre hacerme ese tipo de bromas. Le encanta aprovecharse de mi poca experiencia con mujeres. Poca por no decir nula. En fin, al menos con ella mantengo una relación normal. No puedo decir lo mismo de Ayanami... Esa chica es tan tímida, me habían dicho que las mujeres japonesas son cortadas, pero eso es un poco excesivo. ¿Tal vez debería arriesgar e intentar acercarme más a ella? Al fin y al cabo es mi compañera... Pronto llego al vestuario. En una de sus dos puertas alienadas, me encuentro a Shinji, para mi sorpresa. Después de saludarnos, me indica que está esperando a Ayanami. Ellos dos suelen almorzar juntos y al parecer esta escena es común. Dispuesto a sorprenderme de nuevo, Shinji me ofrece ir a comer con ellos y así podríamos hablar un rato. En un principio trato de rechazar la oferta, pues me da en la nariz que estos dos tienen entre manos algo más que amistad. Sin embargo, su insistencia me obliga a acabar aceptando. Con la batalla perdida, entro al vestuario. Por cierto, me parece mentira que en un gran cuartel general como éste, solo disponga de un vestuario de pilotos tanto para hombres como para mujeres. No puedo comprenderlo. Parece una broma forzada de un escritor salido que trata de ponerme en la situación incómoda de ver a Ayanami desnuda. ¿Ayanami desnuda? ¡Mierda! Hasta ahora no había coincidido con ella. ¡Está más que claro que está dentro! Que no funda el pánico. El vestuario está separado en dos zonas por medio de una mampara, un cristal blanco opaco que solo deja ver la silueta del que está al otro lado. De esta forma, dependiendo de la puerta se accede a un lado u otro. El derecho para hombres, el izquierdo para mujeres. No hay nada que temer, no tengo porqué sentirme incómodo, la mampara me separa. Junto a la taquilla y un banco, me dispongo a quitarme el plug suit. Esta cosa tiene un botón en la muñeca por el que se maneja la ajustabilidad del traje. Es decir, puedo hacer que el traje se ajuste a mi piel o lo contrario. Como se ajusta a la piel, tengo que estar totalmente desnudo para vestirlo, de ahí la incomodidad. Pero bueno, tengo que reconocer que este traje tiene sus cosas buenas. Hasta tiene un sistema de primeros auxilios por si me joden con el EVA. Una vez desnudo, rompiendo totalmente con el ambiente, Ayanami pronuncia mi nombre desde el otro lado de la mampara. Tras un ligero rebullo, el corazón se me acelera y no tardo en empezar a transpirar. Inseguro, dirijo mi mirada hacia la superficie blanca, donde ubico a la silueta desnuda de Ayanami. [...] Puedo ver claramente las curvas que recorren su cuerpo, en una silueta oscura, prestando más de lo que podía desear a mi imaginación. [...] ¡Es mucho peor de lo que pensaba! Vamos tío, contrólate, no te pongas nervioso, realmente no la estás viendo desnuda, ni ella te está viendo a ti. Sin saber dónde meterme, Ayanami vuelve a llamarme, obligando mi respuesta.
Esta chica estaba dándole tantas vueltas a una simple pregunta que ha hecho desaparecer cualquier atisbo de vergüenza en mi cuerpo. No quiero parecer borde, pero es que ya me estaba molestando. Un poco más relajado le contesto, contándole como Shinji ya me había propuesto la misma oferta, así como que la había aceptado. Al conocer la situación, lo primero que hace es disculparse. ¿En serio? ¿Qué les pasa a los japoneses con tanto respeto? Acto seguido, pasa a reírse levemente, completamente satisfecha porque había aceptado la idea de comer con ellos. ¿Hay alguna cosa de ella que no me asombre? Después del incómodo momento, seguido por ese extraño acercamiento; acercamiento moral, mal pensados; Ayanami se me adelanta saliendo del vestuario. En poco menos de dos minutos la sigo. Tras reunirme con ellos en la misma puerta del vestuario, ponemos rumbo hacia la conocida como zona de recreo. En primera instancia del trayecto, un Shinji muy animado no para de sacarme conversación, con Ayanami siguiendo la misma participando de forma seguida. No sé qué me sorprende más, si el entusiasmo de Shinji o lo diferente que parece Ayanami con éste último cerca de ella. Shinji no para de preguntarme cosas que a mí me parecen triviales, por ejemplo cómo me va con las simulaciones o qué tal es la convivencia con Misato. Que poca imaginación, pero supongo que es lo establecido socialmente. Supuestamente yo debo devolver las preguntas, pero realmente no tengo nada que preguntar. ¿Su familia? Sus padres son mis jefes, les veo todos los días. Para mi suerte, cuando no sé qué decir, Ayanami aprovecha para entrar en la conversación y salvarme los muebles. Menos mal que se suponía que yo era el tipo social y ella la tímida. El camino se hace más corto de lo normal y llegamos a la zona recreativa. De esa forma nos envolvemos en aquel enorme espacio, con muchas mesas repartidas, su propio servicio de cocina y música ambiente. Por mi parte me acerco con una bandeja a por algo de comida. Lo hago solo, pues Shinji y Ayanami han preparado su propio almuerzo. Desde la lejanía, mientras me sirven el menú del día, puedo observar a ambos. Sentado uno al lado del otro, no paran de sonreír y comportarse como unos quinceañeros idiotas enamorados. Genial, es que lo veía venir, hoy me toca de sujeta velas. Bueno, tal vez estoy entiendo mal las cosas. Son amigos desde hace mucho tiempo esos dos. Pero... Las cosas parecen lo que parecen, eso no puedo remediarlo. Con mi almuerzo servido, voy a la mesa, sentándome frente a ellos. Antes de probar bocado con el típico itadakimasu japonés, no puedo evitar comparar con la mirada mi almuerzo y el de mis acompañantes. El mío no tenía para nada mala pinta, de hecho me sorprende la calidad de la comida que sirven en el cuartel. Pero... Esas fiambreras preparadas manualmente por Ayanami tenían demasiada buena pinta. De mi mirada llena de pasión hacia la comida vecina se percata Ayanami, quien tras una ligera risa, dice:
Me gustaría poder negarme, pero su sonrisa y la buena pinta de lo que me ofrecía me hacen aceptar. Esta chica sí que es un Ángel y no a lo que me tengo que enfrentar en el campo de batalla. Con un primer bocado puedo experimentar un nuevo nivel de sabor. ¡No puedo explicar con palabras lo sabroso que estaba todo aquello! Sin duda este Shinji tiene dotes culina- un momento... ¿¡Shinji!? ¿¡Él ha sido el que ha cocinado esto!? Creía que esta maravilla era producto de las manos de Ayanami.
Resulta un poco raro eso de que un amigo te prepare la comida, normalmente estas cosas las suele hacer la chica que te gusta o en ese estilo... ¡Pero qué más da la lógica! Por esa comida me da igual. Mientras Shinji se ríe ante mis exageradas palabras y gestos, Ayanami le vuelve la mirada, en un gesto de desprecio. Mi persona, sorprendida por ver tal cosa de la simpática y tímida chica, pregunta:
Así los dos comienzan a jugar, discutiendo y molestándose el uno al otro, mientras que yo solo puedo activar el modo planta. ¿Con qué era eso, eh? Simplemente genial, estoy atrapado en una comida con estos dos tortolitos. No hay nada mejor que saber que estás sobrando en un sitio. Definitivamente, tendría que haber rechazado su oferta. Y si me quedo mirándolos se van a dar cuenta que me están dejando de lado, por lo que van a tratar de meterme en la conversación, resultando en más incomodidad. ¡Maldita sea! El amor es una molestia, tanto si estás dentro como si estas fuera. Si estas dentro solo te vuelve una persona idiota, que no para de suspirar y soñar despierto, siendo incapaz de siquiera estar en la misma habitación que una persona sin alterarte. Menuda gilipollez, solo te trae dudas y problemas. Nunca me he enamorado y espero no hacerlo nunca. Aunque, el estar cerca de unos enamorados también me parece molesto. Puedes ver exactamente los mismos síntomas que acabo de explicar en ellos, y aunque está más que claro que se gustan, no hacen nada por dar un paso. Me pongo nervioso. Es una tontería esperar siempre para revelar sentimientos. Si te gusta alguien dilo y ya, nos quitas dolores de cabeza. Pero bueno, tampoco es cuestión de joderles el ambiente con mis simpáticas dotes. Nótese la ironía. De hecho se me ocurre una forma poco incómoda para mí de pasar este rato con los enamorados. Será divertido ver cómo reaccionan. Mientras ellos dos siguen metidos en su pelea acaramelada, tan dulce que voy a vomitar, dejo caer mis bombas.
Se produce un silencio abrumador. Puedo ver claramente como la palabra novio resuena en sus cabezas a la par que lo van asimilando. Acto seguido, ambos balbucean dicha palabra, para pasar a mirarse entre ellos. Una vez consiguen procesar la intención de mi frase, la sorpresa aparece, la sonrisa se arruga y el color rojo aparece en sus caras, poco a poco. Al llegar al clímax de la vergüenza, ambos tienen la misma reacción.
Con mi última bomba, la inquietud de los receptores se sale de la escala. Diría que es como cuando una caldera estalla por el excesivo calor acumulado. Ambos se mantienen callados, mirando al suelo, sin decir nada. En ese momento no puedo aguantarlo más y rompo a reír. Mi carcajada deja perpleja a la pareja, que no tarda en darse cuenta de que les estaba tomando el pelo. Aunque Shinji se ríe un poco y recibe bien la broma, no puedo decir lo mismo de Ayanami. Enojada se levanta, aun encendida. Totalmente firme, aunque un poco inclinada, con los puños apretados, me grita:
Mi comentario provoca que Ayanami vuelva a saltar de su asiento, sin dejar de estar roja. Nerviosa a la misma vez que apurada por no saber cómo contestar, me grita: “eres un idiota” y se marcha de allí. Shinji le pregunta, apurado, qué a dónde va, a lo que ella contesta diciendo que el descanso ya acababa. En eso tiene razón, es hora de comenzar la rutina de la tarde. Shinji y yo también decidimos movernos. Mi amigo trata de defender a Ayanami, procurando que yo no mal entendiera sus gestos. Yo le respondo que no se preocupe, sé que realmente no está enojada conmigo. También le digo que me sorprende ver hasta dónde puede llegar su personalidad, normalmente es muy tímida. En poco tiempo me separo de él, pero antes de hacerlo me insiste en que vuelva a comer con ellos. Yo lo dejo en un: “si eso”. Según como soplen los vientos de poniente, obraré. Mientras camino hacia el vestuario, no puedo parar de pensar en la actitud de Ayanami. Se la ve tan animada y alegre cuando está con Shinji. Incluso bromea con él, de hecho me causó gracia algún comentario que le oí. Me gustaría llevarme así de bien con ella. ¿Realmente puedo conseguir algo así? ¿Pero tú te estás oyendo, Xavier Muñoz? ¿¡Estás tonto o qué!? ¿Desde cuándo me he vuelto tan dependiente del entorno me que rodea? Dios, la amabilidad de la gente de por aquí es el peor de los venenos. Tal vez simplemente debería rendirme ante ellos. Quiero decir, la postura de chico duro y reacio a la sociedad está demasiado vista, ¿no creen? [...] ¡Qué más da! Deja de pensar en tonterías y concéntrate en la prueba de esta tarde. Después de pasar por el vestuario y volver a ponerme el plug suit, toca reportarse a la sala de simulación número tres. No me toma mucho tiempo llegar allí, para encontrarme con Misato y la doctora Akagi una vez más. Mientras la doctora maneja algo de papeleo, Misato me pregunta que tal me fue el almuerzo, a lo que respondo contándole como la pasé con Shinji y Ayanami. Mientras hablamos, esperando a la doctora, puedo observar un gesto recurrente en Misato. A cada poco agarra su colgante de cruz y lo frota con su dedo pulgar, para soltarlo y en un rato repetir el proceso. Parece preocupada por algo. Hasta ahora no le había dado mucha importancia a ese colgante, de hecho solo me percaté de que lo llevaba cuando me habló de él aquella noche. Se nota que es importante para ella, tanto como para mí la foto de mi familia. Sacándome de mis pensamientos, una mano se posa en mi hombro. Al voltearme me encuentro con el comandante. No puedo evitar sorprenderme, es raro que él esté aquí, si solo voy a hacer una triste simulación. ¿Tal vez quiere motivarme?
Aun dándole vueltas al hecho de que el comandante estuviera presente, obedezco la orden subiéndome a la copia de mi Evangelion. Akagi me explica como es el ejercicio y su objetivo antes de comenzar. Una vez he entendido claramente todo, pasamos a la simulación. Antes de empezar, el comandante hace una broma diciéndome que no esté tenso por su presencia. Como si esto fuese un ejercicio en el que pudiera cometer fallos. La mar de simple, en un simulado Tokyo-3 me dan diferentes posiciones, de las cuales cada una contiene un tipo de arma predeterminada. De forma aleatoria, los ordenadores cargan un enemigo con unas características que solo puede derrotar una de las diferentes armas. Por ello debo de moverme por la ciudad y escoger el arma adecuada. Puede parecer difícil explicado así, pero es la tercera vez que hago un ejercicio de este tipo. No me preocupa. Lo único que diferencia a esta de las anteriores simulaciones es que añaden más enemigos y más armas. Pero insisto, no es problema. Como venía predicando, completo el ejercicio satisfactoriamente en un intervalo de 20 y 30 minutos. El primero que me felicita por ello es el comandante, pude notarle bastante satisfecho. Así fueron pasando hasta dos simulaciones más, con su respectiva temática. A la altura de las 18:00 PM, me ordenan abandonar la cabina de simulación. Al estar de nuevo ante mis superiores:
Todos pasan a mirarme. Puedo sentir claramente cada una de las miradas y lo que transmiten. Gendo Ikari confiado, la doctora Akagi decidida y Misato preocupada. A pesar de que de entre todas ellas la mirada de Misato es la que más me pesa, tras pensarlo unos segundos, decido aceptar sin tapujos la prueba de arranque. Si lo hago con éxito seguramente me darán una rutina menos intensa que la que tengo actualmente. También dejaré de hacer tantas simulaciones aburridas. Y dudo que me propongan hacer algo peligroso sin tener realmente capacidad. ¡Decidido entonces! Para pesar de Misato y gozo de los otros dos, nos movemos hacia el sector del cuartel donde se llevará a cabo la prueba de arranque. El cuartel es muy grande, pero muchas de sus salas se parecen entre sí, y aquí tenemos un ejemplo. Al igual que en la zona de simulación, encontramos una primera sala para que el personal obre con poderosa maquinaria. Conectada a ésta última, encontramos la segunda sala, un gigantesco cobijo en el que ya están colocadas las dos unidades Evangelion, esperando por sus pilotos. No deja de asombrarme la vista de los Evangelions, aunque esta vez sobretodo me llamó la atención la Unidad 00, pues todavía se la notaba dañada. Al llegar a la primera sala, encontramos al profesor Fuyutsuki y a Ayanami, así como los operarios de las computadoras: Maya, Makoto y Shigeru. De todos ellos destaca a mi vista mi compañera piloto. Nunca antes la había visto vestida con su plug suit. El traje, pegado a su generosa figura, era de color blanco, con detalles en azul oscuro o naranjas. Por ejemplo, una franja azul oscura recorría el brazo del traje desde la axila hasta la muñeca. Tanto en el pecho como en la espalda se podía ver el 00, en referencia a su unidad. Por último, los clips nerviosos A-10 de su cabeza eran blancos. Seré sincero, estoy asombrado de lo bien que le queda. No puedo decir una palabra, pues en cuanto llegamos el comandante y Fuyutsuki se ponen a darnos un aburrido discurso sobre la prueba de arranque. Que si es muy importante, que si no tenemos que estar nerviosos, bla-bla-bla. Cuando finalizan con su tostón poco importante, nos piden a los pilotos que nos preparemos para la prueba. Así, Ayanami y yo salimos de la sala dirección hacia las carlingas. Estaba esperando un momento como este para decirle algo, pero ahora que estoy en situación... No sé qué decirle. No tengo mucho tiempo para decidirme a hablar, apenas unos minutos, por lo que prefiero no esforzarme. Vive conmigo, tampoco es preciso forzar una conversación ahora. De ese modo guardamos silencio hasta llegar a las carlingas. Antes de subir a ellas, tenemos que esperar un par de minutos. Aunque ya he asimilado que no voy a hablar con ella, no puedo evitar mirarla. Realmente estoy asombrado por cómo le queda su plug suit. De hecho, le lanzo tantas miradas que al final ella se percata, provocando que me pregunte:
Mi declaración asombra a Ayanami, quien se sonroja un poco y tras sonreír me da las gracias por el cumplido. Luego vacila en decirme algo, pero somos interrumpidos por las indicaciones de algunos operarios para que nos introduzcamos en las carlingas. De dicha forma en unos segundos cada uno aborda su respectiva unidad. Es la segunda vez que me subo al Evangelion 01, pero de alguna forma, me resulta familiar. Con todo listo, pronto comienza a sonar la voz de la doctora Akagi en nuestras cabinas. Después de un repaso rápido a la charla del comandante, es hora de comenzar con la prueba de arranque. Los Evangelions están anclados a la pared de la sala, por lo que aunque la unidad se active, no obtendremos mucha movilidad. De todas formas, esto no es más que una prueba para verificar que nos va bien con nuestras unidades. Pero basta de cháchara mental, hora de la verdad.
De esta manera comienza la prueba. Con todo el equipo en sus puestos, los Evangelions comienzan a ser alimentados por las fuentes principales de energía. Los sonidos de arranque recorren las carlingas de los pilotos. Una vez alcanza esta fase, se pasa a la segunda de activación. Por este nuevo paso se da la verdadera conexión entre el piloto y el EVA, es el momento crítico.
Mientras proceden a la tercera fase, desde dentro, puedo sentir como mi conexión con el Evangelion 01 se lleva a cabo. Poco a poco puedo notar los brazos de la unidad, sus piernas, su espalda o su cuello. En este punto ignoro todo lo que hablan en la sala de seguimiento y simplemente me centro en afinar mis sensaciones a las del prototipo. Realmente no hay una ciencia exacta para conectarse al EVA, cada piloto lo hace a su manera. O eso creo. Antes de que pueda darme cuenta, puedo ver lo que ve el Evangelion a través de mi cabina. ¿Ya estoy conectado? Ha sido muy simple.
Francamente, es extraño. Cuando yo muevo los controles también se mueve el EVA. Puede sonar raro que yo lo diga, pero realmente se siente extraño. No es ni parecido a lo que sentí la primera vez que me subí al 01. Es como si pudiera hacer cualquier cosa con esta unidad. ¿Es el fruto del entrenamiento? De algún modo, hasta me motiva este estado.
De ese modo se invierte el proceso que hasta ahora habíamos realizado. Pronto quedamos desconectados de las unidades y salimos de ellas para ir ante nuestros superiores. Una vez allí lo primero que hacen es felicitarnos uno por uno por los buenos resultados que les habíamos brindado. Aunque todos me dicen más o menos lo mismo, cuando termino de hablar con el profesor, desde detrás, Misato me golpea suavemente con su carpeta en la cabeza, provocando que me voltee. “Buen trabajo, chico maravilla”, se burla. “Ay que ver, ya no pienso preocuparme más por ti.” Su comentario me provoca risa, realmente es agradable tenerla de capitana. Pronto el comandante vuelve a tomar la palabra.
Después de eso, Gendo Ikari seguido de Kozo Fuyutsuki, dejan la sala. Misato se nos acerca a Rei y a mí para indicarnos que vayamos a cambiarnos y la esperemos un poco, así podremos irnos con ella en el auto. Menos mal, hay veces en las que Misato se tiene que quedar en el cuartel y tenemos que volver a pie. Ayer me tocó hacer eso y es un dolor en el trasero. Tardas como 40 u 50 minutos en llegar a los apartamentos. Ayanami y yo seguimos el guión marchando a los vestuarios. Por el camino a penas hablamos, como mucho nos felicitamos mutuamente por los resultados de la prueba. Maldita sea, ¿por qué me cuesta tanto entablar una conversación con ella? Es un tanto frustrante. ¿Tal vez está molesta por lo del mediodía? No creo... Si estábamos de broma, hasta Shinji me lo dijo. Dentro de mi frustración, amago varias veces con hablar, pero realmente no me atrevo. Con el incómodo silencio llegamos a los vestuarios. Todavía sin decir una palabra, cosa lógica, porque si no hablamos cuando estamos vestidos, cuando estamos desnudos, como que no. Dejamos el plug suit por nuestra ropa de NERV. Terminando de vestirme, mientras me coloco la camisa, Ayanami me dice que me espera fuera. Tras coger la chaqueta y poco más, salgo siguiendo a mi compañera. De nuevo dentro de esa atmósfera silenciosa, caminamos hacia el punto designado donde esperaremos a Misato. Si por el camino se hacía incómodo no hablar, cuando llegamos al lugar acordado, la cosa empeora. Al estar quietos esperando a Misato, el desasosiego va en aumento. Yo no paro de girarme, mirando a ambos lados del pasillo, buscando que aparezca la figura de nuestra capitana para acabar con esta incómoda espera. Ayanami está apoyada en la pared, mirando el suelo, mientras sujeta su chaqueta y su bolsa con los brazos colgantes. De vez en cuando la miro, aunque intento no hacerlo, pues mi mirada deja claro que soy incapaz de hablarle. Para mi sorpresa, en una de las veces que le estoy dando la espalda:
Con un suspiro seguido de una leve sonrisa, respondo: “sí”. Realmente no puedo entender lo que le pasa por la cabeza a esta chica, pero después de esto, de algún modo, me siento más tranquilo. “Seamos buenos compañeros” o “vamos a llevarnos realmente bien”, cualquiera de las dos hubieran quedado bien y me hubiera gustado pronunciarlas, pero no pude. Dudé, y en esa duda llegó Misato, que pronto nos indicó que la siguiéramos. De esta forma tocaba volver a casa. Había sido un día poco usual, al menos para el estilo de vida que hasta ahora llevaba. Sin embargo, aún me queda una irregularidad más. Dentro del auto, cansado, ya pensando en llegar a casa y descansar, me doy cuenta de que Misato toma otro camino. No nos dirigimos al apartamento. Cuando le pregunto a donde vamos, ella me responde: “Ahora lo verás”. Así llegamos a un mirador, a las afueras de la ciudad de Tokyo-3, con unas preciosas vistas de la misma. Al ser el atardecer, el anaranjado Sol cae hacia el horizonte, escondiéndose entre las colinas a la par que reflejándose sobre el agua del Lago Ashi. Nada más bajar del coche y contemplar aquello, sin pensarlo, suelto un “increíble”. Ayanami y Misato me acompañan contemplando la vista, durante unos minutos, disfrutando, sin decir nada. Al cabo de unos minutos de silencio, Misato mira su reloj y comenta: “Ya es la hora”. En cuanto Misato pronuncia sus palabras, unas sirenas comienzan a sonar a lo largo de Tokyo-3. Las sirenas indican que los edificios que se esconden en el techo del Geo-Front se preparan para salir a la superficie. Con el sonido de las sirenas de fondo y los grandes carteles rojos que indican peligro por elevación, uno tras otro comienzan a emerger de la tierra los diferentes edificios de Tokyo-3. Poco a poco las altas estructuras comienzan a rivalizar con el Sol en el horizonte. Llegan a elevarse hasta 15 edificios. El atardecer, bañando con su luz este milagro de la tecnología humana, hace una vista indescriptible. Mientras yo y Ayanami disfrutamos por la vista, verdaderamente asombrados, Misato se mete entre medio de los dos, rodeando el cuello de cada uno con sus brazos, de forma cariñosa. Con la cabeza metida entre Ayanami y yo, Misato nos susurra:
To be continued... |
#06 Happiness? Friends? Sure?
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¿Felicidad? ¿Amigos? ¿Seguro?
Con un largo suspiro, una vez que me he desvestido, me he duchado, enjabonado y aclarado, entro a la bañera. Menos mal que ese maldito pingüino ya entendió que tiene que perderse de aquí cuando entro yo. A medida que me introduzco en la bañera, llegando a estar recostado, cubriéndome el agua hasta el pecho, solo puedo pensar: ¡Por fin! Después de la paliza que me he dado en el cuartel, un baño es lo mejor de lo mejor. Ha pasado una semana exacta desde la prueba de arranque, ya estamos a 20 de marzo. Llevo en Japón más de dos semanas, pero se siente como si llevara mucho más tiempo. Es un tanto contradictorio, porque a la vez siento que todo pasa muy rápido. Por ahora lo que estoy viviendo es agradable. Misato, Ayanami y todos los de NERV... Realmente es agradable. De alguna manera me siento más confiado y tranquilo con ellos. A cada día que pasa me siento más seguro. Me pregunto si este sentimiento se irá en el momento que vuelva a enfrentarme a otro Ángel. Realmente, no quiero que llegue ese momento, pero sé que llegará. Con un poco de suerte, no tendré que luchar solo, Ayanami podría apoyarme con el EVA 00. Pero no está claro, se están demorando demasiado en la reparación de la unidad. Es cierto que he entrenado mucho estas dos semanas, pero... ¿Será suficiente? [...] ¡Argh! ¡Mejor dejo de pensar en ello! Me irrita. Diría que lo más positivo de esta semana es qué mi relación con Ayanami está mejorando. Lo hace muy despacio, pero lo voy notando. Por lo menos ahora no me siento incómodo con ella y soy capaz de mantener una conversación normal. Sin duda tenía razón, solo debía de preocuparme de ser yo mismo. Esa chica es muy lista. En un principio me pareció una tontería muy grande todo lo que me dijo, pero luego ha tenido toda la razón. De hecho, gracias a eso, ya no me pongo nervioso ni siquiera cuando coincidimos en el vestuario. Ya no me avergüenza la sombra de su figura desnuda. [...] Aunque bueno, para ser honesto, un poco embobado sí que deja. Realmente tiene un cuerpo muy bonito. Solo su silueta me basta para apreciar su buena figura. Es excitante, incluso me dan ganas de... Una vez he terminado de bañarme, vestido con una camisa corta blanca y un pantalón azul oscuro también corto, paso por mi habitación para coger uno de mis mangas. Después me dirijo a la cocina donde está Ayanami limpiando los platos, mientras que Misato está tumbada a la bartola en el salón, viendo la televisión. Esta mujer es incorregible. Antes de ir al salón, informo a Ayanami de que ya tiene el baño disponible. Ella me da las gracias por avisar y me informa de que irá cuando termine. Ahora, por fin, me tumbo en el salón, bajo la mirada de mi capitana. Ella está viendo una estúpida serie romántica que emiten la noche de todos los viernes, sobre esta hora. Ignorándolo, comienzo a leer mi manga. Sin embargo, no tardaría en desaparecer la calma.
