¡Hola a todos los usuarios de The Legend of Zelda Wiki! Al habla Helio, y el día de hoy vengo a traer un fan fiction basado en el universo de uno de los mejores animes que he visto (y que considero mi favorito, superando a otros como Sailor Moon o Los Caballeros del Zodiaco): Neon Genesis Evangelion (y todo lo que le concierne, como la tetralogía de Rebuild of Evangelion).
Antes de comenzar, quiero aclarar que dejaré los comentarios activados para que todo el que quiera decir algo al respecto tenga la libertad de expresarse como quiera, cosa que hice con el blog anterior hasta determinado momento. También sobra decir que esta vez sí haré una continuidad, es decir, que habrá uno o dos capítulos por semana (intentaré hacerlo lo mejor que pueda). Ah, y una cosa más: la mayor parte de este blog será casi como el blog anterior (es decir, The Angel's Road, que no terminé), pero le añadiré detalles, más contenido y otras cosillas.
Ahora sí, ¡vamos con el fan fic!
1.0: You Are (Not) Alone
Prólogo
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El inicio |
Hola. Te saludo con mucho gusto, querido lector (imagina que estiro mi mano para que la estrechemos). Mi nombre es Helio Cabrales, aunque me puedes llamar solamente Helio (aunque mi mamá me llama de otro modo cuando se enoja, pero eso es otro tema). Te contaré lo que me ha estado pasando en estos tiempos. La historia que narraré a continuación transcurre en el año 2015 (podría decir que actualmente vivo en el 2020, pero mejor no rompo esa ilusión. Imagíname con barba y bigote). Pensarías que llevo una vida normal como cualquiera que conoces, ¿verdad? Bueno, pues déjame decirte que eso no es así. Mi vida y la de toda la humanidad cambió en el año 2000 con un evento conocido como "Segundo Impacto". Qué bueno que era tan sólo un bebé en ese momento (para ser más preciso, tenía un año y casi dos meses cuando ocurrió el acontecimiento), pero toda la información quedó grabada en Internet y no podrá ser borrada nunca. Siéndote sincero, ese tema nunca me llamó la atención (no soy tan fanático de la historia)... Volviendo al tema (ya que suelo desviarme demasiado), la historia del planeta cambió casi en el último cuatrimestre del año 2000, más precisamente el día 13 de septiembre (que, curiosamente, es un día festivo en mi país de origen). Explicaré qué fue lo que pasó. Tras una catástrofe ocurrida en la Antártida producida por un micrometeorito que viajaba al 99% de la velocidad de la luz (me pregunto cómo un objeto sólido puede tener la capacidad de alcanzar semejante velocidad), estalló una multitud de conflictos armados alrededor del globo. Sí, como lo leíste. Fue un doloroso periodo de siete años que devastó el mundo por completo, y todo por alimentos y víveres para las poblaciones afectadas. La Tierra estaba prácticamente en ruinas: el agua de los océanos terminó contaminada y de un color rojo (no recuerdo muy bien si todos los océanos terminaron así, o al menos su gran parte. Creo que debo ver más imágenes satelitales), muchas especies desaparecieron, una gran cantidad de naciones quedaron devastadas y la economía había colapsado. La mitad de la población humana mundial desapareció debido a las guerras y a los cambios climáticos extremos. Todo iba muy mal. Sin embargo, tras un lento y doloroso proceso de recuperación de 2008 a 2011 (y eso que sólo fueron tres años), la economía y el mundo lograron recuperarse muy rápidamente. Demasiado, diría yo. Algunos países que eran considerados como "desprestigiados", por así decirlo, se convirtieron en potencias mundiales, como México. De hecho, yo vengo de allí (¿aún te suena lo del día de los Niños Héroes que mencioné más arriba?). Pero bueno, sigamos. Pero antes, haré un pequeño paréntesis. Creo que no te he contado cómo soy físicamente, ¿verdad? Simple. 1.71 de altura, piel algo morena, cabello negro, ojos cafés y delgado ( antes de que se me pase, daré un detalle que no suelo mencionar por vergüenza, pero me atreveré a decirlo: tengo síndrome de Asperger. Ya, lo dije. Seguro que debes conocer a alguien así, o por lo menos una similar), pero no tanto. Ahora que he dicho esto, prosigo de verdad. Aunque, al igual que en los otros dos hechos anteriores de guerra, México se mantuvo neutral, algo pasaba conmigo, y yo ni siquiera me daba cuenta. ¿A qué quiero llegar ahora? Pues enseguida lo verás. Mira, allá por el 2012 conocí a una de las personas más reconocidas a nivel mundial (o al menos eso me decían): la doctora Yui Ikari. Cómo olvidarla. Aún la recuerdo perfectamente (creo): una mujer de apariencia joven (aunque yo le calculo unos cuarenta años más o menos), cabello y ojos cafés, bata de laboratorio (en algunas videollamadas), blusa interior rosada, una falda azul y zapatos negros. De actitud alegre, bondadosa y maternal, y vaya que yo cuento con mi propia madre (y familia completa, hasta con mascota). ¿Cómo la conocí? Fue gracias a la universidad en la que estaba, ya que yo estudié en una de sus preparatorias. Aparte de eso, te diré que ella era mi psicóloga personal, ya que me hacía visitas cada par de semanas. Cada que iba con ella (que, por cierto, cuando la conocí, y aparte del inglés, tuve que aprender japonés para poder hablar con ella y entenderle), al terminar, me decía alguna frase alentadora como "La vida puede florecer si se tiene la voluntad de hacerlo.", pero como suelo ser algo distraído, no le prestaba tanta atención (aunque, siendo honesto, esas frases me vendrían muy bien). Así fue hasta que, en abril de 2015, cuando me informó de algo que cambiaría mi vida. Ella viajó desde Japón hasta México para visitarme en mi consulta quincenal, y nos vimos en donde siempre (si te preguntas eso de que es mi psicóloga y por qué necesita una, es que, con mi comportamiento, siempre he necesitado de alguna persona que me escuche). — Helio, tengo que informarte de algo. No sé si te vaya a gustar. - me dijo, notándose que estaba un poco preocupada. — Pues dígamelo. Quiero saber de qué se trata - respondí. — Verás, he estado estudiando tus datos desde 2011 y creo que necesitas un tratamiento especial. - me decía. Yo escuchaba atentamente, ya que mi mamá no le entendía nada. — ¿Tratamiento especial? ¿Qué clase de "tratamiento especial"? — Como te dije previamente, no sé si te vaya a gustar, pero... vas a tener que venir conmigo a Japón. Vivirás por un tiempo en ese país para cumplir con tu tratamiento. — ¿Qué?... No me lo creía. ¡Tendría que irme a vivir a Japón! No sabía qué decir. Entonces dirigí la mirada hacia mi madre, que siempre me acompañaba (y que daré sus detalles también. Se llama, y tiene cabello castaño, ojos cafés, de complexión robusta, como yo