¡Holi Troli! Bueno, comencé con el fic, como muchos esperaban. xD Bien... todo lo explicado está en el blog explicativo, donde dije los adelantos y eso. En el prólogo mi querido personaje "Brett" les contará más detalles sobre qué tratará. :D ¡No lo hagan enojar! e___e (?)
Prólogo
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El Prólogo |
Querido prólogo...
Es difícil comenzar a escribir una historia, pero lo haré de todas maneras. No tengo mucho tiempo para escribir, pero de igual forma lo haré. Muchas cosas pasan a nuestro alrededor y la mayoría no se da cuenta. Hay gente que le gusta vivir en la fantasía y olvidan la realidad. Todos somos diferentes. Nadie es igual. Nada es igual. Nada. Por mucho que intentes imitar a otra persona siempre serás diferente. Muchas historias que surgen a mí alrededor tratan, como punto central, en buscar algo o alguien, o por una simple misión, por lo que este/a protagonista recorre todo un mundo en busca de ese lugar, objeto o de esa persona para cumplir la misión. Esta historia narra algo parecido. Todas esas historias narran hechos de un “héroe” que salva al mundo, pero nunca estos personajes dicen lo que le parece el lugar, el objeto nuevo, entre otras cosas. No, nunca lo hacen. Sólo recogen el objeto y luego lo utilizan como un experto; conocen el cielo o el infierno y les parece dar lo mismo; conocen un lugar nuevo y lo recorren de memoria; a veces, conocen personas y charlan como si fuesen verdaderos amigos. Muchas cosas no tienen sentido o lógica. Nadie ha narrado algo idéntico a lo que es el mundo real. Sí, todo es perfecto. Todo es como el narrador quiere. “Vendetta”; "Venganza" traducido. Un título que puede inquietar. No me culpen a mí. Culpen a mi creador, quien fue la persona que se le ocurrió colocarle semejante nombre. ¿Quién es mi creador? Es el usuario que escribió este artículo/blog: AnewLegend. Él ha hecho algunas historias anteriores que las dejó botada por querer escribir esta. Respecto a eso he visto varios personajes llamados “Brett”. En esta historia mi narrador decidió que yo mismo narre mis hechos y no él. Que la historia sea narrada en primera persona. Es más fácil creer las palabras de alguien que vivió los hechos que las palabras de otra persona; un amigo, por ejemplo. Esas personas consideradas cotillas. Cotillas que cuentan verdades y cotillas que sólo mienten para dificultar la vida de otra persona. Sólo puedo decir que en mí alrededor viven muchos, perdón, MUCHOS cotillas mentirosos. Como los detesto. Los fan-fictions cuentan historias en mundos maravillosos o fantásticos. En este caso será lo mismo, pero también muy diferente. El mundo en el que estoy es realmente difícil de considerarlo en una sola palabra. Todos cuentan las historias en mundos realmente lejanos de nuestras vidas. Esta historia podría contar hechos que suceden a la vuelta de la esquina, a pesar de que la mayor parte estaré en un mundo de fantasía. La historia comenzará un poco lenta, presentándome a mí mismo y el cómo inicié un viaje por “algo importante”. No obstante, en un punto de la historia llegará a ser dura, violenta, algo cruel y hasta poco entendible. Realmente no está adaptado y recomendado para niños menores de 13 años, a menos que este/a niño/a comprenda perfectamente la trama de todo esto. Así que si no te gustan las cosas violentas, te recomiendo que cierres esta ventana y te vayas a ver alguna red social, jugar un videojuego, entre otras cosas. Mi vida puede ser realmente parecida a la de una persona conocida o un/a amigo/a. Habrá más de una persona que tendrá una vida como la mía. Al menos parecida. Mi vida tendrá unos cuantos hechos que una persona común y corriente no puede tener. Es imposible que los tenga, a menos que éste/a viva en un mundo altamente maravilloso. Puedo decir que esta historia contendrá un punto de vista de la persona que me creó (AnewLegend). Como dije antes, la historia puede tratar de hechos que llegan a ocurrir a la vuelta de la esquina. Esto quiere decir, también, que mi vida no sólo pasa por lugares en donde tú no puedes llegar. Hasta la gente que conocí podrían llegar a existir en tu barrio, ciudad y escuela. Me refiero a los abusadores. Abusadores de mierda. Sí, lo digo con todas sus letras. Son unas mierdas. “Ay sí, que bravo es este chico, dijo una palabra vulgar en un lugar público donde pueden haber niños chicos”; más de uno pensará algo parecido después de lo que dije. ¿Y qué? ¿Acaso nunca has dicho palabras vulgares? No me vengas con cuentos. Al menos has dicho una en tu vida. Y no me refiero a que lo has dicho gracias a tu boca y lengua, sino que también los has dicho pensándolo. Ahora sólo digo que palabras como esas que están en la frase entrecomillas y marcada con cursiva, me las como, pasan por mi sistema digestivo y finalmente, las termino botando en un lugar mejor. “Ay madre, se enojó”; sí, como digas. Palabras como esas haría lo mismo que con la frase anterior. Realmente esta historia estaría siendo escrita directamente a esos abusadores, bravucones, o como les digas. Lo malo es que esos animales estarían golpeando o riéndose de una persona con deformidades, problemas mentales o simplemente con defectos. Claro, en este mismo instante. Ahora repito, esta historia no es apta para niños muy chicos. Es cruel y violenta. Contendrá unas tantas palabras que no son aptas para menores. Aunque, como dije antes, más de uno habrá dicho una mala palabra. También se incluirán los famosos momentos de aventuras y todo eso. Pero, principalmente, escribo esto para las muchas personas que no recapacitan y se den cuenta de lo que están haciendo. Reitero, detesto a los bravucones. Me dan ganas de exiliarlos. Son como perros salvajes con rabia. Pero con todo lo que ha sucedido en mi vida, tal vez, sólo tal vez, el único perro salvaje con rabia de todo esto soy yo. |
Comienza la Historia[]
Capítulo 01
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Capítulo Uno |
Esto comienza así:
Lo ideal para comenzar a escribir mi historia sería presentándome, ¿no? No sería muy buena idea dando mi historia sin conocer al menos mi nombre. Brett, ese es mi nombre. Seguro que ahora les interesará saber de donde provengo o donde vivo. Bien, se podría decir que provengo de un mundo más allá de las nubes; la mayor parte de mis aventuras transcurren en un mundo realmente conocido por ustedes, con un gran castillo y pradera; me enamoré de un mundo muy oscuro accesible por un gran desierto; la mejor vida que tuve transcurre en un mundo paralelo al segundo mundo mencionado; pero mi hogar… mi actual hogar y lugar donde me crié y crecí transcurre en un mundo que ustedes conocen perfectamente. Es un mundo altamente distinto a todos los mundos visitados por mí y ya los mencionados. Yo no sabría describirme en una sola palabra. No puedo encontrar la palabra clave que me describa. No me gusta perder en una “guerra”. Algunas personas me han dicho bipolar o patético. También me decían “chico bullying”, pero ahora ya no. Muchos se reían de mí y de mis actos, yo solo las ignoraba. No me importaba lo que decían de mí, pero sí me importaba absolutamente el tema de meterse con mi familia o físicamente contra mí. Sin embargo, siempre terminaba en derrotas, derrotas y derrotas. Nunca llegaba feliz a mi “hogar”. Los mundos que he visitado son realmente maravillosos, crueles, oscuros, aburridos, etcétera. Solo uno me llamó la atención: mi mundo. Un mundo creado por mí mismo. Un mundo en donde yo reino. Donde solo yo vivo. Nadie me habla. Nadie me toca. Nadie me mira. Un lugar completamente solitario, perfecto para mí. Mi forma de pensar nunca ha coincidido con las personas que encuentro a mi alrededor. En todos los mundos que visité no pude llegar a encontrar una persona única y exclusivamente para mí. Que me entienda. Me comprenda. Sí, es difícil encontrar a una chica así. ¡Ah! Se me había olvidado… actualmente tengo 23 años de edad. Sí, muy joven. Contaré lo que viví desde que era un pequeño niño hasta más menos la actualidad. Tal vez no incluya hechos demasiado recientes. No son muy importantes. Lo que me importa es que entiendan el mensaje que les dejo con esta historia. Este fan-fiction parecerá más un libro. Un libro de un muchacho relatando hechos de su vida y transmitirlo a toda la gente del mundo que sea posible. Porque sí, el tema es algo duro en este fan-fiction. Un tema que es debatido y difícil de darle una solución. Partiré esta historia contando hechos de mi vida que ocurrieron cuando era niño. A ver, tenía cinco años en ese entonces. Vivía con mis padres, los cuales tenían de nombre: Roberth Fernando Alvarado Triviño, mi padre, y María José del Carmen Guzmán Müller, mi madre. Raramente mi padre tenía de nombre principal un nombre inglés. A mí me pusieron de nombre Brett Javier. Por los apellidos de los padres quedaría: Brett Javier Alvarado Guzmán. No sé, pero a mi gusto suena feo el nombre. “Brett Javier”… no tiene una tonalidad llamativa. También estaba mi abuela, la madre de mi padre, quien se llamaba Eliana Luz Triviño Carrera. Su esposo, Gustavo Manuel Alvarado Toledo, falleció cuando yo tenía tan solo dos años de edad, por lo que no alcancé a conocerlo, pero él si a mí. Con eso me pongo satisfecho. En la casa en que vivíamos, vivía de colado el hermano de mi abuela de esa casa, Gastón Renato Triviño Carrera, quien en esa época aún estaba en “años dorados” con nuestra familia. Como les dije en el primer párrafo de este capítulo, provengo de un lugar que está más allá de las nubes. Sin embargo, crecí y me crié en un mundo que ustedes y yo conocemos perfectamente. Vivo en un planeta llamado Tierra. En el continente Latinoamericano. En el país que parece una lombriz al lado de Argentina. Un país que comparte grandes cambios climáticos: el desierto más árido del mundo, un gran océano, un lugar realmente helado (Polo Sur), grandes montañas y volcanes, bosques, etcétera. Este país se llama Chile. Un país realmente diferente a los otros países de Latinoamérica y muy, pero MUY diferente a los países de Europa, Asia y África. Conozcamos algo de Chile: éste país se divide en 15 partes, las cuales se denominan regiones. Yo vivo en la décima región, la Región de Los Lagos. La ciudad más importante de esta región es Puerto Montt, ciudad que ya he visitado. Más al norte de Puerto Montt está Frutillar, Puerto Varas y Purranque, pequeños poblados que están en medio de la carretera que conecta Puerto Montt con mi ciudad, Osorno. A mi punto de vista, Osorno es más limpio y bello que Puerto Montt, pero más chico y un poco menos desarrollado. Más al norte de Osorno está Valdivia, que en ese tiempo compartía con Osorno y Puerto Montt, incluyéndose en la Región de Los Lagos, pero un día pasó algo y Valdivia quedó como ciudad principal de una nueva región. No me interesaba. No tomé atención a esa noticia. Ni siquiera conocía Valdivia. Osorno, qué bella ciudad. Estoy agradecido de haber vivido en esa ciudad y no en Santiago, la capital de Chile, donde en ese lugar hay un crimen, robo y accidente todos los malditos días. Como yo suelo decir, en esa ciudad no se puede vivir tranquilo. Osorno es una ciudad tranquila donde solo hay un robo o un accidente dos días a la semana y unos pocos crímenes en el mes, algo realmente tranquilo en comparación con Santiago u otras ciudades. Yo vivo en una calle que casi nadie conoce: Pedro Lagos. Osorno se divide en sectores: Rahue bajo y Rahue alto, Ovejería bajo y Ovejería alto, Francke y Francke Colbe, Pilauco, Los Notros, El Bosque y el sector más conocido por todos: el “Centro”. Se podría decir que en los sectores de Rahue y Francke, vive la gente más humilde y donde hay más delincuencia en la ciudad. En los dos sectores de Ovejería son más tranquilos, al igual que Pilauco. Mientras que en el sector de Francke Colbe y Los Notros vive la gente con dinero y mucho más tranquila. El sector de “El Bosque” no lo conozco. Nunca en mi vida he ido allí. Lamentablemente, yo vivo en el sector de Francke. Sin embargo, vivo en la entrada de Francke, por lo que no alcanzo a toparme con esa gente que con solo la apariencia se ve con malas intenciones. Obviamente, en el Centro está todo: locales de comida rápida, ropas, supermercados, un Mall, tiendas, fashion, establecimientos escolares, etcétera. Está todo allí. En algunos sectores también tienen sus propios establecimientos escolares, pero no les va muy bien, que digamos. Bien, volvamos con mi vida. Yo vivo con mi familia ya nombrada en la entrada del sector Francke de Osorno. Estudié en la educación básica en un colegio llamado “Adolfo Kolping”, en honor a un antiguo sacerdote con ese mismo nombre. Me temo que eso de “básica” no lo habrán entendido muy bien… esto es debido a que la educación chilena es muy diferente al resto. Todos los otros les llaman “primaria”, “secundaria” y “universidad”. Acá se le dice educación “básica”, “media” y “superior”. La “Enseñanza Básica” comienza desde los 6 años de edad hasta los 13 años de edad. ¿Por qué? Cuando uno tiene 6 años estará en “Primero Básico”, luego “Segundo Básico”, “Tercero Básico”… hasta llegar a “Octavo Básico” con 13 años (algunos terminan con otras edades porque reprueban). Luego, el estudiante debe postular a un Liceo (secundaria), donde comienza la “Enseñanza Media”. Aquí uno debería entrar con 14 años y debería salir con 17 años de edad; “Primero Medio”, “Segundo Medio”, “Tercero Medio” (para muchos el más difícil) y “Cuarto Medio”. En cuarto medio, el estudiante debe dar la “Prueba de Selección Universitaria”, más conocida como PSU. Aquí uno debe dar lo máximo del estudiante, dando una prueba de Lenguaje y Comunicación, otra de Matemáticas (estas dos son obligatorias), y una última será, como opcional, de “Historia y Ciencias Sociales” o algo relacionado con el área científico, como Química, Biología y Física. Sin embargo, en algunos establecimientos no dan la prueba opcional. Con estas pruebas se saca un puntaje, las notas/calificaciones de la enseñanza media también se saca en puntaje, y estas se promedian con el puntaje de la PSU junto a otros puntajes. Si da más de 550 puntos en total, un alumno podría estar entrando a la Universidad, o sea, la “Enseñanza Superior”. Sin embargo, hay ciertas carreras de estudio que piden más de 550 puntos, incluso más de 650, algo muy difícil, y unas pocas carreras que piden menos de 550 puntos, pero no más bajo de 500. No hay que olvidar que para estudiar en una Universidad se necesita dinero y mucho. Bueno, ya les expliqué el funcionamiento de todo esto. Como yo no voy a la Universidad, no conozco su funcionamiento. Y bien, yo no escribí todo lo anterior solo para “adornar” el capítulo. Estoy realmente seguro que esa información te ayudará para entender algunas partes de la historia, así que tenlo en cuenta. Yo entré al “Adolfo Kolping” cuando tenía tan solo cinco años de edad. Aquí no comienzo con “Primero Básico”, sino que comienzo con algo previo a la enseñanza básica, “Kinder”. También está el “Prekinder”, que les hace a los niños de cuatro años. En el “Kinder” te hacen hacer dibujos, hace que fortalezcas un poco la creatividad y el pulso de tu mano, aprender a hablar y escribir, entre otras cosas y unas tantas actividades típicas para niños. Esa edad es genial, ya que ningún niño te molesta por defectos físicos o psicológicos. Todos lo pasan bien, todos ríen, todos son amigos… Genial. Al tener seis años de edad comencé con la enseñanza básica. En ese año no pasó nada en especial, por lo que recuerdo, tampoco en el siguiente año, pero cuando llegué a tercero básico… Vale. Ahí tenía ocho años de edad y los demás niños comenzaban a darse cuenta de los defectos de cada persona. Yo era muy malo para jugar fútbol, no dominaba el balón en absoluto. Por ello, todos se reían de mí cuando intentaba jugar. Lo peor de todo es que me ponían de arquero y recibía los pelotazos en la cara. Salía llorando y los demás llegaban a revolcarse en el suelo por tanta risa, literalmente. También sufría tartamudez, por lo que cuando me ponía nervioso tartamudeaba y los demás reían. Nunca olvidaré aquella vez…
Después de eso, yo agaché la cabeza mirando hacia un lado y el muy imbécil me da un empujón dejándome caer fuertemente en el cemento. El tipo se va riendo y yo quedo llorando en el suelo hasta que la inspectora del colegio me encuentra, me va a buscar y me lleva a enfermería. “Que débil”… como era tan solo un niño y no era capaz de expresarme en situaciones duras como esas, no supe como explicarle a la inspectora de lo que ocurría. Sí, un error grave. Si hubiera dicho todo desde un principio, tal vez ese imbécil no hubiera seguido molestando. Comenzaré a recordar el tal Marcelo. Si… Marcelo Carrasco. Qué chico tan insoportable. Nunca olvidaré lo que me hizo. Un día tranquilo, en un recreo, había ido al baño por tener unas fuertes ganas de orinar. Estaba jugando a las escondidas con un pequeño grupo de “amigos” que tenía en ese tiempo. Yo dije que me detendré de jugar un rato porque iba al baño. En ese grupo de “amigos” estaba Marcelo, apodado “El Polo” o “Polilla”. Según todos, El Polo le surgió la idea de encerrarme en el baño junto al grupo de chicos que jugaba a las escondidas. Yo me dirigí al baño. Todo normal. Sin tener previsto aquél ataque. Cuando terminé de orinar, fui a lavarme las manos. Mientras me lavaba, la puerta del gran baño se cerró con fuerza y se escucharon risas y murmullos en el otro lado de la puerta. Yo fui corriendo desesperado a la puerta para abrirla, pero era una misión imposible. Yo comencé a gritar desesperadamente, y mientras gritaba se escuchaban las risas de los niños y algunos gritos repitiendo lo que yo decía pero agregándole tartamudez solo para joderme. Finalmente, me rendí, me senté en el suelo y eché a llorar por el susto de estar encerrado. Las risas y gritos de burlas aún se escuchaban con un tono fuerte. Finalmente, pasó un buen rato y las risas se fueron alejando hasta que no se escuchó ni un murmullo. Me levanté, abrí la puerta y ahí estaba Marcelo junto a su mejor amiga de ese tiempo (actual novia), quienes me echaron un balde de agua fría. No sabía de donde sacaron el agua, pero me di cuenta que fue por el baño de mujeres. ¿El balde? De los baldes de limpieza. Cuando recibí ese gran chapuzón, empujé a Marcelo, pero su amiga me empujó y Marcelo aprovechó la ocasión para golpearme… fue la primera vez que recibí un golpe. Caí al suelo, rendido, me siguió golpeando y volví a echar a llorar. Antes de irse riendo, me pusieron el balde en la cabeza. Me quité el balde muy enojado y lo lancé lejos. Para la sorpresa, un par de niñas me vieron y también salieron riendo, pero un poco más discretas. En ese tiempo fue cuando aún tenía ocho años de edad. Nunca olvidaré ese acontecimiento. Jamás. ¿¡Y cómo no!? ¿Cómo olvidar a Javiera, la “Traicionera”? Yo creo que ella fue quien me humilló más duramente que “El Polo”. Esto fue un año después del acontecimiento anterior. Todo comenzó en un día de agosto. Recuerdo perfectamente ese día porque estaba resfriado y siempre me resfrío en ese mes. Un día, mientras estaba en clases, esta niña llamada Javiera se acercó a mí para conocerme y hacernos “amigos”. En ese tiempo, la tartamudez ya había desaparecido un poco más, así que no tenía tanto problema para expresarme cuando estaba nervioso. Y bien. Me cayó bien desde el principio y decidimos hacernos “amigos”. Ella me acompañaba en cada recreo y conversábamos de varias cosas. Casi siempre era ella quien comenzaba una conversación. Reíamos, jugábamos, hasta almorzábamos juntos. Nos ayudábamos en los exámenes. Todo bien. Hasta que llegó el “Día Negro” en octubre de ese mismo año. Ya con total confianza, me invitó a jugar a “La Chola”. El juego consiste en que debes correr por todos lados evitando que la otra persona te toque diciendo “Chola”. Si la otra persona hace eso hacia ti, tú deberás buscar a otra persona o a la misma para hacerle lo mismo. Bien. Yo creo que esto lo tuvieron todo planeado la Javiera y Francisco, mi mayor enemigo que en ese tiempo aún no lo era. Mientras jugábamos a ese juego, Francisco jugaba fútbol con su grupo de amigos. Yo y Javiera corríamos por casi todo el patio, evitando los pelotazos que venían. Sin embargo, mientras yo corría, Paolo dio un pelotazo preciso hacia mi cara, por lo que caí al suelo inmediatamente. Después de todo esto, unos pocos chicos fueron donde mí por preocupación, mientras que Francisco y Marcelo se acercaban riendo junto con unos cuantos chicos más, incluso “dándose los cinco”. Cuando estaba en el suelo, comencé a llamar a Javiera. Como estaba asustado por el golpe, yo tartamudaba como nunca antes, por lo que los chicos me molestaban más. De pronto, Javiera comenzó a acercarse hacia mí y el grupo de amigos. Yo sonreí al verla, pero ella estaba riendo más que los demás chicos. Entonces, mi rostro de felicidad cambió drásticamente. Todo esto sucedió en medio del patio del colegio, en frente de todos los estudiantes. Digo que estaba planeado porque Javiera “dio los cinco” con Francisco y justo en ese instante, la inspectora no estaba para que me revisara. Mientras yo miraba a Javiera con rostro defraudado y de alguien profundamente traicionado, todos se reían de mí y burlaban. Esta vez no eché a llorar, simplemente quedé “perdido”. Cuando salimos de clases, Javiera me dijo algo, pero no logré tomarle atención, por lo que no sé que dijo. Desde ese día, nunca más le hablé. Sin embargo, después de todo, al llegar a casa, como siempre decía que me fue bien, estudié, jugué con amigos, etcétera. En algún momento, cuando estaba en el baño, recordé el momento que había pasado y eché a llorar. Estos fueron las dos principales humillaciones que tuve en época de 6 a 9 años de edad. Gracias a esta última, comencé a ver a la gente de una forma distinta. Comencé a no confiar en ellas. Ya no quería tener amigos. Recuerdo que otro día de ese mismo año, otra niña se acercó a mí, de una forma parecida a la de “La Traicionera”, pero no le hice caso y me fui. Ella me gritaba diciendo que regresara a ella porque quería que seamos amigos, pero yo ni siquiera me volteé. Solo caminé al aula de clases y quedarme ahí en todo el recreo. O mejor dicho, todo el día. Y así fueron mis rutinas a lo largo de la semana. Del mes. Del resto del año. Mi comportamiento cambió bruscamente. Lo sé y me doy cuenta ahora. En esa edad hacía lo primero que se me venía a la mente. Era tan pequeño y todo fue tan traumante que no tenía el valor suficiente para decirle estos casos al director del establecimiento, a un inspector, a un/a profesor/a, a mi familia. Solo quería tener esos recuerdos en mi propia memoria. No quería que nadie supiera mis humillaciones. Tenía miedo de que risas por todo el colegio lleguen al verme. Risas de los profesores. Risas de los inspectores y del director. Risas e inclusos castigos de mi propia familia… ¡La familia! Ésta me ama y me odia. Mi familia me quiere. Me quiere golpear por sacar malas calificaciones. Mi abuela se enoja mucho. Mi padre es el gruñón. Mi madre es la sonriente, pero malévola al enojarse. Aún recuerdo sus personalidades. El hermano de mi abuela aún comía y vivía “gratis” en la casa. Yo era muy unido a mi familia, hasta que comenzaron a ponerse agresivos. Me aparté de ellos como lo hice con la gente del colegio. Yo creo que si les llegara a contar lo que sucedió en esos días, estos no me harían caso. Tal vez mi madre podría dar la cara, pero solo habría un 15%. Nada. Para mí eso era y es nada. Recuerdo aquella vez que yo tenía ocho años de edad. Mi madre había ido a la reunión de padres del colegio, donde se daría la primera entrega de calificaciones del año. Eso fue en mayo. Yo no iba muy bien en el colegio. Tenía más de una calificación mala. Es entonces cuando mi madre vio aquellas calificaciones feas y fue a la casa solo para decirme y hacerme cosas que no olvidaría. Recuerdo que en el momento en que ella llegó del colegio, yo estaba jugando con unos autitos de carreras junto a una autopista de Hot Wheels. Sentí el fuerte portazo de la puerta principal. Ella caminaba rápido y podía sentir que me buscaba. Mi madre revisó todos los rincones del primer piso, hasta que decidió buscarme en el segundo piso. Allí me encontró. Yo junto a la autopista y los autitos. Ella se veía realmente enojada. Patea con furia y parte en mil pedazos la autopista. Autitos volaban por todas partes. De un momento a otro yo estaba recostado en la cama mirando a mi madre como me decía cosas feas, mezclando el tema con las notas y mi comportamiento en el colegio. Raro, yo me portaba bien. ¿Acaso no les gusta que esté muy tranquilo? Mi madre decía insultos, palabras feas y groserías. Gritaba. En más de una ocasión sentía que su mano tocaba bruscamente con mi cuerpo. Eran golpes. Yo estaba asustado. Después de un rato de furia, lanzó el papel de mis calificaciones y se marchó del cuarto. Me dejó castigado sin juguetes a partir del otro día. Yo eché a llorar de los sustos y del dolor de los golpes, no de mis calificaciones. No solo del dolor de los golpes, también del dolor que dejó mi madre dentro de mí al comportarse así. Nunca fue así conmigo. Fue la primera vez. Desde aquella vez comencé a ver a mi madre de otra manera. Ya no era la típica mujer que se dejaba dar abrazos conmigo cuando quiera. No era la mujer de las cosquillas diarias. Era otra persona. Daba miedo. Tardó más de una semana en que su comportamiento se restablezca conmigo, pero mi comportamiento de aquella vez no cambió. Comencé a ser más frío. Y por ello comencé a tener una actitud aún más diferente en el colegio. Todo fue de mal en peor. Mi abuela también se ha enojado conmigo, pero no me decía palabras feas ni groserías. Mi padre me golpeaba ciertas veces con el cinturón cuando me portaba mal o tenía malas calificaciones. Mi madre hacía lo mismo de siempre. Pero me acostumbraba. Ya me estaba acostumbrando a sus pataletas. Ya estaba preparado para los golpes después de que mis padres se enteren de mis notas. “Todo sucede por algo”, me decía el hermano de mi abuela. En mis pensamientos me decía: “Oh, genial. Me dan palizas y todo para que aprenda a hacerlo con mis futuros hijos. ¡Genial!”. Ese hombre, o tío le llamo yo, es muy bueno para leer. Es muy curioso y sabe muchas cosas. Tiene una gran capacidad para sacar conclusiones o resolver puzzles. Bueno… tenía, creo. Ese tío me ayudó bastante en algunos trabajos de investigación. El signo de zodíaco decía que yo no era muy compatible con él, por eso será que nunca llegamos a entablar una buena relación. Siempre fuimos lejanos, con un simple saludo o un “¿cómo estás?”. Aún así, reconozco que es un gran hombre. Alguien genial. Yo soy de signo Aries. Él era Acuario. Mi madre era Virgo. Mi padre Escorpio. Mi abuela Géminis. Mientras que mi hermano menor Sagitario. Mi hermano menor nació gracias a mí. Cuando cumplí los siete años de edad, un 21 de marzo, les pedí a mis padres si me pudieran dar como regalo un hermano. Yo era hijo único y me aburría bastante al estar solo. Siempre jugaba con juguetes, con amigos imaginarios, pero hacía falta una pequeña persona que me acompañe en esos juegos. Mis padres no tenían tiempo. Mi abuela y su hermano no eran para ese estilo. No tengo amigos reales. Así que… solo quedaría un hermano, ¿no? La razón fue fácil. El nueve de diciembre de ese mismo año, nació mi hermano. Le colocamos de nombre Mateo. Lo bueno es que tenía un hermano menor y podía entretenerme. Lo malo es que nació en una fecha mala. Nació cuando se venía la Navidad, el aniversario de año nuevo… Pero lo peor fue que nació en la fecha de Sagitario. Sagitario y Aries no son muy compatibles, que digamos… Esa sería la razón del porqué no teníamos una muy buena convivencia. En fin. Tuve un hermano y era feliz. Aún tenía siete años de edad. Todo cambia cuando ya tenía nueve años. Aquel cumpleaños Nº 2 de mi hermano menor fue extraño, a mi gusto. Habían llegado todos los primos: dos hombres y cuatro mujeres. La mayor era Catalina, quien tenía 17 años en ese tiempo. Después venía otra mujer, Elizabeth, quien tenía 13 años. Después venía un hombre, Bastián, quien tenía 11 años. De ahí venía yo junto a otra prima que teníamos la misma edad: 9 años; se llama Eileen. Después venía otra mujer, Jocelyn, quien tenía 7 años. Luego el otro hombre, Esteban, con 6 años. Y por último la prima más pequeña, Josefina, con 3 años. Obviamente, ahí viene mi hermano con 2 años recién cumplidos. Mi comportamiento también era el mismo con ellos. La prima mayor hacía de las suyas con los mayores. Los primos de 13, 11, 9, 7 y 6 años jugaban entre ellos. Josefina era una dormilona y mi hermano era demasiado chico. Me invitaban a jugar con el grupito de cinco primos, pero no quería. Me daba cuenta de que mis padres me veían raro. No me importaba. En ese tiempo aún estaba con el “pequeño trauma” que me dejó “La Traicionera” junto con Francisco y “El Polo”. No estaba para nada arrepentido de no haber conocido a la otra chica que quería ser mi “amiga”. No estaba arrepentido de jugar con mis primos, por temor a vivir una nueva humillación. Esta vez en el peor de los casos… con la estúpida familia. Familia que, aparte de reírse de mí, les importaría un comino mi humillación, a excepción de los padres de Jocelyn y Esteban, a quienes les llamaba y aún les llamo “Los Delicados”. Catalina: vivía en su mundo de “casi adulta”. Elizabeth: vivía su propio mundo de dibujante. Bastián: vivía su mundo de dinosaurios y le llamaba la atención la música. Eileen: una niña curiosa que no la estudié muy bien en ese tiempo, aunque siempre me sonreía cada vez que cruzábamos miradas. Jocelyn: una niña muy juguetona en ese tiempo que pasaría a ser una real loquilla. Esteban: un niño que es muy cercano a su madre; “mamón” le decimos… también le fascina mucho los videojuegos. Josefina: la dormilona, pero cuando despierta, se siente la bulla de sus gritos y risas por todos lados. Así eran mis primos. Cada uno con ideas diferentes. Ninguno compartía pensamientos iguales conmigo, aunque Eileen me parecía muy curiosa. Por alguna razón yo era tímido con ella y ella conmigo. Para mí y Bastián era, y creo que lo sigue siendo, la prima más bonita de todas. Todos los pensamientos de mis primos eran distintos. Yo vivía en un mundo realmente desigual al que tienen los demás, lamentablemente. Nadie podía llegar a compartir pensamientos conmigo. El único que podía comprender mi situación y quien yo le podría llamar “sabio” era al hermano de mi abuela. Él era el único. El cumpleaños pasó. La navidad también. Se vino el año nuevo y fiestas por todos lados. Nuevamente llegaron los primos y sus padres. Algunos venían con carnes. Otros venían con bebidas de fantasía y otras alcohólicas para los adultos. La prima mayor, Catalina, era la única prima que bebía de esas bebidas alcohólicas. Yo podía ver y darme cuenta como mi prima Eileen seguía mirándome a ratos, como queriendo decirme algo. Algo me decía que tenía miedo de hablarme. Como siempre, Eileen y los otros chicos comenzaron a jugar. Esta vez se incluyó Josefina. Mi hermano estaba en su mesa chiquita de comedor. Era lo bastante chico para jugar con los demás. No me extrañaba que Josefina tuviera energía para jugar, pues cumpliría los 4 años en enero del próximo año. Lo que sí me extrañaba eran las continuas miradas de Eileen. Me sentía raro. Me sentía presionado. Sentía que tenía una sicópata detrás de mí. Mientras ella jugaba, aprovechaba de mirarme. Yo estaba sentado arriba de un árbol, pero ella pareciera la única persona que supiera de mi presencia en el árbol. Cuando se estaba oscureciendo y el asado se estaba recién haciendo en el patio, no sentí más los gritos de mis primos. Supuse que jugaban ya en la casa. Hacía algo de frío. Iba a bajar, pero, sin embargo, Eileen llega al árbol. Interrumpió mi bajada, pero ella me dijo:
Le hice caso y bajé con cuidado. Finalmente, bajé y ella me recibió con una sonrisa. Tenía una voz muy dulce. Era muy diferente a las voces que escuchaba en el colegio o de mis otros primos. Su sonrisa que sacó al mirarme la hizo más bonita de lo que estaba. Es entonces que yo también le sonreí. Eileen era la única que me ha dicho “tengas”. Todos dicen “tengai”, pero ella dijo la palabra correctamente.
Sus palabras resonaban en lo profundo de mis oídos. No le pude responder. Solo quedé mirándola mientras ella ya no me miraba muy sonriente. Al cabo de unos segundos, ella volvió a sonreír y rió un poco. Me dijo que caminemos un rato en el patio, ya que no le gustaba estar con mucha gente. ¡Eso era algo que también no me gustaba! Gracias a eso, me di cuenta que la forma de pensar de Eileen era parecida al que tenía. Decidí estar con ella y conversar para conocernos mejor. Mientras conversábamos, me daba cuenta de que yo y ella teníamos muchas similitudes. Los dos no teníamos amigos en el colegio. Los dos hemos sido humillados en el colegio. Tenemos un punto de vista al mundo muy parecido. Sin embargo, el tema de los padres es diferente. Sus padres son muy diferentes a los míos. Qué lástima para mí. Al menos a ella la cuidaban y le daban cariño de verdad. Eso me tranquilizó. Al cabo de un rato, los dos decidimos jugar a las escondidas. Como era de noche, nos dábamos uno que otro susto o no nos encontrábamos por largos ratos. Lo pasamos genial. ¡Al fin tenía una verdadera amiga! Aunque era mi prima, la consideraba una amiga. Aquella noche lo pasamos muy bien entre los dos. Conversábamos y jugábamos. Nos divertíamos haciendo ambas cosas, respectivamente. En más de una ocasión, mis padres y los padres de Eileen nos miraban llamándoles la atención por nuestra gran unión que surgió de un momento a otro. Eileen era hija única, quizás por eso la querían y cuidaban tanto. Aún lo siguen haciendo. Esteban y Jocelyn son hermanos. Bastián es hijo único. Elizabeth, Catalina y Josefina son hermanas. En esa misma noche, a esa hora de las tres de la madrugada, Josefina estaba durmiendo, al igual que Mateo, mi hermano. A Esteban le estaba entrando el sueño, al igual que su hermana. Bastián y Elizabeth hacían de las suyas jugando entre los dos. Catalina se veía “algo” mareada. Y aislados de todos estaba Eileen y yo conversando en el oscuro patio. Había frío, pero estábamos abrigados. Hablábamos de nuestras crudas humillaciones en el colegio. Antes de que el padre de Bastián nos vea, Eileen le entró algo de sueño y se echó en mi brazo izquierdo. Yo la miraba de reojo y nervioso. Nunca antes tuve contacto físico de esa forma con una niña. Yo veía como pestañeaba con unos ojos realmente cansados. En fin, luego llegó nuestro tío y nos entró. Yo y Eileen nos sentamos en un sofá del comedor, hasta que a esa hora de las cuatro de la madrugada, ella no habló más. Estábamos tendido en el sofá y no hablábamos de hace unos minutos. Le hablé un poco pero no respondía. Así que decidí verla y estaba ahí, con sus ojos bien cerrados. Busqué algo. La tapé con cuidado, sin despertarla, y fue donde comencé a aburrirme. Me entró sueño. Después de eso, solo recuerdo que amanecí al otro día y solo estaba la familia de siempre. Días después los primos volvieron a la visita. Esta vez vimos vídeos y fotografías de nosotros en la fiesta. En una de las partes finales del vídeo, me pude ver dormido junto a Eileen en el sofá que me senté con ella aquella noche. También había una fotografía que me veía durmiendo. Yo con Eileen reíamos solo en nuestras escenas y en una fotografía donde aparecía Catalina tirada en el suelo. O en una parte del vídeo donde Bastián y Elizabeth molestaban al hermano de mi abuela que se encontraba algo borracho. Esa noche fue increíble para la familia completa, después de todo. Eileen y yo las arreglamos para pasarlo bien aquella noche. Finalmente, no pude ver a mi prima favorita hasta el día de mi cumpleaños Nº 10. En todo ese tiempo que transcurrió sin verla, la extrañé. Aunque no la conociera perfectamente, igual la extrañé. El día de mi cumpleaños Nº 10 fue espectacular. Por primera vez interactué con más primos que de costumbre. Sin embargo, yo y Elizabeth no coincidíamos mucho, por lo que no nos llevamos muy bien… aún así, fue un día perfecto. Podía ver como Eileen estaba realmente feliz al ver que yo me sentía libre. Por alguna extraña razón, mis padres se veían algo preocupados desde aquel día. Dejaron de preocuparse hasta que pasó algo maravilloso e increíble para todo el mundo en un día de ese mismo año. Al tener ya mis diez años de edad, ocurrió algo que jamás olvidaré. Algo muy difícil que le ocurra a otra persona de este mundo extraño, duro y cruel. Es un suceso maravilloso y que ni siquiera ustedes podrían creer al verlo con sus propios ojos. Continuará |
Capítulo 02
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Viva la Maravilla |
¡Bienvenido a un nuevo mundo!
Las molestias en el colegio continúan. Los niños siguen con sus estúpidas risas. Las niñas siguen cacareando. Los profesores en su mundo. Los inspectores “callampas”. El director quiere dinero. Los padres sonríen nerviosos. Eileen me extraña. Yo la extraño. Mis primos ríen y se divierten. Ellos juegan con amigos. Yo juego con el suelo. Eileen juega con el suelo. ¿Por qué no envían a mi querida prima al mismo colegio? Quiero estar con ella. La necesito. Me dan ganas de jugar con ella. Conversar de la vida; de las personas que nos rodean. Del mundo. Esto ya parece una tortura. Ya es mayo y no he visto a Eileen desde mi cumpleaños. Para muchos no ha pasado tanto tiempo. Para mí pareciera que hubiera pasado más de diez años. El tiempo corre lento. Muy lento. Deseo que ella esté aquí, a mi lado, compartiendo risas, gustos, sensaciones y conversaciones de un tema en específico. Temas que yo comparto muy bien con ella. Temas que los otros primos no entenderían. Que les aburriría. No les valdría en absoluto y seguirían riendo y jugando como si la vida fuera todo hermoso. Mi mundo lo comparto con Eileen. Un mundo oscuro, casi sin luz. En ese lugar lo pasamos muy bien. Es donde más reímos y conversamos. Recuerdo que en julio de ese mismo año, pocos días antes de las vacaciones de invierno, “El Polo” volvió a hacer de las suyas conmigo. Me estaba molestando en el baño con lo típico de “tartamudo”. Recuerdo que tenía el pantalón en la parte trasera algo café debido a que me sentaba en el suelo.
Todos echaban a reír. Yo me enojé, fui donde él y le di un empujón. Él quitó bruscamente su sonrisa para arrugarse y también me empujó. Todos los demás decían: “Pelea, pelea, pelea” repetidas veces. Yo intenté darle un golpe con un puño, pero no fui certero y este me ganó contraatacando. Caí y fui ahí donde me empezó a dar patadas. Escuchaba risas, gritos y sentía el dolor de las patadas y algunos puñetazos. Finalmente:
Después de eso, este me escupió y se fue “coronado” con los demás. Yo solo quedé ahí. Tendido en el suelo y llorando, como siempre. Sí; el lenguaje utilizado por ese niñato sí que era feo. Tenía once años y hablaba así. Para mí era una vergüenza para la sociedad. Regresé a la sala de clases y todos me miraban. Para remate, un tipo que no me acuerdo de su nombre, me hizo un hincapié y caí. Todos rieron. Luego me senté y no me di cuenta que la silla estaba con la pata mala. Así que rato después de que me senté, caí. Nuevamente todos rieron. La rabia y furia que tenía por dentro quería descargarla, pero no sabía como hacerlo. Tendría que dar una paliza a alguien y ya. Finalmente salimos de clases, sin antes con una broma pesada una vez más. Mientras estábamos saliendo, Francisco, mi rival, me lanzó huevos a la cabeza. Dentro de poco, “El Polo” camina tranquilamente hacia mí y me lanza harina. Todos me ven. Compañeros del colegio, alumnos, apoderados. Todos. Y para remate, todos ríen. Hasta que pude ver a mi madre, quien no vio tal broma. Al verme fue la única que no rió. Solo tenía su típica cara de preocupación y ya. Yo le dije que me hicieron una broma pesada, pero ella no dijo ninguna palabra en todo el camino para llegar a casa. Ese día y unos pocos más fueron extraños. Casi nadie hablaba en la casa. No había mucha actividad. Todos se miraban preocupados por hacer algo que no quieren o les da miedo. Pasaron los días desde que salí de clases. Un día de las vacaciones, mientras yo jugaba con un dinosaurio de juguete que me regaló el padre de Bastián en el día de mi cumpleaños, mi madre me saca bruscamente de la habitación y me lleva hasta el jardín de la casa. “Espérame” me dijo. Entró a la casa. Pasaron unos minutos y ella volvió a salir con mi padre. Los dos me tironeaban corriendo y me llevaban al Parque Cuarto Centenario. No entendía nada de qué estaba pasando. Finalmente, los tres llegamos hasta el destino buscado por mis padres. Mi padre veía cada dos minutos su reloj. Yo preguntaba: “¿Qué está pasando?”; ellos no daban respuesta alguna. Solo esperaban inquietos hasta que sea una hora exacta. ¿Para qué? ¿Por qué? Ni idea. De pronto:
Yo intentaba ver algo, pero no pasaba nada. Sin embargo, cuando ya empezaba a creer que mis padres estaban bromeando, comenzó a abrirse algo azulado y, raramente, con forma de puerta.
Quedé en silencio creyendo que era una broma. Me reía por dentro, pero por fuera me mostraba serio. Decidí entrar. Me acercaba de a poco al “portal”. Cuando estaba lo suficientemente cerca, me volteé para ver a mis padres. Mi padre estaba serio y algo preocupado; mientras que mi madre estaba sonriente pero se veía más preocupada que mi padre. Yo sonreí, volví a ver el portal y me lancé a este… Miles y miles de luces y colores estaban alrededor mío. Me estaba sintiendo mareado. Sentía como si me estuvieran arrastrando fuertemente al fondo del portal. Mientras me sentía arrastrado, seguía viendo infinitos colores. Todo esto ocurrió al cabo de unos dos segundos y cuando pasaron esos dos segundos… Sentía que estaba parado en tierra firme, pero terminé vomitando por el fuerte mareo. Cuando acabé de vomitar y pude sentirme bien, levanté la cabeza para mirar al frente y no me podía creer lo que estaba viendo. Era un lugar totalmente desconocido. Nunca antes había estado en un lugar como ese. Ni siquiera se ha mostrado en televisión un paisaje tan hermoso como el que estaba presenciando. En donde estaba, había un cartel con unos jeroglíficos extraños. Decía algo, pero como no entendía no sabía lo que decía. Volví a mirar tal paisaje, con grandes colinas, mucho césped, hermosos árboles y bien cuidados, muchas flores, entre otras muchas cosas más. Cuando desperté de mi inmovilización al ver el paisaje de ese lugar extraño, comencé a caminar. Recorrí parte de la pradera. Era una pradera realmente enorme y verde. Mientras caminaba, pude ver una estructura a lo lejos. Tenía la forma típica de un castillo, así que supuse que era un castillo. Bien, al ver tal castillo, me dije que no estaba en el planeta Tierra, estaba en otro mundo. Estaba en un “Mundo Maravilloso”. Como me sentía solo, sin nadie y con un paisaje que cualquiera podría desear, comencé a correr libremente y feliz. Ahora sí que deseaba estar con Eileen. Estar con ella en un lugar como este… increíble. Toda mi felicidad se adormeció cuando pude ver un carruaje “pobre” que andaba por allí. Estaba siendo llevada por dos caballos. Pude darme cuenta de que el carruaje se acercaba a mí, así que decidí correr solo por el miedo. Sin embargo, me cansé al instante. No podía correr bien. Algo extraño sucedía. Pareciera que el aire de ese lugar también era diferente. Finalmente, el carruaje llegó hasta mí. Un hombre del carruaje se bajó y me miraba con una sonrisa. Su vestimenta no era muy formal, que digamos. Se parecía a las típicas personas que trabajan en granjas. Este hombre tenía rasgos humanos, pero habían ciertos detalles que me parecieron extraño… su nariz era algo más puntiaguda de lo normal; sus orejas eran largas y puntiagudas, como las de un duende y le costaba hablar conmigo, como un inglés intentando hablar castellano.
Vale. Un nombre como ese no se utilizaba en todo el mundo. Además, ¿rancho Lon Lon? Nunca oí un rancho con ese nombre en la Tierra. Lo más curioso es que, al parecer, me conocía. Creo que me buscaba desde un principio. Me di cuenta que yo estaba algo lejos del portal, quizás por eso tardó en encontrarme.
Este hombre nunca antes visto me dijo el nombre de un lugar jamás antes oído en mi vida. Con el nombre de ese lugar quedé al 100% de que no estaba en la Tierra. Entonces… ¿dónde diablos estaba? Yo le pregunté en donde estaba, y él riendo me volvió a contestar que estaba en Hyrule. Pensé que estaba de broma. Talon me llevó al Rancho Lon Lon, lugar que estaba al frente del castillo. Allí conocí a su hija, Malon. Fue muy amable conmigo y se lo agradezco. Era una chica de unos doce años de edad. Su pelo era rojo. Llevaba un traje largo blanco que tapaba todo su cuerpo, con un broche del famoso enemigo de Mario Bros: Bowser. Llevaba unas botas de color café y, al igual que su padre, tenía orejas y nariz puntiagudas. Malon y Talon me ayudaron bastante en mi llegada y me hablaron sobre el castillo, el cual se llamaba “Castillo de Hyrule”. Dijeron que allí vivía la princesa Zelda, princesa de Hyrule. El rancho me pareció agradable. También vivía otro hombre con los mismos rasgos faciales extraños que tenían Talon y Malon. Este se llamaba Ingo, quien era el encargado de cuidar a los animales, limpiar, ordeñar, entre otras cosas. Sin embargo, Talon era el encargado del rancho, pero era algo flojo e Ingo tenía que hacer todo. Dos días después, Malon me llevó a conocer más la pradera de Hyrule. Me dijo que Hyrule se dividía en regiones: Latoan, Farone, Eldin, Lanayru, Gerudo y Pico Nevado. Cuando llegué, yo estaba en la región de Farone, pero el rancho estaba en Eldin y el castillo en Lanayru. A pesar de esto, el rancho pareciera estar cerca del castillo. Desde el rancho se ve una magnífica vista al castillo. Malon decidió llevarme a conocer mejor la región de Farone. Así conocí el Bosque de Farone. Era magnífico. Ella decidió llevarme más al fondo del bosque, para así llegar a la región de Latoan, donde se encuentra un pequeño pueblo: Ordon. Malon me dijo que antaño vivió un hombre extremadamente fuerte que provenía desde ese bosque. Malon me dijo que no recordaba el nombre de tal persona, pero era reconocido en otros mundos, según ella. Desde ahí quedé con la duda… ¿otros mundos? ¿Acaso Malon conocía el mundo en que yo vivía? ¿O acaso no solo existe Hyrule como un mundo maravilloso? Quedé con esas preguntas sin soltarlas. Anocheció y dormí en el rancho. Estaba feliz de vivir en un mundo como este. No son discriminantes. No me molestan. Todo es perfecto. Pero… ¿qué hay de Eileen? ¿Mis padres? Los extraño… Aunque mis padres no eran muy buenos conmigo, igual los extraño. Obviamente, a quien más extraño es a mi querida prima. Tenía diez años y caminé todo ese día, así que solo pensé un rato en Eileen, mis padres y me dormí inmediatamente. Cuando pasaron varios días, Talon me dijo que debo volver al lugar de donde vine. Al parecer, Talon, Malon e Ingo no saben nada del mundo en que yo vivo. Solo sabían de mí, pero no de los demás. Me pareció extraño. Talon me dejó en el lugar exacto en donde nos conocimos. Él regresó con su carruaje y yo comencé a buscar el portal. Tardé horas en encontrarlo y lo crucé. Nuevamente me mareé, pero no vomité. Estaba en el Parque Cuarto Centenario. En el mismo lugar donde estaba con mis padres. No sabía qué hora era. No sabía qué día era. No se el estado en que están las personas aquí. Solo veo parejas dándose besos apasionadamente en este parque. Decidí irme inmediatamente. Regresé a casa solo. Tenía diez años. Ahí estaban mis padres. No parecían siquiera felices por mi regreso, pero sí dejaron la preocupación que tenían. Eran las 05:20 pm y era 29 de julio. En dos días después, regresaba a clases. Regresé a casa un día sábado. Después de todo, cuando fui a clases el día lunes 31 de julio, comencé a sacar mis conclusiones sobre Hyrule. Me pareció un mundo increíblemente interesante, entretenido, divertido, curioso y maravilloso. Lo mejor y más maravilloso de todo es que no hay discriminación. Creía que Hyrule era el mundo que deseé. Una maravilla que siempre soñé. Un mundo de sueño hecho en realidad. Sí, repito las mismas palabras. Es que las palabras ideales para mí en describir ese mundo son “Maravilloso” y “Sueño”. Este mundo, en el que crecí es muy feo en comparación con el otro mundo. Deseaba estar de regreso, así que después de clases, después de una nueva pequeña humillación de Francisco, regresé al parque por cuenta propia. Encontré el portal. Entré en ella y lo primero que pude ver, era el hermoso día que se presenciaba. Respiré profundamente el aire de Hyrule. Caminé un poco. Volví a ver todos los alrededores, al igual como lo hice al llegar por primera vez. “Este mundo es una maravilla”; repetía eso todo el rato. Pasé todo el día en Hyrule hasta el atardecer, donde regresé al portal y volví a la Tierra. Con una sonrisa de oreja a oreja dije: “Viva la maravilla”. En serio... Hyrule era uno de los muy pocos nombres que me resonaban en mi mente todos los días. El otro era Eileen. Pasó el tiempo y ya era agosto. Aún no había visto a mi querida prima. Sabía que la iba a ver porque el 18 de septiembre. Las fiestas patrias, se acercaban. Esas mini vacaciones me alivian. Son un pequeño respiro y alejamiento absoluto de la gente que detesto. Aunque me encierran más con gente que amo y odio. Septiembre… un mes intranquilo. Se venían muchas compras, revoltijos y gente por acá y por allá. Además, en esa época del año, los alumnos comienzan a alterarse un poco más. Estaba en “Quinto Básico”. Desde ahora se comienza a molestar de “te gusta tal persona”. También de “eres homosexual”. Los chicos comienzan a ver a las chicas ya no tanto para quererlas solo como amigas. Comienzan a ver los traseros de las chicas, comparando los tamaños. Algunos hacen esto cuando son más chicos, pero generalmente ocurre a esta edad. Como estoy en “Quinto Básico”, ya no habrá solo un profesor que nos enseñe múltiples cosas. En la mayoría de los casos se cambian de profesor para su respectivo ramo: lenguaje, matemáticas, inglés, historia, etcétera. Mi peor ramo era las matemáticas. Aún lo sigue siendo. ¡Cómo las detesto! Era muy bueno en lenguaje y comunicación. Bueno, aún lo sigo siendo. Inglés aprendía de vez en cuando. Historia me daba sueño. Naturaleza era interesante, pero no me llamaba mucho la atención. Artes Visuales… no me iba muy bien. No soy bueno en dibujar. Artes Musicales me divertía. Educación Física… me dolían los golpes de mis compañeros al correr o hacer ejercicio. Habían unos cuantos ramos más pero me da pereza decirlas todas. Estas eran las más comunes. Antes de los acontecimientos de septiembre, decidí entrar a Hyrule una vez más. Tenía ganas de visitar las bellas tierras. Primero me había despedido de la familia diciéndoles que iba a estar algunos días ausentes. Ellos solo respondieron con un simple “adiós”. Vaya, cuanto me quieren… Seguí mi rumbo y llegué al portal. Accedí a ella y entré a Hyrule. Quedé un rato parado y quise ver la belleza del paisaje de aquel mundo. Después de esto me dirigí tranquilamente al Rancho Lon Lon. Al llegar estaban los mismos de siempre: Talon, Malon e Ingo. Talon flojeando; Malon ordeñando; Ingo limpiando; yo mirando. Nuestras rutinas diarias en el rancho me estaban pareciendo aburridas. Además, Ingo y Talon hablaban cada vez menos. Malon me sacaba a pasear de vez en cuando, contándome aún más cosas acerca de Hyrule. En algún instante, yo le quise hablar sobre el mundo en el que crecí, pero me arrepentí. Quizás no sepa nada del mundo en el que “provengo”. Quizás creerá que estoy loco. Mejor no diré alguna palabra para conversar de ese mundo. ¡Estoy en Hyrule! Debo olvidar todos esos malos momentos, a excepción de los bellos que paso con Eileen. Mi prima… la extrañaba. Aquella noche del día de paseo, salí del cuarto y fui al centro del rancho. Ahí comencé a pensar y acordarme de Eileen. Miraba el cielo con numerosas estrellas. Estaba loco. Estaba tan loco que creía ver a mi prima preferida en una constelación. Me detuve. Me dio frío y me devolví al cuarto. Esta vez no fue para pensar en Eileen, fue para dormir y descansar. Al siguiente día, muy temprano por la mañana, Talon había preparado las cosas para trasladarlas a la Ciudadela de Hyrule. ¿Ciudadela? ¿Acaso hay una ciudadela en Hyrule? ¿En qué lugar? Talon solo me respondió que a los pies del Castillo de Hyrule. Le dije al dueño del rancho que si me daba permiso para ir con él. Así puedo conocer más gente y lugares de Hyrule. Sería fantástico. Podría ver más gente de Hyrule y el castillo muy de cerca. Tal vez, solo tal vez, conocería a la persona que podría hacerme olvidar de Eileen. Solo tal vez… es una probabilidad difícil, claro. Finalmente, Talon aceptó con una sonrisa. ¡Conoceré más Hyrule! ¡Conoceré el centro de todo: la ciudadela! Estaba feliz. A esa hora de las siete de la mañana, Talon ya estaba listo para parte junto a su carruaje conmigo. Antes de partir me dio las siguientes instrucciones:
Las instrucciones de Talon las escuché atentamente, esperando respetarlas. Malon se quedó como la dueña temporal del rancho, mientras que Ingo seguía con sus labores. No crean que hicieron algo raro entre ellos dos. No sean pervertidos, por favor. Sería demasiado tonto pensar en esas cosas, más cuando se trata de que Malon sea tan solo una niña. Volviendo a lo anterior, Talon y yo ya estábamos en la pradera. La verdosa pradera. Pasábamos por caminos que yo no había visto en mi llegada o en mis paseos con Malon. Estábamos aún en Eldin, dirigiéndonos a Lanayru. El castillo se veía magnífico. Se veía mejor en las puestas de sol. Sin darme cuenta, habíamos llegado a la región de Farone. Talon dice que nos dirigimos a esta región para tomar un atajo. Me di cuenta que tenía razón. Muy pronto ya estábamos en los jardines. Talon y yo nos bajamos del carruaje y avanzamos a pie. No tardamos nada en llegar. De un momento a otro estábamos en el rancho y minutos después en la ciudadela. ¿Acaso los caballos estaban corriendo? No lo creo. No me tambaleaba tanto dentro del carruaje. En fin. La ciudadela era realmente grande. Me di cuenta que entré desde el área en que se venden cosas: habían varios Hylians vendiendo sus productos. Estaba un Goron, una raza que me estuvo Talon al preguntar quien era tal vendedor, junto a su hijo vendiendo aguas termales. En esta área había un pasaje que conducía a la Tasca de Telma, según Talon. Había otro pasaje a la derecha que conducía directamente a la entrada de la ciudadela; según Talon, entramos desde la parte trasera. También había otro pasaje que conducía a hogares y demás. Y por último, si uno caminaba recto desde el lugar que entré, se llegaba a la plaza. Podía ver gente caminando por todos lados. Hylians gritando como locos, sin entender una palabra de lo que decían. Una gran casa en el pasaje de la derecha, parecía un castillo. De ese “castillo” salía una linda muchacha con vestido largo y amarillo pálido. No la pude ver bien. Estaba lejos de ella y caminó hacia la entrada de la ciudadela. No podía seguirla, acompañaba a Talon. Además, no tenía permitido alejarme del granjero ni tampoco interactuar con otras personas. Talon me preguntó: ¿qué te parece la gran Ciudadela de Hyrule? Yo le contesté que era muy poblado, pero con una hermosa pileta y un gran castillo acompañándolo. Talon sonrió. Yo estaba satisfecho con estar aquí. Me sentía libre, aunque tenga que estar con Talon todo el tiempo. Comparando este lugar con la ciudad donde crecí, este último era muchísimo más grande, pero no me sentía libre aquí; en cambio, en la ciudadela me sentía lo contrario. Me daban ganas de traer mis cosas y vivir aquí. Sé que la familia se enojaría y se despedirían a golpes conmigo, pero me sentiría aún más libre y feliz. No me alejaría de Eileen, la traería de alguna forma; intentando se logrará. Ya estaba en la plaza junto a Talon. Éste me dirigió al camino frente de las grandes puertas del castillo. Estaban siendo custodiadas por guardias. Estos vestían ropas de caballería de la Edad Media o algo parecido.
Afirmé con la cabeza. Talon iba con los bidones de leche dirigiéndose al castillo. Los guardias le dejaron entrar y mi compañero adulto desapareció cuando las gigantescas puertas fueron cerradas. Me di media vuelta y ahí quedé. Miraba a la gente que caminaba por todos lados. Todas, pero TODAS las personas me quedaban mirando con extrañeza. Solo me miraban, pero no se acercaban, por suerte. Si se acercara uno me pondría nervioso. Pensé en acercarme a la pileta y jugar con ella, pero no quería desobedecer las órdenes de Talon. Mucho menos llamar aún más la atención de la gente. Yo estaba en un lugar en que si Talon sale del castillo, me podría ver fácilmente. Si iba a la pileta, este no me encontraría de inmediato, ya que la gente me ocultaría. Comencé a mover la cabeza hacia todos lados para ver que había. A la izquierda se encontraba la entrada de la ciudadela, lugar que no conocía; a la derecha estaba el lugar de donde vine. Un poco más a la derecha y algo detrás de mí estaba el pasaje que conducía a los hogares y una salida a la región de Lanayru. Podía ver que tal salida estaba siendo custodiada por guardias. Finalmente, atrás de mí estaba el castillo. Pasaron los minutos y comencé a aburrirme. Me puse a pensar en Eileen, a quien no la había visto de hace tiempo. Comencé en recordar los acontecimientos de mi cumpleaños y de ese año nuevo. Año nuevo en que me divertí como ningún otro año nuevo. Mientras estaba pensando en ella, un Hylian se acercó a mí. Me di cuenta que me preguntó algo, pero no entendí en absoluto. Así que le hice la seña de que no entendí.
Eso fue lo que me dijo después… yo quedé sin palabras en la boca. ¿Cómo pudo hablar en el idioma que entiendo? ¿Acaso los Hylians son bilingües? Me hice el tonto y nuevamente le hice la seña de que no entendía. Éste me quedó mirando con un rostro de no creer en mis interacciones. Finalmente, decidió irse sin dejar de quitarme la vista por un rato. Yo lo había quedado mirando nervioso, con la espalda algo sudada. Cuando se fue di un suspiro de alivio. Cerré los ojos para aliviarme aún más. Extrañamente, mientras tenía los ojos cerrados, sentía una voz femenina que me susurró diciendo “Eileen”. Era una voz que nunca antes había escuchado. Abrí los ojos y comencé a ver por todos lados. Sin embargo, solo escuchaba los ruidos que producían la gente de la ciudadela. Me calmé y volví a estar en silencio. Al cabo de unos cinco minutos, la voz volvió a escucharse. Nuevamente como un susurro, pero con más fuerza. Volví a ver por todos lados, esta vez no tan agitado. Nadie estaba cerca de mí. ¿De dónde viene tal voz? Mientras miraba mí alrededor, la voz volvió a escucharse. Me daba cuenta que la voz provenía de un lugar cercano al castillo. Así que miré la gran estructura y la voz volvió a escucharse diciendo: “Extrañas a Eileen, ¿no?”. Ahora me asusté. Sentía que un espíritu sicópata me seguía. Al mirar con cuidado, me di cuenta que en el lado izquierda del castillo se encontraba otra estructura más. Era una especie de torre. Al mirar esta estructura, la voz volvió a escucharse aún susurrando en mi oído diciendo: “Ven… ven y encontrarás a Eileen”. No hice caso, pero la voz volvió a escucharse. “¡NO!”; eso me decía yo mismo. “¡No es verdad!”. ¿Cómo podré encontrar a mi prima en un lugar como este? Es imposible. La voz volvía a escucharse una y otra vez. Cerré los ojos y me tapaba los oídos. No había caso. Era una voz suave y convencedora. De pronto, la voz dejó de escucharse. Abrí mis ojos. Quité las manos lentamente de mis orejas. Podía ver a la gente caminando aún. Miré a la derecha: nada; miré a la izquierda… no lo podía creer: Eileen estaba ahí. Ella estaba mirándome, sonriente, con las mismas ropas que usó el año nuevo. Yo quedé boquiabierto. ¿Era imaginación? ¿Era ella realmente? Estas preguntas no surgieron en mi mente cuando la vi. Quedé en blanco. Ella me hizo una seña, se dio media vuelta y caminó por un muy estrecho pasaje que no había visto anteriormente. Caí bajo y la seguí caminando. Estaba en blanco. Ni recordé las reglas de Talon. Era tal las ganas de querer verla y hablarle que caí fácilmente en la tentación. Entré al pasaje estrecho. Era un pasaje que estaba realmente vacío y algo sucio. Eileen me estaba esperando. Ella continuó llevándome a otro sitio. Yo solo la seguía con la mente en blanco y… no recuerdo más. Lo último que recuerdo es que estaba sonriente, con una sonrisa de oreja a oreja, delante de las grandes puertas de la torre gigante que había visto en la ciudadela. Era una torre que tenía unos pilares parecidos al del Castillo de Hyrule, solo que estos eran de un color café oscuro. Las puertas eran grandes y había una vidriera más arriba de la puerta. También había unos triángulos justo arriba de la puerta. No sabía en donde estaba. Intenté abrir las puertas, pero Eileen hizo una nueva aparición justo en el lado derecho de este lugar. Esta vez no quedé con la mente en blanco, solo corrí tras ella. Cuando estaba a centímetros de Eileen, ella comenzaba a correr escapando. Corría junto a ella por el lado izquierdo de la gran estructura desconocida. En algún momento ella se detuvo. Seguí corriendo tras ella, pero no pude tocarla… una “capa” protectora apareció de la nada, cubriéndola. Esta capa era contraatacaba. Como yo corría y la toqué con fuerza, salí disparado. A pesar de la brutalidad del choque no me dolió para nada, ni siquiera la caída. Me levanté lentamente, como si estuviera herido. Levanté la mirada y Eileen ya no estaba. Tampoco la capa protectora que me empujó fuertemente. Entonces, ya levantado, miré por los alrededores para encontrar. Estaba asustado, sin saber qué sucedió. Cuando me estaba dando cuenta de que Eileen fue solo una imaginación de mí mente, decidí volver; sin embargo, cuando estaba por volver, una luz altamente fuerte que provenía de mis espaldas. Me di media vuelta, para mirar el lugar donde estaba Eileen. La luz era tan fuerte que no podía ver muy bien. Intentaba ver, pero me era imposible. Esperé. Esperé… y esperé. La luz se iba calmando de a poco. Rato más tarde, ya podía ver bien el objeto que emitía la poderosa luz: era una especie de joya dorada que nunca antes había visto. Era de color como oro puro. Me sentía atraído a este raro objeto o símbolo. Decidí acercarme lentamente y tocarlo, desobedeciendo la orden de Talon. Estaba nervioso. No sabía si era mi imaginación de nuevo o no. Me acercaba y me acercaba, al punto en que estaba a la misma distancia de la capa protectora que protegía a Eileen. Cuando me di cuenta que no sucedió nada, me confié más. Aún seguía algo nervioso y todavía me sentía lo suficientemente atraído como para darme cuenta de que desobedezco una orden de Talon o que este no me vería al salir del castillo. Enderecé mi brazo para tocar tal cosa desconocida. Me acercaba lentamente con el brazo enderezado al objeto. Mientras mi mano estaba más cerca, podía sentir una poderosa energía que comenzaba a recorrer por todo mi cuerpo. Estaba llegando. Estaba por tocar ese objeto desconocido. La energía era muy poderosa, pero no me dañaba en absoluto. Cuando mi dedo índice estaba rozando el objeto, miles y miles de imágenes de recuerdos se me cruzaron por mi mente: cuando me golpeaban, me gritaban, insultaban, peleando con compañeros, humillaciones; recuerdos con mis primos, familia, más violencia, momentos de felicidad con Eileen, más violencia, recuerdo que ni yo recordaba por ser tan pequeño; momentos en que conocí Hyrule, momentos felices, Malon, Talon, Ingo, rancho, ciudadela, Castillo de Hyrule, y muchos otros recuerdos… Cuando acabaron los recuerdos, la voz que me susurraba aparecía una vez más. No recuerdo bien lo que decía, pero era algo así: “Cuídanos… Protégenos… Por favor…”; después de esto, pude sentir que toqué el objeto y más imágenes aparecieron, pero no eran recuerdos… según lo que puedo recordar de esas imágenes eran algo así: en una imagen aparecía un joven de ropas verdes volando con un gran pájaro en las nubes; en otra aparecía un niño con un gorro que tenía “vida”; en otra aparecían cuatro niños con la misma estatura y armas, pero las ropas eran de diferentes colores; en otra aparecía un joven de ropas verdes luchando con un horrible y gigante monstruo; en otra aparecía un hombre con, al parecer, poderes de brujo; en otra aparecía una isla nunca antes vista; en otra aparecía dos mundos paralelos y unas ancianas en escoba volando; en otra aparecía una muchacha elegante junto a un joven con ropas verdes; en otra aparecía un niño luchando con una máscara; en otra imagen aparecían dos mundos: uno oscuro y otro parecido al que estaba yo; en otra aparecía un ojo gigante con brazos luchando con cuatro niños de ropas iguales pero con colores diferentes; en otra imagen aparecían unos piratas dentro de un gran mar; en otra aparecía un niño de ropas verdes junto a un hombre en un barco; en otra aparecía un niño de ropas verdes en un tren; en otra aparecía un Goron (creo) y otros cinco más que no sabía quienes eran; y por último, la última imagen que recuerdo es la de un hombre rubio que vestía ropas verdes, una joven que parecía princesa y un hombre de apariencia siniestra. Recuerdo que al final escuché unas risas tenebrosas de un hombre, como si estuviera burlándose. Finalmente, salí volando una vez más. Esta vez la caída sí me dolió. Caí con los ojos cerrados. Desperté. Estaba en el mismo lugar. No sabía qué hora era, pero sabía que era algo tarde porque el sol se había movido bastante desde el momento en que toqué tal objeto. Este objeto ya no estaba al despertar. Es más, el lugar se veía sucio y con plantas muertas; antes de tocar el objeto, el lugar parecía un pequeño paraíso. Me limpié y salí caminando tranquilamente del lugar. No sabía el porqué, pero sentía mi cuerpo algo más pesado a lo habitual. Caminé a la ciudadela y veía a los vendedores guardando sus cosas para marcharse. El castillo se veía normal. No sabía si Talon me había dejado o no. Así que decidí salir de la ciudadela. Lo más raro es que la gente ya no me veía. Como dije antes, todas las personas me quedaban mirando al esperar a Talon. Ahora ya no. Pareciera que me consideran uno de ellos. Salí de la ciudadela por el jardín, esperando irme rápido. Sin embargo, el carruaje ya no estaba. Continuará |
Capítulo 03
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Una Nueva Compañía |
¡Feliz 18!
Me fui corriendo hacia el querido rancho, donde estaría esperándome enojado el querido Talon, esperándome también la querida Malon y el querido Ingo. Pasé por el mismo camino recorrido con el carruaje. No sé como me memoricé tan fácilmente el camino. Cayó la noche y llegué al rancho. Entré a la querida casa y ahí estaba Talon comiendo, junto a Malon e Ingo.
Ingo y Malon no me quitaban el ojo, mirándome con algo de extrañeza. Yo me daba cuenta de sus miradas. No entendía el porqué me miraban tanto. En la casa del rancho o cualquier otro lugar del rancho y Hyrule, que había visitado por ahora, no había espejos. No sabía como me veía. No sé si me veía de la misma forma que en el mundo cruel o distinto. Quería saber. Cuando estaban todos ya durmiendo, Malon estaba cuidando a los caballos. Fui donde ella para pedirle un espejo. Desgraciadamente no tenía nada. Es más, me confesó que nunca se ha peinado en su vida. Le sonreí. Conversamos un poco y fuimos a dormir en nuestras respectivas camas. Antes de dormir me acordé de Eileen. ¿Qué será de ella? Al amanecer del otro día, estaba totalmente decidido de regresar al mundo en donde me crié. No solo porque tenía que volver, sino que quería ver a mi prima favorita, también. Así que desayuné, me despedí de los granjeros y me fui a pie al portal. No sé… me sentía raro. Me sentía con el cuerpo extraño. Un poco diferente a lo habitual. Me describiré como soy para que me conozcan algo más: era un niño de diez años; tenía (aún lo tengo) el pelo era castaño oscuro y largo; no recuerdo mi estatura y peso, pero era delgado y alto en comparación con los “compañeros” de clase; tenía los ojos de un color marrón y verde; tenía la nariz puntiaguda; bueno… todo lo demás eran rasgos humanos. Yo era humano. Me sentía como un humano. Actuaba como un humano. ¿Cómo una persona como yo podía estar en un mundo como Hyrule? Todos tenían orejas largas. Tenían un idioma distinto, aunque algunos conocían el castellano. Eran mucho más altos que los humanos. Los niños de mi edad eran más altos que yo. No entiendo, pero me siento bien. Satisfecho al estar lejos de todos. A excepción de Eileen… Llegué al famoso portal azul. Antes de entrar en éste quedé parado. Quedé mirando el portal. ¿Entro o no? ¿Vuelvo a la “querida” vida o lo sigo pasando “bien” aquí? Estas preguntas pasaron por mi mente al estar mirando tal portal que solo aparecía cuando yo estaba cerca desde un punto específico de Hyrule. ¿Les dije en qué lugar estaba el portal? O sea, ¿en qué región? Pues, está en Farone. Cerca de Latoan, para que vayan entendiendo mejor. Me dieron ganas de visitar el tal Ordon, un pueblo ubicado en Latoan. También me dieron ganas de ir a la ciudadela. Aunque… luego llegó Eileen en mi mente. Recordé que quería verla. Al recordarla me dejé llevar al portal y, de pronto, ya estaba en el Parque Cuarto Centenario. Regresé a casa desganado. La familia solo me decía “hola” y nada más. Recordé que en pocos días le tocaba ir a reunión a mi madre. Vería las notas/calificaciones parciales. Sí… ya me esperaba lo peor. Quedaba poco para las fiestas patrias de septiembre. Quedaba poco para ver a Eileen. ¡Al fin la podré ver! Llamadas para organizar la fiesta comenzaban a llegar seguidamente. Los preparativos y adornos comenzaban a salir de su guardado por un año. Se pensaba el tipo de carne que iban a comprar. Preparaban el disco y todo lo demás para la parrilla. Había lluvia, pero se esperaba sol para el 18 y 19 de septiembre. Había sonrisas y felicidad. Yo solo me aislaba de todo. Yo era el único que no sacaba una sonrisa. Aunque debo confesar que estaba contento por ver a Eileen. Dos días antes de celebrar las fiestas patrias el 18 de septiembre, mi madre llegó enfurecida por las calificaciones que llevaba en el colegio. Me dejó sin salida en mi cuarto. Cerró la puerta para que nadie entre. Me protegí con las sábanas mientras recibía golpes y escuchaba uno que otro insulto de mi madre a gritos. “¿¡¡¡Por qué mierda llevai éstas notas tan bajas, hueón!!!? ¡¡¡Flojo de mierda!!! ¡¡¡Dedícate a estudiar mejor, cabro de porquería, en vez de que estí webeando en ese “otro mundo” tan ahueonao!!! ¡Cabro hueón nomá…!”; gritos como estos los escuchaba mezclados con golpes que sentía por todo mi cuerpo. Cuando las aguas se calmaron, literalmente, se escuchó a mi madre salir de la habitación dando un portazo muy fuerte. Yo me quedé tapado debajo de las sábanas sin llorar esperando a que caiga la noche y dormir. Al siguiente día no fui al colegio por decisión de mi madre. Nada raro sucedió ese día, solo recuerdo que por suerte mi abuela me habló para servirme el almuerzo y la cena. Nada más. Llegó el 18 de septiembre. Llegó el día tan esperado. ¡Llegó el día en que vería a Eileen! No me importaba la fiesta ni celebración, me importaba Eileen. A esas horas de las cuatro de la tarde comenzaron a llegar los primos. Primero llegó la familia de Bastián. Luego llegó la familia de las tres hermanas: Catalina, Elizabeth y Josefina. Luego llegó la de Eileen. La saludé con abrazo y todo. Al final, a esa hora de las seis, llegaron los últimos: Esteban y Jocelyn. Estaba todo listo. Los padres se encargaban del asado en el patio; las madres con las ensaladas, aliños y todo eso; mientras que los niños solo se divertían. Mi hermano, Mateo, comenzó a juntarse con Josefina, Esteban y Jocelyn; ellos jugaban en la sala de estar. Bastián y Elizabeth hacían de las suyas en el notebook del propio Bastián. Catalina se involucraba con el gran grupo de mujeres en la cocina. Mientras tanto, Eileen y yo estábamos en lo más profundo del patio. Le dije que la extrañaba. Ella me dijo lo mismo. Comencé a hablarle acerca de Hyrule. Al principio pensó que era una especie de broma, pero de a poco comenzó a interesarle más en el tema.
Continuó con su rostro de seriedad y agacha la cabeza mirando hacia un lado.
Yo solo la quedé mirando mientras ésta seguía con la mirada hacia abajo. Al cabo de un rato, la situación se comenzaba a poner algo incómoda. Así que, finalmente, decidimos olvidar el tema y jugar un rato en el patio. Los dos, solos. Más tarde, ya en la noche, cenamos todo en familia. Eileen no comió nada. Solo jugaba con su pedazo de carne y las papas doradas que le dejaron. Cuando sus padres vieron que no comía nada, decidieron dejarla ir entre sonrisas. Aunque Eileen no sonreía. Yo no podía retirarme. Tenía que comer obligatoriamente. Si comenzaba a jugar con la comida, mis padres me quedarían mirando a ratos hasta que uno de los dos me saque de la mesa, me lleve al patio y me rete a gritos. No tenía elección. Tuve que comer obligado. Para remate, me sirvieron una bebida de fantasía que no me gustaba. Hasta ese momento todo el día había sido una mierda, a excepción del reencuentro entre Eileen y yo. Ya después de las doce de la noche, cuando los adultos estaban bailando y los primos andaban enérgicos, Eileen me invitó a que salgamos al patio para conversar. Allí, ella me contó hechos que le sucedieron en el colegio: una compañera de su clase la golpeó; una chica mayor que Eileen también; la humillaron en el baño; le levantaban la falda delante de los varones; la insultaban y ponían apodos. También me contó unas cuantas cosas más que no recuerdo. Su madre fue a reclamar al colegio, pero las cosas solo empeoraron. La misma compañera de clases que la golpeó, le dio una gran paliza a Eileen en el baño cuando todos se habían ido. La golpeó en las costillas, en el estómago, tórax e incluso en las partes débiles femeninos. ¡Maldita zorra! Tal zorra se llamaba Estrella. ¿Estrella? Por favor, ¿un nombre como ese? Me cago en su nombre. Eileen terminó llorando en mis brazos. Quería desaparecer del mundo, algo que yo podía hacer fácilmente. Deseaba estar conmigo en Hyrule y vivir ahí conmigo para siempre. Si pudiera entrar con ella… ¡por supuesto que cumplo su deseo! Yo estaba en este estúpido mundo solo por Eileen. Yo creo que si no hubiera conocido a Eileen en el año nuevo y en mi cumpleaños, ella no estaría llorando en mis brazos aquella noche. Estaría jugando con mis primos o intentando olvidar todo lo sucedido. Por suerte, solo por suerte, los padres de Eileen son buenos y no le hacen daño. Me gustaría tener padres como las que tiene ella. Si su hija estaba en problemas, ellos ahí estaban para acudir a la emergencia o reclamo. Volviendo al tema, Eileen y yo, después de que ésta seque sus lágrimas y se sienta algo mejor al haber desahogado todo conmigo, regresamos a la casa, ya que comenzaba a hacer frío. Dentro estaba calentito. Bastián y Elizabeth no se aburrían de estar juntos, al igual que yo con Eileen. Mateo estaba algo cansado y quería dormir. Josefina jugaba un rato con Catalina. Los otros dos hermanos decidieron ver a Eileen y a mí.
Los tres primos quedaron esperando mi respuesta. No había oído la pregunta al principio, así que no sabía qué decir.
Esteban y Jocelyn sonrieron y me llevaron, junto a Eileen, a la sala de estar. La música se escuchaba muy fuerte, más fuerte del volumen que coloca mi padre al escuchar su música. Todos bailaban felices. Algunos bailaban con un vaso lleno de bebida de fantasía mezclado con cerveza o pisco en la mano. Algunos bailaban bien y otros mal. Unos tres hacían el ridículo. La sala de estar era grande, por eso hacían las fiestas en mi casa.
Ellos seguían conversando, pero no les tomaba atención. Yo solo veía a la gente bailar como si no hubiera un mañana. Pensaba el porqué todos lo pasan bien y yo no. ¿Por qué mis primos son tan enérgicos y yo no? ¿Por qué Eileen, a pesar de todos sus problemas, es tan sociable y mucho más enérgica que yo? No entiendo… tenemos casi los mismos tipos de problemas, pero me doy cuenta que soy totalmente diferente en personalidad a mi prima favorita. ¿Será por la diferencia de cariño de los padres? Tal vez sea eso… tal vez la falta de amor paterno y materno sea lo que me falta. Mientras estaba perdido en mis pensamientos, la voz de mis tres primos que me acompañaban resuenan.
Las miradas de los tres me presionaban. Finalmente, decidí en responde con un “No”. Además, ni siquiera sabía las reglas del juego. Ni tenía ganas de jugar. Los tres se dirigen donde los adultos. Eileen, antes de alejarse totalmente, da una pequeña media vuelta y solo me queda mirando con un rostro compasivo. Yo no quería que tengan compasión conmigo. No le sonreí ni me enojé. Solo quedé con rostro serio y me largué de ahí. Fui a mi habitación. No quería estar con personas en mí alrededor. Me sentía solo. Sentía que Eileen me traicionaba con mis primos. Sentía que ella prefería a los demás, incluso a los adultos, que a mí. Que incluso prefería a la zorra que la golpeó que a mí. Hasta llegaba a sentir que prefería quedarse en ese mundo de mierda que conmigo a Hyrule. En un acto de rabia con mis propios pensamientos, desordené toda la cama que había sido ordenada por mi abuela en la tarde antes de la llegada de los primos. Luego me recosté en ella y comencé a llorar. Mucho más tarde, cuando las lágrimas ya estaban secas, sentí las escaleras. Luego sentí la puerta de mi habitación abriéndose. De entre ella apareció Eileen.
Levanté la mirada hacia ella y le dije que me deje solo. Dejé de mirarla para ver el techo una vez más. Ella se quedó parada ahí un instante. Al rato decidió irse, cerrando fuertemente la puerta. Yo solo quedé mirando el techo escuchando el ruido de las escaleras. Más tarde sentía las despedidas de los primos. Así que decidí colocarme el pijama y dormir de una vez. No recuerdo quien era y la voz… sí recuerdo que una chica fue a despedirse de mí; tal vez sea una prima o una mujer adulta con voz dulce, o simplemente Eileen. Pasaban los días y cada vez me sentía más solo. Eileen… me comporté como un niño al no acompañarla cuando me invitó a bajar al primer piso aquel 18 de septiembre. Bueno, era un niño. Pero me comporté como un niño aún más menor. Como de un niño que no piensa. Y bien… pasaba el tiempo. Corrían los años hasta llegar al año en que cumplí trece años de edad. Creo que a partir de aquí continuaré mi historia… sí, desde aquellos años. Al finalizar los diez, tener once y doce años, solo sucedían casos iguales a los de siempre: golpes, gritos, humillaciones, risas burlonas, etcétera. Para qué decir más, ustedes saben. Les debo recalcar que en ese año, cuando tenía diez, no reprobé el quinto básico. Es más, cuando cumplí los trece años ya estaba en Octavo Básico. Por lo tanto, si pasaba de curso aquel año, accedía al liceo. ¿Saben de lo que hablo? Pues, revisen el capítulo 01 y sabrán lo que les digo. Bueno… creo que dejaré a un lado por un rato toda violencia, soledad y bla bla. Contaré lo sucesos que pasaron con aquel chico nuevo del colegio. Aquel chico que llamaba la atención de todas las chicas y que muchas veces me protegió. Y aquel otro chico que me iba cagando más la vida. Todo comienza con el inicio de clases en abril. A esa edad, o sea a los trece, ya dejé de tartamudear. No lo hacía. ¡Al fin! Un problema menos. Sin embargo, los golpes y humillaciones continuaban y continuaban. Al principio de abril, la profesora jefe del curso llegó con una nueva noticia: había compañero nuevo. Todo el curso comentaba acerca del chico nuevo. Las chicas murmuraban entre ellas diciendo qué tan guapo será aquel compañero. En tanto, los varones se hablaban para decidirse si molestarían al nuevo o no; la mayoría optó por un sí.