Trato de volver a la lectura de mi preciado manga, pero Misato me lo impide, pues sigue insistiendo. “Venga, porfiii.” “¡Qué no!” “Vengaaaaa” “¡Qué he dicho que no!”, y así sucesivamente por un rato. Entre esas idas y venidas verbales, antes de que pueda darme cuenta, ella se arrastra por el suelo cual oruga y se coloca a mi lado. En el momento que queda cercana a mí, se calla, pero mi mira fijamente. Intento seguir leyendo, pero su mirada fija me pone de los nervios. Tras unos segundos en los que logra su objetivo de incomodarme, Misato deposita la vista sobre mi manga. Tengo la mala suerte de estar leyendo una serie un tanto picante. Por ello, le doy una maquiavélica idea a mi capitana, cosa que me indica su rostro, con esa sonrisa pícara que dibuja.
De esta forma quedo tirado en el suelo, con la cara encendida y el cuerpo lleno de sudores. Hasta diría que me sale humo de las orejas. Los ojos en blanco y mi alma que intenta escapar por mi boca. Una clara derrota. Preocupada, Misato comienza a zarandearme mientras pronuncia mi nombre, pero no hay respuesta, es como agitar a un muñeco. Ayanami, mi salvadora, acude en mi ayuda una vez más. Apoyándome en la pared, comienza a abanicarme, en un intento de que supere el sofoco. Suerte que decidió asomarse al salón. De no haber sido por ello, la mía sería la primera muerte diagnosticada por erotismo. Por su lado, resignada, a Misato no le queda más remedio que coger una cerveza ella misma. Ya con una lata de su apreciada bebida en la mano, vuelve al salón, donde Ayanami sigue abanicándome, mientras que yo sigo rojo, ido de escena, apoyado en la pared.
Misato rompe a reír, a carcajadas, mientras que Ayanami solo puede mirarla e inflar los mofletes, molesta. Sí, así es Misato Katsuragi, le encanta tomar el pelo, y más cuando hay confianza de por medio. ¿Creíais que yo era su única víctima? Pues con Ayanami tiene incluso más facilidad que conmigo. Acabáis de ver un ejemplo. A medida que la risa de mi capitana se calma, yo me recupero del sofoco. Cuando me reincorporo, suelto un: “¿Qué pasa?”, por no enterarme de nada. Rápidamente paso a ser el centro de atención de las dos chicas. Yo, aún en mi mundo, solo puedo decir: “Tengo calor”. Estoy empezando a tomar demasiado en serio los poderes eróticos de Misato...
Aquel grito que hizo tambalear al ambiente dentro del salón, dio paso a un silencio tenso. Ayanami, sorprendida por el grito, sumado al hecho de observar el enojo de Misato, le hace comprender que se había pasado. Estoy seguro de que ella no quería enojar a Misato, pero su insistencia provocó ese mismo resultado. Sabiendo que obró mal, su intimidad boca dibuja un arco triste y lleva su mano derecha al pecho, agarrando su camisa. Después de unos segundos dedicados a qué podía decir para solucionar la situación, enfoca su mirada desde el suelo a la cara de Misato en un rápido movimiento de cuello. No obstante, cuando sus labios su abren para dar salida a las palabras de arrepentimiento, la capitana se adelanta:
Después de ese comentario, a pesar de que teoría indicaba que habían hecho las paces, el ambiente se enrareció aún más. Las últimas palabras de Misato provocan más malestar en Ayanami. De hecho amaga con hablar, pero finalmente opta por quedarse callada. Es evidente que no sabe qué decir, tiene miedo a torcer más las cosas. Por el amor de Nayru, esta casa es de locos. Es increíble cómo puede cambiar el ambiente en cuestión de segundos. Mientras Misato sigue mirando el techo y Ayanami no sabe qué decir, yo, ya más recuperado, decido quebrar el silencio con un firme:
Desde el instante en el que pronuncié la última palabra y guardé silencio, los segundos comenzaron a parecerme larguísimos. Los nervios me ascendieron por todo el cuerpo, entregándome totalmente al estímulo que supondría ver la respuesta a mis palabras. Había dicho abiertamente lo que pensaba de la persona en la que había decidido confiar, es normal estar nervioso. Es un dolor en el culo, pero sí, es normal. Cuando la agridulce espera finalizó, Misato, sin decir una sola palabra, se levanta. Mientras la miro como un tonto, da tres pasos hasta llegar a mi lado, para luego sentarse. Aún sin decir nada, se me acerca, dándome un beso en la mejilla. Una vez pone espacio de por medio entre ambos, con una amplia sonrisa, me dice:
Al ver su sonrisa, así como sentir su más que agradecimiento por medio de ese pequeño beso, no puedo hacer otra cosa que poner mi mano en el lugar donde me había besado. Junto a dicho gesto, esbozo una pequeña sonrisa, contagiado por Misato. Que calidez, pensé. Podía sentir como toda una sensación cálida me recorría el cuerpo, con el punto eje en mi corazón. ¿Con que esto se siente cuando consigues ayudar a alguien? [...] Maldita mujer, se ha ganado mi afecto con una facilidad asombrosa. Fuera de mis pensamientos, puedo notar como Ayanami se ríe, tapándose la boca con la mano.
Mi comentario provoca que corte su risa y pase a estar un poco colorada. “¡N-no digas tonterías!”, trata de defenderse, pero solo sirve para que Misato y yo nos burlemos. Dentro del más que recuperado buen ambiente, con una protestando y los otros dos riendo, somos interrumpidos por el sonido de un celular. El sonido corresponde al de Ayanami, por lo que se levanta para ir a por él a la cocina, pues estaba sobre la mesa de ésta. Nada más dar un paso en dirección al móvil, Misato lanza la broma: “¡Apuesto a que se trata de tu novio Shinji!” La recibidora de la llamada, al coger su aparato, puede ver que Misato se equivoca, por lo que contesta mientras saca la lengua: “Es Kaname”. Tras esto, descuelga la llamada y se marcha a su habitación para hablar con tranquilidad.
Tras decir eso, Misato se levanta, ignorando mi comentario en desacuerdo con lo que me acababa de decir. Realmente exagera, el amor es para idiotas. Sin embargo, aunque piense eso, no puedo negar que me ha gustado escuchar esas palabras. [...] Cambiando de tema, me dice: “Me voy a dormir. Al contrario de vosotros, mañana tengo trabajo que hacer”. Seguido de tal anuncio, me pregunta si voy a ver la tele. Yo respondo que no, por lo que la apaga. A continuación se despide y marcha a dormir. Caray, que mujer, cuantas caras puede tener. En fin, ahora que se ha marchado de una vez por todas, la calma vuelve a reinar. A leer mi manga se ha dicho. En cuanto transcurren unos veinte minutos, con mi lectura bastante avanzada, soy incapaz de impedir una nueva pausa. Este hecho se debe a que Ayanami aparece por la cocina, dirigiéndose al frigorífico para tomar un poco de leche. Al parecer ya había acabado de hablar con su amiga. Puedo apreciar que está lista para ir a dormir, pues ya se ha puesto su camisón de color rosa. ¿El rosa, eh? Este no presta tanto a la imaginación como sucede con el de color blanco... Una vez se sirve un vaso de líquido lácteo, con el mismo en la mano, se mueve hasta la puerta del salón. Al verla venir, hago como que leo mi manga. Desde la frontera entre la cocina y el salón, tras dudar un segundo por no querer interrumpirme, capta mi atención. Evidentemente, finjo que dejo de leer mi manga y le presto atención.
No me queda más remedio que reírme. La verdad, estoy sorprendido, ella parece muy ilusionada con presentarme a sus amigos. Si tiene tantas ganas, debe de ser porque piensa que vamos a encajar bien. O simplemente le hace ilusión compartir sus amistades con un chico solitario como yo. En fin, ¿qué más da? Mejor me centro simplemente en disfrutar, va siendo hora de dejar al antiguo y desconfiado Xavi de una vez. Fuera de mis tonterías mentales, Ayanami sigue hablando con rienda suelta. De hecho me está llegando a extrañar lo mucho que está hablando. Que hemos mejorado como compañeros, pero esto es más positivo de lo que podía imaginar. Durante unos minutos me habla de sus amigos. Son tres, una chica y dos chicos. La chica ya más que mencionada, Kaname, la cual parece ser bastante guapa. Según me deja ver Ayanami, está muy unida a ella y parece ser una chica de carácter fuerte, pero le gusta bromear. Los chicos son, en primer lugar, Sousuke, un chaval que en palabras de Ayanami: “Puede parecer rígido al principio, pero es muy confiable.”. Este tipo parece ser un aficionado a las armas y la tecnología punta como los Evangelion. De hecho, me avisa sobre él, pues empezará a lanzarme preguntas. Genial, un otakku de las armas. El otro amigo sería un tal Javi. Para mi sorpresa, Ayanami me explica que es un chico de España, como yo, que acabó viviendo en Japón. Este tipo es el gracioso del grupo, según me explica. También añade que Shinji es uno más, pero en esta ocasión no podrá venir porque tiene trabajo acumulado en la unidad 00. Bueno, como poco, sus amigos parecen interesantes. Honestamente, me apetece conocerles. Y si con esto consigo ser más cercano a Ayanami, pues mucho mejor. Realmente Misato tiene razón, debería de preocuparme por entrelazar más lazos con ella, en el futuro nos jugaremos la vida juntos en el campo de batalla. Prefiero combatir al lado de una buena amiga, que al lado de una simple conocida. Después de este rato en el que Ayanami se pone a hablar de sus amigos, entusiasmada, llega un momento en el que se queda sin fuelle. Una vez se le pasa la euforia de la amistad, me indica que irá a dormir. Antes de que abandone el salón, yo también decido ir a dormir. Uno detrás del otro, llegamos al pasillo y nos damos las buenas noches en nuestras respectivas puertas de habitación. Una vez en mi habitación, dejo el manga en la estantería y tras verificar que tengo la puerta y la ventana abierta, para que pase el fresquito nocturno, me tumbo en mi cama. En serio, estamos a marzo pero hace calor. No quiero imaginarme la sauna en la que se va a convertir esta ciudad en julio o agosto. Dejando eso de lado, mientras trato de conciliar el sueño, no puedo evitar preguntarme si les caeré bien a esas personas tan majas que me describía Ayanami. Vamos, al menos parecen majos por lo que me dice, aunque claro, viniendo de ella cualquiera llega a parecer majo. Tras dar una o dos vueltas más al pensamiento, acabo dormido. Bien es cierto que a mí me gusta dormir, pero últimamente, cuando tengo la oportunidad, me levanto muy tarde. Incluso si me he acostado temprano. Un ejemplo de ello sería aquella nueva mañana. Con el Sol entrando por la ventana, abro los ojos para dirigirlos al reloj y ver que ya son las 9:26 de la mañana. Les recuerdo que aquí amanece a las 5:00 de la mañana. Me lo tomo en serio eso de disfrutar de mi descanso, ¿no creen? Al sentarme en la cama, dispuesto a comenzar el día, puedo ver como Ayanami pasa la aspiradora por el pasillo. Esta chica no para. Pronto se percata de que estoy despierto.
Ayanami se ríe, pero no era un chiste, de verdad, que trastos de gran calidad fabrican estos japoneses. Acto seguido abandono mi cama para ir al baño y asearme un poco. Una vez he terminado, mientras me miro las ojeras en el espejo del cuarto de baño, Ayanami pasa por el pasillo para decirme que tengo el desayuno listo. Sí, da gusto vivir con esta chica. Es la perfecta ama de casa. Piloto del prototipo Evangelion 00 y ama de casa, Rei Ayanami. ¿Quién lo iba a decir? Con gusto me voy para la cocina y me tomo el desayuno que mi compañera ha preparado. Como de costumbre, delicioso. Incluso me gustaría comer más, pero ella no me lo permite, pues apenas faltan dos horas para el almuerzo. Una vez termino de desayunar y recoger un poco, le pregunto a Ayanami si puedo ayudarla en algo, a lo que me responde de forma negativa. “No te preocupes, Xavi, puedes relajarte.” Bien es cierto que hoy no me toca hacer nada, siguiendo nuestra famosa tabla doméstica, claro, pero aun así me cuesta vaguear con ella dando el callo. Por eso insisto, pero me hace ver que apenas está haciendo un par de cosas, sin esforzarse mucho, por lo que me convence para que me relaje un rato. Tranquilamente, así iba a pasar el resto de la mañana. Yo a lo mío y Ayanami a lo suyo. No será hasta la hora de almorzar cuando volvamos a hablar. La espera no sería muy larga y llega la mencionada hora. Con todo listo, una vez más gracias a las manos de la chica, nos sentamos a comer. Hay que ver cómo están cambiando las cosas. Hace unos días me incomodaba la mera idea de quedarme a solas con Ayanami. Y aquí estoy, comiendo con ella, como si nada. De todas formas, confieso que echo de menos a Misato en las comidas. Ella le da un toque alegre a todo. Sin embargo, el estar a solas con Ayanami también tiene su parte agradable. Ahora que lo pienso... ¿Debería indagar un poco en ella con preguntas? Misato me dejó claro que debía esforzarme en conocerla mejor. Pero tampoco quiero incomodarla con preguntas. Demonios, esto es más difícil de lo que parecía.
“Sí, adelante, no te preocupes.” Esa fue mi respuesta. Lo hice confiado, y realmente quería saber en qué estaba pensando mi compañera. ¿Dijo algo personal? Pues mira por dónde, justo lo que andaba buscando. Seguro que me preguntará alguna tontería y una vez le conteste, tendré toda la libertad del mundo para preguntarle. Es una oportunidad cojonuda, sin duda puedo hondear en mi relación con ella. Totalmente decidido a aprovechar la ocasión, confiado, observo como Ayanami toma aliento antes de lanzar la pregunta. Con sus ojos rojos fijados a su bol de arroz, aún con cierta duda, dispara:
Silencio. Ayanami eleva sus ojos sin mover la cabeza, para ver mi cara, la cual era un poema. A la primera en la frente. De todas las preguntas por parte de ella que podría haber imaginado, en todo ese elenco, nunca habría situado la que me acababa de decir. Realmente es algo personal. Después de quedar boquiabierto, el único gesto que puede seguir es el de desviar mi mirada de la de ella en busca de un poco de paz mental. Tenía que aclarar mis ideas, nunca nadie me había preguntado de forma tan directa por mis padres, por mi familia. Reconozco que en primera instancia, esa pregunta me superó.
Trago saliva para luego cruzar mi mirada con la de Ayanami. Ella estaba claramente sorprendida, parecía dar por perdida cualquier respuesta certera. Seguro que ya se estaba auto-culpando por haber disparado semejante bala. Sin decir nada, simplemente guardó silencio, esperando a que yo prosiguiera. Podría parecer que estaba confiado, seguro que por fuera se me ve así, pero la realidad es que dentro mí todo era un manojo de nervios. Estaba inquieto, inseguro, iba a hablar de un tema muy delicado para mí. Nunca antes había tenido la intención de hablar de mi familia ante otra persona. Sin embargo, no sé muy bien porqué, sentí que quería hablar. Tal vez fuera la presión de querer contestar para descubrir cosas de Ayanami, tal vez fuera porque me lo preguntaba una chica mona, o tal vez... Ya estaba cansado de esconder el pasado en mis recuerdos. Fuese cual fuese la respuesta:
Cuando mis labios se volvieron a juntar, el silencio volvió a reinar. Duro. Tal vez sea la mejor palabra para lo que acaba de decir. Pero era la verdad. Por una vez, decidí decir lo que muchas veces había pensado. Pensé que nadie querría escucharlo. Quiero decir... ¿A quién le iba a importar lo que yo pensara o sintiera mientras pilote bien el EVA? [...] Así es como he pensado hasta ahora. De todos modos, aunque yo solo quería decir lo que pensaba, mi respuesta causó una sacudida en Ayanami. Lo suficiente como para permanecer callada los siguientes 15 segundos a mi respuesta.
En aquel momento volvimos a enmudecer. A pesar de todo lo que estábamos diciendo, del panorama tan triste, yo... No me sentía mal. De alguna forma, era agradable. Había encontrado a alguien que había pasado por lo mismo, es inevitable no sentir cierto confort. Por eso mismo, cuando nuestras miradas extraviadas recobran su personalidad y vuelven a chocar, no puedo hacer otra cosa que esbozar una sonrisa. Ayanami también comparte el gesto, lo cual hace el ambiente más agradable todavía. En fin, no es cuestión de amargarnos, ya tuvimos bastante, ¿no creen?
“¡Ves! ¿A qué no es difícil?”, dice mientras sonríe. Hay que ver, primero una de cuyo nombre no quiero acordarme, y ahora tú. De verdad que solo puedo resignarme ante dos mujeres como vosotras. “¡Será mejor que comamos, Xavi! ¡Se nos hará tarde!”. Sí, sí, ya me pongo a comer. Me gustaría que este rato tan bueno que estoy pasando con ella se alargara, pero no hay remedio. De todas formas aún tengo toda la tarde con ella y sus amigos, seguro que también será muy divertido. Sí, seguro a partir de ahora todo va a ir a mejor. [...] O eso pensaba... To be continued... |
#07 And the peace was broken
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Y la paz fue rota
Y otra vez suena la risa de Midna indicándome una nueva notificación en mi móvil. Saco el aparato de mi bolsillo, deslizo mi dedo por la pantalla para desbloquearlo y abrir WhatsApp. ¿Otra vez Sousuke? Puede llegar a ser cansino. Día 24 de marzo, martes. De camino a los cuarteles. Segundo día de la semana después de pasar un divertido fin de semana con los amigos de Rei. Fijaos si les he caído bien que me pidieron mi número y ahora me petan el móvil. Son muy majos, pero tampoco es cuestión de estar enviando todo el rato mensajitos, imágenes, vídeos o notas de audio. En fin, aunque sean un poco pesados, me cayeron muy bien. Eran tal como los describía Ayanami. Esto... No, Rei. “Te veo muy pensativo esta mañana, Xavi.” Capta mi atención Misato, que ha desviado la atención de la carretera por unos segundos para poder empezar a molestarme. Todo por sacarme de mis pensamientos, mira que llega lejos. El trayecto a los cuarteles no es muy peligroso, pero no me gusta que sea tan irresponsable al volante. Le respondo que son imaginaciones suyas, pero insiste. Ya de buena mañana molestando, esta mujer no tiene remedio. No tardaría en añadir una de sus invenciones: “De hecho, hasta has desayunado muy poca cosa, ¿verdad, Rei?” mientras mira por el retrovisor para visualizar a Rei. “Sí”, responde mi compañera, siguiendo el juego. “Tú también no, Rei”, digo agachando la cabeza, derrotado. No tardaría en encendérsele la bombilla a Misato para dejar caer:
“¡Eso sí que no! ¡Déjame tranquilo!”, grito mientras cruzo mis brazos haciendo una equis. Por supuesto provoco más risas dentro del auto. Ya pueden ver lo animadas que son las mañanas últimamente. En serio, hasta yo mismo estoy sorprendido por lo bien que están marchando las cosas. Mi relación con Misato cada vez es mejor, puede incluso que algún día llegue a considerarla la hermana mayor que nunca tuve. Y en el caso de Rei, es lo mismo, todo son buenas vibraciones, cada día que pasa nos entendemos más. ¡Parece que nada puede ir a peor...! Aunque era demasiado pronto para festejar tal cosa... Tras las bromas y risas dentro del auto en ese pequeño trayecto, abordamos las oficinas de NERV en la superficie. Una vez dentro llegamos hasta las grandes puertas blindadas. Pasa la tarjeta por el lector, y esta misma se abre. Cogemos las escaleras mecánicas que nos llevan al ascensor, el mismo que nos llevará al Geo-Front. Como podéis ver, todo este proceso está dentro de mi aburrida rutina. Ya han pasado más de tres semanas y empiezo a acostumbrarme. Aunque aún me sigo quedando embobado con alguna que otra construcción del cuartel. Cuesta creer que los humanos seamos capaces de levantar tal complejo. Y hablando de complejo, ¡no hay manera de moverse por el cuartel sin un mapa! Pensaba que lo de Misato era mala orientación, pero ahora comprendo perfectamente su problema. En serio, no sé cómo la doctora Akagi, el comandante o Yui pueden moverse por este sitio sabiendo en todo momento el punto exacto por el que andan. Es sobrehumano. Fuera de mis pensamientos, Rei se separa de Misato y de mí. En la semana pasada ambos estábamos sometidos a la misma rutina, pero hoy a ella le toca hacer pruebas con la unidad 00. Ya está arreglada, cosa de la que me alegro, pues eso implica que no tendré que luchar solo. Tendré más posibilidades de salir bien parado.
Y con la risa de ella y mi enojo, seguimos nuestro camino. Mientras que yo voy al vestuario, ella se dirige al laboratorio informático de la doctora Akagi. La primera parte del trayecto es la misma, de ahí que vayamos juntos. No alcanzamos a hablar de nada importante durante el corto trayecto. En un cruce de pasillos, nos toca separarnos. Misato me desea suerte en el entrenamiento y se despide. Antes de darme la vuelta para encarar el vestuario, me quedo mirándola, viendo cómo se marcha de espaldas, muy contenta, casi dando saltitos. Suspiro. ¿A qué viene tanta felicidad? Con una pequeña risa, ahora sí, me volteo camino hacia el vestuario, pero...
Ese mensaje comienza a resonar por todo el cuartel, y junto a él la sirena que indica el estado de alarma. El repentino alboroto en todo el cuartel me proporciona un susto, tras el cual intento calmarme para procesar lo que está sucediendo. ¿He oído bien? ¿Estado de combate número uno? ¿Qué cojones...? “Estado de combate”, no es estado de alerta. No nos están pidiendo que nos preparemos, nos están pidiendo que vayamos ya a luchar. En ese preciso instante una sola pregunta invade mi mente: ¿¡Un Ángel!? [...] ¡No hay otra posibilidad! Tiene que ser uno. Dada más caer en la cuenta, trago saliva y aparecen sudores fríos por mi frente y cara. Comienzo a respirar más fuerte. Un Ángel... Bueno, tranquilo. ¡Tranquilo joder! ¿Qué hago? ¡Es un maldito Ángel! ¡De verdad! No es un simulacro, no tendré esa suerte. ¿Qué debería de hacer? ¡Tranquilo, hostia! [...] “¡Todos a sus puestos! ¡Repito! ¡Todos a sus puestos!” Al oír de nuevo el mensaje, dirijo mi mirada a la megafonía del pasillo. ¿Lo-lo lógico es que tome mi puesto, no? M-mi puesto de piloto. Exhalo aire, dibujando una mueca. [...] ¿Qu-qué es esto que siento en mi pecho?, pienso mientras echo mano a en dicha zona, agarrándola con fuerza. Es como si algo me hormigueara por dentro y me provocara malestar. Maldita sea... Pronto salgo de mis pensamientos, pues aparece Misato corriendo y gritando mi nombre, pero su presencia no es suficiente como para hacer desaparecer esa sensación tan desagradable que estaba agarrando a mi pecho. “¡Rápido Xavi, ponte tu plug suit y vayamos al Dogma Central!” A pesar de sus gritos y prisas, yo no me muevo. ¿Es en serio? ¿No ves cómo estoy? No creo que pueda hacerle frente. “¡Xavi, muévete!”, insiste, sin dejar de gritar. Mierda, voy a tener que pelear otra vez contra uno de esos bichos. Debido a que sigo sin reaccionar, harta, Misato me agarra del brazo y tira de mí dirección al vestuario, conduciéndome hacia allí involuntariamente. [...] ¿Qué hace? ¿Acaso no ve mi estado? Ni siquiera se ha molestado en tratar de calmarme... Pronto llegamos al vestuario. Una vez en la puerta, Misato se detiene y me mira, pasando a ordenarme: entra. Con la cabeza hace un movimiento indicando la puerta, pero yo solo puedo quedarme mirando. ¿Qué cojones me pasa? Ni siquiera puedo tragar saliva de lo impactado que estoy. Esto está siendo demasiado precipitado. ¿Por qué tengo que luchar hoy contra un Ángel precisamente? Sin aviso y sin nada, aún no me he hecho a la idea. No quiero que me pase como contra Sachiel. Contra ese tuve suerte, no ocurrirá un milagro dos veces. ¿Acaso estoy lo suficientemente preparado? Solo he luchado contra hologramas, esto va a ser una batalla de verdad... ¿Quién me dice que voy a sobrevivir?