antes, mi papá y mi hermano, también antes; además, usa lentes). Le conté lo que me dijo la doctora, y tras pensarlo un poco, me dijo: — Sólo tú sabes lo que vas a decidir. Ya te lo he dicho: aprende a decidir lo que es mejor para ti. En serio detesto tener que tomar decisiones. ¡Lo odio! No sé hacerlo muy bien. Pero siempre me dijo que me vaya por lo mejor (y lo hice en el caso de la preparatoria que escogí, ya que me tocó en la misma que entró la chava que me gustaba, aunque eso no lo sabía), así que, aunque tenga dudas sobre si era lo correto (siempre dudo en casi todo lo que hago, créeme), respondí: — ... De acuerdo. Iré a Japón. La doctora Ikari respondió alegre a lo que dije. — Muy bien, Helio. Nos iremos a inicios de junio. — De acuerdo. - dije, un poco dudoso de mi decisión. Y así terminó mi cita con la doctora. Como dije, desde ese momento empecé a dudar si hice lo correcto. Pasó el tiempo y llegó el día 1 de junio, día que dejaría todo atrás y comenzaría desde cero en Japón. Como dije, llegó el día 1 de junio. Estoy en el aeropuerto internacional de mi ciudad, Monterrey (¿tú serás de México también? ¿O de qué otro país?). Son las 12:00 del mediodía. La doctora Ikari me esperaba en la puerta de un jet privado (vaya..., me iré en un transporte privado... Ojalá que tenga Wi-Fi). Todas las personas que me conocían fueron a despedirme por última vez (tuve que rogarles a varios de ellos y pedirles por medio de Facebook a otros que lo hicieran, y aceptaron, por fortuna). Recibí abrazos y besos tanto de mis familiares como de compañeros (de clase, claro) y amigos. Te seré honesto, nunca me han gustado los abrazos (y menos los besos). Pero como nunca más los iba a volver a ver, decidí ser algo menos frío. Cuando terminé de despedirme, la doctora me llamó. — ¿Vienes, Helio? - me preguntó la doctora Ikari. — Enseguida. Sólo me despido de alguien más. - le respondí. Me faltaba únicamente alguien: mi perro, que por desgracia no podré llevármelo. Por si las dudas sobre qué raza es, diré que es un dálmata (curioso, ¿no?), y le puse el nombre más original: Manchas (ah, y lo he tenido desde 2012, cuando mi abuelo me lo regaló como regalo de cumpleaños adelantado. Era un cachorro entonces). Tras decirle algunas palabras, lo abracé y no quería soltarlo, como si estuviese encadenado a él, pero tenía que dejarlo. Se me iban a salir unas cuantas lágrimas, pero me aguanté como los machos (todo por conservar la masculinidad). Creo que hasta la doctora Ikari quería llorar, se le veía en la cara. Permanecí abrazando a mi mascota por unos minutos hasta que finalmente lo solté. Le puse demasiado sentimiento. Esta vez no pude resistir más y unas cuantas lágrimas empezaron a correr por mi cara. No quería dejarlo solo, pero sé que lo cuidarán por mí en mi ausencia (espero que no me olvide el desgraciadillo). — Bueno, ya me voy. Adiós a todos. - finalmente me despedí, alzando mi mano derecha en señal de despedida (olvidé decir otra cosa: soy zurdo). Todos alzaron la mano y la agitaron en señal de respuesta a mis palabras y gestos. Al final, abordé el jet y la puerta se cerró automáticamente (mmm... No me fijé si el jet tenía algún logotipo que no alcancé a ver). Observé a todos mis conocidos por última vez. Mi familia, mis amigos, la chica que me gusta..., todos. Entonces el avión se encendió y avanzó. Me despedí por última vez a medida que el avión se movía. Entonces, en unos segundos, ya no vi a nadie. Ahora estaba en medio del aire, a cientos de metros sobre el suelo. Traté de dejar de llorar, ya que me había puesto en ello, pero no podía. Olvidé mencionar que a veces soy emocionalmente inestable. No sé si lo dije antes, pero quería cerciorarme (creo que no lo dije). Afortunadamente la doctora me ayudó a sentirme mejor. — ¿No podrían visitarme algún día? ¿O podrían traer a mi perro? No me gustó tener que dejarlo solo. - dije. — Hablaré con mi marido y veré qué puedo hacer. - me respondió la doctora. Y así comenzó una nueva etapa de mi vida, una en donde viviría en un lugar diferente y conocería a mucha gente nueva. Pero... si hubiera sabido lo que me pasaría esa misma tarde, hubiera dicho que no... Pronto lo verás. |
Capítulo 1
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El ataque del Ángel |
Aún es 1 de junio de 2015, lunes. Son las 16:30 horas. En estos momentos me encuentro solo en alguna ciudad de Japón (¿me habrán dicho su nombre y no escuché por andar pensando en otra cosa? Creo que sí). Hace un rato que me bajé del avión. Siendo sincero, no tengo ni la más remota idea de dónde estoy, y lo digo en serio. Lo único que sé es que me encuentro entre dos distritos llamados Kanto (que me recuerda a la región de Pokémon. No pude evitar hacer esa referencia) y Chubu, y si te preguntas cómo es que sé eso, es gracias a esa sirena de alarma que suena cada poco tiempo diciendo lo siguiente: — "Su atención, por favor. A las 12:30 horas se declaró el estado especial de emergencia en las regiones de Kanto y Chubu, que rodean al distrito de Tokai. Todos los civiles deben refugiarse en su refugio designado." - se repetía, y curiosamente, esa hora casi coincide con el momento en que abandoné mi ciudad. Estaba aburrido, un poco desesperado porque no se veía ninguna alma en las cercanías y, además, parecía que me encontraba en un pueblo fantasma. No lo entiendo: ¿por qué la doctora Ikari me dejó aquí y no en la nueva capital de Japón, que se llama "Tokio-2" (o, no sé, en un refugio)? Simplemente no me lo quiso decir, pero para aclarar alguna posible duda, explicaré todo lo que ocurrió previo a este preciso instante. Recuerdo ese momento: estaba en el aeropuerto de la ciudad de Atsugi, y después de las 14:15 p.m. (hora local), la doctora Ikari y yo llegamos y bajamos del jet y subimos a un automóvil de color negro (me dio un poco de miedo, pero al menos iba acompañado por alguien confiable. Ve a saber cómo habría reaccionado de haber estado en solitario. Anda, hazlo, que no es difícil). Creo que ibamos a la oficina de la doctora pero, en cierto momento, ella recibió una llamada en su celular, y al parecer, por lo que dijo, no le iba a gustar hacer algo. ¿Y qué es ese algo? Dejarme solo en medio de una calle desolada en una ciudad evacuada (¿ya enlazaste todo, verdad?). Antes de retirarse en el coche, la doctora Ikari me dio una foto. — Escucha, Helio: tengo un asunto importante que atender, por lo que no podré llevarte directamente a mi oficina, pero mira, te doy una foto. - me comentó, dándome la fotografía, además de una carta doblada. - Ella es la teniente Misato Katsuragi. Ya fue notificada y llegará por ti en unos minutos. Cuando la encuentres, dale la carta. En verdad