El nuevo alumno apareció caminando nervioso hacia la profesora. Echó una pequeña mirada a los alumnos de la clase, pero luego solo volvió la mirada hacia la profesora. Estaba nervioso, se notaba. Varios murmullos se escuchaban por toda la sala. Las chicas sonreían y reían coquetas al estar cotilleando.
El joven respira profundo, quitando los nervios, y comienza a hablarle mirando a todos los alumnos. Comenzó a presentarse:
Xavier habló y terminó con una sonrisa, muy nerviosa. Todos aplaudían, menos yo. A esas alturas de la vida casi nada me importaba. Además, Eileen se alejaba cada vez más de mí. Se juntaba más con Bastián. En tanto, Elizabeth comenzó a juntarse con su hermana mayor, Catalina. Jocelyn, Esteban, Josefina y Mateo se divertían entre ellos cuatro. Yo era el aislado. El apartado de todos. Pero va, me daba lo mismo. ¡Regresando! Después de los aplausos, risas coquetas de chicas se escuchaban más aún que antes, mientras que los varones miraban a Xavier con sonrisas “siniestras”. Sabía que al recreo ya lo molestarían.
La profesora miró por toda la sala de clases hasta que vio un puesto vacío al lado mío. Así que mi nuevo compañero se sentó al lado mío. Caminó hacia mi puesto con una sonrisa ya no tan nerviosa hacia mí, pero yo ni caso. Yo solo mostraba un rostro serio y sin ganas de hacer algo. Menos de conversar con un desconocido. Escuché la silla de al lado moverse y la aparición del nuevo compañero. Ni siquiera lo miré. Solo escuchaba los sonidos que emitía sus cosas de colegio. Después todo se silenció cuando la profesora comenzó con la clase. Era lunes, por lo que había “consejo de curso”. ¿Consejo de curso? Por favor, a lo único que se dedicaban eran a conversar y algunos hacer desorden. En algún momento, los compañeros de adelante se dieron vuelta para conversar con Xavier. Los tres hablaban cordialmente. También veía las múltiples miradas que llegaban a mi compañero de puesto. La mayoría eran de chicas. En algún momento, los tres pararon de conversar.
La voz resonó en mi oído derecho. Era la voz de Xavier. Dejé mis pensamientos para mirarlo y hablarle.
No entendí la palabra “guay”, pero no le pregunté qué significaba. En ese momento no quería tener ni amigos. No le respondí. Entonces dejé de mirarlo para ver la espalda del compañero de adelante.
Yo ni siquiera sonreía. Solo contestaba las preguntas de este muchacho. Estaba sin ánimo alguno. Él me preguntó: “¿Qué te gusta hacer?”; yo le respondí “Nada”. Es entonces cuando sentí que este dejó de mirarme, no inmediatamente. Al rato llegaron compañeras del curso para hablarle. Tocó el timbre para el recreo. Yo fui el último en quedar en la sala. Xavier se percató de esto y fue en mi busca.
El compañero nuevo iba a decir algo más, pero los gritos de los otros compañeros le decían que salga de una vez. Xavier decide ir al patio y yo quedo solo en la sala. Ahí estuve todo el día. Solo salí cuando tocó el último timbre, el timbre para salir de clases. Decidí volver a la casa y no a Hyrule. Días después iría a ese mundo. Por la noche comencé a pensar en mi actitud con Xavier. No era una mala persona. No tenía la apariencia de un bravucón. Es más, se veía totalmente contrario a ese tipo de personas. Así que al otro día me levanté decidido en ser una buena persona con él. Día martes. Decidido para conocer mejor a Xavier. Decidido a tener una amistad alguna vez en mi vida. No considero una amistad lo que tuve (o tenía) con Eileen, más bien lo considero cariño y cercanía entre primos. Al comienzo del día, Xavier ya estaba siendo conocido por las chicas de la clase. Claro, ¿les gustaba porque era más “guapo”? ¿También porque venía de otro país? Ja-ja. Al tocar el timbre para la clase, Xavier y yo nos sentamos en el mismo lugar. La profesora llegaba con su típica sonrisa de todos los días. Después de saludarla, llegó nuevamente con la información del día anterior: ¡otro compañero nuevo! ¡Qué diablos! ¿Esta será la semana de los alumnos nuevos o qué? La profesora invitó al compañero nuevo. Este era más bajo pero aparentaba un físico estable y menor, normal de alguien de trece años.
Todos aplaudieron, excepto yo. Las chicas volvían a murmullar entre ellas y chillar. La profesora invitó a Carlos sentarse junto a Francisco. La compañera de asiento de él no fue ese día. Yo me daba cuenta de que el nuevo compañero se llevó bien con Francisco desde que comenzaron a hablar. La profesora comenzó a explicar la clase de matemáticas. Cuando dio ejercicios para desarrollar, aproveché de conversar con Xavier.
“Un día malo”… ¿solo un día malo? Si supiera que todos mis días son pésimos y asquerosos… “Xavi”; así quería que le dijera. Él y yo continuamos en conversación, mientras que Carlos hacía lo mismo con Francisco y el grupo de éste. Mi compañero de asiento me cayó bien. Sabía que no era un mal tipo. Luego tocó el timbre para el recreo. Xavi y yo salimos al patio y conversamos. Nos conocimos mejor. Me contó lo que hacía en España y todo. Aún era muy pronto de contarle mis problemas y me creería loco si le cuento lo de Hyrule, así que le decía que tenía una vida común y corriente. Me costaba mentir. Costaba decirle que tenía una vida buena sabiendo que tenía una de mierda. Un asco de vida. Ni siquiera le decía que yo era molestado y golpeado por los propios compañeros de clases. Mucho menos que había violencia intrafamiliar. Olvidé contarles que las aguas en la casa están cada vez más turbias… los únicos golpes recibidos ya no son solo para mí, sino que también para mi madre por parte de mi padre. La razón de esto era que mi madre quería irse de la casa, pero mi padre no la dejaba. Ella insistía, discutían y terminaban en golpes. Es una pena, sí, más que ellos disimulen completo amor delante de mi hermano y yo en el día. ¡Claro! Por el día besos, ternura, abrazos y perfecta convivencia. Pero por la noche… es un caos en la habitación de ellos: “¡Maldita zorra malparida!”, “¿¡Por qué no te vas a acostarte con el maricón ese!?”, “¡¡¡Vete de la casa mejor, maldita perra!!!”… gritos como esos se escuchaban por parte de mi padre aquellas noches. Eso no es todo; mi madre ya no es quien me golpea en los castigos y malas notas. Ahora es el padre. No había tanto daño por parte de él. Ya estaba acostumbrándome a los golpes de los compañeros y los antiguos golpes de la madre. También a los insultos. Ya tenía la vida echa una basura, así que los insultos ya me estaban haciendo reír, literalmente. Volviendo a lo anterior, Xavi y yo nos llevamos muy bien. Los temas que él me contaba de su familia y amigos españoles eran bastante diferentes. Yo solo iba inventando alguna que otra mentira. No sé el porqué, pero a veces sentía que él sabía que yo estaba mintiendo. Que él me dejaba mentir a propósito. Bueno, tal vez estaba equivocado, lo más probable. La razón era simple: ya me estaba volviendo loco. El día fue tranquilo. Habían pasado dos días en que no me habían molestado. Ya estaba siendo raro. ¿Será por los compañeros nuevos? Carlos estaba muy involucrado con el “grupo jodedor”. El famoso grupo de Francisco. Éramos como veinte varones; de esos veinte unos nueve eran del grupo. Tenía el presentimiento de que Carlos me molestaría en algún futuro. Lamentablemente no estaba equivocado… Pasaron las semanas. Aún no había ido a Hyrule. Yo ni cuenta me daba que ese mundo aún no había sido visitado por mí. Pero ese no es el tema para éste párrafo. No. Es un tema que ya han leído anteriormente. Repito: pasaron las semanas. Carlos ya se hacía amigo de Francisco, por lo que se incluyó en el grupo de éste. Jugaban fútbol y todo. Un día martes, cuando estábamos en el último recreo, o sea el de la tarde (15:20 a 15:30), Xavi había sido invitado para conversar con una chica de Séptimo Básico, por lo que quedé solo. Todo bien, hasta que fui al baño por fuertes ganas de orinar. Al terminar y lavarme las manos, llega el grupo de Francisco, donde se incluía Carlos.
Carlos quitó la mirada a Francisco para mirarme. Entonces, éste sacó una mirada siniestra. Yo me preparaba para las burlas y golpes.
Mi “nuevo enemigo” le hizo una seña a su “líder”.
Carlos solo me quedó mirando serio. Los demás comenzaban a exclamar diciendo “Pégale”. Carlos sonrió diciendo: “Nosotros no abusamos de ti. Ya es hora de que aprendas a defenderte”. Es entonces cuando recibí un puñetazo en el estómago. Quedé casi sin aire. Entonces, Carlos me da un golpe en la espalda y me deja tirado en el suelo. Sentí los gritos ya casi de victoria del grupo de Francisco. Aún se escuchaba alguno que otro “Pégale”. “Levántate y pelea, debilucho”; eso me dijo Carlos cuando estaba en el suelo. Me levanté lentamente. Éste me intenta dar un nuevo puñetazo en el estómago, pero yo lo detuve y le di uno entre la mejilla y nariz. El grupo queda en silencio. Carlos se toca la nariz y nota su sangre. Éste me mira siniestramente y sonriendo.
Carlos carga hacia mí. Lo intenté detener, pero éste logra empujarme hacia atrás, haciendo que choque con el lavabo. Me dejó en una posición donde éste aprovecharía fácilmente dar golpes en el rostro. Entonces usa esa habilidad. Sentí golpes fuertes en la nariz, ojo izquierdo, un dolor en la muela… intentaba darle una patada, pero ya estaba débil. Entonces, Francisco va donde Carlos para detenerlo.
Francisco sonríe al ver el “talento” de Carlos. Éste, el nuevo enemigo, había agotado energías en los golpes, por lo que estaba cansado. Entonces, Francisco lleva a su grupo junto a Carlos, mientras yo quedé en el suelo con el rostro sangrando. Cuando toca el timbre, sentí que Xavi me había despertado.
Xavi se sorprendió al decirle el nombre del golpeador. Éste me carga y me lleva a enfermería y posteriormente a la oficina del director. Recuerdo que ahí llamaron a mi madre para que me venga a buscar. Ella fue a buscarme, me llevó al hospital y no recuerdo más de aquél día. Cuando estaba recuperado, me saqué una pequeña venda que me dejaron en el lado izquierdo de mi rostro. Al quitarlo completamente, me di cuenta de que Carlos me dejó una herida con profundidad debajo de mi ojo izquierdo. Ahora entendía el porqué me dolía bastante en esa zona… Al otro día, la licencia de descanso ya terminó. Mi familia decidió enviarme al colegio de inmediato. ¿Qué sacaba con reclamar? Con la actitud que tenían era casi imposible que me dejen otro día descansando. Era jueves. Estaba terminando mayo, por lo que llegaría junio. La mitad del año. Llegué al colegio. Ya todos sabían lo que me había sucedido. Incluso los chicos de los cursos menores me quedaban mirando y algunos riendo. Generalmente, las chicas eran las que colocaban rostro de preocupación. Llegué a la sala de clases. Ahí estaban todos. Xavi estaba conversando con una compañera, pero al verme decidió atenderme.
Xavi mira la gran herida que tenía debajo del ojo izquierdo. Le sorprendió bastante la fuerza que utilizó Carlos conmigo. Al tocar el timbre de las una de la tarde, Xavi y yo nos dirigimos al casino de comida. Había pasta con salsa de tomate y pescado. De postre arroz con leche. Cuando iba a la mesa junto a Xavi, un amigo de “El Polo” me hace una zancadilla, por lo que caigo con la bandeja y todo. Todos reían al ver mi caída. Xavi se percata de esto y enfrenta al amigo de “El Polo”. Cuando se estaban enfrentando, yo aún seguía en el suelo, pero miraba el enfrentamiento. El amigo de “El Polo”, llamado Nicolás, le dio un empujón a Xavi, pero no lo envía lejos. En cambio, Xavi le responde con otro empujón. El empujón fue más fuerte que el de Nicolás, por lo que éste cayó al suelo. Como se sostuvo con la bandeja de comida accidentalmente, su comida le cayó encima. Xavi le dijo que no siga molestando o se las verá con él. Con karma incluido. “El Polo” queda mirando a Xavi algo asustado y con ganas de venganza, al igual que Nicolás. Cuando los dos se van, mi compañero me levanta.
Xavi sonríe al ver que estaba bien. Fui a buscar una nueva bandeja de comida y comimos juntos. Al día siguiente, o sea viernes, nuevamente se vinieron en contra mía. Nicolás le contó todo lo sucedido a Carlos, por lo que éste último decidió vengarse de mí por parte de Nicolás. Cuando salimos de clases, Xavi y yo nos despedimos como siempre. Me dirigí al portal de Hyrule sin sospechar que Carlos venía tras mío. Cuando ya estaba en el parque y cerca del portal, en un lugar casi solitario, Carlos me toma por sorpresa atacándome por detrás.
Sacó una pequeña risa burlona, mezclado con enojo, y me lanzó lejos. Intenté levantarme, pero éste rápidamente me da una patada en las costillas. Nuevamente intenté levantarme, pero esta vez se lanza contra mí. Me deja mirando hacia el cielo. Es ahí donde éste aprovecha de bloquearme los brazos y ataques de piernas para darme golpes. Carlos comienza a golpearme en el lado derecho, esta vez. Recibo unos cuatro puñetazos, pero cargué todo mi cuerpo para lanzarlo Es ahí donde me levanté rápidamente. Sentía el dolor de los cuatro puñetazos y de la herida del lado izquierdo de mi rostro. Carlos carga contra mí. Yo intenté detenerlo, pero éste fue mucho para mí. Por la fuerza del cuerpo de Carlos caí al suelo. El “nuevo enemigo” aprovecha la ocasión para preparar un fuerte puñetazo en la herida que tengo… si me da el golpe, seguramente lanzaré un grito de dolor realmente fuerte. Carlos, se lanza hacia mí y me dice: “Tu ‘amorsito’ no debió ayudarte, o no estaría pasando esto… erí muy débil. Me dai pena. Así que mejor no continúo esta pelea… Huena' noche”. Al terminar, Carlos carga el brazo derecho para el puñetazo final en la herida. Seguramente, me daría unos cuantos más para terminar inconsciente. Sin embargo, antes de recibir el puñetazo, Carlos fue empujado bruscamente por otra persona. Era nada más y nada menos que Xavi. ¿Qué hacía él aquí? ¿Se le perdió algo o se me perdió algo a mí? Carlos, enfurecido por no terminar su trabajo, carga contra Xavi, de la misma manera que carga contra mí. Al contrario de lo sucedido conmigo, Xavi logra frenarlo en seco, le hace una llave, deteniendo sus movimientos de ataque, y le dice:
Carlos no alcanza a terminar su frase cuando Xavi rompe la llave rápidamente. A continuación, inmediatamente Xavi le da un puñetazo en el estómago, dejándolo sin aire. Luego, mi compañero lo bota en el suelo y le dice algo así: “No pienses mal las cosas, niñato. A mí y a Brett no nos sigas jodiendo con esos temitas de homosexuales, porque más lo pareces tú con el tal Francisco. Ahora vete de una vez”. Entonces, Xavi se aparta, Carlos se levanta rápidamente y sale corriendo del parque. Yo terminé sonriendo, pero caí debilitado. Antes de cerrar los ojos, Xavi había llegado para animarme. No recuerdo más. Solo recuerdo que rato después estaba siendo cargado. Una voz conocida se escuchó:
Era la voz de Xavi. “Amigo”… por primera vez alguien me dijo “amigo”. Vaya, no me acostumbraba a esa palabra. Me sorprendí, pero al rato… ¡sentí felicidad! Por un momento, todos los malos recuerdos se esfumaron, quedando solo la palabra “amigo” rodeando mi cabeza. Después de sentirme feliz por aquella palabra, aún estando cargado por Xavi llevándome a no sé qué sitio, sonreí y volví a cerrar los ojos. Continuará |
Capítulo 04
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¿Quién soy? |
Algo no anda bien...
Desperté en el hospital de Osorno. El lado derecho de mi rostro me dolía. No sabía en qué día estaba ni qué hora, pero estaba de día. Al lado izquierdo de mi camilla del hospital se encontraba otro paciente. Éste se encontraba con huesos rotos. Al lado derecho de mi camilla se encontraba una chica. A ésta le iban a dar el alta ese mismo día, según ella. Se llamaba Constanza. Tenía quince años de edad. Era tres años mayor. Era rubia y delgada. Era alta, para su edad. Me llevé bien con ella. Hablé pocas horas con Constanza porque sus padres la fueron a buscar a esas horas de las 15:00 hrs. Más tarde Xavi fue a visitarme. Sin embargo, no era una visita, sino que fue a buscarme. ¡Estaba de alta!
¿Domingo? Habían pasado dos días… ¿tanto tiempo? Recuerdo que Carlos solo me golpeó. Entonces, ¿por qué diablos dormí tanto? Pensé que era sábado, pero nunca domingo. Xavi me llevó a mi casa. Como siempre, mis padres no mostraron preocupación alguna con mi salud. En el camino, le pregunté a Xavi el porqué dormí tanto. Según el doctor que me atendió fue porque ese día en que Carlos me golpeó, recibí el daño que había sufrido a golpes toda mi vida. Es decir, todos los golpes que he recibido se juntaron en uno solo y me habría afectado a mi rendimiento físico y mental. Por eso habré caído debilitado e inconsciente. Me dieron una semana completa de licencia, por lo que no iría a clases toda la semana. Xavi se encargó voluntariamente de llevar la licencia a la profesora el lunes. Está bien. Tengo licencia para descansar. Sin embargo, yo no tenía ganas de estar con la “familia”, tenía ganas de ir a Hyrule. Cuando Carlos me golpeó, yo iba dirigiéndome al portal de ese hermoso mundo. Así que el lunes me desperté y levanté decidido para ir al parque, ir al portal y entrar a Hyrule. Eran las 08:40 hrs. del día. Me vestí con ropa común y corriente y fui al parque. Estaba vacío y hacía algo de frío. Normal; estábamos llegando a junio, o sea, invierno. En Chile el invierno llega en junio. Todas las hojas de los árboles del parque ya no estaban en sus respectivas ramas. Los cuidadores del parque estaban vigilando. Los limpiadores municipales se encargaban de barrer las hojas que estaban en el suelo. Yo solo me dirigía a tal portal. El portal estaba en un lugar que no es fácil acceder. Había que pasar por un pequeño camino que a simple vista se veía lleno de plantas de frambuesas. Para entendernos mejor, si una persona pasa por ahí termina con múltiples pinchazos de espinas pequeñas, aunque algunos no son tan pequeñas. Sin embargo, mis padres me enseñaron un camino secreto que no está invadido por espinas. Desde ese entonces paso por ese camino y llego a la entrada del portal. Volvamos al tema que nos desviamos. Pasé por ese camino que les dije y llegué al portal. Como siempre, una “puerta azul mágica” aparece en un arco plateado. Decidido entré a éste. Colores y colores. Llegué a Hyrule. Querida pradera verdosa. Ahora que me doy cuenta, lo mejor es vivir en este mundo y no en el otro. Lo malo es que ya no vería a mi nuevo amigo Xavi. ¿Qué pasaría si desaparezco por mucho tiempo? Tal vez se cambie de casa y no sabré en donde vive. Y si lo llego a encontrar quizás no me recuerde. Es muy arriesgado. No quería perder a mi único amigo. Hasta ese momento lo consideraba un amigo. Pero… con todo lo sucedido, más parece un protector. Me ha estado protegiendo desde el día en que nos conocimos. Por extraña razón, cuando llegó al colegio no me hicieron bullying durante un mes completo, casi dos meses, hasta que los “simpáticos” del grupo de Francisco comenzaron a joderme de nuevo a fines de mayo. Por lo que me doy cuenta, más parece el “Grupo de Carlos”. Desde que llegó él, Francisco ya ni parece el líder. Bueno… estaba en Hyrule. ¡Hora de olvidar todos esos recuerdos y momentos malos de mierda! Era la hora de disfrutar y pasarlo bien. Me dirigí al famoso Rancho Lon Lon. Ahí estaban los mismos de siempre: Talon, Malon e Ingo. Me saludaron amablemente y yo hice lo mismo. A veces me sentía en casa al estar con ellos. Incluso con una familia. A veces sentía que quería más a ellos que a la propia familia que me crió. Me decía el porqué no me crié con esta gente en vez de los que están en ese otro mundo cruel. Claro, el otro es como un “mundo realista”. Es el mundo que está todo en contra mío. El mundo en donde todo lo que yo no deseo sucede. En cambio, aquí en Hyrule me divierto y lo paso genial. Aquí está la verdadera familia. No hay bullying. No hay malestar. Es todo perfecto. ¿Oscuridad? ¿Qué es eso en Hyrule? Si les preguntara a la gente de Hyrule o me expliquen qué es “oscuridad”, ellos quedarían con cara de: “¿Qué demonios me está preguntando este chico?”. No sé, eso es lo que pienso. Eso es lo que creo que me dirían. Desconocen totalmente lo “oscuro”. Ni siquiera conocerían la palabra “bullying”. Había sol. Era un sol fuerte que alumbraba toda la pradera y el rancho. Ese día decidí no pasear junto a Malon. Ésta vez preferí pasear yo solo. Ya era hora de conocer Hyrule por mi propia cuenta sin una guía. No quise ir a la región de Latoan, preferí conocer más a fondo Eldin. Vi de lejos un pueblo que estaba debajo de una gran montaña. La entrada tenía las típicas letras Hylian, así que no entendía en lo absoluto. Sin embargo, al ver el cartel, sucedió algo que no me había pasado jamás en mi trayectoria por Hyrule: las letras Hylian se movieron de forma en convertirse en letras que se utilizan en el mundo donde me crié. ¿Qué diablos? ¿Cómo sucedió eso? Fue raro, pero gracias a eso entendí lo que decía: Villa Kakariko. Al leer, mi refregué los ojos para creer que no estaba loco. Al ver nuevamente el cartel, las letras estaban en Hylian de nuevo. Me tomé por loco. Pero… al quedar mirando por un rato el cartel, las letras se movieron una vez más escribiendo otra vez “Villa Kakariko”. ¿Es una broma o qué? ¿Qué le pasaba a mi sentido de la vista? ¿O acaso tengo un sexto sentido? Jaja. Mejor dejo las drogas, literalmente. Bueno, la cosa es esa, que puedo leer frases en Hylian por ese extraño suceso. Me dirigí al rancho para hacer la prueba con las letras que aparecen en el arco de la entrada del rancho… sucedió lo mismo. Leí claramente: “Rancho Lon Lon”. Está bien, al principio fue gracioso y divertido traducir cosas sin usar parte de algún “poder especial”. Pero luego me dirigí a la ciudadela de probar este nuevo “poder” y al usarlo tantas veces, comencé a sentirme mareado. Al estar en la ciudadela y sentirme mareado, dejé de traducir “a lo loco”. Valió la pena, sí. Me di cuenta que tal hogar de la niña bonita de hace tres años se llama “Castillo de Maripola”, había una tienda lujosa llamada “, un bazar, una tienda de pociones, una caseta de minijuegos, entre otras cosas. El Castillo de Hyrule… así se llamaba tal castillo hermoso. Aunque eso ya lo sabía, pero lo pude ver en las hermosas letras que estaban a las afueras de éste. Recordé el lugar en donde toqué tal objeto extraño. Aquel objeto que emitía una fuerte luz dorada. Fui a ese mismo lugar y en las afueras de la estructura, se encontraba un cartel. Comencé a leer el cartel, pero mis intentos fueron en vano. ¿Por qué se traducen todas las letras Hylian y éstas no? Extraño… quería saber al menos como se llamaba tal cosa que estaba al frente de mí. Comenzó a anochecer y volví al rancho. Malon estaba con mucha energía aquella noche. Ingo fue a dormir temprano porque estaba cansado. Talon igual estaba algo cansado porque se había dedicado a trabajar. Malon me dijo que su padre se dedica más a trabajar en el rancho esos últimos días. Me pareció cómico. Yo casi nunca veía a Talon trabajar en el rancho. Cómico y raro. Le dije todo a Malon. Le dije lo sucedido hoy sobre ese nuevo “don” que obtuve. A ella le pareció extraño, igual que a mí. No es normal que yo pueda leer de la noche a la mañana las letras Hylian. O en otras palabras, que mi propio sentido de la vista traduzca aquellas letras. La chica del rancho recordó la historia que le conté hace dos años. Aquella historia donde toqué ese raro objeto. Ella me decía que tal vez podría ser esa la razón. Me dijo que desde ese día mi apariencia cambió drásticamente. ¿Cambió? ¿Es en serio? Como no había espejo alguno en el rancho y tampoco en la ciudadela no me podía ver yo mismo. Ella me dijo que en la Villa Kakariko se encontraban unos cuantos espejos. Tras conocer esa información, decidí salir del rancho por la mañana siguiente. Era temprano, como las 09:00 hrs. y ya estaba en la Villa Kakariko. Aquella villa consistía en tierra roja. Había un taller de un tal “Don Mechas”. Unas cuantas casas. Un pequeño templo en donde se encontraba un sacerdote, a quien le hablé por un rato. También había un pequeño bazar, aunque sus productos eran mucho más baratos de aquel bazar de la ciudadela. Vendían pociones rojas, escudos de madera, poción verde, nueces deku, flechas y un objeto único que, según la dueña del negocio, era un escudo imposible de encontrar en otro lugar: el Escudo Hylian. Era un escudo con un diseño bastante llamativo. La dueña me dejó tomar el escudo con libertad; pesaba… a diferencia del escudo de madera, éste pesaba bastante. Sin embargo, yo podía tener el escudo con una sola mano por bastante tiempo. Este es un punto que me extrañaba, también. En el otro mundo, mi fuerza es realmente hipócrita. Hasta se podría decir que casi ni fuerza tengo allí. Pero en Hyrule tenía fuerza, suficiente como para cargar tal escudo pesado que apenas la dueña del bazar podía levantarla. Desde aquel entonces me sentí extraño… sentía que no era yo el que portaba tal escudo y que traducía perfectamente las palabras Hylian. Mucho más diferente al niño de diez años que entró por primera vez a Hyrule. Y aún más diferente a aquel muchacho con una vida de mierda llena de bullying, golpes, escuchando gritos escandalosos, groserías en la mesa para almorzar, etcétera… Sentía que el famoso niño indefenso estaba desapareciendo en Hyrule. Tal niño libre se sentía presionado con las tierras de Hyrule. Aquellas tierras que llaman al joven con sufrimiento para que se libere de todo, descargue parte de ira olvidando y conociendo cosas nuevas. Hyrule… que bellas tierras. Antes deseaba venir a vivir con Eileen. Al tener ese escudo en mi mano izquierda, quería traer a Eileen y a Xavi. ¡Genial! Sería un sueño hecho en realidad. Sería el más feliz de todos. No puedo decir “del mundo”, porque estaría hablando de uno solo. Dejé el Escudo Hylian en su lugar. Me despedí amablemente con la dueña del bazar y salí con una sonrisa en busca del espejo. Un espejo era lo que buscaba, ¿no? Comencé a recorrer toda la villa. No faltaba la gente que me quedaba mirando y me tomaban por loco. ¡No me importaba! Me sentía libre. Me sentía feliz. Me sentía como en el primer día que pisé Hyrule. Sentía que mi querida prima, Eileen, y mi amigo protector, Xavi, estarían esperando mi regreso en el Rancho Lon Lon. ¿O por qué no? Esperaban mi llegada al verme en un espejo en Kakariko. Saludé cordialmente a un ama de casa. Le pregunté si me podía prestar un espejo para verme. Ella respondió con un “sí” muy suave y me llevó al lugar del espejo. ¡Genial! Otra Hylian que entendía la lengua de mi mundo… extraño. En fin, el “hogar” del espejo era en la bodega. El subterráneo. Con confianza, ella me dejó a solas. Comencé a ver los alrededores hasta dar con el espejo. Me acerqué a él con una sonrisa. Una sonrisa de oreja a oreja. Pero esta sonrisa desapareció al verme en el espejo… “Mi aspecto… no es el mismo al que tenía al llegar por primera vez a Hyrule. No es el mismo al que tengo en la vida cruel. No es el mismo al que tengo de nacimiento… ¡NO! ¡No es el mismo, joder! ¿¡Qué mierda…!? … Está… pasando conmigo…”; eso me dije yo al verme al espejo. Terminé esa frase suspirando y agachando la cabeza. No entendía… me miré de nuevo al espejo. Y no. Ese era mi aspecto que tenía… mis ojos crecieron un poco y del color verde pasaron a ser rojos; mi cabello había crecido y el castaño oscuro pasó a ser rojo, un rojo fuerte, al igual que el de los ojos; la nariz puntiaguda quedó como las clásicas narices puntiagudas Hylianos; mis orejas también crecieron, quedando como las de un Hylian; mi color de piel era un color entre azul y morado bien gastado… lo más curioso es que la herida que me dejó Carlos aún la tenía. Aún estaba esa tremenda cicatriz. ¿Qué pasó con mi cuerpo? ¿¡Qué pasó con mi rostro!? Quité mi ropa rápidamente para ver si tenía algún otro cambio físico. No los tenía, pero sentía el cuerpo más fuerte y duro que en el mundo cruel. Ahora podía tocarme las orejas largas, la herida y todo. Ahora sí que me sentí como un completo desconocido… Apurado comencé a vestirme y salí de la casa agradeciendo a la mujer que me ayudó en esa pequeña misión. Me fui pensando en qué ocurrió con mi cuerpo. ¿Qué diablos me hizo cambiar mi aspecto físico? Varias preguntas se resolvieron, pero aún quedaba una pregunta… ¿por qué puedo traducir palabras con letras Hylian? Eso no tenía explicación alguna. Era un misterio. Recordé lo que me dijo Malon acerca de ese objeto extraño que toqué a los diez años. Podría ser verdad. Podría ser que tal objeto me dio “poderes” extras. Pero ahí vendría otra pregunta y no solo por tal objeto, sino por los cambios en general: ¿por qué sufro estos cambios solo en Hyrule y no en el mundo cruel? Esa pregunta sí que no tenía respuesta en concreto y con argumentos que apoyen realmente. Así que esa misma pregunta le hice a Malon aquella noche. Ella no se sorprendió al contarle mis cambios. Ella las podía ver, claro. Pero lo que le sorprendió fue que le conté aquel “otro mundo”. El mundo cruel… ella no tenía ni la menor idea de que yo provenía de otro mundo. No creyó que estaba loco. Sospechaba algo cuando me vio por primera vez con Talon. Su padre nunca le contó. También le sorprendió al contarle el porqué sufría estos cambios en Hyrule y no en aquel otro mundo desconocido por ella. No se encontraba la respuesta. No había respuesta en absoluto a tal pregunta. Al menos lo de las letras Hylian sería que el objeto raro me dio tales “poderes”, pero… ¿por qué no las puedo utilizar en el mundo cruel? Respuesta no encontrada. Llegó el día siguiente. Ya era miércoles y se cumplía el tercer día de licencia. Decidí viajar por la región de Lanayru aquel día. La pradera seguía siendo hermosa, como siempre. La luz del sol no dejaba de alumbrar. Caminé por toda la pradera norte de Hyrule hasta llegar nuevamente a la ciudadela. Esta vez logré entrar por la entrada y no por el jardín trasero accedido desde Farone. Decidí caminar a la plaza y tomar un descanso en la pileta. Recordé el primer día en que vine a éste lugar. Aquel día en donde toqué cierto objeto misterioso. Ahora que recuerdo, al tocar tal objeto, después sentí mi cuerpo más pesado… ¡Ajá! Ese objeto me dio los “poderes”. Ese objeto que emitía luz dorada fue lo que incrementó mi capacidad física. Pero… ¿la traducción Hylian a castellano? Bueno… lo más lógico es que ese “poder” venía junto al objeto misterioso, ¿no? Así que llegué a esa conclusión. ¡Maravilloso! Decidí volver a ese lugar donde estaba la torre. Al llegar me dirigí al lugar en donde toqué el objeto misterioso. Sin embargo, la fuerte luz dorada apareció desde las ventanas de la torre. ¿¡Qué!? ¿Acaso el objeto estaba dentro de la torre? Me dirigí rápidamente hacia la entrada. Entré a la torre y… ¿qué lugar es esto? No parece una torre… parece más… más… no sabría describirlo en una sola palabra. La arquitectura era realmente elegante: estaba todo pintado de color blanco, había una pequeña alfombra roja en la entrada, unas ventanas elegantes en donde el sol podía alumbrar fácilmente dentro, la entrada era sumamente grande, al frente de la alfombra de la entrada había una especie de marca gigante, más adelante había una especie de altar con otra alfombra roja pequeña y delante de ella se encontraba una especie de entrada, pero parecía estar cerrada. ¡Era un lugar magnífico y único! Creo que solo supera el castillo en lo magnífico y hermoso de este lugar. Me di cuenta que arriba de tal puerta cerrada se encontraba la misma marca de tres triángulos unidos que se encontraba en la entrada de este lugar. Al estar dentro caminé un poco. Llegué a pisar donde estaba la “marca” y la luz dorada vuelve a hacer aparición. Me tapé los ojos. Esperé a que la luz se vaya desvaneciendo. Finalmente, lo que esperaba se cumplió. Así que quité mis brazos del rostro, abrí los ojos y volví a ver el objeto de hace tres años: una “joya” de color dorado puro. Podía escuchar una voz susurrando que decía: “Acércate”. El objeto me tentaba. Mis sentidos se “durmieron”. Solo quería estar cerca de aquel objeto con una voz realmente tentadora. Me acerqué… me acerqué y me acerqué. Estaba lo suficientemente cerca al objeto que lo comencé a tocar. Abracé tal objeto y cerré los ojos. Al abrirlos aparecí de pies en un lugar sin espacio alguno, completamente negro, mientras que el objeto misterioso estaba a metros de mí. A pesar de estar lejos sentía que lo estaba tocando. El objeto estaba lejos y la voz tentadora apareció nuevamente diciendo lo mismo de siempre: “Acércate”. Yo comencé correr hacia este objeto. Corría y corría, pero pareciera que el trayecto no tenía fin. Sentía que estaba cerca del objeto, pero si pestañeaba me daba cuenta de que éste se encontraba en la misma distancia de siempre. Por un momento, me miré a mí mismo y me vi completamente diferente: estaba con un gorro marrón, una capa del mismo color del gorro, una camiseta marrón más claro, unos pantalones cortos color gris, sandalias de color gris, un cinturón amarillo y sostenía una espada y un escudo… eran armas nunca antes vistas. Dejé de mirarme y seguí corriendo hacia la joya dorada. Quería tocar ese objeto. Me tentaba. Corría sin parar y no me cansaba. En algún momento, mientras corría sin frenos hacia la joya dorada, una gran mujer con vestidos largos y transparentes aparece atrás del objeto. Ella sí que era una mujer bella… era realmente hermosa. Era más gigante que el propio objeto dorado.
Yo me detuve al instante. Su voz era la misma que me susurraba recién y al tocar el objeto dorado a los diez años. No sabía quien era, pero me tentaba de la misma forma como lo hacía la joya dorada.
¿Eh? ¿Acaso sabía mi nombre? Le hice esa misma pregunta, agregando a la pregunta que me diera su identidad.
¿Cristal Dorado? Vaya. Nunca escuché algo de ese objeto en Hyrule, ni siquiera de Talon. Le pregunté a mi protectora, según ella, qué era el Cristal Dorado.
Así que es un objeto que solo el “antihéroe” puede tocarlo… y que entrega múltiples poderes a su portador… ¿qué mierda? No entiendo nada. Glasse interrumpió mis pensamientos bruscamente acercándose mucho hacia mí y me dice:
Su frase es interrumpida al desaparecer en un segundo. Quedé boquiabierto. De pronto, el “no espacio” comienza a tomar forma y, finalmente, me obliga a cerrar los ojos. Desperté. Desperté en el mismo lugar donde el Cristal Dorado me tentó. Se podía ver el sol alumbrando el lugar. Recordé lo sucedido y me dije que fue solo un sueño. No había nada de qué preocuparse. Me levanté y salí del lugar caminando tranquilamente. Al salir de ese lugar estaba todo normal. El castillo se veía en perfecto estado. Caminé hacia la ciudadela. Vi que nada raro había ocurrido. Sí, creo que fue solo un sueño. ¡Ya me estaba volviendo loco de verdad! Recordé lo que me dijo la mujer del sueño… Hyrule y… ¿Términa? ¿Ellos me esperan? ¿Qué diablos habrá querido decir? Mientras estaba saliendo de la ciudadela justo me encontré con Talon.
¿Pero qué…? ¿Sábado? ¿Acaso estuve dormido por tres días? Estaba claro que no dormí por cansancio o enfermedad… terminé concluyendo oficialmente que lo visto después de tocar el Cristal Dorado fue solo un sueño. Que tal mujer gigante solo era parte de un sueño. Lo que aún me extrañaba era eso de Hyrule y Términa… no podía terminar de comprender dicho mensaje. Por la noche, en el rancho, Malon había ido a dormir temprano junto a los demás. Mientras estaba acostado en mi cama de reserva comencé a recordar el sueño y analizar cada hecho de éste: corrí infinitamente hasta el Cristal Dorado, objeto que me tentaba… ¿por qué infinitamente? ¿Para qué me tentaba? ¿Por qué y para qué corría hacia éste? No lo sé… ¿Antihéroe? ¿Acaso esa mujer gigantesca me trata como un antihéroe? Jaja, que loco. Pareciera que hubiera fumado unas cuantas sustancias raras y por eso tuve ese sueño sin sentido. Y luego: “proteger antes de que el verdadero mal despierte”; bien, eso sí es de locos. Después de todo me dormí. Eran más o menos las 04:00 hrs. de la madrugada y me dormí. Vamos, dormí tres días seguidos y me despertaron por la tarde… era obvio que no tenía ganas de dormir. Tuve un sueño normal, como todos pueden tener y no un sueño de locos. Desperté a las 07:10 hrs. de la mañana y no tenía sueño. Los demás ya estaban despiertos. Es normal, son granjeros. Ya era domingo. Era el día de descanso, así que no habría mucha actividad ese día. Por otro lado, ese día tenía que volver al mundo de siempre… a la crueldad. Tenía que ver a Eileen y a Xavi. Seguramente, Carlos y el grupo se reirán de mí. No me importa… quería salir de ese colegio del demonio. Ya quería entrar a un liceo y comenzar con 1º Medio. Lo peor sería que uno de esos tipos quedara en el mismo liceo. ¡Peor aún! Quedara en el mismo curso… ¡a la mierda! Reclamaría por un cambio de curso, que eso se puede hacer generalmente en los principios del año escolar. Cuando pasa la primera semana, ese trámite se vuelve algo más difícil de superar. Volviendo a las maravillosas tierras de Hyrule, por la tarde en el rancho se podía ver a Ingo trabajando, Talon descansando junto a su hija y yo preparándome para el viaje, aún pensando en el sueño que tuve al tocar el Cristal Dorado. Que objeto tan curioso… caí fácilmente en la tentación de aquel objeto. ¿Qué era? ¿Por qué yo era el único que podía tocar tal objeto y usar sus “múltiples poderes” que otorga? Ni la menor idea. Necesitaba respuestas, pero con la gente que apenas conozco sería misión imposible llegar a las respuestas necesarias. Lo mejor sería buscar a la tal Glasse y decirle lo que ocurrió. Que me explique todo lo que me dijo. “Protectora”; ¿es un chiste? ¿Desde cuándo tengo una protectora? Si ella es “tan protectora”, ¿por qué carajo no me ayuda cuando los demás me golpean disfrutando mientras mi sangre corre por sus manos? ¡Joder! Me hace enfadar y confundir todo esto. ¡Quiero explicaciones! Cuando caía el sol comencé a despedirme de los granjeros. Me fui caminando al famoso portal de Farone. Iba cabreado. Caminaba con el mismo ánimo que tenía al pensar de Glasse. Quiero conocer más a profundidad esa tipa. Quiero hablar con ella. Por mi mente solo se repetía su nombre una y otra vez para intentar hacerle un llamado telepáticamente. Si es mi protectora, entonces debería al menos escuchar mis pensamientos, ¿o me equivoco? No sé… sería lo más probable. A medida que caminaba más y comenzaba a caer la noche, yo me iba hartando de que Glasse no apareciera delante de mí y me diga todo lo que sucede. Raramente, mientras comenzaba a enfadarme con Glasse, aparecieron recuerdos míos de mis golpizas. Las últimas fueron las de Carlos. Los recuerdos de aquel alumno nuevo de la clase (bueno… no es tan nuevo ahora) aparecieron justo cuando quedé enfrente del portal. Es entonces cuando cierro los puños y grito hacia el cielo: “¡Maldita Glasse! ¿¡Por qué carajo no apareces!? ¡Necesito preguntarte cosas de mí!”… no había respuesta alguna. El cielo estaba estrellado y yo miraba enfadado a éste, con la respiración agitada. Hasta que grité de nuevo: “¡¡Aparécete de una puta vez, estúpida ‘protectora’!!”. Es entonces cuando aparece un pequeño remolino que me envuelve bruscamente. Me aleja del portal y de pronto logro ver a Glasse. Estaba con las mismas ropas y la misma apariencia, aunque su rostro no era igual… estaba enfadada.
No contesté. Solo retrocedí un poco, me encogí, miré a Glasse y esperé a que ésta se calmara. Pronto, se cumplió lo que quería. Glasse se calma, se aleja un poco y vuelve a colocar el mismo rostro que tenía en mi sueño.
Es entonces cuando el remolino desaparece antes de que yo le hiciera la pregunta. Me dejó en la pradera y ella se mantenía en el aire, siendo aún una gran figura de una mujer bella y gigante.
Me estaba colocando confuso una vez más, pero al menos entendí perfectamente lo que era Términa y lo que debería hacer en Hyrule. “Ayuda a un mundo como Hyrule”… por ahora no veo nada malo, así que no hay problema y me dejas de joder, Glasse.
Está bien, está bien, “querida protectora”… resulta que ahora me lee la mente. ¿Acaso no podré estar pensando en alguna cosa en privado? O sea… esta tipa estará viendo todo, incluso lo que estoy diciendo ahora mismo. Lo que les digo era lo que me surgía en mi mente en aquel momento.
Glasse comienza a menearse bastante. No entendía el porqué, así que decidí preguntarle que le pasaba. Sin embargo, ésta solo me quedó mirando asustada y desaparece de la nada. Quedé boquiabierto y luego reí un poco. No sé el porqué la risa. Esto fue apagado por una gran explosión se escucha a lo lejos. Me levanto de la hierba y solo logré ver humo oscuro saliendo desde una región que me había hablado Malon… creo… ¡Sí! Era la Región del Desierto. Era donde estaba el Desierto Gerudo. Se veía que la explosión ocurrió no en el desierto, sino más lejos, casi por la Región del Pico Nevado. Al poco rato, una voz muy agitada de Glasse se escucha en mis oídos diciendo: “Vete de Hyrule, Brett. No lo pienses, solo vete”. Le hice caso, me di media vuelta y me dirigí al portal. Antes de atravesarla, un monstruo montado en una especie de jabalí gigante se acercaba hacia mí. Salté al portal antes de que éste alcance a golpearme y luego aparecí sentado en el pasto del Parque Cuarto Centenario de noche. Al ver que estaba en el parque, me levanté y salí corriendo del lugar que estaba muy oscuro. Llegué a mi “casa” sano y salvo. Todos estaban ya acostados. Fui a mi habitación, me vestí de pijamas y me acosté. En la cama me hice dos preguntas que se me quedaron en la cabeza: “¿Qué fue esa explosión en Hyrule? Y… ¿Quién soy realmente?”. Continuará |
Capítulo 05
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La Reunión |
Conociendo más lugares.
Regresé al colegio con incógnitas provenientes de los últimos sucesos que ocurrieron en Hyrule. No entendía nada de lo que pasaba. Una explosión y luego una cosa intentándome golpear… ¿qué demonios? Algo raro, o malo también, había sucedido. Recordé la gran incomodes que tuvo Glasse antes de la explosión y lo nerviosa y asustada que estaba al decirme que me vaya de Hyrule. Quería regresar. Quería volver. Quería ver y saber lo que estaba ocurriendo, pero desgraciadamente estaba en el colegio. En el estúpido colegio sentado con mi compañero de puesto y amigo Xavi. Hacía tiempo que no nos veíamos, así que conversamos bastante aquel día. Obviamente, le agradecí por todo lo que hizo. Era lunes, día después de los sucesos extraños en Hyrule. Estaba decidido a ir a ese mundo una vez más para saber más a fondo todo lo ocurrido. Así que después de clases, de un día bastante tranquilo, fui al parque, lugar del portal. Caminé por el camino de siempre, esperando llegar a mi destino. Sin embargo, al llegar el portal ya no estaba… ¿Qué pasó? Miré bien mí alrededor. Busqué por todo el parque encontrando el portal. Mis intentos fueron en vano… ¡el portal ha desaparecido! No quedó rastro alguno. Se supone que tal portal está las 24 horas allí. No entiendo… algo realmente no anda bien. No me quedó más remedio que tomar por rendido la búsqueda del portal e irme a casa. Por el camino me encontré a Constanza, la chica del hospital.
Yo también le sonreí, le saludé como corresponde y charlamos un rato. Ella iba de compras. Decidí acompañarla porque no tenía nada que hacer. “Coni” era el apodo que le coloqué. Bueno, “Coni” es el apodo que casi todas las mujeres llamadas “Constanza” tienen. Finalmente llegamos al supermercado más cercano y me fui a su casa. Ella vivía no tan lejos de mi casa. Recordé que me había dicho que vivía en Francke. Nunca pensé que vivía cerca de mi casa. No quise conocer su casa y su familia… solo la despedí al estar fuera. Coni se decepcionó un poco, pero comprendió que “yo tenía que estar con mi familia o se preocuparían”… claro, eso fue lo que le dije. Vaya mentira. En fin, ella entró a su casa y yo me dirigí a la mía. En el camino me arrepentí un poco al no querer estar junto a ella en su casa, pero ya era tarde. Llegué al infierno silencioso. Como siempre, no preguntaron nada en donde estaba o algo por el estilo. Yo solo me dirigí a mi cuarto. Ahí quedé hasta cuando volví a bajar para cenar. Al volver a mi habitación, comencé a pensar en lo ocurrido de nuevo en Hyrule. También lo ocurrido con la desaparición del portal. ¿Cómo diablos desapareció de repente? Quería encontrar respuestas, pero por culpa del maldito portal desaparecido no las podré encontrar. Al otro día fui al típico colegio. Ese día, con total confianza, comencé a contarle todo sobre Hyrule a Xavi. Éste no parecía mostrar extrañeza a la noticia.
Él solo quedó en silencio pensando. Después de un rato de silencio, Xavi me preguntó si busqué bien el portal en todo el parque. Yo le contesté con un obvio sí y que no lo encontré. Él siguió pensativo. A continuación, me dijo que iba a ir al baño. Quedé solo en todo el recreo… no regresó, ni siquiera a clases, hasta que lo encontré en el segundo recreo. Me pareció raro todo lo sucedido en ese entonces. Xavi me dijo que su madre lo había llevado a su casa por un encargo urgente después de salir del baño. Aunque tengamos confianza, yo no le creí mucho, pero solo afirmé a lo que dijo. Todo el día continuó normal después. Carlos estaba tranquilo. Ni siquiera me miraba con rostros “malvados” hacia mí o Xavi. Francisco y los demás lo hacían. Al salir de clases decidí volver al parque en busca del portal una vez más. Esta vez sí fui afortunado. Lo encontré en el mismo lugar de siempre. Entré al portal y aparecí en el mismo lugar de siempre. Me dirigí al Rancho Lon Lon, como de costumbre. Al llegar, sin embargo, no encontré a ninguno. Busqué por todos lados, pero ni rastro de ellos. Decidí esperarlos hasta el atardecer, pero no hubo caso… ni siquiera Ingo estaba en el rancho. Malon y Talon salían siempre e Ingo se quedaba a cargo, pero ninguno de los tres estaba en el rancho ahora mismo. Así que decidí salir de ahí e ir a la ciudadela. Me dirigí a través del camino por el puente que unía Eldin con Lanayru, el cual estaba cerca del rancho. Sin embargo, el puente estaba roto… ahora entendía el porqué Talon hizo su camino hace años por Farone; era porque ese puente “vivía” roto. La habían reconstruido, pero ahora estaba roto una vez más. Finalmente, tomé el camino por Farone y llegué a la ciudadela. Había varias patotas en cada rincón. ¿De qué estarían hablando? Ni la menor idea. Además no entendía el idioma Hylian. Busqué en varias patotas a Malon, Talon o Ingo. En un grupo de unas diez personas, que estaba cerca de la pileta, se encontraba Ingo. Lo llamé gritándole por su nombre. Éste comenzó a ver su alrededor hasta que dio por mí.
Quedé pensando un rato. Me hice la pregunta sobre qué estaría pasando dentro del castillo. Me guardé la pregunta y le pregunté acerca de Talon y Malon. Me respondió diciendo que Talon estaba en el castillo, mientras que Malon se le había perdido. ¡Diablos! Agradecí su información y fui en busca de Malon. Busqué por cada patota para hallar a la chica del rancho, pero no la encontraba. Me di por vencido y fui al castillo. Sin embargo, en la entrada del castillo se encontraban guardias que impedían el ingreso de cualquier persona. Una lástima… no pude entrar. Tuve que regresar a la ciudadela. Lo mejor de todo es que encontré a Malon. Estaba buscando a Ingo, quizás. Yo solo le grité, me acerqué a ella y le hablé. Malon me dijo unas cuantas cosas, hasta que vimos salir a Talon del castillo cuando la noche había caído en Hyrule. Los tres volvimos al rancho, con un Talon preocupado. Nos contó que estaban en reunión, diciendo que las cosas no están tranquilas dentro del castillo después de la explosión en la Región del Desierto y unos cuantos monstruos que habían aparecido en el Desierto Gerudo, parte de Lanayru y un poco en Farone. Talon dijo que la Princesa Zelda había llevado soldados a investigar y que ellos llegarían a no más tardar dos días después, o sea, el jueves. Todos fueron a dormir intranquilos. Si el castillo y la ciudadela no están tranquilos, todo Hyrule no estará tranquilo. Así son las cosas en ese mundo. Yo decidí quedarme a dormir en Hyrule y faltar a clases el otro día. Talon me dijo que salir a la pradera de noche no es una buena idea, según lo que le dijeron. Así que preferí hacerle caso. Eileen… volví a pensar en ella. Invadió mis pensamientos justo antes de dormirme. Incluso recuerdo haber soñado con ella. Mi querida prima… ¿qué será de ella? La última vez que nos vimos casi ni hablamos, pero de igual manera la extraño. Sentía que ella me hacía falta. Que hacía falta estar al lado de ella. Así que al otro día decidí levantarme muy temprano, a esas horas de las 05:00 hrs. de la mañana. Aún no comenzaba a aparecer los primeros rayos de sol. Salí corriendo del rancho para llegar al portal. Por el camino, un enemigo con un palo en mano se cruzó. Solo pude ver que era de un color verdoso. No podía ver bien porque estaba oscuro. Lo esquivé, pero aparecieron después unos diez más de estos enemigos. Busqué una forma de esquivarlos a todos, pero me fue imposible… cuando me estaba dando por vencido, alguien abatió con los enemigos con una increíble velocidad. Debido a la oscuridad no pude ver quien era, ni siquiera su altura. El tipo, al acabar con los enemigos, a excepción del que venía atrás mío, solo continuó su camino sin decirme algo. Yo seguí corriendo y luego sentí el grito de un monstruo. Seguramente fue el que quedó vivo. No quise mirar atrás. Finalmente, llegué al portal cuando los rayos del sol ya comenzaban a mostrarse notablemente. Entré al portal y volví al parque. Volví a ser el típico humano de siempre. Corrí para llegar a la casa de Eileen, pero me cansé. No era el mismo de Hyrule… el cansancio me quitaba tiempo. Caminé, caminé y a veces corría. Al llegar a casa de Eileen, toqué su puerta y ella me abrió. Tenía cara de tener bastante sueño, pero sus ojos se abrieron al verme. Estaba vestida con el uniforme de su escuela. Estaba lista para salir de casa.
Eileen cambió su rostro para darme una de aquellas sonrisas que me alegraban los días. Le pedí que si me acompañara y dejara la escuela por ese día. Ella afirmó con la cabeza, me dijo que esperara un momento y saldría. La esperé unos cuantos minutos en la esquina de la calle, para que algún integrante de su familia no me vea. Después de unos veinte minutos, Eileen sale de la casa. Salió vestida de igual manera, pero esta vez más peinada y sin rostro de sueño. Ambos sonreímos al volver a vernos. Caminamos los dos juntos hacia la plaza.
Ambos nos hablábamos mirándonos el uno al otro. Sus ojos decían claramente que me extrañaba y tenía ganas de hablarme. Seguramente, ella también se habrá percatado de los míos. Comimos algunos barquillos horas más tarde con dinero que ella sacó de su casa. Pasamos toda la mañana juntos, como aquellos días de fiestas. Ninguno de los dos vimos a algún pariente. Si alguno de ellos nos ven, les diría a nuestros padres y se enfadarían… aunque conociendo a mi familia les daría lo mismo, pero los problemas se vendrían para Eileen. Así que no estuvimos en muchos lugares al aire libre. Estuvimos en algunos locales donde había mucha gente, incluido el mall. La gente nos quedaba mirando a esas horas de las 08:00 a 12:00 hrs. debido a mi prima que estaba vestida de uniforme. Se supone que debería estar en el colegio y no en un mall, ¿verdad? Esa mañana me sentí presionado a mí mismo. Desahogué todo contándole lo sucedido en Hyrule a Eileen. Le conté lo del portal, mis padres, etc. A diferencia de Xavi, ésta me tomó por loco, pero luego le pareció una broma. Yo le decía que no era una broma, que era real. Era un lugar maravilloso en que ambos podríamos estar felices viviendo. Por primera vez, ella dudó de mis palabras y creía que estaba loco. Siempre tenemos cosas en común. Siempre pensamos iguales. Ésta vez no fue así. Ella no compartió ese tema conmigo. Me sentí decepcionado. Sentí que Eileen me clavó con intensidad una estaca en mi corazón. Sentí que ella ya no sería mi alma gemela. Eileen decidió cambiar de tema y seguir caminando. Finalmente, la hora indicó las 13:00 hrs., hora en que salíamos de clases. Así que decidí acompañar a mi prima a su casa y llegamos a esa hora de las 13:50 hrs.
Eileen saca una sonrisa y me abraza. En el abrazo, ella me susurra diciendo: “Me gustaría conocer ese mundo del que me contaste. Te quiero”. Luego se aparta, abre la puerta de su casa y se despide con una seña. ¡Me alegró el día! Así que Eileen solo estuvo fingiendo y siempre creyó en lo que le dije. ¡Fantástico! Aunque fue la primera vez que me engañó así de fácil. Yo siempre la puedo notar cuando me miente o me bromea. Muy feliz volví a casa. Ahí estaba la familia de siempre. El día fue genial hasta que sucedió algo inesperado en la tarde... Mientras mi tío Gastón, el hombre al que admiraba en la casa, tomaba el té sólo en la mesa del comedor, sus “años dorados” en la casa daban por terminar. ¿Por qué? Bueno… según entendí mi madre, padre y abuela estaban enojados con él porque no ayudaba en pagar las cuentas del agua, luz y ya casi no aportaba en la comida. O sea, él vivía casi gratis, algo que no le gustó para nada a la familia Alvarado. Así que mi padre decidió interrumpir su té gritándole ferozmente, junto a mi abuela, diciéndole que no va a comer más junto a los demás y se le prohibirá hacer todas las labores que hace una persona comúnmente, como lavar su ropa, comer, e incluso usar el baño. Mientras ocurría ese griterío, mi madre acompañaba a Mateo en la habitación de ella. Pude ver como todo se tranquilizó; mi tío terminó su té, sacó todas las cosas de la mesa, las lavó y se marchó a su habitación sin decir una palabra. Desde ese día, el tío Gastón solo salía de su habitación para salir de la casa o ir al baño. La noche continuó normal. Cada uno a su habitación y a dormir. Al otro día fui a clases. Todo fue normal y al salir me dirigí al portal de Hyrule. Entré al portal, colores infinitos y llegué a la hermosa pradera de Hyrule. Me dirigí al rancho. Ahora sí estaban todos. Talon se dirigía esa tarde a hacer una entrega de leche al castillo. Decidí ir junto a él. Ya no era necesario que me diga las reglas, me los decía todos los años. Al llegar a la ciudadela fue todo normal. Lo esperé en el mismo lugar de siempre. Todo transcurría normal, hasta que apareció un caballo corriendo. El caballo llevaba a un hombre con la caballería de los soldados de Hyrule. Sería normal ver un hecho como esto aquel día, ya que regresarían los soldados desde el Desierto Gerudo. Pero algo no estaba bien… en ese caballo había algo que alarmaba a las mujeres y las hacía gritar: el soldado que estaba montando al caballo llegó sin cabeza, su sangre estaba desparramado por toda su ropa mezclándose con algo de sangre del caballo por las heridas y en la mano del soldado asesinado llevaba una bandera blanca con letras Hylian. Yo quedé boquiabierto al ver esto. El caballo corría desesperadamente hacia el Castillo de Hyrule. No logré leer lo que decía en la bandera. Finalmente, el caballo logró llegar al castillo, pero se detuvo en las puertas gigantes de la entrada. Los guardias de ese lugar se encargaron del caballo y del cuerpo del soldado, así como leer la bandera, también. La gente de la ciudadela se acercaba al lugar en donde estaba yo para ver qué sucedía. Algunos solo se dirigían a sus aposentos y cerraban todo por miedo. Decidí acercarme un poco más, pero aparecieron unos cuantos guardias a prohibirnos el paso. Tuve que retroceder junto a las demás personas. Luego, Talon hizo aparición. Salió del castillo, no podía creer lo que veía y me buscó. Al dar conmigo se acercó.
Talon me agarra del brazo y me forcejea para llevarme al rancho. Yo solo me dejé pero mirando lo que pasaba en las puertas del castillo. Talon y yo tomamos el carruaje y volvimos al rancho. Malon se enteró gracias a su padre, al igual que Ingo. Más tarde, le dije a Malon que quería saber lo que ocurría. Le dije que incluso estaba dispuesto a ir al Desierto Gerudo. Malon me dijo que me será imposible llegar ahí, por lo que me aconsejó que dejara la misión. Le hice caso. Desde ese día solo estuve pensando en lo ocurrido. ¿Qué está pasando en Hyrule? Desde aquella explosión todo se está tornando extraño. Adelantaré el tiempo para llegar el fin de año de ese mismo año. Llegó mi licenciatura. ¡Al fin saldré de ese maldito colegio! Estaba feliz por salir de esa cárcel, aunque ahora iría a un lugar peor, creo… el liceo. No sé como lo hice para pasar los cursos con notas regulares, pero lo hice. El año transcurrió normal desde ese día en que Xavi le dio su merecido al “Carlitos”. Se notaba que Francisco y El Polo querían venganza, igual como Carlos y otros. No se atrevían los pendejos. En el día de licenciatura solo fue mi madre. A los demás les importaba un huevo. A pesar de todo, mi madre se emocionó al verme licenciado. Eso… eso me conmovió, me sorprendió y me emocionó bastante. Fue tanto la emoción al verla llorar por mí que también lo hice, pero disimuladamente. “No hace falta esconder las lágrimas” me dijo Xavi mientras estábamos sentados después de recibir el diploma. Entonces afirmé con la cabeza, sonreí y eché a llorar disimuladamente viendo a mi madre, aunque no lloraba como lo hacía cuando recibía los golpes de niño. Al terminar la celebración, me dirigí donde mi madre y la abracé fuertemente.
Nos mantuvimos abrazados por un largo rato y nos fuimos a la casa. ¡Tenía cariño de madre! Mateo ya tenía seis años de edad, Josefina tenía siete, Esteban tenía diez, Jocelyn tenía once, Eileen y yo trece, Bastián tenía quince, Elizabeth diecisiete y Catalina tenía veintiuno. Recuerdo que ese tiempo “pasó volando”. Catalina ya era una adulta oficial y Elizabeth sería al año siguiente. Catalina tenía un novio, Elizabeth también y Bastián una novia, aunque éste era algo loquillo y cambiaba la novia de vez en cuando. Mientras tanto, a Jocelyn le gustaba bastante un compañero de clases. Esteban y Josefina se burlaban de ella. Eileen vivía en su mundo, al igual que yo. Ya casi ni me importaba la vida de otros, a excepción de ella, Xavi y ahora mi madre. Mi madre se incluyó en mi círculo. Celebramos la navidad como corresponde, el año nuevo también, de fiestas y todo. Contaré lo ocurrido aquel año nuevo. Catalina no estuvo con nosotros porque prefirió ir a una fiesta con su novio. Bastián se enviaba muchos mensajes con su novia desde el teléfono, lo mismo con Elizabeth. Eileen y yo juntos, como siempre. Mientras que los otros cuatro jugaban con la reciente consola GameCube y a veces jugaban a juegos de mesa. Elizabeth y Bastián ya bebían bebidas alcohólicas. Aquella noche Bastián me recomendó beber una de esas bebidas: la cerveza. Era una cerveza de marca “Cristal”, una marca de cerveza famosa en Chile y una de las preferidas. Entonces, mientras Eileen estaba en otro lado de la casa, Bastián y yo bebimos. ¡Me encantó! Me sentí aliviado y relajado al beber aquella cerveza. Al principio se sentía algo amargo, pero tenía un toque especial que me dejaba llevar hacia ésta. Por ello, le pedí más cerveza a mi primo. Éste se reía y yo reí junto a él. Ni sé el porqué reí. Nos servimos más cerveza, esta vez con bebida; nos dimos un pequeño brindis y bebimos. Lo que recuerdo es que más tarde fui con Eileen y ésta se sorprendió al ver mi estado. También recuerdo que bebí mucho más después. Creo que incluso jugué con los primos menores a la consola GameCube. No recuerdo más. Al otro día amanecí con la misma ropa de la noche. Tenía un fuerte dolor de cabeza. Me sentía mareado, me dolía el cuerpo y no tenía ganas de hacer algo en absoluto. Tenía sed. Mucha sed. ¡Mucha! Pero tenía una flojera intensa que me obligaba a quedarme en la cama. Miré la hora… ¡17:35 hrs! Era tarde… decidí levantarme. Sentí un mal olor que provenía de mi ropa: estaba vomitada. ¿¡Qué diablos pasó anoche!? No podía recordar algo… no podía. Estaba borrado. Sentía el cuerpo pesado y hasta dolido. Me cambié de ropa y bajé al primer piso. El baño estaba desordenado con las cortinas de la ducha rota, el retrete estaba muy sucio, el lavabo se veía con manchas de vómitos, etc. Recorrí la casa y casi todas las habitaciones estaban desordenadas. Los únicos despiertos eran mi abuela y mi padre. Aunque… mi padre se encontraba durmiendo. Mi abuela cabeceaba del sueño. Yo almorcé, me tendí en un sofá y dormí hasta la noche. Me sentía mejor, pero igual de cansado y flojo. Quería ir a Hyrule, pero la flojera me ganaba. Finalmente, quedé a dormir en la casa. Desde ese día no bebí hasta mi cumpleaños Nº 14 de ese mismo año. Antes de ese día ocurrieron algunas cosas en Hyrule que es mejor contarlas. ¡Ah! También debo decir que quedé en el Liceo Eleuterio Ramírez de Osorno, un liceo mucho más grande que el colegio en el que iba. En fin, volviendo al tema de Hyrule: en un día de febrero decidí ir a ese querido mundo. El número de monstruos había aumentado considerablemente y lo que es peor: aparecen en el día. Debido a esto caminaba al rancho o a la ciudadela a escondidas. Aquel personaje que me salvó en la madrugada no lo había visto. Nunca más lo pude ver. Ese día me dirigí al rancho. Todos me saludaron perfectamente, pero Talon fue algo más diferente que los demás.
¿Al castillo? ¿Por qué? Talon solo me tomó del brazo y me llevó al carruaje. Malon e Ingo se despedían haciendo la seña de despedida con una sonrisa nerviosa. Malon estaba despidiéndose con un pañuelo en mano. Ni la menor idea de lo que sucedía.
¿Qué demonios? ¿El rey quería verme? Nunca pensé que al menos él me conociera. Con el cronómetro en mano, Talon detuvo el carruaje. Dijo feliz: “Agradéceme, mushasho, ¡hemos obtenido un nuevo récord!”. Le aplaudí amistosamente y sonriendo un poco. Ambos nos bajamos y fuimos tranquilamente al castillo. Talon entró conmigo y enseñó un permiso real a los soldados que custodiaban la entrada. Los soldados nos dejaron entrar. Primero entramos al jardín de éste. ¡Qué gran jardín! Parecía una pequeña pradera en las afueras del castillo. Luego entramos al castillo. La arquitectura de éste era algo nunca antes visto: bastantes lámparas gigantescas habían, unas cuantas puertas, la habitación principal era enorme y elegante, habían varios pisos hacia arriba y una música algo tranquilizadora se escuchaba de fondo:
Talon me dijo que debemos subir el castillo completo, incluso una de las torres para llegar al rey. Los dos hicimos tal tarea. La música de fondo solo se escuchaba en la habitación principal del castillo, la cual debía ser visitada una que otra vez. Salimos del área principal y fuimos camino a una de las torres. Grandes escaleras se cruzaban en nuestros caminos, con lujosas alfombras. Finalmente, llegamos a la sala del trono. Ahí estaba el rey, el secretario y varios soldados.
Talon me susurró diciendo si entendí lo que dijeron; yo afirmé. Él me dijo que ya estoy listo para entender el idioma Hylian. ¿Por qué? Me respondió diciendo que en ese rato, él junto al rey hablaron en Hylian. ¡Entendía el idioma Hylian! Pero no precisamente lo entendía, más bien lo traducía.
Me detuve. Posteriormente me incliné hacia él en muestra de respeto. Talon hizo lo mismo.
Entonces me levanté. El rey dijo unas cuantas cosas y posteriormente invitó entrar a su hija: la princesa Zelda. Al verla recordé las imágenes que se me cruzaron al tocar el Cristal Dorado… la princesa se parecía bastante a las muchachas que vestían ropas elegantes en las imágenes. Aún así no podía creer que mis ojos estaban viendo a una hermosa joven vistiendo trajes de gala. Al parecer tenía casi la misma edad mía. La princesa saludó a todos. Todos nos inclinamos. Luego nos levantamos y el rey continuó:
Mientras decían esto no entendía ni mierda el porqué yo estaba ahí. ¿Me llaman solo para decirme lo que está ocurriendo en Hyrule? Perfecto, al menos me están actualizando la información de este mundo. La princesa tenía una voz encantadora. Hasta diría que su voz se parecía al que tenía Eileen. El rey toma la palabra de nuevo:
Talon me hizo una seña de que haga caso a la princesa. Ésta me llevó a sus aposentos. Su habitación era algo grande y tenía muchas fotografías, cuadros y objetos propios de ella. Entonces, al dejar de contemplar la habitación, la princesa se da media vuelta, se acerca a mí y comienza a hablarme.
En un momento quedé en silencio, sin decir algo. Solo la quedé mirando.
No logra terminar su frase cuando se siente una fuerte explosión. La princesa Zelda y yo vimos a través de la ventana: la explosión provenía desde la Región del Pico Nevado. La princesa Zelda se altera y comienza a moverse por toda su habitación. Yo le pedía que se tranquilizara. Luego, ella se acercó a mí y me dijo tenía que debía ir al Bosque de Farone, bosque ubicado en la Región de Farone. Agregó que debía buscar a unos tales “Minish” que vivían en el bosque. Le respondí con un “sí” apresurado y me fui corriendo. Talon me esperaba asustado. Un temblor que apareció alarmaba aún más. Cuando ya iba saliendo de la sala del trono, aproveché de dar una última mirada a la habitación. Es entonces cuando vi al secretario, quien me miró mostrando una siniestra sonrisa y escuché una voz telepática diciendo: “Aprovecha de darle una última mirada al castillo, muchachito”; luego escuché la risa del mismo personaje, algo siniestra. Talon logró sacarme del castillo rápidamente. Salimos del castillo, de la ciudadela, tomamos el carruaje y volvimos al rancho. Malon nos preguntó qué tal nos fue en el castillo; Talon respondió por mí y por él diciendo que nos fue bien, pero que la reunión con el rey no concluyó como tal debido a la explosión. Después de esto, todos volvimos a nuestros aposentos. Cenamos en el atardecer y cayó la noche. Me quedé pensando en lo que me dijo la princesa. Ir al Bosque de Farone para encontrar a los… los… ¿Minish? Comencé a tomar toda esta historia de antihéroe y bla bla como un cuento de niños. Pero… algo me decía que debía ir a ese bosque. Algo me impulsaba. Así que decidí ir al otro día. Cuando amaneció, tomé rumbo hacia el bosque de Farone sin saber lo que se venía en camino. Continuará |
Capítulo 06
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Lo que se Avecina |
Hola señoritos Minish.
Mucho verde por aquí y por allá. Varios árboles, altos y chicos. Plantas por varias partes. Uno que otro árbol caído. Insectos en el aire y tierra. El bosque de Farone era grande. También constaba con unos cuantos tocones. En el camino hallaba varios monstruos, pero yo caminaba sin alarmar a uno de estos. Caminaba por todo el bosque para hallar a uno de esos llamados “minish”. No sabían quienes eran ni como eran. “Antihéroe”… aún le veo cómico a eso. ¿Yo un antihéroe? Esta gente de Hyrule se está poniendo muy rara… ¿qué estarán fumando últimamente? Cuando ya caminé por casi todo el bosque pensando en lo cómico que parecía todo lo pasado, me aburrí y decidí volver al rancho. No me fui sin antes ver un puente que conducía a otra zona. Entonces dejé la idea de regresar y crucé el puente. Seguí caminando hasta el fondo y encontré un pequeño pueblo. Tal vez era Ordon, el pueblo del que me hablaba Malon. No quise entrar al pueblo, así que regresé. Volví a pasar por la “famosa” cueva oscura para luego atravesar el bosque, pero… como preferí atravesar el bosque por otro camino, encontré algo que me llamó la atención: parecía un pequeño poblado donde vivía gente diminuta. No podía ver gente en el lugar. Me acerqué aún más al poblado, pero nada. Entonces me aburrí y volví a la pradera, para luego llegar al rancho. Cené junto con ellos y regresé al mundo cruel. Al volver a ese mundo comencé a pensar en lo que me esperaba en el liceo. ¿Qué compañeros de curso tendré? ¿Serán mejores que los anteriores? ¿Tendré algún amigo allí? No lo sé… En un día de febrero, Xavi fue a visitarme. Claro, sabía donde vivía por el acontecimiento de la golpiza que me dio Carlos el año anterior. Xavi me dijo que quedó en el mismo liceo. Eso significaba que iba a seguir conmigo, pero tal vez no en el mismo curso. No había muchas probabilidades de que quedáramos juntos. ¿Por qué? Porque habrán diez cursos de primero medio. En cada curso entran unos 40 o 45 alumnos. Así que solo usen sus habilidades de matemáticas y calculen para ver la probabilidad de que Xavi quedara conmigo en el mismo curso. Un par de días después de su visita decidí volver a Hyrule, sin antes sacar una lupa prestada de la casa. Volví a la tierra maravillosa. Pasé la primera noche en el rancho y luego me dirigí al bosque. Esta vez no había muchos monstruos, pero sí había varios insectos gigantes de color rojo con una gran trompa que, al parecer, disparaban rocas. También unos insectos de color verde que salían desde la tierra. Esquivaba a estos bichos y llegué hasta el pequeño poblado. Al estar ahí saqué la lupa y la usé para ver mejor el poblado… sí había gente. Era gente realmente diminuta. Apenas se veían con la lupa, pero parecían tener vida. También veía que eran de color rojo y verde. Definitivamente algo jamás visto. También me di cuenta que tenían hasta unos cuantos caminos en el poblado y usaban unos pequeños hongos como hogares. No podía creer lo que estaba viendo. Dejé la lupa para ver con mis propios ojos lo que veía, pero solo notaba los hongos pequeños y plantas. Me levanté y decidí ir al castillo corriendo. Desafortunadamente no me dejaron entrar. Estaba prohibido el paso para cualquier persona. ¡Rayos! Quería decirlo todo esto a la princesa. ¿Qué diría ella? ¿Será que vi a los famosos minish? Si es así… ¿cómo diablos hablo con ellos? Si apenas los veo, mucho menos podré escuchar sus voces. Es entonces cuando la princesa estaba saliendo, por suerte.
Vaya… con que ellos eran los minish. Entonces estaba en lo cierto.
Al escuchar esta respuesta pude ver su rostro de decepción. Entonces ella continuó diciéndome que busque alguna forma para tener comunicación con ellos. Le respondí prometiéndole que hablaré con ellos lo más pronto posible. La princesa se despidió y volvió con sus labores, dirigiéndose a la ciudadela. Yo volví al rancho. Caía el atardecer en la pradera y cayó la noche justo antes de llegar. Al otro día volví al bosque de Farone y busqué la solución para hablar con los minish. Volví a hacer uso de la lupa y les dije: ¿Hola? Es entonces cuando los minish se detienen por un rato y luego salen corriendo escondiéndose en sus casas. Los asusté. Sabía que no era el modo eficaz para hablar con ellos. Lamenté lo que hice. Me quedé esperando un buen rato y volví a ver con la lupa. Los minish habían salido ya de sus hogares. Volví a hablarles, esta vez diciéndoles: ¿Me pueden oír? Los minish vuelven a correr y esconderse. No había caso. ¿Cómo diablos lograré hablar decentemente con ellos? Lo único sería… quedar en un diminuto como ellos y entrar a su pueblo. Era imposible y una locura, pero sería lo más eficaz. Pasaron unos días sin encontrar la forma para hablar con los minish. Hablé con Malon, Talon e Ingo, pero nada. Ni siquiera sabían la solución para verlos. Yo seguía buscando la solución para hablar con esta raza diminuta, pero no había caso. Se acercaba marzo y por lo tanto, los estudios también. Es entonces que decidí ir a Ordon. No conocía a nadie… pero me sorprendí al ver que esta gente no tenía orejas puntiagudas. No parecían Hylians, más parecían humanos. ¿Humanos? ¿En Hyrule? Eso sí que es nuevo. Me saludaron cordialmente y les preguntaba acerca de los minish. Varios me decían que los niños más chicos, como los de tres o cuatro años, los podían ver. Apenas, pero podían verlos. Les pregunté si tenían alguna solución para hablar con ellos… nadie sabía. Sin embargo, me dijeron que los Kokiri, una raza que vivía en la región de Farone, tenían la respuesta para mi pregunta. Saqué una sonrisa al escuchar eso, pero ahora… ¿Quiénes eran los Kokiri? Me dijeron que vivían en la zona más baja y profunda de la región de Farone. Tendría que buscarlos… Volví al rancho, pasé la noche y al otro día volví a Farone, esta vez con la intención de encontrar a los Kokiri. Por el bosque encontré un camino que llevaba a un viejo pero gran árbol. Por un acantilado vi lo que estaba debajo, pero estaba todo oscuro. De igual manera busqué un modo de bajar sin caer herido, ya sea gravemente o mortalmente. Es entonces que encontré una enorme escalera, por suerte. Tardé minutos para bajarla completamente y llegué hasta la zona de abajo. Este lugar parecía más oscuro y había algo más de frío. El césped no estaba iluminado, por lo que era de un verde olivo oscuro. El árbol parecía gris en esta zona, no café claro como la parta de arriba. Caminé por el único camino accesible. Por el camino me encontré con unos monstruos que se levantaban del césped. Los esquivé, sin uno que me pasó a golpear al moverse. Es entonces que me enojé y con dos puñetazos lo desarmé por completo. Dejó algo en el suelo, pero no lo recogí. No tenía importancia. Lo que quería era encontrar a los famosos Kokiri. Crucé todo hasta llegar a un pequeño pueblo. Era el Bosque Kokiri según lo que decía un cartel al llegar. A diferencia de Ordon y de otros lugares, las casas del Bosque Kokiri parecían rucas de madera. Había una pequeña fuente junto a una cascada. También se encontraba algo que parecía molesto en el aire, algo que no existía en un ningún otro lugar de Hyrule. Al parecer, aquí no había cielo. Al mirar hacia arriba veía todo negro y una parte de luz proveniente del sol. Caminé por este lugar y solo veía a niños vestidos de verde. Tenían las orejas puntiagudas como los Hylians. Recorrí por todo el lugar, incluso entrando en las casas y saludando amablemente, pero solo encontraba a niños… ¿Acaso no había un adulto que los mantenga? Al cabo de unos minutos, un niño de pecas se acercó a mí.
Me molestó su forma de actuar. Entonces cerré los puños, lo miré enojado y a regañadientes me di la media vuelta. Es entonces cuando escuché una voz realmente parecida a la de Eileen. Era la de una niña que gritó: “Mido”. Volví a mirar al niño pecoso y era a éste a quien le gritaban. La niña que gritó tenía el pelo verde que llamaba la atención. Vestía ropas verdes, al igual que el tal Mido y todos los niños que veía por ese lugar. Esta niña era bonita. El tal Mido tuvo una breve discusión de susurros con la niña hasta que éste se acerca a mí.
Mido levanta la mirada hacia mí y me dice “¿qué?” con la voz gastada. Es entonces cuando la niña se acerca a nosotros y aparta a Mido. Los dos vuelven a tener una breve discusión. Finalmente, la niña le habrá dicho que él se aleje del lugar, ya que se dirigió a su hogar. Cuando la niña llegó a estar frente mío, Mido da una media vuelta, me mira con un rostro siniestro y yo le sonrío sarcásticamente. “Eso le hace enfurecer más. No lo hagas, por favor”; eso fue lo que me dijo la niña. Aún con la sonrisa, cambié el destino de la mirada por Mido a la niña.
Perfecto, un nuevo nombre extraño a mi lista. Mejor dicho dos. Me dijo que Mido le había dicho que yo me llamaba Brett, así que luego me preguntó el porqué estaba en allí, sin antes invitarme a su casa. Le conté todo. Le conté lo sucedido en Hyrule, acerca de las explosiones que se llevan a cabo en Gerudo y Pico Nevado; acerca de los enemigos que invaden cada vez más la pradera de Hyrule y zonas importantes de las regiones, como el bosque de Farone; le conté también la reunión que tuve con el rey y la princesa y que ésta última me encargó la misión de encontrar a los minish. Para concluir la historia, le dije que buscando métodos para hablar con gente de esta raza diminuta, fui a Ordon para saber más información, pero que uno de ellos me dijo que los Kokiri sabían cómo hablar con ellos. Saria me dijo que para hablar con los minish es sencillo: un niño, solo un niño, tiene el “poder” de reducir su tamaño para igualarlos con el de ellos. ¿¡Qué!? Le dije que yo tuve esa misma idea de locos. Solo dijo que mi idea no era de locos y podía hacerse realidad. Solo los niños de 5 a 15 años de edad podían hacer eso. Le dije mi edad, el cual era 13 y se acercaba 14. Entonces, Saria aprovechó rápidamente de llevarme a otra zona. Este lugar… este lugar era para perderse fácilmente. Saria me dijo que se llamaba Bosque Perdido. Bien colocado su nombre. Yo no pudiera atravesar ese bosque por mi cuenta, terminaría perdido fácilmente. Saria me llevó hasta una zona donde había mucho césped grande y de pronto caímos a un hoyo que se encontraba por ahí. Dentro de este lugar no había nada especial, solo se encontraba un tronco. Un tronco común y corriente. Un tronco de un árbol, nada especial. Le pregunté el porqué me llevó a ese lugar; me respondió que fuimos por el tronco. Eché a reír. Al detenerme un poco, Saria solo me miraba seria. Así que decidí dejar la risa para no incomodar la situación. La niña Kokiri me dijo que ese tronco no era común y corriente. Me dijo también que no solo hay un tronco de esos, sino que hay varios repartidos por todo Hyrule. Saria definió este tronco como un portal Minish. No quería que ésta lo sepa, pero yo por dentro reía aún, sin creer lo que me decía. Saria me decía que ese “portal Minish” transforma el cuerpo de un niño de 5 a 15 años volviéndolo un diminuto. Yo solo le respondía asintiendo con la cabeza o diciendo “Ya”. Cuando concluyó su discurso, Saria me dijo que me suba al tronco. Le hice casi y con una sonrisa algo burlona, sin creer lo que me decía, me subí al tronco. De pronto, unas pequeñas luces aparecían alrededor del tronco y de mí. Le pregunté a Saria qué son esas luces; me respondió diciendo que cuando aparecen, significaba que la persona parada arriba del tronco tenía el permiso de minimizar el tamaño de su cuerpo. Yo solo la quedé mirando. Le pregunté qué tenía que hacer en ese momento, ya que solo aparecían luces. Saria solo dijo que me tranquilizara. Es entonces cuando Saria comienza a cantar suavemente. Es un cántico con una lengua que ni el “poder” del Cristal Dorado podía traducir… de pronto, las luces comenzaban a chocar contra mi cuerpo y finalmente, mi cuerpo quedó reducido por completo, para así caer por el hueco que estaba en medio del tronco. No caí mal, sino que caí por unas hojas que estaban debajo del tronco. Al estar en el suelo, el cántico extraño de Saria había concluido. La chica me dijo que debería encontrar la salida de allí. Su voz se escuchaba muy fuerte, seguramente por el eco del tronco. Busqué hasta hallar la salida. Al salir veía a Saria gigantesca. El césped también era inmenso. El tronco en el que me había subido me era misión imposible subirla completamente. Al estar fuera del tronco, nuevamente las luces volvieron a aparecer.