Después de los gritos, sus manos permanecen atenazándome fuertemente. Su mirada ardiente penetra en las dudas de mis ojos. Pero no es suficiente, Misato. No es tan fácil. ¿De qué me sirve entrenar si en cuanto he sentido el estado de combate me he puesto a temblar como una nena? No creo que pueda. No, no tan de sopetón. Esto me está agobiando demasiado. Después de unos segundos, Misato me suelta, despacio. Una vez retira las manos, pasa a cruzar los brazos sin dejar de sostenerme la mirada y exclamar: “¡Eres un piloto hecho y derecho! ¡Compórtate como tal!” [...] Mira sus ojos. No son los de una hermana mayor, no hay amor en esa mirada. Es la mirada de un superior a un soldado raso. [...] Pensaba que eras diferente, Misato.
Después de soltar aquello, con pesadez, sin ninguna gana me introduzco en el vestuario. ¿Ella creía que iba a motivarme? No gracias, no así. No necesitaba pruebas de que mi posición no ha cambiado. Parece que he vuelto a engañarme una vez más. Y mientras me visto, una vez más, aparecen esas frases comparecientes que hasta ahora siempre me habían acompañado: “No tengo elección.” “Soy un piloto, es mi destino.” Esas jodidas frases de las que nunca me podré librar. Sí, esa es la mierda de destino que se me ha impuesto y que parece que no va a dejar de joderme. Una vez con el plug suit puesto, vuelvo junto a Misato, solo para ser tomado del brazo una vez más y ser arrastrado hacia el Dogma Central. Con la mayor prisa posible por parte de Misato, y con la mayor impasibilidad de mi parte, llegamos en unos minutos a nuestro destino. Nada más poner un pie en la gigantesca sala, puedo apreciar como todo el mundo está en sus puestos, en tensión por el Ángel, pero dedicados a su trabajo por encima de todo. Maya, Makoto y Shigeru manejan la información, siempre bajo la supervisión de la doctora Ritsuko Akagi, dando detalles a tiempo real sobre los movimientos del Ángel. Por su parte, el comandante Ikari se mantiene sentado en su silla, en su pose característica de las manos cruzadas y cara apoyada en ellas. A su lado está el profesor Fuyutsuki, como siempre. Enfrente de ellos dos estaba Yui, acompañada por Rei, la cual iba vestida con su plug suit blanco. Nada más llegar, Misato me suelta y va a la zona de los paneles, pidiendo aclaraciones sobre la situación, con mucha intensidad. Inmediatamente toma su posición de capitana, conociendo todos los detalles, por ejemplo, como la confirmación del patrón sanguíneo del objetivo, siendo azul. Era lo obvio, es un Ángel. Pasan unos minutos mientras que Misato entra en situación, en los cuales me sitúo casi en la misma puerta del Dogma Central, en silencio, intentando pasar desapercibido. Es entonces cuando Makoto grita informando sobre que tienen imagen del Ángel. Milésimas después de sus palabras, en la gran pantalla de la sala, aparece una imagen del monstruo, acompañado por un sonido de sorpresa.
Era muy diferente al anterior, parecía un insecto alargado. El color predominante en su cuerpo era de tonalidad púrpura, con algunas secciones rosas. Su cabeza se asemeja a la forma de una flecha. Debajo de ella, en lo que podemos considerar el pecho, se sitúa el núcleo al igual que unas ocho patas bastantes pequeñas en similitud con el resto de su cuerpo, al parecer no tienen utilidad. Cuenta con otras dos largas extremidades, de las que salen unos tentáculos. Sobre su cabeza tiene dos puntos a modo de ojos falsos. Por el proyector podemos ver como se mueve planeando sobre sus enemigos, las fuerzas de la JSDF. Los aviones y tanques lo atacan, sin lograr un resultado aparente. El Ángel ni se inmuta, es más, contraataca con sus tentáculos eliminando a los aviones, que caen como moscas.
Solo puedo observar al monstruoso enemigo en la pantalla, asombrado, con la boca abierta, sin reacción. ¿A eso me voy a tener que enfrentar ahora mismo? No me jodan... Estoy tan abrumado que ni soy capaz de notar como Yui Ikari se me acerca. Solo consigo notarla cuando está a mi lado y me agarra de la mano. Al sentir su tacto, rápidamente miro mi mano para luego levantar la mirada hacia la cara de mi superior. Para mi sorpresa, ella estaba sonriendo, con esa calma que tanto la caracteriza. “Es muy pronto para asombrarse, Xavi-kun.” Seguido de eso, me lleva agarrado de la mano junto al comandante, el profesor Fuyutsuki y Rei. Sin decir nada, sin mirar a nadie. Una vez al lado de ellos, muy tenso, decido dirigir mi mirada hacia Rei. Ella, al contrario de mí, estaba relajada. De hecho, cuando nota que la estoy mirando, me regala una sonrisa. Qué envidia, ojalá yo pudiera estar como tú en esta situación. “¿Estás bien, Xavi?”, me pregunta el comandante. Le respondo de forma positiva, sin pensar. ¿Entonces sí que se me nota, eh? Y Misato ha pasado olímpicamente. Mierda, pero tampoco puedo decir que estoy mal, pareceré un completo cobarde. Joder, tanta confianza que han puesto en mí y yo solo puedo ponerme de esta manera. De repente, una llamada llega al teléfono que hay al lado de Gendo Ikari. Sin pausa pero sin prisa, toma el teléfono y tras unos segundos de charla, lo cuelga. Es entonces cuando Fuyutsuki le pregunta:
Oye, espera. ¿No van a sacar al prototipo 00? ¿Van a dejar que vaya a luchar yo solo? Me cago en Dios, esto cada vez se pone más feo. En medio de tanto bullicio, yo, colapsado, recibo la siguiente pregunta por parte del comandante: “¿Puedes hacerlo, Xavi?”. Puede ver claramente mis dudas. “Sí”, respondo, con una más que forzada sonrisa. En aquel mismo momento creía que por lo menos les haría pensar que soy valiente, pero para ser sinceros, no voy a lograr ni eso. Los sudores fríos, mi enmudecimiento y los temblores de mis manos me delatan. Estos últimos llaman la atención de Rei, que se queda fijamente mirando como mi puño cerrado, tenso, no para de temblar. Tras observarme unos segundos, incluso amaga con decirme algo, pero no puede, pues recibo la orden de moverme a la jaula del EVA 01. Mientras me marcho del Dogma Central, bajo la mirada del profesor, este mismo comenta:
De camino a la jaula noto como cada paso me mete en mayor tensión. Es en serio, voy a luchar contra ese bicho de los tentáculos. Yo solo. Han visto claramente que me muero de miedo, pero no han hecho nada por detenerme. Voy a tener que luchar, sin ayuda de nadie. Posiblemente muera. Mírame, solo puedo temblar del miedo. No estoy preparado, voy a morir. [...] ¡Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, mierda! ¡¡Deja de temblar!! ¡Maldita sea! ¿¡Qué clase de piloto soy!? ¿¡Para qué mierda se me ha impuesto este destino!? ¡Tantas ganas tiene la parca de hacerse con mi alma! ¡Me cago en la puta! [...] Ya está bien. Ya estoy cansado. ¡Estoy cansado de toda esta mierda! No sé para qué me hago ilusiones. ¿Una nueva vida? ¿Amigos? ¿Una hermana mayor? ¡Váyanse al diablo cada uno de ustedes! ¡Estoy hasta las narices de sus promesas vacías y sus estúpidas sonrisas que no me ayudarán a salvar el culo! ¡A la mierda! ¡Que sea lo que tenga que ser! Es hora de que acepte lo que soy. Soy una puñetera arma. Misato ya me lo ha dejado bien clarito con esa mirada. Soy su puta arma, soy el arma de Gendo Ikari, de Yui Ikari y de toda la jodida humanidad. Esa es la realidad, la única y maldita realidad, por mucho que traten de disfrazarla. ¡Todos han visto que me estoy muriendo de miedo y han decidido ser meros espectadores! ¡Todos! ¡Ninguno de ellos ha amagado siquiera con detenerme! [...] Largo y fuerte suspiro. Pero bueno, ¿qué más da? Al fin y al cabo las armas no piensan, solo actúan. Decidido, haré eso, actuaré. De todas formas, si un arma se rompe solo necesitas fabricar una nueva... Tratando de mostrarme calmado, como si fuese el estúpido héroe valiente-inconsciente que todos quieren ver, llego a mi destino. Una vez allí, me introduzco dentro de la cápsula Entry plug. Segundos después, la misma es insertada en la nuca del Evangelion. Vuelvo a estar dentro de la cabina, a bordo del Evangelion 01, un sitio que solo me transmite miedo y angustia. ¿De verdad este trasto puede matar a un Ángel? No con un piloto patético como yo. No ocurrirá un milagro dos veces. Acto seguido inyectan el LCL en la cabina, al cual estoy más que acostumbrado. Sí, ya me he acostumbrado a su olor, cómo el de la sangre. Una vez el Entry plug se llena del líquido, pasan a conectar el cable energía a la espalda del EVA; así como liberar los distintos anclajes que aseguran a la unidad. A continuación se inicia el proceso de sincronización con el Evangelion. Sin ningún problema, me conecto al prototipo. “Nivel de sincronización es estable, alcanza el 52,57%”. Aunque todo está en aparente orden, el resultado de mi sincronización alarma a la doctora Akagi: “¿52%? Sí en el test de ayer rozaba el 80%”, susurra. Pero de poco sirve ese dato, hay que enviar el arma a luchar. Así que se procede a desplazar al Evangelion a la plataforma de lanzamiento, mientras que desde la sala de mando se traza la ruta de salida para que coincida con el Ángel. “¡Unidad Evangelion 01 lista para el lanzamiento!”. Antes de escuchar la orden de lanzamiento, dentro del EVA, respiro profundamente y trato de no dejar que los nervios me controlen. Si tengo que morir, me llevaré a ese hijo de puta conmigo. En ese proceso, Misato decide comunicarse conmigo.
¿Todos estáis conmigo, eh? Ya veremos luego quien es el que resulta herido. Ya veremos quién es el idiota que sangra. Y sigue sin mostrar un ápice de preocupación por mi estado... Vaya una hermana mayor patética. En cuanto se corta la transmisión y la pantalla delante de mí desaparece, escucho como Misato da la orden de despegue. Siguiendo dicha orden, la unidad Evangelion 01 sale disparada, pues los anclajes tiran de la unidad siguiendo el camino designado por los túneles, hacia la superficie. Dentro del Evangelion la sensación es de pura velocidad y presión, sintiendo las vibraciones mientras la fuerza de la subida me empuja contra el asiento. Así, a plena luz del día en la ciudad de Tokyo-3, por una de las carreteras principales de la ciudad, dibujando un cuadrado, aparecen unas letras rojas en las que pone “Danger Elevator”. Como era de esperar, la carretera se separa a modo de apertura y por ella asciende el Evangelion, aún sujetado por unos anclajes. Han procurado que emerja fuera del alcance de Shamshel. La ciudad ya había sido evacuada y solo quedan los edificios no habitados. Finalmente se le retiran los últimos anclajes, quedando la unidad totalmente liberada. Rápidamente paso a ocultarme entre los edificios, no pienso tener un contacto directo como la otra vez. Mientras, en el Dogma Central, se procede a un análisis sobre el Ángel en un intento de dar una buena estrategia al prototipo 01.
¿Con precaución? ¡Ja! Como si ella pudiera estar en mi situación lo suficientemente relajada como para actuar con “precaución”. Si quieres le digo al Ángel de tomarnos una cerveza, “onee-sama”. En fin, hora de contentarles a todos. Uno de los edificios falsos pasa a cumplir su función. De la misma forma que me sirve para cubrirme, también funciona como recipiente para el armamento. La pared del edificio se abre, deslizándose, como si se estuviera abriendo una caja, mostrando en su interior el armamento. En esta ocasión el “edificio sorpresa” me ha regalado un rifle de paleta, una gigantesca arma de fuego.
Mi respuesta enoja claramente a Misato, pero ella, muy profesional, decide morderse la lengua por el bien de la misión. Tal y como me habían ordenado, agarro el rifle y comienza a moverme entre las edificaciones, acercándome lo suficiente al Ángel. Shamshel sabe que mi EVA lo está acechando, pero el parece haber decidido esperar a que yo haga el primer movimiento. Tras un fuerte suspiro, apoyando la unidad en el edificio, recuerdo el entrenamiento: Fijo el objetivo y pulso el gatillo. Con un grito, sin pensármelo dos veces, realizo un brusco movimiento por el que saco al prototipo de su escondite. En apenas un segundo fijo al objetivo y posteriormente disparo a discreción. Sin embargo, los disparos son repelidos por el campo AT. Inmediatamente, vuelvo a resguardarse en el edificio. “¡Puto campo AT!”, maldigo. Pero claro, Shamshel no va a quedarse de “brazos cruzados”. En cuanto mi ataque inútil finaliza, mueve sus dos brazos principales, agitando los tentáculos que cuelgan de ellos y dirigiéndolos contra mí. En un movimiento rápido y violento, el primer tentáculo golpea el terreno junto al edificio falso, creando una fisura en el suelo. El segundo tentáculo si alcanza el edificio, segándolo de forma limpia. El corte que produce es similar al de una katana afilada sobre una pieza de fruta. Por suerte, el corte se produce sobre la parte superior del edificio, en horizontal, por lo que al estar agachado esquivo el tajo. En la sala de mando todos respiran aliviados al ver que yo y mi unidad estábamos intactos. Tras el movimiento del Ángel, los dispositivos de NERV presentan novedades en el análisis del mismo. Inmediatamente los responsables de los ordenadores reportan las novedades a Misato y Akagi.
“No solo corta, también quema. Estamos apañados”, susurro, sin abandonar mi pesimismo. Todavía me encuentro agachado tras el edificio. No obstante, queda más que claro que este montón de escombros ya no puede ofrecerme ningún tipo de cobertura. No tengo más remedio que pasar a la ofensiva. Mientras Shamshel retira sus tentáculos, preparando un segundo ataque, decido salir del edificio lo más rápido que puedo. Aún agachado, apunto con el rifle, decidido a volver a intentarlo. De este modo repito la operación anterior y paso a abrir fuego. A pesar de mi nuevo esfuerzo, vuelvo a toparme con el campo AT.
De eso ya me he dado cuenta, capitana. Acto seguido, lanzo el rifle por los aires para salir corriendo hacia algún edificio. Eso sí, soy tan estúpido qué corro dándole la espalda al enemigo, un movimiento muy ingenuo. Sin ningún tipo de preámbulos, Shamshel lanza sus tentáculos contra mí. A pesar de estar corriendo de espaldas, gracias a mi instinto, soy capaz de verlo venir, por lo que reacciono ágilmente dando un salto. Siguiendo el movimiento, al saltar encojo las rodillas en el aire, por lo que los tentáculos pasan por debajo de las piernas de mi unidad. Si no lo hubiera esquivado, el Evangelion 01 hubiera terminado partido en dos. Pero no puedo darme por satisfecho, el Ángel consigue cortar algo. El tentáculo alcanza el cable umbilical, es decir, el gigantesco cable enchufado a la espalda del Evangelion que se encarga de suministrarle energía. El EVA 01 pone los pies en el suelo a la par que el cable cortado choca contra el mismo. En cuanto veo que me he quedado sin suministro de energía, no puedo evitar paralizarme, pasmado, observando como el cable rebota sobre el suelo de Tokyo-3. En cuanto el suministro de energía continuo desaparece, se activa la batería interna por 5 minutos de la que dispone el Evangelion. En la sala de mando cunde el pánico.
El grito de Misato me llega perfectamente. ¿Otro cable de suministro? Inmediatamente, por medio de una pantalla en mi carlinga, me señalan el edificio más cercano con un repuesto. Pero... ¡Si el Ángel está en medio! ¡Va a ser imposible llegar! A la par que dudo sobre cómo actuar, vuelvo a cometer un error de novato y me convierto en un blanco fácil. Tratando de aprovechar la ocasión, lanza uno de sus tentáculos contra mí, pero mis reflejos son lo suficientemente buenos como para esquivarlo saltando hacia atrás. “¡A la mierda! ¡Daré un rodeo hacia el edificio!”, grito. Así lo hago, salgo corriendo y una vez más, le doy la espalda a Shamshel. Esta vez sin que pueda percibirlo, lanza de nuevo uno de sus tentáculos, atrapando en esta ocasión el pie izquierdo de mi unidad 01. Debido a que el EVA iba en carrera, al ser agarrado del pie, no puedo evitar caer estrepitosamente contra el suelo de Tokyo-3. Al tratarse de un ser humanoide de unos 40 metros de altura, la caída provoca un gran estruendo y destrozo en el suelo de la ciudad. Lo primero que siento después del fuerte golpe contra el suelo, es la sensación de ser agarrado por el tentáculo del Ángel. El dolor es horrible, como si hubiese metido el pie en unas ascuas. Mientras trato de lidiar con el dolor, en la sala de mando todos observan temiendo lo peor. El EVA está totalmente indefenso, por lo que Shamshel, como si se tratara de un juguete, levanta a la unidad con su tentáculo, dejándola bocabajo, en el aire.
“¿¡Qué te crees que intento!?”, le devuelvo el grito, muy enojado. A pesar de ello, soy incapaz de sacar el cuchillo progresivo del soporte en el hombro del Evangelion 01. Shamshel comienza a zarandear al EVA un poco, hacia delante y luego hacia atrás. Poco a poco, el movimiento como de un péndulo, va cobrando fuerza. Unos segundos después, logra el suficiente impulso como para acabar lanzado a la unidad 01 por los aires. En el trayecto del vuelo, el prototipo colisiona con varios edificios, hasta un total de tres, destrozándolos en el choque. Un espectáculo doloroso, sobre todo para mí. El resultado final es un montón de polvo, conmigo en medio de una pila de escombros. Adolorido por los choques, intento ignorar mi entumecido cuerpo. Trato de reincorporarme, no quiero morir aquí. Esto todavía no ha acabado, maldito. Ya lo he dicho antes, si tengo que morir, te llevaré conmigo al infierno. Gracias a que ese cabrón se ha quedado un poco retirado después de mi vuelo, dispongo del tiempo suficiente para levantarme. Lo hago con dificultad, con el dolor como reflejo en cada uno de mis movimientos. Solo apoyándome en los pilares medio destrozados de los edificios consigo volver a erguir a la unidad morada. Respirando fuerte, con una fatiga que nunca había sentido, antes de que pueda tomarme un descanso, veo como el maldito Ángel se me acerca una vez más.
Entre los escombros de los edificios, apoyado en ellos pues me cuesta recuperar el equilibrio, viendo como ese jodido cabrón se prepara para rematarme, recibo claramente las órdenes de mi capitana. Durante unos segundos se hace el silencio. En la carlinga solo se escucha mi fatigada respiración, acompañado de fondo por el contador de la batería, cada vez más cerca de llegar a cero. A pesar de haber escuchado claramente las órdenes y de ser lo más inteligente de hacer, no sé por qué, pero... Comienzo a reírme. Al principio una risa calmada, que va creciendo poco a poco, hasta acabar en carcajada. ¿Acaso me estoy volviendo loco? Tras coger aire una vez he terminado de reír:
Desconcertando a todos los presentes en el Dogma Central con mis palabras, finalmente dejo de apoyarme en los pilares de la destrozada edificación, parándome por mi mismo. Dentro de la carlinga, aun sufriendo los moratones en mi cuerpo, de alguna forma, he dejado de estar nervioso. No pienso nada, tengo la mente en blanco. No sé porque tengo ganas de hacer esto, hace apenas unos segundos deseaba con todas mis fuerzas una orden como la que me acababan de dar: retirada. Pero, siento que tengo que hacerlo. Ese cabrón no puede irse de rositas. Voy a matarle aunque me cueste la vida. Por eso mismo, mi siguiente gesto es llevar la mano del prototipo al soporto en el hombre, del cual saco el cuchillo progresivo, un arma blanca que está equipada en todas las unidades.
Ignorándola completamente, me lanzo contra Shamshel, gritando como un loco. Empuñando el cuchillo progresivo, avanzo firme, de frente, en dirección al pecho del Ángel donde se encuentra su núcleo. No paro de gritar, estoy en estado de pura adrenalina. No obstante, como es una carga de frente, Shamshel lo tiene muy fácil y lanza sus dos tentáculos contra mí. Pero... Eso es justamente lo que quiero. Haciéndome a un lado, consigo esquivar el primer tentáculo; mientras que con la mano izquierda, libre, agarro el segundo. Nada más tomarlo, al apretar para que no escape, la mano del Evangelion comienza a quemarse, sensación que se me transmite y por la que no puedo evitar soltar un grito de dolor. A pesar de que parece que estoy oprimiendo una ceniza recién sacada del fuego, no suelto a mi rival. Apretando los dientes por el dolor, suelto un nuevo grito de rabia alzando el cuchillo progresivo para acabar golpeando en el tentáculo de Shamshel. Contra todo pronóstico, consigo cortarlo, pero no del todo. Mierda, necesito varios cortes. No me queda más remedio que repetir el proceso. Aunque, me estoy olvidando de un pequeño detalle: el otro tentáculo. El Ángel, entre gritos de dolor por los cortes recibidos, lanza su tentáculo libre contra mí. No puedo esquivarlo, pues equivaldría a soltarle, por lo que recibo una perforación en mi costado. Prefiero eso a dejarlo escapar. El dolor es inmediato y me hace liberar un grito de dolor, el cual estremece a todos los presentes en la sala de mando. Introducido por el costado derecho, el tentáculo entra por la zona de las costillas, casi pegando a la espalda. Con todo su calor, atraviesa el cuerpo del EVA hasta llegar a salir por la zona delantera, concretamente en la del estómago. La sensación es horrible, cómo se revuelve dentro de las entrañas del EVA, de mi cuerpo. A pesar de lo negro de la situación, no me dejo amedrentar.
Con ese grito de rabia vuelvo a alzar el brazo y lanzo un último tajo con el cuchillo progresivo. Esta vez lo he conseguido. El tentáculo de Shamshel queda destrozado, partido en dos, a lo que el monstruo reacciona con un grito desgarrador y ensordecedor. Con brusquedad, lanzo al aire el trozo de tentáculo que aún agarraba con la mano del EVA. El dolor que siente el Ángel es tal, qué retira el tentáculo que me atraviesa. Lo retira de golpe, haciéndome sentir cómo si saliera de mi propia barriga, obligándome a escupir sangre. No obstante, no voy a dejar que se salga con la suya. Sin perder el tiempo, nada más deja de perforarme, agarro el segundo tentáculo antes de que se aleje de mí. Con todas mis fuerzas, tosiendo aún por la sangre que acababa de escupir, aprisiono a mi enemigo. El dolor es tanto que no puedo evitar clavar la rodilla de mi unidad en el suelo.
Tomando un poco de aire, con el Ángel removiéndose de dolor pero sin conseguir liberarse, decido que ya es hora de asestar un buen golpe. Así paso a clavar el cuchillo progresivo en el tentáculo de Shamshel aun intacto, logrando liberar mi mano. El cuchillo permanece clavado. Ahora, con las dos manos libres, uso ambas para constreñir el tentáculo. Con una fuerza descomunal, posiblemente producto del momento de adrenalina, suelto un nuevo grito por el esfuerzo y tiro del tentáculo de Shamshel a la par que me volteo para conseguir más inercia. Mi empeño es tal que, aunque al principio causa duda, comienza a levantar al Ángel. Finalmente, en un movimiento bárbaro, lanzo al Ángel por los aires, pasándolo por encima de mi propia unidad y por último chocándolo con la mayor furia que puedo contra el suelo. La colisión es tal que hasta retumba levemente en el interior del Geo-Front. De esta forma, el Ángel queda tumbado sobre el suelo, bocarriba e indefenso. Yo, que aún agarro el tentáculo a dos manos, actúo de forma que lo suelto con la mano derecha mientras aún lo aprisiono con fuerza con la otra mano. Con la mano libre cojo el cuchillo que aún seguía clavado en mi rival y por último suelto el tentáculo del todo, liberándolo al fin. Pero esto no acaba aquí. Ahora, con ambas manos, empuño el cuchillo progresivo y de un salto me deposito sobre la cabeza del monstruo, pisándosela para evitar que se levante.
En un último grito de rabia, elevo hacia el cielo mis dos manos y luego las dejo caer con una puñalada sobre el núcleo, en su pecho. De la fuerza del impacto, el cuchillo se hunde en el núcleo, que se resquebraja como un cristal. El Ángel, sin embargo trata de resistirse a morir, lanzando un ataque con su herido tentáculo, a la desesperada, pero falla. Ejerciendo más fuerza, aprieto el cuchillo y lo clavo aún más profundo, provocando que salten chispas alrededor del núcleo. En cuanto más fuerza hago, mayor es la histeria que muestro. En un último acto de vida, Shamshel suelta un chillido ensordecedor. La fuerza de éste es tal que obliga a todos los de la sala de mando a taparse los oídos, a todos menos a Gendo Ikari, que sigue en su misma pose. Finalmente, los movimientos del monstruo se ralentizan, acabando silenciado, quedando inerte.
Y los trece segundos restantes de la batería de la Unidad Evangelion 01 se agotan. Todo se queda en completo silencio. El EVA permanece en la pose final de la batalla, aun sujetando el cuchillo clavado en el núcleo del Apóstol. [...] La carlinga queda sumida en la oscuridad, no hay energía para iluminarla. No puedo realizar ningún tipo de transmisión con el Dogma Central. No puedo ver lo que ven los ojos del prototipo. Estoy a oscura. [...] Se acabó. Ya no hay más gritos. Ya no hay más histeria. Ya no hay más peligro. Ya no hay más Ángel. He vencido. [...] Con ese pensamiento, elevo mis manos. No me dejan de temblar. ¿Por qué estoy temblando? Todo ha acabado ya ha terminado. Sin dejar de contemplar mis temblorosas manos, rompo a llorar. ¿Por qué estoy llorando? Por favor, que alguien me saque de aquí... To be continued... |
#08 For that reason...