siento tener que dejarte aquí. - me dijo, notándose que estaba algo apenada por la acción que estaba haciendo. — Descuide, doctora. Si tiene algo que hacer, siéntase con toda la libertad de hacerlo. Yo puedo verla otro día. - dije de manera cortés, aunque por dentro quería decirle que mejor me llevara consigo. — Gracias, Helio. Bueno, tengo que irme ya. Te veo luego. - se despidió. — Adiós. - respondí, haciendo un gesto con mi mano derecha, y la doctora entró al vehículo y se fue. Y aquí me tienes, como un espantapájaros en medio de un campo de trigo y maíz, y digo esto por las similitud de los contextos y situaciones. Llevo esperando a esa mujer por más de dos horas y ya me estoy fastidiando (cuando lo máximo que he aguantado es, por lo menos, veinte minutos). Sé cuánto tiempo ha pasado porque traje mi celular. Como estaba aburrido, saqué nuevamente esa foto y la miré detenidamente: esa tal Misato tiene cabello morado (curioso...), ojos marrones, y se le veía con ropa algo corta (básicamente era un mini-short de mezclilla y una blusa de tirantes amarilla) y estaba en una pose algo provocativa, demasiado para un muchacho como yo (si este relato fuera un anime, sin duda la fotografía sería fan service). La foto tenía algo escrito. — "Pasaré por ti, Helio. — Si esa mujer tarda otra media hora en llegar, me voy a buscar un refugio. - pensé en voz alta, mirando hacia ambos lados de la calle. Seguidamente suspiré. Sin embargo, un estruendo me sacó de mis pensamientos inmediatamente. Los pájaros que estaban en los cables, árboles y demás lugares cercanos salieron volando y soltando graznidos. Las coberturas metálicas de todos los locales cerrados empezaron a moverse y hacer ruido, provocando que me tapara los oídos, además de que una intensa ráfaga de aire me sacudió, pero no me tiró. ¿Qué estaba provocando todo eso? Miré a todas partes para buscar una respuesta a todo esto que estaba pasando, y la encontré, aunque no me agradó: al mirar hacia unas montañas, observé un enorme monstruo de piel negra, hombreras "óseas", una máscara que cubría su "rostro" y una esfera roja en el centro de su pecho, el cual caminaba tranquilamente por ahí (o como diría el dicho, "como Pedro por su casa", y eso que mi hermano precisamente se llama Pedro).. — << ¡¿Qué mierda es esa cosa?!" - pensaba. Mientras permanecía congelado del asombro, algo más apareció: de una carretera aledaña salió un robot de su mismo tamaño, de cara intimidante con un cuerno en su frente, armadura morada y algunas partes de un verde fosforecente. Si tener al otro coloso me tenía asustado, este me puso aún peor cuando echó una mirada hacia donde YO estaba. Me quedé helado. Sin embargo, mi período de impacto se detuvo cuando escuché cómo las llantas de un coche se detenían y derrapaban. Dejé de cubrirme con mis brazos, abrí los ojos y vi un flamante auto deportivo en color azul. De él bajo la persona que esperaba: la teniente Misato Katsuragi, que traía lentes oscuros y un vestido oscuro algo apretado. — Perdón por tardar tanto, Helio. Sube, ¡rápido! — << Ya era hora... >> - pensé. - ¡Claro! Y así lo hice. Subí deprisa al asiento izquierdo, por lo que tuve que rodear para alcanzar la otra puerta (y olvidé el hecho de que el volante está del lado derecho en esta parte del planeta), no sin antes guardar mi mochila en la cajuela (otra cosa que olvidé mencionar es que me traje una mochila con algo de ropa). Tan pronto como estuve arriba, la mujer que conducía, que por cierto era muy linda (¿pero qué estoy diciendo? ¡Tengo quince años y deben gustarme las señoras que me dupliquen en edad!), aceleró y se alejó a toda velocidad de la ciudad, mientras esas dos monstruosidades comenzaban a pelear. A medida que nos alejábamos, aprecié el combate de los titantes por medio del espejo retrovisor y cuando íbamos por alguna carretera que permitía ver la acción. Y también, mientras nos despegábamos cada vez más y más de esa zona caótica, no quise decirle nada a la teniente, ya que se le veía bastante seria y concentrada en la labor de manejar. Luego de un rato, al estar bastante lejos, en medio de una carretera situada en un llano, Misato detuvo el coche. Sin que yo me lo viera venir, se desabrochó el cinturón, sacó unos binoculares y apuntó hacia la sede de la pelea. Por supuesto, como mi asiendo era el mejor para ver, se puso sobre mí para hacerlo. Como tener sus pechos sobre mi cara era algo incómodo (eh... ...no se me ocurre nada al respecto...)..., decidí mirar también hacia allá. — ¡Oh, no! ¡La unidad 01 ha sido neutralizada! ¡Rei! - exclamó, preocupada. Y mientras tanto, yo seguía en una lucha interna entre el placer y la incomodidad. — ¿"Unidad 01"? ¿Así se llama ese robot? ¿Y quién es Rei? ¿Puedo saberlo? - pregunté. No obtuve respuesta a ninguna de las preguntas que formulé. Mientras tanto, la mujer observaba cómo el robot gigante desaparecía siendo "absorbido" por el suelo, yéndose de la misma manera en que vino. Sin embargo, las cosas no acabaron ahí, pues un enorme avión sobrevoló la zona. — ¡¿Qué?! ¡No! ¡Van a usar una mina N2! - exclamó, ahora sonando sorprendida y preocupada. — ¿Una qué? - alcancé a decir. Sin previo aviso, me agarró y me tiró al suelo diciendo — ¡Cuidado! Entonces escuché el sonido provocado por la explosión de esa dichosa bomba (que sería como una bomba atómica. Creo que ya sé lo que experimentaron los habitantes de Hiroshima y Nagasaki en 1945, pero sin morir). Al poco tiempo, la onda expansiva del estallido llegó hasta nosotros, provocando que el coche, conmigo y la capitana dentro, diera varias vueltas hasta terminar de cabeza, con las ruedas hacia arriba. Ambos nos las arreglamos para salir y luego logramos darle la vuelta entre los dos. — ¿Listo? A la de tres. Una, dos, ¡tres! Lo habíamos logrado, dimos la vuelta al coche, que, aunque debió de dañarse bastante, no fue así. — Uff, que bien que lo logramos. Eres muy útil. - dijo ella, agradeciéndome. — Emm, bueno..., debo admitir que es un placer conocerla en persona, teniente Katsuragi. - dije yo, algo apenado. — Misato. Llámame Misato. Vaya..., entonces tú eres Helio Cabrales. Es un gusto. — Como dije, el placer es mío, teniente Katsura... Perdón, quise decir Misato. — Je, je. No te ves tan tímido como la doctora Ikari me dijo. En fin, vámonos. Ambos volvimos a subir al auto (que, como ya mencioné, sorprendentemente no estaba tan dañado), y pusimos rumbo a alguna parte. Durante el camino, Misato aprovechó que pasábamos por una tienda de autopartes (cuyos vidrios estaban rotos) para "tomar prestadas" algunas baterías para su auto. Mientras íbamos en el coche, le comenté al respecto. — Eh..., oye, Misato... — ¿Sí? - me respondió, sonando