Yo veía su rostro de burla y yo solo suspiré también riendo un poco. La voz aún se escuchaba muy fuerte, pero un poco menos que en el tronco. Ahora entendía el porqué los minish se asustaban cuando les hablaba. Ahora veía el mundo muy diferente… todo se veía gigante. Solo una hormiga llegaría a compartir mi tamaño, pero en Hyrule yo no veía ninguna hormiga en absoluto. Saria volvió a hacer el cántico extraño. Una gran fuerza me obligó a entrar en el tronco, quedando flotando arriba de las hojas. Las luces volvieron a tomar mi cuerpo, me lanzaron con fuerza al hueco del tronco y finalmente, mi cuerpo volvió a la normalidad. Yo quedé parado arriba del árbol. Miré a Saria, mostrándole una sonrisa demostrando que disfruté el poco rato en que pasé por esa experiencia. Ella me dijo que yo sólo podía convertirme en un minish con la ayuda de ese canto que muy pocas personas lo conocen. Debido a esto, no le quedó otro remedio a Saria que acompañarme al tronco más cercano del pueblo diminuto que encontré en el bosque de Farone. Al salir del bosque perdido, Saria le contó todo a Mido, diciéndole que saldrían por un rato del bosque Kokiri. Mido aceptó, pero no quedó muy conforme por la mirada que me puso. Al parecer, Saria no se percató de esto. A pesar de todo, la chica Kokiri subió la escalera gigante junto conmigo. Saria me dijo que los Kokiri tenían prohibida su salida del bosque Kokiri, pero en este caso sería la excepción. Finalmente, tras esquivar unos cuantos bichos raros que aparecían en el bosque, llegamos al diminuto pueblo. Tras esto, Saria y yo buscamos el tronco más cercano de éste. Lo encontramos, pero lamentablemente estaba custodiada por bichos. La única manera sería alarma de alguna forma a estos bichos para que se alejen de la zona. ¿Cómo? No sabíamos. Saria no sabía nada acerca de estos bichos. En un acto de valentía, fui contra estos bichos. Eran tres: un bicho rojo que disparaba como unas rocas y los otros dos eran unos bichos verdes que, si uno estaba cerca de ellos, saltaban para atacar. Logré acabar con todos, sin antes quedar algo débil por un ataque de roca que me hizo el bicho rojo y cuatro ataques de salto de los bichos verdes. Saria quedó sorprendida al ver tal pequeña batalla y ambos nos acercamos al tronco. Sí, era un portal, tenía un hueco en medio. Salté encima de ella y las luces aparecieron. Acto seguido Saria cantó la melodía extraña. Las luces se apoderaban de mi cuerpo, minimizándolo y dejándome caer en las hojas del tronco, para luego caer bien al suelo. Salí por la única salida posible y Saria me dijo que me esperaría. Como no me veía y escuchaba yo solo seguí mi viaje. Avancé con cuidado por todo el camino hasta llegar firme y recuperado tras la pequeña batalla al pueblo minish. Como yo era diminuto, este diminuto pueblo ya no lo veía pequeño. Es más, lo veía casi como el tamaño de la ciudadela de Hyrule. Al entrar había un pequeño cartel escrito con letras desconocidas. No eran Hylian. De igual manera, logré traducir la frase: Comunidad Minish del Bosque. Así que era tan solo una comunidad… y del bosque… ¿significa que hay más comunidades minish? Seguí caminando y varios minish llegaron a saludarme. Sin embargo, no entendía ni lograba traducir lo que decían, así que me fue imposible entenderles. A continuación, los cinco o seis minish que me saludaron salieron corriendo. ¿Los asusté? ¿Prepararán algo? Ni idea. Solo seguí mi camino. Pude ver por fin cómo son en realidad los minish: vestían pobremente con hojas pequeñas su cuerpo, con una gorra roja y unas enormes orejas; sus pies eran grandes, más grandes que sus propias manos. Era una raza rara y nueva; nueva por conocer, digo. Caminé por toda la comunidad, conociendo mejor las casas. Entraba en las casas, hablaba con los minish pero no les entendía. ¿Habrá algún minish que me entienda? En el fondo del todo entré a una casa con tejado amarillo. Este minish era mucho más viejo que los demás. De igual manera no le entendí lo que decía. Más al lado se encontraba otra casa, más elegante y con tejado azul. Hablé con él y le entendí. ¿Por qué? Porque sabía algo del idioma Hylian, según él. Me dijo que de hace mucho tiempo un Hylian no había visitado su comunidad y estaba agradecido por la visita. No logré contarle la historia debido a que éste me interrumpió diciéndome que busque el “Frutabel”. Le pregunté qué era esa cosa; me respondió diciendo que si logro comer el Frutabel, podré entender la lengua minish. Nada mal. Así que salí de su casa y fui a por la Frutabel… ¿dónde estaba? Ni la menor idea. Tuve que regresar a donde el minish, el cual se llamaba Festa, y me dijo que había uno en la casa con forma de barril. ¡Perfecto! Salí de su casa nuevamente y la famosa casa del barril estaba cerca. Me dirigí a ella pero en la entrada se hallaba un minish; sin embargo, la entrada trasera no estaba siendo custodiada. Entré por ahí, bajando las escaleras, moví unos bloques y llegué a una fruta nunca antes vista. La comí… no era dulce. Esperé unos instantes y caminé de nuevo. Intenté averiguar si el efecto funcionaba hablando con el minish que estaba dentro; sí, funcionó. Es más, se dio cuenta de que había comido el Frutabel y me felicitó. Regresé donde Festa, con un sabor amargo en mi boca, y le conté todo lo sucedido. Festa entendió la historia, pero dijo que lo mejor sería hablar acerca de ello con el anciano de la comunidad. Tal anciano era el que vi en la casa de tejado amarillo. Me dirigí a su casa nuevamente y esta vez sí nos entendimos. Me dio la bienvenida cordialmente y hasta me invitó a beber algo. Yo sonriente lo contesté que sí. Mientras preparaba unas hierbas, yo le iba contando la historia. Al servir las hierbas yo estaba por concluir la historia. Si el Frutabel era amargo… ¡Dios! ¡Esto era peor! Pero no quería ser malo con el anciano y bebí la hierba con una sonrisa nerviosa y amarga. El anciano entendió aún más la historia y me dijo que sabía lo que quería el rey y la princesa: buscar, encontrar y obtener el poder de los cuatro elementos.
Joder con el anciano. Así que uno se encontraba en Hyrule, genial… ¿en qué lugar de Hyrule? Ni la menor idea. El anciano, llamado Gentel, me dijo que el elemento que se hallaba en Hyrule era el elemento de la tierra. Genial. Agradecí la colaboración del anciano y me fui de la comunidad. Por el camino se agregaron más preguntas: ¿en qué parte de Hyrule está el elemento de la tierra? ¿Por qué la princesa necesita que yo obtenga el “poder” de esos cuatro elementos? ¿Qué tiene que ver todo esto con los que está ocurriendo en Hyrule? Esas preguntas solo las contestaría ella o el rey. Salí de la comunidad, regresé al bosque y ahí estaba Saria esperando. Me acerqué al tronco para que las luces aparezcan. Entonces, la chica Kokiri se percata de esto y comienza a cantar la melodía. Sucedió lo mismo que anteriormente y volví a mi forma normal. Llevé a Saria hasta la gran escalera y agradecí su ayuda por todo lo que hizo y me dijo. Su voz me recordaba mucho a Eileen, más que la princesa Zelda. Mucho más. Y bien… ¿ahora qué? ¿Hora de ir a buscar el primer elemento? Menuda flojera… decidí volver al rancho porque ya estaba cayendo el sol. Regresé cuando la noche ya había caído. Cené junto a los demás, conversamos un poco, jugamos a las cartas más en la noche y luego a dormir. Al otro decidí ir al castillo para hablar con la princesa. Los guardias estaban amable aquél día así que me dejaron entrar. No sé si serán los guardias o el rey los que estarían amables. Encontré a la princesa merodeando por el segundo piso del castillo. Le conté acerca de mi pequeño viaje que tuve el día anterior, los elementos, etc. Ella sonrió al recibir esta noticia y me recomendó que antes de buscar el elemento debo estar armado, por si las moscas. ¿Armado yo? ¡Qué chiste! Pero no. Ella seriamente me dijo eso. Me dijo que me recomendaba, primero que todo, una espada y algún otro tipo de arma de defensa, como un escudo. ¡Ajá! El escudo Hylian. ¿Y la espada? ¿Dónde encuentro una? La princesa me dijo que en la región de Farone puedo hallar una y en Latoan otra. Agradecí su colaboración por esto y me dirigí primero a Latoan. Como había caído el atardecer al llegar, decidí quedarme a dormir en Ordon aquel día, ya que es peligro andar de noche por la pradera. Al otro día comencé en la búsqueda de la espada. Me vería raro sosteniendo una, pero recuerdo que en “los sueños locos” que tuve el año anterior me pude ver sosteniendo una espada que nunca antes había visto. También iba sosteniendo un escudo, sin embargo, no era el escudo Hylian. Pregunté a los adultos de Ordon, también al granjero de allí, pero nada. Una mujer rubia me dijo que su esposo era espadachín. Dijo que su esposo salía a entrenar de vez en cuando en la región de Farone. Salí de Ordon y me dirigí a Farone. Encontré a un hombre en la fuente de Farone que parecía un loco al moverse tan bruscamente con una espada. Desde lejos, para que no me alcance a atacar, le pedí algo de ayuda. El hombre dejó de entrenar, se acercó a mí y nos presentamos. Yo con rostro serio, como siempre. Le pregunté si tenía alguna espada de reserva para que me preste. El hombre, llamado Moy, sonrió y me dijo si estaba loco. Por dentro yo me decía: “Sí, sí, sí…”, pero a Moy le respondí con un “No” y que todo iba en serio. Me preguntó si sabía al menos manejar una. Nuevamente le respondí con un “No”. Moy echó a reír y al ver mi rostro serio dejó la risa. Sonriente, el hombre me dijo que sería mejor aprender a manejar una, sino terminaría cortándome accidentalmente. Le comprendí. Me di cuenta que era demasiado pronto empuñar una. Así que agradecí lo que me dijo que salí de Farone para dirigirme al rancho. Por la noche, en el rancho, comencé a pensar en mi carácter. En el mundo cruel soy solitario, me vale una mierda la vida y prefiero no charlar con desconocidos; no sé como logré comunicarme con Eileen y Xavi. En cambio, en Hyrule soy frío, aunque eso es algo que comparto con el otro mundo, pero al menos soy más sociable, agradezco casi todo, converso con extraños si se me da la gana y no pienso en el pasado ni el futuro, sino en el presente. Vaya… así que Hyrule no solo me da buena vida, sino que me da una buena personalidad. ¿Por qué no soy así en el mundo cruel? Claro, si llego a serlo terminaría traicionado y humillado como lo hizo “La Traicionera”; aunque si continúo en casi soledad, solo con compañía de Eileen y Xavi, seguiría más las molestias por ser un autista de mierda. Al otro día comencé a ver tal misión que me dieron como algo muy… difícil y cansador. Así que mandé todo a la mierda y regresé al mundo cruel. Es así como concluyen las aventuras en Hyrule por ahora. Era fin de febrero y se acercaba marzo. También se acercaba mi cumpleaños Nº 14. Se acercaba el nuevo curso. Se acercaban los nuevos compañeros. Se acercaba la visita de Eileen. ¡Se acerca todo! Marzo es uno de los meses más odiados del año. Yo comparto eso con la gente. Como detesto a marzo… si ese mes se llamaría “Junio”, terminaría diciendo: “como detesto a junio”. Una pregunta para este mundo aún queda con vida: ¿quedaría con Xavi en el mismo curso? No se sabe. ¡Llegó marzo, señoras y señores! Llegó el lunes 3 de marzo. Primer día de clases en el Liceo Eleuterio Ramírez de Osorno. Mucha gente por aquí y mucha gente por allá. Jóvenes por un lado y niños como yo junto a sus madres por otro lado. Yo estaba con mi madre. Eran las 08:00 hrs. y yo con mi madre estuvimos parados como 30 minutos, cuando el director de aquel tiempo llamó a los alumnos y apoderados para que se dirijan al gimnasio del establecimiento. Yo con mi madre llegamos al gimnasio y nos sentamos cerca de la entrada/salida. El gimnasio era enorme. Claro, es un gimnasio donde se llevan a cabo partidos de básquetbol importantes, de vez en cuando. Dentro se presentaron los inspectores, el director, cantaron el himno de Chile y del liceo, bla bla bla. Finalmente sacaron a los alumnos de Cuarto Medio, luego a los de Tercero y por último a los de Segundo. Quedaron solo los de Primero, donde estaba yo. Aquí vamos con las listas (los “compañero/a son los del ex curso): 1º A: Dos compañeras y un compañero. ¿¡Eileen!? ¡Eso me impresionó más que la continuación de Francisco y Carlos en un mismo liceo y en un mismo curso! ¡Más que Xavi haya quedado apartado de mí! ¡Más que ella misma y Xavi hayan quedado juntos! Bueno… fue una verdadera lástima que no haya quedado con alguno de los dos y más que un amigo de “El Polo” haya quedado conmigo. A propósito, “El Polo” quedó en otro liceo. Quedó en el “liceo cuico” de la ciudad: Liceo Carmela Carvajal. Después de la ceremonia, cada curso se fue a su respectivo salón junto a su profesor jefe. Me despedí de mi madre con una seña de mano, mientras que ella hizo lo mismo sonriente. Me sentía bien que yo y mi madre estemos unidos, pero mal que mi padre la siga maltratando. Volviendo al tema, todos llegamos al salón. Me senté atrás del todo, junto a una compañera nueva de clases. Ella no hablaba, menos yo. Mientras el profesor se presentaba y bla bla, yo observaba a todos los compañeros de clases. La mayoría de los hombres tenían el típico corte de pelo “flaite”. La re puta madre. Lo que me faltaba. ¡Ahora me toca un curso lleno de flaites! Para mí gusto son peores que los molestosos del curso de básica. Yo creo que estos serán igual de molestosos… se creen los que tienen más onda y los mejores del mundo los pobres de mierda y andan con sus parlantes y su música que me hace dar ganas de vomitar al escucharlas. “Reggaeton”… ¿a esa mierda la llaman música? Que lástima el mundo de hoy en día… me da pena. Por eso prefiero Hyrule. Volviendo a la observación del curso, se veía que Nicolás podría hacer amigos fácilmente con los flaites. Veamos: Nicolás, más la unión de él con Francisco y Carlos, más los amigos de Francisco, más los amigos que harían cada uno de ellos: un gigantesco grupo en el liceo. ¡A la mierda con esto! Ya me dieron ganas de cambiarme de liceo, no de curso. Además, mientras continuaba observando, me daba cuenta que están las típicas chicas que les gusta el maquillaje, tienen enormes traseros y las prestaría por dinero, las muy putas. ¿Qué mierda de curso me tocó? Maldita sea, ya quiero irme de ese infierno… un infierno que ardía más y más al pensar en todo lo que se avecina en el liceo o incluso en Hyrule. Continuará |
Construcción, Elemento y el Despertar[]
Colocando Algunos Ladrillos[]
Capítulo 07
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Primeros Días |
Liceo donde hay casi de todo.
El profesor hacía su discurso de presentación y bienvenida que tardó más de 30 minutos. Al acabar llegó la hora de que los alumnos se presenten. Todos lo hicieron con normalidad, incluso yo. El único que miró con burla fue Nicolás. El profesor jefe que me tocó hacía Lenguaje y Comunicación en el establecimiento. Se veía que era un hombre bueno. Al menos me tocó un profesor amable. Al terminar la presentación, le quedó tiempo suficiente para que nos de un pequeño práctico que se realizará en grupos. Esta es una manera eficaz para que los alumnos se conozcan mejor. Yo me fui a un grupo de cuatro personas, con un compañero y dos compañeras. Nicolás se fue con un grupo de seis personas: cuatro eran hombres (flaites), una compañera “puta” y él. Más tarde tocó el timbre de recreo. Todos salimos del salón en forma ordenada. Claro, era el primer día de clases, nadie se conocía. El liceo tenía un patio mucho más grande comparando con la del colegio, pero más chico que el de otros liceos. En la entrada del liceo, cuando uno toma mano derecha se dirigirá al lugar donde está el director, enfermería, sala de profesores, inspectoría, entre otras cosas más, mientras que a la izquierda a la biblioteca; si uno sigue caminando al frente se llegará a un enorme y ancho pasillo, el cual lo llaman “patio techado”. En este lugar se dividirá por varios caminos: a la derecha se dirigirá al pasillo largo del pabellón A; si en el gran pasillo camina aún más y toma mano derecha, estará el pasillo del pabellón B. Un pasillo que está entre ambos pabellones conformará el aún más largo pasillo del pabellón C. El pabellón A y B constan de cuatro pisos, mientras el C solo de uno pero con varios salones. Yo estaba en el C. Regresando al gran pasillo, si uno caminaba hasta el fondo llegará a una de las tantas salidas al patio y también al gimnasio del liceo. Cuando uno sale de los salones, tomará el camino por los pasillos de los pabellones A y B para salir; como en ambos pabellones pueden salir y entra libremente al gran pasillo, tanto para el pabellón A como el B se les dejará unas puertas para la salida al patio del liceo. Más atrás del gran pasillo, lugar que no expliqué, se encontrarán dos puertas: una para la biblioteca (entrada para alumnos, principalmente) y otra para salir al patio; esta salida al patio conecta principalmente al casino de comida del establecimiento. Ahora hablemos del patio: es un gran patio; en el centro hay una cancha donde los “futbolistas” juegan todos los días, siempre y cuando tienen balón. A la izquierda, cercano al pabellón A, está el casino de comida; para protegerse de pelotazos colocaron unas enormes rejas. Antes de la cancha se encuentra solo tierra y varias piedras. Hay unas escaleras de cemento antes de tocar tierra. A la derecha, en el sector más cercano al gimnasio y pabellón B, se encuentra la “zona sombreada”. Consta de mucho césped, unos cuantos árboles y pequeños arbustos. Este lugar es especial para que los novios vayan a haces sus cosas privadas. También hay otros dos patios: un patio está entre las paredes de la inspectoría y el pabellón A y otro patio está entre las paredes del pabellón A y B. En el patio más cercano a la entrada es donde se juntan la mayoría de novios y en una esquina se juntaban el grupo de raperos. En el otro “minipatio” se encuentran otro grupo de gente; no se juntan muchos novios. Allí se juntaban más grupos de chicas, generalmente. Creo que eso es todo… ¡Ah! Se me olvidaba. En el minipatio que mencioné al final del párrafo anterior, se encontraba un pequeño negocio, donde llegaban a vender hasta helados. Esta descripción se la hago como si estuviera en el último día de clases de ese año. En el primer día, yo no anduve recorriendo todo el liceo solo. Es más, solo me quedé en el pasillo del pabellón A mirando a los lados todo el rato, sin hacer algo en absoluto. No encontraba a Eileen ni a Xavi. En el pabellón A están los primeros medios y segundos, mientras que en el otro están los terceros y cuartos. En el pabellón C se reparten los cursos sobrantes y está la sala de conferencia, dos laboratorios de computación, un laboratorio de química (que estaba sin funcionar en ese año), una sala especializada para artes musicales y otra especializada para artes visuales. El primer recreo fue sumamente aburrido. No había tenido un recreo tan aburrido desde fin de mes de marzo del año anterior. No encontraba a Eileen. No encontraba a Xavi. No quería salir de mi puesto. Temía por perderlo. Al mirar a la derecha veía casi un pasillo muerto, mientras que a la izquierda se escuchaban risas, gritos, voces y había gente caminando por todos lados. Olvidé decir que en el gran pasillo hay unas cuantas bancas que en invierno están realmente heladas. Era principio de marzo, o sea, aún era verano. Por las escaleras del pabellón A aún se veía a gente bajar, a pesar de que haya pasado más de diez minutos del recreo. Rato más tarde el timbre volvió a tocar. Regresé al salón de clases. La sala estaba cerrada, no abierta como la dejaban en la escuela. Obligaban a los alumnos salir de la sala en los recreos. En casos muy especiales o importantes dejaban abrir la sala. También debo mencionar que hay inspectores por cada pasillo del pabellón: cuatro pasillos del pabellón A, más cuatro del B y más uno del C, suman nueve inspectores; si se suma el inspector de la entrada, del casino de comida, los dos del liceo en general y el inspector general… ¡son catorce inspectores! Doce inspectores más que en el colegio. Para escapar de una clase era casi misión imposible. Como era el primer día de clases solo hubo un recreo. Este duró 30 minutos, por eso me pareció el tiempo eterno. Sumando 30 minutos más el aburrimiento… ustedes sabrán el tiempo que llevaba mi mente al estar parado mirando a los lados todo el rato en ese recreo. Cuando el profesor jefe abrió la puerta del salón y entramos, me senté en mi puesto de siempre. Ahora los compañeros no podrían hacer bromas pesadas en los asientos debido a que no podrán entrar a la sala en los recreos. Un problema menos. Mi compañera de asiento aún mantenía su silencio. Yo siempre lo mantenía. Pude ver que Nicolás ya estaba conversando con el más flaite del grupo, a quien no le sabía su nombre pero tiempo más tarde lo memoricé de memoria: Diego. Sabía que estos dos llegarían a tener comunicación. En el curso, como siempre debe haber uno, había un compañero que actuaba afeminado, es decir, se notaba que era homosexual o simplemente bisexual. Se notaba que el grupo de flaites “les echaba el ojo” casi todo el tiempo, por lo que este joven sería un blanco fácil para molestar. Tocó el timbre y el día acabó. Tomé mis cosas y me marché del liceo. La salida fue lenta por la gran cantidad de alumnos que salía. El curso que estaba al lado de mi salón era el 1º I. Nada especial, no tenía ningún conocido ahí. En ese mismo día dieron el horario de clases, también. Al cabo de unos minutos logré salir del liceo. No sabía si ir al “hogar, dulce hogar” o a Hyrule. Elegí lo primero. Como siempre me saludaron con un “hola”. Mi abuela me preguntó amablemente cómo me fue en mi primer día de clases; le dije que bien y aburrido. Más tarde cené y aún más tarde a dormir. Recostado en la cama pensé en lo que se viene, tanto en el liceo como en Hyrule. ¿Mañana vería a Xavi o a Eileen? ¿Me molestarán los compañeros de clases, al igual como lo hacían los de básica? No sé… esto solo está recién empezando. Yo y mis pensamientos negativos. Todo recién comienza y yo pensando en que se mi molestarán o no. Bueno… esto ya lo hacía desde el año anterior. Desde el día en que salí de octavo básico. ¿Y qué pasa con Hyrule? ¿Dónde diablos encuentro una espada? Recordé lo que me dijo Moy acerca del manejo de la espada. ¿Qué pasa si no me acostumbro a usar una? Sí, sería divertido usar una para la mayoría. La palabra “Elementos” tampoco se escapaba de mi cabeza. Aún tenía flojera para buscar y aprender cosas nuevas. Llega el segundo día de clases en el liceo. El día transcurre con normalidad. Nicolás conversando con el grupo de flaites, yo con mi silencio eterno y mi compañera de asiento también con su silencio. Ahora comienzan las clases de verdad y no de actividades como el día anterior. Menuda flojera. Nuevamente comencé a pensar si vería a Xavi o a Eileen en los recreos. Me aburriría demasiado una vez más si no logro ver a uno de los dos. La clase eran de matemáticas. ¡Qué divertido comienza el día! Números y jeroglíficos por un lado del pizarrón y otros más al otro lado. Era álgebra. Ahora tenía que tomar atención y aprender matemáticas de una puta vez, ya que si repruebo matemáticas o lenguaje, tenía que sacar un promedio arriba de 5,5, a pesar de no tener otro ramo reprobado. Vaya mierda. La clase tan entretenida acabó en una hora y treinta minutos. Pareció que estuve más horas allí tan aburrido. Al salir al primer recreo no quise estar como un huevón mirando a los lados en el pasillo del pabellón A otra vez, así que decidí salir al patio. Antes de salir a ese lugar estuve en el gran pasillo. Había jóvenes más bajos que yo y otros que ya parecían adultos. En el sector del gran pasillo que está cerca de la entrada/salida al minipatio donde está el negocio del liceo, se juntaba Nicolás con el grupo de flaites. Pude ver dentro del grupo a Carlos, Francisco y los amigos de éste último. Sabía que ese grupo llegaría a existir. Después de esto salí al patio. Me quedé parado junto a la pared del peldaño más alto de la escalera de cemento más cercano al pabellón A. Observé cada rincón del patio desde esa vista. Veía a gente riendo, conversando, jugando a una pequeña partida de fútbol, etcétera. Miré atrás, al pasillo del pabellón A, y es ahí donde vi a varios jóvenes como yo solos. Dentro de ese grupo vi a una chica de pelo castaño que me observaba con mucha atención. Yo la quedé mirando por un rato igual. No sabía el porqué pero me sentía atraído con fuerza ante su mirada penetrante. De pronto, sus ojos se entrecierran y deja de mirarme, para luego colocar un rostro de tristeza y voltearse al otro lado. Después de ese acontecimiento yo seguí mirándola. Me detuve cuando unas manos suaves tapan mis ojos. Una voz dulce que conocía de memoria me pregunta “¿Quién soy?”; sonreí y bromeé con ella, hasta dar con su nombre. Era nada más y nada menos que Eileen. ¿A qué hora salió al patio? Bueno… tal vez no la vi por no quedarme en el pasillo del pabellón A. Al voltearme para verla la vi con otro chico. No lo miré con rostro amistoso. Al contrario, muy serio y frío. Eileen me presentó quien era: Raúl. Era un nuevo compañero de clase que se sentó junto con ella en la clase. Raúl y yo estrechamos la mano. Él lo hizo sonriente y diciendo: “Mucho gusto”; yo solo saqué una sonrisa falsa y agradeciendo de mala gana, sin que se note. Los tres conversamos. Bueno, más bien dicho Eileen y yo. El otro solo estaba de compañía. Le pregunté a los dos si vieron a un compañero de su clase llamado Xavier. Raúl dijo que no; Eileen dijo que escuchaba su nombre en la lista pero no sabía quien era. Lo suponía. Al fin y al cabo están recién conociendo sus compañeros, así que no se saben los nombres de los compañeros de memoria, al igual que yo en esos días. Más tarde tocó el timbre para entrar a clases. Dejé a Eileen y a su nuevo amigo en las primeras escaleras del pabellón A. Eileen quedó conmigo para el recreo siguiente, pero Raúl estaría con los dos de nuevo. La mierda. Quería estar con ella a solas, no que otro tipo esté escuchando nuestros temas. Al caminar hacia mi sala, sentí la mirada de la chica de pelo castaño. Busqué su mirada y llegué a ella. Estaba esperando entrar en la puerta de la sala tres del liceo, la sala del 1º C. Aquella sala estaba en el primer piso del pabellón A. Caminé hasta el fondo del pabellón, di media vuelta y ella aún me estaba mirando, con un rostro de profunda tristeza y miedo a algo. Yo solo la quedé mirando. Al rato pasa Francisco y su amigo del 1º C. El amigo, al alejarse de Francisco, se acerca a la chica de pelo castaño y “coquetea” con ella. La chica parecía realmente incómoda. El amigo de Francisco, llamado Mario, le acaricia el pelo y se acerca mucho a ésta chica. Ella parecía esquivar todo, pero Mario la obligaba. Dejé de observar tal escena y me dirigí a mi sala que ya había sido abierta. En ese rato mi compañera rompió el silencio para conversar con las dos compañeras que estaban en los puestos de adelante. Dentro de la sala volví a presenciar una mirada. Esta vez era la de un chico. Al chocar miradas con él, éste sonrió. ¿Qué mierda? El que me miró no era el joven afeminado, era otro chico, a quien le memoricé su nombre gracias a la lista del curso: Daniel. Cuando sonrió, levantó su mano para hacer una seña de dos dedos. Es la típica seña de amistad o “buena onda”. Luego bajó la mano y aún sonriente se volteó. Yo solo quedé pensando en qué demonios fue eso. No sentí su mirada nunca más en toda la clase. Sí sentí miradas repetitivas de Nicolás y Diego. Este flaite tenía a su primo en el mismo curso, quien no era tan flaite como él pero sí era molestoso. Éste se llamaba Javier. El grupo del curso terminó conformándose así: Nicolás, Diego (quizás el líder, el más flaite de todos), Fernando (el segundo más flaite), Aaron, Jonathan, Javier (estos tres los más molestosos), Adán (el tercero más flaite) y Rodrigo, apodado “El Gallina”. Tocó el timbre del segundo recreo. Me dirigí al pasillo del pabellón A y quedé ahí parado esperando a Eileen, mientras sentía aún la mirada de alguien desde la derecha. No pude resistir y miré hacia ese lado. Era la misma chica. Aún estaba con su rostro de tristeza. Nos quedamos mirando por un largo rato, sin inmutarnos. La gente pasaba y pasaba. Su mirada era penetrante, pero solo me obligaba a mirarla. No tenía ganas de conocerla, solo me atraía su mirada. Extraño, la verdad. Nuestra mirada fue algo quebrada cuando Mario la toma del brazo bruscamente y se la lleva consigo. Como Mario se la llevó caminando hasta el gran pasillo, ambos pasarán al frente mío. Ella y yo no nos quitábamos la mirada. Cuando pasaron justo al frente de mí, su mirada me transmitió dolor, sufrimiento y búsqueda de libertad. Separé un poco los labios para quedar casi boquiabierto. Mientras miraba a la chica, sentía que alguien me tironeaba del brazo derecho. No dejaba de mirarla. Algo me obligaba a mirarla. El cruce de Eileen me obligó a dejar de mirarla.
Yo, con mi típico rostro serio, no dije nada. Solo la quedé mirando. Los tres caminamos por el liceo. Cuando Raúl hablaba yo solo me quedaba callado e intentaba no escuchar lo que decía. No me importaba lo que decía. Mientras caminábamos me topé con el chico que me miró en el salón, quien andaba sólo. Él sonrió levemente al verme. Yo no hice nada. Solo le eché una pequeña mirada cuando pasó al frente. Mientras caminábamos sentía que Eileen se aburría. Yo no hablaba. Raúl hablaba poco. Al parecer, Eileen no tenía temas para conversar en grupo. Yo hablaría, pero siempre y cuando el otro tipo no esté escuchando. Finalmente tocó el timbre de regreso a clases y volvimos a nuestras salas. Yo me fui con temas de Hyrule sin salir de mi boca. Eileen quizás también se haya ido con algunos temas. Como estaba el otro no pudimos hablar como siempre lo hacíamos. En la sala del 1º C no estaba la chica de las miradas, aún así sentía su presencia cerca. Caminé a mi sala de clases y ahí estaba Diego, Mario, Carlos, Nicolás, Javier, Aaron y ella. También había otros tres tipos del gran grupo de flaites que no conocía. La chica estaba apoyada en la pared, mientras que Diego estaba al frente de ella coqueteándola. El grupo de jóvenes reían y echaban bromas por la escena. La chica no se veía cómoda una vez más. Cuando los profesores comenzaban a salir de la sala de profesores, Mario, junto a la chica y los otros tres se van. Un poco antes de esto, Diego le dice algo en el oído. Cuando Mario se llevaba a la chica, ésta me quedó mirando nuevamente. Yo hice lo mismo con ella. Caminé a mi sala. Entré a ella. Estuve una hora con 45 minutos más ahí aburrido. Más tarde tocó el timbre de salida y acabó el segundo día de clases. ¡Al fin! Aunque se vendría el otro día, el otro y el otro. Así fueron las rutinas en esa primera semana. Como era la primera semana de clases, esos días salía a las una de la tarde, pero desde la otra semana comenzarían las clases reales y el horario sería así: lunes, martes y jueves saldríamos a las 16:50 hrs. (04:50 pm); mientras que los miércoles y viernes a las 13:00 hrs. (01:00 pm). Aquel segundo día era martes. El miércoles fue igual que los días anteriores: aburrido y eterno. Eileen se juntaba con Raúl y no conmigo. La chica de pelo castaño seguía con sus miradas penetrantes con rostro de tristeza. Yo seguía mudo en la sala. Desde el jueves comenzaron unos pequeños cambios. Al tocar el timbre del primer recreo, yo me caminé por el pasillo del pabellón A, como siempre. Me quedé esperando a alguna persona. Pasaban los minutos y ya no bajaba casi nadie. Me di cuenta que Eileen no quiso hablarme, que no fue o simplemente no me vio. Lo mismo iba para Xavi. Entonces me quedé ahí, con la cabeza agachada todo el rato. A veces sentía la mirada de la chica de los días anteriores. Me estaba dando lo mismo. Me sentía algo enojado por la exclusión que me hicieron los demás. A veces me daba lo mismo, la verdad. El silencio mío fue quebrado cuando una voz masculina se escuchó a mi derecha.
Ambos quedamos conversando por todo el recreo, aunque era una conversación que iba teniendo pausas de vez en cuando. Daniel no quitaba su sonrisa en toda la conversación, algo que me pareció extraño, la verdad. Aquel día jueves, en el segundo recreo Eileen quedó conmigo para conversar sin la compañía de Raúl en el primer recreo del otro día. ¡Por fin! Así que me levanté el viernes con ganas de ir al liceo. También era el último día de clases. Más alivio aún. Al llegar a la sala de clases, mi compañera de asiento se cambió de puesto porque conoció a otra chica, la cual sería su amiga por el resto del año. Aprovechando esta situación, Daniel se cambió de puesto para sentarse conmigo. Las miradas burlonas repetitivas de Nicolás y sus amigos aumentaron considerablemente. Significaba que en cualquier momento ya comenzarían a molestarme. Daniel no dudó en charlar conmigo en la sala mientras estábamos en clases de lenguaje. Mi nuevo compañero de asiento me dijo algo que me simpatizó por compartir algo conmigo: no tenía amigos. Ni siquiera ha tenido uno en la vida. Yo tan solo tenía uno. Gracias a esto me interesé más en conocer a Daniel. Hablamos casi toda la clase, sin poner atención a lo que decía el profesor, nuestro profesor jefe. En aquella clase me di cuenta que ese hombre amable que conocí el primer día de clases se había ido. Ahora era gruñón y mandador. No le gustaba que otra persona lo pase por encima. Poco rato después tocó el timbre. Le dije a Daniel que me juntaría con Eileen, así que me dejó solo esperándola. Antes de que sintiera la mirada de la chica de pelo castaño, Eileen ya había bajado. Al encontrarnos nos sonreímos y fuimos al lugar de siempre: las escaleras de cemento. Al ir hacia ese lugar sentí la mirada de la otra chica detrás de mí. No me volteé. Ya en las escaleras de cemento le conté lo sucedido en Hyrule. Ésta me escuchaba con mucha atención. Era la única persona que no tomaría por loco acerca de toda esta historia. Bueno, Xavi tampoco lo tomó como broma. La fuerza de la mirada de la otra chica se desvanecía algunas veces, pero regresaba. Hacía lo posible para no dejarme llevar por la mirada y centrarme en la conversación con Eileen. Al finalizar con el tema de Hyrule, Eileen solo me dijo que tenga cuidado. Sonreí y le prometí que lo tendré. Mi prima cambió el tema y dijo que el tal Xavier de su curso había ido a clases. ¿Había ido? ¡Qué bien! Dijo que ese mismo día había ido. La cosa es… ¿En dónde lo puedo encontrar? Ni idea. El liceo era grande y podía estar en cualquier lugar. Así que le dije a Eileen que al salir en el segundo recreo iría a buscarlo. Eileen y yo continuamos conversando durante el resto del recreo. Por un rato salimos de las escaleras de cemento y caminamos dando vueltas por todo el patio. Al rato toca el timbre para volver a las salas de clases. Ambos nos despedimos en el lugar de siempre. Por primera vez no encontré a la chica de las miradas en el pasillo del pabellón A. Ni siquiera sentía su mirada o presencia cerca. ¿En dónde estaría? Al llegar a la sala la puerta estaba cerrada. Luego llega el profesor de Historia y Ciencias Sociales. A mí gusto el profesor más gruñón y estricto que había tenido ese año. Lo seguiría el de lenguaje. Abre la puerta y todos entramos. Al profesor le tocó presentarse y todo eso. Este profesor se llamaba César Hernández. “El profe César”, le decían. Mi profesor jefe se llamaba Marcelo Toledo. Daniel y yo no conversamos mucho en historia. ¿Por qué? Porque a Daniel le interesaba lo que aprendía en esa clase. Le interesaba la historia del mundo, de Chile, etcétera. Ese rato fue más eterno que el de matemáticas. Toca el timbre de salida para el segundo recreo. Le dije a Daniel que estaría en una pequeña misión buscando a una persona. Mi compañero comprendió y nuevamente me dejó. Caminé rápidamente a las escaleras en donde encontraba a Eileen. A ella la vi bajando. Me quedó mirando y le di una leve sonrisa. Esta sonrió con más ganas que yo. Luego quedó esperando a alguien: Raúl. Yo seguí mirando las escaleras. Estuve un rato allí esperando. De pronto sentí la mirada de la chica del 1º C a mi derecha. No quería mirarla. Si la miro me quedaría pegado y no vería a Xavi bajar. Sin embargo, escuché una voz de una chica. No lo sentía en mi oído, sino que en mi mente. Es como si alguien estaría usando telepatía. No era la voz de Eileen. No era la voz de mi madre. No era la de Glasse. No era la voz de ninguna chica que conocía. La voz me decía: “Ayúdame”. No aguanté más la tentación y moví lentamente la cabeza hacia la derecha, de principio mirando de reojo. Ahí estaba ella. Estaba mirándome, como siempre. Al quedar mirándola nuevamente escuché la misma voz diciendo: “Ayúdame”. Quedé un rato mirándola atentamente a los ojos. Es entonces cuando una voz masculina se escuchó con fuerza desde mi izquierda: “¡Breeeett!”; era nada más y nada menos que Xavi. Quité bruscamente la mirada hacia la chica. Volteé y ahí estaba Xavi.
Después de estar un pequeño rato más en el mismo lugar, decidimos caminar por el liceo. Mientras caminaba hacia el gran pasillo, volteé para ver si estaba la chica. Ella estaba siendo llevada por Diego. A Xavi no le conté nada de Hyrule. Eso quería decírselo a Eileen, pero no a él. Sí le conté cómo lo estaba pasando en liceo: ratos aburridos, el profesor jefe, Daniel, Eileen y su nuevo amigo, etcétera. Me dijo que le gustó el liceo. Decía que no estaba tan mal, pero fue una lástima que no haya quedado conmigo en el mismo curso. También nos contamos que Carlos y Francisco estaban en el liceo, pero en cursos diferentes, afortunadamente. Le dije a Xavi que Nicolás, el mismo tipo que le dio un empujón el año anterior, había quedado conmigo en el mismo curso. Le dije que mi curso era una mierda y bla bla. Luego tocó el timbre. No alcancé a hablarle acerca de la chica de las miradas. Ambos nos despedimos, en el mismo lugar donde lo hacía yo con Eileen. Me dirigí a mi sala y nuevamente no estaba la chica de las miradas. Esta vez decidí retroceder. Regresé al gran pasillo, miré al lugar donde está el gran grupo de flaites y ahí estaba ella… Estaba “abrazada” con Diego. Lo digo así porque no se veía feliz junto con él y no lo abrazaba con fuerza. Poco rato después sintió mi presencia y me miró. Su mirada de tristeza me decía lo mismo que la voz anterior: Ayúdame. Dejé de ver la escena y me marché del lugar. Llegué a mi sala y estaba abierta. Entré a ella y estaba casi vacía. Faltaba más de la mitad del curso para que llegue. No tardó mucho para que se llenase. Luego comenzó la última clase del día y de la semana: Química. El profesor era algo afeminado, igual como el compañero de clases llamado Danilo. Daniel y yo conversamos en esa clase. Conversamos menos que en lenguaje, pero más que en historia. En pocas palabras: hablamos moderadamente. Cuando el profesor acabó de presentarse, la clase comenzaba. Todos nos quedábamos callados para escuchar su clase. Finalmente, la clase del día acabó. Esta vez el curso ya no salía tan callado como el primer día de clases, sino que salían con mínimos gritos y conversaciones. Al caminar por los pasillos y salir del liceo, esperé un rato para ver si Xavi salía. Quedé un rato esperando. Antes de que lo viera, Eileen se despidió de mí, quien se iba con Raúl. Éste también se despidió estrechando la mano. También vi a la chica de las miradas, quien estaba saliendo junto a Diego y Carlos. Francisco estaba con otro grupo. Nicolás también. La chica de las miradas, como siempre, me quedó mirando por un rato. Diego se percató de ello; volteó con brusquedad la cabeza de la chica y me quedó mirando con un rostro no muy amigable. Yo hice lo mismo. Al poco rato salió Xavi. Ambos nos volvimos a saludar y nos fuimos caminando en la misma dirección de Diego, Carlos y la chica. Xavi y yo nos dirigimos hasta el paradero del micro de él. La chica, Diego y Carlos también estaban esperando un micro. La chica me miraba de vez en cuando. Se notaba que no quería mirarme por largos ratos por miedo a que Diego le haga algo. Yo también la miraba a ratos. Sin darme cuenta, Xavi se percataba de esto desde un principio. Me dijo el porqué miraba tanto a “Aura”. ¿Aura? Sí, ese era el nombre de aquella chica. Me dijo que la conoció en el colegio que estuvo en marzo del año anterior. Claro, ¿olvidé contarles ese detalle? Bueno, antes de que Xavi llegase a mi ex colegio, éste estudió por un corto tiempo en otro: Colegio Abraham Lincoln. Dijo que ni él ni su madre se acostumbraron a ese colegio, así que lo cambió al que iba yo. Según él es ahí donde conoció a la chica de las miradas, quien se llamaba Aura. Volviendo a los acontecimientos en la calle, el micro de Xavi llega. Ambos nos despedimos. Me dijo sonriendo que no sea tímido y me acerque a la tal Aura cuando quiera. Me sonrojé un poco y no dije nada. Se subió al micro y luego me fui caminando a mi casa. Mientras caminaba, la misma voz del liceo se escuchó: “Ayúdame”. Me detuve, volteé por un rato corto y Aura me estaba mirando. Mientras la miraba, Diego se vuelve a percatar de aquello. La voltea y la menea con algo de fuerza y enojado, aunque intentando disimular para que la gente no se percate de lo que estaba haciendo. Después de esto, Diego me vuelve a mirar. Nuevamente no me miró amigablemente. Yo no hice nada. Solo me di la media vuelta y seguí mi camino. Llegué a mi casa. Mi madre me preguntó qué tal estuvo la primera semana de clases. Le dije que fue aburrido, pero que conocí a un nuevo compañero muy amigable. Ésta llega y me abraza. Luego me envía a la habitación para que me cambie de ropa, porque lo tenía que lavar y debía secarse antes del lunes. Hice caso y me fui a cambiar. Luego almorcé. Fui a la sala de estar y pensé quien diablos era Aura en realidad. ¿Sería ella la que me pide ayuda? ¿Acaso tenía “poderes psíquicos” para poder comunicarse conmigo? Tonterías. Ahora solo me queda decirles que debido a los acontecimientos sucedidos en la calle, los días ya no serán tranquilos como los primeros días de clases. También les puedo decir que se acercaba el cumpleaños Nº 14. Continuará |
Capítulo 08
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Una Poderosa Creación |
Un mes para no olvidar.
En el fin de semana no pensé en visitar Hyrule. Estuve todo el tiempo en mi casa. No había ganas para ir a ese lugar. Tenía que buscar una espada, aprender a usarla y luego a por un elemento de lo que me dijo el anciano minish. Que flojera. Recorrer todo Hyrule solo por eso. Como decía estuve en mi casa todo el fin de semana. Pensaba en lo que se venía: la semana, Diego y Aura, el grupo flaite, estudios y mi cumpleaños. Mi madre actuaba rara: algunos días estaba amable y otros no. Por ejemplo, ese día viernes en que llegué estaba con mucha paciencia y andaba amable, el sábado estuvo igual, pero el domingo estaba muy gruñona. Mi padre, por su parte, estaba siempre con su música, películas y vídeos. La abuela solo cocinaba, miraba telenovelas y de vez en cuando echaba siestas. El tío Gastón se lo pasaba en su cuarto y por las noches su cara estaba siempre de color rojo. ¿Por qué? Porque bebía y bebía alcohol. Estaba alcoholizado. Había engordado mucho, además. Mientras que yo solo permanecía en mi habitación o la sala de estar sin hacer nada. El sábado pensé en la situación actual de la sociedad. Por lo que me daba cuenta, Eileen ya no estaría mucho tiempo conmigo, ya que estaría con Raúl. Mientras tanto, Xavi muy pronto conocería gente nueva y tal vez ya no se junte mucho conmigo. Solo quedaría Daniel, un chico agradable pero a veces lo encontraba alguien misterioso. Aunque como siempre, si me juntara siempre con él, el famoso grupito de flaites nos tomarían por homosexuales. A la mierda con todo. A veces pensaba en que lo mejor era estar sólo. Sin nadie ni nada. Lo mejor sería crear un muro. Un muro el cual me aparte de la sociedad entera. Ni siquiera con la gente que me relaciono estarían invitados para visitarme. Tal vez incluso les sería imposible, ya que aquel muro sería infinito y no tendría alguna puerta o algo por el estilo para entrar y salir de ella. Me acordé de la tal Aura. Si ella es la chica que me pide ayuda telepáticamente, ¿qué tipo de ayuda necesita? ¿Querrá que la aleje del flaite ese? Difícil. Muy difícil. Desde los pequeños acontecimientos que la he visto junto con el grupo de flaites, me he dado cuenta que la hacen sufrir mucho. Demasiado. Apenas la primera semana de clases y ya la molestan de esa forma. No quiero llegar a ser un espía, pero me gustaría saber qué le hace Diego a Aura. Si la trata así delante de gente que no conoce… ¿cómo diablos la tratará cuando están a solas? Seguro que la manoseará y la obligará a hacer cosas que ella no querrá. Pobre chica… Y volviendo a la pregunta, si no es ella, ¿quién diablos es? La situación de Aura comienza a preocuparme, a pesar de que no la conozca. Me dieron ganas de conocerla. Me dieron ganas de conversar algún día con ella. Tal vez tenga una vida como yo y podamos compartir ciertas cosas. Pero recordé el muro. ¡Claro! El muro que comencé a crear. Ese muro impide que conozca personas. También recordé que tiene a ese flaite en sus “garras”. Si me viera con ella… seguramente me daría una paliza peor que la de Carlos. Era domingo y se venía lunes. Los lunes me tocaba Educación Física. Los jueves por la tarde tocaba Deportes y Recreación. Como el liceo obligaba a los estudiantes estar con uniformes, algo que no sucedía en el colegio, teníamos que cambiarnos obligatoriamente en los camarines del gimnasio del liceo o cambiarse en los baños durante el recreo que transcurre antes de la hora de Ed. Física o DyR. No acostumbraba a cambiarme delante de los compañeros de clases. Así que esa sería la primera vez que lo haría. En los camarines del gimnasio había duchas, pero casi nadie las ocupaba. Llega el lunes. Me desperté y levanté con una pereza enorme. Hice los mismos deberes de siempre y fui al colegio ya más despierto por las actividades de la mañana. Llegué al liceo justo a las 08:00 hrs. Bueno, siempre llegaba a esa hora. Al caminar a mi sala, en el camino me encontré a Diego junto a Aura en las afueras de la sala de 1º C. Al parecer Diego no me vio, pero Aura me quedó mirando por un rato. Llegué a la sala y entré. Mi bolso pesaba debido a la ropa que llevaba. Pronto pesaría más por los libros de estudio. El último que entró fue Diego. Cuando yo llegué, Daniel ya estaba dentro. Éste me saludó amigablemente, como siempre. Él hablaba animadamente, mientras que yo apenas sacaba la voz. Daniel era uno de los pocos que podían entrar y salir del muro recién creado, aunque claro, hay muchos espacios vacíos y pueden verme y visitarme cuando se les da la gana a todas las personas. Luego entró el profesor jefe. Saludamos como corresponde. Más tarde, después de que él dio una pequeña observación al curso por la primera semana de clases, sentí las miradas de Diego. De pronto, casualmente choqué la mirada con él. Éste me miraba aún con el rostro que me mostraba cuando yo miraba a su “amiga” el viernes pasado. Diego le dijo algo a Nicolás. Ambos quedaron mirándome. Decidí apartar la vista. Seguro que planearán algo malo para hacerme daño, tal como hacía Francisco en la básica. Daniel me hablaba de vez en cuando en la sala. Estaba tocando la hora de Consejo de Curso y posteriormente Orientación, por lo que no había clases, aún. Más tarde tocó el timbre para el primer recreo del día. Tardó algo para que toque. Salí caminando tranquilamente junto a Daniel. Aura había salido primero de la sala. No sentí su mirada por detrás todo el rato. Sí lo sentí rato después de encontrarme con Xavi en el mismo recreo. Como siempre, ella estaba con el grupo de flaites. ¡No se veía tranquila! ¿Por qué no la dejan? Se ve en su rostro que no se siente bien ahí. Me gustaría llenarme de valor, ir donde ella y sacarla de ese grupo a forzadas. Además, ella se sentiría mejor. Eso es lo que creo. Pobre Aura… su nombre es raro. Sí, hay chicas que se llaman Pancracia, ¿pero Aura? Raro… muy raro. Bueno, creo en las palabras de Xavi, así que no hay problema. El recreo transcurrió normal, igual como siempre. Nada nuevo. Así fue el segundo recreo también. Como haría Ed. Física, tuve que estar con mi bolso en todo ese maldito recreo. En ese recreo estuve con Daniel. Xavi estaba acompañando a una chica. Seguramente, una compañera de su curso. Eileen, como siempre, estaba con Raúl. Toca el timbre. Hora de entrar al gimnasio, para luego ir al camarín de hombres y cambiarme. Entré con normalidad. Dentro del camarín ya estaban otros tres compañeros cambiándose. Yo entré junto a Daniel. Luego, una música de mierda que se escuchaba con la ayuda de un parlante se acercaba. Era la música que escuchaba el grupo de flaites de mi curso. Todos entraron con normalidad. Diego entró riendo, pero su risa se apaga al mirarme. Él me miró con odio. Yo no hice caso y aparté la mirada para cambiarme. Más tarde, Daniel y yo terminamos de vestirnos. Ambos salimos del camarín y nos dirigimos a los asientos de galería del gimnasio. Al estar fuera del camarín me llevé una gran sorpresa: estaba el curso de Carlos, Francisco, Eileen, Xavi y Aura. ¡Me había olvidado de que en Ed. Física se desarrollaba con cuatro cursos! Los cursos eran: 1º C, 1º E, 1º F y 1º G. Vaya mierda. Ahora entendía el porqué había tantos camarines: cuatro. Uno para cada curso. Se debe tardar como máximo quince minutos en terminar de cambiarse. Al cumplirse los quince, los cuatro profesores de Ed. Física aparecen: uno era gordo, el más viejo y más experimentado como profesor; el otro era canoso y muy estricto, mantenía su cuerpo estable y hacía los ejercicios con facilidad; la otra era una profesora, algo gruñona y su habilidad especial es la flexibilidad; y el último es el profesor más joven, que llamaba la atención de las chicas y era el más amable de los cuatro, su habilidad especial era la velocidad para correr y resistencia. A mi curso le tocó el profesor gordo, por suerte. Mientras estaba esperando la clase, sentía las repetidas miradas de Aura. También fui donde Xavi y Eileen para saludarlos. Mi prima no iba a hacer Ed. Física. ¿Por qué? Flojera. Como ella no iba a hacer, Raúl tampoco quiso. Xavi sí iba a hacer. Aura también iba a hacer. La mayoría iba a hacer Ed. Física. Después de saludarlos regresé con Daniel. Éste me dijo que si yo prefería lo llamase “Dani”. Así lo hice. Comencé a llamarle desde ese día como “Dani”. Los profesores comienzan a tomar la lista del curso para ver quien faltó a clases o escapó. Al finalizar, el profesor canoso da un pequeño discurso y a continuación, ¡comienza la clase! Todo transcurrió normal. Aura con Diego, Eileen con Raúl, Dani con una chica del 1º G y Xavi junto a una compañera de su curso. Yo hice la clase con una compañera de curso, a quien no conocía. Según los profesores así tenía que ser: hombre con mujer. Menuda mierda. Al terminar la clase, Xavi decidió estar conmigo durante todo el recreo largo. Es el recreo que se lleva a cabo desde las 13:00 hrs. a las 14:00 hrs. Ahí los alumnos aprovechaban de almorzar en el casino de comida del liceo. A mí no me gustaba la comida de ahí, así que no comía nada en todo el día. Xavi sí fue, así que me quedé un rato a solas. Sin embargo, ese rato duró muy poco. Eileen se acercó a mí para acompañarme. Conversamos un poco. Ella me dijo que tampoco le gustaba la comida del liceo y dejó a Raúl en la cola que se creaba. Yo le dije que esperaba a Xavi, su compañero de clases. Más tarde, Raúl volvió donde Eileen. Ambos nos saludamos y también se despidieron, porque irían a hacer sus “cositas” a solas. Ja-ja. Al quedar solo nuevamente, por un rato sentí las miradas de Aura. Estas provenían del “sector flaite” del gran pasillo. Miré hacia ese sector. Ahí estaba ella. Ahora no se veía triste, sino que se veía normal. Ni siquiera se veía seria, solo con su rostro normal. La mirada con ella se vio interrumpida cuando llegó Xavi. Los dos conversamos durante todo el recreo. Le conté todo lo que sucedía con Aura. Cuando le contaba el principio de la historia, él echaba a reír de vez en cuando. Sus risas acaban cuando comencé a contarle la relación de ella con el grupo flaite. No le agradó la idea de que ella esté con el peor compañero de curso que tengo. Comentamos más cosas. Dijo que le gustaría cambiarse de curso, pero como ya había pasado una semana después del comienzo de clases, los trámites serían algo complicados y no habría muchas probabilidades de que lo acepten. Como conclusión del tema, Xavi me dijo que no los observe tanto o me meteré en problemas. Le dije que haría caso. Termina el recreo. Todos nos dirigimos a nuestras salas de clases. Aura estaba siendo tironeada por Diego. Cuando estaban llegando a mi sala, la chica se enoja e intenta soltarse del flaite. Empecé a mirar la escena disimuladamente. Los intentos de liberación de Aura habían sido exitosos en un principio, pero al final Diego la encierra junto a una pared con brusquedad, haciéndole algo de daño. No se qué le habrá dicho, pero Aura lo miraba con mucho miedo. Después de eso, ella es soltada y se va. Cuando estaba lejos y la puerta de la sala empezaba a ser abierta por el profesor, sentí la mirada de Aura. Yo no quise mirarla, solo entré a la sala y me dirigí a mi puesto. Todo el resto del día en clases corrió normal. En el segundo recreo me junté con Daniel. Al parecer, él también se dio cuenta de lo que hacía nuestro compañero de curso a la pobre chica. A Daniel no le quise contar la historia de lo sucedido, pero sí le comenté lo que había visto antes de entrar en la clase anterior. Yo le hice la misma pregunta que me hacía yo: si ese tipo trata así a esa chica en el liceo o en lugares públicos, ¿cómo diablos la tratará cuando están a solas? Daniel solo me dijo: “Pobre chica…”; claro, pobre chica. Veamos: sufriría maltrato, golpes, acoso… ¿y por qué no? Violaciones. Por supuesto que le haría eso. Desde ese momento me dieron ganas de alejar a esa chica de ese animal, ¿pero cómo? Ese flaite de mierda me daría una paliza inolvidable. ¡Maravilloso! Más tarde comenzó la última clase, el cual también transcurrió normal. Salimos de clases. No me junté con nadie. Me fui solo del liceo. No quise que me acompañe Daniel. No quise ver a Eileen, Xavi, Aura, etc. Mientras iba por el camino de siempre, ya al estar cerca de mi casa sentía que otra persona me seguía. Miraba atrás a ratos, pero nada. No veía a nadie. ¿Será que “El Muro” esté haciendo a las personas invisible o qué? No, no creo. Llegué a la casa con mi rostro de siempre: serio. Saludé a mi hermano, abuela y madre. Solo ellos estaban. Mi padre aún trabajaba. Mi madre justo estaba saliendo, así que me saludó y despidió de inmediato y apurada. Al despedirla le vi mejor su ojo derecho que estaba algo tapado con su pelo. Estaba un poco morado… ¿acaso mi padre le hizo eso? Mi madre estaba tan apurada que no alcancé a preguntarle. Aún así, la única conclusión posible era de que ella fue golpeada por mi padre. Seguramente será por un nuevo ataque de celos. La semana siguió normal. Me juntaba con Xavi y Dani. El miércoles me junté con Eileen en la salida de clases. Aura me miraba cada vez más. Diego seguía mirándome con rabia. Yo solo seguía en mi mundo. En la clase comenzaron unos locos a hacer de las suyas; uno se llamaba Cristián, otro José y la otra Sofía. Los tres eran los más desordenados del curso. Cristián era el peor de los tres. Ya recién en la segunda semana de clases tenía una anotación negativa en el libro de clases. Daniel reía por las locuras de aquellos tres. También había una compañera que tenía un nombre aún más raro que Aura: Almendra. Y yo me pregunto, ¿en qué mierda estuvieron pensando los padres al llamarla con ese nombre? Parece chiste tener un nombre como ese. Al parecer, la tal Almendra conocía a Javiera, “La Traicionera”. Pero bueno, no me interesaba en absoluto. Así transcurría la semana. Cada vez conocía más el curso. Llega el día jueves y el infierno regresa. Por la mañana todo fue normal. Nada raro pasó. Lo raro solo pasaba en la “relación” entre Aura y Diego. En fin, antes de contar esto les debo decir que en el día anterior Aura me miraba a ratos y Diego se percataba de aquello. Como yo la miraba, el flaite se daba cuenta de todo. Así que éste sacaría su rabia que tiene conmigo desde el viernes pasado en el camarín de hombres durante las clases de Deportes y Recreación. Por la tarde, en la última clase del día, los mismos cursos de Ed. Física se preparan para la clase. Ahora comienza la historia: al entrar en el camarín junto a Dani, Diego entra con su grupo. Todos entran normalmente, pero Diego, siendo el último en entrar del grupo, me agarra con fuerza y me forcejea a la pared. Teniéndome agarrado del polerón me dice:
Nota: “Mina” es como se le dicen a las novias de los hombres o también se le dice a las chicas muy bonitas, sin haberlas conocidas; también pasa en el caso de las mujeres con los hombres, pero se les dicen “Mino”. Yo solo quedé mirándolo sin decir algo. Comencé a temblar un poco mientras me tomaba con fuerza del polerón. Daniel le dice que todo no se debe solucionar a golpes. Entonces, Diego me suelta, le da un empujón rápido pero con fuerza a Daniel y vuelve a tomarme del polerón.
Yo solo quedé mirándolo, con la frase “Déjala en paz” a punto de salir de mi boca. A continuación, Diego me suelta y se dirige a un puesto que dejaron libre los flaites. Daniel se acerca a mí y me queda mirando con rostro de no saber nada lo que pasaba. Mientras Diego caminaba, yo le dije: “Déjala”. El flaite se detiene, deja caer su bolso, se da media vuelta y me pregunta caminando hacia mí: “¿Qué weá dijite?”; yo repetí lo que le había dicho serio. Entonces, Diego me da un puñetazo en la cara. El golpe fue tan fuerte que me dejé caer. Daniel intenta detenerlo, pero es empujado una vez más, esta vez con más fuerza. El empujón lo llevó con los flaites. Estos agarraron a Daniel para que no vuelva a interrumpir. Sin embargo, por una razón extraña, Daniel se suelta fácilmente, pero Diego me había dado dos puñetazos. Luego, Daniel agarra a Diego desde atrás y lo aleja de mí. Como Diego estaba con mucha impotencia, éste intenta darle un puñetazo, pero Daniel sorprendentemente lo frena en seco y le da un empujón tan fuerte que lo lleva directo al grupo de flaites. Diego se calma un poco y tan solo queda mirando a un Daniel sonriente. Los demás quedan mirando a Daniel también. Todos quedaron mirando al joven que me compaña y unos pocos a Diego. Yo quedé impresionado por lo que hizo Dani. El flaite se calma totalmente y con miradas de venganza comienza a cambiarse de ropa. Los demás igual lo hacen.
Quedé mirándolo impresionado por lo que me dijo, con el rostro dolido. Por un momento, todos los demás desaparecieron. Otra persona más que me considera un amigo. Esto ya era aún más nuevo. Me levanté gracias a su ayuda. Me preguntó si estaba bien. Yo le respondí con un “sí”. Aunque no esté bien, siempre decía eso. Escuchaba los murmullos que tenía el grupo de flaites. Aún así, no importaba lo que dijeran. Sabía que este curso de mierda no sería bueno. Más bien el liceo en general. Luego de los acontecimientos que sucedieron me cambié rápidamente de ropa y me fui. Daniel dijo que lo esperara, así que eso hice. No tardó mucho y nos fuimos los dos. Ahora solo quedaba esperar a que la clase comenzara. Debido a lo ocurrido, puedo decir que nuevos ladrillos han sido colocados en el muro. Salto la segunda semana de clases para llegar al viernes de la tercera semana de clases. Las clases se iban intensificando y se acercaban los primeros exámenes. Diego cada vez ya me miraba con menos odio, pero sí con burlas. Dani solo me decía que lo ignore. Aquel jueves de la tercera semana de clases, Diego había golpeado levemente a Aura dentro del liceo en un lugar que no es muy visitado por los estudiantes. Yo miré tal escena por casualidad. Al parecer, ambos no se percataron de mi presencia. Al ver el golpe de Diego y que luego éste la abrace inmediatamente, me fui caminando silenciosamente y diciéndome a mí mismo: “Tú no has visto nada, Brett, nada”. Gracias a ese acontecimiento anterior decidí seguir a Diego y Aura al siguiente día después de clases. Desobedecería lo que me dijo Xavi. Lo que quería era saber cómo Diego trata en realidad a Aura. No sé a qué casa fueron, pero llegué con ellos hasta Rahue Alto. Para comenzar, en las afueras del liceo Aura me miraba a ratos. Yo intentaba ignorarla, pero de vez en cuando la miraba y apartaba la vista. Cuando los dos comenzaron a caminar hacia la casa de Rahue Alto, Aura miró hacia atrás y me vio. Yo me detuve por un rato, con temor a que Diego mirara también o que ella me delatara. Sin embargo, al verme sonrió y apartó la vista. Yo seguí detenido esperando a que Diego mirara. No había respuesta de él. Decidí en continuar el espionaje. Por el camino no se veía nada extraño, solo se veía que Diego le hablaba y le hablaba. Aura no me volvía a mirar, pero presentía que ella sabía que yo aún los seguía. Todo el viaje continuó normal. Al llegar a la casa de Rahue Alto, Aura entró primero, sin antes mirar la esquina en donde yo estaba observando. Sí, ella sabía que los seguía. Ahora lo más raro: ¿sabía que yo estaba en la esquina parado y miró hacia allí para confirmar la pregunta que tenía por el camino? No creo... solo fue casualidad. Quedé ahí, esperando a que salgan. Tardaron más o menos una hora y salieron de la casa. Afortunadamente se dirigieron a la otra esquina. Cuando Diego se dio la vuelta, Aura me dio una rápida mirada. Ella aún sabía que los observaba. Lo mismo que antes: Aura no dio la vuelta hacia atrás por todo el camino. Diego tampoco lo hacía. A diferencia del primer recorrido, el flaite no le hablaba con tanta frecuencia. De vez en cuando, éste la forcejeaba con brusquedad. ¿Por qué? Ni idea. Ambos me llevaron al Parque Cuarto Centenario, lugar que conozco muy bien. Oculto por los árboles espiaba a la pareja que estaba detrás de unos matorrales… Diego hacía de las suyas ahí. Aura estaba recostada y Diego encima de ella y la obligaba a que ésta le de besos. En una ocasión, Aura le da una cachetada. El flaite responde ferozmente con otra cachetada y comienza a darle besos en el cuello. No quise mirar más y me fui, sin dejar rastro o hacer ruido sospechoso. No podía creer lo que veía. ¿Qué clase de novio/pololo es ese flaite de mierda? No pude ver lo que hacían en la casa. Seguramente allí también le habrá hecho daño cuando están a solas en la habitación. Ya le habrá hecho daño anteriormente. Ahora confirmé todo. Al fin puedo decir que ese tipo maltrata a la pobre chica esa. Llegué a casa, almorcé y fui a mi habitación. Encendí el televisor. Coloqué cualquier canal y me puse a ver televisión para olvidar un poco lo que había visto. La habitación estaba algo oscura por una nube negra extraña que estaba en el cielo y la ampolleta de la habitación estaba mala. Encendí la lámpara de pata larga que estaba en una esquina. Acerqué la lámpara a mi cama y comencé a ver televisión. Me sentí incómodo con apoyándome en la pared. Así que fui a por un sillón de la habitación de mi abuela. Lo coloqué justo en frente del televisor, moví la lámpara hacia el sillón y me senté. Ahí quedé mirando televisión. Mientras miraba la televisión me llegaba unos cuantos recuerdos. Al parecer no me estaba haciendo muy bien. Recordé el sabor de la cerveza. Me dieron ganas de beber una en ese momento. Recordé que mi padre siempre guardaba algunas en el refrigerador. Me levanté del sillón y fui a la cocina. La abuela estaba mirando una telenovela, así que no estaba pendiente de mí. Mateo estaba en la computadora que le regalaron. Los demás trabajando. Llegué al refrigerador y encontré el tesoro: cerveza. No era Cristal, sino otra marca: Brahma. Fui al patio para que mi abuela no escuche el sonido de la lata. Al estar fuera, abrí la lata y escuché ese sonido que me hizo recordar algunas cosas que había hecho en el año nuevo. Sonriente, comencé a beber de a sorbos. Su sabor era algo más amargo que el de Cristal, así que no me gustó mucho. A pesar de todo, bebí toda la cerveza a gusto en el patio. Me sentía mejor. No sabía el porqué pero me sentí mejor. Lancé la lata en algún rincón del patio y regresé. Mi abuela empezó a hacer pan casero, así que no pude beber más. Quería más, pero recordé que se acercaba mi cumpleaños. ¡Ahí sí beberé tranquilamente y a gusto! Después regresé a mi habitación y me puse a ver la televisión en el sillón junto con la lámpara encendida. Así comenzaron a ser mis días. Como ya estoy alejándome un poco más de la sociedad gracias al televisor, sillón y lámpara, unos cuantos ladrillos se han colocado en el muro. Muchas gracias, TV. ¡Llega el día del cumpleaños! Todo bien, todo genial. Los primos como siempre venía a visitar y a traer los típicos regalos: ropa, perfume, relojes chinos, etc. Me importaba una mierda los regalos. También las visita. Era un día sábado los que estaban eran los mismos de siempre, solo que Catalina llevó a su novio, Elizabeth quedó soltera, Bastián cambió de novia, Jocelyn era un poco más loquilla con su teléfono, los otros tres chiquitines se divertían con la GameCube o el computador de Mateo. Lo que más me irritó y lo que me cagó aún más el día fue el “gran” detallito que se trajo Eileen: llevó a Raúl. ¿Quién mierda invitó a ese huevón? Es mi cumpleaños y ella debía de saber que su invitado “especial” solo cagaría más mi ánimo. Era día de fiesta y ésta llega y viene con ese tipo. Lo que más me cagó fue que saludó como si nada estuviera pasando y muy sonriente dice: “¡Mira! ¡Traje a Raúl! Así ustedes se podrían conocer mejor, ¿cierto?”. Él miraba de reojo de vez en cuando, mientras que yo hacía lo posible para no mirarlo. Después de que me cantaron la famosa cancioncita, “Cumpleaños Feliz”, apagara el fuego de las velas de la torta y comiera un trozo de ésta, me dirigí a mi cuarto para encender la TV, sentarme en el sillón y encender la lámpara. En un canal estaba pasando una película de guerras de las épocas medievales del mundo real. Recordé Hyrule. Recordé el uso de la espada, los minish, lo que estaba pasando Hyrule en esos últimos días de febrero… Me dieron ganas de entrar a ese mundo. A la vez no quería entrar. Quería que el anciano me diga las ubicaciones de los otros elementos, pero me daba flojera. Quería ser el “espía profesional” del rey y la princesa, pero me daba flojera. Apagué la TV. Solo quedé con el control en mano y mirando el televisor con la pantalla negra. Así quedé por unos minutos. Más tarde decidí volver con los demás. Mientras iba bajando sentí el timbre de una persona. Yo me dirigí a la cocina, en donde estaba Bastián con una lata de cerveza. Éste me invitó a beber una y acepté con gusto. Mientras bebía, una persona que entró a la casa saludaba a los demás. Su voz me pareció muy conocida. Entonces dejé la cerveza de inmediato y fui a ver la sala de estar. ¡Era ella! Estaba saludando a todos con besos y abrazos. Terminó de saludar a un tío y se percata de mi presencia.
Eso fue lo que le pregunté y me saluda animadamente, con un abrazo incluido. Ella me dio como regalo una pulsera de piel suave con su apodo grabado en ella. Fue el regalo más barato pero el mejor que recibí en todo el día y, quizás, toda mi vida. Sonreí, le agradecí y le respondí con un nuevo abrazo, aunque este más rápido que el anterior. Ella saludó a Bastián y Eileen se acerca a mí. Mi rostro de alegría desaparece al verla.
Al decirme esto, yo desvié la mirada para ver a su derecha al fondo, donde se encontraba Raúl esperándola. Eileen mira a su derecha también y lo ve. Ésta vuelve a mirarme y yo la miro una vez más, colocándole un rostro de: “Ya sabes la respuesta. No te hagas”. Entonces me doy la media vuelta y voy con Coni y Bastián, quienes casualmente se conocían de antes. No quise mirar atrás. Los tres decidimos ir al patio y conversamos un poco. “Mi fiesta” se llevó a cabo hasta las 03:30 hrs. más o menos. Bastián, Coni y yo anduvimos juntos en casi toda la noche. En realidad, yo no era el que hablaba. Yo parecía ser Raúl en el primer día de cuando yo hablé con Eileen en el liceo. Casi todo el rato callado y escuchando la conversación de los otros dos compañeros. Mi silencio se destruye cuando Bastián me invita a tomar una nueva lata de cerveza. A Coni también le ofreció uno y ésta aceptó. Ambos quedamos conversando un poco hasta que Bastián regresó con las cervezas. En la sala de estar ya comenzaba a mover las mesas para comenzar a bailar. La música de cumpleaños ya empezaba a cambiar por cumbias y canciones bailables de los 80’. Bastián y yo le preguntamos a la Coni hasta qué hora iba a estar; ella respondió que toda la noche si era necesario. Genial. Ahora que recuerdo… Coni tiene una excelente memoria. Yo le dije el día de mi cumpleaños aquel día que nos encontramos en la carretera camino a mi casa. Ella iba de compras. Seguro que recordarán, lo escribí en el capítulo cinco de esta historia. De pronto, mientras estaba en el comedor junto a mis dos nuevos compañeros, Eileen y Raúl salieron al patio. Eileen me quedó mirando por un rato, pero quitó la mirada algo decepcionada por no tener mi compañía. Maldita. Todos lo pasaban bien. Creo que yo era el único quien no se sentía satisfecho esa noche. Todos reían, bailaban, conversaban… pero yo no me sentía a gusto. Bueno, en casi todos mis cumpleaños no me he sentido a gusto. La noche continuó y continuó. Yo cada vez me sentía más mareado por culpa de la cerveza. A veces me detenía. Para mi sorpresa, Coni bebía más, incluso más que Bastián y yo. Eileen y Raúl no regresaban del patio. Recordé que mi habitación tiene una vista perfecta al patio. Lo malo es que estaba oscuro y no podría ver bien. Además estaba tomado. Le dije a Bastián y Coni que iba a mi cuarto y sin compañía. Ambos contestaron sonriente con un “OK” y me dejaron ir. Como un caso parecido a lo que hice con Diego y Aura hice con estos. Entré a mi cuarto sin encender la lámpara, o podrían darse cuenta de mi presencia. Claro, la lámpara iluminaba con fuerza la habitación. Lo mejor es que la ventana estaba abierta, así que no tendría que hacer un esfuerzo de abrirla despacio sin hacer ruido. Ambos estaban en el fondo del patio, en el mismo lugar donde Eileen y yo íbamos con frecuencia. Los dos se mantenían abrazados. Veamos: estaban al fondo, no hay luz en mi habitación, andaban con linterna, yo andaba con una camiseta negra… No me veían. Sería difícil verme con los que le dije. De pronto, los dos comenzaron a caminar hacia la casa. Y todo se torna más negro al ver que mi prima preferida, después de reír con alguna broma de Raúl, ésta pone sus brazos rápidamente hacia éste y le da un beso en los labios… “¿Qué estoy viendo? …”; eso me pregunté a mí mismo mientras estaba boquiabierto, mezclado con shock y decepción al mismo tiempo al ver tal escena. Solo quedé mirando. Ellos se detuvieron y siguieron caminando hasta entrar a la casa. Bien… ya se habían dado uno antes. Yo solo quedé ahí, parado en la ventana mirando el patio, justo en la parte donde Eileen y Raúl se detuvieron para darse un beso. ¡Asco de mierda! Sentí un dolor de estómago y mezclado con el mareo, dio por resultado los vómitos. Me puse a vomitar en el tejado. Jodida prima… jodido Raúl… ¡Jodidos todos! De pronto, solo me vino a la mente sangre y sangre sin control perteneciente del nuevo pololo/novio de Eileen… Después de esto me di cuenta que nuevos ladrillos se han colocado en el muro. Salí de mi cuarto. Bajé las escaleras. No miré a ninguna persona. Solo me dirigí al refrigerador y sacar una cerveza. No había nada… sí había pisco. Pisco Mistral y otra Capel. Saqué el de Mistral. Lo serví en una botella y comencé a beberlo. Maldita sea… su sabor era muy diferente a la cerveza y aún más amargo. Recordé que lo mezclan con bebidas relacionados con Cola. Justo había una Pepsi. Así que vertí Pepsi en el vaso, mezclándolo con el pisco. Lo bebí y mucho mejor. Quise servirme más, pero venía Bastián en camino. Éste me pilló con la botella de pisco en mano. A continuación, ríe un poco y me invita a salir al patio sin que nadie sepa. Estando afuera, Bastián sacó un papelillo, el cual contenía un polvillo blanco. Yo quedé mirando el papelillo y luego a Bastián, sorprendido.
Yo recibí el papelillo algo asustado y le pregunté: “¿Por qué debería de inhalarlo? ¿Qué pretendes?”; éste me responde: “La verdad no te veo animado y eso no me gusta. ¡Es tu cumpleaños! Inhala esto y te sentirás mucho mejor, te lo aseguro”. Luego, Bastián me dijo que inhale lo que estaba del papelillo en un lugar donde nadie me vea. Era nada más y nada menos que cocaína. Mi primo regresó a la casa y yo me quedé un rato en el patio, pensando en lo que me dijo. Entonces decidí hacerle caso; guardé el papelillo y regresé a mi habitación, como si nada hubiera pasado. Allí coloqué el polvo en el velador e inhalé todo lo que tenía el papelillo lentamente. No se sintió tan mal. Al principio me mareé un poco, pero de pronto algo me obligó a salir de mi habitación para ir con la gente de abajo e interactuar con ellos. Recuerdo que volví con Bastián y la Coni y reíamos sin parar. También recuerdo que invité a la Coni para bailar conmigo. A veces actuaba como un loco en la casa, pero en ese momento todo era normal y echado a la risa. Sentía que era el día más feliz de mi vida y que nada me iba a detener. Tal vez los efectos me afectaron fuertemente... Recuerdo que Bastián y yo fuimos las almas de la fiesta de aquella noche y reíamos por cada cosa que sucedía. Según la cocaína fue el día más feliz de mi vida, pero en realidad fue uno de los más asquerosos y peores. Creer o no creer. Parece fantástico lo último, pero creer sólo depende de ti. Ahora me queda por decir: te agradezco mucho Eileen, Raúl, Bastián y cocaína; gracias a ustedes nuevos ladrillos han sido agregados al muro. Continuará |
Capítulo 09
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Una Reliquia |
Temas extraños por siempre.
La pregunta es: ¿de dónde Bastián sacó cocaína? Él vive con sus padres en un apartamento. Sus padres no se llevan muy bien de hace un tiempo y pelean de vez en cuando. Bastián es un amante de la música, especialmente en el género rock y metal. A medida que iba creciendo, él iba teniendo amigos de sus mismos gustos. Se rapa por completo su cabeza de vez en cuando. Es moreno, más bajo que yo, ojos marrón oscuro y casi siempre sonriente o serio. Viste ropas totalmente negras, pero a veces son prendas de colores oscuros, como un verde oliva bien oscuro. Tiene los ojos un poco achinados, características que sus padres y abuelos no tienen. Se nota también que Bastián se junta mucho con sus amigos en las calles y no se pasa ya casi todo el día dentro del apartamento. También usa un aro en la oreja izquierda y tiene dos piercing en la cara; una en la nariz y otra en la oreja derecha. La junta con amigos que tiene, quienes la mayoría son cercanos a los 18 años o incluso algunos han pasado esa edad, será la razón de la cocaína. Debido a todas estas características, siempre Bastián es un “sospechoso” para la policía. El efecto de la cocaína desapareció aquella misma madrugada, cuando todos se estaban despidiendo. Los últimos en irse fue la familia de Bastián y la de Eileen. Catalina se había ido cuando yo estaba dentro del grupo de baile. La Coni estaba en la sala de estar riendo por casi todo. Creo que ella también cayó bajo… Bastián estaba en la cocina. Mateo comenzó a aburrirse porque quedó sin sus primos favoritos. El efecto se acaba… todo lo “feliz” que me había sentido recién comienza a desaparecer. Regreso a ser el mismo “tristón” de siempre. Regreso a ser el aguafiestas. Sentía que el mundo se venía encima. Encima de mí. No sabía el porqué, pero creía que la Coni se reía de mí. De pronto veo a Eileen. Raúl ya se había ido, al parecer. No sé como, pero al ver a Eileen me salió una lágrima sin siquiera darme cuenta. La Coni me preguntó: “Oye, ¿’tai llorando?” y comienza a reír. Yo solo la miré y nada más. Cuando sentí que ya todo se fue a la mierda, me despedí de la Coni y fui a mi habitación. Sentí la mirada de Eileen cuando iba en camino. Ya estando arriba me senté en el sillón, encendí la lámpara y luego el televisor. Sentía que los ojos me ardían un poco. No sabía qué hora era. Tal vez no eran las 03:30 hrs., sino más tarde. De un momento a otro recordé Hyrule. ¿Qué será de ese mundo? Pensaba en ese mundo y lo que tenía que hacer. De pronto me sentía triste. No sé porqué, pero me sentía así. Sentía que todo iba mal y me daban ganas de llorar. Claro, todo estaba mal. Hasta a veces sentía ira. Veía la televisión y me sentía mal. Sentí la puerta de mi habitación abrirse y de pronto una mano tocando mi brazo. Salté del sillón y volteé a ver quien era. Nada más y nada menos que Eileen. Ésta me miró con rostro de gran preocupación y me preguntó algo que no recuerdo. Yo no supe qué responder o simplemente no quise. Solo nos quedamos mirando y lágrimas caían de mis ojos. Recuerdo que Eileen no se molestó en nada quitar las lágrimas con sus propias manos. Me decía cosas pero no recuerdo. Ni siquiera escuchaba bien. En un acto “random”, sin sabes qué hacer, me acerqué a ella y la abracé. Sentí que ésta recibió el abrazo con gusto y mucho cariño.