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Por eso mismo...
Día 15 de abril, miércoles. Han pasado tres semanas desde el incidente con el octavo Ángel. Estaba de camino a mi despacho, pero el papeleo tendrá que esperar. Primero la reunión. La dichosa reunión que hemos pospuesto durante estas últimas tres semanas. Bien es cierto que no damos abasto: las reparaciones de la unidad 01, retirar el cuerpo del octavo de la ciudad, estudiar el del mismo, las quejas de los civiles porque sus negocios quedaron destruidos... ¡Ni un respiro! [...] De todas formas no es excusa, no deberíamos de haber sido tan descuidados, Xavi es mucho más importante que todos esos estúpidos procederes. De hecho, con la cosa de ir dejando el tema a su aire, las cosas han empeorado... Suspiro. Espero que la reunión me sirva de algo. Para ser sincera, no veo como hablar con el comandante o el profesor me va a dar una solución plena. Hemos generalizado el problema, y con algo de razón, pues su actitud reacia es a todos los del cuartel por igual. Solo con Rei o Shinji puedo ver al Xavi abierto de antes de la batalla con el Ángel. Pero con los demás, está claramente en nuestra contra. [...] Por eso mismo, tal vez solucione lo de “en nuestra contra”. ¿Pero me servirá a nivel íntimo? Está claro que conmigo es diferente. Desconfía de mí incluso más que al principio. Nunca me dirige la palabra, siempre me hace feos desviándome la mirada, reniega de mí... Ya ni siquiera puedo tener una tranquila cena con él y Rei. Solo mira su plato, come lo más rápido que puede y se levanta de inmediato. Estoy incómoda en mi propia casa... Creo que me odia... Abandonando mis pensamientos por un instante, después de haber recorrido todo el camino, salgo del ascensor que me había llevado a la última planta, encarando así la oficina del comandante. Un nuevo suspiro. Ya solo me queda esperar un milagro, porque no sé qué hacer, es muy frustrante. Necesito una ayuda o consejo por parte de mis superiores. Pero claro, tampoco puedo hacer ver el problema como algo personal, no solo se reduce a mí. No se recude a mí, pero sí lo noto más... ¡Por Dios! ¡Entraré ahí y ya! [...] Y después de tomar aire, procedo. Una vez dentro, después de los cordiales saludos seguidos del “siéntese por favor”, quedo enfrente de mis superiores, ambos expectantes. Gendo Ikari en su clásica pose, mientras que el profesor estaba de pie a su lado.
Sí, no cabe duda de que fue eso. Cuanto más lo pienso más sentido cobra. Hacían horas que la batalla había finalizado. Xavi había sido rescatado y empezaban las operaciones para retirar los cuerpos del prototipo 01 y el del Apóstol de la ciudad. Estaba enojada por lo sucedido durante la batalla. Desobedeció mis órdenes y encima me faltó al respeto. Aunque tengamos una relación estrecha, el campo de batalla es el campo de batalla. Hay que respetar los cargos. Debía actuar como debe de actuar un superior. A pesar de que él estaba herido: quemaduras, moratones y huesos fracturados; a pesar de que estaba fatigado por la batalla, a pesar de que acababa de sufrir un shock al enfrentar a sus miedos... Yo... En mi despacho, mientras me apoyo en mi escritorio, él está sentado delante de mí, todo magullado: – ¿Por qué ignoraste mis órdenes? – Pregunté, firme.
Al escucharle apenas pude controlarme. Esa fue la gota que colmó el vaso. Su pasividad, la forma de no tomarme en serio, de ponerme a prueba. Y encima esa frase final, como para hacerme ver que era una persona cruel con él. Todo ello sin mirarme siquiera. No puedo soportarlo más y dejándome llevar le suelto una bofetada. Después de mi impulso, respirando fuerte, retiro mi mano. Su cara queda en la misma posición que tras recibir el golpe. Silencio. Pero la tensión no desciende. Pronto su mejilla comienza a enrojecer, quedando marcada mi cachetada. Él, a pesar de que le había cruzado la cara, seguía sin dar alguna reacción. Con la vista aún en el suelo, inerte, escucha mis gritos:
Sin aguantarlo más, temblando por los nervios y apretando los puños, le grito que se vaya de mi despacho, indicándole donde estaba la puerta con mi brazo derecho, muy tensa. Él, aún sin llegar a cruzar miradas conmigo, obedece, sin pronunciar una sola palabra. Nada más dejarme sola, el enojo continuaba, incluso lance la grapadora de mi escritorio contra la pared. Intentando calmarme me senté y cuando la furia se marchó, dejó un hueco en mí que rellenó el sentido de la culpabilidad. Un sentimiento que a día de hoy no se marcha. Eso fue lo que pasó, todo unas horas después de la batalla contra el octavo Ángel. No cabe duda de que el problema soy yo. Estoy haciendo algo mal con él. Me he visto incapacitada para ser la capitana y la hermana mayor que él necesita. De esta misma forma cuento los hechos al comandante y al profesor, los cuales, tras escucharme atentamente, sin llegar a compartir una mirada entre ellos, me responden:
Una vez fuera de la oficina, encarando el ascensor, no puedo mostrarme más que confusa en mis pensamientos. Sé que estoy obrando bien, hice lo que tenía que hacer, hasta el comandante me lo recalca. ¿Pero, entonces... Por qué me siento mal cada vez que veo su cara? Al final no he sacado nada en claro incluso con la reunión. Pensaba que ahí obtendría la solución, pero sigo igual de atascada. Cuando voy a tomar el ascensor, pensativa, me cruzo con Yui Ikari, quien iba justo en la dirección por la que yo había venido. La saludo, a ella y su sonrisa. De verdad, la envidio, no sé cómo siempre puede mostrarse tan radiante. Un genio, la perfecta científica y ama de casa. Con razón tiene una familia. No como una que yo me sé... Desastre. Cuando me subo en el ascensor, antes de que la puerta se cierre, Yui se voltea y me dice: “No te preocupes por la actitud de Xavi, pronto se le pasará”. Justo después de oírla, sorprendida por su frase y su sonrisa final, ella sigue su camino y la puerta del ascensor se cierra. [...] Suspiro, dejando escapar una ligera risa. Hay que ver, esta mujer sí que es un Ángel y no a lo que nos tenemos que enfrentar a diario. Ojalá tengas razón. De verdad, quiero creerte. [...] Mientras el elevador desciende, me pongo a pensar en lo que tengo que hacer ahora. Tengo que pasarle la copia de seguridad a Ritsuko, aún tengo que atender algunas de las quejas... ¡Ah! ¡Qué rollo! Como me gustaría poder beberme una cervecita fresquita ahora mismo. Una vez salgo del ascensor, toca avanzar por el laberíntico cuartel. Por suerte el camino a mi despacho me lo conozco de memoria. ¡No hay nada que temer! [...] Veamos... Ahora giro a la izquierda, después de dos pasillos torno a la derecha para quedar mirando al sur, vuelvo a girar a la izquierda y sigo recto hasta la sección noroeste... O eso creo. Mientras camino y saludo a algún que otro empleado, no puedo evitar volver a pensar en el tema de Xavi. Realmente me tiene preocupada. Ese chico estúpido se ha ganado realmente mi afecto, he empezado a verle como a algo parecido a un hermano pequeño. Supongo. Es normal estar preocupada por un hermano pequeño. Supongo. [...] ¿Qué podría hacer para conseguir hacer las paces con él? Quiero volver al Xavi que se queja por todo. Quiero volver a tomarle el pelo... Con lo bien que nos lo pasamos. ¿Qué podría hacer...? ¡Todo sería más fácil si él bebiera cerveza! Etto... ¿Dónde estoy? Mirando a los alrededores, me empiezo a sentir algo perdida. Esto no se parece a la sección noroeste. Confundida, le pregunto a uno de los operarios que había por allí. “Está en la sección noreste, capitana.” ¿¡Noreste!? ¡Pero si he acabado en el lado contrario! ¡Aquí es donde se ejercen los pilotos! Pobre de mí. Resignada, no me queda más remedio y que dar media vuelta. Odio al cuartel y su estructura. Aunque, ahora que lo pienso, la zona de descanso me queda cerca. A partir de ella si sabré llegar a mi despacho. Pues para allí que vamos. Incluso es una oportunidad para tomar un refresco. Resulta que aparte de la zona comedor, hay varios pequeños espacios con algunos asientos y unas máquinas expendedoras. Sin equivocarme esta vez, llego a la zona deseada. ¡Lo mejor de las máquinas expendedoras es que son gratis! Ju, ju, ju. ¿Qué bebida debería probar hoy? Me apetece algo nuevo. Makoto me dijo que el zumo de fresa estaba bastante bueno. ¡Puede que tome uno! A medida que llego ante una de las máquinas expendedoras, veo a alguien en ella, agachado para coger un refresco que acaba de seleccionar. Unos pocos metros antes de llegar a su lado, me freno en seco. Era Xavi. Parece que estaba en un descanso. Al visualizarle, la poca alegría que había atesorado se desvanece. Me quedo quieta, como una idiota, sin saber que decir. Él permanece mirándome, también sorprendido. Los segundos pasan, nos miramos sin decir nada, completamente quietos, como si el tiempo se hubiese detenido y la distancia entre nosotros no existiera. De fondo se puede oír la música de ambiente y la conversación de algún que otro miembro del personal. Trago saliva. ¿Qué hago? No lo voy a negar, mi primer impulso ha sido querer pasar de largo, ignorarle. Pero no puedo hacer tal cosa, no servirá de nada. ¿Qué hago? Tengo que aprovechar este momento, me está mirando. Parece que espera a que le diga algo. ¿Qué digo? [...] ¡Aaaah! ¡No sé me ocurre nada! ¡Maldita sea! Cuando el tiempo recobra su curso, Xavi, sin mostrar sentimiento alguno, se gira con bebida en mano, preparado para ir por donde había venido. Agarro mi colgante de cruz, apoyando mi mano derecha en el pecho mientras lo sujeto. Era lo obvio, iba a ignorarme, como llevaba haciendo hasta ahora. No obstante, cuando vi que se marchaba sin darme opción, una vez más, sentí un impulso que en esta ocasión decidí seguir. Todavía no tenía ni idea de cómo iba a conseguir acabar con la tensión existente, pero a pesar de ello, apurada, exclamé:
Silencio de nuevo. Él se frena y después de pensárselo dos veces, se gira completamente hacia mí. ¡Ya está! ¡Lo he hecho! Aunque sonrío un poco al ver que iba a escucharme, pronto los nervios vuelven a mí. ¡No sé qué decir! [...] Ahora aprieto mi colgante con más fuerza. Soy una completa estúpida, he conducido toda la situación a un momento que debo llenar con unas palabras que no tengo. [...] Puedo decirle que no es nada, que lo olvide, y escurrir el bulto... ¡No, Misato! ¡Ni hablar! Eres una mujer hecha y derecha, no te vas a dejar achantar por un crío. Es hora de echarle coraje y ser sincera, es la única manera de salir de este mal trago. Simplemente diré lo primero que se me venga a la cabeza. Allá voy... Cuando abro la boca para pronunciar la primera palabra de mi frase reconciliadora, mi voz no llega a salir, pues un fuerte ruido me impide hablar. Aún con las palabras en la boca, miro alrededor, entendiendo que el alboroto era provocado por la alarma del cuartel. Al alto sonido le acompaña el conocido mensaje de alerta: “¡Atención! ¡Se ha declarado el estado de combate número uno! ¡Todos a sus puestos!” [...] ¿Estado de combate? Procesa mi mente. No puede ser... ¿¡Un Ángel!? Tsk, aparecen cuando menos lo esperamos. Más me vale ir al Dogma Central rápido. Olvidando totalmente el contexto en el que me encontraba, fijo a Xavi con mi mirada y sin dudarlo le ordeno:
Cuando lanzo la orden, segundos después, me doy cuenta de que la alarma me había hecho ignorar totalmente la situación. Sorprendida por mi propia reacción a la situación, rápidamente busco algún estímulo de Xavi con la mirada. Boquiabierta, veo venir la reacción que tanto me temía. Soltando un suspiro, agachando la cabeza, me responde: “Recibido.” Antes de voltearse para ir a los vestuarios, durante un segundo, deposita su mirada contra la mía, transmitiéndome un claro sentimiento: decepción. [...] Joder, solo he hecho la idiota. Mientras se marcha, me quedo quieta, pensando en cómo había desperdiciado una buena oportunidad. Cuando se aleja lo suficiente, yo, con rabia, le doy una patada a la máquina expendedora. Enojada conmigo misma, mirando al suelo, susurro:
“¡Rápido! ¡Ve a cambiarte y preséntate en el Dogma Central!”. Tsk, maldita Misato, ¿eso es todo lo que tienes que decirme? Ya veo que poco te importa la actitud que tenga hacia a ti. Joder, solo me pone de mala leche el pensarlo. ¡Y encima un nuevo Ángel! Esto va mejorando por momentos... Cuando veo una papelera, lanzo en ella el jugo de fresa que había sacado de la máquina expendedora. Tenía razón Rei, está bastante bueno. En fin, mejor vayamos a ponernos el plug suit y acabemos de una maldita vez. Mientras camino hacia el vestuario, intentando no pensar en el momento que acababa de compartir con Misato, me doy cuenta de una nueva característica de mí mismo: estoy más tranquilo de lo normal. Quiero decir, no es que quiera salir a luchar contra un nuevo bicho, que a saber la forma que tiene este, por cierto. La cosa es que, no siento la angustia de la otra vez. ¿Tan rápido me estoy acostumbrando a esta mierda? Debo de ser masoquista o algo así. Suspiro. Cuando me falta poco para llegar al vestuario, me cruzo con Rei. Ella, ya con su plug suit blanco, va corriendo hacia el Dogma Central. En los pocos segundos de cruce, me insta a darme prisa en seguirla. Desde luego esta chica no hay quien la comprenda. ¿Cómo puede tener tanta prisa por ir allí? Su unidad está en plenas condiciones, no hay duda de que la van a lanzar. ¿Acaso no tiene miedo? Y bueno, aunque lo tuviera, Misato la mandaría igualmente. Mírame a mí, soy el claro ejemplo de ello. Hay que joderse, me detiene cual película americana, que parecía que iba a soltarme un discurso, y acaba dándome órdenes. Manda huevos. Aunque tal vez la culpa sea mía por esperar algo de ella, en tres semanas no ha hecho por acercarse a mí. Ya solo puedo confiar en Rei y en Shinji. Al menos de momento. Quién sabe si no llegará el momento en el que mi compañera me deje tirado en una batalla y el miedo le haga huir. Aunque no la culpo si eso llega a pasar. En fin, pronto llego al vestuario, me coloco el plug suit más los clips A-10 y dirección para el Dogma Central. Yupi. Durante la nueva caminata, no puedo hacer otra cosa que seguir pensando en el tema Misato. Es eso o pensar en el Ángel que me espera, así que... De nuevo suspiro. Debo de importarle muy poco, y yo que la empezaba a ver como una hermana mayor. Solo de pensar en la bronca que me dio al final de mi batalla contra el octavo, sin preocuparse de mi estado, sin un simple: “¿Cómo te encuentras?”; solo de pensar en ello, me doy cuenta de que le importo poco. Es evidente, de no ser así, estas tres semanas no habrían transcurrido de la manera que lo han hecho. En fin, ahí está la puerta del Dogma Central. Veamos que bicho va intentar matarme esta vez. Nada más entrar en el lugar, con el bullicio al que ya me voy acostumbrando, puedo ver en la pantalla al que va a ser nombrado como noveno Ángel. Por una vez estoy sorprendido por la forma del Ángel, pero no porque parezca un monstruo, sino porque difiere bastante de los dos anteriores: se trata de un gigantesco octaedro, es decir, dos pirámides unidas por la base, que avanza a lo largo de Tokyo-3 flotando en el aire. La superficie de su cuerpo es de color azul, con una composición altamente reflectante. Ni siquiera parece un bicho vivo, con esa forma más bien es un dado de ocho caras con mala leche. Supongo que tiene mala leche, porque es un Ángel.
Nada más escuchar las ordenes, Rei corre hacia a mí y me toma de la mano para darme prisa. Hay que ver, no sé porque tiene tanta prisa esta chica en salir a sufrir. Realmente no lo entiendo. Antes de ser arrastrado hacia la jaula de mi Evangelion, busco con la mirada a Misato. Pero ella, centrada en su trabajo, no tiene tiempo para pensar en mí o mirar cómo me voy. No sé qué estaba esperando, soy un capullo. De una vez por todas, tomamos el camino hacia las jaulas. Siguiendo el procedimiento de otras veces, acabo dentro del prototipo Evangelion 01. Como de costumbre, me sincronizo sin problemas. Creo escuchar que alcanzo un índice del 65%. He vuelto a bajar en porcentaje. Posteriormente, tanto mi EVA como el de Rei son desplazados a la rampa de lanzamiento. Mientras se calcula una ruta para ambos Evangelion, en el Dogma Central siguen al detalle los movimientos del Ángel. Antes de comenzar cualquier operación, el comandante se sobrepone sobre la capitana, Misato, y da órdenes directas. Yo lo escucho todo por medio de las retransmisiones a mi unidad. “Lancen en primer lugar al EVA 01. Que se encargue de estudiar en primer contacto al Ángel, pues cuando lo veamos oportuno, lanzaremos al EVA 00 para que ataque desde un punto ciego.” Y todos responden: “¡Entendido!” Todos menos yo, el único al que no le ha gustado el plan. Primero me lanzan sin experiencia ante un Ángel, luego me lanzan cagado de miedo y ahora me toca ir como carnada. ¿En serio? Pero claro, no puedo rechistar siquiera, es el comandante el que da la orden. Esto es increíble. ¿De verdad él y Shinji son padre e hijo? No lo parecen. En fin, de todas formas nunca se ha visto a un rifle quejarse, así que poco puedo hacer yo. Desde el Dogma Central, Misato, seria, da la orden de lanzamiento de la unidad tripulada por un servidor. Como no se podía esperar de otra manera, se produce el despegue tocándome soportar las sacudidas que el mismo ofrece. Aunque todo marcha bien en un principio, pronto se registra una anomalía en los sensores que vigilan a Ramiel. Nada más notarlo, Shigeru, quien está al cargo de dichos aparatos, informa rápidamente de ello:
A pesar del aviso y los gritos en el Dogma Central, la figura del Evangelion 01 emerge sobre la ciudad de Tokyo-3. Yo, dentro de él, no me entero de nada de lo que está pasando. Por eso mismo, ignorante, espero a que separen de la unidad los últimos anclajes de seguridad que la mantienen sujeta. Cuando hago contacto visual con el Ángel, puedo apreciar como el mismo separa las dos pirámides que lo forman y deja a la vista su núcleo. Una pequeña esfera roja, comparada con el resto de su cuerpo. Así, su cuerpo queda de forma similar a un reloj de arena, con sus dos pirámides ahora planas separadas en dos capas tanto arribas como abajo y en el centro de todo el núcleo, como si fuese el punto por donde pasa la arena del reloj. Fuera de tratarse de un movimiento arriesgado por exponer el núcleo, este mismo genera un resplandor, cargando un rayo.
Un poderoso rayo de color púrpura sale a toda velocidad desde el núcleo de Ramiel y atraviesa toda la ciudad de Tokyo-3 para acabar acertando, con precisión asombrosa, en el pecho de mi unidad. Un impacto directo y grotesco, que sacude a todo el Evangelion que aún estaba anclado. El rayo comienza a agujerear el pecho del EVA, provocando que salten chispas a su alrededor, como si de un soplete se tratara. Por el calor producido, pasa a ser de color amarillo. Las alarmas se disparan en el Dogma Central, por todos los paneles surgen advertencias sobre el peligro. Yo, por mi parte, recibo un dolor intenso y asfixiante en el pecho. Siento como el rayo me presiona y quema, tanto por fuera como dentro de mí. Desesperado, grito mientras me remuevo en mi asiento, pues el dolor ocupa todo mi sentir. La potencia es tal que incluso mi pecho se ilumina del color del rayo.
Siguiendo las indicaciones de Misato, una parte del suelo delante de la unidad, se desencaja del resto de placas que forman el suelo de Tokyo-3 y acto seguido es erguida hasta colocarse entre el Evangelion y el rayo del Ángel. El ataque golpea ferozmente la placa protectora, pero de poco sirve, pues consigue detenerlo. Parece que ha surtido efecto. Proporcionará un poco de tiempo a mi unidad. No obstante, es demasiado pronto para cantar victoria. Al ver que su ataque es ineficaz, el noveno cambia de forma, dejando de lado la parecida al reloj de arena para adoptar una nueva semejante a una cruz. Por si fuera poco, en cada uno de los cuatro extremos de la cruz, hay un núcleo. Concentrando en ellos nueva energía, acaba por focalizarla en un mismo punto. Una vez obtenido todo ese foco de energía, la suelta en un poderoso y devastador golpe, creando un rayo tres veces más grande que el anterior. A su paso, derrite todo lo que toca, hasta toparse con la protección que aún seguía erigida. Ni apenas tres segundos es capaz de aguantar. De inmediato sucumbe ante el poder calorífico del rayo. Cuando la protección cae, sin nada que le impida acertar, el ataque vuelve sobre el Evangelion 01. Debido a la magnitud de este nuevo ataque, ahora no solo recibo daño en el pecho, sino que en todo el cuerpo del EVA. La sensación de calor/dolor se intensifica, transmitiéndose por todo el cuerpo. Mi estado de histeria y mis gritos de dolor son tales que surgen burbujas en el LCL de la cabina. Aún conectado al Dogma Central, se escuchan mis gritos, alterando aún más a los presentes.
Como medida desesperada, Misato se ve obligada a usar una de las medidas de emergencia. Las rampas de lanzamiento, aparte de los anclajes que se usan en los Evangelion, tienen los suyos propios que aseguran la sujeción de la plataforma cuando ésta llega hasta la superficie. En NERV siguen al pie de la letra el refrán que dice: “hombre precavido, vale por dos”. Por eso mismo, los seguros de la plataforma que normalmente son anclados a la pared del túnel, permitiendo que la misma quede suspendida en el aire; cuenta con detonadores para las emergencias. La capitana ha ordenado detonar estos mismos. Durante unos segundos se producen varias explosiones simultáneas que hacen ceder a los seguros y pronto toda la plataforma comienza a descender. En cuanto el EVA desparece del panorama, el Ángel detiene su ataque y regresa a su forma original de octaedro.
En todo ese proceso, como habéis podido ver, la carlinga es extraída del cuello del Evangelion, el LCL es desbordado de forma rápida de dentro de la cabina y finalmente un cuerpo médico que estaba a la espera recoge al piloto. Inconsciente y aplicándole los primeros auxilios, el cuerpo de médicos se lleva a Xavi a toda velocidad hacia la zona hospital del cuartel. En el camino, los médicos rajan el plug suit de Xavi, con cuidado de no cortarle y se lo quitan, dejándole desnudo. Nada más llegar a la zona señalada, introducen al piloto en una de las máquinas más avanzadas de la humanidad en lo que medicina se refiere. Se trata de una máquina rectangular, de color negro, donde después de introducir al paciente, queda cerrada desde arriba y en su interior se produce la operación necesaria. Tal vez no llegue a ser tan efectiva como un buen cirujano humano, pero si proporciona la rapidez que necesita la intervención de esta ocasión. Pero, no nos olvidemos del Ángel. Ramiel, ahora sin un rival que le moleste, se detiene suspendido sobre el suelo de Tokyo-3. Una vez que ha seleccionado un lugar de la ciudad en concreto, la parte de debajo de su ser, comienza a deformarse. La punta del octaedro empieza a retorcerse de manera que se alarga. En un movimiento de taladro la punta llega hasta el suelo y como bien indica el tipo de movimiento que describe, comienza a taladrar la superficie de la ciudad-fortaleza. Su intención es perforar las gigantescas placas que lo separan del Geo-Front y así acceder a él. Aunque, por su ritmo, parece que le llevará tiempo. En el Dogma Central, vista la situación, derogan el estado de combate para dar lugar a un estado de alerta. El comandante decide confiar en Misato Katsuragi y su equipo para que calculen el tiempo restante a la llegada del Ángel al Geo-Front, así como una forma de derrotarle. Todo esto con la prioridad de no llegar a poner en riesgo las vidas de los pilotos o a sus unidades. Misato ordena una recopilación masiva de información en unos 30 minutos, tras la cual se llevará a cabo una reunión en la sala de planificación número uno, situada en la zona conocida como “administrativa” del cuartel a la que los pilotos no suelen tener acceso. Cuando transcurren los 30 minutos, se produce la anunciada reunión. Tiene lugar en una sala cuadrada, bastante grande, con una enorme mesa blanca también cuadrada en el centro. Alrededor de ella hay numerosos asientos. Además, la sala cuenta con ordenadores y paneles visuales para ayudar con cualquier tipo de contenido que se quiera dar. Una vez que todo el mundo está en su sitio, con la mesa llena de papeleo, comienza la dura tarea del cuerpo de NERV para tratar de detener al noveno Ángel. Misato, sentada, con una cara de pocos amigos, da la orden de que cada uno de los departamentos del cuartel empiece con su reporte. Algo particular en ella, era que en lugar de llevar el pelo suelto como de costumbre, se había hecho una coleta.