muy alegre, bastante contrastante a cuando me la topé hace rato. — ¿Lo de las baterías no fue un... robo? — Descuida, somos parte de una organización del gobierno, así que está justificado. — A mí más bien me parece un abuso de autoridad. - dije, algo serio. — Ji, ji, ¿te hice enfadar? — Pues tú ya no pareces la "señorita Madurez". A manera de reto, Misato movió el coche de un lado a otro, asustándome. Un rato más adelante, habló con alguien por teléfono (¿acaso nadie le ha dicho a esta mujer de los peligros de hablar por el celular mientras conduces?). — Al habla la teniente Katsuragi. Quisiera hablar con la doctora Yui Ikari. ... ¿Qué? ... ¿En serio? ... De acuerdo, llevaré al Tercer Elegido al cuartel general. — << ¿Cuartel general? ¿"Tercer Elegido"? ¿Qué significa esto? >> - pensé. Tras algunos minutos en el auto, este se subió a unas vías del tren que acababan en una compuerta enorme en el que distinguí el logo de una organización: "NERV". El logo consistía en una esfera (posiblemente representando la Tierra) atravesada por una hoja y el nombre ya mencionado (y un mensaje en inglés que decía "Dios está en el cielo. Todo está bien en el mundo."). Dentro de esa compuerta esperaba una especie de vagón de tren lo suficientemente ancho para un coche. Misato aparcó ahí, donde soltó el volante y se calmó un poco, mientras el tren se activaba y se movía. — Perdón si no hablé durante este rato. - me comentó, ya que no la quise molestar cuando habló por teléfono. — Mmm, descuida, no te preocupes. - respondí. — Je. Eres justo como la doctora Ikari me dijo: alguien un poco tímido. — ¿La doctora Ikari te habló sobre mí? — Sí. Oye, ¿te dio una carta? — ¿Qué? A ver, déjame ver... - empecé a buscar la carta que traía guardada. - ¡Ah! Aquí está. Creo que me dijo que te la diera. — ¿En serio? Déjame leerla entonces. Mientras leía, la observé más detenidamente. Sí, se ve igual de... emm... atractiva que en la foto que me dieron (de hecho, el vestido que usa enseña mucho las piernas. Vaya de mí... ¿En qué o quién debo pensar? ¿En la chica que me gusta, o mejor dicho gustaba?). Pero lo que más me sorprendió hace rato fue su cambio tan brusco de personalidad. Pasó de ser alguien serio y concentrado a una persona despreocupada y alegre. ¿Acaso será bipolar (como suelo hacerle yo con mis ataques repentinos de ira)? — Ya veo. Así que la doctora Ikari quiere que me encargue de ti mientras ella está ausente. - me dijo luego de terminar de leer. — Pues... sí. Eso parece. - respondí. — ¿Y qué es ella para ti? — Pues es mi psicóloga. — Oh, entiendo. — ... ¿Qué estás tratando de insinuar, Misato? ¿Eh? - le pregunté, abriendo más los ojos. — No, nada. Sólo quería saber cuál era la relación que tienen ustedes dos. Y así, mientras el tren se movía, seguíamos conversando de varias cosas, como por ejemplo sobre las causas de mi llegada a Japón. De repente, el tren (que iba hacia abajo en diagonal, pero no me di cuenta hasta este momento) pasó por un lugar que me hizo decir una palabra: — Increíble... Era una enorme estructura subterránea de forma redonda, con muchos edificios colgando de la parte superior, todos boca abajo, por así decirlo, y en la parte inferior había enormes bosques y lagos (lo cual es curioso, ya que se sitúan bajo tierra, pero ¡hey!, en este mundo todo es posible), junto a un edificio triangular que supongo es la parada. Pero lo que más me sorprendió es que los rieles del tren estaban en el aire. Sí, ¡en el aire! ¿Acaso serán magnéticos o dispondrán de alguna tecnología de anti-gravedad? — Este es el GeoFrente, una prueba de la supervivencia y de la ingeniería humana, un refugio para la humanidad. - me contó Misato, aunque yo ni le presté atención porque estaba maravillado viendo el paisaje. Básicamente actuaba como un niño. Por otro lado, no me di cuenta de nada hasta que mi hermosa "tutora" me dijo que ya habíamos llegado al estacionamiento del cuartel y que habíamos que salir. Luego tomamos un ascensor y después en una especie de zona futurista, con puertas automáticas, luces fosforescentes de color verde adornando el ambiente (aunque nada se veía de color verdoso), etc. Hasta el suelo contaba con cintas transportadoras (qué bueno, porque soy algo flojo para caminar, pero forzosamente tengo que hacerlo). — Grr. En serio odio tener que usar falda en lugares así. - se quejaba Misato mientras "paseábamos" por ahí durante veinte o treinta minutos y cruzábamos una enorme compuerta. Como se veía algo perdida, le pedí prestado el mapa para ver si yo podía encontrar el camino. ¡Madre santa! ¡Este mapa es demasiado confuso! Pero me fijé en que hay una línea roja marcada en él, que supuse es el camino a seguir. Tras varios minutos (en los cuales ahora el guía era yo), llegamos a un elevador que, según me dijo Misato, nos llevaría a nuestro destino. Cuando se abrió, apareció una nueva persona: una mujer de la misma altura que Misato, con apariencia de ser científica como la doctora Ikari al llevar una bata; cabello rubio (pero con cejas rojizas, dando a entender que se había teñido), blusa a botones de color azul marino, falda negra y mallas en las piernas. — ¿Volvió a perderse, teniente? ¿Que acaso no sabe que nos falta tiempo y servicio laboral? - le preguntó dicha mujer a Misato. — Emm... Disculpe. - se apenó mi capitana. Luego de esa frase, la señora volteó a verme. Me desconcerté un poco. ¿Qué querrá de mí? — ¿Acaso es él? - le preguntó de nuevo. — Sí. De acuerdo con la doctora Ikari y el Instituto Marduk, es el Tercer Elegido. - le aclaró Misato. — Mucho gusto. Soy la doctora Ritsuko Akagi. - se presentó la doctora ante mí. — Sí... Hola. Me llamo Helio Cabrales. — Hmm... Eres justo como Yui me dijo. — Ehh, sí, ya me han dicho eso. Continuamos nuestro recorrido hasta llegar a una enorme habitación cuya mitad estaba cubierta por gigantes compuertas en medio de un lago de "agua rosa", como la de los océanos (aunque esa más bien es roja), que tuvimos que atravesar en una lancha. Cruzamos una puerta metálica en la estructura en medio de un "puente" que conecta con otras dos puertas, una a cada lado. Cuando entramos, todo estaba a oscuras. — ¡Oigan! ¿Quién apagó la luz? - exclamé, ya que me da algo de miedo la oscuridad, aunque alguien más se encuentre conmigo en el lugar. Las luces se encendieron repentinamente, por lo que contemplé algo que me asustó al principio (y mucho. Diría que me sacó un... bueno, ya sabes): era la cabeza del robot gigante que apareció en la ciudad cuando yo esperaba a Misato, emergiendo del pequeño lago artificial de agua roja. — ¡AAAHH! - grité. Luego proseguí. - Hey... ¡Pero si este es el mecha gigante que vi en la ciudad! - dije, mirando