Eileen dejó de abrazarme lentamente y me quedó mirando. No sé el porqué pero le sonreí y creo que caí desmayado porque no recuerdo más. Desperté al día siguiente con un estado parecido a cuando el 1 de enero de ese mismo año, solo que ahora el dolor de cabeza era peor. Tenía flojera y aún me sentía cansado. La hora era 12:40 hrs. Era más temprano de lo que creía. Bajé al primer piso y solo estaba mi abuela. Almorcé con ella a esas horas de las 14:00 hrs. y subí a mi habitación. Miré TV por un rato. Luego eché una siesta y volví a despertar a las 19:00 hrs. El día fue flojo, con dolor de cabeza y demás. No quise ir al lunes a clases, pero mis padres me enviarían a ella de igual manera. Aquel lunes desperté a la misma hora de siempre para ir a clases. Como no quería ir, decidí tomar el camino por el Parque Cuarto Centenario y entré al portal para visitar Hyrule. Ya era tiempo de volver a ver este querido mundo. Había monstruos en la pradera. Cada vez que visitaba Hyrule había más. Al estar en frente del portal noté algo extraño. Al mirar hacia una dirección en concreto sentía el olor a leche nueva, recién sacada de la vaca. Mientras que al oler por otros lados ese olor desaparecía un poco, pero sentía olor a flores y demás. Yo no veía leche cerca. Así que caminé hacia el olor de la leche con cuidado de toparme con un monstruo. A medida que me acercaba a la región de Eldin, el olor se hacía mucho más fuerte. Finalmente, acabé llegando al Rancho Lon Lon. De ahí provenía tal olor. Todos me recibieron con grandes sonrisas por la visita sorpresa, pero lo que más me sorprendió es que cómo diablos llegué a oler leche desde un lugar tan lejos. También podía oler profundamente el olor de los perfumes que usaban los granjeros. Podía sentía el hedor de Ingo al mezclar perfumes y su transpiración en uno, algo que no sentía antes. Mi olfato no está bien. ¿Acaso será una nueva “actualización” de poderes del famoso Cristal Dorado? De a poco comienzo a creer que estaba mejor cuando llegué por primera vez a Hyrule. ¡No es necesario el poder oler tan bien! Genial, ya tengo fuerza para levantar un pesado escudo, no me canso al correr y ahora puedo oler como los dioses. Es más, cuando estaba en el atardecer aún en el rancho, apunté mi nariz hacia varios puntos, entre ellos la ciudadela y Kakariko. Sin lugar a dudas, noté que en la ciudadela las personas están mejor perfumadas. Hasta apunté hacia un monstruo que alcancé a ver y olía realmente mal. Podía oler todo. No podía oler lo que estaba muy lejos, como las regiones de Gerudo y el Pico Nevado. Les conté lo que hice en el atardecer, pero ahora les contaré lo sucedido en el día. Después de saludar a todos en el rancho, tomé camino para buscar más a fondo en Eldin y encontrar una espada. Había escudo y demás, pero no espadas. Escalé incluso la Montaña de la Muerte, ubicado en la misma región, pero los Goron, gente que vive allí, no son de utilizar espadas. Finalmente fui a la región de Lanayru, la región del castillo. Sin dudas es una de las regiones más grandes de Hyrule. Intenté llegar al Dominio de los Zora, pero sin darme cuenta estaba en el Lago Hylia. El lago era gigantesco. No se veían monstruos en esa zona. Era un alivio total. El agua estaba a su temperatura normal; ya era aproximadamente las 17:00 hrs. Llegué a tierra y caminé por los largos puentes de madera. Había una zona circular en medio que separa caminos por tres puentes. Me di cuenta que no había salida del lago… me sentí atrapado y ya comenzaba a creer que no regresaría. Sin embargo, había una especie de máquina gigante que esteba siendo cuidada por un hombre bajo y vestido de payaso. Hablé con este hombre y me dijo que me lanzaría a una zona especial por un costo de 10 rupias. Una lástima que no tuviera… Aquel hombre se llamaba Tobías. Recorrí por toda la zona buscando rupias. Tenía la esperanza de encontrar al menos dos rupias azules, los cuales costaban cinco cada una. Busqué entre las hierbas y solo encontraba rupias verdes. Terminé encontrando ocho… No me di por vencido. Me lancé al agua y vi desde ahí una pequeña zona de tierra a lo lejos. Nadé hasta allá. Llegué… cansado por nadar mucho pero llegué. Encontré un pequeño cofre y me hice esperanzas de encontrar rupias. También había mucha hierba. Al acercarme al cofre, sin embargo, apareció un monstruo con un palo de madera. Apareció desde una repisa que estaba arriba del lugar. Se notaba que tenía intenciones de darme una paliza. No tenía un arma… pelearía cuerpo a cuerpo, aunque éste con algo de ayuda por su “palito”. Éste se acerca e intenta atacarme. Lo esquivé fácilmente yendo hacia una lado y me di cuenta que era lento para atacar. Así que dejé que se acercara de nuevo, pero esta vez me agaché y cargué hacia él, empujándolo a la pared. Arrinconado en la pared comencé a darle puñetazos. Mientras hacía esto, recordaba los golpes que yo recibía. Eso me hacía enojar y hacía cargar con más fuerza los golpes. Lo último que recordé fue el beso de Eileen con Raúl… no sé porqué recordé eso. Al recordarlo, ya con el monstruo débil, cargué el puñetazo final y finalmente le di el golpe en la cabeza, destruyéndolo por completo. Su sangre, la cual era verde y viscosa, comenzaba a chorrear y hacer charco. Por fin me sentía cansado en Hyrule y con rabia inmensa traída del Mundo Real. Mi mano quedó verde. Me alejé del monstruo y lo quedé mirando, sin dejar de ver mi mano. Ese “Brett” que golpeó al monstruo con ira no era yo, era otro. Tal vez era yo pero repleto de recuerdos y descargando parte de eso hacia un pobre monstruo. Quería esa rupia. Interrumpió mi camino y se llevó una sorpresa que hasta a mí me sorprendió. ¿De dónde saqué tanta fuerza? Tal vez no fue la fuerza, solo fue una descarga o simplemente un descontrol mío. Un descontrol superior al que tuve hace tiempo al enojarme por primera vez con Eileen. Detuve los pensamientos, me levanté y abrí el cofre. Encontré una rupia roja, la cual equivalía a 20 rupias. Tenía dinero de sobra para pagar al payaso ese que me hizo rondar por todo el Lago Hylia. Fui hacia él y le di la rupia roja. Éste me hizo un vuelto con una rupia amarilla, equivalente a 10 rupias. El hombre me invitó a entrar dentro de su cañón y esperando a que suceda algo. De pronto el cañón comienza a moverse y yo salgo disparado de un momento a otro. Iba gritando mientras estaba en el aire. Finalmente caí hasta un pequeño parque de gallinas; “Cuccos” les dicen en Hyrule. Había un payaso más alto allí que al parecer, era afeminado. Salí por una única puerta posible y regresé a la pradera de Hyrule. Había salido por la parte norte del gran puente de Hylia. Crucé el puente, esquivando a unos cuantos monstruos. Luego seguí por el único posible hasta llegar a la pradera sano y salvo, sin herida alguna. Me di por rendido y regresé al rancho, teniendo en mente el plan de viajar aún más a fondo la región de Farone y Latoan. Al llegar al rancho, hice lo que les dije en el atardecer y después de cenar, jugué un rato a las cartas con Malon.
Por un rato corto quedé en dudas por la siguiente pregunta, pero finalmente la hice.
Al escuchar esta pregunta, Malon aparta la vista de sus cartas para mirarme, mientras yo hacía lo mismo con ella. Ambos nos miramos serios. Luego, ésta sonríe y responde:
Que precisa para responder fue Malon. Simplemente dejaría ser feliz a la persona apreciable. Aunque de igual modo ella quedó con algo de dudas antes de responder mi última pregunta. Más tarde decidimos terminar e irnos cada uno a sus habitaciones. Quedé pensando en lo que me dijo Malon. Tal vez debería tomar su ejemplo. Me costaría un poco, pero de a poco iría acostumbrándome. Cada día si coloca unos cuantos ladrillos más al muro. Cada vez me apartaba más de la sociedad. Por el momento, el muro no parece invadir mucho al maravilloso mundo de Hyrule, más bien el mundo cruel. ¿Qué pasaría si dejo a Eileen tranquila con Raúl? Sí… ahora el único que escucharía mis problemas sería Xavi. No sé porqué, pero no me siento en total confianza con Daniel. Claro… así me aparto de Eileen. Una menos para mi vida social. Una menos que se acercaría al muro cuando esté terminado. Cientos de ladrillos se agregarían al muro. Desperté al siguiente día en Hyrule. Saludé a todos, desayuné y me vestí con ropas nuevas para regresar a la región de Farone. Los monstruos que aparecían en la pradera eran los mismos de siempre: de pieles moradas, con pobres ropas y un gran palo de madera. También había un tipo de monstruo que parecían bichos y eran altamente veloces; la velocidad de correr de cualquier Hylian sería imposible acercárseles. Seguí mi rumbo hacia el bosque de Farone. Busqué por todo el bosque pero no encontré nada. Caminé hasta llegar a la región de Latoan y finalmente a Ordon. Nuevamente me encontré con Moy y los demás. Seguí mi camino y me dirigí al Bosque Kokiri, el único lugar faltante. Como siempre Mido fue quien me recibió y nuevamente de mala gana. Fui a hablar con Saria para contarle lo sucedido con el tema de la espada. Ésta me dio una información que necesitaba: una espada perdida, proveniente del mismo bosque Kokiri, podría ser encontrada en la cumbre de la montaña de la muerte. Genial. Agradecí la gran colaboración de Saria y volví rápidamente a la región de Eldin para escalar la montaña y llegar a su cumbre. Por el camino encontraba unos cuantos Goron. La cumbre se encontraba más arriba que en su hogar, la ciudad Goron. Un Goron que estaba como “vigilante” del camino me dijo que podía avanzar sin problema alguno, aunque recalcó que deba ser rápido al regreso o puedo encontrarme en medio con una sorpresa no muy buena del volcán. Así que fui rápido en avanzar. Subí una muralla con cuidado de no alarmar a unas especies de arañas grandes que había ahí llegué a la cumbre. No veía nada de espada. Ni siquiera veía un rastro. Entonces entré a una cueva que estaba allí. Mientras más caminaba por dentro, más calor sentía. El calor era insoportable. Sin dudas estaba dentro del cráter de la montaña. Sudaba y sudaba. La sed comenzaba a atormentarme. Creo que tuve tanto calor que comencé a alucinar: veía algo brillante a lo más lejos del todo. Parecía el brillo de la hoja de una espada clavada. De pronto, sin darme cuenta, perdí la conciencia y no recuerdo más. Al despertar fuera del cráter escuché una voz femenina y enojada.
Yo iba despertando de a poco y me di cuenta que era Glasse quien me estaba despertando. Le conté la razón del porqué había llegado tan lejos. Luego, ésta enojada apunta a otra cueva que estaba al lado y abierta. ¿Pero cómo? Solo recuerdo haber visto una cueva, la del cráter. ¿Cómo diablos esa cueva se abrió? A continuación fui decidido a la cueva y entré a ella. Dentro de la cueva se encontraba una especie de fuente que estaba totalmente vacía. Me dirigí hacia esta fuente sin agua y ahí encontré lo que buscaba: una espada. La espada tenía la empuñadura plateada y la hoja no era tan grande, pero sí se veía que tenía un filo verdadero y con esa era suficiente para hacer un corte. No era nada pesada, era muy liviana, incluso. Hasta parecía una espada de juguete por el peso y su tamaño. Glasse reía por la espada recién obtenida. Me dijo que aquella espada se llamaba Espada Kokiri, un preciado tesoro antiguo de la raza Kokiri. Al ver bien la espada me di cuenta que no era la que había visto en mi sueño… De igual manera quedé sonriente por tal objeto recién obtenido y salí de la cueva. Ya afuera Glasse se despidió de mí, echando una broma por la espada recién obtenida. También dijo que tenga cuidado en mi viaje y no haga tonteras como la que hice al entrar en el cráter. Jodida Glasse. Finalmente se fue y bajé de la cumbre, con cuidado de nuevo sin pasar a tocar o alarmar a las arañas. Mientras caminaba normalmente, sin embargo, una explosión se escuchó desde el cráter de la montaña. La montaña de la muerte había entrado en erupción. Mientras veía tal escena, una roca salió despedida y cayó a unos metros de mí. “Mierda”, eso fue lo que me dije. Salí corriendo inmediatamente y escuchaba rocas caer detrás de mí o incluso veía algunas caer delante de mí. No corría muy rápido. Como era tan tonto y corría sin cuidado alguno, pasé a tropezarme. Al querer levantarme miré hacia arriba y alcancé a ver una roca caer sobre mí. No tuve reacción. No sé lo que pasó pero quedé en blanco sin saber qué hacer. Al esperar la muerte, sin embargo, alguien se cruzó a una velocidad increíble y logró destruir la roca. ¿Cómo mierda lo hizo? Aquella persona vestía ropas azules con una especie de capa y un sombrero azul marino. Portaba un martillo que se veía pesada, ya que lo cargaba con las dos manos. No le pude ver la cara. Inmediatamente me levanté y salí corriendo sin correr más riesgos. Salí de ese camino con vida. Las rocas seguían cayendo pero no llegaban lo suficientemente lejos. El Goron “guardia” me dijo que salga de la montaña lo más pronto posible para estar a salvo al 100%. Le hice caso y seguí corriendo para bajar de la montaña. Ahora entiendo lo de “montaña de la muerte”… Uno puede morir fácilmente allí y al parecer, la montaña sufre de erupciones cortas, ya que al estar abajo del todo la montaña se había calmado. Ahora me preguntaba quien era el tipo que me salvó. Vestía ropas azules, a excepción de sus botas café oscuro, con un sombrero y equipado como un guerrero. Un “guerrero”, porque alcancé a verle una espada y un escudo que llevaba en su espalda. Qué tipo más raro. Creo que era el mismo tipo que me salvó hace un año atrás. No recuerdo su altura ni casi nada, pero sí recuerdo que tenía una especie de capa. Lo más obvio por ahora es que era el mismo tipo. Ya con la espada lista volví al rancho. Todos se sorprendieron al ver la espada recién obtenida. Talon entendió el porqué fui tras este objeto. No me quedé a dormir ahí, tan solo fui a dejar la espada y me cambié mi ropa para colocarme el uniforme del colegio. Después de esto salí de Hyrule y me dirigí a mi casa. El sol comenzaba a desaparecer mientras caminaba por la pequeña carretera. Luego llegué a mi casa. Mi madre me preguntó en donde quedé a dormir y le contesté que en Hyrule, el mundo que me fue a llevar junto a su pareja cuando tenía diez años de edad. Me dijo amablemente que no visite mucho tal mundo, ya que no le gustaría que repita de curso. Cabe señalar que si falto mucho a clases, puedo reprobar el curso por mucha inasistencia. Le hice caso y fui a mi cuarto para sentarme y ver televisión. Bajé por cenar y luego volví a ver televisión. Todo el resto de la semana fui a clases. El fin de semana, la última de marzo, Bastián llegó a la casa de visita. Al principio todo bien y amigable. Más tarde, Bastián llamó a sus padres para comer con mi familia a las horas de las 21:00 hrs. Todos ellos llegaron y comimos como una familia. Al terminar, mi primo me preguntó si lo puedo llevar a mi cuarto para que me enseñe algo. Acepté y lo invité a mi desordenada habitación. Se rió un poco por el estado de mi cuarto. Bastián no dudó en ir al grano y comenzó a hablarme de la cocaína en aquella habitación oscura. Luego saca de su bolsillo otros dos papelillos más. Él me dijo que los vendía, pero conmigo haría una excepción y me los regaló. Se supone que esto es malo, pero no sé lo que hice; acepté y agradecí. Guardé los papelillos gratis en el cajón del velador. Me recomendó que no inhale a diario o haría mal. Dijo que lo mejor era hacer eso en una situación de tristeza, ya que eso me “haría bien” y olvidaría los problemas. Le pregunté el cómo conseguía tal droga; me dijo que un amigo hace unos trámites y los consigue. Después de esto, Bastián y su familia se despidieron para irse ya en el primer piso de la casa. Nuevamente agradecí a mi primo por lo que me dio. Sabía que esa cosa no era muy barata y tampoco legal. No sabía el porqué, pero me sentía muy agradecido con mi primo. Al terminar el día, fui a la cama y dormí. Terminaba marzo y comenzaba abril. Abril fue el mes en donde conocí a Xavi. Se cumpliría un año desde aquel día en que nos conocimos. Entonces, en la primera semana de abril, Xavi y yo conversamos hablando de recuerdos del año anterior. Recordamos incluso aquel acontecimiento con Carlos. Aquel personaje ya no me molestaba de hace un buen tiempo, al igual que Francisco. Era un alivio. Xavi le había dado una buena paliza al tal Carlos. Solo le faltaría darle una paliza a Diego. Un día de a mediados de abril le conté el acontecimiento que sucedió en marzo con el flaite. Xavi me reiteró que no me metiera en la vida de ese tipo ni tampoco de Aura. Aura… aquella chica. A finales de abril, un mes sin importancia y sin acontecimiento que caben señalar en esta historia, estuve hablando de aquella chica, no sé el porqué. Ella me dijo que sea más atrevido y logre acercarme a ella. Tenía todo puesto sobre la mesa: paso por su pasillo todos los días, puede verme y yo la puedo ver todos los días y ambos hacemos Ed. Física. Pero yo no me atrevía. Le dije a Eileen que no tenía el valor necesario para conocerla, pero ésta insistía y tomó por ejemplo ella misma, Daniel y Xavi. Acabé diciéndole:
Eileen no tuvo respuesta. Sin embargo, ésta me dijo que si yo no me atrevía, ella misma se iba a acercar a Aura para hacerse amiga de ella y luego tomará alguna idea para que yo me acerque a Aura, finalmente. Yo le dije alterado que no lo haga y ésta echa a reír. Me preguntó diciendo: “¿La vas a conocer algún día?”; yo le respondí con un dudoso “Sí”. Eileen afirmó que estará al pendiente de mis actos y si no logro hablar con ella antes de que comience mayo, ella se acercará a Aura para conocerla mejor y luego creará el “plan ideal”. Esta chica… siempre haciéndome rabiar. Aún así, me divertía y lo pasaba bien. Siempre que hablábamos sentía la mirada de Aura o a veces nos cruzábamos con un sonriente Daniel. Daniel… ¿Por qué siempre está sonriente? ¿Acaso siempre está alegre y quiere expresar eso con una sonrisa permanente? No es una sonrisa demoníaca, ni de burla ni algo por el estilo. Solo es una sonrisa común y corriente, indicando en su rostro que está feliz. Siempre está feliz. Nunca está enojado o nervioso y se toma las cosas con calma. Aquella vez que me defendió… ¿Cómo logró empujar tan fuerte a Diego? A simple vista no tiene un cuerpo lo suficientemente rudo como el de Xavi, Carlos, Francisco o el mismo Diego. Es más, Diego era muy maceteado. Un simple empujón con una sola mano no lo alejaría a casi un metro de mí, menos con un brazo delgado como el de Dani. Ni siquiera se esforzó para empujarlo. Tan solo extendió su brazo y lo envió de vuelta a su grupo de flaites. Raro… Rarísimo. Siempre recuerdo ese empujón “todopoderoso” y recuerdo la vez que Xavi me defendió. Al menos, la defensa de Xavi contra Carlos fue más realista, ya que mi amigo tenía un cuerpo algo más robusto que Carlos. Pero Daniel… En un caso contrario tenemos a Aura. Siempre está con su rostro triste y nunca ha enseñado una sonrisa. Su tristeza no lo refleja principalmente por la “cercanía” que tiene con Diego. Ese rostro lo ha tenido desde que comenzaron las clases, desde la primera vez que la vi. Aquel día no estaba con Diego aún y estaba triste. “Ayuda”, no puedo quitar de mi cabeza esa palabra escuchada con la voz de ella, seguramente. ¿Cómo me pudo hablar telepáticamente si fue ella? No creo que era Glasse, no era su voz. Tampoco podría ser mi madre o mucho menos Eileen. Escuché esa palabra dentro de mi cabeza, no desde el oído. Misteriosa, ¿no? A veces pienso que este liceo tiene gente loca. Ya les expliqué el caso de Daniel, el caso de Aura y hay unas tantas personas que también se les podría considerar locos. Cristián, aquel chico insoportable de la clase. Pienso que al estar en el liceo estoy en un manicomio por haber tanta gente loca. Se podría decir que yo estoy dentro de ellos. Xavi sería uno de los que pronto saldrían libres. El muro recién creado se expande cada vez más. Menos gente logrará comunicarse conmigo. A medida que este muro crezca, la gente se le hará más difícil acercárseme, o eso creo. Mientras estaba en el liceo me daban ganas de tener los papelillos en los bolsillos y aprovechar de ellos en los recreos. Lo malo es que estaría riendo y haciendo cualquier tontera sin sentido dentro del establecimiento. Lo peor sería que descubran mi estado de drogado y me expulsen del liceo. El castigo en la casa sería un nuevo odio de mi madre y golpes simultáneos de mi padre. Lo que me dijo Eileen lo envié a la mierda y me dirigí a Hyrule al terminar abril, durante el último fin de semana. Claro, justo el mes terminaba un día viernes. Así que aquel viernes fui al parque y entré a ese mundo. Cada vez más sentía que no estaba totalmente cómodo en Hyrule. Mis pensamientos del principio se iban desvaneciendo. Sentía que si traía a Eileen a este mundo, ella solo sufriría múltiples problemas junto conmigo. Caminé por toda la pradera, alarmando a unos pocos de esos enemigos que tenían cuerpos morados, eran muy feos y llevaban un palo de madera consigo para atacar. Eran lentos, así que yo caminaba tranquilamente y si se acercaban demasiado, solo echaba a correr un poco hasta dejarlo atrás. Llegué al rancho. Saludé a todos, me vestí con las ropas de granjero y saqué la espada Kokiri del lugar guardado. Era chiquita y liviana, como les dije anteriormente, pero de igual manera no sabía usar muy bien una. Como era tan liviana no me a hacer tantos problemas. Así que confié en mis propios pensamientos y me dirigí a la comunidad minish del bosque para hablar con Gentel y enseñarle la espada. Dentro del bosque de Farone me encontraba con unos cuantos bichos. Yo los iba eliminando dándole tan solo dos cortes con la espada. Eran débiles… Aquellos bichos que los eliminaba con esos números de cortes eran los típicos que encontraba en aquel bosque: eran de color rojo y disparaban unas especies de rocas. Avanzaba y avanzaba. No sabía el porqué, pero sentía que alguien estaba detrás de mí vigilándome. También encontraba aquellos monstruos con cuerpos de color morado que encontraba en la pradera. Como estos usaban un palo y me podían atacar cuerpo a cuerpo, iba esquivando sus ataques y rápidamente les daba un corte con la espada. Gritaban del dolor al sentir el corte pero volvían a atacar. La manera más eficaz de acabarlos era a esperar una carga de de cuerpo de ellos y usar mi fuerza para romper su ataque, para luego hacerle una estocada al monstruo, clavándole la espada. Así los acababa rápidamente sin estar cansándome en una pequeña batalla esquivando y saltando como un loco. Continuaba mi camino hasta llegar al bosque Kokiri en busca de Saria para que cante la canción y convertirme en un minish temporalmente. No la encontré, pero sí encontré a una niña de pelo rubio, llamada Fado. Aquella niña amable pero un tanto extraña al hablar (como si estuviera pensando en cualquier otra cosa), me acompañó hasta el tronco más cercano a la comunidad minish del bosque. A veces encontrábamos monstruos, pero yo los eliminaba con facilidad. En unas tantas ocasiones me encontraba en peligro de recibir un golpe por uno de esos enemigos de cuerpo morado, pero utilizaba la espada como defensa, también. Igual recibí unas tantas rocas de los bichos que escupían rocas por sorpresa, pero casi ni me dañaban y solo los dejaba. Finalmente llegué junto a Fado al tronco. Ella comenzó a cantar, sin antes decirle que me espere en ese lugar y tenga cuidado. Ya convertido en minish, Fado susurró diciendo que me vaya bien y tenga cuidado. Como era minish y no sabía donde estaba ni escucharía mi voz, tan solo sonreí y fui corriendo hacia la comunidad minish. La espada también quedó diminuta. Por el camino encontraba unos cuantos bichos pero yo solo los iba esquivando. Llegué a la comunidad. Se veía todo tranquilo y me dirigí al anciano, Gentel. Éste me elogió al ver que ya portaba una espada y que incluso ya la había usado. Sabía que era la espada Kokiri. Era una reliquia de Hyrule. También sabía que tal espada no se encontraba en el bosque Kokiri, sino que estaba perdida en cualquier otro lugar. Tras esto le pedí si me contara un poco más acerca de los “Elementos”.
Era la primera vez que el anciano me había llamado por mi nombre en vez de “jovencito”. Agradecí su ayuda y olvidé decirle la última pregunta que recordé mucho más tarde: “¿Cuáles son los otros elementos?”. En fin, me dirigí al tronco para que Fado vuelva a cantar y yo regresara a mi tamaño normal. Al ver las luces inmediatamente comenzó a cantar. Entré al tronco y rápidamente regresé a mi tamaño. Acompañé a Fado hasta la gran escalera para llegar al bosque Kokiri y me dirigí rápidamente al castillo de Hyrule. Pasé por la ciudadela. Miles y miles de olores se cruzaban por mi camino. Algunos eran olores muy ricos, pero otros eran verdaderos hedores. Maldito olfato, ¿cómo mierda “evolucionó” de un día a otro? No pude entrar al castillo. Así que me quedé todo el resto del día y noche esperando a que la princesa salga del castillo. Me quedé dormido. Me quedé dormido esperándola. Sin embargo, en la profunda madrugada sentía que alguien me despertaba. Era una muchacha y olía perfectamente. Era la princesa Zelda.
Entonces, la princesa se levantó y fue a decirles algo a los guardias. Ellos solo afirmaron. La princesa volvió conmigo, mientras yo me limpiaba y despertaba.
La princesa me tomó del brazo y me llevó a un lugar cercano al castillo de Hyrule. Sentí la mirada de alguien desde el castillo, pero no miré atrás. Mientras la princesa me tironeaba, nos íbamos acercando a una torre delgada. La princesa me dijo que dentro de aquella torre, llamada Torre de los Dioses, se encontraba un tren que me llevaría a Términa. El viaje sería largo, así que debería tomar el viaje cuando yo quiera pero lo mejor sería lo antes posible. Agradecí la ayuda de la princesa y ambos reímos por lo ocurrido anteriormente, acerca del tironeo de ella, mi dormida en las afueras del castillo, etc. Sin embargo, mi risa no muy animada como la de ella fue interrumpida bruscamente por una fuerte explosión que se escuchó cerca. Al sentir la explosión, sentía que mis pupilas se perdían y un fuerte pito se escuchaba en ambos oídos. La princesa se sorprendió por la explosión, quien al parecer no se vio afectada como a mí, pero quedó aún más preocupada al verme cayendo al suelo. Me quejaba por el dolor de los oídos. Estúpido pito, no terminaba. No escuchaba lo que decía la princesa ni nada por el estilo. Sentía que desde el interior de la oreja salía sangre. Mantenía mis orejas tapadas con las manos, pero el pito era insoportable, mezclando el sonido del pito con varios otros sonidos molestos sin escuchar sonidos comunes de la noche. Finalmente, me sentí mareado y terminé desmayado, sin antes escuchar un grito muy fuerte de la princesa diciendo mi nombre exageradamente y asustada. Continuará |
Capítulo 10
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Una Pequeña Gran Idea |
¡Al fin te conozco!
Después del suceso extraño desperté dentro del castillo. Aún escuchaba algunos pitos en el oído, pero eran mucho más suaves. Ya casi no molestaban. No sabía en qué lugar estaba, pero de las cortinas llegaba la luz del fuerte sol de Hyrule. La cama en la que estaba acostado tenía una sábana de color café. La habitación era pequeña y había un guardia en la puerta de entrada/salida de la habitación. Al parecer estaba dentro del castillo de Hyrule. El guardia me vio despierto y me habló. Al hablarme, los pitos del oído aumentaban su fuerza de sonido, lo que me hacía doler. Al ver mi queja, el guardia prefirió no seguir hablando. Yo le hice una seña de que estaba bien. Aún así, él no continuó hablando. Pasó más o menos un minuto para que el pito deje de molestarme y volviera a quedar de la misma forma en como me desperté. Me levanté de la cama y caminé a la salida, pero el guardia me detuvo y con mímica me dijo que debía regresar a la cama para esperar a alguien, tal vez a la princesa Zelda. Le hice caso y fui a la cama a recostarme. ¿Por qué mi oído se dañó? A la princesa no le pasó nada. A nadie le pasó algo como lo sucedido conmigo. Estúpida explosión y estúpido pito del oído. Por sus culpas no podré viajar a Términa. En este estado no creo poder ir. Mientras estaba recostado esperando, la princesa Zelda hace presencia. De manera extraña, el sonido de la puerta se escuchó fuertemente. Los pitos de los oídos volvían a molestar. El guardia le susurró a la princesa. A pesar de los pitos logré escuchar el susurro: “No le hable, su alteza, aún tiene su oído dañado”. ¿Cómo mierda logré escuchar un susurro de dos personas que estaban a más de un metro? No me digas que… Aumentó la fuerza, aumentó la capacidad de luchar, no me canso al correr, aumentó el sentido del olfato y ahora… ¿Aumentó el sentido del oído? Vaya, aunque esto fue más doloroso que todo lo demás. ¿Acaso esto es “obra” del Cristal Dorado? Como dijo la princesa o Gentel, aún no tengo todas mis capacidades desarrollados totalmente. Quizá Gentel no lo dijo de la misma manera que la princesa Zelda, pero yo lo entendí de una manera parecida. La princesa se acercó a mí. Me levanté de la cama para sentarme en un costado. La princesa hizo lo mismo. Ésta comenzaba a susurrar para hablarme, pero no me susurraba cerca del oído; es más, se alejaba para susurrar. ¿Acaso sabe lo que me estaba ocurriendo? Podía escuchar sin problemas lo que me decía. Me había preguntado al principio si podía lograr escuchar sin molestias; yo le respondí con un sí y mirándola. Entonces ésta sonríe.
Maldita sea. Creo que me estoy tardando mucho con esto de los elementos. La princesa me lo había dicho en febrero y tan solo he conseguido la puta espada. Creo que ya es hora de apurar la situación. Pero… mi oído está dañado y no podré ni siquiera salir a la ciudadela. No sabía que hacer. La princesa, entonces, se despidió y dijo que más tarde volvería para visitarme una vez más. Se levantó de la cama y salió de la habitación por la única puerta posible. Ahí tuve que quedar todo el día. La hora del reloj que estaba al lado mío indicaba las 13:45 hrs. Estaba recién comenzando la tarde. Más tarde recibí la visita de Talon, quien también me habló susurrando desde lejos. Yo podía escuchar perfectamente los susurros, como si escuchara su voz normalmente o estuvieran susurrándome al oído muy cerca. Luego recibí la segunda y última visita del día de la princesa Zelda. Me dijo que estaré recuperado muy pronto y que el oído se acostumbrará solo a escuchar las voces con normalidad. Eso me alivió. No estaría toda la vida escuchando susurros de personas. Llegó la noche y dormí en la misma cama con un techo desconocido. Desperté en la mañana del día siguiente. Los pitos se escuchaban con menos intensidad. Eso era una buena señal. El guardia me susurró y logré escuchar su saludo. A continuación, éste alzó un poco la voz para solo decir “A”; los pitos no me molestaron. Luego hizo la pregunta “¿Estás mejor?” ya hablando normalmente; los pitos molestaban aún, pero con una intensidad menor que el día anterior. Ya casi ni molestaban, por así decirlo. Sonreí al darme cuenta de ese detalle. Estaba mejorando. La princesa me visitó unas horas después. Ésta me habló de la misma distancia y aún susurrando. Ella me dijo que al día siguiente o el próximo del siguiente ya podría salir libremente a la ciudadela, aunque deba tener cuidado con las alzas de voz. También, al hablar con la princesa, yo empezaba a escuchar mi voz, aunque en un tono muy bajo. El día avanzó y avanzó. Desayuné, almorcé, tomé un té y finalmente cené. A veces me aburría, pero de vez en cuando agarraba la espada Kokiri para moverme con más normalidad con ella. En algunas ocasiones, el guardia quiso hacer un pequeño entrenamiento conmigo para ver mis habilidades. Él atacaba lentamente, mientras que yo era más rápido y ágil, hasta usaba la cama u otros objetos como ventaja de escenario. A veces yo ganaba y otras veces perdía. Los sonidos de choque de espada molestaban un poco a mi oído, pero a medida que pasaba el día era con menos intensidad. El guardia me decía algunas instrucciones de ataque y defensa con la espada, así como saber defenderme con algunos enemigos que encuentro en la pradera, como aquellos monstruos de cuerpo morado y con palos. Esos monstruos se llamaban Bokoblin, según el guardia. Prometió que al día siguiente me daría un pequeño libro para estudiar a los enemigos que están siendo avistados en Hyrule en aquella actualidad. Llegó la noche y dormí en la misma cama con el mismo techo desconocido. Amanecí al día siguiente ya sin pitos molestos. El guardia hizo lo mismo que en la mañana del día anterior. Los pitos ya no se escuchaban. Sin embargo, cuando éste lanzó un grito loco, unos tres o cuatro pitos se escucharon con poca intensidad. Aún no estaba totalmente listo para salir del castillo. La princesa me visitó y se puso contenta al saber mi situación. Desayuné, almorcé, tome té y cené en la misma habitación. Por la tarde, el guardia me entregó el pequeño libro de apuntes que había prometido el día anterior. Comencé a leerlo. Comenzaba con los enemigos más débiles. Aquellos bichos rojos que había en el bosque de Farone y que disparaban rocas se llamaban Octorok. También estaban los Bokoblin. Aquel bicho que era misión imposible acercársele por su increíble velocidad se llamaba Bomskit. Esas plantas feas que intentaban atacarme al acercarme al bosque Kokiri se llamaban Babas Deku. Aquellos monstruos que había avistado cuando el personaje misterioso me salvó por primera vez se llamaban Moblin. Unos bichos que saltaban que encontraba en partes de la pradera de Lanayru y en el Lago Hylia se llamaban Tektite. Aquellos bichos que encontraba al ser Minish se llamaban Pesto. Había unos cuantos enemigos más anotados en el libro que aún no había visto. Agradecí al guardia por el libro. También entrenamos un poco por la noche antes de dormir. Aquel techo desconocido dejé de verlo al siguiente día. Al despertar y levantarme ya no sentía ningún pito en absoluto. Cuando el guardia hizo un grito loco, escuché tan un solo diminuto pito que ni siquiera era molestia. Además, ya podía escuchar mi voz casi con normalidad. Ambos celebramos. La princesa fue a hacerme la última visita. Sería la última vez que la vería con tanta frecuencia, tal vez.
Ambos nos quedamos mirando por un rato. Yo sentía que el guardia no se sentía en una situación muy cómoda junto conmigo y la princesa. Así que éste hizo un pequeño “Ejem” y la princesa apartó la vista.
La princesa devolvió la mirada y me sonrió levemente. En eso, ella me dice: “Por favor, no me trates más como una autoridad”. Yo sonreí y asentí con la cabeza. Entonces agarré la espada Kokiri y me marché con la princesa caminando detrás de mí. Me despedí del guardia y agradecí su ayuda. Al estar en las afueras, la princesa me entregó el libro de los enemigos. Yo dije que eso es autoridad de su padre y ella no tendría el permiso necesario para dármelo, pero ella se apoyó diciendo que eso era tan solo una copia del libro original. Entonces volví a agradecerle. Guardé la espada en su funda y el libro lo tuve que llevar en la mano. Me despedí de la princesa, tomando la misma posición que había hecho al verla por primera vez: agachándome. Ésta me levanta rápidamente y me abraza diciendo: “Idiota; seré princesa, pero no una autoridad contigo… Cuídate mucho, Brett, por favor”. Ambos dejamos el abrazo y le respondí sonriendo: “Por supuesto”. Entonces di media vuelta y me alejé de la entrada del castillo. Volví a la ciudadela. Después de tanto tiempo regresé a este maravilloso lugar. Tal como creía, la gente no se veía muy tranquila por la reciente explosión en la región de Lanayru. No sé el porqué, pero recordé el suceso que ocurrió al tocar por primera vez el Cristal Dorado. ¿Cómo pude ver a Eileen como un “espíritu” y me guió hacia aquella zona? Nunca me hice esa pregunta hasta aquella vez y nunca tuve la respuesta. ¿Qué tenía que ver ella en todo esto? Al estar en la pileta de la ciudadela, podía escuchar conversaciones de gente de todos lados: algunos conversaban de vida cotidiana, otros de compras, otros de medicinas, otros gritaban vendiendo cosas y no faltaban los pervertidos. ¡Escuchaba todo! Aunque de vez en cuando debía centrarme en un punto exacto para escuchar con exactitud o se mezclarán voces de todo tipo. Cuando pasaban hablando justo al lado mío, la voz se escuchaba muy fuerte y me hacía molestar un poco el oído. Así que no tuve otro remedio que salir a la pradera de Hyrule desde la zona en que venden cosas: sur de la ciudadela. Así llegaría rápidamente a la zona de Farone. Me dirigí a Eldin para ir al rancho. Todos me saludaron amablemente y preguntando lo que me había pasado. Conté todo. Almorcé con ellos, me cambié de ropa, dejé la espada Kokiri en mi habitación especial y fui camino al portal. A veces me daban ganas de desobedecer a la princesa y quería ir inmediatamente a Términa. Pero debía hacerle caso. No quería arriesgar mi oído por aquellos sonidos del tren. Desde aquel día en que el personaje misterioso me salvó en la montaña de la muerte, comencé a sentir de nuevo la presencia de alguien detrás de mí, como si estuviera siguiéndome todo el rato. Es más, hasta lo sentía en las afueras de la casa del rancho. No creo que sea el mismo tipo de siempre y esté como un psicópata observando todo lo que hago. Solo presentía, pero no confirmaba nada al mirar atrás. Solo eran imaginaciones mías. Sentía la presencia, pero al mirar atrás, nada… La pradera era grande y no había muchas colinas, así que sería difícil que se escondiese en un lugar tan amplio. Además, la cantidad de árboles era mucho menos que en el bosque de Farone. Llegué al portal. Quedé dudando frente a ella. Eché una mirada atrás y miré el castillo. Recordé lo que me dijo la princesa. Así que decidí volver a hacerle caso a la princesa y entré al portal. Volví a ser el de siempre. Ya no escuchaba el fuerte sonido del viento. No escuchaba las conversaciones y susurros de las personas. No sentía olores lejanos. No sentía tantas miradas como los siento en Hyrule. Ya no traducía idiomas con facilidad. Era el mismo de siempre. Ya no tenía fuerza y soy increíblemente débil. A veces me daban ganas de tener los poderes que tenía en Hyrule por siempre. Un momento… si en Hyrule tengo poderes y en el mundo cruel no las tengo, ¿en Términa tampoco las tendré al ser otro mundo? Una pregunta que necesitaba una respuesta. Sin embargo, la princesa ni Gentel se preocupaban de ello. Pero ellos tampoco se preocupan de mis cambios en aquel mundo de mierda. Vaya… esta pregunta ha quedado en duda. Creo que necesitaba a Glasse que responda aquella pregunta. Pero era tarde. Me hice esa pregunta mientras miraba televisión en mi habitación de la casa del mundo cruel. Era miércoles. Era de noche. Se preparaban las cosas para cenar. Eran exactamente las 21:40 hrs. Yo miraba las noticias en la televisión. Aquellas noticias mostraban crímenes, robos, incendios, política… Una mierda. En una ocasión miré el velador pensando si sería buena idea inhalar un poco de la cocaína de Bastián. Pero me arrepentí al sentir la llamada de mi abuela para bajar a cenar. Comí rápidamente y volví al segundo piso. Mateo estaba en el mundo de los videojuegos. Cayó en ese mundo al igual que mi primo Esteban. Mateo se pasaba el día jugando videojuegos en la consola GameCube o en la computadora. Yo no quise caer en ese mundo, así que no entré. Solo estaba yo, mi televisor, el sofá y la lámpara. También estaba aquel muro en frente de mí que iba construyéndose poco a poco. Al mirar aquel muro sonreía. Me levanté para el siguiente día: jueves. Un día largo y con mayo ya comenzado, un nuevo mes. Quizá Eileen le haya hablado a Aura o todo fue en broma. De forma “mágica”, el MP4 que recibí como regalo en mi cumpleaños apareció en mi velador al despertar. No sabía utilizarlo. No acostumbraba incluirme en el mundo de aquella tecnología tan moderna. Solo quedé viéndolo por un rato y lo metí en el bolsillo del pantalón de liceo. Jueves… tocaba Deportes y Recreación. A la mierda con eso, no llevé equipo de gimnasia. Que me coloquen un 1.0 acumulativo si se le da la gana al profesor. No me interesa. Quedé sentado en la galería viendo como entraban alumnos que conocía y otros que no. Mientras estaba sentado en la galería, hubo algo que no pude ignorar y ya me lo esperaba: Eileen conversando con Aura. Está bien, mi prima cumplió su palabra. Conocería mejor a Aura y encontrará la manera más eficaz para que nos acerquemos. Todos fueron a cambiarse. Xavi fue a cambiarse. Eileen fue a cambiarse. Daniel fue a cambiarse. El grupo flaite completo fue a cambiarse. Carlos y Francisco fueron a cambiarse. José, Cristián y Sofía fueron a cambiarse. Solo yo y Aura no fuimos y unos cuantos más que no conocía. Raúl no fue a clases. Sentía las repetidas miradas de Aura. En tan solo dos ocasiones chocaba miradas con ella. No sé si ya no eran tan penetrantes como antes o tan solo ya me acostumbraba a sus miradas, ya que me parecía normal mirarla o que ésta me mire. Tal vez era cosa mía. Daniel fue el primero en terminar de cambiarse. Al verme sentado en las partes altas de la galería, éste inmediatamente fue a sentarse al lado mío. Alcanzó a ver el MP4 que tenía en las manos, recién sacada del bolsillo. Me dijo que su función es realmente fácil y que puedo colocar música a través de una computadora. Música… Mi padre tiene bastantes audífonos. La música que me gusta es la clásica. También las sinfonías o incluso unas cuantas canciones que escuchaba de vez en cuando en los videojuegos de mi hermano menor. Así que pensé en colocarle música con ayuda de alguien en la casa. Luego salió Xavi. Más tarde salió todo el grupo flaite. Los hombres eran más rápidos que las mujeres. Diego y el resto del grupo flaite miraban al lugar donde estaba Daniel y yo. Dani… siempre con una sonrisa. Nunca la quitaba. Cada vez comenzaba a pensar que éste nuevo amigo es alguien muy extraño. Estarían matando a alguien y éste sonríe; estaría muriendo un amigo y éste sonríe; su casa se incendia y éste sonríe. Está bien, creo que los ejemplos fueron algo exagerados, pero algo así era Daniel. Esa sonrisa creo que ni siquiera lo quita hasta para dormir. Luego salió Eileen del camarín acompañada de alguna amiga suya. Ésta no me vio al principio, pero luego se dio cuenta de mi presencia en la parte de la galería junto con Daniel. No dudó en subir. Dani, muy sonriente, dijo que una amiga mía querrá conversar conmigo. Así que por ese motivo decidió bajar. Cada vez es más extraño… Al menos se equivocó al decir “amiga”. Eileen llegó hasta el lugar donde había quedado solo en pocos segundos. Ésta se sentó a mi derecha.
Eileen echó a reír solo para seguir burlándose. Ésta me dijo que Aura era muy tímida en un principio, pero a medida que iba conociéndola más se soltaba de a poco. Le dije que estaba bien. Eileen también me motivó a que me acerque a Aura durante esta clase, ya que se encontraría sola. Le recordé lo que sucede con Diego. Eileen dijo que no importara, que estaría todo bajo control. Claro… Como digas. Luego tuvimos que bajar de la parte alta de la galería y ella tuvo que irse junto a su curso. Yo al bajar volví con Daniel. Como siempre estaba con su típica sonrisa.
Al decirme eso, mezclando con su típica sonrisa, contesté con un “sí” y sonreí un poco. El profesor pasó la lista del curso. También lo hicieron los demás profesores con su respectivo curso. Como era de costumbre, el profesor canoso comenzó a tomar unas palabras sin importancia e invitó a los que estaban con el uniforme de la clase ir a la cancha del gimnasio. Casi todos los alumnos presentes fueron a la cancha. La clase comienza siempre con un trote y unos cuantos ejercicios como precalentamiento. Yo sacaba y guardaba de vez en cuando mi MP4 con la única intención de mirarlo. No tenía música. Tampoco vídeos. Ni siquiera imágenes. No tenía nada. Era absolutamente nuevo. A veces sentía las repetidas miradas de Aura. No sabía el porqué, pero yo solo las sentía y las iba ignorando, sin hacer caso. La clase iba normal. En Deportes y Recreación no trabajan de parejas, más bien individual o grupal. Trabajaban con balones de todo tipo. Como era mayo tocaba baloncesto. El mes anterior fue Voleibol. La clase tardó algo. Estuve todo el rato aburrido. Yo pasaba el rato mirando el MP4, a los compañeros, gente que no conocía y en pocas ocasiones a Aura. Sentía las continuas miradas de ésta chica. Al parecer sólo era acompañada por el grupo flaite o por Eileen. Creo que no tenía amigas. Al mirar bien la clase me di cuenta de unos cuantos detalles: Carlos y Francisco no son tan amigos como antes, pero sí sacan bromas de vez en cuando; Carlos se juntaba un poco más con Diego y Francisco con otros que no conocía. Otro detalle es que Daniel en realidad no tenía amigos. Lo que me había dicho era cierto, no hablaba con nadie, aún así siempre se mantiene sonriendo. Otro detalle es que Xavi habla con Eileen; no conversan, pero sí mantienen una comunicación y hasta ríen a veces, junto a una compañera de Xavi que no lo soltaba en toda la clase. Aquella chica es la misma que salió riendo con Eileen al terminar de cambiarse en el camarín. Finalmente termina la clase. Todos terminan cansados y varios con risas. Ya toda la gente se conocía. Daniel fue directamente al camarín. Xavi tardó algo porque su compañera que no lo soltó había quedado conversando con él. Diego fue corriendo tras Aura que se preparaba para irse y éste le da un beso; ella no se veía cómoda. Ella nunca ha estado cómoda con él. ¿Por qué diablos no le dice de una vez que no lo quiere y ya? Bueno… el otro tipo es un animal, seguramente la golpearía o le haría alguna otra cosa peor. Carlos y el grupo con el que se juntaba volvieron a tomarme miradas burlonas. ¿Comenzarán a molestarme de nuevo? Después de un año ya volverían a joderme. Normal. Sabía que algún día este tipo volvería a hacer de las suyas conmigo. Si así fuera la ocasión, desearía tener la espada Kokiri para defenderme. Daniel no tardó nada en salir y se despidió de mí en la puerta de salida del gimnasio. Luego salió el grupo flaite y Carlos y me dio un leve empujón, diciendo como excusa de defensa: “Deja de estorbar”. No me quedó mirando con rostro amigable, pero luego echó a reír con sus amigos. Luego sale Xavi. Éste me dice que lo esperara, ya que tenía que entregarle un objeto a su compañera. De pronto sale Eileen y se va con otra chica más. Eileen me queda mirando y se despide de mí con una sonrisa y un beso en la mejilla. La otra chica solo movió su mano de un lado a otro tímidamente. Xavi regresó corriendo hacia la puerta de salida. Me dijo: “Ya terminé el encargo” y nos fuimos. Xavi y yo conversábamos un poco de Aura y también de la chica del encargo, llamada Ashley, según él. Lo dejé en el mismo paradero de siempre, donde también tomaba el micro Diego y Aura. Cuando Xavi se fue, inmediatamente me fui a la casa. Colocaba mis manos en los bolsillos de vez en cuando para sacar el MP4. Aquel MP4 era de color negro, con una pantalla chica, una entrada para enchufar los auriculares y otro para conectarlo a un computador. A mí gusto la pantalla era demasiado chica como para ver algo cómodamente. Aún así, lo que me interesaba era música por el momento, no vídeos. Llegué a casa tranquilamente. Comí un poco antes de pedir la ayuda de Mateo. Éste ya tenía el computador encendido. Mientras jugaba, le pedí ayuda acerca de cómo instalar música a un MP4. Él tenía un MP3, así que ya sabe más o menos como se hacía. Me pidió un cable llamado “USB”, el cual tenía una entrada para el MP4 y el otro para el computador. Mateo instaló todo y comenzó con la operación. Me pidió los nombres de las canciones y a medida que se los iba diciendo, éste los iba buscando en Internet, para luego descargarlas y colocarlas “mágicamente” al MP4. Finalmente Mateo logró colocar todas las canciones deseadas. Agradecí su ayuda. Luego fui a buscar a papá para que me prestara un par de auriculares. Éste amablemente me prestó uno de color blanco. Agradecí de nuevo. Luego fui a mi habitación y quedé ahí escuchando las canciones recientemente colocadas. También encendí el televisor y lo quedé mirando escuchando las canciones del MP4, sentado en el sofá y la lámpara encendida. Desperté al otro día. Me había quedado dormido en el sofá con el televisor encendido. El televisor estaba con estática y el MP4 estaba encendido, con poca batería y con la última canción de la lista. Las había “escuchado” todas mientras dormía. Bajé rápidamente, encendí el computador y conecté el MP4 a éste. Mi hermano me había dicho que es la manera en que se cargue la batería del MP4. Volví a subir y me cambié de ropa, para colocarme el uniforme del liceo. Hice las labores que siempre hago por las mañanas, desconecté el MP4, apagué el computador y me fui. Pasé los auriculares debajo de la ropa y escuché música tranquilamente. Era viernes, el último día. Al pasar frente al parque, recordé que debía ir a Términa tomando el tren. Tal vez mi oído ya no molestara en absoluto en Hyrule. Llegué al liceo con algo de sueño. Me dolía un poco el hombro derecho al no dormir cómodamente la noche anterior. La sala de mi curso estaba abierta, pero no había profesor. Aún faltaba cinco minutos para que comiencen las clases. Eran las 07:55 hrs. Dentro de la sala estaba Dani, con su típica sonrisa, sus ojos cerrados y sentado en su puesto al lado mío. También estaba Cristián y Sofía, dos de los tres más desordenados. También estaba el grupo flaite, pero sin Diego y unos cuantos más. Estaba Nicolás y su mirada de burla que tiene al verme. Me dirigí a mi puesto, dejé la mochila en la silla y me senté.
En eso el timbre toca. La clase iba a comenzar. La sala se llenaba de a poco, mientras que Dani y yo conversábamos antes de que llegase el profesor. Aquella película, “La vida es bella”, la había visto cuando tenía 12 años, o sea, dos años antes de que tuviera el MP4 y tanto la película como la música me encantaron. Estuve todo el rato aburrido, a pesar de que Daniel me hablara de vez en cuando. Sentía las miradas de Nicolás, Diego y el grupo flaite de vez en cuando. Danilo, el compañero de comportamiento afeminado, ya lo empezaban a molestar casi todos los días. Antes de que tocase el timbre del primer recreo, con una clase “totalitaria” por el profesor de jefe que cada vez era más estricto y gruñón, recibí el golpe de un papel de cuaderno que había sido lanzado Cristián. En realidad era para la compañera que estaba sentada delante de mí, por lo que me golpeó accidentalmente. Cristián me decía que lo perdonara haciendo mímica, pero yo solo lo quedé mirando serio y “sobándome” en la parte en que me golpeó, indicando mi molestia. Toca el timbre. El “loco” Cristián va corriendo hacia mí y me atrapa camino al pabellón A. Éste me pide disculpas una vez más; yo las acepté, dibujando una leve sonrisa en mi rostro. Éste se pone feliz y va a contarles todo a sus amigos, José y Sofía. Al mirarlo por un rato pensé en que no era mala idea tener una personalidad como él. Ríe todo el día, alguien que no le importaría tener una vida de mierda y pasarlo bien con amigos. En los recreos, éste no solo se juntaba con José y Sofía, sino con otras personas. Al dejar de pensar en aquello continué mi camino algo sonriente. Como iba algo “volado” por mis pensamientos, mientras caminaba por el pabellón A, pasé a chocar accidentalmente con Aura. Al darme cuenta que choqué con ella, quedé en blanco por un momento, mientras ésta me quedó mirando asustada. Mi corazón comenzó a latir a una velocidad increíble y no sabía que decirle. De pronto volví en sí y ella aún estaba mirándome, mostrando aun su rostro de asustada y se veía que respiraba rápidamente. “Pe-perdón”, le dije tímidamente a Aura. Ella aún continuaba sin decir algo. Entonces me aparté y no le quise decir ninguna cosa más. Mientras caminaba sentía su mirada. Todavía tenía el corazón latiendo ferozmente. Continuaba mi camino pensando en lo ocurrido y caminaba muy rápido. Finalmente me quedé descansando en las escaleras del patio cercano al pabellón A. Al principio no quería pensar en nada, pero pronto me di cuenta que perdí una oportunidad para conocerla. Que idiota soy. Este muro va creciendo cada día. Luego llega y me espanta Eileen. Nos saludamos, ella muy animada y yo casi sin ánimo. No estaba con Raúl, de nuevo.
Eileen comienza a darme golpes suaves en el brazo izquierdo diciendo “Copuchento” a cada rato. Yo tan solo reí un poco. Ambos estuvimos caminando por todo el patio. Me dijo también que estaba conociendo mejor a Xavi, ya que él comenzó a sentarse delante de ella. Le comenté que él era mi amigo y lo conocía desde la básica. Ella dijo que algún día nos juntaremos los cuatro (más Raúl) para conversar. “Está bien, está bien”, le contestaba amargamente. Por el camino encontré a Xavi, quien estaba de compañía con Aura. Al verme, ella abrió sus ojos, como si se hubiera asustado con mi presencia. Yo hice un saludo tímido y Eileen le hizo una mueca extraña a Xavi. Eileen y yo estuvimos conversando todo el primer recreo. Pero espera… ¿¡Qué mierda hacen ellos dos conversando!? Esto se pone cada vez más… Raro… También no veía a Daniel en todo el rato. Tocó el timbre y todos a sus respectivas salas. Antes de que Eileen se despidiera, ésta me dice que quedemos para juntarnos en el segundo recreo. Después de eso, Eileen subió. Luego llegó Xavi y me dio un saludo corto. No estaba con Aura esta vez. Me dirigí a la sala y ahí estaba Dani, sonriendo y con los ojos cerrados, con la cabeza agachada hacia la mesa. Recordé que tenía el MP4 y no había escuchado nada. De igual manera me dio lo mismo. Entré a la sala. Pasaron las clases. Conversaba con Daniel de vez en cuando, pero no mucho debido a que el profesor de Historia era como el de Lenguaje. Más tarde toca el timbre y me quedo esperando a Eileen. La encontré bajando las escaleras y ésta llega animadamente, muy sonriente y saludándome. No sé que mierda la tiene tan feliz ahora. Ambos comenzamos a caminar por el patio del liceo y a veces dentro. El recreo era de diez minutos y mientras caminábamos, Eileen salió con el tema de Aura: ella quedó para comer con Aura al salir de clases y que invitaría a su primo, o sea, yo. ¡Maldita sea! ¿El mismo día en que quedé en blanco al chocar con ella? ¡Mal, muy mal, Eileen! Se suponía que debía ser en el momento más apropiado, pero la cagó más. Al fin y al cabo, algo me decía que era una idea buena… Es más, si no se puede hace una reunión como ésta en un día viernes, tendría que ser un miércoles, ya que ambos días salíamos temprano. En un fin de semana daba flojera y los lunes, martes y jueves me vería Diego y los demás. ¡Toca el timbre para entrar a clases! Daniel y yo nos sentamos donde siempre. Yo saqué mi MP4 y comencé a escuchar música disimuladamente en la clase de química. No me importaba esa clase. Es más, sabía que lo iba a reprobar o algo por el estilo porque no entendía ni un carajo. Más tarde toca el timbre de salida. Llegó el momento de la verdad. Me despedí de Dani y éste me deseó suerte para lo que se venía. Claro, le conté todo en la clase de química, cuando el profesor dejó a cargo unos ejercicios. La semana siguiente tocaría examen de química. Salí rápidamente de la sala, pero esta vez no me dirigí hacia el pabellón A; mientras caminaba por el pabellón C seguí recto hasta llegar al B. Ahí me dirigí al gran pasillo, juntándome con jóvenes de Tercero y Cuarto medio. Luego entré al baño y al salir estaba lleno de gente. Afuera me esperaba Eileen.
Ésta me agarra del brazo y me tironea por todo el gran pasillo, volviendo hacia el pabellón A. Por el camino me encontré con Xavi, quien también estaba siendo algo tironeado por la tal Ashley y ambos nos despedimos con una sonrisa tímida, mientras que ambas chicas parecían tener fuego en sus ojos. Eileen logra llevarme al piso final del liceo, lugar que no conocía y luego me lleva a una puerta que conducía a la azotea. Al abrir la puerta, Eileen me empujó porque yo parecía estar arrepintiéndome. Miré a la izquierda y Aura estaba ahí, sin entender el porqué aparecí bruscamente desde la puerta. Al verla, me paré de inmediato en pose formal frente a ella, con el corazón acelerado una vez más. Después sale a escena Eileen, cerrando la puerta de la azotea y dirigiéndose a Aura. Los tres nos mirábamos al uno al otro. Al parecer, yo era el más nervioso, mientras que Aura parecía haberle sorprendido mi presencia y al parecer, se había sonrojado un poco. Cuando Eileen se pone al lado derecho de Aura dirige la palabra:
Continuará |
Capítulo 11
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Encuentro Inesperado |
Un gran viaje por sobre todas las cosas.
Espalda sudada. Corazón acelerado. Nervios de punta. Sin saber qué decir. Con la mente casi en blanco. Jugando con los dedos de ambas manos. Escuchando una conversación con una voz conocida y otra que estaba conociendo. Sin muchas ganas de comer. Así estaba yo, sentado en el lado izquierdo de Eileen, aunque apartado un poco de ésta en un banco de la azotea. En el lado derecho de ella estaba Aura. Era muy tímida. Hablaba con una voz algo apagada, mientras que Eileen era la persona que animaba un poco más la situación. Yo no decía nada. Yo sólo estaba sentado, mirando hacia abajo y muy nervioso. Luego, Aura saca una canasta llena de sándwiches. Pasó la canasta para que Eileen y yo saquemos algo. Cuando mi prima me llamó para “despertar” mi silencio, salté alterado y le respondí con un rápido: “¿Qué pasa?”, casi con un rostro horrorizado.
Entonces, como detalle de amabilidad, Eileen y yo sacamos un sándwich cada uno para probar… Sí, era primera vez que los hacía… El pan casero sabía malo, el tomate no tenía sal, por lo que no sabía muy bueno, y el jamón no era el más apropiado para un sándwich. Solo la lechuga salvaba en aquel entonces.
Como comí demasiado rápido el primer sándwich, metiendo todo en la boca, comencé a atragantarme. Eileen se levanta de su puesto y comienza a ayudarme golpeándome en la espalda, mientras que Aura se acerca a mí para ayudar un poco dándome algo de café que ella había llevado. Finalmente, con la ayuda del café, pude masticar mejor y logré tragar todo sin problemas. Ahora los puestos se cambiaron: yo estaba en el medio, Aura a mi derecha y Eileen a la izquierda de mí. Aura se sentaba más cerca de mí. Ésta saca un pañuelo y comienza a limpiarme los alrededores de mi boca. Sorprendido por esto, salté alterado y me aparté un poco, quedándola mirando.
Aura y yo asentimos. Después nos dimos cuenta de que ambos quedamos solos. Fue ahí donde los nervios volvieron y el corazón bombeaba aceleradamente una vez más. Ambos no nos apartamos un poco, pero sí quedamos por un rato callados, sin saber qué decirnos y mirando cada uno al lado opuesto; por ejemplo, yo miraba a la izquierda y Aura estaba a la derecha. Después de un rato incómodo de silencio, Aura vuelve a sacar su canasta con sándwiches y rompe el silencio.
Cuando le dije esto, hice que Aura dibujara una pequeña sonrisa en su rostro. Aún no podía creer que ella estuviera sentada al lado de mí en un lugar como ese. Aquella azotea en el que estábamos es un lugar secreto y cualquier alumno no puede ir. Es más, está cerrado con llave. Solo el personal del establecimiento, los de limpieza y unos cuantos alumnos pueden entrar gracias a la “llave maestra” de la puerta. Al parecer, Eileen habrá pedido prestada la llave o pidió a las encargadas de la limpieza que les abriera la puerta. Después de la sonrisa de Aura, ambos comíamos algunos sándwiches silenciosamente. Aura rompió el silencio justo al darle una mascada a su sándwich.
Terminé dándole una sonrisa y reí un poco junto a ella. Ambos quedamos un rato más conversando a solas, conociendo nuestras edades, de qué colegio habíamos llegado, etc. Me dijo que tenía 13 años y vivía en Rahue Alto. Recordé el día en que la seguí junto a Diego y ambos llegaron a ese sector. Significaba que aquel lugar era su hogar, seguramente. Yo no dije nada, solo le respondí que vivía en Francke. Ella cumpliría los 14 años en octubre. Después de varios minutos llega por fin Eileen. Ella también comió algunos sándwiches y conversábamos los tres. Después de que los tres hayamos quedados satisfechos, con la canasta aún con algunos sándwiches, salimos del tejado de aquel lugar. Aura y yo bajamos primeros, mientras que Eileen se encargó de hablar con las encargadas de la limpieza. Cuando ya salíamos del establecimiento, Aura iba a la izquierda, Eileen en medio y yo a la derecha. El que sacaba temas era mi prima y el que hablaba menos era yo. Caminaba al mismo ritmo de ellas mirando el cemento todo el rato. Dejé a Eileen junto a Aura en el paradero del micro y continué mi camino solo hacia mi casa. El camino que tomé fue por el de siempre. Esta vez no quise por pasar por las calles, sino que por los árboles del parque. Por un rato me detuve y fui a por el portal. Quedé mirándolo por un momento. Recordé lo sucedido en aquel entonces en Hyrule. Recordé que desde aquel momento podía escuchar voces desde una gran distancia. Escuchaba sonidos de todo tipo, hasta el sonido de un viento totalmente tranquilo. A veces pensaba en cómo sería Términa. ¿Será más grande que Hyrule? Gentel había dicho que es un mundo paralelo a Hyrule. Me preguntaba siempre como será… Me preguntaba también si están un poco más calmadas las cosas. Me preguntaba si estaría bien la princesa, el rey, el castillo, el rancho y toda la gente de Hyrule. No tenía ganas de entrar a ese mundo. Llegué a mi casa. No comí nada porque aún estaba satisfecho. No encendí el televisor ni me senté en el sillón, tan solo me recosté en mi cama y encendí el MP4 para escuchar música. Mientras reproducía sinfonías pensaba en el encuentro de Aura. Si no fuera por Eileen no la hubiera conocido. No habría hablado con ella. Tan solo seguiríamos dándonos miradas todo el tiempo. De alguna manera, Aura y yo nunca hablamos en nuestro primer encuentro acerca de las miradas que nos dábamos. Yo tenía muy claro que ambos nos mirábamos todo el tiempo; ella también tendría claro eso. Pero no, ese tema no se tocó en ningún momento. Nuestra conversación pareció más una entrevista o simplemente una típica conversación de dos personas que están recién conociéndose, como aquella que tuve con Xavi en la escuela. De pronto, la sinfonía que escuchaba mientras pensaba en todo esto se detiene. Me levanté de la cama y fui al sillón. Me senté en él y encendí el televisor. Eran las 18:00 hrs. y pasaban una película infantil. No sé el porqué pero recordé la actitud de mi madre cuando yo era pequeño. Recordé el cariño que me transmitía, sus abrazos. Recordé el daño que me transmitía, sus golpes. Recordaba aquellos días de furia, sus gritos. Mi madre vuelve a ser la que era antes del nacimiento con Mateo. Era la típica mujer que ama a un hijo único y que lo protegerá y querrá como lo más preciado que llegaría haber tenido en su vida. Aquel amor de madre. Siempre pensaba en que eso me faltaba, incluso en ese mismo momento que miraba televisión. Cambié de canal y pasaban una serie de suspense. A las 18:00 hrs. era raro que pasaran algo así. Recordé los días de mi padre. Él era alguien tranquilo, que leía el periódico todos los días y escuchaba música en el cuarto de estar. Aquel hombre que tal vez ha sido engañado por mi propia madre. Ese hombre se convierte en un animal cada vez que la pobre mujer llega tarde del trabajo. El trabajo de mi madre consistía en recorrer casi toda la ciudad por cobranza para una fundación de menores con discapacidad y como trabajo extra sacaba la suerte o leía el futuro de las personas. Mi padre trabajaba en un supermercado, pero cuando yo tenía 13 años fue despedido por la traición de un colega de aquel trabajo. Desde ese momento mi padre cambió y se transformó en lo que era en ese tiempo de mis 14 años: perezoso, casi sin importarle lo que suceda con la familia y maltratador a su mujer por sospechas de engaño. Cambié de canal y pasaban comerciales. Mi hermano Mateo…. Yo fui quien quise tener un hermano chico, pero no tenía ganas de jugar con él. Ni siquiera de hablar con él. Yo lo quería. Estoy seguro que él me quiere. A veces siento que me odia y le caigo mal. Creo que toda la familia me odia. Tal vez mi madre no, pero creo que los demás sí. No les importo. Miré a mi derecha y estaba el velador. Recordé la cocaína de Bastián. ¿Era un buen momento? Arrepentimiento pero atracción, a la vez. Estaba con el control en la mano derecha, con el brazo derecho apoyado con el sillón. Miraba el cajón del velador. Arrepentimiento. Sentía que Bastián me quiere envenenar. Sentía que mi propio primo quiere hacerme algo malo. Quiere que sea más que una basura de mi propia casa. Tal vez con una adicción olvide a la gente. Olvide Hyrule. Olvidaría el cariño de otras personas. Olvidaría a mis amigos. Olvidaría incluso aquel muro. Pero no importa… Sé que aquel muro no la construyo solamente yo, sino que las otras personas también me ayudan sin darse cuenta. Aquel muro estaba creciendo. Eso hacía sentirme feliz. Cambié de canal y transmitían un programa juvenil. Aquella cocaína me llamaba, pero rechazaba. Escuchaba la voz de Daniel. También escuchaba la da Xavi. Escuchaba la de Eileen. Escuchaba la de Aura. Incluso escuchaba la de Diego, Cristián y los demás. ¿Por qué me hablan? Ustedes no están conmigo ahora mismo. Ustedes no están a mi lado susurrándome. Sus voces no me llevarán al velador. No permitiré que me obliguen a abrir cierto cajón y volarme del mundo. ¿Por qué no están conmigo? Necesito un abrazo. ¿Dónde estás madre? ¿Dónde estás padre? Mateo… No me sigan hablando, chicos del liceo. Ya no quiero escuchar más sus voces. No me sigan atrayendo a ese veneno de mi primo. ¿Quieren matarme? ¡Ya déjenme en paz de una puta vez! Televisor apagado. Sillón ocupado. Lámpara comenzando a encenderse que oscurecía. 19:00 hrs. El joven que ocupa el sillón se encuentra mirando el televisor con un papelillo aún con polvo blanco. Aunque esté mirando el televisor, en realidad su mirada está perdida. ¿Por qué miras la pared que está detrás del televisor? El muro aún le falta construcción. No te sientas presionado, estamos seguros que el muro será completado. Sonríele al muro. No le sonrías a la vida o terminarás odiado. No quieras a nadie más, sólo a tu propia madre. Usa la confianza cuando sea necesario, o terminarás traicionado. ¿No querrás ser la burla de todo el liceo? ¿Por qué no despiertas? ¿Por qué miras tanto esa pared? ¿Acaso hay dibujitos pervertidos o hay muchas Auras y Eileens en la pared? ¿Tienes algo de hambre? Tu estómago pide comida, amigo mío. Son las 21:00 hrs. Un tanto de polvo blanco ha desaparecido de su papelillo. Deja de mirar ese muro. Varios ladrillos están en ella. Sé feliz con la hazaña que haces. Tu idea está siendo un éxito. Si esto sigue así seguramente invadirá Hyrule. Genial, ¿no crees? Recuerda que cuya pared no es tu muro. Tu muro será grande y realmente difícil de destruir. Hombre ya, ¡despierta de una vez! No quiero terminar loco… Quiero que este muro termine de una vez… Aún le falta mucho, pero me siento feliz. La construcción está siendo un éxito. Será un muro realmente grande, con ladrillos de una calidad espectacular. ¡Nadie podrá derrumbar este muro! Estaré yo. Estaré solamente yo detrás de este hermoso muro. Nadie podrá hablarme. Nadie podrá verme. ¡Nadie podrá golpearme! Le tengo miedo a algo, pero no sé que… No creo que tenga que ver con la construcción de este muro. No, no lo creo… ¿Por qué me sentiría feliz pero con miedo a la construcción de este muro? El miedo debe provenir de otra cosa… Debe ser una cosa que ya conozca. No sentiría miedo por algo que desconozco. Ya no siento miedo a los golpes. Ya no siento miedo a los gritos. Ya no siento miedo a mi familia. No le tengo miedo a las heridas. ¿Entonces a qué mierda le estoy teniendo miedo? Siento felicidad pura con la creación de este muro. Por fin me apartaré de esos bravucones. Esos perros con rabia. ¡Por fin estará detrás de su reja! Por fin seré yo quien me ría de ellos. ¿Por qué el miedo? No lo entiendo. Termino mi cena a esas horas de las 22:00 hrs. Estaba en el primer piso. No recuerdo haber llegado ahí, ni siquiera recuerdo haber comido. Me sentía satisfecho y el plato que estaba frente de mí estaba sin comida. El tenedor y el cuchillo estaban usados. Necesitaba música. No cualquier música, sino la que tenía en mi MP4. Regresé a mi habitación y esta vez me recosté en mi cama una vez más. Coloqué los auriculares del MP4 y comencé a escuchar una nueva sinfonía. Pensé en regresar al siguiente día a Hyrule. Estaba decidido en tomar el tren y dirigirme a Términa. Quería encontrar el primer elemento antes de que sea demasiado tarde. ¿En qué lugar de Términa estaría el famoso Elemento de la Tierra? Si ese mundo es aún más grande que Hyrule… Pero no. No quería darme por vencido. Quería hacer lo posible para lograr cuidar de Hyrule y de Términa, tal como me dijo Glasse hace tiempo. Apagué el MP4, me quité los auriculares, puse todo en el velador, el cual solo tenía un papelillo de dos, e intenté dormir. Desperté al otro día con todas las ganas de ir a Hyrule. Al levantarme, agarré el MP4, encendí el computador y puse a cargar el reproductor. Luego fui a desayunar junto a mi abuela y madre. Al terminar me despedí de ambas, sin antes de que mi madre me diga que me cuide mucho y no visite tanto el “otro mundo”. Le dije que le haría caso una vez más. Quité el MP4 del computador y me fui. Mi madre me volvió a detener, esta vez en la entrada/salida de la casa. Se despidió con un abrazo. Yo también la abracé y le dije que no se preocupe, ya que estaría bien. Ambos nos apartamos y sonreímos. Luego me fui de la casa. No sabía que día regresaría. No sabía si llegaré en perfectas condiciones a casa. Tampoco sabía como estaba Hyrule. Me encontré con Eileen al salir de la casa. ¿Qué mierda? Ésta me detiene en el cerco del jardín.
Ambos comenzamos a caminar hacia la carretera que dirige al Parque Cuarto Centenario. Salíamos de la primera calle, luego por otra y finalmente llegamos a la carretera. Estábamos en la mitad y ésta no soltaba ni una sola palabra. Solo se mantenía comiendo las uñas de sus dedos.
De mala gana terminé aceptando. Eileen terminó agradeciéndome. De pronto, ésta me pregunta hacia donde me dirigía. No le dije que iba a Hyrule, así que terminé llevándola al parque y pasamos ahí un rato. Ambos conversamos y comencé a contarle las cosas que estaban ocurriendo en Hyrule. Ella comenzó a decepcionarse recordando que le había dicho que aquel mundo era un mundo maravilloso y tranquilo. Era verdad. Así era Hyrule cuando pisé por primera vez esas tierras. ¿Qué estará pasando ahora? ¿Por qué tantas explosiones, monstruos y demás? Esa pregunta no me la había hecho. La respuesta podría dármela la princesa Zelda. Más tarde, cuando eran las 11:30 hrs. aproximadamente, Eileen dijo que volvería a casa y preguntaría de nuevo por Raúl. Le deseé suerte para encontrarlo y le dije que también “ayudaría”. Terminó tomando el micro y volvió a su casa. Lo más curioso es que ni tocamos el tema de lo que pasó en el día anterior. Yo volví al parque tomando la dirección al portal. Entré en ella y volví a Hyrule. Volví al ex mundo maravilloso. Todavía recordaba aquella pradera verdosa, con un bello paisaje de fondo. Ahora tan solo está plagado de monstruos y lo verde limón está pasando a ser un verde oscuro, casi marchito. Podía escuchar los sonidos que emitían los monstruos al caminar, principalmente de los Bokoblins y de los Bomskit. No podía escuchar sonidos del rancho, pero sí parte de la ciudadela desde el portal. Sí podía oler claramente parte del rancho y la ciudadela. Al parecer, el olfato es aún mejor que el oído. Como siempre me dirigí hacia el Rancho Lon Lon. Saludé a Talon, Malon e Ingo amablemente. Me quedé con ellos hasta el almuerzo, o sea, hasta las 12:30 hrs. Luego fui a por mi habitación y me cambié de ropa, colocándome la típica de granjero. Tomé la espada Kokiri junto a su funda y lo coloqué en la espalda. Recordé el escudo Hylian. No recordaba su precio, pero necesitaría ese escudo al menos para viajar. Así que me dirigí a Kakariko tras despedirme de los granjeros. Caminaba tranquilamente y escuchaba claramente que unos monstruos se acercaban a mí por el sonido de sus pasos y por el hedor que tenían Aquellos que intentaban atacarme, yo mismo los aniquilaba. Aún sentía que otra persona me seguía. Aún sentía la presencia de alguien detrás de mí. Maldito presentimiento. Llegué a Kakariko. Llegué totalmente ileso, con la espada totalmente usada. Fui directo al bazar del lugar. ¡200 rupias! Ese era el valor del escudo Hylian… Maldita sea, debería estar recolectando y recolectando rupias para obtener tal escudo. Aunque por otro lado, estaba el escudo de madera que tenía un costo de 50 rupias. Se quemaba con el fuego, pero al menos servirá de ayuda. Además no era un artículo con una sola unidad. Así que decidido a encontrar 50 rupias salí del bazar. No quería llegar a Términa sin un escudo. Busqué por todo Kakariko a ver si encontraba algo. En el cementerio de Kakariko había un árbol con muchas rupias. ¡Ahí está lo que necesito! Así que me dirigí a tal árbol. Comenzaba a mover el árbol y varias rupias caían: una rupia roja, una amarilla, dos azules y unas veinte verdes. ¡60 rupias! Sin embargo, no solo rupias venían… Unas especies de murciélagos comenzaron a volar por todo el cementerio. “Ay mierda…”; al parecer eran Keeses, según lo que recuerdo de la información vista en el libro de monstruos, y eran más de 50. Corrí desesperado al lugar de donde había llegado. Finalmente salí del cementerio. Mientras corría, algunos Keeses se acercaban a mí, así que los iba aniquilando con un corte de la espada a cada uno. Terminé con al menos dos mordidas, aunque no dañaban mucho. Regresé entusiasmado al bazar y compré el escudo de madera. Era aún más liviana que el escudo Hylian. La mujer que atendía agradeció la compra y yo agradecí a ella por la venta. Salí sonriente con el nuevo escudo. El escudo era de madera, por algo su nombre. Era más pequeña que el escudo Hylian, pero era de un tamaño suficiente para protegerme bien. Aquel escudo decidí tenerlo en la mano todo el rato. No quería tenerlo en la espalda por ese rato. Salí de Kakariko y me dirigí rápidamente a la ciudadela, para luego ir a la Torre de los Dioses. Al llegar a lo jardines de la torre, la voz de la princesa se escucha detrás de mí. Esperé a que se acercara a mí. Nos saludamos y entramos juntos a la torre. Al estar dentro, con la princesa pudimos ver un tren que parecía estar convertido en piedra. Además, no veía alguna vía para que el tren logre moverse. Le pregunté a la princesa Zelda como “broma” si yo iba a viajar con un tren de piedra, pero esta solo me respondió diciendo “Espera” y mirando a un lugar con fondo totalmente negro. Desde el fondo apareció una anciana. La anciana parecía venir de un objeto parecido a un carrito que lanzaba algo de humo desde atrás. Miraba de reojo a la princesa de vez en cuando, sin entender lo que sucedía.
Mientras la princesa decía aquello, la anciana llamada Radiel estaba ya en frente de mí. Radiel me miraba cuidadosamente, como si ignoraba lo que le decía la princesa, mientras yo me sentía algo incómodo.
Al decir esto, Radiel se dirigió al tren y de pronto, unas vías comenzaron a aparecer debajo del tren. Además, este gran objeto dejó de ser de “piedra” y se mostró su verdadera forma: la parte delantera como el motor, detrás una especie de cañón y más atrás un vagón de pasajeros. Parecía que detrás de aquel vagón había algo más, ya que parecía estar rota. El tren tenía un diseño que me gustó. Era más chico de lo que creía, pero serviría para trasladarme. De pronto, un hombre se baja del vagón. Aquel hombre parecía vestir ropas de un maquinista, era alto y al parecer tenía una espada que lo llevaba en la pierna derecha junto a su funda. Radiel le habló a este hombre a solas, mientras que yo escuchaba todo lo que decían.
Al decirme esto, me reí un poco y luego la propia princesa acompañó mi risa. Radiel le había dicho que yo sería un pasajero muy importante después de tanto tiempo, así que debería tener cuidado. Además, escuché su nombre: Bigboy. Luego la princesa me interrumpió. Creo que debería disimular un poco más para la otra ocasión. Mientras reía con la princesa, Radiel llega junto al tal Bigboy. Este se presenta y me dice su nombre, aunque ya lo sabía. También saluda a la princesa, hincándose en muestra de respeto. Bigboy parecía ser un hombre serio, pero muy fiel. Tras una breve conversación entre los otros tres, me llevaron al vagón de pasajeros, mientras que Bigboy se encargaría de manejar el tren. Sentí que las vías se movieron para que el tren se dirija a otro camino, seguramente, Términa. La princesa se despidió de mí con un nuevo abrazo por parte de ella y diciéndome que me cuide. Radiel también pidió que me cuide y me dio suerte para mi viaje. Mientras viajaba y recordaba aquella despedida sonreía. El viaje sería largo, según la princesa. Tal vez llegaría al otro día, incluso. Ahora comenzaron más preguntas: ¿Por qué el tren estaba en piedra? ¿Cómo este chofer del tren estuvo todo este tiempo dentro y sin morir? ¿Cómo la princesa se dio cuenta fácilmente que escuchaba los susurros de Radiel con Bigboy? No lo sé. Tampoco sabía quien era realmente Radiel. ¿Por qué me dijo: “Te pareces mucho a él”? Ni siquiera me parezco a Bigboy. Bueno, tal vez no se refiera a él. Entonces… ¿A quién se referirá? No lo sé, tampoco. La pregunta de cómo será Términa aún seguía siendo un misterio. Llega la noche, no la madrugada. Más o menos entre esas horas de las 22:30 a las 23:00 hrs., Bigboy comenzó a hacer uso del cañón. No veía bien a través de las ventanas, ya que estaba oscuro. ¿Acaso hay monstruos en el camino e intentan atacar el tren? Que raro… Mientras viajaba con la luz del sol, veía pradera nunca antes vista. En el camino pasamos cerca de la región del Pico Nevado. Aquel lugar eran casi solo montañas y nieve, por lo que logré ver desde el vagón. En la pradera había grandes manadas de vacas y de otros animales. Esto sería información útil para los granjeros del Rancho Lon Lon, aunque el camino sería algo largo… Recordé lo que me dijo la princesa: el viaje sería largo y que llegaría en unos cuatro días. Si es así… Significaría que faltaría a clases una vez más. Desaparecía del mapa del mundo cruel de nuevo. Dejaría que el muro siga construyéndose por su cuenta. Mientras esté en Hyrule o en otro mundo, aquel muro seguiría construyéndose, pero no a la misma velocidad increíble como es en aquel otro mundo. Es mucho más lento al estar en otros lugares que no sea el mundo cruel. Lo bueno es que la construcción avanza. Mientras estaba en el tren, aún sentía que una persona me seguía. Ahora sí que es imposible que me estén siguiendo. Me quedé dormido durante la madrugada en el viaje. Bigboy seguía haciendo uso del cañón del tren, pero con menos frecuencia. El sueño no era uno que esperaba… El sueño comenzó conmigo estando en el liceo. Estaba parado solo en el gran pasillo del liceo, mientras todas las personas continuaban su camino sin importarles. Veía a Xavi junto a la tal Ashley caminando frente de mí. Veía a Eileen junto con Raúl en el pasillo del pabellón A, dándose besos. Veía a Aura siendo maltratada por Diego en frente de todos en el lugar donde se junta el grupo flaite, incluso estaba el director. Por una razón extraña, el director parecía estar riendo por el acontecimiento. Lo que es peor: el director no era el actual, sino que era mi profesor jefe. ¿Qué mierda? No aguanté más y me dirigí corriendo con furia hacia Diego para detenerle. Parecía correr y moverme, pero sentía que no avanzaba. De pronto, un destello dorado aparece en medio del gran pasillo. Me detuve y quedé mirando. Al parecer era el Cristal Dorado, pero no pude seguir viendo porque me volteé al otro lado al escuchar la voz de Daniel diciendo: “Aún no es el momento, Brett”. Era él. Estaba parado mirándome sin sonrisa alguna.
¿Qué habrá querido decir? No importó mucho en el sueño, ya que de pronto se sintieron múltiples explosiones desde fuera del liceo. El supermercado que está en frente del liceo estaba en ruinas, había llamas por todas partes, grandes rocas caían por todo la zona, nubes negras cubrían el cielo y la gente que caminaba tranquilamente en mí alrededor comenzaba a correr y gritar desesperadamente. Varios morían por culpa de las llamas, caída de rocas o derrumbamiento del establecimiento. Me acerqué a una ventana y pedía desesperadamente auxilio. En el patio, justo en frente de mí, un tranquilo Daniel estaba en medio del todo. Éste voltea y me queda mirando con la sonrisa de siempre. De pronto, una gran roca comienza a caer justo hacia él. Comencé a gritarle aún más desesperado para que salga de ahí, pero éste sonriente solo esperaba su muerte. Finalmente, la gran roca cae encima de él, escuchándose una fuerte explosión por la caída de la roca. Aquella explosión me hizo despertar. Estaba sudando frío. La explosión que escuchaba repetidamente provenía, quizás, desde el cañón del tren que estaba siendo utilizada por Bigboy todo el rato. ¿Qué significó ese sueño? Mejor dicho… “Pesadilla”. No lo sé. Había muchas rocas cayendo. Toda la gente del liceo corría desesperada, obviamente. Lo más curioso fue mi profesor jefe estando de director, Daniel diciendo que “No caigas en ella” y luego muy sonriente solo esperaba su muerte. Nunca antes en la miseria vida que tenía no había tenido un sueño como ese. Jamás. Luego me tranquilicé y continué en el viaje normalmente. Todo el resto del viaje transcurrió normal: nada de pesadillas y Bigboy usando el cañón de vez en cuando. Cuando era un miércoles por la mañana, el sol ya aparecía normalmente y Bigboy gritó: “¡Estamos llegando!”. No lo podía creer. ¡Al fin llegaré a Términa! Por fin conoceré ese mundo “paralelo” a Hyrule. ¡Ya era hora! Al mirar por la ventana, pude ver unas grandes montañas, aunque eran un poco más pequeñas que las del Pico Nevado de Hyrule. Al otro lado se veía un gran océano. Era un mar, no un lago como el Lago Hylia de Hyrule. Continuaba el camino y de pronto comencé a ver parte de la pradera. También pude ver una especie de cactus de color café a lo lejos, ubicado al lado izquierdo de las montañas. Tal vez no era un cactus gigante, pero tenía más o menos su forma. Veía muchas vías por todos lados de la pradera. Finalmente, Bigboy se detuvo en la parte de la pradera cercana a las montañas. Al bajarme solo vi un gigantesco muro.