To be continued... |
#09 Ninth Angel
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Noveno Ángel
Entre sudores y gestos de inquietud que solo podrían provocar un mal sueño, abro los ojos. A pesar del mal trago provocado por la pesadilla, no fue un despertar brusco, no trataba de escapar del desafortunado sueño. Unos segundos después de que mi mente se aclarara, me doy cuenta de que estoy tumbado sobre una cama, cuya sábana me tapa. El primer olor que puedo reconocer es el de medicamentos. Eso me da una pista de dónde me encuentro. Apoyando mis manos en la cama y haciendo fuerza con los brazos consigo quedarme sentado, logrando una mejor vista de la habitación. La luz anaranjada del atardecer ilumina el lugar. El cuarto era rectangular, aparte de la cama había dos mesas: una pequeña al lado de la cama y otra más grande enfrente del mismo objeto. También hay una cortina que podía ser corrida para ocultarme, dando más intimidad. En mi caso, estaba recogida. Tras varios vistazos, analizando, no cabía duda, estaba en el hospital. Pero no era el de la ciudad, era el existente en el interior del cuartel. Qué raro, nunca suelen usar estas instalaciones... La explicación a la extraña situación me llegó de golpe cuando recordé al Ángel. Claro, aún debe de estar rondando por encima del Geo-Front, en un estado de combate es cuando se debe de usar el hospital del cuartel. Pero... ¿Cómo es que todavía estamos en estado de combate? ¿Aún no vencieron al Ángel? ¿Cuánto tiempo llevo dormido? ¿Y mis heridas? Apenas siento dolor... ¿Pero el Ángel sigue vivo? ¿Tan inútiles son que se ven incapaces de derrotarle si no soy yo? [...] Bueno, para ser sinceros, el más inútil de aquí soy yo. Otra vez un Ángel me dejó para el arrastre. Solo que en esta ocasión, en lugar de tener la suerte de derrotarlo, tuve la suerte de sobrevivir. [...] Tsk, como me cabrea, ni siquiera sirvo para morir de forma limpia. ¡Soy un inútil hasta para eso! ¡Y por si fuera poco no sé qué mierda está pasando fuera de esta habitación! Suspiro. Trato de calmarme. Elevo la barbilla para acabar clavando la mirada en el techo. Y por si fuera poco, otra vez esa estúpida pesadilla. ¿Cuándo fue la última vez que la tuve...? ¿Hace tres años? ¿O fue hace dos? En fin, qué más da, el punto es que la volví a tener. No me estaba jodiendo la situación lo suficiente, no, ahora también me van a cagar el único momento del día donde me encuentro en paz: mis sueños. Antes de que pueda ponerme más negativo, la puerta corredera de mi habitación se abre, apareciendo un doctor, seguido de una enfermera y por último una cara conocida, Rei. En cuanto entran se sorprenden al verme despierto. El médico se acerca y me hace las típicas preguntas, ya saben, el “¿cómo te sientes?” y todos esos rollos. Después de checar algunos rasgos, como mi pulso y demás, el doctor y la enfermera se retiran de la sala, satisfechos. Eso sí, antes de cerrar la puerta de la habitación, informan a Rei de lo siguiente:
En esta pausa de la conversación, Rei aprovecha para tomar una silla de la habitación y colocarla cerca de mi cama, para luego sentarse en la silla mencionada. Una vez está cómoda, pasa a mirarme. Se la ve con mucha iniciativa, parece que en cualquier momento va a empezar a hablar. No obstante... Es Rei. Durante unos segundos puedo ver claramente como duda en qué decir o en qué hacer. ¿Tal vez quiere preguntarme algo incómodo? Con el tipo de relación que tenemos actualmente solo se pone así de nerviosa cuando quiere preguntar algo incómodo. ¿O tal vez no quiere herir mi orgullo por perder con el Ángel? Pues llega tarde, hace tiempo que esos bichos lo pisotearon. De todas formas, podría decirme lo que esté pensando de una vez, me pone nervioso...
De nuevo, silencio. Al parecer había dado en el clavo. Empiezo a conocerte demasiado bien, Rei Ayanami. Supongo que los pilotos de Evangelion compartimos muchas cosas, sobretodo traumas y pasado. Teniendo eso en mente, su interés por mi pesadilla solo puede significar que ella tiene el mismo tipo de sueño, y que le gustaría compararlo con el mío. Mientras hago este análisis mental, una Rei asombrada trata de procesar una respuesta. Se lo está tomando demasiado en serio, vaya mujer. Toma unos segundos, pero por fin contesta:
Mi relato se ve detenido cuando Rei posiciona su mano derecha sobre la mía, seria. Al notar su tacto, enmudezco, sorprendido por la calidez más que por su seriedad. Después, sus ojos rojos se mueven buscando a los míos, y cuando los encuentra, me dice, triste: “No sigas, por favor. No nos hace bien a ninguno de los dos.” Con aquello, baja la mirada. No sabría decir cuánto fue el tiempo exacto, pero durante unos largos segundos permanecidos callados. Ella sin soltarme la mano y yo con la mente en blanco. Por primera vez había contado a alguien sobre mi sueño. Ni siquiera se lo hice saber a esos estúpidos psicólogos que me visitaban de pequeño... No sé cómo debería de sentirme. Acabando con aquel ambiente tan tenue, Rei retira su mano lentamente. Luego, dispuesta a cambiar de tema para evitar más malestar, pregunta:
Una bofetada de Rei me interrumpe. Sin poder aguantarlo más, se había levantado de golpe, propinándome una cachetada. De inmediato mi furia se detiene y lo único que puedo hacer es echarme mano a la mejilla, que empezaba a enrojecer, asombrado por lo que acababa de pasar. Rei seguía de pie, respirando fuerte. Estaba encendida, temblando, a punto de saltársele las lágrimas. En cuanto me golpeó, retiró la mano. Yo había quedado con la cara en la misma posición a la que me dirigió la bofetada, con la mano aún en la zona adolorida. La tensión en el ambiente estaba muy cargada. [...] Y pensar que desvió la conversación para evitar una situación insostenible. Maldita sea. Finalmente, la enojada chica toma aire para...
Y una vez más aparece la reina del silencio, pero no le acompaña su leal vasallo, la calma. Era lógico que Rei se callara, me ha lanzado una pregunta, espera que la responda. Sin embargo, no sé qué responder. Tengo la mente en blanco. [...] Ya no sé en qué debo de pensar o qué debo de hacer. No sé nada. Cada día que pasa estoy más confundido. ¿En quién debo de confiar? ¿En quién no? ¿A quién debo de creer? ¿A quién no? Realmente, no lo sé. Todo esto me supera. Y por si fuera poco, cada vez recibo más dolor. Pueden creerlo o no, pero aquella bofetada que me dio Misato tras la batalla con el octavo, me dolió más que cualquier herida provocada por un Ángel. Ahora mismo acabo de sentir lo mismo. La persona más pacífica y tímida que he conocido me ha golpeado por mi estupidez. He cabreado a una chica así. Soy despreciable.
No, Rei, no voy a decir nada. Ya estoy cansado. Si digo algo más solo empeoraré las cosas. Mejor estar callado. Ya he tenido suficiente. A partir de ahora, simplemente, dejaré de pensar. Es una estupidez ponerme a pensar en situaciones como esta. Nunca saco nada en claro, solo acabo confundido, haciendo una bola de mierda a mí alrededor. Mejor quedarse callado, sin decir nada, solo actuando, esperando a que la muerte me llegue. Es la mejor solución para una persona tan patética como yo. ¿El piloto más decisivo? No me hagas reír comandante. No más de tus vanas esperanzas, por favor. [...] Los largos segundos pasan, pero en un principio no parecen cansar a Rei. Espera, pacientemente, quiere oírme decir algo. Pero no habrá respuesta. Siguen pasando los eternos instantes. Pasan y pasan. Sigo enmudecido. Pasan, más y más. En último acto, Rei pierde la paciencia y se sienta. Entonces toma su libreta y molesta, pasa a leer los detalles de la misión que hasta ahora habían sido dados.
Una vez termina, cierra la libreta, con un golpe que da paso a un nuevo escenario mudo. Rei aguarda callada, esperando de nuevo alguna respuesta mía. Yo, como imaginaréis, sigo en mi estado inanimado. No tengo nada que decir, no estoy seguro siquiera de si me subiré al EVA de nuevo. En aquella escena digna de cine mudo, aparece una enfermera, dando algo de color al cuadro. Sin decir una palabra o intervenir, como era lógico, entra con una bandeja de comida y la deja en la mesa enfrente de mi cama. En todo el proceso no recibió ni una mirada de Rei o mía. Ambos estábamos sumidos en nuestros pensamientos. Antes de dejar la habitación, la enfermera le pide a Rei que se retire y me deje descansar, pues ya lleva mucho rato conmigo. Ella acepta. Cuando se marcha la enfermera, antes de seguirla, Rei vuelve a mirarme durante unos segundos. Todavía espera un estímulo mío, pero es en vano. Decepcionada, con un suspiro, se levanta, toma sus cosas y va hacia la puerta. Junto a la misma, la abre, pero antes de salir, se voltea para decirme unas últimas palabras.
Pero en eso se quedó. Tras amagar con seguir hablando, bajó la mirada, se dio por vencida y abandonó la sala, dejándome allí. Ya es oficial, he conseguido joder mi amistad con Rei. ¡Qué bien, Xavi! La situación mejora por momentos... No me bastaba con darle la espalda a todo el cuartel, al comandante y a Misato, también tenía que joder a Rei. Soy un completo gilipollas. De todo lo que hemos hablado no he sacado nada en claro, solo me ha confundido más. Tal vez si no hubiese sido tan histérico ella podría haberme dado un poco de claridad. Pero no, he tenido que perder los nervios. Maldita sea. Suspiro. Si lo pienso... Lo que ha dicho... ¿Será verdad? Estaba muy seria. Además, ella no es de las que mienten. [...] Cuanto más lo pienso, más sentido cobra. ¿En el cuartel creen ciegamente en mí? Solo tengo que pararme a pensar en mi día a día, en cada gesto que recibo de ellos. Parece como si fueran a confiar en mí tome la decisión que tome en batalla. Noto su confianza. ¿Es verdad entonces? Lo ignoro. ¿Y el comandante? ¿De verdad tengo tanto potencial como alardea? Para ser honestos, el porcentaje de mi sincronización con el EVA siempre es aventajado respecto al de Rei. ¿Es verdad entonces? Lo ignoro. ¿Y Misato? ¿De verdad está tan angustiada por mí? Cada vez que pienso en su cara a lo largo de estas semanas me parece más una cara de tristeza que de enojo. ¿Es verdad entonces? Lo ignoro. ¿Pero si todo eso es cierto? ¿Por qué permiten que esté como estoy? ¿Por qué me dejan sufrir como estoy sufriendo? ¿Por qué no me dan un poco de calor? Algo más que palabras vanas u órdenes. Algo más que como si le hablaran a un soldado, o peor aún, a un arma. Si tanto confían en mí, ¿por qué dejan que me hunda? Si tengo tanto potencial, ¿por qué dejan que me hunda? Si está tan preocupada por mí, ¿por qué deja que me hunda? ¿Por qué me dejan sentirme tan mal? ¿¡Por qué!? [...] Maldita sea, me he dicho a mí mismo que no voy a pensar más en ello, que me iba a comportar de forma inanimada, pero no puedo dejar de pensar. [...] Al fin y al cabo todavía no logro comprender por qué estoy aquí. Por qué piloteo el Evangelion. ¿Venganza? Tal vez, pero no siento rabia. A duras penas puedo recordar a mi familia. Cuando me subo al Evangelion no estoy movido por esa rabia. No creo que sea venganza. ¿Por proteger a los demás? Eso poco sentido tiene, no tengo personas importantes para mí, y las que creía que lo eran seguramente me odian por mi actitud. Y a los que no conozco... Que les den, de todas formas, no sé quienes son. No, definitivamente no soy un héroe. ¿Porque yo elegí ser piloto? Esa es la mayor mentira de todas, era un niño, no sabía lo que hacía. Accedí porque lo pintaron muy bonito, cualquier niño tonto aceptaría. ¿Obligación? Seguramente sea la más válida. Las tres veces que me he subido al EVA para luchar no ha sido por voluntad propia. Pero tampoco diría que fue completamente obligado. Algo de voluntad en mí había. [...] Al fin y al cabo, todavía no logro comprender por qué piloteo el Evangelion.
Fuera del hospital donde se encuentra Xavi, todavía dentro del cuartel en el interior del Geo-Front, hay una calma muy poco común. A lo largo de las instalaciones de NERV queda el personal justo, pues la mayoría está fuera, ayudando en las labores de la operación Yashima. Sin embargo, en esa poca actividad, se encuentra la oficina del comandante, con el profesor Fuyutsuki y el propio Gendo Ikari en el lugar. El comandante está sentado en su silla, vuelto hacia las cristaleras, observando como la luz de la superficie poco a poco deja de iluminar al Geo-Front. Está apoyando la cara en su puño cerrado, mientras que el brazo se apoya desde el codo sobre el reposabrazos de la silla. El profesor, por su lado, atiende una llamada. Una vez finaliza la misma, cuelga el teléfono en la mesa y se coloca detrás de Ikari.
El tiempo pasa rápido, tal vez demasiado rápido. A las 19:00 horas, ya de noche, a mi habitación en el hospital del cuartel llegan unos agentes de NERV, vestidos de negro, en mi búsqueda. Para cuando llegan, ya estoy cansado de pensar, simplemente iré a donde me lleven, no pensaré más. Es una molestia pensar todo el rato en cuestiones tan confusas y dolorosas. Iré a pilotar el Evangelion, de todas formas, no tengo nada mejor que hacer... Y aunque quisiera negarme... [...] Tal y como decían las indicaciones de Rei, a las 19:30 horas, ambos pilotos estamos en la jaula número dos del cuartel. Previamente, en el reciente intervalo de treinta minutos, me había colocado mi plug suit. Rei hizo lo mismo. Hablando de Rei, en cuanto me ve no me dice nada, es evidente que sigue disgustada conmigo. Siguiendo los pasos del plan, a las 20:00 horas se procede a mover a los Evangelion. Sin ser tripulados por sus pilotos, son lanzados a la superficie, con la ruta más lejana al Ángel, lo más cerca posible del Monte Futago, uno de los pequeños montes que rodeaban a Tokyo-3. Dicho lugar no está directamente pegado a la ciudad, pues entre ambos se interpone el lago Ashi. Según me explican, es el mejor lugar para tener una buena vista del Ángel y a la vez burlar el radio de ataque de este último. Con los EVAs en la superficie, estos son movidos hasta el punto de destino. Los pilotos, por nuestro lado, usamos una ruta de tren para llegar directamente al lugar designado. Una vez allí solo puedo quedar asombrado ante el panorama. El despliegue es brutal, nunca había visto nada parecido. A lo largo del monte, dibujando un camino serpenteante, extendiéndose incluso más allá de la falda de Futago, había una red de transformadores colocados concienzudamente, aprovechando el espacio al máximo, en una red cableada. Se usaban todos los medios disponibles para formar aquella masa transformadora de energía: camiones, las vías de tren en la falda del monte o incluso aviación. Pero más que los transformadores, los aparatos más importantes eran los SMES, un acrónico inglés que viene a significar: “almacén de energía magnética superconductora”. Según me explican, son la piedra angular de la operación. Aunque, siendo honesto, no me entero de nada. En la cima del monte se había preparado una explanada, la cual incluso estaba asfaltada. Allí se concentraba la mayor iluminación, lo cual es normal, pues es donde han posicionado el rifle de positrones, una alargada, compleja y gigantesca arma de fuego que usará uno de los Evangelion para esta misión. El largo rifle estaba sobre un apoyo en forma de triángulo, que le permitía sostenerse en pie sin que un EVA lo tomara. Podías ver a cada minuto helicópteros moviéndose por la cima. Desde luego es increíble ver tanta implicación. Enfrente del monte, a unos kilómetros más allá del Lago Ashi, pero claramente visible, estaba Tokyo-3 y el Ángel que seguía taladrando hacia el interior del Geo-Front. Unos potentes focos iluminaban su figura geométrica, haciéndole fácilmente reconocible en la distancia. Finalmente llegamos a la cima, donde nos están esperando Misato y la doctora Akagi. Me sorprende ver que los Evangelion ya están allí, erguidos, apoyados en una estructura. La estructura estaba formada por varios salientes en los que se colocaban los operarios, a modo de andamio. Los salientes más destacables eran los situados a la altura de la cabeza de los Evangelion, los más altos, a 40 metros sobre el suelo. Estaban pensados para que los pilotos pudiéramos entrar a las cabinas de nuestras unidades desde allí. Fuera de los detalles de la plataforma, me sorprendió ver que el EVA 00 estaba equipado con un escudo de alta aleación, con los mismos colores que la unidad que lo portaba: amarillo y blanco. Embobado mientras observo a los Evangelion, apenas me entero de que los agentes de NERV se separan de nosotros, los pilotos. Cabe destacar que Rei no me había dirigido la palabra en todo el trayecto. Parece que la he cagado con ella. En fin, pero esto solo acaba de empezar, ahora tengo que hacerle frente a Misato. Mierda, tendría que haberme negado rotundamente a venir aquí. Soy estúpido, sé que no quiero estar aquí, pero aun así acabo presentándome. ¿Cómo puedo ser tan idiota? [...] Dejando de lado mis pensamientos, Misato se nos acerca para empezar con la charla. Vaya, lleva el pelo recogido. Le sienta bien... Sin más preámbulos, ahí va la capitana:
A pesar de que dimos la misma respuesta, el tono era muy diferente. Mientras que Rei parece preparada para darlo todo, yo cada vez pierdo más confianza. Es simplemente genial. Parece que cada vez se las ingenian para meterme en una situación peor. Ahora tengo que disparar un arma que no he tocado en mi vida, con un riesgo altísimo de fallar y sin siquiera tener la opción de escapar si fallo, lo cual es bastante probable que suceda. [...] No sé ni para que mierda he venido aquí. Soy idiota, como si el estar aquí iba a cambiar las cosas. Sino mira a Misato, otra vez esa figura de jefe, que solo me da órdenes. Y porque no estamos en el Dogma Central, sino también tendría que aguantar al comandante. Manda huevos. Antes de que vaya a más en mis quejas mentales, después de haber andado unos metros, Misato me llama. Al oírla, me detengo y me volteo, sorprendido. ¿Qué querrá? Durante un instante puedo verla dudar, agarrando su collar en forma de cruz. ¿A dónde ha ido a parar la actitud de jefa de hace unos segundos? Pronto toma una decisión por la que suelta su collar y recorre los metros que nos separan, hacia mí, decidida. Como no entiendo muy bien lo que pretende hacer, simplemente permanezco quieto. ¿Qué hace? ¿Va a darme un nuevo sermón? ¿He hecho algo que no le ha gustado? ¿Será mi forma de responderle? ¿Va a volver a abofetearme? Se coloca justo a un palmo de mí, seria. Temiendo lo peor, desvío mi mirada al suelo... Y de repente, lo sentí. Sentí como sus brazos rodeaban mi cuello, llevándome hacia ella, hacia sus hombros, apretándome con fuerza. Me estaba abrazando.
En primera instancia, me costó entender lo que estaba pasando. Solo podía sentir su cálido tacto, la fuerza con la que me abrazaba, como si nunca fuese a dejarme ir. Estaba tan sorprendido que ni respondía a su gesto, supongo que si ves la escena desde afuera sería algo así como ver a Misato abrazando a un poste de luz. Y de un segundo a otro, lo comprendí. Entonces, con mis brazos rodeé su espalda y le devolví el abrazo. Realmente soy un tipo muy idiota. No me entero de nada de lo que pasa a mí alrededor. Menos mal que tengo a alguien como tú cerca, Misato... Pasan unos segundos y nos separamos. Dejamos de abrazarnos, pero ella baja sus manos por medio de mis hombros y queda sujetándome los brazos. Por último, me mira:
“Realmente, eres el mayor idiota de todos”. Eso fue lo que me respondió, acompañado de una sonrisa. Luego nos separamos. Ella se fue por su lado y yo me dispuse a ir junto a Rei, quien estaba observando la escena, sonriente. En aquellos pocos metros que recorrí hasta llegar a Rei, pude sentir como todo volvía a cobrar sentido. A cada paso que daba mis dudas se marchaban, ya no más desconfianza, no sirve de nada. Mi malestar dejaba de pesar, ya está bien de decir tonterías como que soy un arma. Yo soy yo. Por primera vez notaba decisión en vez de desgana. Por primera vez avanzo decidido hacia el Evangelion 01. Porque yo, Xavi Muñoz, ya tengo alguien a quien proteger. Ya tengo mi motivo para pilotar el EVA. Cuando estoy por llegar al lado de Rei, ella vuelve a andar dirección al ascensor de la estructura, el cual nos llevará a los salientes que están junto a las cabezas de nuestras unidades, como se ha explicado antes. Cuando llega junto al ascensor, se da la vuelta, y espera pacientemente a que termine de alcanzarla. Una vez lo hago, con una sonrisa, me dice: “Bienvenido de regreso, Xavi.” En aquel momento no comprendí por qué me dijo eso, por ello respondí con un “gracias”, provocando su risa. Los dos juntos nos subimos al elevador, hacia nuestro destino. Allí dentro me disculpé por lo sucedido en el hospital, mientras que ella hizo lo propio por golpearme. Y eso que me lo merecía, que buena que es. Una vez en lo alto, a 40 metros de altura, ambos andamos sobre el saliente, quedando enfrente de las caras de nuestras unidades, observándolas. A la derecha el Evangelion 01, mientras que a la izquierda el Evangelion 00. Durante unos instantes observamos con detalle ambas unidades. No dejan de asombrarnos. Parece mentira que nosotros seamos los que movemos semejantes mastodontes. Se oye de fondo el ajetreo de los operarios por todo el Monte Futago. No queda mucho para que comience la misión. Miro a Rei y decido lanzar una pregunta que hasta ahora solo me hacía a mí mismo. Quiero saber lo que ella siente.
Y finaliza dedicándome una sonrisa. Maldita sea, realmente eres agradable. ¿Conque era eso, eh? Con motivos de este estilo, no me extraña que sea capaz de sonreír en un momento como este. Pues muy bien, señorita Ayanami, si me lo permite, un servidor idiota luchará a tu lado. Creo haber encontrado mi razón por la que luchar. Si me subo a este trasto, no será por mí, sino por proteger a personas tan increíbles como tú o Misato. No dejaré que un Ángel haga más daño. Lo prometo, porque yo soy Xavi Muñoz, piloto del prototipo 01. Y no hay más en lo que pensar o creer. En ese momento, antes de que pueda decir algo para responder a Rei, pues quiero que sienta mi determinación, suena el aviso de que la operación está por comenzar. Parece que en esta ocasión no podré dedicar unas palabras. Con lo bien que le ha quedado a ella, yo también quiero verme así de cool. Guiados por el sonido de la alarma, Rei y yo nos miramos. Tenemos que separarnos, yo tengo que ir a la derecha para poder entrar en la cabina de mi unidad, mientras que ella debe de ir en dirección contraria para lo obvio. Antes de separarnos, Rei lleva su mano al pecho y sonriente me dice:
Y cada uno toma su camino. Antes de encarar de una vez por todas a mi unidad, vuelvo la vista hacia atrás para ver la silueta de Rei, resaltando sobre el fondo que ofrece la luna llena. Ahora que lo pienso, a pesar de que se muestra segura, probablemente esté muy nerviosa. Ha pasado mucho desde que luchó contra el sexto Ángel. Pero no te preocupes, no fallaré. Lo prometo. Es hora de la acción. Sin más preámbulos, me introduzco en la cabina del Evangelion, esperando proceder a la sincronización. Sentado, con la carlinga a oscuras, inhalo y exhalo aire, varias veces. Me miro la palma de la mano, para acabar apretando el puño. No sé por qué, pero, me siento bien conmigo mismo. Fuera de la carlinga, el personal que normalmente está sobre el Dogma Central, en esta ocasión se ha tenido que acomodar en un camión equipado con todo tipo de tecnología necesaria. A ambos lados de las paredes de la caja del camión hay equipos de computadores de última generación, con múltiples pantallas, informando de todo lo que sucede. Con los ordenadores no solo controlan el estado de los Evangelion o del Ángel, también el del rifle de positrones, los transformadores o demás sistemas que usarán la energía necesaria para la misión. En el centro de aquella sala, está Misato, dirigiendo a su equipo como siempre. A su lado, la doctora Akagi. Finalmente se produce la sincronización con mi Evangelion. Nada más comunicarme con la sala mencionada:
Aquellas palabras me calaron muy hondo, tanto que me fue imposible no dibujar una leve sonrisa. Y pensar en todo el tiempo en el que he estado diciéndome a mí mismo tonterías o despreciándola. Joder, no me merezco una hermana mayor como tú, Misato. Me hubiera gustado decirle todo eso en aquel instante, darle también las gracias por ser como es ella y no tirar la toalla conmigo, pero no pude, pues antes de que abriera la boca la cuenta atrás para el inicio de la operación llega a cero. Con el pitido que marca dicho final, Misato grita:
Comienza la operación, toda la red de energía que se ha construido por todo el Monte Futago y más allá comienza a operar. Oigo mencionar que van a usar la energía de la Luna Blanca. ¿En serio? ¡Eso significa tomar una gran energía! ¡Tanta que todas las ciudades de Japón se verán a oscuras! Poco a poco, de unos transformadores a otros, pasan la energía que llega directamente desde la Luna Blanca, concentrándola cada vez más en un mismo foco. El objetivo es convertir toda esa energía en una bala láser y usarla contra el Ángel. Mientras que se trata de lograr lo mencionado, por mi parte, tumbo a la unidad 01 sobre la cima asfaltada del Monte Futago. Lo hago posicionándome junto al rifle, adoptando postura de disparo. Rei se coloca con la 00 a mi lado, portando el escudo. Ya solo queda esperar el momento de disparar.