a Misato. — Así es. - me respondió ella. — ¿Y... qué se supone que es? - pregunté, señalándolo. — Es el arma de combate máxima. La hemos llamado "Evangelion unidad 01". - me explicó la doctora Akagi. — Guau. Y bueno... ¿qué quieren que haga? — Yo te lo diré. - se oyó una nueva voz desde la parte superior de la sala. La voz era masculina. Alcé mi mirada hacia arriba para ver quién había sido el emisor del mensaje. En una pequeña habitación con ventanas para observar y monitores en una de las paredes, se hallaba quien habló: se trataba de un hombre de una edad algo mayor a la doctora Ikari, con cabello marrón, ojos cubiertos con lentes oscuros, chaqueta azul con bordes rojos, pantalones azules, zapatos oscuros y manos cubiertas con guantes blancos. — Eh... Disculpe, pero... ¿quién es usted? - le pregunté, haciendo un gesto con el dedo índice. — Soy el comandante Gendo Ikari, jefe de la organización "NERV". - se presentó aquel hombre, acto seguido bajó por un ascensor situado en la misma habitación donde él se estaba hasta donde me encontraba y se acercó a mí caminando lentamente. — Gendo Ikari... Entonces usted es el esposo de la doctora Ikari, ¿eh? ¿Acaso sabe dónde está? — Mi mujer ha asistido a una reunión en el antiguo Tokio. Regresará hasta el día de mañana. - me explicó los motivos por los que mi psicóloga no se encontraba. — Oh, ya veo. El hombre volteó a ver a la doctora que estaba a un lado mío (más precisamente a mi derecha). — ¿Cómo van las reparaciones de la unidad 01? — Los daños producidos por el Ángel han sido mínimos. Fuimos capaces de reparar al EVA en menos de una hora. Yo sólo escuchaba todo. Así que el monstruo dañó al robot, llamado "Evangelion" (no puedo evitar hacer una comparación con los Evangelios de la Biblia). Mientras, también pasé a mirar a Misato, detrás de mí. — Perfecto. - dijo el comandante, volteando a ver ahora a Misato. - ¿Ya le ha avisado al Tercer Elegido, teniente Katsuragi? — ¡Oh, lo olvidé! ¡En verdad lo lamento! — ¿Avisarme? ¿Avisarme de qué? - pregunté. ¿Avisarme de qué? — Helio..., tú pilotearás el EVA-01. - me dijo la doctora. — ¿Qué? - exclamé, totalmente sorprendido. Eso no me lo esperaba. Pasé a mirar hacia atrás. - Misato, ¿por qué no me dijiste? - le cuestioné, quien volteó hacia un lado, como queriendo evitar verme directamente. Creo que se avergonzó de sí misma. — Porque... sabía que si te decía lo que tendrías que hacer, lo habrías rechazado desde el principio. Creo que Yui... - narró, pero la interrumpí bruscamente. — ¡¿Qué?! ¡¿La doctora Ikari también lo sabía?! - exclamé. — ¡No, no! ¡Eso no es lo que...! En este momento entré en un estado de ira que podría considerar casi incontrolable (uno que no mencioné, pero cuando entro en este estado, sólo puedo "enfriarme" hasta haberme expresado del todo). A veces no me gusta estar en este estado, ya que puedo llegar a herir a otros... verbalmente (y a veces también físicamente. Tengo una anécdota algo reciente que puede que cuente después). — ¡¿Por qué nadie me dijo nada de esto?! ¡¿Por qué nadie quiso decirme que iban a matarme indirectamente?! ¡¿Eh?! ¡¿Quierían guardarse la sorpresita para el último minuto?! — No, Helio. No pienses eso. No te trajeron aquí para eso. La doctora Ikari quiso traerte de México para estudiarte más a fondo. - trató de explicarme la doctora Akagi, provocando que me enojara aún más. — ¿Estudiarme? ¡¿Estudiarme?! ¡¿Ahora creen que soy una persona rara?! - dije, aunque seguro sabrán de alguna manera de mi condición. Tal vez la doctora Ikari se los dijo antes de que me trajera. — No, no... Yo no quería... — ¡¿Saben qué?! ¡A la mierda! ¡Yo me largo a mi casa! ¡Por lo menos allá no me consideran un "objeto"! - finalicé aquel ambiente de tensión para mí y giré y avancé hacia la puerta de la derecha de la sala, dándole la espalda a los tres adultos. — ¡Helio, espera! ¡No eres un objeto! - me gritó Misato para tratar de calmarme. En su voz se distinguía algo de preocupación. — ¡Dije que a la mierda! - contesté. Estaba actuando como un inmaduro, pero no pensaba para nada en eso, sino en cosas como "¡Estos están pero que si bien locos!". Podría haberme detenido a pensar las cosas un poco y preguntar por qué me necesitaban, además de eso del "Tercer Elegido" y del llamado "Instituto Marduk", de los cuales tenía muchas dudas. ¿Qué significa eso de que soy el Tercer Elegido? ¿Quiénes son los otros dos anteriores a mí? ¿Qué es el Instituto Marduk? ¿No se supone que la doctora Ikari me conoció gracias a la intervención de la Universidad Autónoma de Nuevo León? No entendía nada, y quería respuestas, pero viendo el modo en el que me estaba comportando, era más que obvio que no las iba a obtener. En fin, como decía, me dirigía hacia la salida con la intención de regresar a la superficie, abandonar la ciudad y volver a México para ver a mi familia. Sin embargo, mi marcha se vio interrumpida por un ruido: era una puerta abriéndose. Eso llamó mi atención y la de los tres adultos, así que todos volteamos a la fuente del sonido (la puerta situada del lado opuesto al que me dirigía) y descubrimos al, o mejor dicho, a la responsable: una muchacha con una altura similar a la mía, piel cristalina (y con esto me refiero a demasiado blanca, pero no excesivamente), ojos rojos y cabello azulado celeste (vaya, pero qué curioso. No recuerdo a alguien que no fuera personaje de anime que tuviera cabello celeste, a excepción de Bulma, de Dragon Ball). Llevaba puesto un ajustado traje de color blanco que le cubría todo el cuerpo hasta el cuello. Se veía algo malherida, con un ojo cubierto por un parche, su brazo derecho vendado y con ciertas manchas rojas en su vestimenta, supongo que de sangre. También respiraba de manera algo agitada. — ¡Rei! ¿Qué haces aquí? ¡¿No te mandé al hospital?! - le dijo el comandante a la chica, noté en su voz cierto grado de preocupación. — Quiero... volver... a pilotear el EVA... - intentaba hablar ella entre jadeos. — Pero no estás en buenas condiciones. ¿Acaso piensas volver a subir estando tan lastimada? - comentó Misato, también tratando de convencerla de no seguir adelante. — Tengo que hacerlo... Ese Ángel me las pagará... — Pero Rei... - dijo la doctora Akagi. — Nada de peros... Voy a volver a subir... "Ella está peor que yo, y me estoy quejando. Ella está herida pero yo estoy sano. Ella va a enfrentar un problema a pesar de su condición y yo sólo pienso en escapar de él de la peor manera que se puede hacer: haciendo pucheros y berrinches. ¿Qué me pasa?". Éstas eran las palabras que pasaban por mi mente mientras contemplaba aquella dramática escena (no sé si dramática sea la palabra apropiada). No podía empezar a razonar