Finalizó diciendo que ubicará el tren en otro lugar de Términa, ya que si lo dejara allí estorbaría el camino de otros trenes. Por supuesto; Términa estaba repleto de vías de trenes. Había vías debajo de las montañas y al parecer, la principal era la que recorría las murallas de la tal “Ciudad Reloj”. No revisé más y entré a la ciudad. Al parecer por la zona norte de la ciudad. Parecía ser el parque, ya que había una zona de juegos y varios niños ubicados en el área. Por una extraña razón, las camisetas de los niños estaban enumeradas. Me fui al sur de la ciudad. En la zona sur había una enorme torre. Según me dijeron tiempo después, era la Torre del Reloj, el monumento más importante de la ciudad y de Términa en sí. Estaban comenzando a construir la torre de un festival, ya que pronto comenzaría un carnaval de no se qué. Luego me dirigí al este de la ciudad. Al parecer, el este y el sur de la ciudad eran plazas. Aquí también había dos niños con camisetas enumeradas. Había una posada, la residencia del alcalde y varios lugares para jugar. Me quedé ahí, ya que Bigboy me dijo que debería entrar a la posada conmigo y tener un lugar para dormir en aquel mundo. En la posada había una mujer que atendía. Aquella mujer me pareció parecida, por alguna razón. Ésta mujer también me miraba varias veces, como si me hubiera visto en alguna ocasión anteriormente. Quedé en la habitación “Suite Cuchillo”. Agradecí a Bigboy una vez más y se fue. Me quedé viendo un poco la habitación y me di cuenta que era una posada sin muchos cuidados. Rato después salí inmediatamente de la posada, dejando la puerta cerrada con llave, y me dirigí al oeste de la ciudad. Este lugar parecía ser la zona en donde se venden y compran objetos. También había una zona de entrenamiento y la oficina postal. También estaba el banco, dirigido por un hombre extraño que se golpeaba las piernas al pasar en frente de él para llamar la atención, tal vez. Que tipo más loco. Aquel hombre del banco también se me hizo conocido. Salí a la pradera por la puerta oeste de la ciudad. Regresé a la pradera de Términa, teniendo cuidado con algún tren. Definitivamente, la vía principal era la que rodea la gran muralla. Fui al sur de la pradera. Al caminar hacia allí, pude ver un gran volcán morado al fondo de un lugar lleno de árboles. Parecía ser un bosque a simple vista. Al suroeste había otro lugar que pronto conocería: el Rancho Romani. Desde el primer momento en que estuve en Términa, no sabía el porqué, pero sentía que conocía ese lugar de memoria. Sentía que era más feliz incluso que en Hyrule. Me sentía hasta incluso en casa. No sabía bien el porqué de aquella sensación. Además, en Términa no había monstruo alguno. ¡Que bien se siente! Se siente como en Hyrule sin monstruo, aunque este lugar lo sentía más familiar. Todas estas sensaciones buenas son interrumpidas por el sonido de alguien corriendo velozmente y que, al parecer, se acercaba hacia mí. Al estar suficientemente cerca, sentí que una espada fue desenfundada. No sé cómo, pero este tipo intentó cortarme en dos dando un poderoso y rápido corte horizontal. Sin embargo, de una forma extraordinaria, logré esquivar saltando hacia atrás. ¿Cómo mierda lo hice? Ni siquiera ordené a mi cuerpo que hiciera eso. Tampoco sé saltar hacia atrás. Me quedé mirándome a mí mismo. La persona que me intentó atacar vestía ropas naranjas, portando una espada que iluminaba a la luz del sol junto a un escudo. Éste volvió a cargar contra mí. Recordé la vez que luchaba contra los Bokoblins, esperando a que cargue para luego usar mi cuerpo encima de éste y clavarle la espada en el estómago. Así que saqué mi espada y escudo e intenté usar aquella estrategia con este personaje. Como era más rápido que los Bokoblins, tenía que ir esquivando y encontrar el momento oportuno. Era rápido y muy hábil. Chocaba espadas con éste. De pronto, éste me hace un quiebre dándome un corte en el brazo izquierdo, para luego darme un fuerte golpe con su escudo en la cara. Caí el suelo y rápidamente rodé hacia un lado, esquivando un ataque clavando la espada hacia mí, pero éste habilidoso logró cancelar tal movimiento a tiempo antes de que su espada se atrape con la tierra. Mientras me levantaba, iba rompiendo sus ataques chocando espadas. De pronto, éste se aparta y me lanza el escudo con toda su fuerza hacia mi cuello. La fuerza del escudo me llevó hacia atrás y quedé trabado junto al escudo en el tronco de un árbol. Dejé caer rápidamente mis armas e intenté sacarme el escudo desesperadamente. El joven cargó hacia mí, preparando la espada para cortarme la cabeza. Me rendí y solo esperé la muerte con los ojos cerrados. Mientras escuchaba la corrida de éste y sentía el perfume de la espada y del joven, sin embargo, éste se detiene en seco. Todo quedó en silencio por un rato y solo escuchaba la respiración del joven y del viento. Abrí mis ojos en un par de segundos y no podía creer lo que estaba viendo…
Me quedé en silencio. Ambos quedamos en silencio. Nos quedamos mirando sin creer que éramos personas que jamás podríamos vernos en aquel mundo. Finalmente, terminé rompiendo el silencio diciendo: “Te he encontrado… Raúl…”. Continuará |
Capítulo 12
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El Viaje Inútil |
¡Espera! ¿Quién diablos es este tipo?
¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Qué demonios hace Raúl aquí? ¿Cómo ha llegado Raúl aquí? ¿Cuándo ha llegado? ¿Por qué ha venido a Términa? ¿Cómo mier…? Sosteniendo la espada con la punta hacia abajo, Raúl me miraba boquiabierto; yo también lo estaba, sin decir una palabra después de “Te he encontrado”. No era mi intención buscarlo, mucho menos encontrarlo, ¡y menos en un mundo como este! ¿Qué diablos hace vistiendo esas ropas tan extrañas? Se veía gracioso, pero… Tal parecía un guerrero de primera.
Raúl guarda su espada y se acerca caminando. Al estar frente a mí, toma su escudo y lo quita con fuerza del árbol. A continuación, este da media vuelta y se va. Mientras yo tomaba aire y recogía mis armas, le grité a Raúl para que no se alejara. Al no hacerme caso, corrí hacia él y lo tomé del hombro cuando estaba justo a él. Éste da una rápida media vuelta, da un pequeño salto hacia atrás y toma la empuñadura de la espada estando guardada. Estando así, en posición de guardia, me pregunta acerca de lo que quería saber de él.
¿Pero qué diablos? Al decirme eso, él da una media vuelta y se va. Yo no me quedé atrás, así que lo seguí. Al parecer, este notaba mi presencia todo el rato. Raúl, o “Linik” como dijo que lo llame, iba entrando a la Ciudad Reloj. En Términa, su voz cambiaba a un poco más grave, o lo otro será que por fin escuché bien su voz. Sus características faciales no cambiaban mucho, por eso pude lograr identificarlo de inmediato. Por lo que me daba cuenta, ambos no cambiamos casi nada en lo facial. También, Raúl/Linik tenía el cuerpo más robusto que en el otro mundo, igual como sucedía conmigo. Las ropas que llevaba eran naranjas, tal como lo dije anteriormente. Usaba también una gorra del mismo color, junto a un gran equipo consigo. Al parecer era un guerrero muy cuidado. Mientras caminaba detrás de él, mucha gente lo saludaba amablemente. Al parecer era muy conocido en la ciudad. Finalmente, éste termina llegando a la posada, el mismo lugar donde había quedado yo a dormir. Al contrario de mi caso, éste entra a la habitación del lado izquierdo de mi habitación. Al parecer era la habitación de los administradores de la posada, por lo que yo no podía entrar. Decidí volver a mi habitación. Ahí quedé todo el resto del día, pensando en lo sucedido. Finalmente cae la noche. Me dio algo de hambre, por lo que decidí ir a la cocina para buscar algo de comida. Cuando estaba de regreso, me encontré con Raúl/Linik.
Éste solo me saca una pequeña sonrisa irónica y queda esperando a que la tetera termine de hervir. En eso, decidí irme de la cocina, despidiéndolo. Él no dio respuesta. Al llegar a mi habitación, terminé de comer la marraqueta y dormí. Volví a tener un sueño. El sueño fue oscuro, no había casi nada de luz. Estaba yo, vistiendo unas ropas de color cafés con el mismo equipamiento que llevaba actualmente. De pronto, la torre “cactus” que pude ver desde el tren apareció frente a mí a lo lejos. A continuación, la herida del lado izquierdo comienza a sangrar y varios seres “muertos” aparecieron alrededor de mí. Parecían estar bailando o teniendo una clase de ritual. Tenía miedo. No sabía lo que sucedía. De pronto, una forma esquelética comienza a aparecer de la nada. El esqueleto hacía que se crearan tornados de arena en mí alrededor. Finalmente, de esta misma forma esquelética, se escuchó una furiosa voz diciendo “Vete”. Mis pupilas se dilataban y me di cuenta que frente a la forma esquelética, se encontraba un ser que flotaba. No podía ver el rostro del ser que parecía ser un humano, estaba muy lejos y además, emitía luz propia. Solo quedé mirando aquel ser y de pronto, los “muertos vivientes” se acercan a mí para intentar comerme. Cuando todo parecía perdido, desperté con sudor frío. Era un nuevo día. Los primeros rayos de sol comenzaban a aparecer. Era muy temprano. Era día jueves, según el mundo cruel. Según Hyrule o Términa no sabía que día era. Volví a preguntarme lo que fue ese sueño tan extraño. Es el segundo sueño extraño que tuve desde que regresé a Hyrule. No lograba entender mis sueños. ¿Por qué me estaban echando? ¿Quién diablos era ese ser que flotaba con luz propia? ¿Quién era ese esqueleto con forma humana que me echaba? Ni la menor idea. Pero si aparecía el famoso “cactus” gigante, significaba que aquel mensaje podría provenir de la zona donde está aquella torre. Pero mi misión era el elemento de la tierra, no investigar lo que pasa en mis sueños. Tomé mis cosas y salí de la posada. Al estar afuera justo en la puerta, pasé a toparme con Raúl/Linik, quien había salido de compras tempranamente.
Linik me entregó las algunas de las bolsas que estaba trayendo de las compras. No hablamos por el camino a la cocina, pero estando dentro Linik continuó con la conversación.
Ambos quedamos pensando en que tal vez no era una mala idea. Además, yo podría acompañarlo. Así que le pregunté si lo podría acompañar y éste acepta. Que bien. Ahora me convertiré en un “amigo íntimo” de alguien en quien creí que sería uno de mis peores enemigos en el mundo cruel. Estúpido destino. ¿Cómo pudo jugar así? Pero mi intención no era tanto en ayudar a Linik, sino que quería conocerlo mejor. Quería saber quien era en realidad. Como es él en realidad. ¿Y por qué no? El cómo se relaciona con mi prima. Aquella muchacha se encontraba preocupado por este joven que estaba en una misión, al igual que yo. Ahora desaparecía yo del mundo cruel, más preocupación para Eileen. Pobre chica… En ese mismo momento en que estaba con Linik en la cocina de la posada, ella estaría arreglándose para ir al liceo. También estaría haciendo eso lo demás. ¿Qué será de Aura? Aunque solo hablé con ella una vez, sentía que la extrañaba. Hasta podría decir que la extrañaba más que a Eileen. Hasta tenía un deseo de hablar con ella. No es normal… Después de desayunar en la posada misma, Linik y yo nos preparamos para ir a las montañas. Éste me dijo que estaban en verano, por lo que no debía de qué preocuparme con ropas abrigadas para viajar hacia allá. Me dijo que allí vivía la raza Goron de Términa. Los Goron en Hyrule vivían en una montaña, también. Aquella Montaña de la Muerte. Después de lo que me sucedió el día en que obtuve la extraña espada Kokiri, quedé con el pensamiento de que el nombre que le pusieron a esa montaña le iba bien… Demasiado bien, diría yo. Estuvo a punto de asesinarme con sus estúpidas rocas, pero por suerte apareció aquel personaje extraño que me salvó. Ese personaje… Aún sentía su vigilancia. Aún sentía que estaba vigilándome en Términa. Creía que estaba quedando loco. Por la tarde, una hora después de almorzar, Linik y yo partimos hacia las montañas. Debíamos tener un poco de cuidado con los trenes que se cruzaban por las múltiples vías en la pradera. Mi compañero se movía casi normalmente, sin problemas. Él me guiaba por el camino. Sentía la vigilancia del personaje extraño. Obviamente, salimos por la zona norte de la ciudad, así llegaríamos más rápido a las montañas. No hablábamos mucho por el camino y si lo hacíamos, sólo era para ayudar o guiar. Los monstruos que estaban en la zona pradera de las montañas eran Dodongos, según el libro que me dio la princesa Zelda. Había que tener cuidado de su aliento, según Linik y el libro. Al parecer, éste ya tenía experiencia con monstruos. Cruzamos casi sin problemas esta zona y comenzamos a subir un camino. En estas zonas había algo de nieve. Sin embargo, a medida que nos acercábamos a la zona de la montaña, la nieve no aparecía a gran cantidad. Linik me dijo que por las noches, mucha nieve cae por el camino que estábamos cruzando. En medio del todo se cruzaron unas gigantes bolas de nieve. Era un problema, no podíamos pasar, pero Linik ya venía preparado: sacó una bomba, lo puso entre dos bolas de nieve y las voló. Pudimos acceder sin problemas. Por el camino encontrábamos algunos Tektites, aquellos monstruos que saltaban al atacar. Estos eran un poco más lentos y sus saltos no eran para grandes distancias, como en Hyrule. Me estaba dando la idea de que los monstruos en Términa eran, quizás, más débiles que los de Hyrule. Tras caminar un poco más, Linik y yo llegamos al pueblo de la montaña, según él. No parecía un pueblo: solo había una casa. Aquella casa era la herrería de la montaña, según lo que decía el cartel que estaba fuera de ésta. El sol se podía ver fuertemente por toda la zona. Había algunos monstruos por el camino, como los Bokoblin. Estos estúpidos monstruos asquerosos no paran de cruzarse por mi camino… Me han jodido por todo Hyrule y ahora me joderán en Términa. Aquellos Bokoblin eran los mismos que estaban en Hyrule, por lo que en este nuevo mundo estaba ocurriendo lo mismo. La explosión que sintió la tal Anju son las mismas que sentí yo en más de tres ocasiones. La zona en la que estábamos conducía a tres caminos: el que veníamos, otro a un lugar llamado “Pico Nevado” y el otro al pueblo Goron. Si una persona pasa por el camino hacia el pueblo Goron, se encontrará con una gigantesca fuente. Se deberá pasar por varios puentes para llegar; si uno cae, simplemente caerá al agua. Ahora yo me pregunto realmente el porqué Linik quiso venir acá de nuevo. Así que mientras caminábamos camino al pueblo Goron le pregunté acerca de su objetivo. Éste me dijo que quería ir al Pico Nevado, ya que en ninguna otra zona de las montañas se ve algún hueco gigante que habría causado tal explosión. El camino no sería fácil, según él. Hay mucha nieve, el camino es mucho más resbaladizo que años antes y gigantescas bolas de nieve caen desde lo alto. Dice que hay gente que lo llama “bolas de nieve asesinas”, porque empujan a los viajeros hacia el acantilado. Esas bolas de nieve podrían ser destruidas sin problemas por un Goron que sepa hacer “saltos Goron”, porque hay ciertas brechas donde se necesitará sus saltos. Linik dijo que nosotros, que no somos Goron, no tendremos problemas para cruzar esas brechas. ¿A qué se referirá? Ahora entendía el porqué íbamos al pueblo Goron. Linik tendría que contactar con algún Goron para ayudarnos en la tarea de las bolas de nieve. Ese Goron limpiaría el camino y nosotros continuaremos sin dificultades. Así que llegamos al pueblo. Este lugar era grande, múltiples casas había en el pueblo. Linik dijo que antes era realmente pequeño, pero la cantidad de gente había incrementado increíblemente. Mi compañero dijo que nuestro destino es un lugar sagrado en el pueblo Goron en general: el Santuario Goron. El santuario no era muy grande, pero tenía un diseño propio de esta cultura. Varias vasijas con forma de un rostro Goron se encontraban en lo alto. Según Linik esas vasijas son reliquias. Ambos llegamos a la zona donde estaba un Goron algo anciano. Linik pidió al anciano que necesitaban a uno de su gente para ayudarlo en una misión. El anciano invita a Linik su sala privada y van a conversar. A mí no me dieron la entrada. Los Goron de esta zona eran un poco más amables que los de Hyrule, a simple vista. Mientras Linik conversaba con el anciano, empecé a pensar lo que estaría sucediendo en el otro mundo. Eileen no verá a Linik/Raúl después de un buen tiempo, por lo que se ven las cosas, y yo estaré desaparecido por un tiempo, también. Si yo llego a tardar menos que Raúl/Linik, ¿cómo lo haré para contarle algo a Eileen acerca de él? Tendré que preguntar a éste y que me haga una idea sobre qué decirle… También extrañaba a Aura. Tan sólo hablé con ella una vez, pero tenía ganas de hablar con ella. Tenía ganas de conocerla mejor, de alejarla del animal que tiene al lado. ¿Qué será de Dani y Xavi? Con Xavi ya casi no he hablado. Lo suponía; se juntaría con alguien de su curso y nuestra comunicación se alejaría. Aún así, ambos tendríamos claro que la amistad no se apagaría, solo la comunicación. Mientras que Dani… Bueno, él siempre estará sonriente, pase lo que pase. Términa y Hyrule… Aunque haya monstruos que intentan “dominar” los mundos, gracias a las “bellas” explosiones que están ocurriendo, siento que estos lugares son mucho más pacíficos que esas otras tierras del demonio, donde sólo soy molestado, golpeado y con ganas de alejarme de todos. Me pregunto cómo estará el muro. Se habrán colocado algunos ladrillos en estos días, pero como no han pasado tantas cosas malas y he estado en Hyrule y Términa, después de todo, muy pocos ladrillos han sido colocados; es más, incluso unos cuantos habrán caído al conocer a Aura. Quiero que el muro termine. Lo malo es que me alejaría de todos, incluso de mis amigos. Sin embargo, estoy realmente seguro de que con un muro estaré feliz por la eternidad. Linik tarda con el anciano. Unos seis Goron están en la habitación donde estaba yo. Dos como guardias en la habitación donde fue Linik con el anciano y los otros sólo estaban “dando la vuelta”. Me estaba sintiendo solo. No me daban ganas de conversar con los Goron. Son muy extraños a mi punto de vista, después de todo. Recordé a mi madre. ¿Qué será de ella? Seguramente seguirá siendo maltratada por mi padre. Ese hombre cada vez se ponía más feroz. Cada vez tenía menos piedad con la pobre mujer. Ella me cuidaba, ella me cuida, ella me gritaba, ella me golpeaba; a pesar de todo la amo. Debo protegerla, guste o no guste. Debo hacerle caso, es una adulta. Debo respetarla, así ella me respeta. Debo agradecerle por todas las cosas, ella es mi madre. Ella me dio la vida, menudo regalo. Vivir. Después de todo, ¿por qué estoy vivo? ¿Para qué necesito vivir? Una de las razones por la que vivo sería que la princesa Zelda necesita de mi ayuda. Ella quiere que junte estos elementos para después no sé que mierda ocurra. ¿Para qué quiere los elementos? ¿Qué se supone que haré con ellas después de juntarlas, si es que lo logro? ¿Acaso viviré eternamente? Antihéroe. ¿Por qué me llaman así? ¿Eso es lo que soy para los demás? No. Está claro que no. Para “Diego y su pandilla” soy una especie de cucaracha que muy pronto será aplastada por su fuerza bruta. ¿Pero qué soy realmente para las personas de Hyrule y Términa? Exacto, solo soy un Hylian más. ¿Qué soy para Raúl/Linik? El primo de la novia y un “intruso” dentro de Términa. ¿Qué soy para Xavi? Un amigo. ¿Qué soy para Daniel? Un amigo. ¿Qué soy para Eileen? Un primo. ¿Qué soy para Aura? Una persona que recién conoce. ¿Qué soy para mamá? El primer hijo. ¿Qué soy para Glasse? La persona que debe proteger. ¿Qué soy para la princesa Zelda? El antihéroe que debe encontrar cuatro elementos. ¿Qué soy para todos en general? Una persona. ¿Qué soy yo para mí mismo? … Aparece Linik con el anciano. Ya era hora. Mi compañero salió con una sonrisa y se dirigió hacia mí para llevarme a la salida. Quedamos afuera un rato. No hablamos, Linik tan sólo mantenía su sonrisa. Luego aparece el anciano junto a un Goron más robusto de los que había visto. Entonces, Linik, el Goron robusto y yo regresamos al “pueblo” de la montaña. El Goron debía tener cuidado con caer al agua en el camino de regreso, ya que según él y Linik, el agua es una muerte segura para todo Goron. Aquel Goron nunca dio su nombre e iba conversando más con Linik. Yo sólo acompañaba. A veces pensaba en que era mejor no ir a las montañas con Linik, sentía que yo era una carga. Sentía que yo sólo perdía tiempo valioso para encontrar alguna pista acerca del elemento de la tierra. Me daban ganas de decirle a Linik que yo me iría de las montañas, pero al querer hacerlo me arrepentía. Los tres caminamos sin dificultades. Linik tenía que encargarse de algunos Tektites, mientras que el Goron acababa con unos pocos de ellos y Bokoblin con tan sólo un puñetazo, sacando una potencia increíble, tanto en fuerza como en velocidad; una velocidad realmente veloz para ser de un Goron. Yo quedaba mirando casi sin poder creer lo que veía. Ambos parecían guerreros con gran experiencia, tanto Linik como el Goron. Me daba cuenta de que yo sólo era un principiante en todo esto. Yo nunca toqué la espada ni mucho menos el escudo en todo el viaje. Cada vez más sentía que sobraba. Si me pasaría algo, la culpa sería exclusivamente mía. Me convertiría en un estorbo. Lo que faltaría: ser un estorbo en Términa. Basta con ser uno el mundo cruel y ahora vendría Términa. No jodan… Los tres finalmente llegamos al camino peligroso que decía Linik para llegar al Pico Nevado de las montañas. Era un camino angosto, cubierto por mucha nieve en el lado izquierdo y caían bolas de nieve de lo alto. Era tal y como describía Linik anteriormente. Para saltar las brechas, el Goron tenía que rodar de una cierta distancia para comenzar a rodar, para así tomar el impulso necesario a una rampa y saltar normalmente. Había una rampa por cada lado, por lo que el Goron podría volver sin problemas. Así que el Goron hizo que lo tenía que hacer y luego, tocaría el turno mío y de Linik. Éste sacó un gancho de entre sus cosas y se enganchó a un lugar apropiado para llegar bien. Al hacerlo, me lanzó el gancho para hacer lo mismo que él. Logré hacerlo con éxito, sin siquiera haber entrenado antes. Linik me felicitó. Cruzamos la primera brecha. Antes de continuar, me di cuenta que el clima empeoraba y el cielo comenzaba a oscurecerse. Creo que el Pico Nevado no era un buen lugar para pasarlo bien, después de todo… Antes de continuar nuestro camino y el Goron se preparaba para rodar y destruir las bolas de nieve del camino, me concentré para aumentar los sentidos del oído y del olfato, para así escuchar lo que se viene delante y olfatear algo. Muy adelante, creo que calculando perfectamente ya el Pico Nevado, escuchaba vientos fuertes y unos pequeños sonidos familiares. Los vientos ran muy fuertes. Podía oler nieve, mucha nieve, un ambiente realmente helado, hielo. También podía oler un olor también familiar. Le dije a Linik que, tanto el clima como la cantidad de monstruos, no están muy buenas en el Pico Nevado. Éste me pregunta el porqué sabía eso; inmediatamente le respondí diciéndole que escuchaba vientos muy fuertes, olía a hielo y a pieles de distintos monstruos ya antes vistos por mí. Linik me queda mirando sin entender el cómo sabía estos detalles. Continuamos nuestro camino. El Goron iba rompiendo cada bola de nieve por el camino. El cielo oscurecía cada vez más. No sé si era cosa mía, pero al parecer las bolas de nieve eran cada vez más grandes. Linik había quedado más callado que antes mientras caminábamos. Él me dijo, en una de las pocas ocasiones que habló, que el camino al Pico Nevado antes era más corto, pero a medida que pasaba el tiempo se hizo más largo por “obra de magia”. Curioso. Habló por segunda vez con el Goron y luego se quedó callado todo el rato. Parecía muy pensativo. ¿Habrá quedado pensativo por lo que le dije acerca del clima del Pico Nevado? Quizás. Antes de llegar al Pico Nevado tuvimos que repetir el mismo proceso del principio otras tres veces: saltar por las brechas. Yo tuve algo de dificultad en la tercera vez (fueron cuatro), pero con ayuda de Linik logré subir. Le agradecí, pero éste sólo hizo una mueca como diciendo “de nada”. No hablaba. Al llegar al Pico Nevado sí habló. Él, el Goron y yo nos dimos cuenta de que lo había dicho yo era cierto: unas fuertes ráfagas de viento provenían de lo que parecía ser un “monumento” de hielo gigante, el cual se llamaba Templo del Pico Nevado, según Linik. A él y al Goron miraban con preocupación las ráfagas de viento. También había frío, mucho frío. Recordé lo que me dijo Linik acerca del frío: “No te preocupes. El verano está acompañando las montañas, así que no se necesitará ropas que nos abrigue”; estando en el Pico Nevado sí que se necesitaba ropa cálida… También había una gran cantidad de monstruos, tal como había dicho; la mayoría eran Bokoblins. Después de unos minutos le pregunté a Linik para saber qué haríamos; me responde que volveríamos. ¿¡Qué!? ¿Después de ese viaje por ese largo camino vamos a volver? Pero… Bueno, tendrá razón. Con las ropas que llevaba él y yo nos moriríamos de frío, además de intentar encargarnos con todos esos monstruos que se lograba ver… Sería poner la vida en riesgo. Así que tuvimos que regresar al pueblo de la montaña con la ayuda del Goron, una vez más. Cuando estábamos en el Pico Nevado todo estaba oscuro, como si la noche hubiera caído de un rato a otro. No se pudo ver casi nada debido a las gigantescas ráfagas de viento. El camino de vuelta fue igual al anterior, aunque esta vez no tuve dificultad en absoluto para usar el gancho, hasta ya me acostumbré a usarlo. Finalmente llegamos al pueblo. Linik agradeció al Goron por la ayuda, aunque igual lamentando que todo el viaje fue un gaste de tiempo. Era atardecer. Linik dijo que lo mejor ahora era regresar a la ciudad. Así que ambos nos alistamos y fuimos a la ciudad. Nuevamente mi compañero estaba casi en silencio. No hablaba mucho como lo hacía en el camino hacia el Pico Nevado. Cuando estábamos en la zona norte de la pradera, Linik y yo no nos encontramos con Dodongos, sino con otra clase de monstruo que parecía bolas de nieve gigantes con rostros de maldad. Su forma de atacar era lanza bolas de nieve. Algunas eran grandes y otras pequeñas. Cuando intentaban atacar, Linik y yo tan sólo nos protegíamos con nuestros escudos cada uno, así que salimos de la pradera sin dificultades. Llegamos a la ciudad. La noche recién había caído y las primeras estrellas comenzaron a notarse. Linik entró a la posada sin decir una palabra. Yo entré con él. Sinceramente, Linik se parecía a mí en el mundo cruel al llegar a casa, sin decir nada en absoluto e ir a la habitación de inmediato. Claro, Linik se fue directo a la habitación. Lo único que saqué en conclusión con su comportamiento es que no se conformó para nada del viaje. Él quería descubrir lo sucedido en el Pico Nevado, pero debido al crudo frío y las ráfagas de viento, él no pudo hacer algo en absoluto. Pobre Linik… Yo tampoco puedo hacer algo debido a que no sé nada sobre el paradero del elemento de la tierra, pero de manera extraña no me comporto como él. ¿Será que me da lo mismo el elemento o mi actitud es extremadamente contraria al que tengo en el mundo cruel? No lo sé… Cuando era la hora ya de dormir y la posada había cerrado hace horas atrás, la puerta de mi habitación sonó por pequeños golpes. Pregunté quien era la persona que me visitaba y escuché la voz de Linik. Entonces le abrí la puerta, pidió disculpas por la visita inesperada y entró con rostro pensativo a la habitación. Él se sentó en la cama de la izquierda, mientras que yo me senté en mi cama, la que está ubicada a la derecha. La izquierda es la más cercana a la puerta. Ambos quedamos casi frente a frente y mientras éste miraba el suelo y con pose de pensativo, empezó a hablarme.
“¡Adiós, felicidad! Te veré luego…”. ¡De todos los lugares de Términa tuvo que tocar el cañón Ikana! El mismísimo Linik dijo que era extremadamente peligrosa esa zona. ¿Cómo lo haré para salir de ahí sano y salvo? ¡Estúpido destino! Aunque como no conocía esa zona, preferiría ir a ese lugar que resistir un frío intenso como el del Pico Nevado. Después de que Linik me dijo eso, ambos quedamos en silencio. Entonces, Linik se levantó de la cama y se despidió con un “feliz noche”. Cuando cerró la puerta seguí pensativo en lo que se venía. Me recosté en la cama y seguí pensando. Finalmente me dormí. Al siguiente día amanecí aún pensando en el cañón. ¿Tan peligroso será esa zona que Linik no se lo toma como una broma ir hacia allí? Aún así, cuando me dijo que el elemento estaba en esa zona, él no dijo nada en absoluto. Esto lo interpretaría de dos formas: la primera es que quizás el querrá acompañarme y no tendré tantos problemas, mientras que la segunda es que ese silencio significaba que no tendría ningún chance para salir de ahí con vida. Vaya… Al levantarme fui directo al desayuno. Era viernes según el mundo cruel. La semana de clases terminaba en aquel entonces. ¿Cómo estarán todos en ese mundo? La misma pregunta una vez más. Mientras tomaba el desayuno, Linik no bajó nunca. Le pregunté a Anju si lo había visto y dijo que salió muy temprano en la mañana. ¿Qué estará tramando? Terminé de comer. Dejé mis cosas preparadas para que sean lavadas y volví a mi habitación para el reposo. Más tarde salí de la posada y me dirigí a la zona norte de la pradera de Términa. Recordé el viaje que tuve el día anterior. Me sentí algo estúpido por sólo gastar mis energías de gusto. Mientras estaba en la pradera, me detuve en un lugar y usé mi total concentración hacia mi oído para intentar escuchar. Lo que más escuchaba era los sonidos de los trenes. Escuchaba apenas algunas vacas desde el rancho del suroeste, escuchaba sonidos de la ciudad, escuchaba algo los sonidos que provenían del sur, el sonido del mar del oeste, hasta incluso volví a escuchar las ráfagas del Pico Nevado. De pronto, desde el oeste, escuché unos pasos de una persona que estaba a una distancia de unos 30 metros de mí. Abrí de inmediato mis ojos y miré hacia el oeste; lo que vi fue una persona con ropas amarillas, con un sombrero y una capa que se movía con el viento. ¡Era el mismo tipo de la montaña de la muerte! Una vea más no le vi su cara. Aunque… Esta vez el tipo estaba con ropas amarillas… ¿Qué diablos? ¡Hasta acá se acaba el misterio! Intenté acercarme a él caminando en un principio, pero de pronto éste da media vuelta y comienza a correr para escapar. Yo también comencé a correr. Ambos corríamos por la zona oeste de la pradera. Éste comenzaba a correr más rápido que yo. Quise superar mi velocidad. Quería alcanzarlo. Quería saber de una vez por todas quien era este tipo que me seguía. De pronto, quise concentrarme en mi velocidad. El deseo que tenía era de conocer a esa persona. Así que para eso necesitaba velocidad. De pronto, sentí mi cuerpo altamente liviano y las piernas se endurecieron, pero a la vez quedaron conectadas de una manera extraña pero sorprendente con mi cuerpo. Por ello, comencé a correr a una velocidad increíble. Era tal que nunca antes había visto a alguien correr tan rápido. No celebré mi velocidad que logré obtener, sólo estaba concentrado en la persona que iba a atrapar. Estaba cerca, muy cerca. Cuando estaba a unos tres o dos metros para alcanzarlo y estábamos en la zona sur de la pradera, alguien pasó a empujarme a propósito. Los dos caímos. Cuando me recuperé y miré hacia la zona donde corría el tipo ya no había nadie… Se escuchó una risa al lado de mí; era la de Linik.
Es imposible… ¿Cómo Linik no lo vio? Estaba… Estaba en frente de mí. Pasó en frente de él. Usaba capa y todo. ¡Cómo diablos no lo vio! ¿Quién…? ¿Quién es realmente este tipo que me anda siguiendo…? Continuará |
Capítulo 13
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Vidas Puestas en Juego |
¿Pero qué diablos con este lugar?
Recostado en mi cama de la Suite Cuchillo. La mirada clavada en el techo. Intentando entender el cómo Linik no vio al tipo de trajes amarillos. Así estaba yo durante la tarde de un viernes en Términa. No podía entender la situación. ¿Acaso es una especie de fantasma? Imposible. Él me salvó en la montaña de la muerte en carne y hueso. Era imposible que sea un fantasma destruyendo una gigantesca roca. Aunque… Esa sería la razón del porqué lo hizo tan fácilmente y el cómo salió de la montaña sano y salvo. Que personaje tan misterioso… Maldita sea. Recordé que estaba a punto de conocerlo, pero Linik tuvo que interrumpir la persecución. Si no hubiera sido así, pudiera haber sabido quien era realmente ese tipo. Rato después recordé lo que me había dicho Linik la noche anterior. Según él, el siguiente elemento se encuentra en el cañón. Bien, tendría que llenarme de valor para ir a esa zona, pero… A veces pienso en que tal vez esto de los elementos sea una tontería. Sin embargo, no quería fallarle a la princesa Zelda. Ella fue buena conmigo, después de todo. Hasta incluso se toma el tema en serio. ¿Tan importante será todo esto? No lo entiendo… Realmente no lo entiendo. ¿De qué servirán después de obtenerlos? Esa pregunta creo que me lo había hecho anteriormente a mí mismo. Llega la noche del día viernes. Un día flojo, sin acción y yo casi todo el día encerrado en la Suite Cuchillo. Empezaba a parecerse mi vida en mi casa del mundo cruel. No sabía si ir al cañón Ikana o dejar toda esta misión de lado. No quiero fallarle a la princesa Zelda, pero tampoco quiero perder mi tiempo en cosas tan absurdas. A Linik no lo vi por el resto del día. Quizá fue al Pico Nevado sin mí. Sabía que yo estaba estorbando y agotando mis energías en ese viaje. Nada más. Mientras estaba en la cena en la posada recordé el mundo cruel. No sé porqué, pero lo recordé. Me pregunto como estuvo la semana a Eileen, Xavi, Daniel y Aura. La primera estará preocupada por Linik/Raúl; Xavi estará disfrutando los días con la tal Ashley o quien sabe; Daniel estará con su típica sonrisa y a solas en los recreos; mientras que Aura… Estará incómoda al lado de Diego, el perro con rabia, como siempre. O tal vez estará con Eileen. Ellas se convirtieron en amigas, así que dudo que Eileen la deje de lado y que todo lo hiciera sólo para hacer que yo me acercara a Aura. Terminé mi cena y no veía a Linik. No me importaba. Tan solo fui a mi habitación y me recosté de nuevo. No había televisión en Términa, al igual que Hyrule. Sin embargo, por lo que parecía, Términa estaba siendo más avanzado tecnológicamente que Hyrule. Había luces neón en algunas tiendas y carteles de las tiendas del este de la ciudad, se usaban algunos objetos con electricidad para construir y así sustituir los materiales típicos de trabajo, entre otras diferencias notables. Las construcciones no eran básicas. No usaban sólo madera para construir. Por las noches, la ciudad se veía increíblemente iluminada. Los niños no jugaban con juegos básicos, usaban incluso objetos parecidos a los del “mundo real”. Hasta las vías de trenes se manejaban por sí solas con electricidad, sin necesidad de un vigilante. Todo perfectamente con la electricidad. Yo sólo hablé de la ciudad y la pradera, ya que no conozco perfectamente las otras áreas. Me quedé dormido en mi cama de la Suite Chucillo y desperté al siguiente día. Como toda una vida normal, bajé al primer piso y desayuné. No vi a Linik una vez más. Volví a mi habitación después de comer y pensé en viajar al cañón Ikana sí o no. Si lo hacía me quedaba, si no lo hacía volvía a Hyrule, para luego volver al mundo cruel o quedarme un tiempo en Hyrule. Era sábado. Todos los jóvenes del mundo cruel están en descanso al tratarse de estudios. Si quería volver a ese mundo tardaré hasta el miércoles o jueves de la semana siguiente. Perdería otra semana más de clases. Seguiré preocupando a la gente que se preocupa por mí, que son pocos. Decidí por un “sí” a ir al cañón Ikana. Así que salí de la posada y me dirigí al este de la pradera. En esta área no se encontraban monstruos. Hacia el lado sur del este de la pradera se encontraba una especie de observatorio, ya que había un gigantesco telescopio. ¿Cómo se puede llegar allí? No había puerta alguna. Es más, sólo había gigantescos cercos que cubrían los alrededores del observatorio. Y así creía que yo era uno de los más aislados del mundo... Mientras estaba en la pradera volví a sentir la presencia de una persona que me vigilaba. Seguramente era el mismo tipo de ropas azules/amarillas. Miraba a mí alrededor, pero no veía a nadie. Sentía su mirada por todas partes, pero no encontraba a alguna persona que estuviera mirándome a lo lejos. A la mierda con todo sobre él, me voy al cañón Ikana. Caminé por un camino que llevaba al cañón. En principio del camino, el cual está cerca de la ciudad, se encuentran varios pilares de gran tamaño, con un diseño único y extraño. Pareciera que arriba de cada pilar se encontraba algo, pero tal vez era cosa mía. Continué caminando y llegué más adentro del camino al cañón. También había unos cuantos pilares, algunos intactos y otros caídos. El sol iluminaba, pero a medida que caminaba más y más, el ambiente se ponía tenso, frío y hasta sombrío. El sol comenzaba a desaparecer de a poco. Unos pocos vientos casi invisibles comenzaban atormentarme. A medida que iba caminando, comenzaban a aparecer unos cuantos monstruos. Estos tenían formas esqueléticas, idénticas a la forma esquelética del reciente sueño oscuro, pero estos eran de un tamaño mucho más pequeño. Me di cuenta que para llegar definitivamente al cañón había que subir a una zona mucho más alta. Me era imposible, ni siquiera había alguna escalera para subir. Que desperdicio… ¿Entonces cómo diablos Linik logró llegar al cañón? No tuve otro remedio más que quejarme al saber que perdí mi tiempo y volví a la ciudad. No podía hacer nada para llegar al cañón. Necesitaba contactar a Linik para saber el cómo hizo en subir a esa zona tan alta del camino. Él está totalmente bien equipado, así que no tendría problemas para subir. Necesitaba su ayuda. Fui a la posada y pregunté a Anju acerca de Linik y me respondió diciendo que él le dijo que iba a ir por una pequeña misión después del desayuno. Pequeña misión, ¿eh? ¡Claro! El Pico Nevado. Agradecí la información de Anju y me dirigí a las montañas en busca de Linik. Las 12:00 hrs. del día. Se toca la “alarma” del gran reloj de la gran torre de la ciudad. Se tocó mientras yo estaba ya en la zona norte de la pradera de Términa. Aún sentía la presencia de ese alguien que me observaba. Ya no me importaba. Quería buscar, encontrar y hablar con Linik. Quería que me ayudase a entrar al cañón. Terminé llegando a las montañas sin dificultades. La nieve se sentía con un poco más de intensidad en el camino a las montañas y en el pueblo de la montaña en sí. Encontré a Linik sentado en la entrada de la herrería. Al parecer estaba esperando algo o a alguien. Al verlo fui corriendo hacia éste.
Linik suspiró y agachó un poco la cabeza. Se notaba su preocupación por mi viaje hacia ese lugar. Volvió a repetir su última frase, mientras que yo lo quedaba mirando nada más. Finalmente, éste devuelve la mirada con un “Está bien”, sonríe levemente y saca el gancho que tenía en una parte de su equipo de viaje. Le pregunté el porqué me pasó el gancho y éste de inmediato me responde que debía engancharlo en algunos tocones que se encontraban en la zona alta. No recuerdo haberlos vistos, pero de igual manera agradecí su ayuda y me fui, sin antes preguntarle el porqué estaba ahí: esperaba que su espada sea un poco más afilada y se iría a la ciudad, ya que no podría avanzar su viaje por las montañas sin la ayuda del gancho. Con el gancho en manos me fui contento de las montañas. Antes de ir al camino hacia el cañón decidí volver a la posada y comer algo. Anju había preparado la comida para su abuela, quien contaba cuentos a sus visitantes. Como la abuela no comía mucho, a Anju le sobró un poco, como de costumbre. Así que decidió darme parte de la comida. Comí con gusto, aunque la comida no era muy masticable. Quizás la abuela de Anju no tenía muchos dientes… Después de comer fui a reposar un poco a mi habitación de la posada. Me pregunto cuan peligroso será el cañón que a Linik le preocupa tanto mi viaje hacia ese lugar. Si voy al cañón… ¿Será probable de que arriesgue mi vida? Debo recordar que no voy a ese lugar solo por el hecho del famoso elemento ese, sino que voy por “órdenes” de la princesa Zelda. No quiero defraudarla. Quiero que crea en mí. Quiero que sepa que contará conmigo en lo que quiera. Así que mi decisión ya está tomada. Iré por ese elemento cueste lo que cueste, aunque mi vida se ponga en juego. Además… ¿Para qué realmente estoy con vida? Fuera el reposo y retomé mi viaje hacia el cañón. Parecía estar lejos, pero tan solo estaba a casi unos pasos de la ciudad central de Términa. Sábado por la tarde: “arriesgar” mi vida por el elemento y si lo llego a obtener, hacer feliz a la princesa. Eran las 15:26 hrs. según el reloj de la posada. Al parecer, la hora de allí era igual al del mundo cruel. Había pasado mucho tiempo desde que el gran reloj de la ciudad había sonado, así que tal vez yo tenía razón. Caminé por el mismo camino anterior. El clima era tenso mientras estaba más al fondo. Finalmente llegué justo a la zona donde uno podría ser capaz de llegar a la zona alta con “ayuda” del gancho, según Linik. Busqué si había algún tocón para engancharme hacia él. Lo terminé encontrando. Estaba casi en medio de la zona alta. Usé el gancho, apunté hacia el tocón y me enganché con éxito hacia éste. El gancho me llevó a la zona alta y logré llegar a la “segunda parte del camino al cañón Ikana”. En esta zona se hallaban varios de esos monstruos esqueléticos que el libro entregado por la princesa Zelda no explicaba ni mencionaba sus nombres. Corrí con valor hacia el cañón, desenfundé la espada y eliminaba los “esqueletos bailarines” que se cruzaban. ¡Crucé todo! ¡No tuve tantas dificultades! Esos esqueletos sólo perdían su tiempo vagando en el camino. Con tan solo dos cortes con la espada a cada uno y se eliminaba. Terminé llegando al cañón. El valle era gigantesco. Yo estaba en una zona con césped. En frente había una corriente que llevaba a no sé donde. Desde la izquierda provenía la cascada que creaba la corriente, aunque precisamente no se ve al entrar al cañón. Detrás de la cascada se veía una cueva que lo pude ver tiempo después de llegar por primera vez al cañón. A la derecha de la “entrada” al cañón, la corriente llevaba a la persona que cae a éste a otro lugar desconocido. En la zona con césped se hallaba una cueva que estaba totalmente sellada. Nunca pude entrar en ella. Frente al cruce de la fuerte corriente había un puente que llevaba a un tocón. Si uno iba a ese lugar y miraba a su izquierda, notará una gran variedad de tocones por distintas repisas. Parecían tener el diseño perfecto para llegar a lo alto del valle. Que lugar tan extraño. Parecía estar todo diseñado para algo. Era casi todo “perfecto” para la llegada de un visitante. El ambiente del cañón era sombrío. Parecía que no había nada vivo a simple vista. No había sol, no había una nube en absoluto. El cañón ya estaba siendo extraño… Desde el lugar en el que estaba al llegar al cañón, podía notar a lo alto del valle la gran torre con forma de cactus. Como estaba más cerca pude notar claramente que estaba hecho de piedra. Debajo de esta torre parecía notarse una especie de fortaleza. En medio del todo se notaba unas especies de trompetas gigantes. ¿Qué mierda? No se veía perfectamente desde tal distancia, pero más tarde descubrí que estaban encima de una casa y podían reproducir una música que se escuchaba por todo el cañón. Menudo valle… Era todo tan extraño al pisar por primera vez. Concentré mi sentido del oído para escuchar algo, pero solo escuchaba gruñidos extraños a lo lejos y pasos lentos de personas. Empezamos con cosas extrañas. Luego concentré el sentido del olfato y todo se vino feo: olía a sangre, olía a pudrición, a cuerpos descompuestos, a un viento “oscuro” feroz que llegaba a decirme que me aleje de esta zona, etc. ¿Pero qué demonios es este sitio? Dejé de oler y me di cuenta que yo estaba respirando agitado. No me sentía bien. No bien de “mal”, sino que incómodo. Sin embargo, yo no estaba ahí por visitar el cañón, estaba por el elemento de la tierra. Así que decidí caminar un poco. Cuando me acerqué al puente, pude ver un sujeto que caminaba por la zona derecha del valle. Estaba encapuchado y al parecer se iba del cañón. Decidí acercarme a esta persona. Parecía tener vida. No quise concentrar mis sentidos para hacerme una idea de quien era, tan solo fui sin pensar hacia esta persona. Al acercarme lo suficiente, lo saludé. Al oír mi voz, esta persona se detiene y mantiene su rostro cubierto por la capucha. Yo tan solo podía ver sus piernas y sus descalzos pies; estaban de un color piel muerto, casi llegando a verde, púrpura muerto o blanco. Por estos detalles me arrepentí un poco de hablarle, pero éste toma la palabra.
Al decirme esto me sorprendí, tanto que no supe qué decir. No me quedó más remedio que decirle la verdad.
Era una mujer con ya mucha edad, ojos marrones gastados y su barbilla era algo larga, pareciendo una bruja.
La seguí, saliendo del cañón y regresando al camino con el que había llegado. Los monstruos esqueléticos no se nos acercaban. No entendí el porqué no nos hacían daño. Después bajamos con la ayuda de mi gancho, enganchándose a un tocón de la zona baja del camino, tomamos un camino hacia la derecha y llegamos al cementerio de Ikana, según ella. La señora me llevó a una casa que se encontraba casi en la entrada del cementerio. La casa tenía pinta desde fuera que era muy pobre, hecho solo de madera, con un tejado de lata y por dentro tenía tan solo tres habitaciones: cocina/comedor, dormitorio y baño. El dormitorio se encontraba al fondo y el baño a la derecha desde la entrada. La casa tenía varios adornos extraños, como esqueletos, cuadros con dibujos raros, papeles con información de unos seres extraños, etc. El ambiente estaba bajo cuidado por un incienso, el mismo olor que tenía las ropas de la anciana. Ella me invitó a sentarme en una de las sillas de su mesa comedor y me invitó a comer algo que ella estaba comiendo. Era una cosa que aparentaba ser asqueroso, así que no quise acompañarla a comer. Mientras ella comía, ya sin capucha y mostrando su largo cabello canoso sin cuidado o arreglado por algún objeto, comencé a hablarle.
Ambos quedamos en silencio cuando dijo eso. Finalmente decidí destruir el silencio con una pregunta que me traje desde Hyrule.
Nuevamente quedé pensativo en lo que me dijo. ¿Qué quiso decir con todo esto? Decidí hacerle caso, sin saber realmente lo que me quiso decir y me fui. Tomé un poco de aire y volví a hacer lo mismo que antes: ir al cañón Ikana. Así que usé el gancho de nuevo y los monstruos esqueléticos volvieron a intentar atacarme. Yo los iba eliminando fácilmente con la espada, dándole tan solo dos cortes horizontales a cada uno. Llegué de nuevo al cañón. ¿Continúo mi camino o no? No sé si esta mujer se refirió a lo último relacionado con los elementos o no. Si era así, lo mejor sería volver a Hyrule o al mundo cruel. Lo malo es que dejaría la misión y la princesa Zelda ya no confiaría en mí… Terminé concluyendo que la anciana se refería a otra cosa, así que decidí continuar mi misión. Aunque no sepa a lo que se refirió, de igual manera continuaré la búsqueda del elemento. De a poco intentaba acostumbrarme al aire del valle de Ikana, pero era algo difícil. Solo lo intentaba. Continué lo que estaba haciendo antes de conocer a esa mujer que no le sabía su nombre: cruzar el puente y usar el gancho hacia los tocones. Esa sería la forma que usó Linik para escalar el valle. Sin embargo, cuando llegué al otro lado del puente, aparecieron unos monstruos de la nada del agua, los cuales me disparaban unas cosas raras. Recuerdo haberlos vistos en el libro de monstruos: recuerdo que tenían de nombre “Octorok”, el mismo nombre de esos monstruos rojos que vi en el bosque de Farone; pero estos son acuáticos, de tamaño mucho más grande y de color entre azul y púrpura. La única forma para esquivar sus ataques era usando el escudo, así que usé mi escudo para protegerme de sus proyectiles. No podía atacarlos, ya que estaban en el agua. Pero recordé que tenía el gancho… Así que usé el gancho en uno de ellos, pero éste se escondió. Como me concentré en uno solo, el otro Octorok aprovechó de atacarme. “Hijo de la gran…”; no podía hacer nada, solo usar el gancho rápidamente hacia el tocón más cercano de la repisa más cercana. Eso hice. Logré subir una repisa y el Octorok más lejano se escondió, mientras que el más cercano solo quedó mirando. Como acto de victoria y burla, le levanté el dedo de en medio de mi mano derecha hacia el Octorok que me miraba y sonreí irónicamente. “Uh, que malote”, pensarán ustedes, pero al menos lo “vencí”. El golpe que me dio el proyectil del otro que se escondió, quien era el más lejano y se tuvo que esconderse al subir la repisa, me hacía doler la espalda. Sus ataques sí eran dañinos. Así que me quedé reposando un rato en la repisa recién escalada, esperando a que el dolor se calme un poco. Mientras tanto, el Octorok que estaba cerca aún me miraba, sin hacer nada. No podía atacarme el inútil. Tal vez estos monstruos eran los primeros de varios. Seguramente el valle estará lleno de monstruos. Después de un rato me levanté y retomé el viaje. Volví a usar el gancho para engancharme en los diferentes tocones que estaban en cada repisa. Cuando estaba ya en la tercera más alta, el Octorok que miraba ya había desaparecido. Tuve que subir unas siete repisas y la octava era el valle alto. Cuando completé la subida y contemplé el “paisaje” del lugar… Sólo quedé boquiabierto. Varias momias estaban esparcidas por todo el lugar y unas aves extrañas que estaban cerca de mí intentaban atacarme, pero yo los acababa con tan solo un corte de espada. El número de momias aumentaba en la zona donde estaba la “fortaleza” y podía ver de lejos unas cuantas en un sector más alto, donde estaba la entrada a la torre de piedra. ¿Qué mierda es este lugar? Por lo que se veía a simple vista… No había nada vivo. Esas aves que intentaban atacarme los había visto en el libro de monstruos, pero no recuerdo su nombre. Tenían el pico largo de color naranjo y el pelaje era un color azulado, muy oscuro mezclado con algo de púrpura oscuro, también. Las momias también las había visto en el libro y recuerdo algo de su nombre: tenía que ver con “Dead”. Eran de color café y con tan solo ver la forma en que estaban parados, se veía que eran muertos en vida. Menudos monstruos que encontré en Ikana… Lo único “vivo” que encontré en esta zona era la casa que estaba en medio del todo. Esa casa es la que tiene el gigantesco reproductor de música encima. En ese instante no se escuchaba música alguna. Decidí caminar hacia esa casa con cuidado. A veces olía a sangre en el camino, olor que desagradaba un poco. El ambiente a muerte en el valle se sentía con más intensidad en esta zona alta del cañón Ikana. Hacía mi esfuerzo en resistir todo esto, pero a veces me sentía mareado. Varias momias estaban a una distancia algo cercana de la casa, pero no era lo suficiente para que me vean. Llegué a la casa. Toqué la puerta. No la abrían por un momento. Sin embargo, cuando quise mover la manilla de la puerta para entrar sin permiso, me di cuenta que la puerta estaba totalmente abierta. Así que entré a la casa. Tenía un diseño bastante vivo la casa; por fuera también lo tenía. La casa era pequeña. Al entrar se encontraba con una mesa y tres sillas, con varias cosas de cocina alrededor. Había una escalera que conducía a un sótano. Así que decidí bajar sin permiso. En esta zona había dos camas y papeles de todo tipo de información de unas cosas que no veía nunca. Mientras leía un papel que investigaba acerca de una raza llamada “Garo”, la puerta de la casa se escuchó. “Mierda, mierda, mierda”. ¿Qué diablos es lo que hago? En el primer piso se escuchaba una voz femenina cantando una melodía. Nunca antes la había escuchado, pero la canción era algo cómica. Después se escuchó la escalera. Oh, no… Cuando la muchacha bajó del todo no me vio, tan solo agarró unas cajas e intentó subir, pero al subir el segundo peldaño de la escalera… Sus pupilas se dilataron, las cajas se le cayeron y un feroz grito de susto se escuchó por toda la casa.
No me quedé ahí. La seguí corriendo también. La chica, que tenía casi la misma edad que yo, salió de la casa, por lo que tuve que salir, también. Como ella corrió sin rumbo, una momia, desde el sector derecho al valle (lugar donde está la fortaleza pero la momia estaba más apartada a esta), la vio y la inmovilizó. ¿Pero qué rayos? Quedé sorprendido por tal escena. ¿Acaso esos monstruos inmovilizan a sus presas? La momia se acercaba a esta, mientras que la chica no podía moverse. Como acto de culpa mía y de apuro, fui corriendo a una velocidad increíble hacia la momia, una velocidad idéntica a la que saqué cuando perseguía al personaje extraño en la pradera de Términa. Cuando la momia no alcanzó siquiera mover su cabeza para inmovilizarme, yo ya lo tenía inmóvil debido a que le daba múltiples cortes con la espada. La chica dejó de estar inmovilizada y cayó, mirando como yo acaba de a poco con la estúpida momia. Finalmente terminé acabándolo. La chica, que no podía creer tal escena y respiraba agitadamente, me miraba sorprendida. Yo le sonreí y me acerqué a ella, pero ésta aún me tenía “miedo” e intentó alejarse.
No sabía el porqué reaccionó así. Después de que ésta terminara de verme asustada, primero miró de reojo a la derecha y luego movió su cabeza lentamente hacia la misma dirección, donde estaba el ReDead recién eliminado. Sin embargo, cuando miré hacia allí también, no creía lo que estaba viendo… ¡Nueve ReDeads acompañaban al recién eliminado y se acercaban unos cuantos más! Lo peor es que estábamos cerca de ellos… “¡¡¡Mierda, mierda, mierda!!!”; la chica y yo gritamos de susto y de inmediato nos levantamos, para ir corriendo a la casa de ella. Llegamos a salvo y cuando estaba dentro a punto de cerrar la puerta, miré hacia fuera y los ReDeads que “acompañaban” al que eliminé, volvieron en sí para regresar a sus puestos. Si la chica y yo no nos hubiéramos dado cuenta de ese detalle… Yo simplemente no les estaría contando esta historia. Terminé sentado en una de las sillas de la mesa de la casa. Estábamos en silencio. Creo que yo era el que estaba más asustado por la escena, ya que la chica, al parecer, ya sabía que los ReDeads hacen eso cuando un compañero es eliminado. Yo estaba con los brazos puestos en la mesa y mirando hacia abajo; a veces miraba de reojo a la muchacha. Ella estaba sentada en otra silla, jugando con un vaso de vidrio y mirándolo. Hasta que finalmente llegó la hora de romper el profundo silencio invadía en la casa.
Ambos nos quedamos en silencio por un rato. Ella volvió a jugar con el vaso y para cambiar el tema, decidió decirme su nombre, diciendo también como excusa que se le había olvidado decírmelo; se llamaba Prímula. También le di mi nombre. Tenía trece años, en aquel entonces. Aunque tenía casi la misma edad representaba un poco menos, alguien de once años. Aprovechó de disculparse por su actitud que tuvo al verme por primera vez dentro de su casa, pero dije que no se preocupara, que la culpa fue mía al entrar sin permiso. Prímula tenía el pelo gris, ojos de color azules oscuros, su pelo era tomado con dos coletas rojas, era delgada, más baja que yo y vestía a menudo ropas infantiles. Quedamos conversando los dos, hasta incluso entre risas en algunas ocasiones, hasta que cayó la noche y el padre de Prímula no regresaba. Ella se veía muy preocupada por él, aunque evitaba su preocupación para que quizás yo no me sienta incómodo. Aún así yo me daba cuenta. En algún momento yo quería irme. No estaba en el cañón Ikana para visitar a esta chica, iba por el elemento de la tierra. Sin embargo, no quería dejarla sola. Quería al menos esperar la llegada de su padre e irme. También hablé con ella acerca del elemento de la tierra, pero no tenía ni idea de lo que le hablaba. Dijo que quizás su padre sepa algo. Sí, él deberá saber “algo”. A pesar de que investigue eso de “no-muertos”, quizás habrá descubierto algo interesante acerca del elemento de la tierra. Recordé aquel sueño reciente. Las momias que bailaban o hacían cosas extrañas alrededor de mí eran ReDeads. También recordé el esqueleto gigante que me echaba, pero no lo veía por ninguna parte de Ikana. ¿Tendrá que ver algo con la fortaleza? Espera… Aún no sé quien era esa cosa que emitía luz propia. No entiendo mi sueño. Solo entiendo que tenía que ver con Ikana: simplemente por la razón de los ReDeads y el esqueleto gigante, ya que los esqueletos vivientes “normales” los había vistos en el camino al cañón Ikana y son idénticos al gigante del sueño. No regresaba. Definitivamente su padre no regresaba. Ella me dijo que esta era su cuarta noche que no la pasa en su casa. Pobre chica... Intenté calmarla diciéndole que no se preocupara, que su padre volvería durante la madrugada o rato más tarde; ella tan sólo me agradeció y sonrió. La noche continuaba y ya eran las 01:00 hrs. Le dije a Prímula que me iría de la casa, pero ella me detiene en seco cuando me había levantado de la silla. Mientras me tomaba del brazo con fuerza, me pidió que la acompañase durante esa noche. Le dije que sería un poco maleducado estar en una casa sin el permiso de su padre, pero ella insistía en que me quede con ella esa noche. Terminé aceptando. Quedaría esa noche sólo porque ella lo pidió. De inmediato me llevó al sótano, o mejor dicho la habitación de ella y su padre, y colocó un colchón y una sábana al lado de su cama. Primera vez que dormiría en el piso. Ella fue a cambiarse, mientras que yo dormí con las mismas prendas que usaba. Ya vistiendo su pijama, Prímula se recostó en su cama, me agradeció por la compañía y terminó con un “buenas noches”. Amanece para un nuevo día. Eran las 07:45 hrs. según el reloj más cercano. Prímula ya estaba despierta. Estaba preparando el desayuno. Era mucha comida la que preparaba para una sola persona. Imaginé que su padre había regresado; así que sonreí, agradecí por la estadía en su casa y me dirigí a la puerta para irme. Sin embargo, cuando estaba en la puerta, ésta me agarra del brazo y me pregunta: “¿No te vas a quedar a desayunar conmigo?”… Su padre no había vuelto. ¿Qué mierda es lo que está sucediendo en ese pozo? No es normal que su padre no regrese… Por sólo lástima acepté otra invitación de su parte y me quedé a desayunar con ella. No me quedaré de brazos cruzados. Aquí, en Términa y Hyrule, mis pensamientos no son los mismos como en el mundo cruel; eso está claro. Haré que esta chica se reencuentre con su padre y vuelvan a ser felices en esta casa. No quiero irme de Ikana a sabiendas que dejaré a Prímula sola en un mundo lleno de monstruos que la podrían asesinar fácilmente. Así que dos horas después del desayuno, le dije a Prímula que iría en busca de su padre, o sea, iría al pozo. En un principio, ella no quería que vaya, porque sería muy peligroso, pero terminé convenciéndola diciéndole mis pensamientos. Claro, lo que escribí en el principio de este mismo párrafo, excepto lo de mi comparación de mis pensamientos entre estos mundos con el mundo cruel. Así que finalmente, ella me dejó ir. Salimos de la casa con cuidado y fuimos al pozo. Ningún ReDead nos vio, por suerte, pero sí unas tres o cuatro de esas aves de pico naranjo que se lanzaban hacia nosotros; yo los iba acabando sin dificultades. Cuando llegamos al pozo, ella quería bajar conmigo, pero preferí dejarla en el valle porque sería muy peligroso estar conmigo dentro. Obedeció, o eso creí… Cuando estaba ya abajo en el pozo y todo se veía algo oscuro, caminaba con cuidado y vi que una puerta estaba sin una momia, mientras que la otra sí. Está bien… Esto demuestra que la puerta sin una momia es donde caminó el padre de Prímula. Mientras estaba allí, sentí unos pasos detrás de mí: era Prímula.
Claro, su padre le dijo lo mismo que le había dicho yo… No tuve otra alternativa. Sus palabras me tocaron. Así que decidí llevarla conmigo. Ésta de inmediato me agradece y no me suelta. Le dije que ya era suficiente los abrazos, pero ella insistió diciendo que se sentía mejor y más protegida en cómo estábamos. No tuve más remedio que seguirle su “juego”. En un principio me sentí algo incómodo por la situación, pero ella me convenció diciendo al final que esa sería la mejor manera para que no se aleje de mí. De igual manera, le dije que por ninguna razón se soltara, o la perdería. Ambos caminábamos con cuidado, un poco lento y al mismo ritmo. Abrimos la puerta donde no había una momia y entramos a una nueva habitación. A partir de esa última habitación visitada, Prímula y yo nos guiamos gracias a las otras puertas que no tenía una momia. Esto indicaba el camino que seguía el padre de Prímula. También había unos cuantos Keese, algunos con fuego, unos cuantos otros monstruos y varias trampas que se debía de esquivar. Así eran las habitaciones. Siempre en una habitación había dos puertas y en una de ellas una momia, así que nos alejábamos lo más posible. Como Prímula estaba detrás de mí, yo tenía que tener un poco de cuidado al manejar la espada y tampoco me podía mover bien. Aun así, no tuve dificultad alguna como para ser herido por un monstruo. Estuvimos a punto de caer con trampas en dos ocasiones, pero terminamos saliendo ilesos. Finalmente llegamos a una habitación diferente al resto. La habitación era algo oscura, pero gracias a la luz se veía las paredes blancas. Dentro había una especie de sol con rostro. También se notaba una salida totalmente oscura en el lado al lado izquierdo de la habitación, mientras que al lado derecho había otra puerta que estaba siendo golpeada. Prímula y yo pensamos en que podría ser una trampa, haciendo que una de las momias nos atacarían al abrir la puerta, o que el padre de Prímula ha quedado atrapado en una habitación e intenta abrir la puerta. Decidimos en la segunda opción, pero de igual manera, al tomar la manilla, cerré los ojos para no ver a la momia y Prímula se puso totalmente detrás de mí, sin mirar lo que saldría de la puerta. Al tomar con fuerza la manilla, no dudé y abrí la puerta rápidamente y de inmediato, me alejé de ahí con Prímula. Desenfundé la espada y Prímula, que me tomaba con fuerza la ropa y temblorosa, me decía que abra los ojos. Al abrirlos vi lo peor y lo que menos me esperaba: era un hombre, tirado en el suelo por caer cuando abrí la puerta, usando ropas de un científico (por el delantal blanco, claramente), que estaba totalmente débil, su cara se encontraba muy pálido y partes de su cuerpo parecían estar vendadas… Las manos de Prímula se apartaban de mi cuerpo mientras yo aún estaba impactado por la escena de este hombre moribundo que se acercaba a nosotros arrastrándose. Al final escuché un fuerte grito de desahogo por el susto de Prímula. Continuará Nota: Prímula es el nombre de un personaje femenino de anime. La quise reemplazar por la original de Majora's Mask, Pamela. Sin embargo, a pesar de este cambio, el padre de Prímula es igual al Padre de Pamela, pero con el pelo gris. |
Capítulo 14
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El Comienzo del Despertar |
Prepárate para tenerte en mis manos, primer elemento.
¿Pero qué le ha pasado a este hombre? Sí, es el padre de Prímula; el padre de la chica que asusté y salvé en el valle de Ikana, la chica con la que pasé una noche y al siguiente desayuné, la chica que me acompañó con miedo por el pozo, la misma que estaba a mi izquierda sentada en ese momento, con miedo y sin poder creer lo que veía. Había dejado caer la espada Kokiri y mi respiración era honda, con un poco de furia. El pobre hombre moribundo estaba muy pálido, apenas se movía y estiraba su brazo para que la tome. Eso hice. Tomé su mano y ayudé a levantarlo, para hacerlo sentar apoyado con la pared. Luego, Prímula dejó el miedo y fue a abrazar a su padre.
El padre de Prímula voltea para mirar la puerta que recién había abierto, indicando que algo había allí. Mientras iba a caminar a ese lugar, el llanto de Prímula ya comenzaba a escucharse, pero no era un llanto “dramático” o con “fuerza”, sino que calmado. A la habitación que entré era algo oscura y pequeña. En un principio no sabía el porqué el padre de Prímula me envió a cuya habitación, pero luego encontré un maletín café, seguramente del científico. Así que lo tomé y se lo mostré a su dueño. Él dijo “Ábrelo”. Así que abrí el maletín y encontré varias cosas, entre ellas muchas rupias y dos botellas vacías. El padre de Prímula dijo que podría comprar una poción púrpura aparte de la amarilla, por si acaso. Él y su hija quedaron en la habitación con luz y yo me fui a la ciudad. Seguí el mismo camino con la que había llegado a esa habitación, esquivando las miradas de las momias. Esta vez el camino se me hizo más fácil, ya que no había muchos monstruos. De igual manera, tenía cuidado con las trampas que se cruzaban. En el camino me preguntaba el porqué de lo que pasó. ¿Por qué Prímula tuvo que pasar por este infierno? Ella es inocente. Ella no ha hecho nada malo. No merecía pasar miedo por tantos días y sin cuidado de su padre, a sabiendas que podría estar muerto. No, no merecía pasar por todo eso… Salí del pozo sin problemas. Ya estaba en el cañón Ikana. Se notaba que iba a caer la noche dentro de un rato, ya que podía ver el sol estaba llegando al oeste, aunque lo veía muy poco por el “no-cielo” de Ikana. Diablos… Creo que por la noche el lugar se volvía mucho más peligroso. ¿Cómo lo haré para volver al pozo? Tranquilo… Por el bien de esta pequeña familia que hice reunir, haré lo posible para que todo salga bien. Para que sigan viviendo normalmente. Así que continué el viaje. Tuve que bajar el valle usando el gancho una vez más. Cuando estaba en la segunda repisa de la parte baja, los dos Octoroks aparecieron. Usé el gancho para engancharme en la repisa más baja y rápidamente hacia el tocón de la plataforma seguida del puente, el mismo lugar donde fui golpeado cuando había llegado a Ikana. Al llegar a esa zona, los Octoroks intentaron atacarme con sus malditos proyectiles, pero yo los esquivé corriendo a toda prisa hacia la entrada/salida de Ikana. Que fácil. No tuve ningún problema. Ahora se venía el famoso camino lleno de estos esqueletos “bailarines” o “torpes” y débiles. Otro camino fácil. Esta vez no corrí. ¿Para qué correr solo para esquivar a estos debiluchos? Así que caminaba tranquilamente y los estúpidos que se acercaban a mí, los iba acabando moviendo la espada de un lado a otro, simplemente. No había esfuerzo. No había movimientos hábiles ni de un guerrero experimentado para acabarlos. Llegué a la bajada y me enganché en un tocón de la parte baja del camino. El sol casi ni se veía por los vientos extraños de la zona. Cuando me iba acercando a la pradera de Términa, el sol comenzaba a verse mejor y la tonalidad del día también. Ahora me di cuenta que estaba cayendo el atardecer. ¿Tan pronto? No seguí caminando. Corrí hacia la ciudad. Entré por la puerta este de la ciudad y mi destino era el sector oeste, donde estaba la mayoría de las tiendas. Desde que regresé a la pradera, volví a sentir la presencia del tipo misterioso que me sigue. No me importaba en ese momento. Llegué finalmente al oeste de la ciudad y entré a una tienda llamada “Puesto de Intercambio”. La tienda era pequeña. Justo en la entrada, en la parte izquierda de la tienda, se encontraba un espantapájaros que al hablarle, daba una petición a su visitante para bailar durante un largo rato. El dueño de la tienda era moreno y usaba ropas típicas de Términa. Había varios artículos, entre ellos las pociones amarillas y púrpuras que me pidió el padre de Prímula. También había un escudo parecido al escudo Hylian, pero sólo era parecido. Me acerqué al hombre y comencé a hablarle.
400 rupias… ¿¡Qué!? ¡Eso es demasiado! El escudo Hylian de Kakariko era incluso mucho más barato que ambas pociones juntas. Estará loco este dueño… Pero no tenía otra alternativa. Además, no creo que el científico me haya enviado a sabiendas de que las rupias de su maletín no eran suficientes para las pociones. Así que busqué en el maletín. Dentro encontré una rupia más grande que todas. Al sacarla me di cuenta que tenía un color anaranjado. El dueño quedó impresionado al ver la rupia y dijo rápidamente que con ella podría comprar una poción, de las que busco, de inmediato. ¡Muy bien! Busqué aun más para encontrar otra rupia naranja, pero no había otra… De pronto encontré una rupia gris y el dueño dijo que equivalía a 100. Luego saqué dos púrpuras, que equivalían a 50. ¡Compra terminada! Al parecer, este científico sí que tenía dinero… Podía ver que aún le quedaban unas pocas rupias púrpuras, pero varias de otros colores. El dueño llenó ambas botellas, cada una con su respectiva poción. Agradecí la compra y éste me las devolvió. Guardé las botellas llenas en el maletín y tomé rumbo devuelta a Ikana. Salí de la tienda y miré el cielo; había caído el atardecer. Parecía que oscurecía muy rápido en Términa. Me dirigí al este de la ciudad y en la entrada de la posada me encontré con Linik. Éste me preguntó acerca de mi viaje a Ikana y le respondí que estaba en un apuro, por lo que no podía hablar un rato con él. Linik entendió mi situación y me dejó ir. No pude hablarle de nada. Salí de la ciudad. Comencé a correr para no perder tiempo. La “vigilancia” del tipo misterioso comenzaba a sentirlo una vez más. En algún momento, antes de llegar al camino hacia el cañón Ikana, me detuve y miré hacia todos lados; no pude ver al tipo por ningún sitio. “Que tontería”, me dije a mí mismo y seguí mi camino. Lo extraño es que en la primera parte del camino, la parte baja del camino al cañón, comenzaron a aparecer unos enemigos que flotaban. Recuerdo sus nombres: Bubble. Estos eran de un color azulado. No quería batallas con estos, así que iba cuidándome de no llamarles la atención. Terminé llegando a la parte donde debía usar el gancho. Así que saqué ese objeto y lo usé al tocón de siempre, pero al subir… ¡Un puto Bubble apareció en frente de mí! No logré reaccionar para al menos darle un corte con la espada, así que me atacó y caí. Subí de nuevo y esta vez me preparé para sacar la espada, sin embargo… No la pude sacar. De pronto me doy cuenta que mi cuerpo había tomado un color azulado. ¿¡Qué mierda es esto!? El mismo Bubble apareció de la nada y me di cuenta que casi no podía ni moverme. Éste imbécil aprovechó me debilidad para atacarme y caer una vez más. “Mierda, ¿pero qué tipo de ataque usó esta cosa?”. Estaba débil. Mi energía vital se estaba agotando, tanto por los golpes y caídas como la cosa que se apoderaba de mi cuerpo cada vez más. Mientras estaba en el suelo y miraba un cielo “vacío”, debido a la zona en que estaba, yo sudaba y respiraba con desesperación. Intentaba moverme, pero cada vez se me hacía más inútil. Mis sentidos no estaban apagados. Pude escuchar una puerta abriéndose y desde la pradera de Términa, logré escuchar los pasos de una corrida de alguien. De pronto, un Bubble comenzó a acercarse a mí para atacarme, pero fue abatido por un veloz ataque de la espada del tipo misterioso que me vigilaba. “¿Pero qué pasa con este tipo?”; esta pregunta me lo hice al ver que estaba con las mismas ropas de siempre, pero esta vez eran de color verde limón. Nuevamente no le pude ver la cara. Empecé a cansarme de respirar. Cada vez veía más nublado y oscuro. Lo último que pude ver, fue una mano de un color algo verdoso y malgastado que tocó mi rostro justo antes de caer inconciente. Desperté dentro de una casa. El olor del lugar era conocido. El techo que estaba mirando también era conocido. El color de la pintura de la madera, que estaba al lado de la cama en que estaba recostado, también era conocido. Estaba en la casa de la anciana que había conocido en el cañón Ikana. Una vez más estaba en su casa. Me levanté y al estar de pie, me empezó a doler la espalda. Caminé lentamente para salir de la habitación y llegué a la cocina/comedor. Ahí estaba la anciana, que sin mirarme y estando de espaldas hacia mí, me habló enseguida.
Miré el reloj y… ¡Diablos! ¿Dormí toda una estúpida noche? Esto no es bueno… Agradecí de inmediato la hospitalidad de la anciana y me fui. Era de día, 10:50 hrs. Había ya subido a la segunda parte del camino para llegar al cañón Ikana. Estaban los típicos esqueletos que se acercaban sólo para ser eliminados. Parecían infinitos por ser acabados y luego aparezcan unos cuantos en tan solo minutos. Yo me preguntaba lo que pasó la noche anterior. ¿Qué fue realmente lo que me hicieron esos estúpidos Bubbles para dejarme inmóvil? ¿Qué clase de veneno hacía que no pudiera desenfundar mi espada? Estúpidos monstruos. Regresé al valle. ¿Cómo estará Prímula y su padre debajo del pozo? Espero que no les haya pasado algo, aunque era dudoso de que algún monstruo los vea justo en esa habitación y los atacara. Sería muy desafortunado... Mientras caminaba por el valle, esquivando o protegiéndome de ataques de varios enemigos, o simplemente contraatacándolos, me di cuenta de que en algunos lugares el olor a sangre se sentía con más fuerza. Por ejemplo, al estar en el césped muerto del valle se sentía, al subir el valle y estando un poco cerca de la casa de Prímula y su padre se sentía, o incluso cerca del pozo. No tenía ni la menor idea del porqué podía sentir semejante olor. Aun así no me extrañaba de un lugar tan muerto como Ikana, ni siquiera en esa ocasión que estaba recién conociendo las tierras. Llegué al pozo de nuevo. Fui directamente a la habitación donde estaría Prímula y su padre esperándome. Pasé con cuidado, esquivando las trampas y sin ser visto por una momia. Los enemigos eliminados por el día anterior no estaban. Quizás ya no regresarían. Ahora me preguntaba el cómo este científico logró pasar sin ser abatido por estos enemigos o con las trampas… Terminé llegando a la habitación blanca. Ahí estaba Prímula durmiendo y aún abrazando a su padre, que parecía estar más débil, todavía. Así que de inmediato abrí el maletín y saqué las pociones. Aquí encontré otro detalle extraño: el frasco que contenía poción púrpura estaba totalmente vacía. ¿Pero qué diablos? ¿Acaso esa mujer extraña robó la poción? Estas preguntas fueron contestadas de inmediato por el científico.
Mi respuesta con tanta extrañeza hizo que el hombre se ría un poco, pero a la vez que le duela el cuerpo. Éste me responde diciendo “Te explico luego” y comenzó a beber la poción amarilla. Al terminar de beberla, me dijo “Gracias” y cerró los ojos. Al principio me asusté un poco, pero entendí que sólo iba a reposar, ya que su palidez comenzó a desaparecer después de unos minutos. Quedé esperando en la habitación a que uno de ellos dos despertara. Ahí quedé, sentado y mirándolos. Mirando a una hija con su padre abrazados, ambos durmiendo. Sonreía por la escena y me sentí satisfecho por mi labor que había hecho en un momento justo. Si no hubiera llegado a Ikana por la información de Linik, quizás nunca pudiera haber salvado esta pequeña familia. Mi sonrisa se apagaba un poco al saber que la situación de esta nueva amiga no era parecida a la mía. Mi padre vive en su propio mundo y golpea a una mujer con la que tuvo dos hijos, creyendo que ella lo engaña con otro tipo. Mi madre tampoco no es muy cariñosa conmigo, si se pudiera decir… Se preocupa por mí pocas veces. Esas pocas veces hacen sentirme bien. Aunque se nota que son mucho más distantes en comparación con el padre que veía en ese momento abrazando a su hija. ¿Por qué no tuve una familia en donde todos comparten como una familia “normal”? Se podría decir que Mateo tan solo comparte con la familia cuando comemos todos juntos, ya que se pasa el tiempo en una consola de videojuegos o con la computadora. No considero mi familia una “normal”, la considero algo independizado, donde cada uno hace lo que quiere, a excepción de mi madre que no puede llegar muy tarde a la casa, o es golpeada salvajemente. Si hubiera sabido que tendría una familia como esa, preferiría no haber nacido. No considero mucho mi vida como un regalo de mis padres, más lo considero un castigo. Quizás mi hermano sí lo considera por haber conocido ese mundo de videojuegos. Pero yo no. Yo solo soy un bicho raro en el mundo. Un bicho que ha sido molestado y que aún lo molestan, que ha sido golpeado y aún lo golpean, que ha sido humillado o y aún lo humillan, que ni siquiera ha sido querido por alguien aparte de su madre. Seguramente nadie me quiere realmente todavía y tampoco nadie me querrá en un futuro. Eso lo sé. Esperaba y esperaba. El padre de Prímula aún no despertaba, pero pronto, su hija despierta. Al ver a su padre con el color de piel estable y no demasiado pálido como el día anterior, Prímula se pone feliz. Luego se da cuenta de mi presencia, mientras que yo había dejado ya mis pensamientos. Al darse cuenta que gracias a mi ayuda había salvado a su padre, ésta sonríe aun más y como “regalo”, se acerca hacia mí de inmediato y me abraza de la nada. Su abrazo era cálido y fuerte. Como me abrazaba con tanta fuerza, parecía que ella estuviera abrazando a un oso de peluche. Terminé moviendo mis brazos para abrazarla. Ella estaba manteniendo el abrazo y había pasado ya unos tres minutos. Al cumplirse dichos minutos, ella me dice emocionada: “Gracias… Gracias por ayudarnos”. Yo sonreí y le respondí con un “No hay porqué”. Intenté hacer un pequeño movimiento para dejar el abrazo, pero Prímula no me soltaba por nada. Incluso usó aun más fuerza para abrazarme. Nunca antes había sido abrazado de esa manera, ni siquiera por mi madre. A veces pensaba si lo que estaba haciendo Prímula conmigo era para agradecer o por algún extraño cariño que me tomó… No lo sé bien, pero creo que era por la primera razón. Así estuvimos por un rato, para que luego Prímula se mueva de una forma en que me hizo sentir algo incómodo: sus brazos se mantuvieron rodeándome la nuca, cuello y espalda, pero ella mueve el resto de su cuerpo para sentarse en mis piernas, con la postura de lado en dirección a la derecha. “¿¡Pero qué mierda pretenda ésta!?”; eso fue lo que me pregunté a mí mismo en mi mente… Inmediatamente después de que ella se acomodara perfectamente, ya sentada en mis piernas con su torso tocando el mío y con su cabeza a la izquierda de la mía, ambos chocamos miradas. De inmediato me sonrojé y empecé a sentir calor en mi cuerpo, mientras la miraba. Ella también estaba un poco sonrojada, pero a diferencia de mí, ella sonrió y me dijo: “Tú sólo quédate tranquilo”. A continuación, inclina su cabeza para chocarla con la mía, desde el lado izquierdo, y la mantiene ahí mientras sus brazos hacían algo de fuerza. “¿Y ahora qué hago?”; esa pregunta me lo hacía repetidamente en mi cabeza. No sabía que hacer en ese momento. Solo intentaba hacerle caso a lo que me había dicho, o sea, quedarme tranquilo. Eso hice. No sabía en donde colocar mis brazos, pero terminé optando en colocarlas por su cintura. No quería colocarlos en otras partes o me sentiría aun más incómodo. Primera vez que colocaba las manos en esa zona de una chica. Ni siquiera las había colocado en la cintura de Eileen. Estaba nervioso. No sabía bien el porqué, no estaba pasando nada malo o raro, pero me sentía nervioso. Sentía mi cuerpo en calor extremo y encima, el cuerpo de ésta daba más calor. A veces me daban ganas de dejar lo que estábamos haciendo, pero en otras ocasiones no quería, ya que de todos modos me hacía sentir bien. He visto este tipo de posturas en varias ocasiones, tanto en el Parque Cuarto Centenario como en el liceo u otros lugares. La mayoría de veces que veo a dos personas así es cuando se trata de un hombre y una mujer que son pololos; para entendernos mejor: novios. Quizá esa era la razón del porqué me sentía tan incómodo y nervioso mientras Prímula estaba sentada en mis piernas. Para ella parecía totalmente normal. Parecía que ella disfrutaba de estar en aquella postura conmigo. Así que… Mis pensamientos me llevaban a que, al parecer, ella no hacía este gesto por agradecimiento, sino que por “cariño extraño”. Pasó el tiempo y despierta el padre de Prímula. Él no alcanzó a verme con Prímula abrazados, ya que había pasado un buen rato de que al fin nos habíamos apartados. En ese rato no tuvimos conversaciones interesantes o importantes, así que por ello no sería necesario agregarlo. La chica va a darle un nuevo abrazo a su padre y ambos conversan un poco, muy contentos. No tomé atención a la conversación, no me interesaba algo ajeno. Tan solo sabía que Prímula estaba feliz de por fin volver a ver a su padre en condiciones normales. Luego, el científico se levanta del suelo, me agradece por la ayuda y estrechamos la mano. Yo le respondí diciendo: “De nada”. A continuación, los tres partimos rumbo a la casa de ellos. Como en todas las ocasiones, tuvimos que tener cuidado con las trampas del pozo y de las momias. El padre de Prímula me dijo que estas momias se llamaban Gibdos y el otro tipo de momia, como el que había visto al conocer a Prímula, se llamaban ReDead. Claro, eso último ya lo sabía. Como habitan tantos Gibdos en el pozo, se le dio un nombre al pozo: Pozo de los Gibdos. Que original. Él dijo que descubrió una canción que podía eliminar a las momias que habitaban en el pozo. La canción se llamaba “Adiós a los Gibdos”. Repito, que original. Salimos del pozo y fuimos con cuidado hacia la casa, sin alarmar a los ReDeads. El olor a sangre se sentía a ratos con fuerza, de nuevo. A pesar de lo poco que se lograba ver el cielo, pude notar que estaba en plena tarde. Significaba que el atardecer y la noche llegarían dentro de poco. Así que al entrar a la casa de Prímula y su padre, tan solo quería quedarme un rato corto y luego irme antes de que caiga la noche, sino pasaría por lo mismo de antes con los Bubbles. Eso hice. Al entrar a la casa, el científico preparó algo para comer junto a su hija. Ellos me invitaron, pero tan solo agradecí y salí de la casa. Sin embargo, mientras iba a mitad de camino, sentí los pasos de alguien desde atrás: era Prímula. Ésta me había tomado del brazo y me dice: “No te vayas, por favor”. Diablos… No sabía que hacer o que responderle. Tan solo quedé mirándola sorprendido. Mientras me tenía tomado del brazo izquierdo, sin que los ReDeads nos vean, ésta comienza a sonrojarse y aparta un poco la mirada para decir: “Quédate un rato más… Por mí”. Al decir esto, noté que se sonrojó más, agachó aun más la cabeza y empezó a tomarme con más fuerza. ¿Qué debo hacer? ¿Qué le respondo? ¿Me voy o me quedo? Quería irme, pero como ella me detenía diciendo que no me vaya, entonces no lo haría, peor que me remate diciendo que me quede por ella. Maldita sea… No tuve alternativa. “Está bien”, le respondí. De inmediato, Prímula levanta la mirada y me sonríe, sin soltarme. Luego me agradece por hacerle caso y me tironea hacia su casa. “Y pensar que al verme por primera vez, lo único que quería era que me vaya de su casa”; eso me dije mientras me tironeaba. Al recordar tal escena de miedo que tuvo ella y los momentos cortos pero divertidos que pasamos, sonreí. Al regresar a su casa comí un poco. No comí solo porque yo quería, sino que el propio científico me había invitado para la cena. Está bien, está bien… Mis pensamientos acerca del elemento de la tierra se habían esfumado en todo ese momento, incluso cuando estaba debajo del pozo. En lo único que estaba concentrado era en volver a unir estas dos personas. Un amable e inteligente hombre y una hija de trece años cariñosa e inocente, quienes no merecían tener un destino tan cruel como el que tenían antes de que yo llegara a Ikana. Ahora… ¿Por qué realmente decidí ayudar a estas dos personas? ¿Eso me ayudaría en algo? Creo que una razón fue porque, según Prímula, este científico podría saber algo acerca del elemento de la tierra. Sí, esa era la razón principal para salvarlo antes de entrar al pozo. Sin embargo, después de ver a este hombre increíblemente débil y su hija abrazándolo y llorando sin parar, nunca más pensé en el elemento de la tierra. No, no pensé en eso. No pensé en el elemento mientras estaba buscando las pociones. No pensé en mi misión mientras salía y entraba del pozo. Entonces… ¿Por qué lo hice? ¿Lo hice para ayudar? Sí, creo que fue por ayudar. Pero… ¿A quién quise ayudar precisamente? ¿Al padre o la hija? Al padre ni siquiera lo conocía y si en alguna ocasión quise ayudarlo de verdad, era por el elemento, pero nunca pensé en el elemento. Entonces… ¿Lo ayudé por la hija? ¿Realmente lo ayudé para que se mantenga como familia feliz o sólo fue por Prímula, para que ella vuelva a ser feliz? Esto lo siento extraño. No sé realmente el porqué ayudé a este científico. La respuesta sería por la familia o por Prímula. Ahora que recuerdo… He estado escribiendo en varias ocasiones que la chica no debería de haber tenido un destino tan cruel como el que estaba teniendo antes de mi llegada, así que por eso decidí ayudar. ¡Ahí está la respuesta! Creo que lo he encontrado. Entonces… ¿Ayudé al científico sólo para ayudar a Prímula? ¿Ella habrá tomado la ayuda de esa misma manera y por eso tomó el “cariño extraño” hacia mí? Quizás por eso se comportó así conmigo debajo del pozo… Eso significa que mi primera pregunta, acerca de su comportamiento en el pozo, las respuestas fueron las dos cosas: un agradecimiento y “cariño extraño”. Después de los tensos acontecimientos, pasaron dos días y no ocurrió nada especial. Quedé en su casa porque ellos lo pidieron. Ambos días fueron de “vacaciones” para mí. En esos días no recordé nada acerca del elemento, una vez más. Así que aprovechando la estadía con ellos, Prímula, su padre y yo salimos de Ikana para pasear por la ciudad el día martes. Padre e hija usaban unas cuerdas para bajar y subir por las repisas del valle. En ambos días, Prímula estaba más cerca de mí que de su padre. No me sentía incómodo, pero extraño, de alguna manera… Mientras estábamos en el atardecer del día miércoles, Prímula y yo nos quedamos por un buen rato conversando en el área césped del cañón Ikana, donde ambos compartimos risas casi todo el rato. Lo mismo sucedió en la noche, mientras jugamos un rato a las cartas, donde se incluyó el científico por un rato. Cuando estábamos acostados y el padre de Prímula dormía en la noche del miércoles, su hija y yo estábamos despiertos, conversando. Ésta me agradece por todo y antes de dormirse, ella me toma de la mano, desde su cama. Vaya, que tierna. Esos días fueron extraños, lo sé, pero me divertí. Llegó el día siguiente. Era jueves, según la fecha del mundo cruel. Después de desayunar, al fin me dirigí donde el padre de Prímula para preguntarle algunas cosas sobre Ikana. Le pregunté acerca de los famosos “Gibdos” que se encontraban en el pozo. Comenzó a explicarme: dijo que son personas momificadas y que la mayoría están en el pozo debido a que una antigua historia de Ikana, las personas que entraron al pozo en busca de un preciado tesoro, terminaron siendo momificados; por ello, todas estas personas momificadas continuaban deambulando por el pozo. Él mismo dijo que si yo no llegara a tiempo en la ayuda de días anteriores, él terminaría momificado. Por eso estaba tan pálido y comenzaban a aparecerle algunas vendas por el cuerpo. También por eso necesitó la poción amarilla, para así evitar la transformación, ya que la poción amarilla curaba las transformaciones en Términa. Agregó que la poción púrpura hizo que la comprara a propósito, porque tenía el presentimiento de que yo podría salir malherido por los Bubbles, los monstruos que casi me matan. La poción púrpura curaba el veneno y/o puede revivir a una persona. Así que tenía todo preparado… Después me contó más a fondo la historia de cuando él logró descubrir la canción que eliminaba a los Gibdos, la cual ya dije como se llamaba en párrafos anteriores. Ahora entendía la historia de las momias del pozo. Mientras miraba su habitación, encontré una imagen que me llamó la atención. Le pregunté acerca de él y me volvió a dar explicaciones de sus investigaciones: era la imagen de un fantasma de un antiguo Ninja, los cuales son conocidos como Garo. Dijo que son pieles vacías de una antigua nación que investigó Ikana hace miles de años. Agregó que estos fantasmas aún pueden estar espiando por toda Ikana, aunque no se les ha visto con frecuencia. Vaya historia… Mientras estábamos conversando, de pronto llegó la “pregunta del millón”.