Desde mi posición de “francotirador”, puedo ver como a lo lejos, desde todos los montes que rodean la ciudad de Tokyo-3, excluyendo en el que nos encontrábamos y alrededores; numerosos lanzamisiles abren fuego teniendo como objetivo acertar al noveno que aún sigue taladrando sobre la ciudad, apunto de llegar al interior del Geo-Front. Los numerosos misiles vuelan sobre la noche de la ciudad-fortaleza. El Ángel, sin embargo, sin dejar de taladrar ni un solo momento, toma la forma similar a un reloj de arena y lanza un rayo que cruza todo el cielo en un movimiento circular. Al hacerlo, el rayo golpea a todos los misiles que se dirigían hacia Ramiel, provocando una estruendosa explosión. Una vez pasa la amenaza, el Ángel vuelve a su forma predeterminada.
Desde un lugar más lejano aún, en vez de reducirse simplemente a los alrededores, una barricada lanza varios misiles con el mismo objetivo de dañar al Ángel. Tras atravesar varios montes por encima, los misiles se precipitan sobre Tokyo-3, pero para cuando van a impactar sobre Ramiel, éste se defiende usando el campo AT. Una vez los misiles son desviados y desbaratados, deja su forma de doble pirámide pegada por la base, para adoptar la similar a una cruz y lanzar un disparo de mayor potencia. Como cabía de esperar, el disparo alcanza directamente la barricada desde donde se había lanzado el ataque fallido.
Los ataques a distancia se repiten, una y otra vez, con intensidad. Pero poco importa, el Ángel lo desvía todo con el campo AT y luego devuelve el fuego, dañando gravemente cada soporte militar usado en su contra. Mientras el cielo nocturno se llena del fuego aliado, yo, tumbado con mi EVA, esperando el momento, observo. Pronto me doy cuenta de que el rifle de positrones se está calentando, sale humo de él. Se nota que está concentrando una burrada de energía. Cuando las últimas defensas desplegadas contra el noveno están por caer, la energía acumulada logra alcanzar el punto crítico. Es entonces cuando recibo la orden de cargar el primer disparo. Manualmente, introduzco en el rifle un objeto parecido a una pila, donde se concentra toda la energía de la Luna Blanca. En el instante que el rifle queda cargado, un añadido a mi carlinga aparece. Un aparato parecido a un casco de una moto, al que llaman “mira del piloto”, se sitúa sobre mi cabeza. Como bien indica el nombre, el objetivo de dicho aparato es facilitarme lo máximo posible el disparo. Al manejarlo, puedo escuchar:
Se acerca el momento de disparar. Mis pulsaciones y mi respiración empiezan a acelerarse. Puedo notar la presión sobre mis hombros. Un disparo que lo decidirá todo. El humo provocado por la energía focalizada ondea desde la punta del rifle, elevándose y perdiéndose en el aire. Mi respiración cada vez es más rápida. Es mucha la presión que estoy soportando. No paro de ver cómo la mira automática se mueve, tratando de obtener el mejor ángulo de disparo para acertar al Ángel. Inhalo, exhalo, inhalo, exhalo, con la boca, no con la nariz. No puedo fallar, no es el momento para fallar. La mira automática se fija por fin, se acerca el momento de apretar el gatillo. No me puedo permitir ni parpadear. Comienza la cuenta regresiva. Trece. Doce. Once. No puedo fallar. Nueve. Ocho. Si cometo un error, se acabó. Seis. Cinco. Inhalo, exhalo. Tres. Dos. Uno.
Acompañando al grito, pulso el gatillo. Una sobrecarga se produce en los transformadores situados directamente detrás de mí, dando toda la energía posible al rifle, el cual lanza un disparo que hace temblar a toda la superficie del Monte Futago. El rayo, a una velocidad endiablada, sobrevuela el lago Ashi en apenas segundos y llega hasta la posición del Ángel, acertándole de lleno. Con el impacto, el noveno suelta un agudo grito, abandonando su forma normal de doble pirámide para adoptar una más caótica, punzante, similar a numerosas picas de hielo, rodeando completamente su ser. Del centro de esa misma forma, surge un chorro de sangre, que sale disparada contra la ciudad como una cascada, salpicando.
Pero, en el mismo momento en el que parece abatido, Ramiel sorprende a todos los presentes recomponiéndose, absorbiendo todas las partes punzantes y volviendo a la forma geométrica predeterminada. Al parecer no hemos destrozado todos sus núcleos. No tardan en saltar las alarmas cuando uno de los dispositivos de la sala, concretamente el que está analizando constantemente al Ángel, percibe un incremento de energía en el interior del mismo.
En esta ocasión, el noveno, vuelve a adoptar una nueva forma abandonando las pirámides por una forma de estrella invertida. En el centro de esta estrella del revés, aparece el núcleo que no ha sido destruido, desde el que primero se ve un resplandor que precede a un poderoso disparo que en un instante colisiona con el Monte Futago, provocando una explosión en el mismo. La explosión provoca una sacudida en todo el monte, agitando a todos los que nos encontramos en él. El resplandor amarillo penetra en la cabina de mi unidad, cegándome, indefenso ante la sacudida. Como era de esperar, bastante parte de la tecnología desplegada queda dañada. Al final, lo que queda es un Monte Futago en llamas. Parece que este asalto también es para el Ángel... Pero el combate no ha terminado. Desde el cuarto de mando, con las luces rojas de emergencia iluminando su interior, una Misato adolorida trata de levantarse, la sacudida ha sido fuerte, pero no ha conseguido volcar al vehículo. Antes siquiera de poder ponerse en pie, ya está preguntando por el estado del sistema de energía. Por suerte, aún es estable. En cuanto a mí y el arma, ambos solo hemos recibido una sacudida, nada más. El único inconveniente del rifle es que debe de refrigerarse. Puede que todavía podamos intentar un disparo más. Así lo transmite Misato a su equipo, recibiendo respuestas muy contrarias, entre ella la de Maya:
Sobre la cima del monte, mi unidad está tirada a unos metros de la posición en la que estaba inicialmente. El rifle también anda alejado de su posición inicial, ni siquiera se mantiene en pie. El ataque de Ramiel ha sido tan abrasador que ha quemado todo lo que rodea a mi unidad, y la atmósfera que me rodea es de fuego y ceniza. Sale humo desde la superficie de la tierra, dificultando un poco la vista. Yo, adolorido por la sacudida, lo primero que hago es mirarme las manos. Estoy... Estoy temblando. Mierda, mierda, mierda, no otra vez. Los nervios se apoderan de mí de nuevo, todo mi cuerpo empieza a temblar. Con mis manos agarro mis propios brazos, encogiendo mi figura. Mi respiración es entrecortada, me tiembla hasta la barbilla.
Ya estoy harto de esto. No puedo más. Si sigo en esta situación me voy a volver loco. Se acabó, no más. ¡No pienso ponerme excusas o echarme atrás! He decidido por mí mismo que iba a pilotar esta cosa. He decidido que voy a proteger a los que me importan. He decidido que no iba a compadecerme más de mí mismo. He decidido que yo soy quien marca mi propio destino. No soy ninguna marioneta o arma. Yo soy yo y voy a acabar con ese maldito Ángel. Por eso mismo, ¡manos dejad de temblar! ¡Moveros! ¡Agarremos el control de este trasto y comportémonos de una vez como lo que somos! ¡¡Porque yo soy el piloto del prototipo Evangelion 01!!
Tras gritar aquello, frunciendo el ceño, apretando los dientes, tomo los controles y comienzo a mover a mi unidad. En el cuarto de mando todos siguen mis movimientos, expectantes. Miradme, pues no os decepcionaré. Casi arrastrando a mi unidad, con dolor en cada movimiento, gateando, levantando la ceniza en el suelo que acaba mezclándose con el aire, avanzando entre el humo que emana de la tierra quemada, llego al lado del rifle. Paso a colocarlo en la posición que debe de estar, apuntando a ese maldito bicho. Al ver mi reacción, aquellos que esperaban por mi reacción, no pueden evitar dibujar una sonrisa impulsada por la esperanza, inclusive se escucha alguna risa. Misato decide volver a hablarme.
Tomando aire una vez más, con la unidad ya tumbada entre el humo provocado por el calentamiento del monte, enderezo el rifle. Volveré a apuntar con él, pero te aseguro que esta vez terminaré con mi objetivo. La carga vuelve a llegar al arma. El acoplamiento que me asistía está en desuso, no me sirve. Se pasa al modo manual, todo queda en mis manos. Con mi mano derecha, empujo la mira del piloto sobre mi cabeza.
Saco la anterior carga del rifle para colocar la nueva. La refrigeración ha terminado. El ordenador calcula las coordenadas de disparo y corrige el margen de error, haciéndomelo ver por la mira de mi carlinga. Ahora todo depende de mí. La mano que dirige al rifle me tiembla. Ajustar manualmente el disparo es mucho más complicado de lo que pensaba, me muevo mucho. Me cuesta fijar los datos dados, pero me esfuerzo. Es entonces cuando una nueva lectura de alta energía proveniente desde el Ángel aparece en los monitores de la sala de mando. Antes de que pueda estar completamente acomodado, el noveno sorprende lanzando un nuevo rayo, ahora en dirección hacia mi unidad. El ataque vuela y en menos de un segundo llega hasta el monte, con una nueva explosión de fuego.
Siento que ha explotado, la luz amarilla me ciega, pero... No siento dolor. El disparo no me ha impactado, pero se siente cerca. Luchando contra la cegadora luz del rayo continuo de Ramiel, poco a poco abro los ojos para acabar encontrando delante de mí a la unidad 00, que estaba bloqueando el ataque con el escudo equipado. Rei me estaba protegiendo. El rayo amarillo choca contra el escudo, disipándose, sometiéndole a una enorme presión, provocando un intenso vibrar en el aire. Aunque el escudo parece efectivo en primera instancia, pronto algunos de sus componentes empiezan a desintegrarse.
Vuelvo a concentrar todo mi ser en la mira del rifle. Hay que disparar cuanto antes, Rei está en peligro, su escudo va a ceder de un momento a otro. Vamos. El objetivo no para de dar vueltas, tratando de fijar la mejor opción de disparo. Vamos. ¡No pensaba que el modo manual iba a perjudicarme tanto! ¡Vamos! El escudo cada vez está más quebrado. La unidad 00 comienza a sentir el impacto de forma directa. ¡Vamos, joder! ¡Rápido! ¡Tres! ¡Dos! ¡Uno! Fija el objetivo. ¡¡Ahora!! Aprieto el gatillo con rabia, generando un disparo que disipa el mismísimo ataque del Ángel, recogiendo el mismo trazado hasta llegar a su objetivo, perforar el campo AT y acabar acertando de lleno. Nada más recibir el golpe, el noveno pierde su forma de estrella y vuelve a la predeterminada. Con un grito ensordecedor, explota en una lluvia de sangre que se precipita sobre Tokyo-3 y el interior del Geo-Front. El noveno Ángel, Ramiel, ha sido derrotado. Pero eso no es lo que me preocupa ahora mismo. La unidad 00, con algunos sectores de su cuerpo carbonizados, se desploma contra el suelo, revolviéndose de dolor. Yo, sin tiempo que perder, lanzo el rifle y corro hacia dicha unidad, gritando el nombre de Rei, muy preocupado. Una vez a su lado, la levanto con la mano izquierda del EVA, mientras que con la derecha despliego el cuchillo progresivo en el soporte de mi hombro. Uso el arma blanca para rajar el cuello del prototipo 00 y extraer con cuidado la carlinga. En cuanto lo hago, se produce la descompresión del líquido LCL. Con la mayor prisa que puedo, apoyo la mano de mi Evangelion sobre el chamuscado suelo, con la carlinga en ella. Después de clavar la rodilla de mi unidad, manualmente me bajo de ella, saltando desde el hombro a la rodilla y luego deslizándome hasta el suelo. Corro hacia la cabina. Directamente voy a la apertura manual, que consiste en girar una palanca. Está muy dura y la carlinga tiene una alta temperatura, me quema las manos, pero me da igual. A duras penas consigo abrirla y cuando la puerta de la misma queda abierta, me introduzco gritando:
En el interior de la oscura cabina, sobre su asiento, allí estaba ella. En un principio no daba respuesta. Estaba cabizbaja. Pronto da señales de que seguía consciente, gracias a algunos gestos de dolor. Al oírme gritar su nombre repetidas veces, decide hacer el esfuerzo de levantar la cabeza para poder verme. Con dolor, me visualiza. Madre mía, está sangrando, por su cabeza cae sangre. Rápidamente voy donde ella, agarrándola de los hombros, muy activo. Ella solo me ve, sorprendida. Apurado, pongo un brazo suyo sobre mis hombros y me preparo para levantarla.
To be continued... |
#10 Silly love
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Amor ridículo.
Día 22 de abril, miércoles, horario de mañana, cuarteles de NERV. No ha transcurrido ni una semana desde la batalla y derrota del noveno Ángel. La serenidad y la seguridad han vuelto al día a día del Geo-Front. Sin embargo, empezando a ser lo común, la victoria sobre el apóstol también trae consigo una corriente de trabajo extra para los componentes de la agencia. Tal como veis, una de las más perjudicadas por este incremento de trabajo es la capitana Misato Katsuragi. Siempre acaba hasta las cejas de papeleo. La escena se describe en el despacho de la misma, estando sentada en su escritorio, el cual está repleto de diferentes documentos. Al otro lado del escritorio, de pie, se encuentra la doctora Akagi.
En ese momento, por la megafonía del cuartel, resuena un mensaje por el que se les ruega a los pilotos de los Evangelion que acudan a la zona de asistencia médica del cuartel. Todo ello con la finalidad de realizar un examen médico. La encargada de llevar a cabo semejante operación será la propia doctora Akagi. Se disponía a dejar el despacho de Misato por esa misma razón. Una vez la transmisión por megafonía cesa, la doctora, que se había detenido para escucharlo, reanuda su marcha, no sin antes recibir unas últimas palabras de su vieja amiga.
Dejando de lado la conversación entre esas dos, me sitúo en una de las zonas de descanso del cuartel. Frente a una máquina expendedora, con cara de pocos amigos, escucho el comunicado por los altavoces del cuartel. ¿Otro examen médico? ¿En serio? Que molestia, ni siquiera han pasado dos días desde el último. ¿Qué se le pasa por la cabeza a la doctora Akagi? A ver... El lunes tocó hacer el más reciente y el sábado tuve el otro... Cuento con los dedos. [...] ¿¡Tres exámenes en cinco días!? ¡Y con lo que aburre! Tsk, esta doctora loca, no solo me somete a la sincronización, también me hace ir al cuarto médico. ¡Dame un respiro! En fin, no me queda más remedio. ¡Pero mi pequeño descanso es inmutable! ¿Me pregunto a qué vendrá tanto examen? Mis heridas están bastante controladas, lo único que realmente tengo jodido son las manos y fue por forzar la escotilla del Entry plug. En cuanto a Rei, tiene heridas mucho menos serias que las mías. Tsk, me dejo el alma para ir a rescatarla y al final resulta que la tía estaba en mejores condiciones que yo. ¿Qué se le va a hacer? Al menos fue gratificante... ¿De qué demonios me pido la bebida? Creo que ya los he probado todos... Umm... Observo la máquina detenidamente... ¿Un café? Sí, es buena idea. Y así lo hago, pulso el botón correspondiente y el recipiente de café helado cae a la ranura de salida. Lo tomo, abro, le doy un primer sorbo, suspiro...
Entre risas decido invitarle a tomar algo conmigo. “Invitarle”, como si fuese a pagar algo por estas bebidas. Bendita tarjeta de empleado de NERV. Aunque Shinji desiste en un inicio, no tardo en tratar de convencerlo. “¡Venga, que nunca tenemos oportunidad de hablar tranquilamente un rato!” Me pone excusas: que si tiene trabajo pendiente, que si yo tengo que ir al examen médico. Sin embargo, consigo argumentarlo todo. ¿Cómo? Os preguntaréis. Muy fácil, saco otro café, se lo doy en mano a pesar de sus palabras y me siento. Una vez que se ve sujetando el recipiente, mi buen amigo se resigna a acompañarme. De este modo quedamos descansando en uno de esos cómodos asientos situados frente a las máquinas expendedoras.
Así, con una palmadita en la espalda y una sonrisa, provoco que permanezca mirándome, desde abajo, apoyado en sus rodillas, mientras que yo estoy tenso sobre el respaldo del asiento. Tras unos segundos sin decir nada, empieza a reírse, así, sin más. [...] ¿Es que tengo otro bipolar aquí o qué? Primero Rei y luego éste, ahora comprendo aquello de “Dios los cría y ellos se juntan”. Con mi cara de circunstancia por no entender a qué venía la gracia, pregunto por el motivo de la misma. Mi amigo, aún con la risa floja, procede a explicarse.
¿Quién me mandará preguntar eso? Inmediatamente se le iluminan los ojos. He desatado a la bestia. Antes de que pueda arrepentirme mentalmente, comienza a bombardearme con todo tipo de información liante que, como se dice en mi país natal, me suena a chino. No sé a quién entiendo menos en estos momentos, si a Shinji o la doctora Akagi. Ya sin salvación posible, quedo preso de las continuas explicaciones confusas. Con la cara desencajada solo puedo esperar a que mi amigo se calme. Eso y beber café. La tortura se prolongaría unos 10 minutos, aproximadamente. Sin embargo, aguantar tal calvario iba a tener su lado positivo. En el último de sus puntos, decide mostrarme un documento que llevaba en su carpeta, pues, según sus palabras: “Un ejemplo visual seguro que te ayuda a comprenderlo.” [...] Estúpido e ingenuo Shinji... Y efectivamente, a pesar de que me muestra el papel, sigo sin entender ni mierda. Por ello, rápidamente mi mirada se desvía hacia el lateral de la carpeta. Allí, mi vista se topa con una curiosa e inesperada foto. Mientras Shinji sigue hablando, desconecto totalmente para analizar la imagen. En ella estaban él y Rei, muy juntos, sonriendo como niños. Iban vestidos con yukatas, lo que, al sumarlo con el fondo de la fotografía, dejaba bastante claro que estaban en un festival. Pronto mis ojos dejan los detalles para volver a fijarse en los dos protagonistas. No recuerdo haber visto a alguno de los dos sonreír de esa manera, con los ojos cerrados y enseñando los dientes... Se les ve tan felices juntos...
En cuanto mis ojos chocan con los suyos, acompañados por la seria cuestión y la intención de rebuscar realmente en sus sentimientos, la primera reacción de Shinji es retroceder, apartando la mirada. De este modo, el silencio se apodera de la escena. Yo no retrocedo, mantengo la posición, mientras que Shinji sigue sin mirarme, rígido. Tal como esperaba, huye. Podía ver la duda en sus ojos, le acababa de poner entre la espada y la pared. Sé que es consciente de que si me miente, lo sabré. Por ello, duda. Pasan unos segundos sin que el cuadro se vea permutado. Suspiro. ¿Qué se le va a hacer? Tampoco es justo que le presione de esta manera.
De este modo, me despido, alzando la mano pero sin llegar a voltearme. Mi amigo permanece sentado en primera instancia, sin decir nada, sorprendido por mis palabras, mirando cómo me marcho. Parece que nuestro “merecido descanso” iba a terminar aquí. Bueno, ahora a pasar un mal rato en el examen. Lo odio, encima con esas manos frías que tiene la doctora Akagi... Me dan escalofríos solo de pensarlo.
Al oír su llamada, me freno en seco para seguidamente girar sobre mí mismo. Gracias a ello, puede ver como Shinji estaba parado. Seguramente había lanzado el grito al par que se levantaba. Cuando ve que ha conseguido detenerme, exhala aire en señal de alivio y acaba dándome las gracias. “Capullo, ni no lo menciones”, contesto en tono amigable, para luego volver a seguir mi curso. Tsk, este Shinji, cuanto drama para una cuestión tan simple. Al menos parece que conseguiré que piense en ello. Con eso me conformo. El muy estúpido no se da cuenta de lo que tiene delante. Vaya molestia, realmente el amor es para idiotas. Bueno, bueno, bueno, vamos a lo que vamos. Durante unos minutos camino a lo largo y ancho del cuartel, dirección la sección médica del mismo. Hay que ver cómo me estoy acostumbrando a moverme por este sitio. Ya quisiera Misato una facilidad como ésta. Sin nada más que comentar, llego ante la entrada de la sala donde opera la doctora Akagi. La puerta, automática, se abre para darme paso. Con desgana, irrumpo en el lugar. El cuarto no diría que es gigantesco, pero si es verdad que tiene espacio de sobra. Nada más entrar, enfrente, tienes la mesa de la doctora, siempre llena de papeles. En el lateral izquierdo de la habitación cuenta con varios aparatos, mientras que a la derecha con una cortina que tapa alguna que otra cama y más aparatos. No solo es una experta informática, también estudia el cuerpo humano. Esta mujer no tiene techo.
Akagi estaba justo en el final de la cortina ya descrita, sentada en su silla de escritorio, con las gafas puestas. Sí, suele utilizar gafas cuando trabaja de primera mano en algo. Detrás de la cortina, como me sugiere su silueta, está Rei. A pesar de lo que he tardado parece que todavía no ha terminado con ella. Seguramente mi compañera tenga poca ropa encima, por lo que me quedo quieto y espero a alguna indicación de la doctora. Ella, fuera de tener presión o prisa por mi aparición, de inmediato vuelve a lo que estaba haciendo, fijándose de nuevo en Rei. Mira que es fría, no le importa tenerme aquí, en vilo.
Tal como se aconteció, unos minutos después, le da a Rei la orden de que se vista y el posterior permiso para marcharse. Lo siguiente sería dar la indicación contraria a mi persona. Antes de empezar, espero a que mi compañera deje la sala. Cuando va a hacerlo, al cruzarse conmigo, me dice que nos vemos en el almuerzo. Le contesto de manera positiva. De este modo, me quedo solo ante el peligro. Es hora de empezar con el maldito examen médico de la doctora. [...] ¿Por qué a mí? Poco hay que destacar de ese rato, por lo que avancemos a su alivioso final. Una vez libre, la hora del almuerzo se me había echado encima. Toca dirigirme a los vestuarios donde poder dejar mi plug suit y volver a vestir el uniforme de la agencia. Rei y Shinji estarán esperándome cerca del vestuario, como siempre. [...] Me hace gracia pensar que mi rutina vuelva a ser desenfadada e incluso divertida. Por una vez, puedo decir que pelear contra un Ángel me ha hecho bien... Después de unos minutos caminando, llego al vestuario. En su puerta encuentro a Rei, en solitario, contra todo pronóstico. Está apoyada en la pared, sujetando en sus manos los bento de hoy. Bento, para los que no estáis familiarizados, se refiere a una caja de comida que suelen usar los japoneses. Fuera de eso, la saludo y, antes de preguntar por cualquier cosa, prefiero introducirme en el vestuario con su permiso. Una vez cambiado y más cómodo, salgo fuera. Rei, que me había esperado pacientemente, me insta a que vayamos al comedor. Que así sea, empezamos a caminar. Eso sí, como cabía de esperar, en los primeros metros le pregunto:
Desviando el tema para evitar descubrir mi culpa, el camino hacia el comedor se hace corto. No sé si me parece más corto porque lo conozco, o porque ahora hablo con Rei con soltura a diferencia de las primeras veces... Sea como sea, entramos al comedor, tomamos asiento y cada uno toma su respectivo bento. Antes de soltar el típico itadakimasu, aparece el alma de la fiesta. O así me gustaría llamarla. La cuestión es que, Misato Katsuragi, aparece con cerveza en mano y reclama su propio bento.
Una vez más, la escena que ya empieza a ser típica entre nosotros. Una comida llena de ruido, bromas y risa. Creo que el comer con ellas dos se está convirtiendo en uno de los mejores momentos de mí día a día. Satisface saber que todo ha vuelto a la calma, el sentirlo... No, no es igual, diría que ahora siento más confianza incluso hacia ellas. No cabe duda de que si es por Misato, Rei o los demás, lucharé contra los Ángeles que hagan falta. Saliendo de mi pausa mental, en plena charla con Rei, Misato suelta un dato que requiere de mi atención.
Pronto la comida llegaría a su fin, con lo que cada uno vuelve a sus labores. En primer lugar, me separo de Misato, la cual nos recuerda que le dejemos la cena y el baño preparado para cuando vuelva. Hay que ver, solo se acuerda de lo que le interesa. Posteriormente pasaría igual con Rei, no sin antes pasar por el vestuario. Hoy es miércoles, por lo que nos toca entrenar la forma física, creo. A pesar de que tenemos la misma actividad y en la misma zona, ella tiene su propio espacio de entrenamiento y su propio entrenador. De ahí que nos separemos. Antes de ir cada uno por su lado, quedamos a la hora de la salida, es decir, a las 19:00 PM. Poco más tengo que mencionar, simplemente que me esperaba una tarde “entretenida”. Por eso mismo, avanzaremos hasta la hora citada. Una vez he terminado, vuelta hacia el vestuario. Ya aseado, con la ropa del cuartel de nuevo encima y mi bolsa preparada, salgo fuera, a esperar que llegue Rei. Es raro que yo esté listo antes que ella. Después de unos minutos de espera, aparece mi compañera y, tras pasar por el mismo “ritual” que mi persona, sale del vestuario para que iniciemos el camino de regreso a casa. Cabe destacar que, aunque siempre terminamos sobre las 19:00, no llegamos a dejar el cuartel hasta las 19:30 u 19:45. Curiosamente, no solemos empezar a hablar entre nosotros hasta que abandonamos las instalaciones, más que nada porque, mientras pasamos por los pasillos, todo el rato vamos despidiéndonos de personal. No conozco a la mayoría, pero me sabe mal no devolver el gesto. Una vez fuera, podemos apreciar como cae el atardecer gracias al cielo anaranjado. Directos a la parada de autobuses cercana al edificio de la superficie de NERV. Tal vez no lo parezca, pero solemos hacer este tipo de trayecto bastante a menudo. Es una molestia porque, a pesar de que tomamos el autobús, la parada más cercana a nuestro hogar está a 15 minutos andando. Puedo parecer vago, de hecho lo soy, pero también es comprensible que no te apetezca andar 15 putos minutos cuando estás cansado de un día de trabajo. ¡Y cuesta arriba! [...] Volver con Misato es perfecto, lo fácil, lo conveniente. Pero qué le vamos a hacer. Mientras esperamos a que llegue el bus, dejamos nuestras bolsas en el suelo y comienza la conversación. En primera instancia, me quejo. ¿A qué es raro en mí? Nótese la ironía. Refunfuño sobre los ejercicios que me han obligado a hacer hoy. Me han dejado la espalda molida. Rei me escucha y en cuanto tiene oportunidad me tacha de quejica. Mira quién fue a hablar, la que siempre me está diciendo que si le duelen las piernas, que si le duelen los brazos, etc. Y eso que su entrenadora es mucho más suave que mi entrenador. Que duro llega a ser, el jodido.