hasta ese momento. Ha aparecido una situación que requiere mi intervención y yo huyo de ella (o sea, el de tener que pilotear el dichoso EVA y yo me niego). Estoy huyendo de mis problemas. Siempre he sido así, aunque no lo parezca (créeme, me ha pasado más veces de las que parece). Ha habido veces, antes de que estuviera en esta situación, en donde no quise afrontar un problema o las consecuencias de haber hecho algo y opté por escapar. Soy un miedoso... Volviendo con la historia, la tal Rei daba pasos como podía para llegar adonde los tres adultos, mientras yo observaba todo desde lejos, intentando llegar a una decisión: ¿ocupar su lugar o escapar, como siempre lo he hecho? Era algo difícil de hacer, porque si lo hacía, corría el riesgo de terminar como ella, o incluso morir. Sin embargo, todo proceso de pensamiento en mí se vio interrumpido por un fuerte temblor que se sintió en todo el lugar. Tal parece que el monstruo que ellos llaman "Ángel" ya quería entrar por la fuerza. Todos caímos, hasta ella. La mayoría logramos levantarnos como pudimos, menos la chica herida, así que corrí hacia ella junto al comandante. — ¡Muchacha! ¿Estás bien? - dije. — ¡Rei! ¡Resiste! - dijo el comandante. La chica no se podía levantar, así que me arrodillé y la senté, pero esta se hacía para atrás, como si no pudiera cargar ni con su alma. La pobre no podía ni respirar adecuadamente. Lo hacía entrecortadamente, más que antes. Hasta comenzó a sangrar, lo digo porque la mano con la que la sostenía terminó llena de este líquido. Aquí es cuando entro en conflicto: "Si no lo hago, ella sufrirá más.", pensé. Sus gemidos de dolor sólo me hicieron poner peor, me sentía presionado. Pero tras un minuto de reflexionarlo y pensarlo muy pero que muy bien, di una respuesta definitiva y contundente: — Voy a hacerlo. Seré su piloto. - dije, ya decidido. Misato y la doctora quitaron su expresión de nerviosismo de sus caras. Por otra parte, el comandante Ikari cargó cuidadosamente a la lesionada, que no dejaba de dolerse (para ser honesto, la pobre me dio algo de lástima. Tener que pelear contra un monstruo gigante y perder, y encima terminar en mal estado... Vaya, nadie soportaría ese dolor, y menos yo, que soy bien delicado). Después pasó a mirar a las mujeres. — Teniente Katsuragi, doctora Akagi, preparen al piloto para subirlo al EVA. - ordenó. — ¡Sí! - dijeron ambas a la vez. Antes de que me llevaran, me dijo una última frase. — Buena suerte, Helio. — << Pues sí que la voy a necesitar... >> - pensé. - Gracias. "En verdad que la necesitaré", me dieron ganas de decirle, pero mejor no lo hice para evitarme más problemas. Tras esto, el hombre se llevó a la pobre chica a algún hospital, mientras que Misato y la doctora me llevaban a la parte superior, de donde bajó el comandante. Desde allí observé todo el proceso: primero, toda el agua roja es drenada; segundo, separan al mecha gigante de todas sus conexiones; tercero, aquí es donde me ponen unos broches en la cabeza (pero no como los que les ponen a las mujeres en el cabello para acomodárselo); cuarto, insertan una enorme cápsula en forma de pastilla que ellos llaman "cápsula de inserción" y la abren; quinto, me siento en ella. Haré un paréntesis aquí para describirla: larga, de color blanco, controlable con un par de... "palancas"... en las que pones tus manos y las jalas y aprietas como si fueran un gatillo. Listo. Fin del paréntesis. Volviendo a lo que decía, tras que me subiera a la cápsula, este fue insertada en una abertura del cuello del EVA (ahora estoy pensando en otra EVA: la de la película de WALL-E). Tras esto, todo comenzó a llenarse de un líquido anaranjado. Claramente no pude evitar asustarme. — ¡Aaah! ¡¿Qué es esto?! ¡Ayuda! - grité desesperado. Por instinto tomé aire, y terminé sumergido en el dichoso líquido. — Tranquilo. Aunque tus pulmones se llenen con este líquido, estos se llenarán de oxígeno. No tienes nada de qué preocuparte. - me dijo la doctora Akagi por medio de una comunicación. Solté el aire que tenía contenido (ya que no pude seguir) y solté: — Debió de haberme dicho eso, ¿sabe? Seguidamente después de lo que pasó, dijeron algo de "conexión nerviosa" o algo así (creo que para eso eran los broches), por lo que el interior se tornó de varios colores hasta tener una vista de 180° (para todos lados menos para atrás. Qué novedad...). Desde mi posición veía todo en modo de primera persona, es decir, desde los ojos del EVA. Mientras tanto, en otra sala con una pantalla gigante en la que se veía al Ángel, Misato y la doctora se encontraban con dos sujetos y una chica que manejaban una especie de ordenadores. Los describiré después. Continuando con esto, la doctora se encontraba junto a la chica, que le dijo: — El índice de sincronización es del 47,13%. — Perfecto. EVA-01 a plataforma de lanzamiento. - ordenó la doctora. Como ya no tenía ninguna restricción (pero tampoco podía moverme para no causar problemas), fui movido hasta una enorme plataforma, también llamada "catapulta" (o algo así). — Ruta de lanzamiento trazada. Unidad-01 lista para lanzamiento. - volvió a decir la chica. — Entendido. - dijo Misato, volteando a ver al comandante, quien estaba en la parte superior de la habitación, junto a otro hombre. Como no conozco a todo el mundo aquí (aún, pero los conoceré con el paso del tiempo), sólo te diré que era un hombre de avanzada edad. El comandante Ikari estaba sentado en su escritorio, con los codos apoyados en el mismo y juntando sus manos bajo su cabeza. Esa es su pose característica. — ¿En verdad haremos esto, señor? - preguntó la capitana. — Por supuesto. Si no vencemos a los Ángeles, no habrá futuro. - respondió. — Perdone que pregunte, señor. ¿Está completamente seguro de esto, aunque ese chico no tenga ninguna experiencia? — << ¡Hey! ¡Estoy oyendo eso! >> - pensé. — Claro que sí. Ya se acostumbrará. — ¿Y qué hay de su esposa, señor? ¿Acaso sabe ella de esto? — Se lo explicaré cuando regrese de esa reunión. Por el momento haremos lo que sea necesario. Misato acató las órdenes, miró hacia la pantalla y dijo: — ¡Lanzamiento! Y el Evangelion, conmigo dentro, salió catapultado hacia la superficie a través de una serie de túneles. Podía sentir toda la inercia en la cabina. Estaba pegado al asiento. Por otra parte, el monstruo, que los de NERV llamaron "Tercer Ángel", se encontraba caminando tranquilamente por las calles de la ciudad, en donde ya había anochecido (el tiempo vuela canijo). En ese momento, una sección de una autopista comenzó a brillar de un tono rojo y apareció un mensaje diciendo "DANGER! ELEVATOR!" Esa sección se abrió y de allí salí yo. Y por último, el EVA fue despojado de todas sus ataduras, menos de un cable que, me dijeron, se llama "cable umblilical" y sirve para suministrar energía (y pensar que podrían crear un mejor sistema de energía. Qué lástima...). Ahora, el Ángel fijó su atención en mí. El EVA y el Ángel se ven cara a cara, y me estoy poniendo nervioso. Mientras tanto, en la base, Misato piensa: — << Helio, no mueras, por favor. >> |