Prímula se sorprendió bastante al oír eso de su padre, por lo que ésta no dice nada, tan solo me queda mirando asustada por un rato y sube las escaleras corriendo. Quedé sin palabras al no entender nada de la situación. Cuando Prímula ya estaba en el primer piso, el padre intentó atarme las manos con unas cuerdas que había sacado desde el lugar en donde estaba él “acorralado”, pero antes de que se me acercase, mi cuerpo actuó de manera solitaria, saltando hacia un lado para evitar. Recordé que algo parecido pasó cuando Linik intentó atacarme. Al estar mirándolo, viendo la cuerda en sus manos, retomé la palabra hacia el padre de Prímula.
Interrumpí al padre de Prímula gritándole: “¡¡¡Ya cállate!!!”. Tras escuchar esto, el padre de Prímula se apartó todavía más con miedo y tembloroso. Quedé mirando al hombre con rabia y aún con los puños apretados. El científico no sabía qué decir, tan solo quedó en silencio al ver mi reacción. Yo respiraba rápidamente. Me descontrolé al gritarle. En una ocasión miré a Prímula, quien parecía estar con más miedo que su padre. Ella me miraba y temblaba. Al quedar mirándola por un rato, me di cuenta de mi error al gritar tan fuerte. No tuve el valor para volver a mirar al hombre que grité, tampoco a su hija. Así que de inmediato me fui corriendo de la casa con la cabeza agachada todo el rato. Corrí, usé mi gancho hacia un tronco de una repisa del valle y ahí me quedé, sentado en la tierra y apoyando mi espalda en las gigantescas murallas de piedra y tierra roja. Me quedé en ese sitio por un largo rato del día. Menudo error el que cometí. Nunca antes había reaccionado de esa manera. Mis “gritos histéricos” los hago dentro de mí, pero no acostumbro a soltarlos. Había quedado fuera de sí. Acostumbraba a que me golpearan, acostumbraba a que me gritaran, así que era obvio que estuviera acostumbrado a que me interrumpieran en una conversación, o que simplemente no me dejen hablar, como lo sucedido recientemente. Creo que no era yo mismo el que gritó. Luego comencé a pensar en lo que me dijo el padre de Prímula mientras yo estaba siendo interrumpido. ¿A que se refería con tal persona que fue hacia él días atrás y que lo amenazó? Él me confundió con algún “sirviente” de aquella persona. Debió haber sido alguien malo, claramente. Recordé lo que me dijo la anciana días atrás, acerca del tipo que llegó a Ikana y no tenía buenas intenciones, que además buscaba el elemento de la tierra… Maldita sea, necesito saber información de ese tipo y también la del elemento, antes de que él llegara a encontrarlo. Si esa otra persona mala fue donde el científico a preguntarle sobre el elemento, significaría que él realmente sabe algo. Quería volver a la casa de esa pequeña familia, pero no tenía el valor de volver a mirarlos. No sabría de su reacción, ni siquiera de la mía. Ya era atardecer y yo estaba en la parte baja del valle. Había bajado completamente y estaba en el área del césped. Finalmente decidí volver a la casa de la pequeña familia que rescaté. Usé el gancho. Subí las repisas. Llegué a la puerta de la casa y toqué con pequeños golpes. Prímula abrió la puerta. Ella no se asustó, no me echó, ni siquiera me cerró la puerta al verme, tan solo se sorprendió y ambos nos quedamos mirando sin saber qué decirnos.
No supe qué responder. Quedamos otra vez en silencio, que pronto se convirtió en un silencio incómodo. Yo me sentí incómodo, ella también. Prímula terminó rompiendo el silencio invitándome a su casa una vez más. Al estar dentro comí un poco con Prímula, ya que no había comido desde la mañana, por lo que tenía hambre. Luego bajé las escaleras para ir al subterráneo, o mejor dicho, la habitación de Prímula y su padre. Ahí estaba él, escribiendo en una hoja alguna cosa desconocida en un escritorio.
Al decirle esto, el científico se queda un rato en silencio, pensando y mirando hacia el techo. Luego se levanta de su silla para ir a buscar algo en una pared y retoma la palabra:
Él quedó pensativo y se volteó. No continuó hablando. Había olvidado mencionarlo antes; el padre de Prímula ya sabía que no provenía de Términa, sino de Hyrule y que fui enviado por la princesa Zelda. Se lo conté mientras estábamos en la ciudad, el día martes. Prímula ya sabía de esto. Volviendo a la conversación, le pregunté al científico si pasaba algo raro, pero no respondió nada en absoluto y dejó la imagen del capitán Keeta en la pared. A continuación, por fin el científico retoma la palabra.
El padre de Prímula intentó decir algo para contradecirme de nuevo, pero al notar mis intenciones y darse cuenta de que no me daré por vencido, da un suspiro y decide ayudarme. Sin embargo, como iba ya caer la noche, preferimos esperar hasta el otro día para comenzar a preparar el enfrentamiento. Mientras estábamos en la cena, Prímula se enteró de lo que iba a hacer yo con la ayuda de su padre, por lo que desde ese momento, la chica estuvo con preocupación por el resto de la noche, confesando esa preocupación en la misma noche antes del “plan” que acordé junto al científico. Continuará |
Capítulo 15
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El Despertar |
Prometí que volveré con Prímula.
Ya estando en la madrugada, cuando todos estaban durmiendo, yo aún permanecía despierto pensando en lo que se venía. Estaba en el colchón de siempre al lado de la cama de Prímula, recostado, mirando el techo y pensando. Eran más o menos las 02:00 hrs. Escuchaba a Prímula en su sueño profundo y a su padre, quien estaba mucho más lejos. Está claro, tengo el oído más desarrollado que los demás. Estando a esas mismas horas de la madrugada, sentí que la chica se movía demasiado, por lo que yo me hice el dormido, recostándome hacia el lado derecho. La cama de Prímula estaba a mi izquierda. Finalmente, ella se levantó y fue al baño. No tardó nada en volver. Al estar de regreso, sentí sus pasos que se detuvieron en un lugar cerca de mí. Yo estaba con los ojos cerrados, haciéndome el dormido. De pronto comencé a sentir el olor de ella con fuerza. No me resistí. Abrí los ojos y lo primero que vi, fue el rostro de Prímula entresueño.
Yo sólo le respondí diciendo su nombre, sin saber qué decirle. Me sentí un poco incómodo al no saber qué decirle. Entró un silencio, un típico silencio incómodo. Ésta rompe el silencio cuando me suelta la mano, se levanta y me obliga a que pase la noche con ella durmiendo en su misma cama. Al principio pensé que era una especie de broma, pero cuando me di cuenta de la seriedad con la que se tomaba el tema… ¿Pero qué mierda? ¿Acaso quiere que su padre me eche una bronca al siguiente día al vernos durmiendo juntos en la misma cama? ¡Estará loca! Obviamente me negué a dormir en su cama con ella, pero ésta comienza a obligarme moviéndome de un lado a otro, insistiendo con palabras, haciendo intentos de hacerme levantar del colchón, etc. No tuve otra alternativa. Me rendí con Prímula. Además, el padre parecía estar despertándose por tanto ruido. Terminé acostándome en su misma cama junto con ella. Lo peor de todo es que finalmente, me obligó a hacer otra cosa que complicaría más las cosas una vez más: dijo que antes de dormirnos la mantenga abrazada, para pasar una noche “cálida”. ¿¡Pero qué demonios con Prímula!? No parece ella. No parece la misma chica que conocí muerta de miedo al verme por primera vez. Está mucho más atrevida que en los días cuando estábamos en el pozo. Sí, está peor… No quise hacerlo, pero ella movió mi brazo para que la mantenga en su cuerpo y tuve que mantenerla ahí hasta que se duerma. Sin embargo, yo me dormí primero. Amanecer del día decisivo. Era día viernes. Al despertar lo primero que vi fue el rostro de Prímula con sus pestañas cerradas y en un sueño profundo. Ya no la tenía abrazada. Sin embargo… Al mirar un poco hacia abajo, noté que Prímula estaba con su pijama de verano. ¿Pero cómo? En la noche estaba con la de invierno, la que tenía dibujitos raros y esas cosas. Pero en fin; el pijama de verano de Prímula consistía en esto: una camisa sin mangas ni brazos con tirantes (ejemplo) y un short parecido a las de deportistas. Excelente… Se supone que las chicas no duermen con sostenes, la mayoría. Como Prímula dormía con ese pijama tan sensual, estaba de lado, su brazo izquierdo apoyaba su torso desde abajo y el brazo derecho pasaba por encima de sus pechos, para así juntar las dos manos, las cuales quedan frente a su rostro… “¿E-es real lo que estoy viendo…?”; sí, lo que imaginaste… Como los pechos de Prímula estaban siendo presionados por los brazos, se lograban ver. No completamente, pero la mayor parte. Menudo despertar fue el que tuve. Tuve una sensación extraña al estar junto a ella de esa manera. Me coloqué nervioso de inmediato al ver a Prímula completamente. Me levanté levemente para ver si estaba el padre durmiendo, pero no estaba acostado. Volví a recostarme, quedando frente a frente con la chica de nuevo. La quedé mirando por un rato. Claro… Para ser honesto no sólo miraba su rostro, sino también otras partes. Tenía el cuerpo muy desarrollado para tener tan corta edad... Me sentí como un psicópata mientras la miraba. ¡Pero la culpa fue de ella! Ella fue quien me invitó a su cama y se puso ese pijama tan... Volví a contemplar su rostro, la cual permanecía con los ojos cerrados y su boca entreabierta. En algún momento, se me pasó por la mente darle un beso, o incluso hacerle alguna otra cosa, aunque esté dormida. No sabía el porqué, pero quería hacerlo. ¿Es esto a lo que le llaman excitación? No lo sé. No acostumbro a sentir ciertas cosas… Me decidí “profundamente”; le daré un pequeño beso, a ver qué se siente… Sería la primera vez que haría aquello. Así que tomé la postura adecuada para dárselo y teniendo cuidado de no hacer mucho “escándalo” para no despertarla, o peor: que su padre me vea. Al estar en la postura, frente a frente con Prímula, comencé a acercarme lentamente hacia ella. Estaba con algo de sudor en la espalda. Me sentía nervioso. Tragaba saliva con fuerza sólo por nerviosismo. ¿Por qué tan nervioso? No sé, soy extraño. Cuando estaba lo suficientemente cerca, sintiendo su respiración, se me pasó por la mente Aura. Debido a lo ocurrido con la imagen fugaz de ella, regresé bruscamente a mi postura anterior y quedé mirando a Prímula, quien aún dormía pero se había movido un poco, aunque no perdió su postura. Aura… ¿Por qué pensé en ella en un momento como éste? Estaba a punto de darle cierta cosa a Prímula. Diablos. ¿Por qué se cruzó ella en mi mente? No entiendo… No entiendo a mi cerebro. Creo que ni siquiera entiendo mis sentimientos. ¿Acaso mi cerebro hizo esto para evitar el beso con Prímula para que la primera persona que bese en mi vida fuera Aura? ¿Será eso o alguna otra razón que no sabré debido a mi ignorancia en el tema con las chicas? No lo sé. La cosa es que sólo se cruzó esa imagen de Aura, una imagen que se me grabó cuando nos conocimos en la azotea. Todas las preguntas recientes me las hice mientras quedé mirando a Prímula después de mi “susto”. Olvidé la imagen y la sensación que tuve al ver a Aura por mi mente. Volví a tomar la postura que había colocado para darle el beso a Prímula. Quedé contemplando el rostro de ella por un rato, pero luego, mi mirada volvió hacia el resto del cuerpo de Prímula. La sensación que tenía antes de ver la imagen de Aura regresó. Así que volví a mirar el rostro de Prímula y decidí darle el beso de nuevo, pase lo que pase. Así que nuevamente comencé a acercarme lentamente hacia ella. Volví a sentir su respiración por encima de mi rostro y sin darme cuenta, mis labios ya rozaban con las de ella. Estaba completamente nervioso, con sudor, sintiendo la respiración de Prímula, tomé su cuerpo con mi brazo izquierdo, haciendo que mi cuerpo pasara a chocar con sus pechos y finalmente… Se lo di. ¡Era la primera vez! No fue lo mejor de todo; será por el hecho de que ella estaba dormida. De igual manera, me sentí conforme y cerré los ojos en el proceso. Toda la maravilla que había tenido en unos segundos, sin embargo, desaparece cuando Prímula despierta y me ve. Ésta se alarma y yo la sentí, por lo que abrí los ojos y la encontré despierta, con un rostro de espanto. Al parecer, llegó a tener un despertar no muy cómodo, como el que tuve yo ese mismo día. Me aparté bruscamente de Prímula y ésta también lo hace un poco, sentándose en la cama, poniendo su mano en su boca y agachando la cabeza. Me esperaba lo peor: limpiarse la boca, gritos histéricos, una bofetada, golpes, más gritos, ir al baño y lavarse los dientes, etc. Sin embargo, no ocurrió nada de eso, sólo se quedó sentada allí, en el colchón de su cama, mirando hacia abajo, con la mano todavía en la boca y completamente sonrojada. Yo también acabé sonrojado, más de lo normal. Mi cuerpo comenzó a sudar aun más por los nervios de inmediato y finalmente, tomé la palabra.
No había respuesta. Ella aún miraba sus pies con la mano en su boca, sonrojada. No sabía qué decirle. Así que cuando me tomé por vencido de esperar alguna respuesta, me preparé para levantarme, pero Prímula empezó a reír. Al principio fue una risa pícara, pero cuando chocamos miradas, comenzó a reír de manera más “extrema”. Le pregunté ignorante el porqué se reía; cuando ella se tranquiliza un poco con la risa, me responde.
Ésta siguió riendo y yo me salí de la cama. El padre de Prímula bajó las escaleras para ver lo que pasaba por tanto “escándalo”, pero de inmediato subió al escuchar de Prímula que sólo estábamos “divirtiéndonos”. Claro, ella se estará divirtiendo… A continuación, subí las escaleras para dejarla a solas vistiéndose. Tomé el desayuno junto a los otros dos con tranquilidad y Prímula contó a su padre lo sucedido en la mañana, sin decirle que yo la besé mientras dormía. Tuvimos que contar toda la historia debido a que el científico quedó con curiosidad al vernos dormir juntos en la misma cama y por las risas en el amanecer. Después de una hora del desayuno, el padre de Prímula y yo concordamos en que el “plan” comenzaría desde ese momento. Él me dijo que el capitán Keeta se encuentra en un profundo sueño y no podrá ser despertado por nada, a excepción de una melodía que él conoce llamado “Sonata del Despertar”. El hombre dijo que esa sonata despierta a cualquiera que esté en un sueño profundo. El científico usaría su casa como el reproductor de música y subirá el volumen necesario para que se escuche sin problemas en el cementerio de Ikana. Así despertaría Keeta, quedando listo para que yo le pueda hacer frente, derrotarlo y conseguir el primero de los cuatro elementos. Antes de marcharme del cañón Ikana y poner rumbo hacia el cementerio, Prímula me deseó suerte para la batalla. También pidió que me cuidara y que le haga una promesa de mi regreso con vida; acepté su promesa. Ésta me da un fuerte abrazo, repitiendo todo el rato “cuídate” o “regresa”. Yo afirmaba a todo lo que decía. Estaba claro, mis palabras afirmaban, pero en mi mente no estaba totalmente seguro de mi regreso. No me importaba si moría. Es más, mi única razón de vivir era obtener estos elementos. Si muero haciendo el intento, mi muerte no me importará en absoluto. Pero pensándolo bien… ¿Qué pasará con los chicos del mundo cruel? O peor, ¿qué pasará con Prímula al enterarse de mi muerte, después de prometerle mi regreso? Está bien… Prometí que regresaría, así que no la defraudaré. Bajé el valle de Ikana con la ayuda del gancho y al estar en el área del césped, sentí que alguien me observaba desde lo alto. Al mirar hacia arriba, del lugar donde había bajado, estaba Prímula agitando su brazo en señal de “adiós”. No era un adiós para siempre, era un “nos vemos”. Hice la misma seña hacia ella y desaparecí del cañón. El padre esperará quince minutos para tocar la sonata desde su casa. Por el camino pasaban Stalchilds, pero los acababa fácilmente, como siempre. Antes de entrar al cementerio, estaba la casa de la anciana que me había salvado, pero al parecer, en ese momento no estaba dentro. Mientras caminaba hacia el cementerio, comencé a sentir la mirada del personaje misterioso. No me seguía en el cañón, pero sí en todos los otros lugares. Entré al cementerio. Era un lugar solitario, sin vida alguna. Varias tumbas había, tanto levantadas como otras tiradas en el suelo. Si el cañón Ikana era un lugar tétrico y sin señales de vida, el cementerio era peor. No había tardado nada en llegar. Llegué hasta el fondo del cementerio, lugar donde se ubicaba la casa del enterrador, Dampé. Al lado de esta casa se encontraba el cuerpo esquelético inmóvil del capitán Keeta. La postura en la que estaba parecía encontrarse sentado, con el torso muy agachado, las piernas hacia cada lado, las manos entre las piernas y la cabeza también agachada, encima de las manos. Con tan solo ver la cabeza esquelética de Keeta, recordé de inmediato el sueño que había tenido. Él era el mismo que me echaba, con su voz siniestra diciendo “Vete”. Al ver el casco que tenía Keeta, un casco que no tenía otro Stalchild, encontré una especie de piedra de color púrpura oscuro. Me llamó la atención. Me acerqué para tocar la piedra, pero al acercar mi mano ésta, casi por tocarlo, sentí una energía oscura y poderosa que recorrió todo mi cuerpo. De inmediato aparté mi mano por susto. Mirando bien la piedra me di cuenta de que era importante. Recordé lo que me había dicho el padre de Prímula acera del elemento: era una piedra de color púrpura y tenía la forma parecida a un diamante. De esa misma manera se veía la piedra que tenía Keeta en su cabeza. El científico tenía razón, era imposible sacar el elemento al estar siendo custodiado por Keeta. No me quedó más remedio que esperar a que el padre de Prímula encienda la música desde su casa. Según la hora acordada, que era una espera de quince minutos desde mi ida del cañón Ikana, ya faltaría muy poco para que se escuchase la sonata. Preparé mis armas que utilizaría en la futura batalla, tanto la espada Kokiri como el escudo de madera. Por un momento me sentí algo nervioso. Tenía que mantener la calma. Mientras estaba esperando el sonido de la Sonata del Despertar, sentía la mirada del personaje misterioso. En ese momento recordé que ese tipo me salvó cuando estuve a punto de morir envenenado por los Bubbles cerca del cementerio de Ikana; fui ayudado a tiempo por él, que vestía ropas de color verde limón, y por la anciana que me sacó del lugar a tiempo. ¿Acaso sabe mis intenciones y lo que intento hacer en el cementerio de Ikana? Y si así fuera el caso, ¿entonces este tipo me ayudaría si me encuentro en problemas con el capitán Keeta? No creo que se quede mirando mi muerte así como así. Mejor no pienso en muerte. Yo prometí a Prímula que regresaría sano y salvo, así que eso haré. Se escucha una melodía. No había aumentado mi sentido del oído, lo escuchaba normalmente. Se escuchaba a un volumen moderado, pero impresionante con la distancia que tiene el cañón con el cementerio. ¿Tan fuerte puede llegar a escucharse la música proveniente de la casa en la que estuve las noches anteriores? Impresionante. Mientras sonaba la canción, que seguramente era la Sonata del Despertar, empieza a sentirse un pequeño temblor. De pronto, el capitán Keeta despierta de la nada y destruye el bloque de cemento que parecía ser un pequeño puente, el cual estaba encima de él mientras estaba dormido. Al levantarse completamente, Keeta me ve e intenta atacarme con un arañazo. De inmediato lo esquivé, escondiéndome en el exterior de la casa del enterrador. Mientras esperaba escondido alguna reacción de Keeta, éste comienza a caminar en dirección al cementerio. ¿Pero qué demonios pretende? Tuve que seguirlo para atacarle. Sin embargo, como tomó una forma gigantesca, se me hacía difícil alcanzarlo con tan solo caminar o incluso correr. Para alcanzarlo necesitaba la velocidad de corrida como el que tuve cuando perseguí al personaje misterioso. Mientras intentaba alcanzarlo, se me ocurrió usar el gancho hacia Keeta. Así que lo saqué de inmediato y usé dicho objeto hacia mi nuevo enemigo, llamándole la atención. Hice que se detuviera y mire a su alrededor, pero no me veía. Al ser tan torpe, aproveché la situación para acercarme y darle un corte en su pierna izquierda. Esto hizo que lance un grite de dolor y me vea de nuevo. Cuando me vio, sólo lanzó un pequeño gruñido por enojo e intenta darme otro arañazo, pero alcancé a esquivarlo por “milagro” corriendo hacia un lado. Ahora sí se venía la batalla verdadera. Como logré llamar la atención absoluta del capitán Keeta, los papeles se invierten y ahora yo soy quien me alejaba de él. Lo único que él hacía en ese momento era seguirme y seguirme para darme arañazos. Ese ataque no era lo suficientemente potente para destruir una lápida de un solo golpe, pero si los agrietaba para romperlo con otro arañazo. En una ocasión, al intentar acercarme a las piernas de Keeta y atacarle, me sorprendió con un arañazo; logré defenderme con el escudo, sin embargo, me di cuenta que el golpe fue tan poderoso que me hizo retroceder bastante y lo que es peor: el escudo sufrió algo de daño. Sabía que ese escudo no resistiría tanto en la batalla, por lo que desde ese momento decidí en intentar acabar con el capitán Keeta lo más rápido posible. Lo único que logró a hacer esto fue desesperarme. La desesperación puede llegar a ser una gran debilidad que afecta siempre a la persona que lo siente. Por ejemplo, si alguien está desesperado en una batalla, intentará atacar y atacar para acabar rápido, pero no se fijará en la defensa, velocidad y mucho menos las estrategias y movimientos del enemigo. Por ello, la persona desesperada se descuida demasiado y puede recibir un poderoso ataque, que podría llegar a ser mortal. Hasta ese momento, en la batalla con Keeta, no recordé nada acerca de la desesperación. Claro, era un guerrero absolutamente novato. No pensaba antes de hacer las cosas. Si pillaba algo, lo hacía y lo repetía. No tenía pensamiento. No tenía estrategia. Solo había que atacar, defenderme y acabar con el enemigo. Eso me pasó a mí. Me dejé llevar de la desesperación para acabar rápidamente con el capitán Keeta. Así que inmediatamente después de fijarme en la pequeña grieta del escudo, fui “con todo” hacia Keeta. Como resultado de mi acercamiento, éste intentó darme un golpe con un nuevo arañazo. Por milagro sólo llegué a sentir un fuerte viento en mi lado izquierdo, mientras corría hacia Keeta. Pude ver de reojo el brazo que pasó por centímetros de mí. Al llegar a sus piernas, le di unos tres o cuatro cortes con la espada, pero terminé estrellándome en un muro como resultado de una patada por parte de Keeta. Cuando terminé estrellándome con una lápida, se levantó algo de polvo alrededor de mí. Me dolió un poco la espalda, pero me resistí del dolor y volví a ir “con todo” hacia Keeta. Cuando iba corriendo hacia él, terminé siendo golpeado por un arañazo, desafortunadamente. No me dio tiempo de protegerme con el escudo. “Maldita sea”, me dije a mí mismo al ser estrellado una vez más con otra lápida. La espalda me dolió un poco más y esta vez me quejé, pero no me detuvo para ir a atacarle nuevamente. Al levantarme fui con toda mi velocidad, logrando esquivar un nuevo arañazo y le di unos cinco o seis cortes más en las piernas de Keeta. Al ver que levantó su pierna, me defendí con el escudo, por lo que sólo salí empujado con la patada que logró dar. Quedé a una distancia suficiente para que él me remate con un arañazo, pero como las piernas de él quedaron algo débiles con los ataques de la espada, no pudo darme el arañazo y terminó resintiéndose del dolor. Tomé un poco más de confianza e hice lo posible para ignorar el dolor de espalda. Fui “con todo” una vez más hacia Keeta, pero éste me sorprendió al hacer una nueva técnica de ataque: mientras se resentía por los cortes de sus piernas, tocándose las piernas, principalmente la izquierda, da un potente ataque sacudiendo su brazo derecho de un lado a otro, a una velocidad que no logré alcanzar a defenderme con el escudo o esquivarlo. Ese ataque me envió a una velocidad tal que logré destruir dos lápidas antes de estrellarme con una tercera. El impacto fue mucho más fuerte que la patada o el arañazo. Intenté levantarme, pero la espalda me dolió demasiado. Debido a esto no pude levantarme por un rato. Cuando Keeta dejó de quejarse de sus heridas en las piernas, me observó y de inmediato comenzó a acercarse. Intenté levantarme, pero no pude. Así que cuando veía venir un puño por parte de él (sólo quería rematarme, ni siquiera sacó un arañazo), decidí rodar hacia mi lado derecho. Esquivé con éxito, pero quedé sin poder mirar bien debido al polvo que se levantó y por los escombros que dejó el golpe de Keeta. Cuando el polvo se disipó, lo único que vi fue un puño esquelético gigante levantado. Inmediatamente me defendí con el escudo, siendo empujado una vez más. Al ver mi escudo que estaba llegando a su límite, me lamenté a mí mismo al saber que no podría vencer a esa cosa yo solo… Después de que lanzó ese ataque y yo estuviera a unos metros de él sentado en el césped muerto del cementerio, el capitán Keeta empezó a acercarse a mí. Esta vez logré levantarme, por lo que cuando prepara un nuevo puñetazo, rodé hacia el lado derecho y de inmediato me levanté, aunque aún con dificultades. Puse todo mi esfuerzo en correr y llegar a las piernas de Keeta; mi esfuerzo valió la pena. Al estar en las piernas del capitán, le di unos cinco cortes de espada y se lamentó aun más. Como su pierna izquierda quedó al límite, no pudo darme una patada, por lo que aproveché de inmediato a darle cortes en la pierna derecha, así como clavarle la espada en un último intento. Los gritos de dolor de Keeta comenzaban a aparecer más seguidos y mientras continuaba dándole cortes en esa pierna, éste me dio un nuevo golpe con su brazo derecho, pero no fue tan potente debido a su debilidad. Su golpe tan solo me empujó a unos metros, haciéndome estrellar con otra lápida. Yo quedé descansando un poco tras el golpe, recuperando mis fuerzas. Sudaba, respiraba hondo, me quejaba del dolor y lanzaba uno que otro insulto a Keeta, al igual como lo hacía durante la batalla y mis “estrellazos en las lápidas”. Mi corazón bombeaba con fuerza y rapidez. El escudo estaba al límite. Creo que incluso yo estaba al límite. Había algo de sangre en mi rostro y mi cuerpo. Tras un rato, el capitán Keeta retoma la batalla. Éste empezó a acercarse a mí, ya no tan rápido como antes, incluso cojeaba por la debilidad de su pierna izquierda. Yo también me preparé para la continuación. Me acerqué lo suficiente a Keeta para atacarle, siendo no atacado durante el trayecto. Sin embargo, al acercarme a éste, me sorprendió con otra técnica: saltar metros hacia arriba de la nada y aterrizar con todo su cuerpo encima de mí. Sin lugar a dudas, si ese ataque llegara a hacerlo con éxito, sería mi fin. Al ver que su sombra aparecía en mí alrededor, corrí de inmediato hacia un lado para apartarme; logré hacerlo. Algo de polvo apareció en el aterrizaje de Keeta y muchas lápidas fueron destruidas o quedaron agrietadas con tan solo sentir el impacto. Esto no hizo detenerme para aprovechar el momento y atacarle por la espalda cuando estaba aún sentado tras la caída. Al darle unos cuatro o cinco cortes en su espalda, comenzó a levantarse, por lo que me aparté de él corriendo. Quedé a unos metros de él y lo esperé. Me miró y empezó a acercarse hacia mí. Intenté repetir el mismo proceso anterior, pero, sin embargo, el capitán Keeta me sorprende con un rápido puñetazo y con mucha fuerza. Por milagro alcancé a defenderme con el escudo, pero el golpe fue tal que me empujó con fuerza hacia atrás, haciéndome chocar con un muro rocoso del cementerio. Miré mi mano derecha y… el escudo había desaparecido. Tan solo tenía el agarre del escudo en mi mano. “Mierda, ahora sí estoy muerto”, me dije. Esa fuerza increíble hizo que se destruyera el escudo. Ahora, si Keeta intentara darme un nuevo puñetazo o arañazo, no podría defenderme. También estaba muy débil para esquivar, por lo que terminaría siendo golpeado. Además, estaba muy débil como para esquivar con éxito. Me levanté entre el polvo que dejó mi choque con el muro. Ahora comenzaría mi venganza por mi escudo y debilidad. Quería salir con vida del cementerio, tal como le prometí a Prímula. No quiero mentirle. Tampoco a la princesa Zelda. Así que empuñé mi espada con las dos manos y cargué “con todo” hacia Keeta. Intentó darme un puñetazo, pero no fue certero. Al darle unos dos o tres cortes con la espada en su pierna derecha, éste da un salto. Lo único que quedaría ahora es correr para evadir la caída. Mi cuerpo me traicionó. Cuando la sombra del capitán Keeta apareció, intenté correr hacia un lado, pero un dolor insoportable proveniente de la espalda apareció de la nada. Se confirmó que mi cuerpo había llegado a su límite. Me tiré al suelo, mirando al cielo, o mejor dicho, al capitán Keeta cayendo hacia mí y tan solo esperé su caída. Cuando estaba lo suficientemente cerca para chocarme… No sentí “nada”. Luego abrí mis ojos y parecía estar enterrado un poco en la tierra. Miraba el tétrico cielo, sin luz de sol. Luego vi la cabeza del capitán Keeta y luego sus manos, recogiéndome. Estaba en el aire, siendo agarrado con la mano de Keeta. De pronto, desde esa misma mano, fui lanzado con fuerza, chocando contra un muro. Estrellé y caí de nuevo, mirando hacia el cielo una vez más, ya casi sin aliento y esperando la muerte. Luego veo al capitán Keeta, riéndose y preparando el puño de su mano derecha. Ese mismo puño empezó a impactar contra mi cuerpo con toda su fuerza repetidamente, haciendo que yo me debilite aun más, comenzando ya a salir sangre de mi boca y quedar sin oxígeno. Mientras estaba siendo golpeado, miré hacia mi derecha, donde estaba la entrada/salida del cementerio y pude ver a Prímula, mirando como yo estaba siendo derrotado por Keeta. Perdón, Prímula… Creí que yo era alguien de palabra, pero creo que no lo soy. Sé que te dije que estaré bien, pero siempre te lo decía como una mentira, incluso para mí. Lo siento tanto, Prímula… Realmente creí que nos veríamos en el cañón Ikana después de mi batalla con Keeta. Realmente creí que ambos celebraríamos como tal mi regreso con vida. De verdad… No eras la única que estaba preocupada por mí, incluso yo estaba preocupado por mí mismo. No te fui sincero. Por eso te perdono… Es demasiado tarde y es lamentable que ya no me escucharas, pero quedaría satisfecho con tus disculpas… No sé si eres una alucinación o no, pero te agradezco por todo, Prímula. Nunca pensé que el “cariño extraño” hacia ti llegaría a invadirme…
Terminé despertando, en un lugar totalmente oscuro. No sabía en dónde estaba ni qué hacía. Después de despertar, me levanté de la cama en la que estaba recostado. Lo primero que vi fue a una mujer que flotaba en el aire, de pelo morado y con vestido blanco, lleno de adornos que hacía brillar el atuendo. Reconocí inmediatamente gracias a su belleza: Glasse. Era ella quien me estaba llamando en esa zona oscura desconocida.
Obedecí a Glasse de inmediato. Mi actitud en esa zona extraña no era como la que tenía en Hyrule, Términa o mucho menos el mundo cruel. Era “algo” tranquilo y obedecía. Así que miré mi cuerpo y lo primero que vi fue ropa rara colocada en mi cuerpo. Vestía con camisa de color café, una gorra del mismo color, una capa de color café más oscuro, un short gris, sujetado con un cinturón dorado y unas sandalias grises.
No sabía qué decir. Estaba mirándola con un rostro diciendo algo como: “Me estás jodiendo, ¿verdad, Glasse?”. ¿Pero qué cuento tan genial me está contando? Se supone que era mi protectora y debería actuar como tal. ¡Pero no! ¡Está contándome cuentos de niños! ¿Mis ancestros? ¿Pero qué mierda? Mis ancestros son humanos, quienes vivieron en Osorno por generaciones. ¡No tiene nada que ver con todo esto de antihéroe, que los escritos y sus otras mierdas! Y no creo que mi propio padre, abuelo, etc., haya estado vistiendo estas ropas ridículas…
Tras decir esto, unas luces comenzaron a aparecer detrás de mí. Glasse y yo nos despedimos manteniendo la sonrisa que habíamos sacado al final. Estaba decidido a acabar con ese malparido de Keeta. ¿Quién se cree intentando matarme? Yo no moriré en manos de un estúpido esqueleto que se cree el fuerte. Yo no seré humillado. No defraudaré a la princesa Zelda. Obtendré el elemento de la tierra. ¡Cumpliré la promesa que hice con Prímula! Yo me vengaré. Desperté. Desperté en el mismo lugar donde había sido golpeado brutalmente por Keeta. Cuando abrí los ojos, mi rival estaba inmóvil y recibía uno que otro proyectil desde lo lejos. Miré a mi derecha y Prímula ya no estaba ahí. Luego miré a Keeta; tras esto, una energía comenzó a circular por todo mi cuerpo y una potente luz dorada empezó a iluminar mi frente. Al llenar mi ira y sentir que estaba totalmente adrenalínico, logré hacer un salto con todas mis fuerzas, quedando en frente de Keeta. El dolor de espalda había desaparecido por completo, ni siquiera sentía algún dolor adicional que habría sido provocado por los golpes finales de Keeta. Cuando estaba frente a él, a una velocidad increíble que ni yo supe cómo lo hice ni pude controlar, atravesé la espada y mi cuerpo completo por el pecho de Keeta, saliendo por su espalda y cayendo a tierra firme. Aterricé perfectamente en el suelo y mi enemigo dejó de recibir proyectiles. Keeta sintió el dolor que le hice, pero no tuve piedad alguna. Estaba lleno de ira. Con la misma velocidad anterior, logré partir en dos las piernas de Keeta. Para hacerlo, desde el lugar donde aterricé, me lancé “con todo” hacia la rodilla de la pierna izquierda, pero chocaría con un muro; sin embargo, el choque sólo me hizo tomar impulso para destruir con mi espada y cuerpo la rodilla de la pierna derecha. Aterricé sobre una lápida, quedando mirando con una sonrisa de triunfo a Keeta, quien estaba cayendo y lamentándose. Como él cayó de espaldas, quedó mirando hacia el cielo, igual como me dejó a mí en últimas instancias. Así que aproveché ese instante para cargar más fuerza aún en mi interior, recordando lo que me había hecho antes de mi “casi-muerte”. Al cargar completamente mi cuerpo con energía ya casi sobrepasada, haciendo que mi frente ilumine el cementerio aún con más intensidad, salté unos metros arriba para dejarme caer encima de Keeta, con la única intensión de clavarle la espada en su pecho. A medida que iba cayendo y miraba el rostro de Keeta, con imágenes repetidas del momento en que empezó a golpearme con brutalidad y luego me fui a “otro mundo” con Glasse, sentía más rabia aún. Al parecer, la ira hacía que la brutalidad de mis estadísticas de combate aumente de una forma increíble, llegando hasta incluso capaz de no poder controlarla. Algo así pasó en ese momento. Cuando caí hacia Keeta y le clavé la espada con toda la fuerza que tenía, el capitán lanzó un grito de dolor, más fuerte que todos los anteriores. Sin darme cuenta, había sacado la espada que le tenía clavado de su pecho y comencé a clavársela repetidamente, tal como él me golpeaba con sus puñetazos. A veces escuchaba por parte de éste: “Detente, por favor. Me rindo. Tú has ganado”. Oía estas palabras e intentaba detenerme, pero mis intentos eran en vano… No controlaba mi cuerpo. Atacaba descontrolado a Keeta. Como mi cuerpo y mente parecían estar siendo controlados por el Cristal Dorado, mi “yo” era alguien secundario dentro de mi propio cuerpo que atacaba sin piedad a Keeta. “Mierda. ¿Ahora qué hago? ¡Ya detente, estúpido cuerpo!”; eso me decía yo. En algún momento, sentí mis brazos e hice lo posible para detenerme. Tras unos minutos luchando por el poderío de mi cuerpo, mis intentos fueron exitosos: me detuve. Tras volver en sí, comencé a respirar hondo, la luz de la frente desaparecía, sentí mis brazos agotados y el cuerpo comenzó a dolerme de nuevo.
El capitán Keeta no respondió nada. De pronto, una tormenta de arena empezó a hacer aparición en el lugar. No era cualquiera tormenta de arena, ya que fue provocada por Keeta. Él hizo esto para reformar su cuerpo destruido. Increíble… Logró colocar sus piernas de inmediato. De pronto éste comienza a moverse, preparándose para levantarse. Así que salté de él y aterricé en la tierra, aunque el salto hizo que me doliera más el cuerpo. Cuando Keeta estaba levantado, aunque notándose que le dolía aún su cuerpo, retoma la palabra.
Cuando terminó, de la nada su cuerpo se destruyó por completo, dejando caer sus huesos al suelo; sin embargo, cuando todos estaban en el suelo, los huesos se convirtieron en un polvo blanco que salió volando por los aires. El espíritu del capitán Keeta al fin podrá descansar en paz. Cuando quedé solo en ese lugar y miré mi cuerpo, me sorprendí bastante: me di cuenta que estaba usando las mismas ropas que tenía en el “mundo oscuro extraño”, cuando estaba con Glasse. Eran las “ropas del antihéroe”, según ella, pero… ¿Cómo diablos aparecí con estas ropas de la nada en el mundo real, o sea, en Términa? Se supone que sólo las usaba en ese “sueño”… Y otra cosa, ¿realmente era yo quien respondió a la pregunta de Glasse? O sea… Está bien. Me gustaría vengarme con los bravucones del mundo cruel, ¿pero con Keeta? Con él solo tenía una batalla; si moría no me importaba, sería una victoria limpia para él. Venganza con él… Lo que realmente deseaba era lo primero que le había dicho. ¿Por qué me hizo dudar y le tuve que responder otra cosa siniestra? No entiendo… Olvidé decir que mientras estaba con Keeta, yo sentía la observación del personaje misterioso a mi izquierda, donde provenían los proyectiles. Al mirar hacia allí, que era el lugar donde terminaba el cementerio, lo vi. Estaba con las mismas ropas de siempre, pero esta vez, las ropas eran de color rojo. ¿Cómo rayos lo hace para teñirle color a su ropa? Aparté la vista a él y no sentí más su presencia. Había cumplido mi misión en Términa. Obtuve el elemento de la tierra, así que no tendría nada más que hacer allí. Obviamente, sin antes avisarle a Prímula y a su padre acerca de mi hazaña. Así que decidí poner rumbo al cañón Ikana. Tal vez sería la última vez que visite ese sitio… Solo tal vez. Hola. Gracias por leer mi fic. A partir de ahora, en algunos capítulos añadiré esta pequeña sección en algunos finales del capítulo. Se podrá saber que la persona que habla soy yo cuando las palabras finales de un capítulo aparezcan en cursiva, así podré diferenciarme del protagonista fácilmente. Todo lo que esté en cursiva al final de un capítulo es cuando hablo yo, participando como un narrador omnisciente. ¿Por qué hago esto? Como el protagonista no se entera nada de lo que sucede con otros personajes, entonces yo daré a conocer pocos detalles de lo que hacen ellos mientras el protagonista relata su vida. En una zona totalmente oscura, solo se ve una cama que estaba iluminado por una luz proveniente desde un techo. De la cama despierta un joven, que de inmediato se levanta. Aquel joven usaba ropas oscuras, usando la gorra de su ropa para cubrir su cabeza y parte de la cara. Al quedar sentado en su cama mira el suelo, saca una sonrisa y dice:
Continuará |
Momento de Confusión[]
Capítulo 16
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Un Héroe en Busca de su Amigo |
Conmigo siendo un problema, ya bastaría...
Con el cuerpo completamente dolido, caminaba débil por el cementerio de Ikana y por el camino al cañón Ikana. En dos ocasiones caí en el cementerio, por culpa de la debilidad corporal. Estaba con la piedra, llamada Elemento de la Tierra, en mi mano derecha todo el tiempo. No la soltaba. Salí del cementerio y pasé frente a la casa de la misteriosa anciana, pero nuevamente no se vio rastro de vida dentro o fuera de ella. Los Stalchilds de la zona ya no me atacaban; es más, tan solo me quedaban mirando. Yo también los miraba, sin entender el porqué actuaban así. Luego subí a la segunda parte del camino al cañón con la ayuda del gancho. Subí con algo de dificultades, pero logré llegar al cañón, mientras que los Stalchilds hacían de una “pasarela” el lugar. Ellos sólo me miraban. Al pisar césped del cañón Ikana, lo primero que vi fue a Prímula. Estaba sentada en el sector derecho de la zona con césped del cañón. Sonreí al verla. Me sentí feliz y satisfecho por cumplir la promesa. Antes de que yo esté a unos diez metros de Prímula, ésta me ve. De inmediato saca una sonrisa de oreja a oreja, se levanta y corre hacia mí. Cuando hizo contacto conmigo, me abrazó con fuerza. Como hizo esto con mi cuerpo adolorido, me quejé y me dejé caer, pero esta me sostuvo.
Ambos quedamos en un pequeño silencio. En medio de este silencio, Prímula comienza a brillarle los ojos, quizás por mucha emoción y/o felicidad al verme. Será frágil. A continuación, termina abrazándome, haciendo fuerza en mi cuerpo. Comencé a quejarme por el dolor, pero de igual manera moví mis brazos para abrazarla, como señal de que no se preocupara por mí y se mantenga abrazada conmigo.
La quedé mirando con curiosidad. Entonces ésta me deja caer en el suelo con suavidad y ella también lo hace. Ambos quedamos con nuestras espaldas en el suelo, uno al lado del otro, mirando el cielo que no era celeste, ni blanco ni gris. Parecía un cielo “vacío”. Tras decirle “Cuéntame”, Prímula comienza a decirme lo que vio. Lo que me contó fue lo sucedido con la luz dorada que provoqué en la batalla con Keeta. No quise mentirle, así que le conté todo lo sucedido, desde mis aventuras en Hyrule, cuando toqué el Cristal Dorado, hasta mi victoria frente a Keeta. En un principio, ella no podía creer la historia, pero terminó entendiendo y creyéndome. Hasta incluso le conté que en realidad no provenía de Hyrule, sino que del mundo cruel. Así es, de esa manera nombraba a ese mundo mientras le contaba la historia, tal como lo hago con ustedes. Al contarle todo, le respondí una pregunta de ella: las ropas nuevas que usaba. Prímula y yo nos quedamos un buen rato conversando, tirados en el césped. A veces la chica intentaba jugar conmigo, como hacer cosquillas o ponerse más “romántica”, como apoyar su cabeza en mi pecho, pero todo esto hacía que mi cuerpo me doliera. Tras una hora de descanso aproximadamente, ambos subimos el cañón, para llegar a la casa de Prímula y su padre. A pesar de obtener el elemento de la tierra, aún aparecían Octoroks, ReDeads, entre otros monstruos, incluso intentaban atacar. Debido a esto, tuvimos que caminar con cuidado. Estos monstruos atacaban, pero los Stalchilds ya no me hacían nada. ¿Estos no me atacan porque saben que vencí a su capitán? Quizá sea eso. Al llegar a la casa, el padre de Prímula se sorprendió al verme con ropas diferentes y preguntó por su camisa que tomé prestada antes de ir a combate. Claro, mi camiseta estaba siendo lavada y todo. Le tuve que contar todo lo sucedido en el cementerio, incluyendo el desconocido paradero de su camisa. Él dijo que no me preocupara por la ropa y estaba alegrado de volver a verme, aunque confesó que igual tenía miedo de que me pasara algo en la misión. Ayudó a curarme del dolor dándome una poción roja. La poción funcionó de maravilla. Inmediatamente después ya no sentía dolor alguno. Luego almorzamos, pasamos la tarde los tres dentro de la casa y luego cenamos. En la cena, les dije a ambos que saldría de Ikana y del mismo Términa, pero que los visitaría cuando tenga tiempo. El científico comprendió, pero Prímula escondió preocupación sacando una sonrisa forzada cada vez que nos mirábamos aquella noche. Todos fuimos a dormir en sus respectivas camas cuando la hora de dormir en la noche llega. Estando en la madrugada y el padre de Prímula dormía profundamente, su hija me preguntó si estaba despierto. Le respondí y de inmediato, ésta me pide que vaya a su cama una vez más. No tuve remordimientos esta vez y fui a su cama. Mientras estábamos ahí, cada uno recostado mirando hacia un lado, haciendo que yo la esté mirando y ella a mí, Prímula me pregunta susurrando: “¿Vas a estar bien?”
Ambos quedamos en silencio por un pequeño rato, mirándonos con una pequeña sonrisa cada uno. Después de ese pequeño rato, Prímula me dice que la esperara, porque me entregaría un objeto. ¿Acaso será un recuerdo o algo? No lo sé. Tan solo esperé a que regresara. Estuvo buscando algo dentro de una caja, con mucho cuidado de no hacer tanto ruido para no despertar a su padre. Finalmente lo encontró. Volvió a la cama y me entregó una especie de cabeza de un auricular o algo parecido. Pregunté qué era eso.
Respondí con un “Genial”. Como había dicho, el aparato parecía ser la cabeza de los auriculares, donde se puede escuchar el sonido de la música. No podía verlo bien por la noche, pero luego los vería perfectamente. Cuando uno hablaba o daba un mensaje a estas cosas, se encendía una pequeña luz neón en los alrededores del aparato. Para hablar con otra persona, se debía colocar el aparato en el oído derecho, escuchando y hablando. Para saber si la otra persona está llamando, se enciende una luz roja que parpadea hasta por un minuto. Para enviar un mensaje, tan solo hay que colocarlo en el oído izquierdo y hablar. Para llamar a la otra persona, hay que darle un pequeño golpe. Para saber si la otra persona envió un mensaje, se encenderá una luz azul que parpadea todo el rato. Así funcionaba. Menudas cosas “mágicas” que se pillaba uno en mundos alternos al mundo cruel. Ambos dejamos nuestros aparatos en el velador de Prímula y quedamos en que los activaríamos al día siguiente. Luego quedamos conversando un rato más y nos dormimos, abrazándola a petición de ella. Aquella noche tuve un sueño extraño. Soñé que estaba saliendo de la casa de Prímula. Estaba desesperado. No sabía el porqué, pero estaba así. Buscaba a la chica y su padre, quienes al parecer no estaban en su casa. Como corría casi sin rumbo, llegué a parar en la entrada a la torre con forma de “cactus”, o mejor dicho: la Torre de Piedra, como decía su nombre en un letrero en la entrada de la torre en aquel sueño. Cuando miré en su interior, dos momias salían de éste, pero no eran específicamente momias: era Prímula y su padre, quienes estaban momificados. Se podía ver que eran ellos porque se notaba parte de sus rostros en los vendajes. Mis pupilas se dilatan al verlos e inmediatamente después, una mano toca mi hombro, volteándome con brusquedad. La persona que me hizo voltear era la anciana de la casa cercana al cementerio, quien me dijo en tono siniestro: “¿Qué haces tú en un lugar tan muerto como este?”; era la misma pregunta con la que me dio la “bienvenida”. Justo después de esto, desperté totalmente incómodo durante la madrugada. Miré a mí alrededor y estaba Prímula al lado, durmiendo profundamente. Me tranquilicé y continué durmiendo, sin antes pensar un poco en el sueño. Al día siguiente, Prímula no estaba al lado mío cuando desperté, sino que estaba desayunando. Así que tomé el desayuno justo cuando ella estaba terminando, pero decidió quedarse en la mesa para hacerme compañía. Ambos conversamos un poco más, sin hablar de despedidas, sino que del aparato y nuestros futuros. Tras terminar, ambos activamos nuestros aparatos y los unimos el uno al otro, para que así se conecten. Se sabía que se activaban el uno al otro cuando ambos aparatos lanzaban varias luces hacia el exterior, como cosa de “magia”. Eso fue lo que sucedió con los nuestros. Prímula me dijo que nuestros aparatos pasaron a ser sólo de nosotros, por lo que si un intruso intentara usarlos, les daría una mínima carga eléctrica. Más tarde, antes de las 12:00 hrs. del día sábado, llegó la hora decisiva de mi ida. Los tres estábamos en la zona donde está el último tocón para subir al valle de Ikana. Desde esa zona fue donde quedé sorprendido por el paisaje del cañón la primera vez que llegué a Ikana. Desde ese lugar se veía las repisas. Tuve que usar el gancho para bajar repisa por repisa del valle. Antes de bajar me despedí del padre, quien me agradeció de nuevo por la ayuda que le di en el pozo, mientras que yo agradecí por la ayuda que me dio con el capitán Keeta. Me dijo que esto no era un “adiós”, sino un “hasta pronto”. Claro, todos sabíamos eso. Cuando me preparaba para bajar, Prímula decidió bajar conmigo. El padre se sorprendió un poco, pero comprendió las intenciones de su hija, así que la dejó. Ambos bajamos. Ella se sostenía con mi cuerpo mientras usaba el gancho. Ya estando en la zona césped del valle, comenzó la despedida. Los dos nos detuvimos, quedamos mirándonos el uno al otro y sonreímos.
Prímula sólo me queda mirando, con una leve sonrisa. Nos quedamos en silencio, pero no por mucho rato, ya que de pronto ésta se lanza hacia mí para abrazarme. Yo la recibí. Sentí este abrazo diferente a los demás que había tenido con ella. Parecía que fuera un último abrazo entre ambos. Se sentía con más cariño. Podía hasta sentir los verdaderos sentimientos de ella. Tras ese cálido abrazo, Prímula mantiene sus brazos rodeando mi cuello y yo puse las mías en su cintura. En esta posición quedamos mirándonos muy de cerca. Por algún motivo extraño no me sentí incómodo, tan solo quedé mirándola, esperando a que me diga o haga algo. Su mirada no era una feliz.
Inmediatamente después de que le hice esta pregunta, Prímula se lanza hacia mí de nuevo, coloca sus brazos rodeando mi cuello rápidamente y choca sus labios con los míos. “¿Q-qué haces?”, me pregunté por mi mente en ese instante. Sí… Ella fue quien lo hizo esta vez. ¿Por qué lo hizo? Yo lo hice mientras estaba dormida, “aprovechando” la situación, aunque también me dejé llevar por verla de una manera tan… Pero ahora, ella va y lo hace, como si nada. Prímula, no me digas que… Pasó un momento y ésta se aparta de mí lentamente. Ella se queda aún con los brazos rodeando mi cuello y me dice, abriendo los ojos después de haberlos mantenido cerrados:
A continuación, Prímula me suelta y comienza a alejarse de mí, en un principio lentamente, pero después corriendo. Quedé sin palabras. Lo único que hice es quedarla mirando mientras se alejaba de mí. Ahora entendía perfectamente de sus acciones en la casa, el porqué no quería que me vaya, el porqué me invitaba a su cama y el porqué me había provocado la mañana en que la besé mientras dormía. Estaba en lo cierto. Ella siempre tuvo un “sentimiento extraño” hacia mí y yo como un completo imbécil no captaba. Claro, yo era un pendejo que no entendía bien estas situaciones. No porque haya sido tan chico, sino que nunca experimentaba tantas cosas con chicas. Cuando Prímula ya subía las repisas, volví en sí. Ya demasiado tarde respondí que ambas promesas las cumpliría. Luego puse camino hacia la Ciudad Reloj. Por el camino aún estaba pensativo en lo ocurrido al finalizar la despedida con Prímula, en otras palabras, estaba “volado en otro mundo”. Los Stalchilds todavía me miraban sin hacerme nada. Ya ni siquiera se atrevían a acercarse. Yo estaba en mis pensamientos, así que ni le tomé importancia a lo que sucedía en mí alrededor en ese momento. Sin embargo, al bajar de la segunda parte del camino, teniendo cuidado con saltar mal, la anciana de la “casa pobre” se me cruzó en el camino.
Lo que me dijo hizo perder todos mis pensamientos de lo sucedido anteriormente. El beso por parte de Prímula desapareció completamente de mi mente al escuchar aquellas palabras, algo confusas en ese momento, de la anciana. ¿A qué quiso referirse con todo lo que dijo? No había entendido nada, pero en un futuro, no muy lejano, comprendí perfectamente lo que me quiso decir… Ya estando en la ciudad, recordé a Prímula y todo lo que hicimos durante mi trayecto en Ikana. Estaba recostado en la cama de la posada, con la piedra simbolizante al elemento de la tierra en mis bolsillos, pensando en Prímula. Gracias a ella, unos días que pudieron haber sido completamente oscuros y feos, se convirtieron en días repletas de luz, amistad y “cariño extraño”. Gracias a ella, la construcción del muro se detuvo de inmediato mientras estaba en Términa. En ese momento no me interesaba realmente la construcción del muro, porque lo estaba pasando bien con Prímula. Estaba feliz y satisfecho con su compañía, aunque no se lo demostrara con claridad. Almorcé en la posada, para más tarde salir a la pradera y encontrar a Bigboy, quien estaba con el tren estacionado en el área noreste. Tras hablar con él, empezó a preparar todo para llevarme de vuelta a Hyrule y luego regresar al mundo cruel. Así que tomé el tren después de que Bigboy terminara con los preparativos. Así acabaría mi estadía por más de una semana en Términa de aquel tiempo. Ahora regresaría a Hyrule, con el elemento de la tierra en manos. Me preguntaba qué cara pondría la princesa Zelda al ver mi hazaña. Se dará cuenta de que finalmente, le serví de ayuda. El viaje fue lento. A menudo miraba la piedra que había obtenido. En este viaje de regreso no tuve un sueño extraño. Bigboy utilizaba el cañón de vez en cuando, principalmente por las noches. El tiempo parecía eterno en la mayor parte del viaje, pero a veces pasaba rápido al pensar en ciertas cosas, como los días de aventura con Prímula o cuando utilizaba el aparato, algunas veces, para hablar con ella misma. En una de estas conversaciones, ella se disculpó por el beso que me dio, pero yo le respondí que de igual manera me sentí feliz por lo que hizo; ella se quedó en silencio, pero luego respondió con un “Gracias” y apagó su aparato. Esa pequeña conversación nunca la olvidé. Terminé llegando en el casi amanecer de un día miércoles. Me volví a juntar con Radiel, que me dijo: “Con esas ropas te ves aun más idéntico a él”. Luego me dijo que vaya al castillo, porque la princesa Zelda me estaría esperando. Así que decidí ir cuando la luz del sol se notaba más. En el rato que esperé por la salida del sol, me preguntaba qué era precisamente lo que se vendría ahora. Obviamente será otro elemento, ¿pero cuál será y en qué lugar estará? Quizá sea más difícil de conseguir que el primero. Aun así, mientras viajaba en el tren, tomé la decisión de seguir estudiando todos los días y regresar a por el segundo elemento en julio, cuando salga de clases para vacaciones de invierno, aunque también visitaría Hyrule, de vez en cuando. Incluso visitaría Términa, si se me daba la oportunidad, sólo para ver a Prímula. Cuando los rayos de sol se hacían ver notablemente por todo Hyrule, salí de la torre y me dirigí al castillo, el cual se encontraba bastante cerca. Por el camino me encontraba con unos cuantos Bokoblins. A pesar de la dura batalla con Keeta, derrotaba a los Bokoblins de la misma manera que antes y con el mismo tipo de dificultad. Quizás necesitaba más experiencia en batallas pequeñas o una espada más poderosa. En eso pensaba mientras eliminaba a los Bokoblins que se cruzaban. Finalmente llegué al castillo sin rasguño. Los guardias me dejaron entrar con libertad, esta vez. La princesa habrá dicho que me dejaran pasar, tal vez. Uno de los guardias del interior del castillo me preguntó si buscaba a alguien; le respondí que a la princesa Zelda. Entonces me hicieron esperar en un salón que parecía ser la sala de estar del castillo. Ese salón sí que representaba la clase alta de la familia real… Había grandes ventanas, que estaban cubiertas con unas gigantescas cortinas rojas, unos sofá de cuero de gran calidad, adornos que podrían valer grandes fortunas, cuadros de pintura extraordinarias, etc. Tras unos minutos, la princesa se presentó como tal. Como siempre, vestía ropas totalmente elegantes.
Dejé la postura de reverencia y ambos reímos un poco por lo “típico” que pasaba al saludarnos. Antes de que dijera algo, la princesa se voltea para decirle al soldado que podría dejarnos a solas. El soldado obedece y se marcha de la sala, haciéndole también reverencia a ella y “despidiéndose” de mí con tan solo una mirada. A continuación, la princesa voltea de nuevo para regresar la mirada hacia mí.
La princesa tan solo dijo “Entiendo”. Luego continuamos hablando cosas que no interesan demasiado, hasta incluso no las recuerdo bien. Sí recuerdo que en algún momento le dije que regresaría a mi mundo por un tiempo, pero regresaría dentro de dos meses. Ella comprendió mi descanso, así que me dejó con libertad. Agregó que para mi regreso, debería visitar al anciano de la comunidad minish del bosque, para informarle acerca de la obtención del elemento y me entregue más información. Antes de irme, la princesa me invitó a desayunar junto a ella; acepté. La princesa Zelda me llevó al comedor del castillo para desayunar. En el camino informó a un soldado para decirle a los chefs que preparen el desayuno para dos personas. Entré al comedor y de nuevo quedé sorprendido por el lugar: había una gigantesca mesa de lujo de madera, con unos cuantos manteles blancos y rojos encima, unas sillas de lujo construidas también de madera, las ventanas eran del mismo tamaño a las ventanas de la sala de estar, las cortinas eran blancas y entre otros detalles. La princesa me invitó a sentarme en una silla de lado/rincón, mientras que ella se sentó en una de las dos principales, las cuales se mantenían muy lejos con la distancia, una a cada lado de la mesa rectangular. ¿Se hacen la idea? Espero que lo entiendan. Luego llegó un par de camareros, quienes entregaron las cosas que íbamos a comer, desde un simple pan a unas cosas extrañas que nunca había visto, ni en Hyrule, Términa o el mundo cruel. Mi taza parecía tener leche con chocolate; eso era. Sin embargo, la leche era demasiado deliciosa.
Al hacerle esa pregunta, la princesa bajó su cuchillo para untar un pan, colocándolo en la mesa y quedó en silencio por un rato. Ahí recién me di cuenta de que había tocado un tema no muy agradable para ella… Me sentí incómodo. Ella no respondía y tan solo miraba su taza. Yo no sabía qué decirle. No sabía si decir algo más acerca del rey, preguntarle qué le pasó o disculparme e irme del castillo, agradeciendo por la estadía. Opté por lo último; sin embargo, antes de agradecer, la princesa vuelve en sí y cambia totalmente el tema. Empezamos a hablar más a fondo de mi viaje por Términa y terminamos hablando del regreso. Luego terminamos de comer. Nos dirigimos a la sala de entrada/salida del castillo, sin antes que la princesa ordene sacar las cosas de la mesa. En esa gran sala, ella se disculpó por su actitud “misteriosa” que tuvo en la mesa del comedor. Yo sólo le respondí que no se preocupara. Luego nos despedimos y me deseó suerte en todo y reiteró que no me olvidase de visitar al anciano minish cuando regresara a Hyrule. Salí del castillo. Después de todo, salí con preocupaciones por la princesa. ¿Por qué actuó así al empezar a hablar de su padre? Algo tuvo que haber pasado… Sabía que era privado, así que mejor no seguir presionándola para que me diga algo. Actuaré como si esa conversación no existió. Cuando salí del castillo, me dirigí directamente al portal. La cantidad de monstruos aumentaba cada vez más. Ahora empezaban a aparecer unas aves gigantes voladoras que no sabía su nombre en ese entonces, pero luego me lo aprendería de memoria gracias al libro: Kargaroc. También empezó a aparecer otro tipo de enemigo volador, llamado Peahat. Estos parecían unas cosas totalmente tranquilas echadas en el césped, pero si me acercaba demasiado, comienzan a flotar de la nada y atacaban. Cuando yo caminaba al portal ese día, los vi por primera vez en el césped. No me dio curiosidad ir a verles, así que no sabía que flotaban, atacaban, ni nada por el estilo. Llegué al portal. La luz del sol apuntaba con fuerza por todo Hyrule. Miré el aparato que me entregó Prímula; tenía una luz azul que parpadeaba continuamente. Le di un pequeño golpe y escuché el mensaje, que solamente decía: “Te estaré esperando en mi casa siempre, Brett. Te extraño. Cuídate mucho, por favor. Te quiero”; luego se escucha el pitido final del mensaje. Quité el objeto de mi oído y lo guardé, sonriendo. Estaba con las ropas del “antihéroe” aún, mirando el portal que esta vez, se esparcían múltiples colores por dentro. Tras un suspiro, finalmente entré en ella. Vuelta a la “normalidad”. Estaba en el Parque Cuarto Centenario. Las nubes cubrían el cielo, por lo que el día estaba “triste”, más la oscuridad que provocaba los árboles del parque. Al ver mi cuerpo, me di cuenta que no estaba llevando las ropas con las que crucé el portal. Lo peor, pero gracioso, es que estaba llevando la camisa extraviada del padre de Prímula. “Con que aquí estabas”, dije en tono bajo y de bromista. ¿Significaba que estaba usando siempre la misma ropa sin darme cuenta o qué? Pero estaba totalmente seguro que debajo de la camisa café de las ropas del “antihéroe”. Que extraño… Un detalle que no me gustó es que el obsequio de Prímula no lo encontraba en un bolsillo. Claro, se había quedado en el bolsillo del short de las otras ropas. Menudo lío… El resto de la ropa, con la que aparecí en el parque, era la ropa que usaba durante la batalla con Keeta: mis pantalones que usaba al cruzar por última vez el portal y las zapatillas. La camiseta que usaba antes, lo dejé en casa de Prímula. Tras revisar y revisar y ver que los otros cambios eran completamente normales, me dirigí a casa. Al otro día iría al liceo. Volvería a ese lugar y me reuniré con los demás. A todo lo demás… ¿Qué ha pasado con Linik/Raúl? No lo vi nunca más desde que me entregó el gancho. ¡Genial! No pude devolvérselo… Que bien, ¿ahora cuando regrese a Hyrule tendré que ir a Términa para devolver el gancho? Menuda flojera. Que él me busque en el liceo y me pregunte sobre su gancho. Al llegar a casa, lo primero que recibí fue un fuerte abrazo por parte de mamá. Mientras estábamos así, ella me dijo que estaba muy preocupada por mí, hasta rezaba por mi regreso. Agradecí su preocupación y luego le dije que no se preocupara, porque estaría bien y no me pasaría nada. Ella no sabe en absoluto lo que yo vivo en el otro mundo cruzando tal portal que ella y su esposo me enviaron. Luego me invitó al almuerzo y acepté. Saludé a mi abuela, quien no mostraba tanta preocupación por mí. Luego llegaría mi hermano, que tampoco mostraba preocupación. Mucho más tarde papá, que si no fuera por mí, ni me hubiera saludado o sabría de mi presencia. Vaya padre… Antes de que mi madre se vaya de la casa para trabajar y yo me encierre en mi habitación como siempre, se despidió de mí como tal y pidió que no la preocupara más. No pasó nada más extraño ese día. Estuve en la tarde, mirando la TV, luego tomé el té, más tarde cené y finalmente, me acosté. Debo decir que mientras estaba en la madrugada, cuando había regresado del baño, estando de vuelta en la cama, escuché pequeños gritos de mi padre y llantos de mi madre. No quería escuchar esas mierdadas y tapé mi cabeza completa, especialmente los oídos, con la almohada. Sí, estaba de vuelta a la normalidad… A la crueldad de ese puto mundo. Y pensar que la noche anterior estaba de lo mejor, abrazado junto a Prímula… Ahora sólo escuchaba llantos y sentí un mojado beso de despedida en la mejilla por parte de mi madre, después del escándalo de esa madrugada. Yo me hice el dormido para no alarmarla. Amanecer del día siguiente, jueves. Preparé mis cosas para ir al liceo. Volvería después de dos semanas en desaparición. Me preguntaba cómo reaccionarían las personas que estuvieron preguntando por mí… Hice mis labores de cada mañana y salí de casa. Volví a respirar el aire típico de este planeta. Volvería a ver las caras de mis amigos. Volvería a ver las caras de los perros salvajes con rabia. Regresaría a los estudios. Lo peor es que en el camino recordé los exámenes atrasados que tendría, debido a faltar tanto a clases… Vaya, vaya. No tenía otra opción que rendir esos exámenes. Uno de mis miedos era repetir de curso. Nunca me gustó pasar por esa experiencia, ni siquiera pensarlo me gustó. Llegué al liceo. Aún no tocaban el timbre para entrar a clases. El día estaba completamente nublado de nuevo, incluso había llovido en la madrugada. El gran pasillo estaba repleto de alumnos, tanto de jóvenes de Tercero y Cuarto Medio como de Segundo y Primero. La mayoría de las veces, los de Segundo y Primero se quedan esperando en las afueras de la sala, esperando como pendejos a que abran la puerta. Claro, yo era un pendejo más en esos tiempos. Mientras caminaba por el pasillo del pabellón A, para quedar como estúpido esperando en la puerta de la sala, me encontré en el camino a Xavi, quien me saludó enérgicamente y pregunto qué había pasado conmigo. Le dije que estaba en un viaje con la familia y éste creyó. Por suerte no pasó a casa para preguntar, sino me hubiera pillado… Éste me invitó para estar con él y Ashley, para conversar mientras se esperaba la tocada del timbre y entrar a clases. Acepté y conversamos un poco. No fue una conversación interesante, así que no lo pondré aquí. Luego toca el timbre y todos a sus salas. Xavi y Ashley se despidieron de mí. Él dijo que nos juntaríamos en otro recreo o algún otro día. Yo solo respondí con: “Está bien”. Al entrar a la sala de clases, Daniel ya estaba ahí, con su típica sonrisa de siempre. Éste se alegra al verme. Cuando ya estábamos en la primera clase del día, Dani dijo que los días en el liceo estuvieron algo agitados, hasta incluso hubo una pelea entre dos grupos: uno donde se incluía Diego y la mayoría de los compañeros de clases y el otro era un grupo de alumnos mayores, de Tercero Medio. Vaya… Me hubiera gustado ver esa pelea, pero no me arrepiento de haber faltado a clases y estando con Prímula como compañía diaria. Dani me contó varias cosas más de los sucesos en los días de mi ausencia. Me contó también que Danilo, el joven “afeminado” de mi clase, ya lo molestaban aun más, incluso compañeros de otras clases. Pobre… El trío de Cristián, José y Sofía, hacía aun más desorden de lo que era antes; añadió que Cristián ya completó una página entera con anotaciones negativas. Pero qué chico… La chica de nombre Almendra hizo un grupo con otras cuatro o cinco compañeras de clases y ella misma también hace desorden de vez en cuando, tanto con el “Trío Dinamita” como su propio grupo de “Dears”. Los flaites a veces molestan a las “Dears”, pero éstas no se quedan calladas y comienza una pequeña riña entre ambos grupos. Finalmente, todos terminan felices y más que uno con gusto de picardía. Mientras tanto, por su parte, Dani sólo es un espectador “fantasma”. En los primeros recreos no sucedió nada. En el primer recreo estuve con Dani y en el segundo con Eileen, quien me saludó con un fuerte abrazo. No acostumbraba a recibir abrazos en tantos días seguidos… Como sea. En el recreo largo, de las 13:00 – 14:00 hrs., me junté con Xavi, quien me contó las últimas actualizaciones de su vida en el liceo. Así fue el día jueves, actualizando la información del liceo con la ayuda de los demás. Aquel día no vi a Aura, tampoco a Raúl/Linik. Llega el día siguiente, viernes. Ese día tampoco vi a Raúl/Linik, pero sí a Aura. Cuando caminaba por el pasillo del pabellón A en el comienzo del día, sentí las miradas de ella. Terminé chocando miradas. Una diferencia es que esta vez, cuando chocábamos miradas, ella sonreía y se volteaba para dejar de mirarme. El liceo parecía estar algo cambiado con mi ausencia… No sabía el porqué, pero lo sentía cambiado. Cuando toca el timbre del primer recreo de la mañana, que es desde las 09:30 – 09:50 hrs., mientras iba caminando por el pasillo del pabellón A, Aura pasó a chocar conmigo accidentalmente. “Lo siento”, se escuchó de su voz, sin haberme visto. Cuando chocamos miradas, ésta se sorprendió y sonrió.
Tras esta pregunta, yo empecé a contarle una que otra mentira, diciendo que había ido a Puerto Montt, la misma historia que le conté a Xavi. Ambos quedamos conversando tras unas ventanas del gran pasillo, observando el patio que estaba siendo ferozmente mojado por la lluvia, al igual como el día anterior. El casino de comida estaba repleto de alumnos que buscaban el desayuno. En ese recreo unos cuantos iban a la biblioteca, porque en ese lugar había calor suficiente para no pasar frío. Claro, desde mediados de mayo el frío comienza a ponerse intenso en Osorno, al igual que la lluvia. Era otoño en ese entonces. Invierno llegaría en junio. El día pasó tranquilo. Aura y yo nos volvimos a juntar en el segundo recreo de ese mismo día, sólo que en el segundo fuimos acompañados en una ocasión por Eileen. Mientras estábamos los tres, Aura no pudo seguir con nosotros, porque dijo que debía volver con su “pololo”, Diego. Ja-Ja. El resto del recreo lo pasé junto con Eileen. Ella me confirmó que Raúl/Linik no fue a clases. Toca el timbre para la última clase del día. En toda esa clase, Diego y el grupo flaite me miraban repetidamente. Aposté a que estos tipos ya prepararían algo para molestarme, sólo por el hecho de que estuve con Aura casi todo el día. En todo ese día hablé con calma y tranquilidad con Aura, muy diferente a como hablaba con ella el día en que la conocí. ¿Por qué le hablé de esa manera? … ¡Toca el timbre de salida! Salí inmediatamente de la sala, haciendo una despedida rápida a Daniel. Mientras pasaba por el pabellón A, sentí la mirada de Aura. No hice caso. Estando en la entrada/salida del liceo, me pasé a topar con Xavi. Éste quiso acompañarme para seguir conversando, pero yo negué. Noté algo de preocupación en el rostro y voz de Xavi al preguntarme eso, pero no me importó en el momento. Sólo quería irme rápidamente por si el grupito de flaites quería hacerme algo. Todo parecía pacífico. Parecía que el camino ya parecía libre. No estaba lloviendo. Había dejado de llover desde hace una hora. Como parecía todo tranquilo, mientras estaba en el Parque Cuarto Centenario, pensé en caminar tranquilamente. No sé el porqué pasé por ahí. Ni siquiera tenía intenciones de visitar otra vez Hyrule. Pensé que todo se había calmado… Sólo pensé. Mientras caminaba, unos tipos aparecen de la nada y me agarran por detrás, lanzándome al suelo. Al mirar, los tipos que me botaron fueron tres: Adán, Carlos y Mario, alumnos del liceo. Quise levantarme, pero Mario me da un puñetazo en la cara. Luego vi que llegaron más del grupo, como Nicolás, otros tres más y el propio Diego.
Nota: ”Cuenta la firme” es como decir: “Dime la verdad”.
Nota 2: ”Cachai” es como sinónimo chileno de “Entiendes”; mientras que el uso de “Entendí’” es decir “¿Entendiste?”, pero con otro tipo de acento, quedando como “¿Entendís?”, sin embargo, como él habla tan mal, se le quita la “s”. Tras esto, Mario preguntó si podía golpearme con los demás, a lo que Diego afirma, dándome una patada él también. Con la patada del líder flaite incluida, todos se acercan a mí y comienzan a darme patadas y algunos puñetazos. Sin embargo, esto duró muy poco, ya que una voz aun más conocida se escuchó a lo lejos, gritando: “¡Déjenlo!”. Todos se detienen y miran al lugar de donde provino la voz; era la voz de Xavi. ¿Acaso me siguió? Venía desde el lugar que pasé yo: caminando hacia lo más bajo de la ciudad, cruzando un puente colgante, subir una cuesta de tierra, doblar a la izquierda y así se llegaría al parque. Mientras yo quedé como un espectador desde el suelo, con el rostro dolido, vi como Xavi se acercó al grupo bravucón, mientras que Diego lo quedó mirando enseñándole una sonrisa sádica. En algún otro lado, en un cuarto completamente oscuro, el chico de ropas oscuras estaba recostado en su cama, mirando el “cielo negro” con mirada seria. De pronto, una puerta se abre. Tras el sonido de la apertura de la puerta, el joven saca una sonrisa y se levanta de la cama, quedando sentada en ella y mirando al suelo. Desde la puerta se ve una silueta de una persona.
El joven de ropas oscuras no responde a la pregunta. Luego de un silencio y quedar mirando el suelo todo el rato, el joven mueve su cabeza para mirar la silueta del hombre.
Al terminar de decir todo esto, el hombre cierra la puerta de inmediato, apagando la única luz que podría alumbrar la habitación oscura completamente; como sólo aparecía desde la puerta, no alumbraba demasiado. El joven de ropas oscuras, que había quitado su sonrisa tras haber escuchado lo último del hombre visitante, se recuesta en la cama, mira hacia el techo y vuelve a sonreír, para decirse “a sí mismo”:
Continuará |
Capítulo 17
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Confusión |
Y todo comienza con algo sin respuesta.
¿Por qué Xavi me siguió? Lo único que estaba haciendo era meterse en problemas. ¡Cómo va a creer poder ayudarme estando él solo contra todos estos animales salvajes de por medio! En lo único que se convertirá Xavi es en una presa más de estos tipos… Maldita sea. Todo esto fue por mi culpa. No debí haber caminado por el Parque Cuarto Centenario en mi viaje de regreso a casa. Pero también fue su culpa. Le había dicho que no me acompañase, ¿entonces por qué diablos lo hace? Que estúpido de su parte… Yo estaba en el césped, sorprendido por la aparición de Xavi en escena. Diego lo estaba mirando con una sonrisa sádica. Xavi con mucha seriedad miraba a Diego y con preocupación a mí. Antes de que uno de ellos retome la palabra, Mario y otro flaite me levantan del césped. Obviamente no me levantaron por buena voluntad, es más, lo hicieron con brusquedad y Mario me tomó del pelo con fuerza, inclinando mi cabeza hacia atrás. Aun así, yo podía ver notablemente a Xavi y Diego, que estaban ya a unos cinco metros de distancia entre ellos.
Xavi sonrió de forma irónica, mientras que yo no entendía nada a lo que se refería. Quizá se trate de una nueva “novedad” del liceo. Diego y Carlos se dieron cuenta de lo que quiso decir Xavi. Se notó de inmediato que al líder flaite le molestó el comentario de su adversario, al igual que Carlos. Éste último no aguantó la rabia e intentó encarar a Xavi, pero su líder lo detiene en el camino. A continuación, Diego se acerca lentamente a Xavi.
Nota: Se refiere a “Huecos” como “Homosexuales”.