Rei me devuelve la mirada y, pocos segundos después, noto como su cara poco a poco toma el color de un tomate. “¡Pu-pues sí! ¡Shinji es diferente!”, exclama, quitándome la mirada, intentando hacerse la orgullosa para disimular. Antes de que pueda volver a pinchar y/o molestarla un poco más, llega el autobús. Por ahí te vas a escapar, Ayanami-chan. Ambos subimos al transporte público. Nada más hacerlo, mi acompañante reclama el asiento que da a la ventana. No me queda más remedio que cedérselo. Cualquiera la aguanta si no le doy el gusto. Ya sentados, al transcurrir unos instantes y algún que otro vistazo rápido a lo que hay al otro lado de la ventana, vuelve a la carga:
La respuesta era sencilla: Misato. Un día hablando con ella, surgió el tema, por lo que conocí un poco del pasado de Rei. Me enteré de que sus padres eran íntimos amigos del matrimonio Ikari y que, al fallecer durante el Segundo Impacto, la acogieron y la criaron junto a su hijo: Shinji Ikari. Así se lo hago saber. [...] Después de escucharme queda pensativa, estímulo que me preocupa. Tal vez el haber conocido la historia por otra vía que no sea ella misma la haya molestado. Umm. Tal vez debí de haber indagado en el tema para evitar una situación como esta. Mira que he tenido oportunidades, pero... Estúpido pasado Xavi.
Antes de que pueda terminar mi trastabillada frase, Rei me interrumpe con su risa. Luego me llama idiota, para acabar evocando a la calma. “Tarde o temprano ibas a saberlo, ¿no? Y no es como si quisiera esconderlo”, argumenta. [...] Pues sí. Es algo completamente normal... Ahora mismo me merezco el apelativo de idiota con todas las condecoraciones. En fin, Serafín. En cuanto me despisto, el tema actual es desechado para volver al anterior. Ahí va otra vez la loca ésta al grito de: “Shinji es lo mejor del mundo mundial”. Francamente, no termino de darle lógica al tipo de relación que mantienen estos dos. Se criaron juntos, más de una vez les he escuchado decir aquello de “somos como hermanos”. Sin embargo, a mí no me parece que se traten como tal. Diría que su conducta se parece más a la de dos adolescentes idiotas y desbocados en una ansia del uno por el otro. Vamos, que se gustan. Solo tienes que prestar un poco de atención a la señorita de mi lado para levantar sospechas. Es mencionar o ver a Shinji y a la muy pava le brillan los ojos. Hasta se emociona y todo. [...] ¿Y aun así quieren seguir jugando el papel de hermanos? Vaya estupidez.
Como acompañamiento del grito recibo un golpe en el hombro, a mano abierta. Rei es lo más bueno del mundo, pero como la calientes... Vaya palo me acaba de dar, como se nota el entrenamiento con Julia. La cosa es que mi comentario iba a desencadenar una reacción que hasta ahora nunca había visto en ella. Después del golpe y el consecuente quejido, se cruza de brazos, infla los mofletes y se vuelve hacia la ventana, ignorándome. Diría que acabo de cabrearla, pero no es exactamente un cabreo de verdad. Es difícil de explicar. En teoría quiere transmitir que la deje en paz, pero en realidad desea que le hable, que le insista. Yo lo sé, y como listillo que soy, lo hago. Por supuesto, ella no cede. Durante el resto del viaje en bus no abandonaría su postura. Todo sería una consecución de intentos míos por los que dejara su actitud, pero sería en vano, incluso si conseguía hacerla reír. Al bajar del bus, sigue con el juego, pero esta vez lo lleva al extremo de andar más rápido que yo, dejándome atrás. Por muy divertido que sea decirle gilipolleces para que la imagen de chica dura que intenta dar se tambalee, el caminar deprisa ya se mezcla con mi desgana. Además, ya aburre un poco el jueguecito. Sin más reparos, dejo que Rei camine por delante de mí. En los próximos 15 minutos me limitaré a pensar en mis tonterías. [...] Mierda, ayer fue la vuelta de los cuartos de final de la Champions League y se me pasó grabarlo. En fin, me conformaré con el resumen. Uno no puede tener hobbies con esto de tener que salvar al mundo. Tras caminar un par de minutos, siguiendo la estela de Rei, puedo apreciar como la misma se detiene bruscamente en mitad del trayecto. Como comprenderéis, el sucedo me sorprende. ¿Ha decidido dejar de jugar? Lo dudo. Es entonces cuando, cruzando la calle con bici en posesión, aparece Kaname. Oh, conque ese era el motivo. Por si no la recuerdan, Kaname Chidori, la mejor amiga de Rei. Es una chica más baja que yo, más o menos de la estatura de Rei. Tiene el pelo largo, de un tono azul cobalto, llegándole a la mitad de la espalda teniendo un lazo rojo en el final del mismo. Sus ojos son marrones, resaltando sobre su tez clara. Tiene un cuerpo... Como decirlo, sí, muy bien formado. Según me han llegado a contar, en el instituto se referían a ella como “la chica más guapa”. Lástima que su mal carácter destaque al par de su belleza... Eso sí, su expresividad me encanta. Como era de suponer, las dos mejores amigas se detienen en la acera para conversar. Al estar con ella, que por cierto, lleva un vestido corto azul, Rei parece olvidarse de mí y los recientes sucesos. No tengo ni idea de qué llegarían a conversar. La cosa es que en poco menos de un minuto llego a la altura de ambas. Es ya cuando me estoy acercando que la conversación se ve interrumpida, pues Kaname no duda en gritar mi nombre al mismo tiempo que levanta la mano, moviéndola de un lado para otro, en forma de saludo. Justo en el instante que entro en su alcance de conversación, Rei, aún en plan orgullosa, se despide de su amiga, me saca la lengua y sigue su camino. No hay quien entienda a esta chica. La escena resultante sería Kaname y yo, viendo cómo se marcha.
Pensativa, Kaname se me queda mirando. Pasan unos segundos y su cara no cambia ni un ápice. Me pone nervioso no ver ninguna reacción. Decido decir algo, a riesgo de llevarme un manporrazo, así que mis labios se separan dispuestos a correr el peligro pero no alcanzan a soltar palabra alguna. Contra todo pronóstico, me agarra de las manos, apretando con fuerza y, con una cara de emoción, llena de brillo e ilusión, exclama:
Así lo veis amigos, Kaname Chidori, una mujer que nunca acepta un no por respuesta. Más que nada, porque te ignora y arrastra. Saliendo de todo plan trazado por mi mente, acabaría siendo presa de los caprichos de la chica y pagando la cuenta de ramen. [...] Maldita sea, ¿quién me iba a decir a mí que iba a acabar rodeado de tanta gente rara? Metido dentro de una rutina nada normal, digna de una historia de un mangaka. Hay que ver, una vida semejante lo único que provoca es... Es confirmar las muchas cosas que he de proteger, como piloto del prototipo Evangelion 01 que soy... To be continued... |
Segunda fase[]
#11 Asuka strikes!
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¡Asuka golpea!
Mi personaje se halla en la jaula del Evangelion 01, siguiendo los protocolos designados para abordar al gigantesco ser biomecánico. En la piel de mi plug suit, el cual encarna los colores de la unidad en cuestión, me introduzco dentro de la cabina que a su vez se inserta en el cuello del gigante morado. A medida que se produce la sincronización, los distintos anclajes que mantienen sellado al EVA son retirados, uno tras otro. El siguiente paso sería movilizarlo hacia la plataforma de lanzamiento. Una vez estoy conectado, puedo comunicarme con aquella voz que tan familiar se estaba volviendo.
Sin más preámbulos, el prototipo es lanzado por una de las vías subterráneas hacia la superficie. Después del viajecito, llegamos a la superficie de Tokyo-3, para aparecer enfrente del Ángel en cuestión. Este nuevo apóstol tenía una forma humanoide, la más similar que he visto a un humano corriente. Aunque bueno, cabe destacar que consta de seis brazos. Su cuerpo cuenta con una especie de exoesqueleto, más duro que el acero, de una tonalidad dorada. Por debajo de dicha armadura, uniendo los diferentes puntos de la coraza, se encuentra su verdadera piel, de color morado oscuro. Las zonas en las que su tez es más visible son las articulaciones, así como el centro de su torso, en cuyo centro rodea a la esfera roja mejor conocida como núcleo. Lo que más grima da es que, de su piel, chorrea una sustancia oscura que no parece muy saludable.
Con ese grito de confianza, provoco que la unidad morada salga despedida, dando largas zancadas, hundiendo la huella del gigante en el suelo de la ciudad, tambaleando la superficie de la misma. Las grandes pisadas, que dejan un eco, pronto conducen a mi unidad a las cercanías del Ángel. Al percibir mi clara hostilidad, el monstruo reacciona moviendo sus seis brazos hacia mí, como el que apunta una pistola contra su objetivo. De cada una de las extremidades sale disparado un chorro del líquido corrosivo que mi enemigo posee. Concentrando toda la sustancia en un mismo ataque, lanzando un disparo potente, intenta pararme los pies. No obstante, es un ataque demasiado fácil de esquivar, simplemente me hago al lado. Al detectar que su blanco tiene una capacidad móvil, el Ángel cambia de estrategia. En lugar de materializar un único ataque, decide dividirlo en seis, es decir, uno por brazo. Es cierto que pierde poder con tal gesto, pero gana campo de tiro y velocidad. Su disparo pasa de ser el de un cañón, único y poderoso, al de una gatling, rápido y dañino. Como respuesta a su estrategia basada en el tiroteo, no me queda más remedio que comenzar a zigzaguear, moviéndome lo más rápido que puedo. Los ataques llegan desde todos los lados y/o ángulos posibles, me obliga a esquivar continuamente, haciendo que mi avance se ralentice.
Moviéndome de izquierda a derecha y viceversa, raspo cada uno de sus disparos, obligado incluso a llegar a saltar hacia atrás para salvar el pescuezo. Con el simple hecho de rozar esa sustancia, puedo sentir cuán perjudicada sale mi unidad. Noto como si mi piel se quemara y derritiera, y eso que solo son roces. No me quiero ni imaginar cómo será recibir un golpe directo. Los minutos pasan, sigo acercándome en la misma dinámica. Los que están siguiendo la batalla desde los cuarteles sufren con cada rozadura que encajo. Rezan para que consiga acercarme lo suficiente y así ejecutar mi plan.
Esbozando una sonrisa, me dispongo a ejecutar el plan de Ddraig. Bruscamente, en cuanto noto una apertura, me lanzo detrás de un edificio en busca de refugio. Inmediatamente, el apóstol, centra el fuego sobre la estructura. No aguantará más de unos segundos, pero es suficiente. Antes de que el falso edificio ceda a los ataques, con la descomunal fuerza de mi unidad, arranco ciertas partes de mi “escudo”, obteniendo dos gigantescos escombros. Cuando la estructura está por ceder, lanzo el primero por los aires en dirección izquierda, sin apuntar a nada. Al instante, el fuego se centra en el fragmento y lo destroza. Aprovechando el despiste, salgo por el lado derecho del ya casi inexistente inmueble y lanzo el segundo escombro contra el Ángel. Tal como esperaba, cambia rápidamente de mira para destrozar el segundo proyectil, pero, me da el tiempo suficiente para lograr avanzar de frente y realizar un gran salto.
Al caer sobre el terreno, con el campo AT activado en la planta de los pies del EVA, el impacto provoca que el suelo se levante. Así, el asfalto levantado por culpa de mi golpe, choca en el pecho del Ángel, lanzándolo de bruces contra el suelo, quedando de espaldas, indefenso. No tardo en recuperar el equilibrio y salir disparado hacia el objetivo derribado. De un nuevo salto, mientras estoy suspendido en el aire, saco del hombro de la unidad el cuchillo progresivo. Con el arma blanca en mano, pongo el punto de mira sobre el núcleo al descubierto. Es hora de terminar con esta batalla.
“Despierta, Xavi, despierta”, sigo escuchando en mi cerebro. De repente, todo se vuelve borroso y poco a poco la imagen de la batalla va desapareciendo, convirtiéndose en un fondo completamente negro. Sin embargo, la voz que me pide despertar, sigue resonando en mi mente. Lo siguiente que siento son golpes, en mi cuerpo, y agitación, como si alguien estuviera zarandeándome. [...] Cuando abro los ojos y la luz vuelve a entrar en ellos, lo primero que encuentro es a Misato, histérica, sujetándome por la camisa de mi pijama, elevándome de la cama. Con los nervios a flor de piel, me grita:
Una vez ha terminado de marearme, me suelta bruscamente sobre la cama. Hiperactiva, le falta tiempo para abrir mi armario, remover entre la ropa de forma descontrolada, lanzando por los aires cada prenda que encuentra, para finalmente dar con lo que estaba buscando. Se trata de un plug suit de reserva que guardo en mi armario, por si en alguna situación en concreto requiriera del uso de un plug suit sin pasar antes por las instalaciones de NERV donde suelen proporcionármelo. Apresurada, me lo tira a la cara, cuando aún estoy aturdido e intento recuperar el equilibrio, gracias a su suave despertar.
Así de apetecible fue mi despertar aquel domingo 10 de mayo, en el año 2015. Habían transcurrido tres semanas desde que neutralicé al noveno Ángel y senté las bases de mi confianza como piloto de Evangelion. Después de unas tranquilas semanas, sumidas en la cómoda rutina, era hora de volver a enfrentar a uno de esos monstruos. Y en domingo, encima. Podemos aplicar aquello de: “el mal nunca descansa”. Recuerdo que una vez, Javi, uno de los locos amigos de Rei... Qué bueno, supongo que puedo llamarle mi amigo; me preguntó si los Ángeles también aparecían en días festivos... He aquí tu respuesta, gorrioncillo mío. Todavía en un estado de histeria, Misato nos apura a Rei y a mí para que salgamos de la casa. Sin usar el ascensor, bajando por las escaleras, casi a saltos, rápidamente salimos del edificio. Nos subimos al auto y sin tiempo siquiera a colocarnos los cinturones de seguridad, mi capitana pisa el acelerador y sale como alma que lleva el diablo. Los edificios de la ciudad comienzan a ser evacuados, siendo replegados hacia el techo del Geo-Front, por lo que es peligroso circular por la ciudad. Con esto en mente, Misato toma una ruta alternativa, dirigiéndose a la boca de metro que usamos en mi primer día en NERV. Espero que la recuerden... Durante el camino intentamos conocer algún dato sobre el enemigo detectado, pero, Misato, no tiene tiempo ni para contestarnos. A la par que maneja, moviendo bruscamente el volante, usa el teléfono y el ordenador implantados en su auto, tratando de conectar con el Dogma Central. Tiene tantas responsabilidades ahora mismo que Rei y yo decidimos guardar silencio, no es cuestión de estresarla más. Por si fuera poco, el dispositivo del coche no consigue captar la señal emitida por el cuartel, lo que hace que su humor vaya a peor. Con sus gritos y desesperación de fondo, pronto alcanzamos la vía que nos llevará directamente al acceso de metro ya mencionado. Como ya dije en su momento, esta carretera cuenta con unas vistas privilegiadas del Lago Ashi, la masa de agua cercana a Tokyo-3. Antes de que podamos verlo, Misato consigue dar con la señal.
Sin previo aviso, un fragmento de un barco de guerra cruza el cielo y cae en mitad de la carretera, justo enfrente de nosotros, levantando el asfalto. Ante el susto, Misato reacciona con habilidad al volante y esquiva el peligroso obstáculo. Bendita sea su capacidad de conducir. Lo siguiente sería poner nuestra mirada en el propio lago, que ya era visible, pues de allí provenía el repentino peligro. Sobre sus aguas vemos como distintos buques de guerra pertenecientes a las fuerzas de autodefensa japonesas abren fuego contra el objetivo denominado como el décimo Ángel, Gaghiel. Era con diferencia el apóstol más abstracto visto hasta ahora. En una descripción rápida, diría que es algo así como un gigantesco ser bípedo semejante a un reloj. Entrando en detalles, su alto cuerpo cuenta con diferentes formas geométricas que se entrelazan entre sí: dos puntas negras que forman las patas. Un puente que une estas dos patas del mismo color, con dos aureolas situadas respectivamente cerca de cada pata, rodeando al propio puente. Por debajo del puente cuelga una enorme “esfera” de color rojo oscuro. Por encima del puente emerge la cabeza, sobre un largo y fino cuello. La cara está dividida en dos máscaras blancas, pegadas la una a la otra, dando la sensación de que le estás mirando de frente sea por delante o por detrás. El núcleo, de pequeño tamaño, se encuentra en el cuello. Como peculiaridad, cada “máscara” cuenta con un alargamiento especial, que imita las manecillas de un reloj. Este hecho, sumado a los movimientos pausados e independientes del rostro, deja la sensación de estar mirando a un reloj. Sus patas punzantes eran capaces de caminar sobre el agua debido a que congelaban la superficie de la misma al tacto, creando un apoyo sólido para Gaghiel. El fuego a discreción de las fuerzas gubernamentales era en vano, como de costumbre. Cada proyectil lanzado contra el gigantesco ser se veía frustrado por el campo AT. Molesto por la continua lluvia de fuego, el Ángel reacciona lanzando un doble brillo a través de los ojos de sus dos caras. Estos brillos se traducen en las explosiones de los diferentes buques, presas del poder celestial. Como consecuencia, los restos carbonizados de los barcos se esparcen en el aire, empujados por las explosiones en forma de cruz que genera el agua del lago.
Contra todo pronóstico, pisa bruscamente el freno, deteniendo al auto en mitad de la carretera. La inesperada parada nos descoloca a mí y a Rei, llevándonos una bonita sacudida. Ignorando el estado de sus acompañantes, Misato se baja del coche y pone la vista en el cielo. Nosotros la seguimos pocos segundos después, adoloridos. Al elevar la barbilla, puedo divisar en el cielo un gigantesco avión de aspecto similar a un caza del ejército, que porta nada más y nada menos que... ¡Una unidad Evangelion de color rojo! ¡En mi vida había visto ese EVA! ¿¡Qué demonios está pasando aquí!? Este inesperado compañero tenía el color rojo por predominante, combinado con el blanco y el naranja. Estos dos últimos colores, constituían la tonalidad de sus brazos, mientras que individualmente, el naranja ocupaba una pequeña franja en el pecho, situado por debajo de la clavícula, cerca de las axilas, a ambos lados. El blanco, se situaba por toda una franja en la zona del abdomen, rodeando incluso la espalda, así como otras dos franjas en la cara, haciendo juego con el rojo. Si mi unidad tenía dos ojos y la unidad 00 uno, este Evangelion llegaba a tener cuatro, repartidos simétricamente de dos en dos, de color verde. La cresta de la unidad era una media luna, recordando a los yelmos de los samuráis.
Antes de que Rei o yo podamos añadir algo, el enorme aeroplano suelta los anclajes que sujetan al gigante rojo, precipitándolo sobre el Lago Ashi. Del avión también cae un arma, por lo que me dejan apreciar mis ojos, un rifle corto. Suspendido en el aire, el EVA 02 intenta tomar el arma de fuego, y justo en el momento que la va a tocar, el Ángel manda un ataque por medio de flexibles e hirientes cables que saca desde las estructuras geométricas de su cuerpo. Uno de ellos consigue desviar la trayectoria del rifle. Lejos de achantarse ante el ataque enemigo, la unidad 02 comienza a maniobrar en el aire, dibujando piruetas y cabriolas que muchos paracaidistas añorarían con realizar, esquivando eficazmente cualquier hostilidad del Ángel. Con una facilidad y elegancia pasmosa, el Evangelion 02 no solo consigue esquivar, sino que se acerca de nuevo al rifle y lo toma. Nada más cogerlo, del extremo, sobresalen dos pliegues que convierten al arma más en una ballesta que en un rifle. Sin presión por la situación y con extrema puntería, realiza un disparo acertando en el núcleo de lleno. Esta genialidad deriva en la derrota del Ángel y el desarme de la figura que suponía este mismo. Nada más apreciar cómo se derruían las formas geométricas, dejo escapar un:
Tal como esperaba mi capitana, la victoria aparente se esfuma cuando los trozos que se descomponían del Ángel retoman su forma. A este hecho se suma el movimiento de la esfera que colgaba por debajo del “puente” en la estructura de Gaghiel. En un movimiento de péndulo, esta especie de bola se eleva sobre el puente, revelándose como el verdadero núcleo. Sobre la parte vital del apóstol aparece un enorme pico de tono oscuro que apunta hacia la unidad 02. Nuestro aliado, al ver el cambio del enemigo, decide volver a atacar con varios disparos del rifle-ballesta, pero son en vano, pues chocan contra el campo AT producido por el pico descrito. Teniendo claro que el arma proporcionada ya no era suficiente, el EVA rojo se deshace del lastre que supone cargarla y trata de ejercer impulso para ganar velocidad en la caída por medio de varios movimientos perfectamente coordinados. En cuestión de segundos obtiene la presteza deseada y adquiere una postura por la que estira la pierna derecha, preparándose para colisionar al campo AT enemigo con ella. Con la intención de hacer más fructífero el impacto, en la planta del talón aparece un punzón. Inevitablemente, se produce el encontronazo, resonando en toda el área, emitiendo un sonido similar al de dos espadas que chocan. En primera instancia, el campo AT ofrece resistencia, pero el ímpetu del Evangelion 02 puede con la barrera y la perfora, dirigiendo seguidamente su ataque sobre el verdadero núcleo. Como un cuchillo corta la mantequilla, atraviesa la esfera dando caza al núcleo y finalmente, silencia al décimo Ángel. La muerte de Gaghiel es anunciada con una tremenda explosión en forma de cruz que puede ser vista más allá de los alrededores de Tokyo-3. Lejos de despeinarse por la explosión, la elegancia de la unidad número dos se mantiene intacta cuando, tras volver a estabilizarse en el aire, usa unos motores incorporados a su espalda logrando frenar su caída y pudiendo aterrizar sin ningún percance en la bahía de Sagami, donde ya estaban desplegados los medios de NERV.
Faltos de reacción en un principio, no tardamos en ser despertados por Misato, que nos da la orden de volver al coche. Más nos vale tener acto de presencia donde acaba de aterrizar la nueva unidad. Eso sí, antes de arrancar el vehículo, realiza una llamada directa al comandante por medio de su móvil. Así conseguiría aclarar todas las dudas que tenía por lo que acababa de ver. Rei y yo, aunque es de mala educación, pegamos nuestros oídos a la conversación, intentando comprender algún aspecto, pero es inútil. Una vez tiene su mente aclarada, la capitana Katsuragi arranca el auto y pone rumbo al despliegue militar en la bahía de Sagami. En el camino se vería acosada por nuestras preguntas, pero, con su mal genio, nos haría callar. En un suspiro alcanzamos la meta designada. Hay que ver lo bien articulada que está NERV, el despliegue que se marcan en un abrir y cerrar de ojos, no deja de sorprenderme. Espero que no empiecen a saludarme los militares, odio cuando se acercan como si me conocieran. Además, no soy una celebridad. Dejando de lado esos detalles, lo más llamativo de la escena era como se disponían los operarios a llevarse a la nueva unidad Evangelion. El gigante rojo estaba inactivo, clavando una rodilla en el suelo a la par que arquea la segunda pierda. La mano izquierda también estaba situada sobre el suelo, para proporcionar más equilibrio. Otro detalle era que la cavidad en la nuca y por consecuente, el Entry plug, estaban abiertos. Aunque bueno, fijarme en tantos detalles para que luego acabe exclamando cual niño:
Siguiendo aquellas desconocidas palabras, yo y las que me acompañaban giramos el cuello para obtener contacto visual con la dueña de las mismas. Y allí estaba, una de las presencias más impactantes que he percibido en mi vida. Una chica, de unos diez o quince centímetros más baja que yo, a la altura de Misato. Tenía un pelo largo precioso, liso, de una tonalidad similar a la miel que dejaba un aroma, como poco, familiar al de un embriagador perfume. Un esbelto cuerpo, perfectamente curvo, una figura digna de modelo, toda ella encajada en un plug suit rojo. Ojos azules, deslumbrantes. Y una encantadora boca que pronto disiparía cualquier sentimiento anteriormente producido.
Una vez dicho esto se marcha, feliz e indiferente, directa a sus labores. Acaban de tenerla hace unos minutos conectada al Dogma Central, ¿no han podido decírselo antes? En fin. Mientras una sale de la escena, la recién llegada a Japón la despide con esa cara de felicidad que te hace pensar: “Esta chica tiene la pinta de ser muy agradable”. Sin embargo, en cuanto Misato se aleja lo suficiente, el rostro descrito desaparece bruscamente. Dibujando una cara arrogante, desafiante si lo preferís, no tarda en juzgarnos con la mirada para luego acercarse. Como reacción al cambio en la personalidad de la nueva, Rei se esconde detrás de mí, viendo lo que se viene.