Capítulo 2
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Un techo desconocido |
Aún seguimos en el día lunes 1 de junio de 2015. Ya ha anochecido desde hace tiempo en la ciudad, que escuché que se llama "Tokio-3". Por si no lo recuerdas, en este mismo momento me encuentro a bordo de un enorme robot, conocido como "Evangelion unidad 01", frente a frente con un enorme monstruo conocido como "Tercer Ángel" (y por cierto, si este es el tercero, ¿dónde están los otros dos previos?). Yo, por mi parte, estoy sudando del miedo (bueno, no realmente, es un dicho, pero tú ya me entiendes). Mientras, Misato, la doctora Akagi y el comandante, junto con otras personas que no conozco, observan todo desde la que puedo considerar la sala de mando de la base. La primera en hablarme estando dentro del mecha gigante fue la doctora. — Muy bien, Helio. Escúchame bien: el EVA se mueve por medio de los patrones cerebrales y de lo que estés pensando, así que quiero que trates de pensar en caminar. - me instruyó la doctora Akagi. Apreté las palancas y moví mi brazo derecho hacia adelante, y también pensé: "Camina". Me sorprendí mucho cuando el EVA movió su pierna derecha. — ¡Oigan, ya pude moverme! - dije, contento. — Asombroso... No pensé que el EVA fuera capaz de moverse sin algún entrenamiento.. - comentó la doctora de nuevo. — Se lo dije, doctora: tengo fe en él. - dijo Misato. — Gracias. - contesté. - A ver, camina de nuevo. Luego de eso intenté mover la pierna izquierda, y todo iba sin problemas, pero el mecha gigante tropezó y cayó de cara (pude sentirlo todo como si me hubiera dolido, y vaya que sí me dolió). Obviamente se sintió un temblor tanto en la ciudad como en el GeoFrente. — Auch. - solté. Era lo más lógico que iba a hacer. — ¡Helio! ¡Cuidado! - me gritó Misato. — ¿Qué? Miré hacia arriba, y aprecié que el Ángel se acercaba hacia mí (mmm... Ahora que lo pienso, es una batalla de un Tercer Elegido contra un Tercer Ángel. ¿Qué cosas, no?) De inmediato pensé en pararme, y el EVA lo hizo rápidamente (no de manera espectacular con un salto, ya que nunca me han salido esos). Enseguida le lancé un puñetazo al Ángel con mi mano izquierda (ahora mismo te recordaré que soy zurdo, por si acaso. ¿Acaso es el mejor momento para decirlo?), pero este se movió y lo esquivó. A continuación, aprovechó para agarrarme el mismo brazo con el que intenté atacarlo y comenzar a apretarlo fuertemente (pero cuando digo que apretaba fuerte, es que apretaba FUERTE). Juro por mi Nintendo 3DS que sentía un dolor tal que casi grito, y tuve que soltar las palancas para llevarme la otra mano al brazo que estaba sintiendo mucho dolor. — ¡Descuida, Helio! ¡Ese no es tu verdadero brazo! - me dijo nuevamente la doctora, pero me daban ganas de responderle como todo un mexicano. — << ¡Para usted es fácil decirlo porque no está aquí sintiéndolo todo, maldita vieja! >> - pensé, omitiendo ciertas palabras antisonantes. Las conexiones nerviosas me hacían sufrir como no tienes idea (o tal vez sí...). Llegó un punto en el que la presión fue tal, que el Ángel rompió el brazo izquierdo del EVA y, por ende, el mío. — Brazo izquierdo dañado. - se escuchó la voz de la chica que vi antes de subir al EVA, de cabello castaño y corto, además de ojos del mismo color. Como mi brazo estaba roto, no podía hacer nada. Me había quedado tieso. No podía ni decir nada, estaba hecho piedra. — << ¡¿Br-brazo izquierdo dañado?! ¡Lo tengo roto, estúpida! >> - volví a pensar. Y por su parte, el Ángel volvió a atacarme sosteniéndome de la cabeza y generando una lanza de energía rosada en la parte superior de su brazo libre, que utilizó para golpearme allí. A duras penas intenté darle una patada, pero alteró su cuerpo de tal forma que la esquivó sin ningún problema (me impresioné por su gran flexibilidad en medio de mi agonía). Esto no le influyó en nada y siguió golpeándome. — Daño detectado en la estructura de la cabeza. - dijo la misma chica de antes. Creo que recuerdo que la doctora Akagi la llamó "Maya". Intenté lanzarle un golpe con mi mano derecha, ya que me estaba sosteniendo con una sola de sus manos, pero lo sostuvo, permitiéndole continuar con su "entretenimiento". — ¡La armadura no resistirá más tiempo! - exclamó la doctora Akagi. Y así fue, justo como dijo. La lanza atravesó la cabeza del EVA. Creo que ya sabes lo que eso significa: que terminé con la cabeza perforada yo también (no en sentido literal). El ataque d energía lanzó al Evangelion 01 hasta un edificio detrás y lo dejó recostado sobre él. También saló un chorro rojo del agujero, de sangre (pero del EVA). Aún no pude soltar ningún ruido, hasta ahora. Y así es como yo, con muy pocas fuerzas, alcancé a exclamar: — No pienses... que esto se quedará así..., maldito. - decía mientras perdía el conocimiento por el intenso dolor que sentía en la cabeza - Esto... no se quedará así... Me las... pagarás... - solté, y acabé por desmayarme. NOTA: A partir de este punto, la historia deja de ser contada por Helio. El Evangelion permaneció en silencio durante un minuto, más o menos. Ni el robot ni su nuevo piloto daban señales de actividad ni de vida. — ¡Helio! ¡Helio, responde! ¡Por favor, Helio! - dijo Misato en busca de alguna respuesta. No quería quedar mal con Yui Ikari tan pronto supiera que su paciente había muerto. — No hay ninguna señal de respuesta por parte del piloto. - dijo un chico con apariencia de nerd, con anteojos y cabellos de punta. — Helio... - suspiró la doctora. El comandante Ikari y un hombre de edad algo avanzada, de cabello gris, cara un poco rugosa y ropa café, observaban todo sin decir ninguna palabra, como si supieran algo que los otros no. Cuando ya todos pensaban en lo peor, el EVA se reactivó misteriosamente. Sus ojos se encendieron de manera repentina. — ¿Qué...? - exclamó la teniente ante el hecho. — El Evangelion se ha reactivado. - contestó la chica, llamada Maya. — ¿Estado del piloto? - preguntó la doctora. — Datos desconocidos. No sabemos nada. - respondió el muchacho. — ¿Qué significa esto? - preguntó de nuevo Akagi. El EVA se puso nuevamente de pie, alejándose del edificio en el que se encontraba recostado. El Ángel intentó volver a atacar con su lanza, pero el mecha de armadura morada y gran tamaño dio un enorme salto y lo esquivó, siendo una especie de corrida de