Repetir la misma grosería de insulto a Diego, provocó que éste termine en furia. Debido a esto, el líder flaite intentó darle un puñetazo con su mano derecha; sin embargo, como si tuviera perfectos reflejos, Xavi detiene el golpe en seco con su mano izquierda y sin inmutarse, sorprendiendo a mí y a los integrantes del grupo flaite. Pude notar que Diego se sorprendió también y a la vez sintió algo de desesperación por ser bloqueado con tal facilidad. Mientras le tenía sujetado el brazo, al parecer con fuerza, Xavi le dice con una sonrisa irónica: “¿Quieres jugar? Pues hazlo con alguien de tu tamaño, entonces”. A continuación, Diego es soltado y empujado. Ahora comenzaría la pequeña riña; una vez que Diego tomó vuelo y se abalanzó hacia Xavi, con el mismo brazo “dolido” intentó darle un puñetazo a Xavi, quien se acercaba a Diego para encararlo. El flaite no tuvo éxito una vez más en el golpe, siendo bloqueado con la mano derecha de Xavi. Mi amigo ni se despeinaba para bloquear tales ataques. ¿Cómo diablos? Diego parecía ser más robusto que Xavi, incluso. El líder de los perros rabiosos intentó sorprenderlo con una patada desde su pierna izquierda, pero sorprendentemente, Xavi suelta con brusquedad el brazo de Diego para golpear la pierna recién levantada del flaite. La patada iba con tal velocidad que sería imposible para alguien cualquiera detenerlo, pero Xavi logró golpear la pierna con una fuerza que desequilibró a Diego. Como consecuencia, el flaite cae al césped. Xavi miró a su rival sin estar despeinado. “¿Pero qué mierda es lo que estoy viendo? ¿Desde cuándo Xavi sabe pelear tan bien?”; eso me preguntaba mientras espectaba sorprendido la pelea, al igual como los demás. Unos cuantos estaban boquiabiertos, sin entender el cómo su líder estaba siendo abatido con cierta facilidad. Después de que haya caído, Diego se levanta y se aparta un poco de Xavi, quien permanecía mirándolo irónicamente. Podría verse que hasta incluso, el mismísimo líder flaite estaba sorprendido de su rival. Tras que Diego se haya levantado, Xavi le dice, todavía irónico: “¿Qué tal una apuesta? Si yo gano, prometerás dejar tranquilo a Brett para siempre, pero si pierdo… harás lo que quieras. ¿Está bien? Espero que la aceptes, o terminarás siendo un cobarde enfrente de todos tus amigos”. Tras la propuesta, Diego tan solo mira a todos los integrantes de su grupo, terminando la mirada hacia mí y luego volverla hacia Xavi. La primera parte de esta pequeña riña sólo había concluido para una “nueva parte”. Diego sonríe tras haber devuelto la mirada hacia su contrincante e inmediatamente después, se acerca a él para empujarlo con su cuerpo de lado, embistiendo. El líder flaite se dio cuenta de que quizás eso lo serviría para su ventaja, ya que, como dije antes, Xavi parecía menos robusto que él. La estrategia del flaite no sirvió de nada. Xavi fácilmente recibe la embestida, pero permaneció intacto en la zona que estaba parado. Usó la potencia de la embestida de Diego para usarlo a su favor, haciendo que el mismo flaite salga empujado a la misma zona de donde tomó el vuelo. Diego pierde la calma y carga una vez más hacia Xavi. Éste último sólo permanecía tranquilo, recibiendo la potencia de ataques para usarlo a su favor. El flaite logró tomar a Xavi de su ropa en esta ocasión. Intentó darle una lluvia de golpes en el rostro de él aprovechando que lo tenía tomado; sin embargo, antes de que recibiera el primer puñetazo, Xavi logra frenarlo con su mano una vez más. Diego aprovecha este momento para soltar a Xavi, empujándolo hacia atrás y casi alcanzando a darle una patada en el torso, pero Xavi inteligentemente se corre hacia un lado. Casi le dio un golpe… Diego no aprovecha ni siquiera de sonreír por aquella casi oportunidad. Pareció que Diego iba a atacar, pero Xavi dice: “Ya me aburrí de esquivar y defenderme, así que ya es hora de atacar”. Tras esto, Xavi permanece quieto esperando un ataque de Diego, a quien le hacía causa diciendo: “Vamos, golpéame ahora”. El flaite no duda en abalanzarse hacia Xavi, pero para sorpresa de Diego, Xavi sólo estaba actuando y aprovecha el descuido para darle un puñetazo en la panza y otro al rostro, a una velocidad y potencia increíble. Tales golpes fueron tan fuertes que el flaite terminó cayendo al césped de inmediato, tomándose la panza con sus manos y quejándose del dolor. También parecía haber quedado sin aire. “Creo que he ganado”, dijo Xavi, mostrando una mueca de aburrido y de triunfo a la vez, mientras miraba al flaite tumbado en el suelo. Todos quedaron en silencio por la escena. Al parecer, Xavi le había ganado a Diego sin esfuerzo. El flaite hizo unas señas desde el suelo a Mario y al otro tipo. Estos dos me soltaron de mala gana, apartándose de mí. Luego Xavi termina recogiéndome, ya que había caído al césped. Cuando todo parecía haber acabado, mientras había caminado cierta distancia para alejarnos de los flaites, se escucha la voz de Diego a lo lejos, diciendo algo que no entendí. Lo importante de todo es que tras ese grito, Xavi y yo nos dimos cuenta de que todo el grupo flaite corría hacia nosotros. “Estos tíos no se cansan… Brett, tú quédate aquí, no te muevas. Les daré una lección para que aprendan a respetar apuestas”, dijo Xavi dejándome sentado bajo un árbol. Tras esto, él dio unos diez pasos hacia delante, encarando a todo el grupo flaite que venía corriendo. Mientras yo miraba desde el árbol, misteriosamente la mano derecha de Xavi se ilumina de la nada. No iluminaba con fuerza, pero destellaba una pequeña luz que duró unos tres segundos. Como el día estuvo muy oscuro, más los árboles sin hojas, hacía del parque un lugar oscuro y “tétrico”. Por aquellos detalles, pude notar con facilidad el pequeño destello de la mano de Xavi. No sabía si era obra de magia o qué demonios, pero la luz aparecía desde aquella mano, igual como sucedía con mi frente en la batalla con Keeta. A diferencia de este destello, mi frente lograba iluminar el cementerio por completo. Volviendo al tema de riñas, unos segundos después del destello en la mano de Xavi, el grupo flaite había llegado hacia él. Nuevamente, Xavi me sorprendió aun más: cuando cinco integrantes del grupo, donde se incluyó Diego, Mario y los otros tres desconocidos, llegaron hasta Xavi, preparando puños y patadas, mi amigo saca una espada de la nada, la alza hacia el cielo y una especie de luz azul rodeó toda la espada; todos dejaron de correr, sin poder creer lo que estaban mirando. Tras esto, Xavi lanzó una onda de luz desde la espada hacia los cinco flaite, quedando abatidos de manera inmediata. Mario quedó en el suelo y quejándose, pero los otros cuatro ni siquiera se movieron. Carlos y Adán, quienes venían más atrás, no pudieron creer lo que vieron. Como acto de cobardía, ambos terminan escapando, dejando a sus cinco compañeros en el suelo. No pude creerlo… ¿Quién mierda era realmente Xavi? Esas maniobras son totalmente anormales a este mundo… Mientras los dos cobardes huían, Xavi guardó su espada, corrió hacia ellos y cuando estaba lo suficientemente cerca, les lanzó “bolas mágicas” a ambos, tumbándolos en el suelo. Estas bolas las había sacado desde su mano, por lo que logré captar. Tras lo sucedido, las quejas Mario desde el césped aún se escuchaban, por lo que llamó la atención a Xavi. Como consecuencia, a éste también le lanzó “bola mágica”, haciendo que Mario termine callado. Finalmente, Xavi regresa al lugar donde estaba yo. No podía creer y sin entender lo que había presenciado. “No te preocupes. Cuando despierten no recordarán nada de lo que pasó”; eso me dijo casi con ironía Xavi, mientras me estaba levantando boquiabierto. Ambos salimos del Parque Cuarto Centenario retomando el camino hacia mi casa. No hablé en todo el rato, ya que estaba consumido en mis pensamientos y tanta sorpresa junta. Debo recordar que en otoño e invierno, el parque se encuentra muy solitario, por lo que nadie pudo ver tal cosa extraña sucedida aquel día. Volviendo al tema, mientras caminábamos en la carretera, Xavi vuelve a hablarme.
No contesté. Quedé pensando en todo lo dicho. ¿Él iba a ser mi protector en este mundo, mientras que Glasse en el otro? Pero espera… Al menos este me protege, en cambio, Glasse aparece cuando se le da la gana. Así que lo confirmaría de inmediato. Además, recién dijo “me colocaron”, por lo que de seguro alguien lo envió. Así que continuamos la conversación ya un poco cerca de mi casa. Mientras estábamos conversando, sin embargo, él desconocía completamente información acerca de Glasse. ¿Pero cómo? Se supone que ella es mi protectora de los otros mundos. Pero no; Xavi se refirió a otra persona, que no se presentaría a mí como un espíritu “guía”, sino como un espadachín que me protegería cuando esté en peligro. De inmediato recordé al personaje misterioso, a quien desconocía su identidad, incluso su rostro. Le conté a Xavi sobre aquel personaje y él me dijo que no me preocupara, ya que así era él, no le gustaba mostrarse. Menudo protector… Finalmente, llegué a casa y Xavi se fue en solitario a la suya de Osorno. Cuando ya estaba en casa, almorcé y luego me dirigí a mi habitación. Al parecer, nadie se dio cuenta de las leves marcas de lesiones en mi rostro. No me importaba. De todas formas, esta familia ni se preocupaba por mí, a excepción de mi madre. Estando en mi habitación, en un principio me recosté pensando en lo conversado con Xavi y lo que hizo para salvarme de los bravucones. También recordé que él quería acompañarme en el camino de regreso… ¿Acaso sabía que me iban a golpear o simplemente se dio cuenta de que algo malo estaba pasando en mí, como caminaba demasiado rápido? Ni idea. Aquel fin de semana no pasó nada interesante. Todo transcurrió tal como sucede todos los días en aquella casa. Mi abuela mirando telenovelas, tejiendo y hacer la comida. Mi hermano en la computadora, consolas y videojuegos. Mi padre trabajando, descansando en los domingos y su música. Mi madre con su vida algo parecida a mi padre, sólo que no escuchaba música, sino que miraba películas. Mi tío con su vida propia, saliendo de la casa a menudo. Yo en mi habitación, encerrado, que sólo bajaba para comer con los demás o ir al baño, escuchar música desde el MP4, mirar TV desde el sofá y la lámpara encendida por la noche, etc. Llega el lunes y una nueva semana de mayo. El clima de aquel día fue raro: por la mañana había sol, luego llovió, más tarde el sol salió junto a la lluvia y finalmente, terminó quedando plagado de nubes. Otoño es raro en Chile… En la mañana, aprovechando el sol, caminé tranquilamente para llegar al liceo. Justo en la entrada me encontré con Raúl/Linik junto a Eileen, quienes me saludaron con mucho ánimo. El chico de Términa me dijo, mientras Eileen fue al baño, que lo vuelva a llamar por “Raúl”, ya que ese era su nombre en el mundo cruel. Comprendí y lo llamé así todo el tiempo cuando nos cruzábamos por el liceo y en la ciudad misma. Obviamente, a Eileen le llamó un poco la atención el porqué Raúl y yo nos saludamos como “amigos de toda la vida”. Ella me lo hizo saber en el segundo recreo de la mañana de ese mismo día, pero Raúl y yo le aclaramos la situación, diciéndole una que otra mentira. Saltaré ese día y el mes completo para ir directamente a junio, el mes donde comenzó el invierno y que al siguiente, o sea julio, apareció un pequeño acontecimiento que no olvidaré nunca. No pondré hechos sucedidos en los días que me saltaré, porque no hubo nada interesante. ¿Para qué colocar conversaciones o cosas sin importancia? Sólo estaría sobrando en la historia. En fin. Mucho antes de que el invierno comience, en principio de junio, decidí viajar con Xavi hacia Hyrule. En el primer viernes de junio, ambos nos dirigimos al portal después de clases. Estando allí lo cruzamos los dos a la vez. Se supone que cualquier persona no podría ver el portal, según Xavi. Esto lo afirmé con lo sucedido con mis padres cuando lo crucé por primera vez, ya que ellos no lo pudieron ver. Cuando estábamos en Hyrule, en la pradera misma, aparecí con las típicas “ropas de antihéroe” y se pudo afirmar que Xavi sí pertenecía a Hyrule. Él me dijo que mis ropas les traían recuerdos. ¿Por qué mierda les traían a todos tantos recuerdos mi apariencia y ropas? Sí que desconocía historia… Justo estando al lado de él, cuando habíamos cruzados el portal, pude notar que éste sacó una espada de la nada; era la misma espada que usó con los flaites. El arma se llamaba Espada Maestra, el cual sería la única espada que repele el mal. Confesó que, al igual que yo y todos los Hylians, estaba preocupado por lo sucedido con las repetidas explosiones. Ambos caminamos un poco por la pradera repleta de enemigos, que eran abatidos con una facilidad por parte de Xavi; incluso acababa con los Bokoblins con un solo corte de espada. Esa espada sí que era poderosa… Estando sentados en la pradera, mirando el paisaje de Hyrule completo y Xavi acabando fácilmente con algunos enemigos que se nos acercaban, me contó todo lo sucedido en ese mundo mientras estaba en España. Él ya conocía mi historia, que sería el “famoso” antihéroe que debería buscar los elementos y bla bla. También conocía a la princesa Zelda y al rey, hasta incluso la gente del rancho. Mientras decía todo esto, en mi mente sólo se pasaba una frase: “¡cómo mierda nunca me contaron nada acerca de él!”. Todos sabiendo la existencia de Xavi en Hyrule y yo como un estúpido ignorante… Terminó diciendo que él fue enviado como protector por la princesa Zelda y el mismísimo rey. ¡Un aplauso! Todos sabiendo lo que sucedería conmigo y yo ni puta idea… No hicimos nada interesante en Hyrule, porque luego volveríamos al mundo cruel. Xavi caminaba y hablaba con total tranquilidad. Por mi parte, en cambio, tenía confusión en mi cabeza. Él siendo un protector, como el personaje misterioso del “mundo maravilloso”, pero tratándome y viéndome más como un amigo que alguien a quien proteger. Menuda locura… Lo peor de todo es que la mayoría de las personas que estaba conociendo en el mundo cruel, pueden tener un pase directo a Hyrule. Lo único que falta es que todos los huevones del liceo pertenezcan a ese mundo y yo ni la menor idea. ¡Sería lo único que faltaría! Antes de ir al tema del que les quiero hablar, aquel acontecimiento inolvidable, mis primos visitaron la casa por el cumpleaños de mi abuela, el 06 de junio. No hubo fiesta alguna, sino un té en familia tranquila. Sin embargo, la familia de las dos primas mayores, no estuvieron durante el té. También no estuvo la mayor parte de la familia de Eileen, aunque ella sí estuvo. Ese día, después de comer torta, Bastián aprovechó de regalarme más cocaína en secreto, cuando ambos nos juntamos en el patio de la casa. Me regaló otros cinco papelillos. Me los había ofrecido y yo acepté. Sumando los nuevos papelillos con los antiguos, quedaría en un total de seis papelillos y medio. ¿Recuerdan? Uno lo utilicé sin pensarlo, dejando el contenido casi por la mitad… ¡Ahora sí voy al tema del que iba a contar! Como ya dije, esto sucedió en el mes de julio, pero comenzaré la historia desde el mes de junio. Para comenzar con el tema, les podré decir que ciertos de junio, mi personalidad parecía un poco más cambiada. ¿Cómo cambiada? Significa que estaba un poco más alegre, no tan pesimista y antisocial, casi ni siquiera pensaba en el muro, extrañamente. He de decir que la amistad con Aura había crecido durante ese mes y que el “Trío Dinámico” comenzó a acercarse a mí de a poco, mientras que yo les seguía la corriente pero sin hacer cosas absurdas en la sala con ellos. Por otro lado, Xavi me animaba para que algún día esté con Aura. De todos modos, por muy extraño que suene, yo no tenía muy claro mi mente: tenía a Prímula por un lado y Aura por otro. No obstante, no estaba seguro si esa teoría era cierta… Se podría decir que estaba completamente confuso y sin entender mis propios sentimientos o pensamientos. Comenzaré con un día jueves lluvioso, una semana y media antes de aquel acontecimiento. Ese día llovió desde la misma madrugada y paraba muy pocas veces. El día era triste, a simple vista. Antes de comenzar con todo, cabe mencionar que tras la golpiza de Xavi a los bravucones del mundo cruel, estos en realidad no recordaban nada, ya que ni siquiera miraban a Xavi, como si fuera un extraterrestre “invadiendo” la Tierra, o tan siquiera para una venganza. Nada de nada. Realmente no recordaban nada. Debido a eso, el grupo había mantenido las miradas con “extrañeza” y venganza por lo de Aura hacia mí, pero después de todo no me hicieron nada, por suerte. Volviendo a ese día tan lluvioso. Aquel día amanecí con mucho sueño y flojera. Por una extraña razón, los jueves eran los días en que amanecía de esa manera y no los viernes. El comienzo del día fue todo normal, haciendo las labores de cada mañana, yendo tranquilamente al liceo y sin sucesos extraños a la entrada del liceo. La mañana fue lenta, aburrida y hablando con Daniel, tanto en el primer recreo como en las horas de clases. Durante el segundo recreo, mientras estaba un rato a solas esperando a Xavi que compraba en la tienda, apareció Eileen de la nada. Ella me dijo que la acompañara para almorzar junto a Aura durante el siguiente el recreo, o sea, el recreo largo del almuerzo. Acepté la petición de acompañar. El segundo recreo continuó normal. Desde la última visita a Hyrule, Xavi parecía actuar como si la conversación en ese mundo o lo sucedido en el mes anterior en el parque nunca sucedió. De todas formas, a mí no me importaba. Aquel recreo fue corto, muy corto. Pareció que se hubiera tocado el timbre para salir de clases y unos tres minutos después, vuelve a tocarse para regresar. Algo así de corto fue, al menos para mí. Se supone que ese recreo dura diez minutos… Antes de despedirnos definitivamente, Xavi me deseó suerte para lo que se vendría en el próximo recreo. Regresé a clases y comenzó la última hora de la mañana en el liceo de un jueves. Daniel estuvo silencioso aquella hora de clases. Estaba aburrido. No tomaba atención a la clase, sólo escuchaba las palabras del profesor que entraban a un oído y salían por el otro. De igual manera, almacenaba algunas palabras para el cerebro y utilizarlas en los exámenes. Para matar el tiempo en la clase, pensaba un poco en Prímula y los momentos en que lo pasábamos juntos en Términa. Más tarde, tras haber pasado “horas” dentro de la sala, por fin toca el timbre para el recreo largo del día, el recreo del almuerzo. ¡Llegaría el momento! Me juntaría por cuarta vez oficialmente con Eileen y Aura. Claro, con Aura a solas ya me había juntado un par de ocasiones y una junta con las dos chicas a la vez, las había hecho otras dos veces. Salí de la sala, caminando junto a Daniel en un principio. Éste se separa de mí yendo al casino de comida y yo quedé esperando en el gran pasillo esperando a Eileen o Aura. Estando en ese pasillo, el grupo flaite pasó por delante de mí. Diego no me vio, pero Carlos sí y no miró con rostro amigable, que digamos… Tras pasar unos pequeños minutos de espera, aparece Eileen bajando las escaleras del pabellón A. Al verme, sin que yo hiciera una seña o algo por el estilo para que me pueda encontrar más fácilmente, sacó de inmediato una sonrisa “pícara” y se acerca. Aquel día Raúl sí fue a clases, incluso me saludó en el segundo recreo de la mañana. Seguramente, él habría ido al casino de comida en el recreo largo, juntándose con alguna otra persona. Era un poco raro ver a Raúl o Eileen separados. Ellos permanecían juntos casi todos los días y recreos. No entendía como no se aburrían… Volviendo a lo que iba; cuando Eileen me ve, se acerca a mí corriendo para llevarme a la azotea a escondidas. Claro, para recordarles: en la azotea no se permitía el acceso libre. Al contrario de la primera vez, Eileen no me tironeaba y yo iba totalmente seguro al lugar donde estaría Aura esperando. Ambos llegamos a tal zona. Como había predicho, Aura estaba sentada en uno de los bancos de la azotea, esperando. Parecía haber llegado hace minutos, pero ella decía que no importaba nuestro pequeño atraso. Saludé y le hablé en un principio a Aura normalmente cuando se me daba la oportunidad de hablar, obviamente. No tenía la misma entonación y nerviosismo que en la primera junta… Al parecer, hasta Eileen se percató de esto y no se sintió lo suficientemente cómoda al tener a mí y Aura juntos. Parecía más una conversación de amigos que de una persona ligando con otra. Es más, esto ya parecía serlo en las juntas anteriores. No, las juntas no estaban siendo como ella se los esperaba. En esta junta, los tres comimos cosas compradas en la tienda del liceo. No, esta vez no había sándwiches. Aura y Eileen habían llevado suficiente dinero para comprar varias cosas. Realmente, yo parecía ser el invitado en la junta. En una ocasión, Eileen tuvo que ir al baño. Tardó casi la misma cantidad de tiempo que en la primera junta. En ese rato, Aura se sentía un poco nerviosa al estar a solas conmigo. Yo, por mi parte, parecía el más tranquilo de todos y me tomaba las cosas con calma. Mantenía una sonrisa cuando conversaba con Aura. Eso sí que fue raro de mí: mantener una sonrisa por varios minutos. Normalmente, yo no acostumbraba a sonreír de esa manera. No, yo era lo contrario a Daniel. En ese rato, yo no me daba cuenta de aquellos detalles… Durante ese momento en que estábamos a solas, Aura puso toda su confianza en mí y confesó que le tenía miedo a Diego. Ella quería terminar con él, pero éste la obligaba a que estén juntos, incluso la maltrataba y todo. Escuchando la historia, obviamente no mantenía una sonrisa. Fue una de las pocas veces de ese día que no la mantenía. Le dije a Aura que no se preocupara y que intentaría buscar alguna solución para que terminen, a pesar de que era “misión imposible”; ésta agradeció y se pone muy feliz. Finalmente, terminaría volviendo Eileen. El recreo largo pasó “volando”, después de todo. Cuando tocó el timbre para entrar a clases, los tres bajamos de la azotea, con cuidado de no ser pillados. Aura fue a su respectiva sala, acompañada de mí y Eileen. Cuando yo me iba dirigiendo a mi sala, mi prima me detuvo para decirme que iba a hablar conmigo en el siguiente recreo. Me lo había dicho con algo de seriedad, por lo que no me lo tomé tanto a la chacota. Después de todo, le sonreí por la invitación. Nuevamente hice algo raro… Al llegar a mi sala, Dani y yo parecíamos hermanos por tener una sonrisa grabada en el rostro casi todo el rato. Está bien, no excedo, pero sí me mantenía sonriente al recordar la junta y en algunas ocasiones, a Prímula. Daniel no pareció haberse extrañado de mi “nueva” actitud, pero sí le sorprendió que estuviera sonriente y escuchando algunas indicaciones del profesor de aquella clase. Toca el timbre para el recreo de la tarde. Mientras esperaba a Eileen en el “famoso” pasillo del pabellón A, Diego y Aura pasaron enfrente de mí. El flaite me miró de reojo, mientras que Aura tan solo me sonrió tímidamente. Aún podía sentir sus miradas, las cuales iban aumentando. Luego baja Eileen, que estaba siendo acompañada por Raúl en primera instancia. Él me saluda con señas, para luego separarse de mi prima e ir con un amigo. Eileen se acerca a mí, con una sonrisa algo irónica. Justo cuando ella se acercó, Xavi estaba bajando las escaleras. Éste también me da un pequeño saludo con señas. Ahora iba acompañado con Ashley, un chico, que tan solo al verlo se notaba lo amable que era, y dos chicas más. Sí, ahora parecía “El famoso Xavi”, pero en fin. Él pareció intentar acercarse a mí, pero Eileen me tomó del brazo y me forcejeó para llevarme al patio, por lo que mi amigo no pudo hablarme. Eileen y yo estuvimos por un rato en silencio caminando por el patio. Se sentía un poco incómoda la situación, así que decidí quebrar el silencio en el patio mismo.
Justo al terminar, quedé pensando en todo lo que me dijo, mirando el suelo y escuchándola. Ella me hablaba mirando el suelo, también, aunque lo último pareció decirlo con la mirada hacia mí. Mientras pensaba, me detuve justo debajo de un árbol del patio. Eileen se percató de mi pausa y también se detuvo, para sólo volver a acercarse y quedar con su mirada clavada a mí. Esperó respuesta, hasta que se la di.
No tuve palabras. Esta vez sí que me había dejado en silencio. Su mirada mostraba sinceridad y de verdad lo que ella pensaba de mí. ¿Acaso prefiere a un antisocial que un tipo repartiendo sonrisas a todo el mundo o qué? Es extraño… Se supone que todos me querrían como alguien más animado y más socializable, no como alguien que se arrincona para estar en su propio mundo y mostrando seriedad y “mala onda” a toda persona que se cruce en el camino. Realmente era extraño… En cierto modo, también me pareció extraño a mí mismo que haya estado diferente sin darme cuenta.
Al pedirle perdón, Eileen quedó en silencio. De inmediato quedé sin valor para mirarla, mucho menos mirar a las personas que lograron escuchar algo de la euforia de mi prima. En el silencio, a sabiendas de que ella aún estaba parada delante de mí por ver sus piernas en el mismo sitio de siempre, le dije: “Lo siento. De verdad, lo siento”. El silencio sólo se mantuvo. Finalmente, Eileen no dice nada y se va, dejándome en solitario. Después de todo, no quedé tanto rato solo, ya que al rato llegaría Xavi para acompañarme. ¿Qué había pasado? Había tenido una nueva discusión con mi prima favorita. En medio del patio del liceo, en medio de todos. Xavi había llegado a mí preguntando qué había pasado con mi prima, porque parecía haberse ido molesta. Tuve que contarle lo sucedido. Éste comentó la historia diciendo que también notó un cambio en mí. Dijo que yo estaba con más ánimo, un poco más extrovertido, sin con la “cara larga” todos los días y enseñando una sonrisa a cambio. Al parecer, todos se habían dado cuenta de un cambio en mí. De ahí empecé a preguntarme: ¿qué fue lo que me hizo “cambiar” de la noche a la mañana? No podría responderle a Xavi y Eileen, o incluso a otra persona más, sin siquiera saber una respuesta propia respecto a mi cambio. Después de todo, a él sí le pareció mejor mi cambio, a pesar de que le parecía extraño. Termina el recreo y entramos al último bloque de clases del día. No pasó nada interesante en la clase. No hablé mucho con Dani, no sentía tantas miradas del grupo flaite y nada me interesaba en absoluto. Me entretenía haciendo cualquier cosa en el cuaderno. Luego toca el timbre y todos salen. Estando en la sala de clases, pensaba acerca de toda la situación actual y decidí visitar Hyrule por un rato. Así que tras el fuerte sonido del timbre del liceo, me despedí de Dani y por el camino de Aura, Xavi y Eileen. Caminé por el mismo camino que hice cuando me golpearon el mes anterior. Llegué al parque, crucé el portal y entré a Hyrule. Volví a estar con las ropas del “antihéroe”. Saqué el objeto que me dio Prímula y me di cuenta que parpadeaba una luz azul; tenía mensajes de ella. No sólo había un mensaje guardado, sino varios. Escuché cada uno y más de la mitad de ellos, decía que me extrañaba y me quería. En dos de los mensajes, las cuales eran ya casi los últimos, decía que esperaba una visita y alguna respuesta a sus mensajes. Le respondí enviándole uno contándole todo lo que ha sucedido últimamente, incluidas las razones del porqué no podía contestar a sus mensajes. ¿Por qué pensaba intensamente en la gente del mundo cruel mientras hablaba en el mensaje que envié a Prímula? Se me pasaba por la cabeza mi familia, mis primos, Eileen, Aura, Xavi, Daniel, el grupo flaite, el curso actual de la clase, el curso antiguo de clases en el colegio, la gente que molestaba… Pensaba en todo lo relacionado al mundo cruel. Se supone que sería un mensaje especial para Prímula. Tenía que pensar solamente en ella. Todo estaba empezando a tornarse extraño… Después de enviar el mensaje, volví a guardar el aparato en un bolsillo de las ropas y regresé al mundo cruel. Fui directamente a casa. Estando allí, comí algo de pasta que habían hecho y fui a mi habitación. Ahí quedé todo el día, hasta que bajé más tarde en la noche. No miré TV, sólo me tendí en mi cama con las palabras de Eileen de aquel día resonando en mi cabeza. Me hacía preguntas propias, pero las que más me importaban eran: ¿mi cambio se produjo en mi viaje a Términa, principalmente por haber conocido a Prímula? ¿La causa del porqué actúo diferente con Aura es por Prímula, también? ¿Realmente me sigue gustando Aura o ya no? Recién me di cuenta de que había entrado a una gran confusión… Dejaré inconcluso la historia del acontecimiento que sucedió en julio, pero lo continuaré. Continuará |
Capítulo 18
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¿Decisión Correcta? |
Y todo por un comentario fugaz sin haberlo pensado...
Continuaré la historia adelantándome un poco más en los días de la semana siguiente al jueves lluvioso, para ser más concreto, me adelantaré al otro miércoles. En los días que me he saltado, no hice nada más que pensar e intentar reflexionar acerca de mi nueva personalidad, a la vez de encontrar respuestas a mis propias preguntas. Reitero que no me había dado cuenta de esa “nueva personalidad” hasta después de haber hablado con Eileen y Xavi, las dos personas que me habían dicho aquello. Día miércoles de la última semana de junio. El invierno ya había llegado a Chile desde el fin de semana tan reflexivo que tuve. El día sería corto, sólo porque saldría temprano del liceo. Cuando estaba en la sala, durante el primer bloque de clases de ese miércoles, le pregunté a Daniel si me encontraba con una personalidad un poco más diferente al que solía tener. Por supuesto, se me había olvidado hacerle esa pregunta uno de los días anteriores. Él me respondió con una gran sonrisa que sí, estaba más cambiado y que le agradaba mi “nuevo yo”. Otra persona más que le agradaba… Si a todos les agradaría, entonces debería mantener esta personalidad, ¿no? Aunque faltaría una persona: Aura. El primer bloque pasó lento. Dani atento a la clase, el “Trío Dinamita” haciendo de las suyas, el grupo flaite con tranquilidad tomaba apuntes de la clase, el profesor explicando y dictando cosas, las “Dears” tomaban apuntes y conversaban, mientras que yo sólo estaba en mis pensamientos y dibujaba cualquier cosa en el cuaderno. Toca el timbre de salida y mi objetivo era encontrar a Aura. Salí rápidamente de la sala. Caminé por el pabellón C y luego doblé para el pabellón A, típico de mí. Hacía frío. No llovía ese día, pero hacía mucho frío, casi -2º C aproximadamente temprano en la mañana. Caminé y caminé hasta llegar a las afueras de la puerta de la sala del curso 1º C. Claro, ese era el curso en donde estaba Aura. Me quedé parado esperando la salida de ella. Múltiples caras desconocidas aparecían y unas tantas ya vistas en los recreos. Unas cuantas caras de chicas pasaban mirándome. No me importaba en absoluto sus miradas, yo esperaba a Aura. Finalmente, la chica que esperé por más de un minuto por fin apareció, como una de las últimas por salir de la sala. Me saludó con ánimo, pero con sueño. Sin embargo, justo después de saludarla, aparece Diego para interrumpirnos. Éste la toma del brazo y me mira con desprecio. Termina llevándosela, junto a los otros integrantes del grupo flaite. No pude hacerle la pregunta a Aura… No pude hacer nada. Estaba desesperado por querer saber su respuesta, pero siempre está el típico obstáculo gigante que se cruza en nuestro camino. No me quedó más remedio que esperar a otro recreo para preguntar, así que caminé por el pabellón A hacia el gran pasillo. Me crucé con Eileen y Raúl en el camino, quienes estaban bajando las escaleras. Raúl me saludó animadamente, mientras que mi prima pareció esforzarse por saludarme, tal como pasó el día anterior; el lunes ni siquiera se me acercó para saludar. Raúl pareció querer hablarme de algo, pero Eileen rápidamente se lo lleva a otro lado del liceo. Creo que había empezado a existir un nuevo obstáculo en mi camino, esta vez, una muy inesperada… Quedé a solas en el gran pasillo, con mucho frío. Desde las ventanas se podía ver la espesa neblina que cubría el exterior del liceo. Apenas se podía ver la multicancha del patio. Nadie estaba jugando a algún deporte ahí, obviamente. Muy poca gente caminaba por el patio. El gran pasillo estaba lleno de alumnos, asícomo la biblioteca y los pasillos de los pabellones. Mientras estaba a solas, el “Trío Dinamita” se acerca a mí para hablar cosas sin sentido, como siempre lo hacían desde que empezaron a hablarme.
No entendía bien sus acercamientos. De la nada estos tres locos de la clase se acercan y me dicen tales cosas directamente, algo así como lo hacían las veces anteriores. Al menos, estos tres chicos me dijeron algo que me identificara en cómo era. Claro, dos amigos y mi prima se percataron de una “nueva personalidad”, pero este trío “dinámico” tiene grabado mi antiguo “yo”, o simplemente, mi “yo normal”. En el transcurso de un breve silencio, Sofía me dice que escribiera su apodo “Sofi”, pero con una “y” y no con una “i”. Vaya chica, hacerme corregir por algo sin importancia… Como ellos fueron directos en lo dicho anteriormente, yo también quise ser directo.
Desde que escuché eso, me di cuenta que existía gente más rara que yo. Aun así, no podía creer que una chica esté leyendo libros todos los días y no haga caso a alguien que le esté hablando o gritando, como Sofy dijo. Aun más raro sería que no tenga casa o familia y esté en el liceo todos los días de la semana… Tomé como broma lo que me dijeron, pero ellos se lo tomaban en serio y pareció molestarle un poco mi reacción. A continuación, insistieron en que la visite y creyera la historia, pero me negué. Comenzaron a molestarme con que la visite, así que terminé respondiendo ya enojado que no y me fui. Intentaron seguirme, pero me alejé del trío en medio de tanta gente en el mismo gran pasillo. Llegué hasta el baño de varones ubicado en el primer piso del pabellón B. Me mojé la cara y miré el espejo. Podía ver mi reflejo, el de una persona confundida y creyendo un poco la historia de la “chica genio”, a pesar de todo. Salí del baño, me coloqué los auriculares y comencé a reproducir la música del MP4. Por cierto, que no lo he mencionado antes, siempre había estado usando aquel aparato en el liceo y lo cargaba cada vez que estaba en casa. Volviendo a mi salida del baño, me paré en el pasillo mismo y pensé en la historia de la chica genio mientras se reproducía una de las sinfonías de Mozart. ¿Será verdad? ¿Existirá en ese mismo liceo una chica que lee libros todo el tiempo para estudiar personalmente? ¿Realmente está todos los malditos días en una biblioteca leyendo libros? Además, ¿cómo lo haría para comer, salir de la biblioteca y dormir cómodamente? Está bien… Sería una locura creer tal cosa, más de haberlo escuchado de tres personas “locas”. Después de todo, es un estúpido rumor. Terminé el recreo acompañado de Dani, a quien lo encontré mientras caminaba a solas en el pabellón C. Toca el timbre y ambos fuimos a nuestra sala. Dentro del aula, le conté a Dani mis conocimientos acerca de la “chica genio”. Éste me dijo que también había escuchado cierto rumor de ella y que incluso fue a averiguar si era verdad; según él también era cierto. Dijo que encontró a la chica leyendo libros. Agregó que le habló, pero ella no le respondía. Terminó diciendo que se rindió haciendo intentos para llamar su atención, yéndose de la biblioteca y quedando a solas de nuevo en los pasillos del liceo. Añadió a su final que la chica era guapa. Volví a quedar en duda. Si Dani me decía algo como esto, entonces quizás era verdad… ¡Pero es difícil de creer! Me dieron ganas de ir al cuarto piso del pabellón A y comprobar si es cierto el rumor por mí mismo. Tendría que esperar hasta el siguiente recreo… En el mismo bloque de clases sí que estaba concentrado en mis pensamientos de total confusión, así que no tomé atención a nadie. Toca el timbre del recreo y salí rápidamente de la sala. Subí las escaleras del pabellón A, pero justo en el segundo piso se cruza Xavi y me detiene. Éste me pregunta qué iba a hacer subiendo las escaleras, así que le conté todo; finalmente decidió acompañarme. Ambos subimos hasta el cuarto piso, con mucha lentitud debido a que los de arriba bajaban las escaleras. En ese recreo aún había frío. Había sol y todo, pero no daba el calor suficiente para que el frío se detenga. Terminamos llegando al cuarto piso. En el fondo de todo el pasillo había una puerta, algo que no pasaba en el segundo y tercer piso del mismo pabellón. Cabe decir que dicho pabellón era una copia exacta del Pabellón B, el cual enviaba a la azotea del liceo, sólo que las puertas del fondo eran diferentes. Xavi y yo nos detuvimos justo en la puerta del pabellón en que estábamos. Al abrir dicha puerta nos haría entrar en la famosa biblioteca abandonada.
Tomé la manilla de la puerta y la moví. Tomé impulso hacia la puerta y la abrí. Era una biblioteca, con apariencia muy rústica. Había una fila de cuatro estantes llenos de libros, que estaban en línea paralela hacia al fondo y mirando de cara de lado desde la puerta, también había mesas y sillas por varios sitios. Desde la puerta, al lado derecho, se encuentra una mesa de ejecutivo y una silla, donde no había nadie para atender. Al fondo del todo, había dos estantes muy anchos, también llenos de libros. Desde la puerta, al lado izquierdo, había unos sofás y más mesas y sillas. Desde ese lugar se podía ver el exterior por las ventanas. Justo debajo de una ventana, al frente de una silla y dando la espalda a un estante, estaba sentada una chica. “La chica genio sí existe…”; eso me dije tan solo al verla. Desde ese momento, compartí el comentario de Cristián y Daniel: era guapa. Xavi y yo nos acercamos a ella y no le llamábamos la atención. Desde cerca pude verla mejor. Usaba el uniforme del liceo. ¿Alguna vez lo describí? Es muy simple: sólo se usa un polerón blanco-gris con cierre en el cuello; la camiseta también es blanca, un poco más gris que el polerón, con botones en el cuello; pantalón gris oscuro en los hombres y falda gris oscuro en las chicas, aunque pueden usar el pantalón si ellas lo desean; y por último los zapatos son negros. Describiré a la chica genio, tal como la pude ver aquel día: usaba el polerón, con el cierre abrochado completamente, con una falda que no sé en donde les llegaba, porque estaba sentada de rodillas en el suelo y a diferencia de todos, usaba unos zapatos de color café claro y no usaba calcetas o pantys. No sé como resistía el frío… Su pelo era castaño claro, tomado por dos coletas rojas; sus ojos eran de color azul muy claro y su nariz era puntiaguda. No sabía su altura, porque nunca se levantó. Era de complexión delgada y su piel era blanca. Ella aparentaba ser una chica de una edad un poco menor a alguien de Primero Medio. Al parecer, lo que había dicho José sí era cierto… Xavi y yo estábamos cerca de ella, pero ni tan siquiera nos miró. Es más, en una ocasión, Xavi me dijo en tono alto que estaba muy bonita, pero ella solo leía y leía los libros que tenía a su disposición en ese momento. Por lo que recuerdo, los libros que leía en ese entonces eran de álgebra superior, números complejos o imaginarios y un libro que estaba escrito completamente en inglés. Se supone que esas cosas lo enseñaban en Cuarto Medio en el liceo o algo así. Sí que era inteligente… Como la chica no hablaba y estaba totalmente en silencio, concentrada en su lectura, Xavi se aburrió y me invitó a irme. Decidí acompañarlo en el resto del recreo, sin antes echarle una última mirada a la chica extraña. Durante el resto del recreo, Xavi me comentó lo rara que era aquella chica. Compartía su punto de vista, como el de que ella está en otro mundo y le importarían un carajo los amigos o una relación con alguien. A ella sí que le gustaban los libros… Toca el timbre y entraría al último bloque de clases del día miércoles. Entré a la sala y estando en la clase, le conté todo lo sucedido en el recreo recién acabado a Dani. También aproveché de comentarle un poco a Cristián, quien había pasado caminando por mi puesto. Éste se alegró por haber conocido a la chica y también se burló un poco de mí por no haberle creído. Luego de la noticia, se puso a hacer cosas raras con José y Sofía cuando volvió a su puesto. Debido a eso, llamó la atención al profesor y tuvo una nueva anotación negativa. Pasan los días. Jueves, viernes, sábado y domingo. Cuatro días llenos de confusión todavía respecto a lo sucedido con mi personalidad, el “caso de Prímula y Aura” y la vida de aquella chica extraña de la biblioteca. Aún no encontraba la respuesta a mi propia pregunta del porqué estaba diferente y el porqué ya no me estaría gustando Aura. Ese mismo sábado, decidí visitar una vez más Hyrule. Estando en ese mundo, volví a ver mi aparato regalado por Prímula. Otra vez tenía una luz azul. Golpeé el objeto y escuché: “He recibido tu mensaje. Ya me estaba preocupando del porqué no me respondías, pero ya estoy contenta de que estás bien. Espero que todo esté bien por allá y suerte en todo. Cuídate mucho. Que los Cuatro Gigantes estén contigo. Espero verte pronto, así que visítanos pronto, por favor. Te quiero mucho *pitido final*”. El mensaje me aliviaba. Era el único que tenía hasta ese momento. Decidí responderle una vez más. Me coloqué el aparato en el oído izquierdo y comencé a hablar para el mensaje. Sin embargo, mientras estaba por decir “Prímula, yo también te quiero mucho”, se me pasó por la cabeza recuerdos fugaces cuando estaba con Aura. Quedé en blanco. No dije nada más; me detuve. Sentí un rechazo de decir aquella frase que tenía preparado. En ese preciso momento, me saqué el aparato del oído y cancelé el envío del mensaje. Lo quedé mirando por un momento y finalmente, me senté en el césped. ¿Qué mierda fue lo que pasó? ¿Por qué pensé en ella justo en un momento como ese? Aun más… ¿Por qué mi mente me obligó a cancelar el mensaje? Podría habérselo enviado sin importar la frase que tenía preparada, pero no, lo cancelé. ¿Qué era lo que me estaba pasando? Yo de verdad quiero a Prímula… Pero… De inmediato salí de Hyrule, guardando el aparato en el bolsillo de las ropas del “antihéroe”. Me dirigí corriendo a casa. Entré en ella, subí las escaleras, entré a mi cuarto y me puse a ver TV sentado en el sillón. Ahí quedé. No quería pensar en mi confusión, pero no podía evitarlo. El maldito pensamiento de Prímula y Aura se me pasaba todo el rato por mi cabeza. Quería concentrarme en la televisión, quería pensar en cualquier otra cosa, o incluso quería disfrutar de algún que otro recuerdo, ¡pero no! La estúpida mierda que no quería pensar se cruzaba y se cruzaba. No me quedó otro remedio… Miré el velador y estaba un papelillo lleno de cocaína. Aquel papelillo quedó sin nada minutos después.
No respondí en un principio. A cambio de esto, miré todo mí alrededor. Era un lugar pacífico. Parecía ser un mundo de mezclas: en el lado derecho se veía el terreno de Hyrule, a la izquierda Términa, pero yo estaba sentado en un banco de la azotea del liceo y el suelo cercano era las baldosas de la Plaza de Armas de mi ciudad, mientras que Glasse estaba sentada en otro banco frente de mí; detrás de ella estaba el liceo y atrás de mí estaba completamente negro, o sea, no había ni existía nada. Con el lugar visto, Glasse me reitera las preguntas, a lo que por fin respondí.
La última pregunta de Glasse lo dijo con más seriedad. Quitó un poco el tono pacífico y agregó algo de intimidación. Tras haber escuchado la pregunta, levanté la mirada y miré fijamente a Glasse. El paisaje había desaparecido completamente. Sólo habían quedado los dos bancos de la azotea del liceo, el suelo de la Plaza de Armas y un fondo completamente negro, vacío. Con la mirada clavada a sus ojos, le respondí con un “Sí”. Glasse sonrió, se levantó del banco, desplegó sus alas con las que solía flotar y comenzó a volar. No dijo nada. No sé si su sonrisa fue amable, irónica o algo por el estilo. Estando sentado en el banco, volví a bajar la mirada. Ya no había suelo. No había nada. Sólo estaba yo, sentado en un banco en la “nada”. Sin embargo, luego empecé a escuchar pasos. Estos pasos se detuvieron frente a mí. Levanté la mirada y vi a Prímula. Su mirada no era una feliz. Su mirada mostraba seriedad, pero parecía triste, enojada, decepcionada y con los ojos hinchados por llorar tanto. Ésta se agacha a mí y me mira fijamente, mientras que yo también clavé la mía a ella, dubitativo. Tras un silencio, me di cuenta lo que me quería enseñar su presencia, por lo que bajé aun más la mirada. Prímula me toma de las manos y dice: “Sé sincero, por favor. Reconoce que ya no me quieres y sólo estuviste conmigo para experimentar algo con una chica para el futuro, como por ejemplo, con Aura. No me ilusiones y mucho menos te ilusiones a ti mismo, por favor”. Lo que me había dicho fue lo que había predicho al mirarla. Tal vez, todo lo que hice con ella fue para saber cómo se haría algo con una chica. Serviría como un “objeto” de práctica por si tendría alguna posibilidad en un futuro de estar con Aura… Jugué con sus sentimientos, hasta incluso con los míos. Así que levanté la mirada para clavarla en ella. Mientras nos mirábamos, agité la cabeza de arriba-abajo. Prímula sonrió levemente, me soltó las manos, se levantó, dio media vuelta y se fue. Luego comenzó a escucharse un sonido extraño que se escuchaba de la nada. En medio de todo, la voz de Glasse vuelve a escucharse diciendo: “Ahí lo tienes. Más ladrillos para tu muro *pitido final de un mensaje del objeto regalado por Prímula*”. Desperté. Estaba en el suelo de mi habitación. Lo primero que vi fue el techo blanco de mi habitación. Miré a un lado; pude ver el sillón en el suelo y ropa mía también en el suelo. ¿Qué diablos? Miré al otro lado y la lámpara estaba tirada, con más ropas y juguetes que usaba cuando chico por todo el suelo. ¿Qué mierda fue lo que pasó? De inmediato me levanté, asustado. Miré el reloj del velador, el cual estaba intacto: eran las 10:00 hrs. Las sábanas de la cama estaban desordenadas, más juguetes por el suelo, ropas por todos lados, la ventana abierta, los cajones abiertos y el ropero totalmente desordenado. Estaba asustado. Bajé inmediatamente de mi habitación. Encontré a mi abuela y a mi madre desayunando. No encontraba a mi hermano y a mi padre. ¿Qué demonios? Se supone que era domingo y todos deberían estar despiertos… No. Mi abuela se rió de mí y me dijo que era lunes. ¿¡Qué!? ¿Pasé todo un puto día en mi habitación sin hacer nada? Mi madre se dio cuenta de mi actitud tan alterada y asustada, por lo que se preocupó por mí y me preguntó lo que pasaba. Le respondí diciendo que mi habitación estaba completamente desordenada y no recordaba nada de lo sucedido. Ésta se sorprendió por la respuesta y fue a averiguar. Al ver mi habitación en su estado, se asustó de la misma manera que yo. Ambos no podíamos creer lo sucedido. Ella dijo que ordenaría la habitación, pero recordé la cocaína… La detuve de inmediato y le dije que era mejor ordenarlo más tarde. Mi madre compartió mi idea, por suerte, diciendo que terminaría su desayuno. Así pasó el día. Cuando estaba revisando en mi desordenada habitación, encontré tres papelillos completamente vacíos, mientras que otros dos estaban llenos y otro casi vacío. Vaya… Guardé los papelillos en mi bolsillo y no en el velador, ya que mi madre ordenaría la habitación y los podría encontrar allí. Luego bajé y le dije a mi madre que podría hacer lo que iba a hacer en mi habitación; eso hizo. Tras haber terminado, pasé la mayor parte del día lunes en mi habitación. Bajé sólo para almorzar o buscar alguna otra cosa para comer durante la tarde. Había faltado a clases, pero eso no me importaba. El lunes pasó tranquilamente. Mi padre fue el único que se había enojado por mi ausencia en el liceo. Estábamos entrando a la primera semana de julio. Esa semana era la “Semana de Aniversario del Liceo”. En esa semana se hacen diferentes actividades en el establecimiento los cinco días semanales, como por ejemplo, entrar treinta minutos más tarde, hacer actividades entre todos los cursos durante la tarde o el último bloque de clases el día miércoles, se puede ir con ropa de color el jueves y viernes y finalmente, un desayuno el mismo día viernes. Agrego que la semana siguiente se saldría de clases, para así empezar las vacaciones de invierno. Normalmente, yo no iba esa semana, por lo que la semana de aniversario sería la última para mí. Pasa el día lunes y llega la noche. Dejé el MP4 cargando en el computador de Mateo. Guardé los papelillos de cocaína en el cajón del velador. Miraba TV atentamente y mis pensamientos de Prímula y Aura ya no se me pasaban por la cabeza, aun así, sí se me pasaba la pregunta del porqué mi personalidad cambió. Estaba claro; en ese mismo sueño que no sé como diablos lo recuerdo tan a la perfección, reconocí que a Prímula la utilicé como un objeto, jugando con sus sentimientos, para así saber cómo se siente estar con una chica de mejor manera. Sí que yo valía una mierda, ¿no? Luego me fui a dormir, escuché la alarma y día siguiente, martes. Hice mis labores de siempre por las mañanas y fui al liceo. Obviamente, tenía en cuenta de que se entraba a las 08:30 hrs. a clases, por lo que la alarma lo coloqué unos minutos más tarde de lo habitual. Hice mis labores de cada mañana y fui al liceo. El ambiente en el establecimiento ya se sentía más diferente, para ser más preciso, se sentía con más energía y alegría. Claro, empezó julio y para muchos, la semana de aniversario es como la última de todas, ya que la siguiente es casi sólo para perder el tiempo. En esta semana ocurre el acontecimiento que les he estado mencionando veces anteriores, así que al fin terminaré con esta “breve” historia, pasando por dos malditos capítulos contándolo. Pero claro, es mejor contar todo con pausa que ir directo al grano cuando se trata de lectura, ¿no? Obviamente no tan pausado, ya que todo se tornaría aburrido y también se pondrían a la mesa temas que no importarían. Muchas veces es necesario saltarse días que no tienen importancia agregarlos, sino estarían sólo por joder, aburrir y sobrar en toda la historia. Eso debe estar claro. Mejor me callo y continúo con todo. El día martes de esa querida semana fue algo activa cuando se trata de movimientos del centro de alumnos del liceo, inspectores y el director. Todos comienzan a prepararse para el “Gran Día del LERO (iniciales del liceo)”, o sea, el viernes. Se supone que tras un rico desayuno de ese día, los padres pueden incluso estar invitados a un gran acto de ese día en el gimnasio mismo del liceo. Allí se premiará a la alianza de cursos que ganará el premio de “La Mejor Alianza”, la reina y el rey de esa alianza y unas tantas actividades más. ... Será mejor explicarles un poco más cuando se trata de “alianza” para entender mejor todo. Las alianzas se componen de esta manera: Alianza Blanca, todos los Primeros Medios; Alianza Azul, todos los Segundos Medios; Alianza Roja, todos los Terceros Medios; y Alianza Negra, todos los Cuartos Medios. Cada alianza debe tener dos representantes, los cuales serán de mayor categoría al tratarse de elegir reina, rey, elegir participantes para los concursos y también serán los que tendrán el “poder” de la alianza al tratarse de organizar todo durante las competencias y lo demás. Normalmente, esos dos representantes son siempre así: una persona famosa (para llamar la atención) y otra inteligente (para ser como el/la estratega de todo). La reina y el rey se sacan de los más “guapos” de cada curso; la mejor manera para esto es que ambos candidatos sean personas conocidas, con bonitos rostros y buen cuerpo. Por eso los representantes igual deben pensar bien en ello. También se saca a la “mascota” de la alianza, el cual debe ser un alumno completamente famoso y también carismático para animar a su respectiva alianza. Los competidores para concursos… bueno, debería ser obvio, ¿no? Se sacan a los mejores de su respectiva categoría. Si se trata de una carrera, al más rápido; si se trata de básquetbol, a los cinco mejores basquetbolistas; etc. Ahora continúo con la historia. Espero que les haya quedado claro lo anterior… El primer bloque de clases pasa normalmente. Dani me preguntó el porqué falté el día anterior; le respondí diciendo que simplemente me había quedado dormido. Ambos conversamos más temas, mencionando una vez más a la chica genio. En el primer recreo, de manera extraña, estuve con el “Trío Dinamita”. José iba a participar en la competencia de los más rápidos, mientras que Cristián y Sofy en la carrera de coordinación. Según ellos, tienen una perfecta coordinación al tratarse de hacer cosas juntos e incluso llegan a usar estrategias. Esperaba ver si era cierto… Además, Cristián dijo que sería la “mascota” de la alianza. Eso sí que se esperaba; es muy famoso en el liceo y carismático. He de decir que Dani estuvo junto a mí en ese recreo, por lo que hicimos un grupo de cinco. En ese recreo hablamos cosas del liceo. El “Trío Dinamita” era muy cotilla. Los tres se sabían la mayoría de la información actual del liceo, hasta el más mínimo rumor que existiera. Dani reía por ciertas cosas que contaban. Yo también reía pocas veces, pero no tanto como Dani. Mientras estábamos en grupo, sentía las miradas de Aura de vez en cuando. En una oportunidad choqué la mirada con ella; ésta aprovecha la situación para saludarme tímidamente con la mano, incluso estando al lado de Diego. Sí que se arriesgó… Mientras estaba con Dani y el “Trío Dinamita”, Eileen se acercó a mí de la nada y me sacó del grupo a forzadas.
Le hice caso. Ambos salimos del gran pasillo y nos dirigimos al patio. Allí fuimos al mismo árbol donde ésta me habló con “normalidad” la última vez. El mismo lugar donde me dejó abandonado y Xavi me encontró. En ese mismo lugar, Eileen comenzó a hablarme de nuevo.
Eileen compartió mi punto de vista y se dio cuenta de que tendría razón. Finalmente, tomó la decisión de distanciarse un poco más de él también, aunque de igual manera se acercará ciertas veces, obviamente. Después de esto, mi prima cambió el tema.
Agradecí su alegría y sus ganas de que yo quedara junto a Aura. Pero estaba claro… Diego era el gran obstáculo que debía cruzar. Tampoco sé como carajo se me había ocurrido cierto disparate de confesarle a Aura en aquella semana. Realmente no estaba pensando mientras hablaba con mi prima en ese momento. Se haría una gran cantidad de problemas si llegara a confesar: Aura me mandaría a la mierda; si así no fuera el caso, sería feliz pero a escondidas de Diego; si este flaite se enterara de todo, comenzaría a joder una vez más y esta vez , sí que iría en serio, entre otras cosas… De todas formas, terminaré confesándole, ya que, conociendo a mi prima, me molestará todo el tiempo si no lo hago. El día martes fue raro. El resto del día fue aburrido, pero durante la tarde fue entretenido. Ese día le tocó participar a Cristián y Sofy en la carrera de coordinación. Era cierto; ellos se movían perfectamente y hacían unos cuantos movimientos de resistencia, sólo como estrategia para no cansarse, o incluso hacían vencer a sus adversarios de forma “mágica”. Terminaron ganando con facilidad. Ellos fueron los que me dejaron boquiabierto aquella tarde. Luego llegó la presentación de los reyes de cada alianza. El rey en nuestra alianza era Adán, mientras que la reina era una chica de otro curso que no conocía. Pasó el tiempo, más concursos y finalmente, toca el timbre de salida. Saltaré el tiempo que estuve en casa, que fue sólo de pensar en lo sucedido en el día y el cómo iba a decirle cierto “disparate” a Aura, e iré directamente al día miércoles. Ese era el día corto de la semana. Sería más corto aún entrando treinta minutos más tarde y con la mayoría del día en entretención. Ese era el día en que le tocaba la competencia a José en la carrera de los más rápidos. En el primer bloque de clases de ese día, simplemente no hicimos nada. Todo el curso conversaba o hacían otro tipo de juegos, como a la famosa “penitencia”. Yo, por mi parte, conversaba con Dani. Toca el timbre y todos salen a recreo. Ahí me encontré con Xavi y conversamos. Le conté sobre lo que iba a suceder alguno de los días de esa semana, acerca de la confesión que le haría a Aura. Xavi se sorprende al escuchar la noticia y me felicita por haber tomado aquella decisión, sin embargo, al decirle que su pololo era Diego, su rostro de tanta felicidad se quita. No se puso serio, tan solo le quitó la intensidad a la sonrisa que había sacado. Sabía que si estaba pololeando sería un problema, aun mayor si se trata del líder del grupo flaite. Después de todo, Xavi continuó apoyando mi decisión. Me aconsejó que lo haga de todas maneras y que él estaría protegiéndome por si pasara algo malo. El miércoles continuó volando. Luego tocaría el timbre para entrar al siguiente bloque de clases. En aquel bloque no hicimos nada, nuevamente, pero fue más corto que el anterior. Al igual como el de antes, estuve todo el rato conversando con Dani. Más tarde toca el timbre. Esta vez no era para ir a un segundo recreo, sino que para ir inmediatamente al gimnasio del liceo. Claro, comenzarían las actividades de aniversario del día miércoles. En ese entonces, solo debo decir que José logró superar de manera increíble a todos los demás competidores. El chico del “Trío Dinamita” corrió a una velocidad casi a la que tenía yo en el mundo de Hyrule/Términa. Sorprendió a todos los espectadores… También he de decir que dentro del gimnasio, estuve junto a Eileen en las galerías. Ésta me reiteró diciendo que confiese de una vez por todas a Aura, antes de que sea más tarde todavía. ¡No pasó nada más especial! El resto del día fue aburrido, mirando la TV en mi habitación de la casa de siempre. Así que saltaré el resto del día sin importancia e iré directamente al día jueves. Ese día me levanté con la intención de confesarle a Aura. Así que tomé toda la energía posible mientras caminaba rumbo al liceo y también dentro de él. La mañana fue lenta, pero rápida de cierto modo. En el primer bloque de “clases” le conté lo planeado a Dani, quedando sorprendido por la noticia. En el primer recreo se lo dije a Xavi, dándome ánimo y todo. Mientras que en el segundo recreo se lo conté a Eileen, quien se sorprendió, me dio ánimos e incluso consejos, como el de confesar antes de que empiecen las actividades y en el lugar donde nos conocimos, o sea, la azotea. Con todo preparado, fui con ese pensamiento al último bloque del día tras haber tocado el timbre al final del segundo recreo. Como no ocurrió nada especial en ese rato, salvo de que estuve todo el rato conversando con el “Trío Dinamita” y Daniel, mientras las “Dears” y los flaites hacían de las suyas, me saltaré todo ese rato para ir directamente al último recreo que tuve en el primer semestre del año. Claro, no fui al otro día ni tampoco la semana siguiente. Cuando tocó el timbre, salí rápidamente de la sala y fui a la sala del 1º C. Cuando encontré a Aura saliendo, la invité a la azotea diciendo que quería decirle algo importante en ese mismo recreo. Ella aceptó y agregó que tras haber almorzado, nos juntaríamos en la azotea. El tiempo comenzó a correr. No fui directamente a la azotea, sino que fui al gran pasillo. Ahí me encontró Xavi, con quien hablé durante un rato. Le conté lo que sucederá conmigo rato después en el recreo, a lo que me respondió dándome más ánimos, suerte y bla bla. Finalmente, tras haber conversado unas cuantas cosas más, fui a la azotea para esperar a Aura. Así que me dirigí al pabellón B, subí hasta el cuarto piso y salí a la azotea sin ser visto. Debo admitir que tras haber colocado un pie en ese lugar, comencé a sentirme completamente nervioso. Me paseaba de un lado a otro. A veces me sentaba en el banco y me volvía a parar. Estaba nervioso. Se sentía como el día en que conocí a Aura. Finalmente, se escucha la puerta de la azotea y la veo llegar. Al verme sonrió, algo que yo también hice pero nerviosamente. Me di cuenta que volví a ser el mismo tipo que conoció a Aura.
Esto último lo dije rápidamente, aunque ella logró escuchar y entender bien. Como consecuencia de mi confesión ya hecha, ésta se sorprende mucho, tanto así como para taparse la mayor parte de su rostro con sus dos manos. Sin quitarme de vista, se sonroja y saca sus manos de su rostro, enseñando una enorme sonrisa, mostrando su felicidad. Tras esto, Aura me abraza con mucha fuerza. Me di cuenta de que ella sentía lo mismo y esperaba esto con ansias, algo que también me hizo feliz. En la habitación completamente oscura, donde estaba el joven de ropas negras, estaba él recostado en su cama leyendo un libro. De manera “misteriosa”, éste deja de leer el libro, lo deja bajo su cama y se levanta. Al estar parado, el joven mira el “techo”, sonríe y comienza a aplaudir de la nada.
Justo cuando terminó la pregunta, el joven, que continuaba aplaudiendo todo el rato, mira a su lado derecho, donde en un rincón se hallaba una silueta de otra persona que parecía acompañarlo. De la oscuridad, se podía ver que esta persona estaba sentado en el rincón, con las manos puestas en sus piernas colocadas en el suelo, con su espalda totalmente agachada y sin haber reaccionado al oír las palabras del joven que aplaudía. Continuará |
Capítulo 19
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De Vuelta a Hyrule |
Gente fuerte con cuerpo de roca.
Calor humano… ¿Es así como se siente? Se sentía cálido, recorría todo el cuerpo y cuando se trata de la persona que más quería, me sentía feliz y cómodo. En la azotea del día jueves, semana de aniversario del liceo en julio, durante el recreo largo, me sentía de esa misma manera después de que Aura me abrazó tras mi confesión. Fue un abrazo silencioso y con mucho cariño.
Quedé corto de palabras, no sabía qué responderle. Lo que dijo era cierto; Diego reaccionaría de no muy buena manera, tanto conmigo como con ella misma. Seguro que me haría la vida imposible si algún día yo estuviera con Aura. Maldito… Como quedamos sin palabras, ambos con las miradas bajas y a menudo volviendo a chocarlas, el momento de tanta felicidad se lo había llevado el viento. Aura quebró todo todavía más diciendo: “Deseo estar contigo, pero estar con dos personas a la vez me haría sentir incómoda y no se cómo deshacerme de Diego, pero te juro que haré lo posible por terminar con él… Perdón”; tras esto, se va de la azotea y me deja a solas. Estaba claro que la entendía. De una manera parecida me sentía yo con querer estar con ella y eliminar al flaite ese, así sería feliz de por vida con Aura tranquilamente. No la seguí ni nada por el estilo. Preferí quedarme en solitario en la gran azotea del liceo. Desde ahí miraba el patio y pensaba en qué hacer. No quería forzar a Aura para estar conmigo, pero tanto ella como yo queríamos estar juntos. El obstáculo era el flaite… ¿Cómo podría deshacerse de él, para que no nos joda la vida? Claro, se me ocurrieron dos ideas: la primera era usar a Xavi como alguien que lo amenace si intenta molestar a mí o Aura, mientras que la segunda idea era más siniestra, absurda e imposible: aniquilarlo. Esto último sí que era una locura total, además de que también era imposible… Dejé de estar tanto rato en la azotea y bajé de allí, poco antes de que tocara el timbre para ir al gimnasio y disfrutar de las actividades del día jueves. Me reencontré con el Trío Dinamita y estuve con ellos dentro del gimnasio durante toda la jornada de actividades. Para mí ese era el último día de clases, eso lo tenía completamente claro. Lo que no tenía claro es cómo reaccionaría al estar frente a Aura de nuevo. Tras lo ocurrido en la azotea, ya no actuaría de la misma manera con ella. Ese era mi temor: que rechazara por culpa del flaite ese, o peor, que no le gustara. Al menos fue la primera opción, un pequeño alivio… Termina la aburrida jornada de actividades y todos a sus casas. El día siguiente sería el “gran desayuno” más las últimas actividades. La otra semana terminaría el primer semestre de clases. ¡Las vacaciones comenzaron desde ese momento para mí! No me importaba en absoluto lo que se vendría en el liceo, no iría más. Tampoco me importaban las calificaciones del primer semestre. Me despedí del Trío Dinamita, diciéndoles que no me verían hasta el otro semestre. Lo mismo hice con Xavi, a quien lo encontré en la Plazuela Yungay mientras caminaba por ahí rumbo a casa. Debido a esto, decidió acompañarme durante el trayecto a casa, dejando de lado la junta que iba a hacer con otro amigo. A Daniel no lo pude encontrar, pero de igual manera, él ya sabía que no iría más a clases. Durante el camino a casa, todavía iba pensando en lo ocurrido en la azotea, pero intentaba esquivar tal tema para hablar algunas cosas de Hyrule con Xavi.
Tras esta propuesta de Xavi, acepté animadamente. No obstante, le dije que en esta segunda búsqueda no le pediré ayuda hasta que sea algo grave o no sepa dónde ir. Contestó que no sea muy arrogante, pero de igual manera aceptó. Ambos continuamos conversando algunas otras cosas en todo el trayecto. Yo no iba feliz por salir de clases. No estaba contento. No, no lo estuve en todo ese rato… Finalmente llegamos a mi casa. Xavi se despidió en el jardín de la casa, diciendo que nos veríamos algún otro día. Entré a la casa. Las “malas vibras” me rodearon justo al dar un paso en el suelo de la casa, literalmente. Almorcé a solas y luego fui a mi habitación. Como siempre, encendí el televisor y me senté en el sillón. Ahí quedé, mirando televisión. Así llegaría el momento en que recuerde con intensidad tal momento donde Aura rechazó la idea de estar conmigo por culpa de Diego. Desde ese momento, el nombre de “Diego” comenzaba a darme asco. Por culpa de ese flaite de mierda no pude estar con mi querida Aura. El deseo de verlo muerto comenzó a aparecer una vez más, mientras veía televisión apretando los puños. Consecuencia: también me dieron profundas ganas de estar con Aura y mucha impotencia por no poder estar con ella. ¡Rabia! ¡Ira! Uno de mis días de impotencia y locura había llegado. Me levanto del sillón y en acto de rabia, desordeno la cama. Doy media vuelta y pateo el sillón, a la vez de empujar el televisor de su puesto, dejándolo en el suelo. Cierro las cortinas con brusquedad, abro los cajones, saco mis prendas y los lanzo a todos lados. Me dirijo al ropero, todavía con rabia. Abro el ropero, saco todas las ropas y al igual que lo anterior, los lanzo a todas partes. Agarro la lámpara y la lanzo a la pared del lado derecho. Finalmente, voy a la misma pared y comienzo a golpearla repetidas veces, hasta ver que mi mano comenzó a sangrar… Tranquilo… Calma… “Relax”… Todo ya pasó. El momento de locura e impotencia ya sucedió… La mano derecha ha sufrido daño por culpa propia. ¿Qué había hecho? ¿Por qué reaccioné de esa manera? Totalmente relajado observo mi habitación. El desorden era idéntico a como estaba cuando desperté aquel día lunes post-drogadicción… ¿Qué mierda? ¿De la misma forma reaccioné aquellos días de drogas y no recuerdo nada de eso? Me sorprendo a mí mismo… No quería reconocer lo sucedido en la azotea. No quería pensar en algo “positivo” que haya ocurrido tras lo sucedido. No, yo quería estar con Aura de todas maneras. No mandé a la mierda a Prímula en mis pensamientos así porque sí. Quería estar con Aura a pesar de que el perro con rabia esté con ella a la fuerza. Quería estar con ella incluso si no quería. ¿Tanto me atacó mi propio cerebro para llegar a pensar de esta manera de un día para otro? Ni yo me entendía, así que ustedes quizás tampoco. Ha pasado todo. Ya relajado y algo asustado de mí mismo, me levanto y ordeno la habitación. Nadie me fue a visitar, por alguna extraña razón. No me importó. Continué dejando todo en su puesto y finalmente, volví a ver televisión. Por suerte, el televisor sufrió un daño muy leve, tanto como para seguir funcionando con normalidad. No más problemas. Con lo ocurrido, había descargado toda la ira que llevaba desde la azotea del liceo. Eso fue lo “positivo” de mi momento de locura. Pasa el día. Todo transcurrió con total normalidad durante el resto del día. No hubo nada raro, nada. El pensamiento que tenía acerca de Aura y no poder estar con ella aparecía de vez en cuando, pero lo tomaba con mucha más tranquilidad. Aún odiaba aquella situación, pero me di cuenta de que lo mejor era esperarla. Había que esperar a que ella terminara con el flaite, así será libre. Seremos libres. Juntos seríamos felices, ambos, al menos eso creía yo y ella quizá también. Ahora solo habría que relajar mis pensamientos y mi actitud. Llega la noche. Bajo a cenar y luego regreso a mi habitación. Allí apago el televisor rato después, voy a la cama, me pongo el pijama y me quedo dormido. Llega el día viernes. Desperté a las 13:40 hrs. Como tenía sueño de la noche pasada, entonces dormí hartas horas. Bajé al primer piso y almorcé rato después. Luego me prepararía para ir a Hyrule. Comenzaría la segunda búsqueda, el segundo elemento… Me preguntaba cual de los cuatro elementos que mencionó Xavi sería el siguiente. ¿Estará en Términa también? Tras haber comido, me despedí de la gente que estaba en casa. Entre ellos estaba mi madre, quien se despidió con un fuerte abrazo y diciendo que me cuidara mucho, con un tono parecido a la última vez. Alcancé a ver que tenía el ojo derecho un poco morado; había sido golpeada de nuevo… Como sorpresa para ella, también le dije que se cuidara mucho, sobretodo con el animal que tiene de lado. Ella se sorprendió y quedó boquiabierta, entendiendo mi mensaje. Terminé sonriendo y finalmente, me fui de la casa. Caminé por el camino habitual, doblando a la derecha, pasar por la pequeña carretera, llegar al Parque Cuarto Centenario, buscar el portal y cruzarlo al encontrarlo. Así fue y logré entrar a Hyrule, una vez más. Como era habitual en mis últimas entradas a dicho mundo, las ropas del “antihéroe” aparecieron. El ambiente maravilloso a ese mundo desaparecía cada vez más… Ya no era el lugar con buenas vibras que tenía antes. No, ya no lo era. Aunque no hay que confundirse… No es un mundo con pésimas vibras, como los que tiene el mundo cruel. Tampoco un mundo pesimista, como el que tenía “mi mundo”. Pero, después de todo, si Hyrule seguía así, se convertiría en un mundo como los dos mencionados anteriormente, algo que no me gustaría para nada… Avancé por la pradera. Acababa con los monstruos que se me acercaban. Luego recordé el aparato de Prímula. Saqué dicho objeto del bolsillo derecho del short y vi que tenía una luz azul parpadeando, como siempre. Parecía acostumbrarme a dicha luz del aparato. Por un momento dudé en escuchar los mensajes guardados. Con todo lo sucedido, no tenía el valor suficiente como para escuchar ciertas palabras “típicas” de Prímula… Finalmente decidí no escuchar los mensajes. Al continuar en Hyrule, recordé lo que me dijo la princesa Zelda antes de volver al mundo cruel: visitar a Gentel, el anciano de la comunidad minish del bosque. Así que tuve que ir al Bosque Kokiri, buscar a Saria para que me ayude a convertirme en minish y entrar a la comunidad de dicha raza diminuta. Así que eso hice. Crucé todo el Bosque de Farone, teniendo cuidado de ser golpeado por los monstruos. De igual manera, recibí algunos golpes, pero ya no eran de gran magnitud a como eran en un principio. Los golpes ya no me dolían tanto… Llegué al Bosque Kokiri. No encontré a Mido en la entrada, porque estaba en su casa. No me importaba, yo buscaba a Saria. Como no la encontraba por ningún lado, tuve que preguntar a Mido si sabía; éste me responde, de mala gana, que estaba en algún lugar de los Bosques Perdidos. Mierda… Agradecí su ayuda de información y tuve que ir a dicho lugar, subiendo una pequeña colina encima de la casa del propio jefe Kokiri. En esa colina, tomando mano izquierda, se encontraba la cueva que conducía a los Bosques Perdidos; entré en ella. Al estar en aquellos bosques, una canción con mucho ritmo se escuchó. Aquella canción resonaba en mis oídos todo el rato, aunque en ciertos lugares se escuchaba con más fuerza. Desde el principio, tomé mano izquierda, encontrando un área donde había dos troncos, uno más chico y otro más grande. En estos lugares no se escuchaba la música. En el tronco grande se encontraba un ser extraño encima, tocando una flauta. No me importó en absoluto dicho personaje y avancé por un camino que estaba a mano izquierda, también. Entré a una zona donde estaba un puente en medio del todo y grandes troncos. No había otro camino y no se veía a Saria. No tuve más remedio que retroceder. Volví al primer prado, lugar de donde entré, y desde el lugar que venía tomé mano izquierda. ¡Hermoso! Me equivoqué. Volví al Bosque Kokiri sin darme cuenta. Tuve que dar media vuelta y regresar a los Bosques Perdidos. Regresé al primer prado. El lado izquierdo no ayudó, hacia al frente me llevaba al Bosque Kokiri, así que no me quedó más remedio que tomar mano derecha. Ahí llegué a un nuevo prado. Aquí se escuchaba la música, de nuevo con más fuerza. En el prado había una escalera, que hacía bajar a un lugar con césped grande y algunos troncos. No estaba Saria, así que tomé mano izquierda. La música no paró de tocar. Al cruzar dicho camino anterior llegué a un nuevo prado, donde en frente estaba una cueva diferente a los demás. Como me entró la curiosidad, decidí entrar en él. Sin embargo, al entrar llegué a un lugar extraño. Como el camino estaba cerrado por culpa de gigantescas rocas, no pude continuar. No me quedó más remedio que regresar a los Bosques Perdidos. En dicho lugar extraño no se escuchaba la música. Al regresar al prado, decidí tomar mano derecha desde el lugar que había regresado; nunca se escuchó la música y tomé mal el camino. Volví al Bosque Kokiri. ¡Diablos! Comencé a estresarme un poco… Decidí volver. Tomé el mismo camino anterior: derecha e izquierda. Volví al prado donde me perdí y, como si de un milagro se tratara, encontré a Saria que venía de vuelta. Le dije que la estaba buscando y que necesitaba de su ayuda para convertirme en minish, a lo que ella aceptó ayudarme, pero antes visitaría a un amigo. Desde ese momento memoricé el camino del principio. El amigo al que se refería Saria era aquel personaje que tocaba la flauta en el prado de los troncos. La chica Kokiri le habló por un rato y ambos reían de vez en cuando. No entendía nada de lo que decían. Una curiosidad es que desde el momento en que estuve con Saria, la canción no paró de tocar en ningún momento, hasta haber salido de los Bosques Perdidos. Al salir de aquel lugar, Saria y yo nos dirigimos al típico portal minish que usaba para entrar a la comunidad minish del bosque. Iba cuidándola de posibles ataques enemigos en el camino. Al llegar a dicho portal minish, subí encima del tronco y Saria comenzó a cantar aquella melodía extraña. En poco rato, tomé la forma diminuta. La Kokiri dijo que me cuidara y tenga suerte en el camino, agregando que esperaría mi regreso. Estando con el cuerpo diminuto, me dirigí hacia la comunidad minish del bosque con cuidado. Al llegar a destino, fui directamente a la casa del anciano minish, Gentel.