El asunto está que echa chispas. El que Shikinami y yo pasemos a las acciones, llegando más lejos de las palabras, es cuestión de segundos. Rei, por mucho que trata de abogar, no está capacitada para detenernos, por lo que mira a todos lados, buscando una ayuda externa. Y como si los dioses escucharan sus palabras, llega una ayuda divina, bueno... “Divina”. Misato reaparece en escena. La capitana, aún inmersa en su felicidad, no solo se muestra indiferente ante el hecho de que haya nacido una hostil rivalidad, pues lo primero que se le ocurre decir al volver, es:
En un principio la única que obedece la orden es Rei. De hecho, se había apegado a Misato como si se tratara de su sombra, pues estaba deseando salir del campo de batalla. Después de llamarnos la atención, a regañadientes, Shikinami y yo también pasamos a seguirla. Aunque en teoría hemos dejado de lado le rencilla, traspasamos la contienda al mero hecho de caminar. Comenzamos caminando a ritmo normal, pero ella acelera un poco, poniéndose delante de mí. Eso provoca que yo de pasos más rápidos, adelantándola, para que ella vuelva a acelerar y entrar en un círculo que nos empuja a una carrera. Nos centramos tanto en correr que incluso adelantamos a Misato y Rei, llegando antes al coche. Una vez finaliza la prueba de atletismo, nace una lucha por hacerse con el puesto del copiloto. Ella intenta meterse primero, pero yo la detengo, forcejeando. Su respuesta sería ponerme la mano en la cara, presionando.
Lo siguiente que acontecería sería un pequeño e incómodo viaje en coche hacia los cuarteles de NERV. Como estaba más cerca, Misato decide usar la boca de metro. Le encanta esa ruta, si por ella fuese, siempre la usaríamos. En el momento en el que el vehículo está sobre el metro, el cual desciende al Geo-Front, Misato es liberada del yugo que supone atender el volante y trata de sacar una conversación entorno a Shikinami. Por ahí llega la incomodidad, pues, la tía insoportable no para de colgarse medallas y de hablar de lo impresionante que ha sido su intervención contra el décimo Ángel. No lo voy a negar, ha sido asombroso, pero se puede ir a tomar un poco el viento la arrogante esta. Cuando llegamos a nuestro destino y dejamos el coche, aún nos aguardaban unos minutos de caminar por el laberíntico sistema de pasillos. Aunque amagamos con ir al vestuario primero para sacarnos los plug suit, Misato nos para los pues. Durante todo el trayecto, el ego irrevocable de Asuka Shikinami siguió martilleándonos. En serio, esto nos llevará a una noticia que cerrará con: “Y se voló la tapa de los sesos”. Ya en el habitáculo designado, una de las salas de audiciones del cuartel, encontramos al profesor Fuyutsuki. Sí, NERV también cuenta con este tipo de salas. Se trata de un espacio con varios asientos encarados a un escenario, el cual cuenta con una pantalla de fondo. Vamos, una sala de audiciones de toda la vida. Aparte del profesor, también estaba presente Yui Ikari, la cual se había sumado a la “fiesta” por la ausencia del comandante.
Y así, sin explicar nada, hacen que Rei, Shikinami y yo tomemos asiento. Sentados en ese mismo orden, expectantes, observamos como Kozo Fuyutsuki se posiciona en el escenario, justo enfrente de nosotros. Misato permanecía detrás de los asientos, de pie, pues al parecer era conocedora de la información que nos iban a aportar. Por último, Yui Ikari permanecía cerca del escenario, esperando a que el evento iniciara. No me extrañaría que se sumara al discurso en el momento menos esperado. Sin más dilación:
Tal revelación genera un completo enmudecimiento en la sala, así como un asombro en los pilotos. Entre nosotros compartimos miradas, pues no precisamos de más para poder intercambiar las mismas inquietudes. ¿Cómo que lo conocido es mentira? ¿Acaso los Ángeles no son simples monstruos del espacio? [...] Es una broma... Seguro. Es una broma de un viejo senil... ¡Tiene que ser una broma! Porque, de no serlo... ¿Qué demonios ha sido lo que nos han enseñado...? ¿¡Qué carajo está pasando aquí!?
Silencio en la sala. Ninguno de los pilotos tenemos respuesta o reacción alguna ante la gran verdad que nos acababan de exponer. No sé cuál de los tres era el más impactado. Yo, miraba al techo, boquiabierto, intentando procesar tanta información de manera que pudiera aclarar mi mente. Shikinami se agarraba al reposabrazos, incrédula, con la mirada en el suelo. Rei, pensativa, muy seria, tenía la vista colocada en el lateral de la sala. Durante un minuto aproximadamente, el profesor permitió esta situación con la intención de que organizáramos un poco nuestras mentes. Cuando lo consideró oportuno, permutó el interrogante silencio.
De este modo, Kozo Fuyutsuki abandona el escenario y acto seguido la sala, dejando a Yui Ikari al corriente de la situación. Frente a ella había dejado a tres pilotos de Evangelion derrotados, con la cabeza dando vueltas, intentando asimilar la nueva información a la par que comparar y eliminar la antigua, la errónea por el bien de la población mundial. No sé qué sensación se les habrá quedado a las otras dos, pero en mi caso, aparte de confuso, me habría gustado que se me fuese sincero desde el principio. Supongo que mis sentimientos serán compartidos.
Que fácil parece todo en la mente de Yui. Bocanada de aire. Sin mucho más que contar, seguimos las indicaciones de la científica y dejamos la sala, para, una vez de haber pasado por el vestuario, dirigirnos al hogar, dulce hogar. Visto lo visto, quién sabe de los acontecimientos que están por venir. Todavía queda mucho camino por recorrer, hay una nueva piloto la mar de molesta, y los misterios alrededor de los Impactos y los Ángeles parecen escapar de la comprensión de nuestros científicos... O tal vez no... To be continued... |
#12 Mendoukusai
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Que molestia.
Aquí me tenéis, todavía en el día 10 de mayo del 2015, domingo. Voy caminando por la calle, lamentando el hecho de tener que volver a casa a pie. Es una completa pérdida de tiempo. Pero no me queda más remedio. No he podido esperar a volver con Misato en el coche, pues, mi querido amigo Sousuke ha determinado que no le interesaba seguir teniendo el juego que le presté, por lo que me lo quería devolver. El problema está en que este chico es un cabeza cuadrada. Cuando decide hacer algo, no para hasta conseguirlo. Si decide devolverte el juego, lo hará lo más pronto posible, ignorando tu postura. No puede esperar a que nos veamos un día, como las personas normales, o hacer el esfuerzo de pasarse por mi casa. No. Tiene que obligarme a quedar en mitad de la calle con la excusa de: “te pilla de camino a casa”. Y una mierda. El coche de Misato sí que “me pilla de camino a casa”. Suspiro. En fin, con el día que llevo era de esperar. No solo no he dormido lo suficiente, algo que me repatea; me han llevado de un lado para otro en vano, el profesor Fuyutsuki decide taladrarnos la cabeza con información “conspiratoria” y por último, lo más irritante por encima de todo, en la cima de lo desagradable: Asuka Shikinami. Por el amor de Nayru, que chica más deplorable, ¿y voy a tener que verla a diario en el cuartel? Como siga en el plan de hoy, acorralándome, no me quedará más remedio que seguir el ejemplo del camarada Nobunaga en Honnoji y cometer senppuku. [...] No os asustéis, solo bromeo. Y por si fuera poco, mañana nos hacen ir al cuartel como un día normal. Otro suspiro. Quiero dormir y acabar con este estrés de día de una vez. En cuanto llegue a casa, me ducho, ceno y a sobar. No pienso dar la oportunidad a más rarezas, ¡ni habla-!
Inmediatamente, siguiendo a la voz, me giro para encontrar al emisor. Era un hombre adulto, de mi estatura, por su aspecto juzgaría que de treinta y pocos años. Tenía el pelo negro, largo y recogido con una coleta, además el flequillo le caía hasta casi llegar a molestar su visión. Sus ojos eran negros. Su cara estaba decorada con una barba de tres días, así como un cigarrillo en su boca. Iba vestido como un empresario, pero no uno de los rectos y perfectamente trajeados, sino, más bien, como uno que vuelve de fiesta o está quemado por su negocio. Camisa azul claro, corbata roja aflojada, unos pantalones azul oscuro y chaqueta al hombro de la misma tonalidad que sus pantalones. Dispuesto a hablar al ver que me había detenido, se quita el cigarrillo de la boca, sosteniéndolo con la mano derecha, pues con la izquierda sujetaba la chaqueta.
En un principio dudé sobre indicarle el camino, pues, tenía una pinta un tanto sospechosa. No obstante, pude apreciar en su chaqueta el símbolo de NERV, así que procedí a indicarle la trayectoria correcta. Me entendió bastante rápido, ni siquiera me vi obligado a repetir alguna de mis explicaciones. Parecía conocer la ciudad, era como si llevara tiempo sin estar por ella y necesitara refrescar un poco la memoria. De hecho, mis pensamientos fueron confirmados cuando, al finalizar la explicación, me dijo:
Y con esas palabras, como si la cosa no fuese con él, se marcha. En primera instancia he de decir que no tuve reacción alguna, nada más me limité a contemplar cómo se distanciaba. Posteriormente, cuando aquel hombre ya no era visible, intento salir de mi estado desconcertado. Bueno, desconcertado o pasmado... O confuso... O estupefacto... O atónito, patidifuso, ensimismado, petrificado, criogenizado, absorto... Bueno, realmente no tengo una palabra para describir mi estado. [...] Bien, intentaré abordar el tema con la máxima calma [...] ¿¡CÓMO SE REVUELVE MISATO EN LA CAMA!? ¿¡Pero qué coño pasa aquí!? ¿¡Quién carajo es ese tío y por qué dice esas cosas!? [...] Sin poder entender nada, derrotado, me clavo de rodillas en el suelo para, tras una pausa dramática, acabar también apoyando las manos y quedar mirando al suelo, resignado. En cuanto digo que no pienso dar la oportunidad a más extrañezas, me pasa esto.
Está bien. Para que no me explote la cabeza, decido hacer caso omiso de lo que acababa de pasar. Algo que dice que como trate de buscarle una lógica, peor va a ser. Se me pasa por la cabeza la posibilidad de preguntarle a Misato, pero no me atrevo, ha sido demasiado raro. Mejor ignorar a ese lunático y seguir a lo mío. Dicho esto, reanudo la marcha hacia el apartamento. Tras unos minutos de caminar, no muchos, llego al edificio. Creo que nunca lo he mencionado, por lo que aprovecharé: la zona donde vivo, es decir, donde viven los agentes de NERV, es la más tranquila de la ciudad. Hay menos edificios altos o aglutinaciones, y contamos con bastantes parques o espacios. Antes de entrar en el inmueble, me fijo en que en las cercanías se encuentra el auto de mi capitana, aparcado. Bueno, no es de extrañar que haya llegado antes que yo. Para dentro, al ascensor, camina por el pasillo y, antes de llegar a la puerta, no puedo ignorar la existencia de varias cajas junto a la misma. ¿Y éstas? ¿Qué carajo pintan aquí? Bueno, mejor ignorarlas. Paso la tarjeta por el lector, en efecto, no usamos llaves, y entro a mi morada. Avanzo por la entrada encarada a la izquierda y mientras me descalzo suelto el típico “taidama”, o lo que es lo mismo, “ya estoy en casa”. Cuando pongo un pie en el pasillo principal de la vivienda, para mi sorpresa, me topo con más cajas, y no eran pocas, precisamente. La fila de cajas apiladas llegaba hasta la primera puerta de la izquierda, es decir, mi habitación. Extrañado me acerco a mi cuarto, para observar, horrorizado, como todas mis cosas... ¡Habían sido removidas! ¡Solo podía ver objetos que no eran míos! Asustado, miro hacia todos lados para acabar dando con una caja en el centro de la habitación donde habían sido depositadas la mayoría de mis pertenencias. En el cartón se podía leer: “basura”
Al voltearme, pude confirmar mis temores y ver que se trataba de Asuka Shikinami. Estaba parada en la misma puerta de la habitación. Con ropas de estar por casa, se mostraba ante mí, exuberante, juzgando con sus ojos azules. Llevaba un vestido corto blanco, cuyos bordes eran rojos y en el pecho adornaba un bonito lazo, también rojo. En su mano sostenía una bebida, una lata de Aquarius. Antes de volver a dirigirme la palabra, se toma el lujo de dar un trago, para volver a la posición inicial, clavar su mirada en mí y usar su afilada lengua.
Durante unos instantes permanezco observando como Shikinami abre y cierra la puerta corredera, hasta un número de tres veces. A la tercera, al abrir, como un fantasma, aparece en escena Misato Katsuragi, provocando un sobresalto en nosotros. Con una cara un tanto seria, al parecer, motivada por las palabras de Shikinami contra los japoneses, no tarda en aclarar:
Como resultando, Shikinami y yo acabamos por los suelos, sorprendidos por la poca formalidad de uno de los altos cargos de NERV. Me temo que no tenemos otra elección que obedecer, por estúpida que sea la orden, seguimos siendo una cadena militar. Antes de poder retractarnos siquiera, Misato no tarda en darnos tareas, mostrando otra vez esa feliz-insensibilidad que a veces me preocupa. Sin desviarse del papel de ama de casa agradable, hace que Shikinami vuelva a colocar mis cosas en su respectivo sitio, mientras que a mi persona le encarga preparar el baño para el uso debido del mismo. Es verdad, hoy me toca a mí. Con la certeza de que esa odiosa mujer devolverá mis pertenencias al lugar de donde ella misma las retiró, me dispongo a realizar mi labor. Una vez está listo el baño, como si de un reloj se tratara, Rei nos convoca a todos para la hora de la cena. Bien, el primer paso de mi plan original: cenar. Disfrutaré de la deliciosa habilidad culinaria de Rei Ayanami, seguirá un baño y a dormir. ¡A Amaterasu pongo por testigo que jamás volveré a pasar por otra calamidad! [...] ¿Habéis pensado que iba a terminar la frase en “hambre”, eh? Volviendo al tema que nos aguarda, al llegar a la cocina me encuentro con cada una de mis compañeras ya posicionadas en su respectivo lado de la mesa. Partiendo desde la entrada a la cocina desde el pasillo, en la mesa cuadrada, el primer sitio que encuentras es el mío. Por suerte estaba vacío, no me haría gracia que Shikinami me lo quitara. Desde mi asiento el resto se repartía tal que: Rei a la izquierda, Shikinami a la derecha y Misato enfrente. Sin más preámbulos me siento. Al hacerlo, sin querer, empujo mis piernas contra las de Shikinami. Al darme cuenta reacciono con una disculpa, pero ella me vuelve la cara. Que simpática, para variar. En fin: itadakimasu. A pesar de que había una inquilina nueva, la velada arrancó con una normalidad bastante sorprenderte. Misato elevando la voz al trago de su cerveza, Rei hablando solo cuando te diriges a ella directamente, Shikinami con su egocéntrico discurso... Veis, nada fuera de lo común. Aunque bueno, no podemos obviar que teníamos una compañera nueva. Tarde o temprano teníamos que escuchar a Misato...
Y bueno, ya podéis imaginar cuál fue la dinámica del resto de la cena. Por suerte, o por desgracia, según como se mire, Misato no tiene problema con estas situaciones y sigue sacando tema de conversación, incluso si con ello ignora a los demás. Encima hoy lo tiene muy fácil, basta con preguntar alguna tontería a la nueva. Y claro, la arrogante no va a quedarse callada. Aunque trataba de ignorarla, no pude evitar escuchar la mayoría de las cosas que hablaban, llegando a conocer un poco el pasado de la piloto del Evangelion 02. Según contaba, su padre era alemán y su madre japonesa. El primero era un empresario que murió durante el Segundo Impacto y la segunda una científica que quedó tan diezmada por el mismo suceso que también pereció tras un tiempo. Shikinami había sido criada por unos tíos suyos japoneses, residentes en Alemania. Misato mencionó que era el único caso en el que un piloto había estado bajo la tutela de unos familiares reales. También hablaron sobre que era una chica con un coeficiente intelectual por encima de la media, habiendo cursado estudios universitarios, siendo también la única piloto en hacerlo. Eso, que sus registros hasta ahora son los mejores con un Evangelion y que incluso ha recibido un pequeño adiestramiento militar. La verdad es que no puedo evitar sorprenderme con esta chica, ella simplemente es increíble. Lástima que su personalidad lo tuerza todo...
Tocado y hundido. Deprimido por la cruel tesis que acaba de realizar sobre mi progreso, no me queda más remedio que apoyar la cabeza en la mesa, derrotado. Ni siquiera llevo unas horas conviviendo con esta chica y ya siento la necesidad de querer desaparecer. Esta mujer no me va a traer nada bueno... Con la cena llegando a su fin, se produciría un suceso que marcaría el completo final de la misma. Antes de empezar a recoger, un celular suena, concretamente, el de Rei. La piloto del 00 acude a la llamada y se entretiene poco menos de un minuto. Una conversación bastante rápida para ella, la verdad. Al volver a la cocina, lo hace con una sonrisa en la cara.
Manos a la obra. Entre que recojo la mesa, con la ayuda espontánea de Misato, el panorama en la casa queda de la siguiente manera: Rei desaparece para ir a casa de Shinji, Misato se queda sentada vagueando, jugando con las latas de cerveza como de costumbre, y Shikinami decide ir a ducharse. Por esa suma, los que permanecemos en la cocina somos mi capitana y yo. Mientras que friego platos, aunque en un principio nos abstenemos de hablar, Misato establece conversación preguntándome sobre lo que Rei irá a hacer en casa de Shinji.
Al escuchar aquello, no puedo evitar que se me escape un plato y caiga al suelo. Por suerte, el plato no llega a romperse. Esta acción haría que Misato se riera aún más, en contraste con mi rubor. Puedo con sus bromas, pero no con su sinceridad descarada. Cuando dice cosas así parece que tenga un verdadero interés en mí, y eso me pone nervioso. Que molestia de mujer. [...] Ahora que lo pienso, ¿lo que me dijo aquel tipo podría estar basado en esta relación que mantengo con ella? [...] ¿Quién diablos será ese tío? Debería de preguntarle, seguramente le conozca, no puede ser de otra manera si es alguien relacionado con NERV y que se dirige a ella de forma tan específica. [...] Vamos a ello.
Sin previo aviso, se escucha un grito, proveniente del pasillo, el cual corta mis palabras. Ligado a él, suenan pasos rápidos, alguien corre. No hay duda, era Shikinami. Histérica y completamente desnuda, llega a la misma puerta de la cocina al grito de: “¡Ha-hay una cosa extraña en el baño!” Una vez finaliza sus palabras, aparece rondando a su lado Pen-Pen, mi amigo el pingüino, al cual, Shikinami, se queda mirando. Yo, ignorante, pues estaba mirando al suelo por el plato, me levanto dirigiéndome a ella con la intención de aclarar de qué se trataba de la mascota de Misato. Sin embargo, al contemplar el cuerpo desnudo de mi compañera, quedo enmudecido, totalmente embobado. Ella, al ver mi cara, observa su propio cuerpo, entendiendo el grado de exposición al que había llegado. Esto se transforma en una vergüenza que enciende su cara y, como represalia, no tarda en soltarme una patada voladora, directa a la cara, dejándome K.O. en el suelo.
De esta forma, la chica vuelve a la ducha mientras que mi persona queda derribada en el suelo de la cocina. Las vistas privilegiadas han tenido un cobro bastante caro... Doliéndome por el golpe, con la marca del pie en la cara, me reincorporo, recogiendo el dichoso plato de una vez por todas. Misato, que había seguido la escena sin inmutarse, da un nuevo trago a su bebida para acabar añadiendo a la situación el comentario de:
¿Qué demonios ha sido eso? [...] Misato Katsuragi, a ti sí que nunca llegaré a comprenderte realmente. En fin, terminemos de una vez de lavar platos. Entre que llevo a cabo señalado final, Shikinami aparece por la cocina, ya aseada. En contraste al desprecio que demuestra al ni dirigirme la mirada, yo si le dedico un par de vistazos fugaces. La curiosidad me puede. Llevaba un camisón de tirantes blanco, bastante elegante, llegando hasta por encima de las rodillas. Por muy mal que me caiga, no puedo obviar el hecho de que es una chica muy atractiva. Su paso deriva en el salón, donde Misato la aborda con la intención de repartirle algunas de las tareas semanales de la casa. Bueno, eso es positivo, al menos, me quitaré trabajo de encima. Con todo listo, por fin puedo ir a bañarme. Vaya molestia, y yo que quería acabar con este día lo más rápido posible. No hace más que alargarse. Que si el tipo raro, que si la loca que pone patas arriba la habitación, que si la buena de la peli me pide que dé el callo por ella. Hay que ver, eso de cenar, ducharse y dormir se me ha quedado corto. Pasado un rato termino en el baño y ya vestido para ir al sobre, voy hacia la habitación. Por desgracia, aún me queda un asunto pendiente antes de ir a descansar. Al salir del baño puede ver la luz de mi habitación encendida, es evidente quién hay dentro. Ya en mis aposentos, por decirlo de manera medieval, me encuentro allí con, exactamente, mi compañera Shikinami. Estaba sentada sobre la cama, leyendo una revista. En el suelo de la habitación había un futón, ya sabéis, una cama japonesa a ras de suelo. Estaba bastante claro a quién le va a tocar usarla. Por otro lado, la habitación estaba mucho más completa. Todos los huecos que dejaban mis pocas pertenencias habían sido rellenados abrumadoramente por las de Shikinami. Y ahora, volviendo a ella, normalmente suele llevar en su pelo unos adornos muy parecidos a los clips nerviosos A-10, que sujetan parte de su peinado, por lo que verla ahora, sin nada en el pelo, se me hace un poco raro. Como un idiota, permanezco contemplándola, parado en la entrada de la habitación. Por supuesto, ella se percata.
Con el pronunciar de su nombre, se produjo un cambio adverso en la conversación. Al usarlo, de forma seca, firme, la confundo, pues hasta ahora solo la llamaba por su apellido. Dándole a entender que me estaba poniendo serio, ella reacciona guardando silencio y convirtiendo la picardía en la simpleza de la seriedad. La presión en el ambiente se dispara, acosando a la chica. De pie, enfrente de ella, serio, mi figura se hace más grande, mientras que la de ella se achica. Mis ojos se clavan en los suyos y, tras esta pausa llena de tensión que no duraría más de tres segundos, aclaro lo siguiente:
Durante los segundos posteriores a mis palabras, mantuve la mirada en ella, sin ceder o achantarme, presionándola, acosándola, que entienda que realmente voy en serio. En primera instancia puedo sentir como mi mirada ha penetrado en su cerebro, como ha captado el mensaje. No obstante, pocos segundos después, aflora la Shikinami a la que reconocemos, aunque lo hace desviándome la mirada, muestra de que la estaba poniendo nerviosa.
Lo que precede al discurso de mi compañera es un silencio, aunque, no sabría cómo calificarlo. No es un silencio incómodo o tenso, todo lo contrario, estoy bastante relajado. Es más bien como si le acompañara un sentimiento de... Tristeza. Sí, es triste ver como puede llevar tan lejos el querer sepultar su pasado para que la carga sobre sus hombros conlleve una aparente ligereza extra. Aunque dudo, tras un amago, decido dar acústica a las palabras.
Sin hacer un solo comentario más al respecto, abandona la postura que había adoptado para llevar la revista de la cama a la mesita de noche y luego tumbarse. Lo hace de espaldas, sin mirarme. A lo largo de unos pocos segundos permanezco observándola, callado. Solo reaccionaría cuando ella volviera a hablar.
Entendiendo el contexto, no me queda más remedio que acomodarme en el futón colocado al lado de la cama y disponerme a dormir. Puede que suene a obligación, pero la realidad es que... ¡Lo estaba deseando! Por fin puedo desconectar de este día de locos. Ha sido toda una aventura, hacía tiempo que no tenía uno de estos días locos. Supongo que es lo que tiene acostumbrarse a esta vida de piloto. Pero bueno, parece que la nueva le dará un poco más de color a mis días. Dando vueltas en la cama, acabo de lado, mirando hacia la cama donde está ella. Francamente, no tengo ni idea de lo que se le pasa a esta mujer por la cabeza. Es basta, desagradable y una creída, pero no es como si la odiara por ello. [...] Ahora mismo acabo de presenciar un lado de ella que no pensaba que tenía. Tal vez Misato tiene razón y pueda dar con algo que me sorprenda en Asuka Shikinami. [...] Pensándolo bien... Es imposible. Bueno, bueno, a dormir. O eso quería yo. Como si mi propio cuerpo me traicionara, me tiro más de treinta minutos despierto, intentando conciliar el sueño. ¿Será por el futón? Es probable, pero no es que esté incómodo... Tal vez sea una de esas noches en las que no pegas ojo. ¡Aaaaah! Vaya molestia. Una vez cambio de posición varias veces seguidas, vuelvo a quedar mirando a la cama de Asuka. Ella sigue de espaldas. A diferencia de mí, ni se mueve. Mírala, durmiendo a pierna suelta. En ese momento, pillándome desprevenido, veo como mi compañera cambia de posición, pasando ahora a mirarme. [...] Al verla dormir plácidamente, en su faceta más femenina, por primera vez en todo el día, sentí una sensación agradable en el pecho... Pero sería más bien sus palabras en sueños lo que me impactaría:
Tú también eres una cría. To be continued... |