¡Estaba fácil la misión! Se sabía que pedir tal objeto no era tanto problema, además de ahorrarme un largo viaje como el que tuve en Términa. Ahora solo era cosa de subir hasta la mitad de la Montaña de la Muerte, llegar al lugar donde están los Goron, pedirles el elemento del fuego y listo, así lo podría obtener. Agradecí la información del anciano minish y me dirigí al portal con forma de tronco, donde estaría Saria esperando mi regreso para volver a mi tamaño original. Al volver a mi tamaño, gracias a la ayuda de Saria, le agradecí y la ayudé dejándola en el Bosque Kokiri. Luego continué mi camino en solitario, pero se haría tarde. Así que decidí ir al Rancho Lon Lon y quedarme allí durante el resto de la tarde y también la noche. Todos me recibieron con los brazos abiertos, extrañando mi ausencia de tanto tiempo. Estaban felices, sobretodo Talon, quien tenía ganas de echar algunas partidas de cartas conmigo, junto a Malon e Ingo. Así que tras haber cenado con ellos, jugamos a las cartas, donde el ganador fue Ingo por mayoría de partidas ganadas. Llega la noche absoluta, cuando todos se fueron a dormir. En aquel entonces volví a tener una de esas pesadillas extrañas, que parecían “premoniciones de malas intenciones”. El primero fue del Capitán Keeta, cuando me echaba de sus tierras. Esta vez, el sueño fue diferente. Estaba en el centro de una discusión. En ese lugar estaba lleno de gente Goron, que discutían de algo desconocido. Todos me apuntaban a mí, quien tenía en manos la piedra del elemento de la tierra. A continuación, se escucha un fuerte gruñido. Levanté la mirada asustado y… No había nada. Los Goron habían desaparecido y todo el fondo era negro, totalmente oscuro. Sin embargo, la oscuridad cesa cuando unas llamas aparecen de la nada. Estas llamas rodeaban un gigantesco monstruo, que aparentaba tener el cuerpo absolutamente quemado. En su cabeza había una especie de piedra brillante, roja, que brillaba con intensidad. En frente de aquel monstruo, un ser flotaba y emitía luz propia. Era el mismo ser que apareció flotando al frente de Keeta en la pesadilla anterior… Estaba un poco más cerca esta vez, pero no logré identificarlo. El monstruo, quien parecía estar encadenado, logra levantar su brazo derecho y con toda su potencia, me da un golpe. Justo al recibir el golpe, desperté en la cama de mi habitación del Rancho Lon Lon, con sudor. ¿Qué diablos fue esa pesadilla? Al igual que el sueño anterior, no entendí a la perfección dicho mensaje. Ahora lo que más me extraño de todo no fue la discusión de los Goron, tampoco ese monstruo gigante que me atacó; lo que me extrañó más fue la aparición repetida de ese nuevo personaje que emitía luz propia blanca y flotaba en frente de los monstruos gigantes de mis pesadillas. ¿Quién mierda era y qué hacía ahí, como si nada estuviera pasando? Lo que puedo notar es que me mira en las pesadillas, me mira con mucha atención… Me levanté de la cama, aún un poco asustado por la pesadilla. Decidí ir al baño y mojarme un poco la cara. Ya en el baño y con el rostro mojado, me di cuenta que el aparato regalado por Prímula volvió a tener la típica luz azul parpadeando. Volví a preguntarme, ¿escucho los mensajes o no? Esta vez decidí por un “sí”. Golpeé suavemente el aparato y lo puse en mi oído izquierdo. “Deseo verte”, “estoy esperándote”, “respóndeme, por favor”, “te extraño”, “cuídate”, “que estés bien”, “te quiero mucho”; esas eran las frases que más se repetían en los mensajes. Nostalgia… Nostalgia pura hacía que extrañase a Prímula, después de todo. No, yo quería a Aura, no quería a Prímula. ¿Este sentimiento extraño otra vez? “Relax”… Esto pasa solo porque escuché los mensajes y nada más. Yo quiero a Aura. Me declaré delante de ella. Le propuse estar conmigo. Esperaré su respuesta definitiva. Sí, esa es mi situación actual. Prímula, no deberías de entrometerte… Aura debería ser la chica en la que piense todo el día. Ella es quien debería estar en mi mente cada segundo. Prímula, ¿por qué vuelves a pasar por mi cabeza de vez en cuando? Ayúdame, Glasse… Regreso a mi cuarto, con imágenes de Prímula en la cabeza y sin haberle respondido con un mensaje. Quería detenerme. Así que me recosté e hice lo posible por dormirme de inmediato. Tardé un poco, pero logré dormirme. Desperté al día siguiente. No volví a tener una nueva pesadilla, por suerte. Tomé el desayuno con los granjeros y me preparé para ir a la región de Eldin, lugar donde está la Montaña de la Muerte y a sus pies, Kakariko. Recordé que no tenía escudo y estaba a la venta el Escudo Hylian, pero no tenía dinero. Así que la idea de tener un escudo se fue olvidando. Salí del rancho a las 09:00 hrs. de la mañana aproximadamente. Fui caminando en dirección directa a Kakariko. Mientras iba caminando, sentía la observación del “protector”, según Xavi, que tengo en Hyrule, aquel personaje anónimo que me sigue siempre. Por el camino me encontraba con varias criaturas, principalmente Bokoblins, Bomskits y Peahats; los dos primeros los vencía con facilidad, mientras que a los Peahats los evitaba. A pesar de no conocer cómo en realidad atacaban, los esquivaba por temor. Llego a Kakariko. Había llegado por tercera vez al pueblo “principal” de la región de Eldin y por segunda vez pisaría la Montaña de la Muerte. Aquel pueblo, que se encontraba silencioso en esos tiempos, estaba un poco más diferente a lo habitual. De pronto, el aparato de Prímula comienza a hacer cosquillas desde el bolsillo de mi short. Saqué el aparato y me di cuenta que hacía parpadear una luz roja repetidas veces. Estaba claro, esto señalaba que Prímula me estaba dando una llamada. La luz se apagaría dentro de un minuto si no contesto, lo que obligaría a Prímula dejar el llamado; eso hice. No contesté. Pasó menos de un minuto y la luz roja desapareció del aparato. Y pensar que antes deseaba un llamado en vivo con ella… Olvidé lo sucedido y guardé el aparato, centrándome de nuevo en mi misión. Podía ver la Montaña de la Muerte desde el mismísimo pueblo. Sin más preámbulos, fui directamente al camino de subida a la montaña. Nadie me detuvo. Nada me detuvo. Estaba centrado en lo que iba a hacer. Para comenzar con el camino, primero tuve que caminar en línea recta, para luego ir a la izquierda. Tras esto, habrá que doblar a la derecha y se deberá caminar recto por un largo camino, el cual era algo peligroso debido a que caían algunas rocas y que pasaban rodando por la zona. No quise caminar, así que corrí por todo ese largo camino, con mucho cuidado con las rocas. También habitaban algunos Tektites Rojos por la zona, a los que también evadía y acababa con algunos. Al final del camino se hallaba una cueva, la cual se llamaba “Cueva de los Dodongos” según el letrero que estaba fuera. A la derecha había otro camino que llevaba a un lugar más alto; ese camino tomé. Por ese camino de subida no pasaban rocas, por lo que subí caminando. Luego llegaría a otra zona, donde se encuentra un banderín rojo, indicando el peligro de la zona. En ese lugar el camino se divide en dos: uno que conduce a la cima y otro que lleva a la zona de los Goron. Lo que buscaba era esto último. Por el camino a la “Zona Goron”, un Goron pasaba rodando intentando atacar a los visitantes. Sin embargo, esquivarlo era muy fácil, porque tenía un patrón en su movimiento: pasaba a estrellarse con la pared, cambiando de dirección. Se podría aprovechar ese momento para pasar por el muro justo después de que se estrellase, evitándolo. El choque del Goron puede causar confusión a un visitante muy novato… Además, hay un gran acantilado en esa zona, por lo que sería muy peligroso pasar a chocar o caerse por allí, sino sería muerte instantánea. Al fondo de todo el camino se encontraba la cueva que conducía a un lugar llamado “Ciudad Goron”, según el letrero que estaba justo afuera. Pude entrar con total libertad, porque no estaba siendo custodiada. Entré a la Ciudad Goron. Se trataba de un lugar con varios pisos. Lo extraño es que la entrada está en el último piso y el jefe Goron está en el primero. Debería ser lo contrario… El lugar podría llamarse “ciudad”, pero parece algo más pequeño que un pueblo. A la mierda con toda esta lógica. Parecía más una guarida. Hasta muy pocos Goron residían en aquella “ciudad”. Más vida se encuentra en el Santuario Goron de Términa, donde sólo se hallaban dos habitaciones… Volviendo al tema de mi misión y dejando mis impresiones a ese lugar, bajé piso por piso hasta llegar al primero de todos. Me dirigí hasta la habitación donde estaría el jefe Goron, el cual estaba siendo custodiado por un solo Goron, quien no tenía un rostro muy amigable. La puerta estaba completamente sellada. Le pregunté al guardia Goron, pero éste de mala gana dijo que no molestara al jefe, porque estaba ocupado en otros asuntos y no querrá ver a ninguna persona, excepto a un miembro de la Familia Real de Hyrule o una persona que lo pueda ayudar en “algo”. No pude hacer nada. Contra los Goron no podía hacer nada. Cuando están de mala actitud, es mejor no empeorarla. Después de todo, lo que me importó fue ese “algo” al que se refirió. ¿Qué quiso decir? ¿El jefe Goron necesita ayuda? ¡Aquí está su antihéroe, señor jefe Goron! No creo que yo sirviera de ayuda, después de todo. Me aparté del guardia Goron y de la misma puerta sellada. Ahora comencé a planear una idea para al menos poder entrar a la sala del jefe Goron. En el primer piso también se encontraba un gigantesco jarrón, rodeado de cuatro antorchas apagadas. En el lado izquierdo se hallaba otra puerta, pero ésta estaba abierta, la cual conducía a la Tienda Goron. Era carísima, en ese entonces… En la puerta de la tienda, se encontraban dos “flores” bastantes extrañas, jamás vistas. Subí al segundo piso. Caminando por los pasillos de la “ciudad”, me encontraba con muy pocos Goron en el camino. Uno me habló acerca de un objeto llamado “Bastón Deku”. Él tocó el tema debido a que escondió uno cerca del lugar en que estaba y se olvidó donde lo dejó; que mala memoria… Al lado había unos jarrones. Como estaba en busca de rupias, como una búsqueda secundaria aparte de mi misión, me interesó destruirlas. Al romperlas, un jarrón me entregó una rupia azul, equivalente a cinco rupias; mientras que en el otro jarrón había un palo nunca antes visto. El Goron vio que obtuve dicho palo y se refirió a él como un “Bastón Deku”. ¿Así que esa cosa era? Era un palo grande de madera, con una pequeña hoja en lo alto; podría arder fácilmente. Continuando con mi expedición dentro de la “ciudad”, en el tercer piso había un Goron que rodaba por todo un circuito circular, así que había que tener cuidado. Había un muro fácil de romper y a cada lado de ese muro, se hallaban dos flores muy extrañas, iguales a las que estaban a cada lado de la puerta de la tienda. Más a la derecha había otro camino, que al acercarse se encontraba el paso cortado por gigantescas rocas y, nuevamente, “flores extrañas”. Al acercarme a las rocas, pude escuchar una melodía ya antes escuchada: la melodía de los Bosques Perdidos. Recordé en ese instante que mientras estaba perdido en aquellos bosques, entré a un lugar donde había grandes rocas cortando el camino. Como el lugar en que estaba era idéntico, entonces me di cuenta que sin tener conciencia, había pisado anteriormente la Ciudad Goron. Vaya, vaya… Volví con mi expedición y volvería al último piso, donde estaba la entrada/salida de la “ciudad”. Tomando mano izquierda desde la entrada/salida, se hallaba una “cueva”, pero el camino para llegar a ese lugar estaba tapado con rocas. Como los Goron son fanáticos de las rocas, era muy normal ver dichas cosas por todo el lugar. ¿Qué debía hacer? Necesitaba ver al jefe Goron, pero en ese instante era imposible y no sabía qué hacer. Así que en cuestión de necesitar ayuda, comencé a hablar con Goron por Goron que encontraba. Algunos me hablaban cosas que no me interesaban, como la Cueva de los Dodongos, lugar que funciona como una caverna de comida para ellos. Sin embargo, un Goron que estaba en el primer piso, aparte del Goron que cuidaba la entrada del salón del jefe, me dio información útil; él me dijo que si podría encender las llamas de las cuatro antorchas del primer piso, el gigantesco jarrón central comenzará a moverse, haciendo que Ciudad Goron sea feliz y también dándote altas posibilidades de llamar la atención de su “Patriarca Goron”. ¡Genial! Menuda información había obtenido, pero… ¿cómo hago para encender las llamas? No veía fuego. Además, todas las antorchas de la “ciudad” estaban completamente apagadas. ¿Cómo diablos quiere que las encienda? Necesitaba ayuda… ¡Y así recordé a Xavi! Le dije que lo llamaría por si necesitaba ayuda. ¿Tendría que volver al mundo cruel para decirle todo? ¡Diablos! Buscaba… Buscaba y buscaba fuego por todos lados, pero mis intentos eran totalmente en vano. Era imposible, no había fuego por ningún rincón de la Ciudad Goron. Como “casualidad de la vida”, por un pequeño movimiento casual por la molestia que tenía, pasé a patear una de las flores extrañas que se encontraba en el tercer piso. Al patearla, ésta encendió una luz roja que parpadeaba de lento a rápido cada vez que pasaba el tiempo y una pequeña llama se encendió encima. ¿Qué mierda? Me dio curiosidad y me acerqué a ver… Mal movimiento. Muy tarde me di cuenta que la llama que se encendió encima se acercaba cada vez más y más a la “bola negra” y también de que la luz roja parpadeaba con más intensidad. Como me tardé mucho, justo me di media vuelta cuando la cosa estalló. “¿Pero qué demonios había pasado? ¿Acaso esa “flor” se convirtió en una especie de bomba?”; eso me pregunté cuando salí volando, cayendo directamente al primer piso. Por suerte no perdí la conciencia, no me fracturé una parte del cuerpo, no pasé a quemarme ni nada grave, sólo me dolió la caída y me dio un pequeño dolor de cabeza. El Goron que me había dado la información sobre las antorchas y el otro que me habló acerca de los Bastones Deku, se acercaron a mí para atenderme. El guardia Goron ni se inmutó.
Ambos Goron agacharon la cabeza en señal de disculpas, a lo que dije: “No se preocupen y gracias por la poción”. Bebí la Poción Roja, sintiendo la corriente de energía por mi cuerpo al instante. Tras esto, los Goron me dijeron cómo usar una de esas peligrosas flores: si tenía la fuerza suficiente para arrancar una, podría sacarlas de su raíz y utilizarlas como bombas, pero cuidado, porque estallarían dentro de diez segundos. Interesante… Ya totalmente recuperado, volví a agradecer por la poción y también por la información nueva que había obtenido. Tras esto, usé algo de mi pensamiento lógica: al estallar una Flor Bomba, hará que se disperse fuego. ¡Genial! Si colocaba una de esas flores encima de una antorcha, aquella antorcha se encenderá. Tendría un límite de ocho segundos de arrancarla y colocarla en posición, porque la bomba estalla en diez segundos. Tendría que ser rápido… Volví a subir hasta el tercer piso y observé todo el lugar. Había cuatro antorchas: una estaba al norte, justo al lado del guardia Goron, otro a la derecha del jarrón gigantesco y los otros dos al sur, o sea, el camino hacia la subida. Los tres últimos serían fáciles, porque la flor bomba que utilizaría estaba al sur, ¿pero la que está donde el guardián Goron? Mierda… Hice el intento. Usé fuerza para arrancar la Flor Bomba, de la misma raíz de la bomba que estalló frente a mí, y con cuidado de ser atropellado por el Goron que rodaba por ese lugar, calculé el lugar justo para colocar la bomba en una de las antorchas del sur. Dicha bomba cayó encima y al estallar, la antorcha comenzó a encenderse poco a poco, hasta finalmente arder. ¡Excelente! Utilicé el mismo proceso con la otra antorcha cercana y luego con la del este, o sea, la que está en el lado derecho del jarrón gigantesco; éste último fue más dificultoso, tanto así como para utilizar cuatro flores bombas para completar la tarea. Quedó el último… Si se me dificultó el último que había hecho, el otro sería aun más difícil. Lo peor es que la distancia era aun más y, según los cálculos que tenía, llegaría a esa zona justo a los diez segundos o incluso faltaría tiempo, por lo que la bomba estallaría en mis manos. ¿Qué haría? Quedé pensando un momento y se me ocurrió la idea de buscar alguna otra flor cercana a aquella. Pero luego pensé otra cosa: la antorcha estaba muy cerca del guardia Goron, por lo que estallaría frente a él y se enfadaría conmigo. ¡Diablos! No podía hacer nada. No tenía un pensamiento lógico para terminar la tarea. ¿Tan difícil era encender cuatro malditas antorchas? Antes de ponerme histérico y patear otra flor bomba más, se me ocurrió una nueva idea: el Bastón Deku. Recordé que dicho palo ardía con facilidad al fuego. Así que al exponerlo con una llama de alguna antorcha, el palo se encenderá y podré colocar el fuego en la antorcha apagada, encendiéndola. Hubiera sido mejor pensarlo antes y ahorrarme tanto esfuerzo de sacar bombas de la flor y correr como loco… Así que bajé de inmediato al primer piso, corriendo. Al estar frente a la antorcha del lado derecho del jarrón, saqué el Bastón Deku y lo expuse a la antorcha, encendiendo el palo. Corriendo me dirigí a la antorcha apagada y, al juntar el palo encendido con las brasas de la antorcha apagada, ésta comenzó a arder. “¡Sí! Al fin terminé”; justo después de que las cuatro antorchas por fin estaban encendidas, el jarrón gigantesco comenzó a moverse. El guardia Goron por fin dejó de estar a brazos cruzados y con cara seria, para bajar los brazos, sonreír y quedar expectante al ver el jarrón moverse. Todos los Goron se alarmaron también y salieron de sus puestos para ver el jarrón. Además, todas las antorchas de Ciudad Goron se encendieron juntas, dando luz y mucha más “vida” al lugar. De pronto, los Goron comenzaron a gritar todos juntos, o mejor dicho, a cantar una melodía extraña. Fue tanta la atención del movimiento de aquel jarrón, que hasta el Goron que rodaba por el tercer piso se detuve para espectar. ¿Hice feliz a Ciudad Goron? ¿Logré “dar vida” a este lugar que permanecía muy silencioso durante todo el rato? Por un momento me alegró lo que estaba presenciando. Toda Ciudad Goron había “despertado” por lo que había hecho. No podía creerlo. Sin darme cuenta, una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras miraba a cada Goron feliz. Muchos no miraban solamente el jarrón, sino que a mí. Uno de estos Goron era el guardia, quien se acercó a mí sólo para elogiarme. ¿Acaso ellos no podían hacer esto? Vaya… Todos estaban felices. Parecía un ritual de felicidad. Por fin estaba en un lugar con tanta alegría… Sin embargo, la alegría se “apaga” para mí al ver que la puerta sellada del salón del jefe Goron se abre. Todos los Goron guardan silencio y quedan expectantes al ver salir a un Goron más bajo de los que había visto hasta el momento. Este Goron tenía complexión un poco más ancha que los demás, más bajo, usaba un manto entre sus piernas, algunas marcas moradas en su cuerpo (diferenciándose de los otros Goron que había visto), tanto en la panza como en sus dos brazos, un poco de pelo y barba en la cabeza, los típicos ojos azules oscuros, una gran boca y tenía muchas arrugas. Era viejo, se notaba a simple vista. Este Goron ve el jarrón moverse, se pone de brazos cruzados, sonríe y mira a su alrededor.
Quedé dudando un poco de mostrarme o no. ¿Acaso me hará algo malo? Toda la alegría en Ciudad Goron se había apagado por un momento. El guardia Goron parecía estar escondiéndome. No obstante, tomé valor y me mostré frente a él. Unos cuantos murmullos se escucharon por todo el lugar al presentarme sin importarme nada frente al “Patriarca”. El anciano Goron, en un principio, quita su sonrisa al verme, pero cortos segundos después, vuelve a enseñarla.
El Goron queda en silencio por un rato, mientras los murmullos en la “ciudad” se escuchaban todo el rato. El “Patriarca Goron” quita su expresión de sorpresa y vuelve a tomar la misma postura que tuvo en el principio de la conversación: sonrisa irónica y brazos cruzados, con la mirada fija a mí.
Todos los Goron, que por un momento estuvieron completamente felices, quedaron atónitos a la escena creada entre yo y su “Patriarca”. Este anciano Goron me lleva a su sala, el cual era una especie de gimnasio de sumo y al fondo del todo, se encontraba un pasadizo custodiado por otros dos Goron. El “Patriarca”, cuyo nombre me lo dijo al presentarse en dicha sala, Gorleone, me dijo que dejara mi equipamiento en algún lado del lugar, ya que sería incómodo combatiendo con aquellos objetos. Al estar bien preparado, Gorleone me dio las indicaciones básicas de sumo y me volvió a preguntar si de verdad estaba dispuesto a pelear con él, a lo que volví a responder con un “sí”. Tras esto, ambos nos subimos a la arena circular, empezando el combate. Cada uno nos colocamos en posición de guardia y a la cuenta de tres, la pelea comenzaría. El Goron “juez” dio la cuenta regresiva, comenzando con “Tres” y terminando con “¡Ya!”. Justo al escuchar ese último grito, me corrí hacia la derecha, evitando una bofetada de Gorleone. Aproveché ese descuido suyo para agarrarlo y empujarlo; sin embargo, su cuerpo era extremadamente pesado. No pude moverlo ni siquiera un centímetro… Se escucharon de otros Goron al ver que me era imposible moverlo. Gorleone se suelta fácilmente al minuto y de inmediato me da un bofetada, mandándome por los aires y saliendo del círculo, terminando el combate con un triunfo fácil y limpio para el Goron. ¿Pero qué mierda? ¿Así de fácil terminé derrotado? Ese tipo pesaba toneladas… Había perdido fácilmente la primera prueba de la “apuesta” de Gorleone. Tras el término del combate, todos los Goron expectantes, que provenían de la “ciudad”, se sorprendieron al ver mi derrota y murmullaron, mientras que los Goron que estaban en la sala de Gorleone desde antes sólo sonreían, hasta unos dos terminaron riendo, aunque suavemente. Por su parte, Gorleone, con su típica sonrisa y postura de brazos cruzados, me quedó mirando y dijo, en un tono algo sarcástico: “¿Te das cuenta? No eres de nuestra ayuda y tampoco eres alguien merecedor del Elemento del Fuego. Inténtalo en otra ocasión, a ver si eres el primer Hylian que me derrota. Yo y mi gente te estaremos esperando”. Quedé humillado. Estaba tirado en el suelo, con el golpe del Goron marcado por todo mi rostro y parte de mi pecho. No le podía contestar algo, terminaría aun más humillado. Eso me dio rabia y ganas de vengarme, con ganas de ganarle fácilmente y humillándolo frente a toda su gente. Antes de que me pudiese levantar a cuenta propia, unos cuantos Goron me fueron a ayudar amablemente, me entregaron mis objetos y me acompañaron a salir de la sala de Gorleone. Quedé con este grupo de tres Goron dentro de Ciudad Goron, grupo que estaba compuesto por el guardia Goron de la puerta de la sala del “Patriarca”, el Goron que me ayudó con la Poción Roja y otro con el que había hablado en el piso más alto de la “ciudad”. Desde ese momento, comencé a pensar en una forma de acabar con Gorleone… En la habitación oscura, donde estaba el joven de ropas siniestras jugaba al ajedrez con el otro personaje misterioso, quien no se le podía ver ni siquiera una silueta exacta de él debido a la oscuridad. El joven de ropas oscuras hace un movimiento con una pieza, a lo que el otro personaje rápidamente mueve una torre y dice, con un tono de voz bastante grave malgastada, como si de un fumador se tratase:
A continuación, el joven deja de aplaudir, mientras que el otro personaje triunfador del juego de ajedrez no se movía en absoluto. Tras un largo rato de silencio, el personaje de ropas oscuras queda mirando su acompañante de habitación, a lo que sonríe mientras lo mira. El personaje triunfador del ajedrez, sin embargo, como algo extraño en ver en él incluso para el joven, retoma la palabra.
Continuará |
Capítulo 20
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Días de Entrenamiento |
Aprendiendo nuevas habilidades.
¿Ahora qué? Se suponía que los Goron me entregarían el elemento del fuego con facilidad, como había dicho el minish Gentel, pero no. Resultó que debo pasar por una prueba imposible de superar. Si esa sería la primera prueba, de derrumbar a Gorleone en la pelea de sumo, me pregunté cómo serían las otras dos mierdas de pruebas posteriores. Estos Goron estaban locos. Así estuve reflexionando en las afueras de la ciudad Goron, o sea, aún estaba en la Montaña de la Muerte. Estaba de noche, ya había caído. La noche en la montaña era helada. Tenía algo de frío, pero lo aguantaba. No quería irme de la montaña. Una extraña sensación me pedía que no abandonase dicho lugar. Así que por eso estaba sentado en medio de un círculo de rocas en las afueras de la ciudad Goron, como si estuviera esperando algo. Pero yo no esperaba algo, sino que estaba reflexionando. Tal vez sí estaba esperando algo: una respuesta para vencer a Gorleone. La respuesta no tardó mucho en llegar, pues había llegado al lugar donde estaba yo alguien muy conocido: Xavi.
Entonces, empecé a contarle todo lo sucedido, comenzando de nuevo con el tema del elemento y luego continuamos conversando algunas que otras cosas. Como siempre, hubieron preguntas que se me volaron durante la conversación, como esta: ¿cómo sabía realmente que yo estaría en problemas y necesitaría ayuda? Xavi sí que le gustaba predecir. Un caso idéntico fue lo que sucedió en el parque con los flaites. Qué más daba. En todo caso, Xavi era un protector que tenía, así que de alguna manera debería saber que yo estaría en algún aprieto. Aunque… esa última teoría no me convencía ni ahora tampoco, no se el porqué.
Meneé la cabeza de arriba hacia abajo, afirmando, con una sonrisa “pícara” después de decirme lo último. Ahora llegó otra interrogación: ¿a quién se refirió con “legendario portador”? Se suponía que era yo el “legendario”, según la princesa Zelda. Este temita del “portador” y lo “legendario” cada vez se me había puesto más confuso, pero como había dicho en un párrafo anterior, se me volaban las preguntas importantes en los momentos de conversación, por lo que no le pregunté a Xavi. Después de todo, no se me voló la pregunta para saber cómo diablos hará éste para ayudarme a desarrollar la fuerza física. Pregunta resuelta. Xavi ni dudó en responder, tenía todo planeado. Él me dijo que me ayudará usándose él mismo como una fuerza contraria a mí, para así ir comparando con el paso del tiempo. Me ayudará diciéndome qué era lo que debía levantar o empujar a medida que avanzara en el entrenamiento. Terminó diciendo que el entrenamiento comenzaría al día siguiente, ya que podría tardar en el desarrollo y no sería bueno tardar hasta fin de mes, porque las clases comenzarían justo después de acabar julio. Ambos nos quedamos durmiendo pasos más adelante del lugar donde estábamos conversando, bajo un lugar parecido a una cueva. Xavi me pasó unas mantas para que no pasara frío, asimismo él también tenía las suyas. Pareciera que tendría todo calculado antes de viajar hacia la montaña, con la intención de encontrarme… Así pasó esa noche y llega el día siguiente. Desayunamos con comida que llevó Xavi y tras el reposo, comenzó el entrenamiento. Antes de ir al entrenamiento oficial, Xavi pidió que lo empujase con todas mis fuerzas. Así que eso hice, lo empujé con todas mis fuerzas. Sin embargo, cuando hice choque con él, no logré empujarle ni un centímetro. ¿Cómo mierda? Él me dijo que logró ruborizar tanto su cuerpo que llegó a quedar equivalente al peso del cuerpo de un Goron. Ahí estaba la respuesta… ¿Pero cómo lo hizo? “Cosas de Xavi”. Luego de ser “humillado” con facilidad, pidió que subiéramos un poco más la montaña para llegar a las rocas que se encontraban allí. Al subir y antes de llegar al “camino de la muerte”, lugar donde caen las rocas de las erupciones locas que le da a la montaña, habían unas rocas del tamaño mío en el suelo. Xavi logró empujar una con facilidad, haciendo esto como ejemplo. Yo intenté hacerlo igual como él, pero los intentos fueron en vano. Xavi me aconsejó que tenga los pies y las piernas firmes en el lugar donde quedara parado y luego, concentrar toda la energía en los brazos y manos, para liberar toda esa energía hacia la roca. Hice aquellos intentos más de una vez en el día entero y cada vez mejoraba más. En un principio fallaba, claro, pero cuando ya había caído la noche, lograba empujar la roca, al menos algunos centímetros. Eso ya me puso satisfecho. Al día siguiente, el entrenamiento fue igual como el del día anterior, hasta lograr dominar lo enseñado por Xavi. Cuando cayó la noche de ese día, lograba empujar la roca de la misma manera como hacía Xavi. Antes de irnos a dormir, éste dijo que intentara empujarlo una vez más, pero igual como la vez anterior, no logré empujarlo ni por un centímetro. Faltaba, faltaba mucho. El entrenamiento continuó igual, pero esta vez fue con una roca que estaba en el camino de entrada de la montaña. Como pasaban rocas rodantes por allí, convertía el lugar peligroso e incómodo para trabajar, por lo que Xavi tuvo que subir la roca de color rojo a la “zona de entrenamiento”. Al igual que con la roca anterior, no podía empujarla en un principio, pero cuando cayó la noche, logré empujarlo un poco. Así continuó el entrenamiento. Cuando estaba acabando, aproximadamente en los días en que estaba ya casi acabando julio, lograba empujar diez de las rocas rojas a la vez. También lograba levantar con cada brazo una o dos rocas de las mismas mencionadas. Había logrado obtener una fuerza fuera de lo normal, algo que ni yo pensaba tenerla en algún momento. Finalmente, Xavi dictó el último entrenamiento de empujón hacia él. Cabe decir que en la última ocasión, logré empujarlo. Esta vez, cuando me lancé contra Xavi, logré empujarlo con tal facilidad que se sorprendió, pero él respondió tomando fuerza de él mismo, chocando energías. De entrenamiento pasó a ser una lucha de fuerzas sorprendentes, pero no en serio, claro. Cuando Xavi tomó toda su fuerza y yo tenía la mía, ambos no nos movíamos ni por un pelo de distancia. Como algo inexplicable, brisas fuertes comenzaron a rodearme y de pronto, una onda apareció desde nosotros, lanzando y destruyendo las rocas pequeñas que estaban por el lugar hacia unas murallas, mientras que las otras cayeron al vacío o a otro lugar. Como me desconcentré, las fuerzas se desequilibraron y tanto yo como Xavi volamos por los aires. Yo caí, pero Xavi se mantuvo firme y quedó sujetado con una mano y una rodilla en el suelo, para luego hablarme.
No tenía ni la más mínima idea a lo que se refería Xavi, por lo que tuve que esperar al siguiente día. Había perdido la cuenta de semana y fin de semana, pero lo que sabía era que se terminaba julio, al menos quedarían unos tres o cuatro días. No tenía mucho tiempo. Tenía que obtener el elemento y volver al mundo cruel, sino perdería clases. Perder clases era algo que no me gustaba. También odiaba estar dentro de una multitud de gente desagradable, excepto con la gente que me relaciono bien, pero no me gustaba faltar a clases. Tampoco era que me gustaba ver los profesores, estudiar ni nada por el estilo, era algo que sólo me gustaba cumplir como deber. ¿Les he dicho el promedio que tuve en primer semestre? Creo que no. Si se los he dicho, no importa, al menos se los recordaré. Este promedio fue completamente sorpresivo. Ni yo, ni mis amigos, ni mucho menos mi familia se lo esperaba. Era nada más y nada menos que un 5,3. ¿Recuerdan? La nota máxima es un 7, mientras que la más baja un 1. Se consideraban “rojos” las notas de 3,9 hacia abajo, “regulares” desde el famoso 4 a 5,5, mientras que los “azules” de 5,6 hasta el 7. Estaba muy bien, ¿verdad? A pesar de todo, rendía bien en el liceo. También debo mencionar que mientras estaba en los días de entrenamiento de fuerza con Xavi, mensajes de Prímula llegaban al aparato. Yo los reproducía en los ratos que estaba a solas o cuando Xavi dormía. Ya sabrán las típicas frases que me decía, así que no creo que sea necesario colocarlas una vez más. Cada vez que reproducía un mensaje, recordaba los momentos que pasé junto a ella en mi estadía en Ikana. Sin embargo, luego pensaba en Aura y esquivaba a Prímula. De igual manera, tenía sueños en que ambas se mezclaban, buscándome, o yo buscado a una de ellas. Me estaba cabreando de mi confusión, haciendo que usara esa “rabia” a la energía que utilizaba para usar fuerza. Volviendo a los días que estaba, o sea, casi a finales de julio. Amanece el día siguiente después del último día de entrenamiento de fuerza. No tenía ni la menor idea de lo que hará Xavi conmigo aquel día. Tras desayunar, mi compañero del viaje me hizo bajar la montaña para llegar a Kakariko, el pueblo “rojo” de Hyrule, por su característica tierra roja. Creo que no lo he mencionado, o creo que sí, pero Kakariko tiene un pequeño templo, que estaba casi en frente del Bazar donde compré mi antiguo escudo. Justo en frente de ese templo, Xavi me detuvo. Luego de que me de la indicación de esperarlo, miré todos los alrededores. Xavi se dirigió al Bazar, de donde salió dos minutos después de haber entrado. Éste salió con un arco y un carcaj lleno de flechas. ¿Y ahora qué mierda?
Haciendo caso a Xavi, tomé el arco, saqué una flecha del carcaj de Xavi, lo acomodé en el arco, lo tensé y finalmente, disparé. El disparo fue un asco, pues la flecha pasó casi un metro más arriba del blanco. Xavi me aconsejó que no dispare porque sí, sino que tome concentración y dejara de lado mis pensamientos acerca de lo absurdo que me parecía hacer tal prueba. Hice caso de nuevo, así que saqué un flecha más y ésta vez me concentré completamente en el blanco. Tensé el arco, tardé unos cuantos segundos y finalmente, disparé. Esta vez, la flecha llegó justo al centro del blanco. “¡Excelente, Brettcy! ¡Ya me esperaba que tenías un don para esto!” exclamó Xavi estando en el blanco, ya que fue a verificar bien en dónde había llegado la flecha. Luego, Xavi le puso un poco más de dificultad para el tiro. Ahora puso un blanco en el techo del Bazar, a un lado cercano de una de las ventanas del hospedaje que estaba al lado. Aprovechando ese momento, él volvió a entrar al Bazar y salió un minuto después, con otro objeto en las manos. Regresando al tema, volví a sacar una flecha y me acomodé lo mejor posible, apuntando al difícil objetivo que tenía. Estaba completamente concentrado de nuevo, como si estuviera solamente yo con el blanco; finalmente, disparé. A continuación, Xavi hizo uso de su objeto raro. Parecía una máscara con forma de águila. Éste se puso la máscara y miró hacia el blanco. “¡Enhorabuena! Has logrado darle, pero no en el medio. Prueba a darle en el medio, tengo suficientes flechas”, dijo sonriente. No entendía bien. ¿Desde cuándo tenía tan buena puntería? Después de todo, lo que se necesitaba era darle en el centro. Así que volví a sacar una flecha y lo lancé. Nuevamente no le di en el medio, por lo que comencé a desesperarme un poco. Debido a esto, al tercer tiro no le acerté a ningún lado del blanco, sino que pasó a chocar con el muro rocoso de Kakariko. “No te estreses. Tómate esto con calma. Tan solo observa el blanco e imagínalo como si estuviera a centímetros de ti”, dijo Xavi. Me relajé. Respiré profundo y tomé una flecha más. Tensé el arco y miré con atención al objetivo. Intenté hacer caso a Xavi: imaginarme al blanco estando muy cerca de mí. Era misión imposible. A diferencia de imaginarlo cerca, lo alejaba más y más. La tensión volvió a poseerme. De pronto siento que el brazo izquierdo, brazo que sujetaba el arco, comenzaba a temblar un poco. Sin más preámbulos, cerré los ojos y disparé. Esperé lo peor, que la flecha no llegó ni tan siquiera a tocar el blanco. Sin embargo, Xavi dijo: “Impresionante, diste en el centro”. ¿Pero cómo? Sentía el blanco lejos, me temblaba el brazo y encima cerré los ojos. ¿Cómo pude darle en el centro? Parecía fantástico y fuera de lo normal, pero así pasó. Xavi puso aun más dificultad al entrenamiento, colocando un blanco cerca de la tienda de bombas de Kakariko, lugar muy lejano, que estaba cerca de la entrada a la Montaña de la Muerte. No tomó tanto tiempo, pero sí tuve que usar seis flechas para finalmente darle al centro del blanco. Para terminar el entrenamiento, Xavi “se pasó de verga” y dijo que mi objetivo sería un palo que estaba en lo más alto de Kakariko. Se podría decir que estaba casi a 300 metros de distancia y más la altura… era imposible. Me dijo que si le daba a cualquier zona del palo, estaría bien. Había una especie de venda roja en una zona del palo, por eso me dijo aquel cosa, para que no haya confusiones. Aun así, pensé que estaba loco por acertarle a semejante objetivo. Necesitaría al menos 100 flechas para darle… Sin más preámbulos tomé una flecha y lo acomodé al arco. Tensé la cuerda y disparé. Como Xavi estaba revisando todo el proceso con su máscara extraña, él sabría por donde pasó la flecha. Ni de broma me dijo que pasó cerca… Así que tuve que tomar otra flecha más, diciendo que tome un poco más de precisión para el tiro. Claro… como si fuera tan fácil hacerlo y no decirlo… Hice varios intentos después del segundo. Al darse cuenta de que faltarían flechas y de que mi precisión no iba mejorando, sino que iba subiendo y bajando, subiendo y bajando, decidió “enseñarme” una perfecta precisión. Hicimos intercambio de objetos: me pasó la máscara rara y él pasó a tomar el arco. Sacó una flecha y tras decirme: “Observa a tu objetivo como si estuviera a un centímetro de ti”, lanzó la flecha. Con la máscara pude ver que la flecha había chocado justo en la venda roja del palo… Increíble. Xavi y yo volvimos a hacer intercambio de objetos, con la frase de Xavi resonando: “Si puedo hacerlo yo, casi sin siquiera apuntar, tú también puedes”. Así que usé otras dos flechas más, pero solo pasaron cerca del palo. Xavi seguía alentándome, pero yo comenzaba a cabrearme de la situación. Quería acertarle a ese blanco, para que el puto entrenamiento acabase y Xavi se quedara callado con sus frases repetidas de una maldita vez. La rabia comenzó a atormentarme en mis pensamientos. Borraba las frases escuchadas por Xavi y me concentré totalmente en el objetivo. No podía. Realmente no podía. Antes de disparar la flecha, bajé el arco dos veces, en señal de rendición. Pero no, no quería rendirme y defraudar a Xavi. Tampoco a la princesa Zelda, por no poder cumplir algo tan básico como esto. De alguna u otra manera, quería parecerme a Xavi. Así que quería terminar el entrenamiento como debía ser. Volví a tensar el arco y apunté con atención al blanco, una vez más. El espacio era negro, con el objetivo y yo a solas. Ahora sí dispararía la flecha… “Vista del águila, siéntela. El objeto está a un solo metro de ti. Ojos de lechuzas, siéntela. No temerás nunca más a la oscuridad. Iris de gato; vista lince de relleno. Nunca más sientas que todo está en la lejanía ni que las cosas se mueven, porque siempre estarán quietas y a un paso de ti…”; aquella frase la escuché mientras tenía tensado el arco. Se escuchó con la voz de Glasse. Justo cuando se termina la frase, el espació quedó dorado, el mismo color que resplandecía del Cristal Dorado cuando “despertaba”, y el objetivo se puso justo frente de mí; tal como dijo, como si estuviera a un paso de mí. Pero no sentí que el objetivo se acercó a mí, sino que yo me acerqué a él. En ese preciso momento, disparé la flecha y… Entrenamiento acabado.
Tras esto, Xavi y yo volvimos a subir la Montaña de la Muerte. Regresamos a la zona en donde estábamos y suponía que en ese mismo día o al siguiente, iría por la revancha a la ciudad Goron, derrotando a Gorleone en el sumo y “reírme” de él, así como lo hizo conmigo la vez anterior, aunque tendría dudas para la segunda prueba y la última. ¿Cómo será la segunda? Se trataría de tiro con arco, obviamente. ¿Y la tercera? ¿Por qué la fuerza y la precisión con el arco tendrían conexión alguna? No encontraba la lógica de unir ambas cosas para una tercera prueba, donde tendría que hacer uso de ambas habilidades. Al atardecer, Xavi me dijo que practicara una vez más la fuerza con él. Sucedió lo mismo que el día anterior, pero esta vez, no salimos volando, ya que ambos bajamos nuestras intensidades de energía al mismo tiempo por decisión de ambos. También continué practicando con el tiro con arco, apuntando a ciertos lugares lejanos. De manera extraña, todo lo que estaba en la lejanía, podía verlo con una inmensa cercanía. ¿Qué había pasado? Cae la noche y también la madrugada, más tarde. Cuando Xavi ya estaba dormido, encendí el aparato y revisé un mensaje de Prímula. En aquel mensaje me dijo que estaba de viaje a Hyrule, o sea, me vería en cualquier momento. ¡Pero cómo! Si no podía evadirla de una forma, tampoco podía de otra. Vaya chica… La solución era esconderme en un solo sitio de Hyrule o simplemente, ir al mundo cruel. Además, el viaje que tomaría ella sería a través de los bosques perdidos, por lo que tardaría al menos un día en llegar a Hyrule y no cuatro o cinco como pasaba con el tren; mierda. No podía dormir. No era solo por el hecho de saber que Prímula visitaría Hyrule y podría verme en cualquier momento si me descuido, sino que también pensaba en ciertas cosas sucedidas en el día. ¿Qué fue precisamente lo que pasó mientras estaba en el entrenamiento de tiro con arco? La voz de Glasse, el aumento de cercanía con las cosas lejanas, la precisión perfecta, “iris de gato”… No entendía para nada. ¿Acaso era un consejo o qué diablos? No lo creo, ya que durante el atardecer, como ya dije, logré acercar un valle completo sin siquiera pensarlo y gracias a eso, logré acertar un blanco, que Xavi me dijo, con una sola flecha. ¿Habría pasado algo con mis ojos? Esa noche soñé de manera extraña, una vez más. No era una pesadilla, era un sueño que respondía a la pregunta que me había formulado recientemente. En el sueño estaba yo, sentado en la misma banca del sueño que tuve al tener la confusión entre Prímula y Aura. El suelo era de la Plaza de Armas y Glasse estaba sentada en otra banca frente de mí, con su mirada directa hacia mí y dibujando una serena sonrisa. Su pelo largo y púrpura estaba sin ser tomado por algo, por lo que estaba totalmente suelto, pero peinado a un solo lado: al izquierdo. No vestía trajes elegantes, sino que una vestimenta de una adolescente del mundo cruel: jeans corto ajustado, una camiseta verde claro con mangas cortas y pulseras y anillos en ambas manos, así como una pulsera en el tobillo izquierdo. Estaba de piernas cruzadas y con la mirada atenta a mí. El paisaje de fondo parecía un paraíso, más que nada.
Esta última pregunta me dejó en duda por un rato. Glasse no quitaba su serenidad por ningún motivo. El fondo pasó a quedar negro completamente. Glasse me contemplaba con su penetrante mirada, mientras que yo quedé mirándola a sus morados ojos. Yo sabía la respuesta a su pregunta, pero dudaba de decirla o no a cuenta propia. Finalmente, tras un largo rato de silencio, se escuchó un silencioso “Sí” de mi voz. Glasse vuelve con una pregunta: “¿De qué manera les harías uso?”. La pregunta me dejó con los mismos pensamientos de la pregunta anterior. Obviamente, la respuesta no sería un “sí”, “no” o “no se”, sino que una frase explicando brevemente mis pensamientos hacia aquel mundo y lo que desearía hacer allí. Bajé la mirada, una vez más. En este caso, lo hice por falta de valentía. Antes de bajarla, me di cuenta que varias manchas de color rojo aparecían desde el oscuro fondo… Quedando cabizbajo, mi mente procesaba todos los pensamientos que tenía contra ese mundo: gente buena, familia, amistad, amor, confusión, locura, drogadicción, robos, crímenes, gente mala, desconformidad, ira, rabia, aislamiento, venganza… Como Glasse podía leer mis pensamientos, pudo saber con facilidad lo que pensaba del mundo cruel y de la misma manera, podría encontrar la respuesta a su propia pregunta. Finalmente, mi protectora de Hyrule se levanta de su banca y comienza a caminar a un lugar imaginario e infinito. Levanté la mirada hacia ella y comienzo a escuchar una voz masculina, diciendo mi nombre repetidas veces. Antes de que me quedase dormido en ese sueño extraño, la voz de Glasse se escucha una vez más, diciendo: “Cuídate, mi querido animalito. Te estaré vigilando para cuando necesites de mi ayuda, como siempre la has necesitado. Te extraño…”; luego, todo se torna completamente negro. Abro los ojos en la Montaña de la Muerte y veo a Xavi calentando algo; preparaba el desayuno. Éste me saluda con el típico saludo mañanero y luego dice que hacía múltiples intentos para despertarme, pero le era imposible. Así que la voz masculina que escuchaba en el sueño era de él… Luego de que terminase de calentar todo, comí junto a él, como lo hacía todas las mañanas de aquel mes en Hyrule. Ese día, el mismo día en que comía unos ricos panes quemados con una pequeña taza de hierba para el desayuno, sería el día en que me enfrentaría como revancha a Gorleone. Esperaba que me vallase bien, además de que necesitaba superar esa prueba para continuar con la segunda y la tercera, obteniendo el elemento del fuego. Terminado el desayuno, hice el entrenamiento definitivo con Xavi. Forcejé diez rocas rojas a la vez, levanté dos de esas rocas por cada brazo, aunque lo hacía apenas, volví a entrenar mi puntería con el arco y finalmente, el entrenamiento de cuerpo a cuerpo contra Xavi. Éste entrenamiento fue algo muy diferente a lo que pensé. Se suponía que sería un tipo de “juego”, pero no fue así… El entrenamiento comenzó normalmente, forcejeando uno hacia el otro. Cuando Xavi gritó durante el forcejeo, diciendo: “Usa toda la energía que tengas”, hice lo que él pidió. Las energías eran demasiadas fuertes. Todo iba con total normalidad hasta ahora, sin embargo, en un momento dado, mientras forcejeaba con Xavi, levanté la mirada hacia éste, pero lo que vi no fue el rostro de Xavi, sino que el de Diego. Me sorprendí, pero no bajé la guardia y continué forcejeando. De pronto, con la mirada agachada, evitando mirar de nuevo semejante rostro, comencé a escuchar su voz. La misma voz del perro rabioso ese. Recuerdo perfectamente lo que dijo; fue esto, en “acento chileno”: “¿Qué pasa, huevoncito? ¿Acaso no me puedes vencer? ¡Vamos, saca tu rabia! ¡Deja fluir tu ira hacia mí! ¿Qué no querías vengarme de mí por las huevadas que le hago a tu noviecita o hacia ti? Ah, sí… Aura. Ahora que lo pienso… ¿Ella es virgen? ¿Te lo has pensado alguna vez? ¿No? Sabes qué, a mí también me gustaría ver si lo es o no. Vaya que disfrutaré ese día”, terminaba entre risas. “No es verdad… Él es Xavi, no es ese maricón… No, que no lo es. Solo es tentación. Solo quiere que le haga… ¿Aura? ¿Qué…? Hijo de… No te atreverías… No. ¡No, no y no! ¡¡Tú nunca la tocarás!!”; eso me decía en voz alta mientras forcejeaba y escuchaba la “voz de Diego”. Justo a los gritos finales, desaté mi ira sacando una fuerza increíble, a la vez, haciendo uso del Cristal Dorado contra Xavi, sin darme cuenta. Como pasó con Keeta, el lugar quedó completamente iluminado en color dorado y yo, como mi “yo normal”, pasé a quedar en segundo plano dentro de mi cuerpo. Una vez más, mi cuerpo comenzó a manejarse por sí solo con el poder del cristal. ¿Por qué pasaba esto? No entendía. Dentro de mi cuerpo podía ver lo que sucedía afuera. Me había dejado llevar. Estaba atacando a Xavi. Éste no le había quedado más remedio que sacar su espada y escudo para defenderse de mis ataques, los cuales los llegaba a retroceder. Xavi daba gritos como: “¡Brett, detén esto, por favor!”, “¡Escucha mi voz!”, entre otros que no se oían bien. Yo, por mi parte, comencé a desesperarme y, al igual que la vez anterior, busqué una forma de apoderarme de mi cuerpo. No sentía ni brazos, ni pies, piernas, nada. No sentía nada. Parecía “algo” dentro de mí mismo. Mi cuerpo se movía de manera muy acrobática, esquivando, defendiéndose y atacando desde la altura, a saltos o incluso arrastrándose. Sin embargo, Xavi, por suerte, sabía moverse muy bien y parecía que presentía en donde estaba mi cuerpo para detener el ataque. “No puedo… Mi cuerpo está fuera de control… No puedo hacer nada. Atácame, Xavi, es la única solución. ¡Atácame! ¡Atácame! ¡Atácame!”; y así comencé a gritar esa última palabra una y otra vez, para que mi amigo al menos lograra escucharlo. Había pasado más de cinco minutos y no podía apoderarme de mi cuerpo. No había otra salida, solo que Xavi me atacase y dejase inconsciente de alguna forma. En algún momento, Xavi escucha mi voz y se detiene por un rato. Éste clava su mirada a los ojos de mi cuerpo, dando a entender que en realidad sabía que yo podía verlo a través de esa misma zona, pero dentro del cuerpo. “No puedo tomar el control, sería la única solución”, dije mientras me miraba, como si intentara hacer telepatía. De manera “milagrosa”, la telepatía funcionó, ya que Xavi meneó la cabeza de arriba hacia abajo segundos después de terminar mi frase. Tras esto, pude ver cómo Xavi se apartó rápidamente de mi cuerpo, iluminó su mano derecha con la marca triangular, aquella que le vi en el parque, y finalmente, todo se oscureció de inmediato. En el cuarto oscuro, el personaje de ropas oscuras estaba sentado en su cama, leyendo un gordo libro llamado “La Biblia”. De pronto, el otro personaje misterioso del rincón se mueve incómodamente. Esto hace llamar la atención al lector, quien cierra el libro y comienza a hablar mirando directo a la pared “interminable”.
Éste otro personaje escucha al joven. De inmediato se tranquiliza, se levanta y comienza a caminar hacia al joven. Éste último ve lo sucedido con su compañero, sorprendiéndose. Como “acto de formalidad”, cierra el libro con cuidado, lo guarda en su velador, se levanta de la cama y coloca pose de guardia hacia el personaje que venía caminando. El otro personaje se convirtió de silueta oscura a un hombre con el que se podría describir sus características gracias a la luz del lugar. El hombre del rincón vestía una camisa café claro, muy rasgada, al igual que su capa de un café mucho más oscuro; llevaba en su mano un gorro del mismo color de la capa, que parecía estar manchado con sangre; llevaba un short gris, manchado igual con sangre y parecía estar quemada, y unas sandalias del mismo color, que también parecían estar quemadas. En pocas palabras, usaba las mismas ropas de Brett, nuestro protagonista, pero más deterioradas. Tenía ojos rojos, con el iris idéntico a los de un gato, mucha barba, pareciendo un vagabundo, un pelo rojo oscuro ondulado y un poco largo, orejas puntiagudas, como las de un Hylian, piel blanca y parecía estar muy delgado. Parecía estar cinco centímetros más alto que el joven de ropas oscuras, pero esto es debido a que el hombre estaba un poco encorvado de la espalda. El joven de ropas oscuras lo mira con atención, sonríe irónicamente y comienza aplaudir, mientras que el otro hombre personaje lo miraba con seriedad, aunque su mirada transmitía tristeza y pesar.
Continuará |
Capítulo 21
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Recuerdos |
Y el Elemento del Fuego al poder.
¿Recuerdas esos días? Esos días que … con tan solo vernos. Esos días cuando ibas a mi … para … de la vida. Esos días que … a la …, pero después de todo, … también éramos … gente idiota. Esos … que compartíamos ... Esos días en que mi … se aceleraba con tan ... Esos días en que …, tan “…”… Todavía recuerdo … como si …, además de aquel ... Ese … tan … cuando juré ... te iba a ... “…” ayudarte, por “…”… Despierto después de horas de oscuridad. Podía controlar mi cuerpo una vez más. De un fondo completamente negro paso a ver la luz de la luna en el cielo, con varias estrellas acompañándola y algunas nubes en los alrededores. A mi lado derecho, con una distancia de al menos dos metros, se encuentra Xavi durmiendo, cubierto por una sábana idéntica a la mía. No sabía qué hora era, pero suponía que el amanecer llegaría dentro de horas por la ubicación de la luna. Intenté dormir más, pero me fue imposible. A pesar de lo tan oscuro que fue aquellas horas anteriores, recordaba lo que había sucedido con mi cuerpo, el Cristal Dorado y Xavi. También recordaba el extraño sueño o visión que tuve mientras dormía. Una voz femenina se escuchaba, que en ese entonces solo recordaba que repetía “Esos días” una y otra vez, pero su fragmento completo no la podía recordar, mucho menos lo que decía al final, que incluso lo decía casi como susurro. Después de todo, tan solo esa noche no recordaba a la perfección el fragmento completo. Más tarde amanece y Xavi despierta minutos antes de esto. Ambos desayunamos y comentábamos el suceso extraño que pasó la mañana del día anterior. Tanto él como yo no podíamos comprender lo sucedido. No podía entender el cómo y porqué confundí a Diego por Xavi, además de que me diga cosas que me tocarían profundamente. Hasta ese entonces, era un completo misterio lo que pasó. ¿Era obra del Cristal Dorado? Lo dudo, mas bien, lo dudábamos. Rato después del desayuno, Xavi y yo no quisimos hacer un nuevo “último entrenamiento”, sino podría pasar algo parecido al día anterior. Además, el tiempo se agotaría y sin creerlo, ya estaría en agosto y perdiendo clases. También recordé que Prímula podría estar visitando Hyrule en esos momentos. Sin más preámbulos, Xavi y yo ingresamos a Ciudad Goron. Ahora venía decidido y preparado para lo que se vendría. Ambos bajamos toda la zona hasta llegar a la sala del anciano, Gorleone.
Con lo último dicho en tono retador, no se habló más y tanto él como yo nos preparamos para la revancha de la primera prueba: la pelea de sumo. Gorleone entró al círculo, mientras que yo me preparé físicamente y psicológicamente para lo que se vendría. Xavi me volvió a recordar el suceso extraño, así que dijo que mantenga la calma por sobre todas las cosas, sino la paga por hacer algo mal en el lugar valdría muy caro, según él. Dándome cuenta con los comentarios de Gorleone, Xavi parecía ser un viejo conocido para él. Sí que conoce Hyrule… Ya totalmente relajado, entré al círculo central de la sala, o sea, a la arena de sumo. Me coloqué en frente del anciano Goron e hice lo posible para colocar cara de confianza y no de nervioso o algo parecido. En frente estaba el mismo personaje que logró humillarme delante de todos los Goron, derrumbándome con tan solo un golpe. Este tipo de pensamientos deberían de desaparecer mientras me preparaba para la pelea, pues podría suceder algo parecido a lo ocurrido el día anterior. Estando totalmente preparados, el Goron de árbitro da la cuenta regresiva y finalmente, comienza la pelea. De inmediato, me ruboricé por completo y logré tomar la fuerza completa para atacar y defenderme. A pesar de que la masa corporal no lo demuestre a simple vista, mi fuerza había incrementado a la misma fuerza que podía mover más de diez rocas gigantes a la vez. La pelea comenzó con un ataque de bofetada del Goron, intentando derrumbarme de inmediato como la vez anterior, pero esquivé hábilmente y aproveché de agarrarlo rápidamente. Como sorpresa para el Goron, comencé a empujarlo hacia fuera del círculo. El anciano logra detenerme y se suelta, para luego esquivarme.
Tras esto último, que lo dijo en tono completamente retador y sonriente, Gorleone se lanzó contra mí. Intentó empujarme inmediatamente fuera del círculo, pero no. No solo mi fuerza había incrementado, sino que mi peso corporal. “¿Pero cómo…? Si eres flacucho y todo”, dijo Gorleone después de que me solté a forzadas. Por el pequeño descuido del Goron, lo agarré y empecé a empujarlo una vez más. Logré arrinconarlo hasta una zona de la arena, pero éste se suelta y me da una rápida bofetada. A diferencia de la vez anterior cuando volé por los aires, ahora no me empujó ni un centímetro. Hábilmente esquivé un agarre de Gorleone y entonces, terminé yo agarrándolo a él. Como estábamos cerca de la línea, logré empujarlo hacia fuera del círculo, derrumbándolo. La primera prueba había terminado y varios murmullos de Goron se escucharon por la habitación.
Gorleone llevó a mí y a los demás al pasadizo que estaba siendo custodiado por dos Goron. Tras pasar por esa zona, entré a una amplia habitación algo oscura. En este lugar, en donde el ambiente se parecía más a una caverna, se encontraba un “punto de partida” al lado derecho de la habitación desde la entrada/salida y varios blancos como objetivos para proyectiles frente a él, los cuales estaban a grandes distancias, distancias algo equivalentes a los dos últimos objetivos en el entrenamiento con Xavi. También había otros más distantes. Ahora entendía razón del porqué el entrenamiento de tiro con arco… Ya al terminar de contemplar la habitación, Gorleone me invitó a pasar más adentro. Me dirigió hacia la zona que esperaba llegar: la zona de lanzamiento con el arco. Se sabía que era ese lugar porque en la tierra estaba dibujado un círculo, en donde el retador debe posesionarse para disparar a los blancos. Mientras el patriarca Goron me llevó hacia allí, Xavi y los demás Goron espectadores quedaron en la entrada de la habitación, espectando el “show”. Cuando me paré en el círculo, Gorleone me dijo las reglas de la prueba, las cuales eran las que me esperaba: acertar siempre al medio del blanco, no moverme del centro del círculo, no usar un objeto con mira microscópica y sólo tendré diez flechas para cinco blancos. La prueba se veía dura a pesar de todo, pero con el entrenamiento que me dio Xavi y el gran aumento de vista que obtuve con el poder del cristal, podría ganar con facilidad. Gorleone dijo que no usara un “objeto” con mira microscópica, así que si usara el poder de aumentar la vista no sería problema. Eso solamente sería un don de ventaja que obtuve, no un objeto. No es culpa mía que tuviera cierto poder y que a veces, se use automáticamente sin que yo de la orden de aumentarla. Sí, esto último pasaba cuando intentaba darle a blancos demasiados distantes desde la montaña. La primera diana tenía una distancia idéntica como la que tenía el segundo blanco en Kakariko, o sea, no estaba para nada difícil. Además, el blanco estaba en el suelo, más fácil todavía. Tomé una flecha, la tensé y la disparé: en el centro de la diana. Ni siquiera usé el poder para aumentar la vista. Inmediatamente después, una segunda diana apareció. Ésta tenía una distancia similar a la que tenía el tercer blanco de Kakariko. Con esta diana sucedió lo mismo que con la diana anterior, pero esta vez tuve que utilizar el poder del cristal. Luego se abrió la tercera diana, la cual estaba a una distancia similar a la que tenía el primer blanco de Kakariko, pero en este caso la diana estaba en las partes altas de la habitación y un poco cubierta con las rocas de la caverna. Me confié demasiado con la primera flecha, por lo que no acerté. Sin embargo, con la segunda flecha me concentré mejor, usé el poder del cristal y acerté en medio. Me quedaban dos dianas y seis flechas. Respecto a esto, la prueba se veía pan comido. La cuarta diana aparece. Ésta estaba a una distancia similar al último blanco de Kakariko. No tuve problemas para usar el poder del Cristal Dorado y acertarle justo en medio, tal como pasó con el “imposible” blanco que estaba en Kakariko. Justo después de esto, miré a Gorleone, quien no representaba sorpresa completa por la demostración que yo estaba demostrando. En cambio, los Goron espectadores no podían creer lo que veían. Xavi, por su parte, estaba serenamente sonriente espectando todo. Ahora se venía la última diana. Al igual como pasó con mis pensamientos cuando Xavi declaró el último blanco en Kakariko, o sea, cuando me dije a mí mismo que “se pasó de verga”, ahora pasó con los Goron. A estos tipos no les quedó otra que colocar una miserable rupia verde, pequeña, a una distancia mucho más allá que incluso la distancia más grande que me dio Xavi en las últimas prácticas de tiro con arco en la montaña. Estando boquiabierto miré todo mi alrededor: Gorleone estaba con una sonrisa ya casi irónica, los Goron espectadores estaban sorprendidos por la dificultad de esta última diana, mientras que Xavi solo me lanzó una mirada diciendo algo como: “Yo sé que puedes”. Hice caso. Tomé confianza y me puse en guardia, preparado para lanzar la flecha que definiría todo, aunque de todas maneras, me quedarían cuatro si no acertara con ésta. La confianza no me servía de mucho, pues me parecía casi imposible acertarle a dicha rupia. Saqué la flecha y la tensé. Me preparé psicológicamente y utilicé el poder del cristal. Sin embargo, algo que nunca esperé pasó: el aumento de vista no se acercó lo suficiente para llegar a ver la rupia desde cerca. “¿Qué está pasando?”. No entendía. Se suponía que el aumento de vista sería infinito, pero no. Tenía pensado que acertarle a la rupia sería casi imposible, pues claro, su distancia era demasiada, pero el acercamiento insuficiente no me lo esperaba… Algo andaba mal. ¿Serán mis pensamientos? Tal vez. Me tomé esta primera errada con calma. Saqué la siguiente flecha, la tensé, me calmé todavía más y usé el poder del cristal, pero igual como la ocasión reciente, el aumento no llegó a lo suficiente. Todos los Goron espectadores murmuraban. Miré a Gorleone, quien permanecía sonriente y con su típica pose, con los brazos cruzados. Miré a Xavi, quien al parecer se estaba percatando de lo sucedido. Volví a mirar a la distante diana, bajé la mirada y una pequeña corriente calurosa recorrió mi cuerpo. Saqué la siguiente flecha y lo usé de la misma manera que las dos veces anteriores, pero el problema continuaba. Me mordí los labios con fuerza, pero no sentí dolor. Algo de sudor comenzó a aparecer en la espalda. Una intranquilidad comenzó a recorrerme. Los murmullos de los Goron aumentaban de volumen, provocando más intranquilidad, pasando a nerviosismo. La confianza estaba desapareciendo cada vez más de mi mente, pasando a convertirse en pesimismo, el típico pensamiento que tengo en el mundo cruel. No… No debo convertirme en esa persona. Es la peor idea. Tengo que acertarle a esa diana, sea como sea. No miré a nadie, saqué la siguiente flecha, usé el poder del cristal a lo máximo que podía, pero solo tenía ese límite… No disparé la flecha y bajé el arco. Todos los Goron se sorprendieron con la escena, la cual se interpretaba como rendición. Sentía la preocupación y la intranquilidad de Xavi, las desilusiones de los Goron y la seriedad de Gorleone. “Así que éste es tu límite, ¿verdad?”; eso fue lo que dijo el patriarca Goron, rompiendo el pequeño silencio que se había formado. Él estaba a mi lado derecho, aproximadamente a un metro de distancia. Tenía ganas de responder, pero mi mente estaba en confusión por un “Sí” o un “No”. El “Sí” estaba claro por no acertarle a la diana y que el poder del cristal no lograba llegar hasta la diana misma, mientras que el “No” era… no sé, pero tenía ganas de decir eso también. ¿Instinto propio al creer que podía hacerlo? De pronto, la voz de Glasse comienza a escucharse en mi mente: “¿Qué pasa? ¿Por qué no le aciertas a ese blanco? ¿Acaso te agrada que la gente esté comentando tu derrota en una simple prueba? ¿Te gusta que un Goron te diga en tu cara casi irónicamente que tu límite no vale nada en comparación con la que tiene él? ¿Quieres defraudar a la princesa y enviar a la basura todo el entrenamiento? Entonces demuestra de qué estás hecho. No desaproveches el verdadero poder que te puede entregar el Cristal Dorado. ¿Acaso ya no recuerdas cómo se utiliza? Muéstrale a estos pequeños Goron quien eres en realidad”. “No, no me agradaría comentarios de derrota, qué humillante. Menos me gusta que un simple gordo hecho de roca me diga palabras con mensajes irónicos, aún más humillante. Mucho menos querría defraudar a la princesa o mandar a la mierda un duro entrenamiento. Tranquila, protectora “del alma”, y gracias por decirme tales preguntas y palabras; me has ayudado”. Entonces, una corriente de energía comencé a sentir por todo mi cuerpo. De un rostro preocupado, indeciso y con rabia pasé a tener uno sonriente, confiado y demostrando que yo podía hacer más de lo que había hecho. De inmediato levanté la mirada, a la vez el arco con la flecha preparada, miré hacia la rupia verde diminuta, usé el poder de la “vista de águila” y a diferencia de las veces anteriores, logré ver con éxito la rupia. A continuación, con la rupia frente a mí gracias a la cercanía, disparé la flecha. Voces de Goron sorprendidos resonaron por toda la habitación cavernosa. Gorleone quedó mirando el lugar donde estaba el “imposible” blanco, esperando algo, seriamente. Por otro lado, Xavi volvió a sonreír. Yo quedé mirando el lugar donde estaba aquel blanco problemático, con el arco aún levantado y apuntando a la zona, quieto y esperando a ver qué pasaba. El silencio del patriarca Goron comenzó a inquietarme un poco. Quería saber lo que pasó. Desde lo lejos, apenas se veía, un Goron apareció para revisar el lugar del objetivo. Al revisar por completo la zona, lanza una seña a Gorleone. Con este hecho, más murmullos Goron comenzaron a escucharse y cambiaron el destino de sus miradas para colocarlas hacia mí; lo mismo pasó con Xavi y Gorleone. Entonces, el patriarca Goron rompe el silencio.
De inmediato, todos los Goron lanzaron gritos. En la mayoría se escuchaba sonidos como “goro” repetidas veces. Toda la patota Goron se acercó a mí para felicitarme, junto con el mismísimo Xavi de por medio. Muchos de los Goron me alababan, por así decirlo, ya que por comentarios que alcancé a escuchar con claridad, desde esta segunda prueba era imposible que otra persona consiga los cinco puntajes a la perfección. Mientras Xavi ya estaba al lado mío felicitándome, Gorleone volvió a tomar la palabra.
Mientras ellos dos hablaban, yo permanecía escuchando y escuchando, pero parecía que los dos hablaban en chino. Dentro de poco rato, el patriarca Goron vuelve al tema de los desafíos y me lleva a la siguiente habitación. Sin embargo, tanto Xavi como los demás Goron, no pudieron ir por orden de Gorleone. ¿De qué tratará la tercera prueba? Mientras caminaba eché un vistazo hacia atrás y Xavi me hizo una seña de buena suerte. Su mirada no demostró preocupación, sino más bien algo así como energías positivas. Tras salir de la segunda habitación de la prueba recién finalizada y caminar por un oscuro, corto y estrecho pasillo igual de cavernoso, termino llegando a una habitación grande, pero más pequeña de diámetro en comparación con la anterior. La altura de esta nueva habitación, que consistía en un suelo de cerámicas y unos tantos pilares anchos entre rodeados, formando una especie de círculo entre ellos, era considerablemente alto a todas las habitaciones. De hecho, se podría decir que la altura era idéntica a la de Ciudad Goron. Al terminar de contemplar la habitación, que permanecía oscura y con una especie de monstruo encadenado en medio, Gorleone toma la palabra.
Después de esto, el Goron se retira del lugar y me deja solo junto al monstruo. Desde ese momento comenzaría la tercera y última prueba. Caminé más por la habitación, sin querer hacer ruido todavía. El monstruo se encontraba dormido, su cuerpo estaba completamente negro, como si estuviera quemado, el Elemento del Fuego brillaba junto a su cuerpo y las cadenas que lo afirmaban estaban sujetas con los pilares de la habitación. Era intimidante. Con solo verlo me daba algo de escalofríos. Gorleone dijo que era alguien de “nosotros”, quizás refiriéndose a un Goron. ¿Cómo llegó a este estado, entonces? ¿Acaso fue obra del elemento que tenía en su frente y por eso era su punto débil para recibir flechas? Además de lo intimidante que era el monstruo, se guarda una gran historia pasada, al parecer… Al terminar de pensar y mirar tanto al monstruo como la habitación, decidí hacer ruido. Sin embargo, creo que me acerqué lo suficiente al monstruo como para alarmarlo, o mejor dicho, alarmar al elemento. Cuando decidí apartarme y golpear algo para dar sonido a la habitación, la piedra roja del monstruo se iluminó con fuerza y provocó el despertar furioso del monstruo. Se notó que se enojó bastante debido a que cuando se levantó, dio un grito feroz, me miró, lanzó un nuevo grito y destruyó con facilidad las cadenas, tanto de los brazos como de las piernas. ¿Así de rápido comenzaría la batalla? Dejé las sorpresas y el poco miedo que tuve al verlo levantado, con llamas rodeándoles todo su cuerpo, para sacar el arco con una flecha y preparar el ataque. La dificultad que colocaron en la segunda prueba no era lo suficiente necesario por lo que yo creía, ya que la distancia que tenía con la bestia gigante era muy poca en comparación con los dos últimos blancos de la prueba anterior. Aunque cabe mencionar que si el monstruo estaba en un lado de la habitación y yo al lado opuesto, lograba tener una distancia parecida a la que tenía el penúltimo objetivo. Un cambio fundamental es que el objetivo se mantenía en movimiento a diferencia de los quietos blancos que he tenido, tanto en los entrenamientos como en la segunda prueba. Volviendo a la batalla real. Se podría decir que este era una batalla así como la que tuve con el capitán Keeta por el Elemento de la Tierra, por lo que me tomé la “tercera prueba” como una batalla absolutamente real. Cuando saqué el arco y la flecha, el monstruo, envuelto en llamas, intentó darme un golpe con su brazo derecho de lleno, pero sólo logró destruir uno de los tantos pilares de la habitación mientras yo corría a la izquierda. El monstruo quedó un poco de espaldas a mí, por lo que era imposible acertarle a su frente con un disparo. Sin embargo, al quedar mirándolo por un breve momento, me di cuenta de que este monstruo sabía que estaba a su izquierda, por lo que se volteó rápidamente. Comenzó a acercarse a mí, sorprendiéndome y quedar corto de tiempo para disparar, así que no tuve más remedio que correr una vez más para esquivar otro golpe, esta vez, de su brazo izquierdo. Cuando ya lo había esquivado con éxito, preparé inmediatamente la flecha y apunté a su frente, el cual se hizo visible mucho más después de que el monstruo se mueva en dirección hacia mí. Si fallaba el tiro, tendría que tomar mucha adrenalina para esquivar un ataque suyo, por lo que era vital acertarle. Afortunadamente le di en el blanco, aunque fue con ayuda de mi “vista de águila”. Como era de esperarse por lo que dijo Gorleone, el monstruo sintió con fuerza el dolor y comenzó a desequilibrarse, caminando por toda la habitación sin control. Era mi oportunidad de usar la fuerza. Así que guardé el arco y me dirigí a una de las cadenas de sus piernas, las cuales se arrastraban por el suelo. Agarré una, la de su pierna izquierda, tomé fuerza y además, hice lo posible por bloquear mis pies con el suelo para no ser arrastrado, algo que hice para que Gorleone no me mande a volar durante la primera prueba con un golpe suyo. El monstruo pesaba, pesaba mucho. Pero de igual manera, logré derribarlo. De inmediato corrí hacia su cabeza recién tendida en el suelo mientras desenfundaba la espada. Cuando quedé mirándolo fijamente y él hacía intentos para levantarse, comencé a darle cortes en el mismo punto rojo de su frente con la espada. Logré darle unos cinco, para que finalmente, el monstruo se levante y de un grito ensordecedor. Cuando vi que se levantaba, dejé de atacarlo y me alejé para preparar el arco con una nueva flecha. Cuando el monstruo se levantó por completo, logró darse cuenta inmediatamente que yo estaba detrás suyo. Parecía que tuviera una excelente percepción o qué demonios… De igual manera, como el monstruo se acercó directamente a mí, frente a frente, logré acertarle una vez más y con facilidad al blanco de su frente. Nuevamente guardé el arco y me dirigí a una de sus cadenas. Esta vez fue la derecha y logré derribarlo. Desenfundé la espada, me acerqué a su frente y le di cinco cortes más con la espada a su frente. “¿Así de fácil voy a acabarlo? Me esperaba algo más cabrón y duro de acabar, pero bueno… Al menos me facilita las cosas y podré obtener el maldito elemento de una vez por todas. ¿Para esto fue tanto entrenamiento? Parecía que las pruebas anteriores eran más difíciles…”; eso pensaba yo tras haberle causado una caída más, la tercera. Una vez más le di unos cinco cortes. Tras esto, como algo inesperado, antes de que use sus brazos para levantarse, usó uno (el derecho) para golpearme. Aunque haya estado en el suelo, el golpe fue sumamente fuerte, tanto así que me hizo chocar con una de las paredes de las habitaciones. Definitivamente, golpeaba mucho más fuerte que Keeta… Al reincorporarme y quejarme del dolor del golpe, saqué rápidamente el arco y una flecha más. Cuando me quise dar cuenta, el monstruo ya se estaba acercando a mí, muy rápido. Como le tomé algo de miedo por el duro golpe que dio con anterioridad, no tuve el valor suficiente para quedarme quieto y apuntarle, por lo que corrí para esquivar. Casi de costumbre, corrí hacia la derecha mientras escuchaba el sonido de sus pasos que se sentían de un principio en la lejanía y luego de cerca. En un momento dado, me di cuenta que el monstruo no iba a parar de seguirme. No tuve otra alternativa. Tuve que detenerme, sacar el arco y apuntarle rápidamente. El monstruo podría ser gigante, pero caminaba rápido. Al darme media vuelta, con en posición de tiro, usé el poder de mis ojos para acercarme al objetivo y tras ello, logré acertarle de nuevo. No sé si era el monstruo o la flecha impactó con mucha fuerza, pero mi enemigo cayó de inmediato, sin necesidad de derribarlo usando las cadenas. Sonreí y me dirigí hacia su cabeza, guardando el arco y desenfundando la espada. Todo fue una maldita trampa. Cuando me acerqué lo suficiente, el monstruo usa su mano derecha envuelta en llamas para tomarme con fuerza. No pude ni siquiera ver el movimiento de su brazo, así que me capturó con facilidad. Tenía una velocidad increíble para ser un monstruo tan gigantesco. Intentaba soltarme, pero no podía. Resistía las quemaduras. Las llamas podían ser fuertes, pero solo me llegaban a quemar muy levemente, algo extraño, casi ni siquiera tenía las marcas de quemaduras. Podría decirse que un 98% era dolor y el resto era quemaduras. Cuando el monstruo se levantó teniéndome aún en su mano derecha, me lanzó una mirada altamente intimadamente. No sé como, pero su mirada me obligaba a tener miedo de él. Para remate, el monstruo me lanzó un grito ensordecedor, hasta incluso saliva de él me llegó. Menuda asquerosidad. Tras esto, el monstruo me lanzó hacia una pared. No tuve reacción. Ni siquiera pensé en liberarme o sacar la espada después de que me lanzó esa mirada tenebrosa cuando estaba en su mano. Cuando volví a estar en tierra firme, aunque tirado en el suelo por el fuerte golpe que me hizo dar el monstruo, todo el miedo se fue. Algo no andaba bien… Al escuchar sus pasos muy cerca de mí, el instinto propio me hizo levantarme con rapidez y esquivar algún ataque del enemigo. Fue tanta la adrenalina que no siquiera tomé en cuenta el dolor. Eso mismo me llegó con fuerza después de calmarme al saber que mi objetivo había quedado lejos. A forzadas tomé el arco, saqué una flecha más y apunté a la frente del monstruo. Logré darle con éxito y al igual que la vez anterior, se cayó de inmediato. No caí de nuevo en su juego y decidí continuar con disparos. Logré darle dos más, haciendo que éste gritara con fuerza, y las llamas de su cuerpo se apagaron temporalmente. Aproveché este instante, dándome cuenta de que estaba realmente débil, y me acerqué a su frente para darle con la espada. Con rabia por hacerme caer en una trampa tan estúpida y barata, le di más de cinco cortes de espada. Tras esto, las llamas se encienden de nuevo y una vez más, logra tomarme. “No… ¡No de nuevo!”. El monstruo apenas se levantó, pero logró hacerlo. Mientras estaba en su mano, no pude hacerle algo con la espada, pues lo solté casualmente cuando me agarró por sorpresa. Intenté hacer uso de mi fuerza mientras le golpeaba, pero era inútil. Parecía tener un cuerpo metálico al no recibir daño en cualquier parte de su cuerpo, excepto en la “mancha roja” de su frente. Nuevamente, el monstruo me lanzó una mirada intimidante y al igual que la vez anterior, terminé sin reaccionar, solo quedar asustado. El monstruo me lanzó a otra pared, con más furia que la vez anterior. Esta vez quedé tendido en el suelo, sin respuesta. “¿Este es mi final? ¿Así de rápido moriré? Y pensar que en un principio pensaba que esta cosa era más débil que Keeta… En verdad tengo que aprender a no menospreciar”, me dije a mí mismo y dibujando una sonrisa, mientras escuchaba los pasos del monstruo cerca de mí. Levanté la mirada levemente, solo para ver los pies de la cosa cabrona que me daba una paliza y luego sentir un fuerte golpe de su brazo izquierdo, que me lanzó al otro lado de la habitación. “Ya para, maldito insecto… Ya para”; tras decir esto en volumen bajo, comencé a levantarme. Sin embargo, era imposible. Volví a escuchar las pisadas. Decidí sacar mi arco y una flecha, apunté desde el suelo hacia la frente de la cosa, pero le erré en primera instancia; en la segunda logré darle, cuando éste ya estaba preparando sus brazos para acabar con la batalla. Cayó de inmediato, aunque tardó un poco. Fue desequilibro total por su debilidad. Como cayó con su cara en dirección hacia mí, por fortuna, tomé la oportunidad para continuar dándole disparos desde el suelo, mientras recuperaba energías para acabarlo. Tomé una flecha más, lo tensé en la cuerda del arco y usé mi “vista de águila” hacia el blanco, o sea, al Elemento del Fuego incrustado en su frente. Era hora ya casi de terminar con la maldita batalla sólo con flechas, pero tan solo me quedaban diez flechas. Un evento aún más inesperado apareció cuando usé la “vista de águila” hacia el blanco. Cuando estaba por disparar la flecha y veía todo rojo, una voz femenina se escucha y de imágenes rojas, pasan a verse una secuencia de imágenes extrañas, acompañadas con esa misma voz y unas otras:
La chica de la primera voz me “envió” a un lugar donde se presentaba una secuencia de imágenes. Todas pasaban muy rápido, así que no recuerdo muchas de ellas. Recuerdo a la perfección dos: una aparecía alguien idéntico a mí, con las mismas características Hylian que tenía, junto a una chica de pelo castaño claro que tenía características humanas; la otra aparecía el mismo chico, acompañado de la misma chica, de otra chica de pelo morado (idéntica a Glasse) y otro joven más, quien vestía ropas completamente negras, tenía un rostro muy pálido y su pelo también era negro. Los cuatro estábamos en una banca sentados, parecía ser la Plaza de Armas de mi ciudad. “Mi otro yo” estaba riendo, abrazado junto a la chica de pelo morado (supuestamente Glasse), la de pelo castaño claro se tapaba la boca también de la risa y el otro joven parecía estar aplaudiendo, mientras miraba sonriente a mí y a la chica que tenía abrazada, aunque parecía mirar con algo de envidia.
Me interrumpí a mí mismo para preguntar qué era lo que estaba viendo, pues de imágenes “mías” comenzaron a aparecer imágenes de un Goron con bastante pelo y barba, un “físico Goron” envidiable, con dos marcas blancas en ambas mejillas, que al parecer lo diferenciaba de los demás, y era mucho más joven que Gorleone.
La palabra “vengar” resonaba repetidas veces en mis pensamientos para responder. Cuando la voz terminó de hacer su pregunta, quedé detenido en una parte y solo se escuchaba apenas la voz de Glasse, quien decía “No”, “No la escuches”, “No le hagas caso” repetidas veces. También decía otras frases, pero las mencionadas eran las que más repetía. Mientras tanto, yo aún estaba en duda por responder. Sin embargo, varias llamas aparecieron alrededor de mí y una forma monstruosa, también envuelta en llamas, se levanta de la nada. Al mirarlo recordé la batalla y, sin que yo lo pensara, momentos en que yo era humillado o golpeado, tanto en el pasado como en la actualidad. No dudé más y respondí con un “Sí”. Tras esto, el monstruo desaparece, al igual que las llamas, la voz de la chica se escucha diciendo “Aceptado” junto a una pequeña risa coqueta por parte suya y un fuerte grito de Glasse diciendo “No”, cargando la sílaba. Después de esto, los ojos se me cerraron. Desperté. Una vez más, desperté dentro de mi cuerpo, el cual se estaba levantando, a la vez que podía ver la luz dorada disparada desde mi frente por el cristal. “No, otra vez no…”; me dije. Mi cuerpo comienza a dirigirse sin control hacia el monstruo, que intentaba levantarse también. Cuando “yo” me acerqué lo suficiente, mi enemigo me atrapa con su mano derecha. Creía que el poder “había valido verga”, pero, sin embargo, de un momento a otro, mi cuerpo logró soltarse con facilidad dando un salto y aterrizando justo en la frente del monstruo. De inmediato, mi cuerpo aprovechó de darle golpes de puños a la “mancha roja”, pues la espada había quedado en otro lugar del suelo. Mientras recibía los golpes, el monstruo gritaba y gritaba. Como era de esperarse, el monstruo vuelve a impactar con el suelo, mientras que mi cuerpo sólidamente saltó momentos antes de la colisión, para así aterrizar perfectamente y quedar frente a frente con la cara del monstruo. Mi cuerpo dio unos cinco golpes más de puños al monstruo, dejándolo inconsciente. Aprovechó este momento para ir a buscar la espada, mientras yo empezaba a luchar para retomar el control de mi cuerpo antes de que “yo” acabe matando al monstruo, o mejor dicho, al Goron que está siendo controlado por un poder muy oscuro. Al igual que en las ocasiones anteriores, no podía recuperar el control. Mi cuerpo llega hasta la espada y la toma. Inmediatamente después, se acerca a la frente del “monstruo” para acabarlo definitivamente. “¿¡Qué he hecho!? ¡No debo matarlo! ¡No debo hacerlo! Tenía que contener mis emociones como había dicho Gorleone. Pero no, qué testarudo fui. Maldita sea. ¿Por qué no te escuché, Glasse, en vez de escuchar a una desconocida? Cada vez soy más débil…”, me dije a mí mismo. Parecía todo terminado. Estaba rendido dentro de mí mismo. Miraba como mi cuerpo acababa poco a poco al pobre Goron que estaba siendo manipulado por ese poder increíblemente oscuro. Mientras mi cuerpo golpeaba descontroladamente, sin embargo, el “monstruo” abre los ojos, completamente rojos, y me queda mirando fijamente. Cuando crucé la mirada con él, volví a ver las imágenes de él, las mismas que tuve en la visión anterior, pero esta vez más pausado. Después de ver tantas imágenes de él, imágenes “mías” volvieron a aparecer, también más detenidamente. En la mayoría de imágenes aparecía alguien idéntico a mí con la chica de pelo morado (Glasse), la de pelo castaño claro y el muchacho de ropas negras. De pronto, la voz de Glasse se escucha, repitiendo lo mismo que me dijo en el sueño que tuve mientras dormía aquella madrugada, sólo que esta vez la escuché completamente: “¿Recuerdas esos días? Esos días que sonreíamos con tan solo vernos. Esos días cuando ibas a mi casa para buscarme y salir a conversar de la vida. Esos días que criticábamos a la gente, pero después de todo, nosotros también éramos parte de esa gente idiota. Esos días que compartíamos gustos y felicidad. Esos días en que mi corazón se aceleraba con tan solo verte. Esos días en que éramos felices, tan felices… Todavía recuerdo aquellos días como si fuera ayer, además de aquel día de nuestro juramento. Ese juramento tan hermoso cuando juré que te iba a proteger. Protegerte y ayudarte, por siempre…” Cierto. Ahora recuerdo. Recuerdo perfectamente todo… El chico idéntico a mí era yo mismo; la chica de pelo morado era la que más se acercaba a mis sospechas, Glasse; el joven de ropas negras, llamado Drott; mientras que la chica de pelo castaño claro… No, no recuerdo a la perfección, pero recuerdo que vivía en el “mundo humano”. Su nombre era María José, pero le gustaba que la llamaran “Coté”. Recuerdo que Glasse era mi mejor amiga, que la “Coté” era la mejor amiga de mi hermano y que él… Creo que él se ponía celoso por la relación tan cercana entre yo y Glasse. Siempre estábamos los cuatro juntos, lo pasábamos muy bien. Claro, ahora entiendo todo… Qué días tan hermosos, ¿verdad, querida Glasse? También recordé, gracias a ti, protectora mía, que la felicidad, solamente la felicidad, es lo que vence el poderío absoluto del Cristal Dorado con el cuerpo. Eso fue lo que me enseñaste en esos tiempos… Vuelvo a despertar. Cuando me doy cuenta estaba ya controlando mi cuerpo, en frente del “monstruo” inconsciente, empuñando la pequeña espada Kokiri y aún teniendo los poderes del Cristal Dorado en mi interior, ya que la luz dorada de mi frente todavía no se apagaba. Como había dicho, la felicidad era lo que podía dar control a mi cuerpo, lo contrario a los pensamientos negativos que provocaba el descontrol de mi cuerpo y del cristal propio. Mientras me mantenía con el poder del cristal en frente del “monstruo”, podía sentir una corriente extremadamente energética que provenía desde mi interior y que se propagaba hacia el exterior. Para ser un poco sincero, me cansaba incluso para respirar. Parecía mucho poder para mí. Estando así recordé las imágenes del Goron que estaba siendo apoderado por el poder oscuro. La mayoría daban claras señales de ayuda, hasta incluso daban pistas para ayudarle. Se podría decir que necesitaba usar fuerza para quitar “algo”. Ese “algo” se podría tratar del Elemento del Fuego que estaba incrustado en la frente de este Goron. Así que eso hice. Dejé la espada y me acerqué al rostro del inconsciente Goron, aún transformado en el monstruo gigante, claro. Me ruboricé por completo, agarré la gema de su frente y comencé a forcejear hacia atrás. Estaba demasiado apretado. Desde ese momento no recuerdo muy bien los hechos, pero relataré lo que recuerdo. Mientras estaba forcejeando, recuerdo haber escuchado voces: una era femenina y la otra masculina. La femenina parecía ser de “Coté” y la otra de alguien que no conocía, o eso creía. Ambas voces tenían algo en común: gritaban negando mi ayuda al Goron, es decir, no querían que le quitara la gema. No obstante, no me dejé llevar esta vez y con todas mis fuerzas, quité la gema de la frente del Goron. Al quitárselo un grito por parte del Goron transformado se escucha y la sala se torna completamente rojo, debido a la luz emitida por el Elemento del Fuego. Tras lo sucedido anteriormente, recuerdo también que el “monstruo” se levantó y las llamas, que se habían encendido, comenzaron a apagarse. El cuerpo negro comienza a desaparecer de forma “mágica” y el mismo Goron que aparecía en las imágenes, termina apareciendo desde dentro, como si el cuerpo negro fuera un cascarón que ya no serviría. Como era de esperarse, el Goron cae débil al suelo, inconsciente. Devolví la mirada a la gema, el Elemento del Fuego, y la corriente energética comienza a desaparecer de mi cuerpo. Empecé a sentirme débil, sintiendo también los dolores causados por la batalla. Finalmente, alcancé a escuchar la puerta abrirse, miré otra vez la gema, sonreí sin razón alguna y terminé desmayándome. En la habitación oscura, el joven de ropas negras cierra con fuerza el libro que leía y se levanta de la cama, a la vez dejando el libro en el velador. Mientras tanto, el otro hombre de ropas rasgadas estaba jugando a solas el ajedrez.
El joven de ropas oscuras, al terminar de escuchar la pregunta anterior, voltea para ver a su acompañante sentado en una silla en mal estado, con la mesa de ajedrez frente suyo. Al mirarlo, el joven sonríe sarcásticamente, da dos aplausos rápidos y desaparece de la habitación. Al terminar de ver la escena, el hombre retoma su juego propio. Tras mover un peón de la mesa de ajedrez, el hombre se cuestiona a sí mismo: “¿De verdad mi hijo es el elegido o no? Espero que logre enfrentar su destino, sino…”, termina interrumpiéndose, moviendo al Rey del bando contrincante al peón. Continuará |
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