toros con saltos. Entonces hizo el mismo ataque, pero el EVA detuvo el ataque con sus mandíbulas, que sorpresivamente abrió (algo que nadie esperaba que sucediera o que el robot fuera capaz de hacer). A continuación, tiró al Ángel al piso y golpeó su cabeza con sus pies. El monstruo se levanta rápidamente e intenta lanzar un golpe estirando su brazo, pero la unidad 01 esquiva el mencionado movimiento con gran agilidad. Tras esto, se precipitó corriendo hacia su enemigo, pero este genera una barrera energética de ondas octagonales naranjas justo cuando estaba por alcanzarlo. — ¡Un escudo AT! - exclamó Misato. — ¡Es inútil! ¡Mientras ese escudo permanezca activado, el EVA no podrá acercarse al Ángel! - dijo la doctora Akagi. Sin embargo, el EVA hizo algo sosprendente: el brazo izquierdo se envolvió en un brillo cegador, y en cuestión de segundos este volvió a funcionar. — ¡Brazo izquierdo regenerado! - dijo la chica. — Increíble... - susurró la teniente, sorprendida. El Evangelion se adentró en el escudo AT del Ángel (o mejor dicho interactuó), neutralizándolo (viéndose esto en los monitores de la sala de control) y rompiéndolo como si fuera una simple bolsa de plástico, con las dos manos. A continuación, el enemigo se preparó para lanzar un ataque de energía desde sus ojos: una enorme explosión en forma de cruz (que es la misma que generó el temblor en el GeoFrente hace un rato atrás y que tiró a todos al suelo), pero el EVA se hizo rápidamente a un lado y evitó el estallido. Este corrió y le acertó un puñetazo al Ángel, mandándolo contra un edificio de la misma manera que pasó al inicio de la batalla. Viendo a su enemigo derribado, el Evangelion volvió a saltarle encima y cayó sobre la esfera roja de su pecho, que se trataba de su núcleo (su punto débil), usando sus rodillas, fracturándolo levemente. Después empezó a golpear dicha esfera con ambas manos una y otra vez, con bastante violencia, hasta que esta terminó fragmentándose y tornándose de un color apagado rojo apagado. Viendo esto como su derrota, el Ángel se aferró al EVA y se hinchó con el robot en su interior. — ¡¿Se va a autodestruir?! - gritó Misato. Ambos colosos fueron envueltos en una enorme explosión en forma de cruz, similar al ataque anterior. Todos en la sala esperaban alguna respuesta. ¿El EVA desapareció junto con el Ángel? Al cabo de un par de minutos, de entre las llamas y el ambiente ígneo, se alcanzó a ver en la pantalla la figura del humanoide robótico caminando, saliendo del fuego, con su tétrica mirada posándose sobre todos. El personal de NERV, más que mostrar alivio, sintieron miedo. Uno de los tres chicos del centro de mando, uno de cabello algo largo, dijo: — El Ángel ha sido... neutralizado... completamente. — ¿Este es... - dijo la teniente Katsuragi una frase a medias. — ... el verdadero poder del EVA? - terminó la doctora Akagi dicha oración. Todos permanecieron observando la aterradora escena mientras el Evangelion avanzaba. NOTA: A partir de aquí, la historia vuelve a ser contada por Helio. Día 2 de junio de 2015, martes. No recuerdo muy bien todo lo que sucedió anoche. Antes de proseguir, haré una pequeña recapitulación: al mediodía abandoné México, dos horas después llegué a Atsugi, estuve esperando dos horas y media a la teniente Misato Katsuragi, quien me recogió (llevando unos lentes oscuros) justo antes de que me viera envuelto en una pelea colosal. Después, hasta el anochecer, hubo preparativos para llevarme a conducir el EVA, y luego acabé siendo vencido y con el brazo roto. Al final me azotaron contra una edificación y acabé por desmayarme. Fuera de eso, ahora sí no recuerdo nada. Y a todo esto (cambiando ahora sí de tema, una de mis aracterísticas principales), ¿dónde me encuentro? Mmm... Por lo que he logrado deducir, tal parece que me encuentro en una habitación de un hospital. La descripción es simple: una habitación cuadrada, de paredes blancas y varios otros muebles, como un buró, sillas para las visitas, otra cama a un lado y una persiana (o sea, la cortina que puedes mover por si quieres privacidad). Creo que también hay una televisión acoplada a la pared, con control remoto incluido. Estaba aburrido, pero no tenía ganas de ver la tele, así que miré hacia el techo y dije: — Un techo desconocido... Como no tenía otra cosa que hacer, me levanté y miré por las ventanas. Era de tarde. Calculo que podrían ser las 3 o 4 p.m. Ah, espera, olvidé mencionar la ropa que traigo. Pues es una bata, ya sabes, las que no traen nada debajo y te hacen sentir desnudo. Salí de mi habitación, ya que me sentía bien, y miré hacia el pasillo. Se me hace raro que no haya tanta gente por aquí... Mientras contemplaba, oí el ruido de pasos y de ruedas desplazándose. Doy la vuelta hacia uno de los lados y veo que desde allí aparece una enfermera llevando en una camilla a alguien familiar: Rei. No pude evitar cruzas miradas con ella. La vi algo nerviosa. Y pensé que yo era el único tímido frente a nuevas personas... En eso, llegó otra enfermera más y me dijo que Misato pasaría por mí dentro de un rato. También me entregó la misma ropa que traía puesta, totalmente seca y doblada (bueno, ya sabes que los tenis no se doblan). Me regresé a mi habitación, me cambié de ropa y esperé un rato viendo la televisión. Un tiempecillo después, me fui a la sala de espera a (valga la redundancia) esperar a que llegaran a por mí. Al cabo de un rato más, mi capitana (aunque sea teniente, pero me dijo que la llamara así) llegó para recogerme, y de paso para felicitarme por derrotar al Ángel... "Espera, ¿qué? ¿Acabé con el Ángel? ¿Y por qué no lo recuerdo?" Eso fue lo que pensé tras recibir la inesperada felicitación. ... Nah, seguro que sólo será mi memoria, que suele hacerme varias jugarretas. Preferí dejar eso de lado. Fuimos a tomar un elevador para irnos, ya que estábamos en el tercer piso del hospital. Cuando el elevador se abrió, Misato y yo nos sorprendimos al ver a alguien que ya conocía: la doctora Ikari. ¿Qué hacía aquí? — Oh, Yui, no esperaba verte aquí. - dijo Misato. No esperaba verla, al igual que yo. — Ni yo pensé que te vería a ti en este lugar, Misato. - contestó, y luego volteó a verme. - Helio, en verdad lamento que hayas tenido que pasar por todo eso. No me lo esperaba para nada. Aunque todavía me sentía enojado, no era su culpa. Después de todo, tal parece que no tenía ni la más remota idea de lo que estaba por suceder, y veo que su esposo ya la puso al corriente (eso sí que es ser un buen esposo, supongo). Sólo me limité a suspirar. Viéndolo como una respuesta, mi capitana volvió a entablar conversación con mi psicóloga. — Y por cierto, Yui, ¿por qué estás aquí? ¿Para ver a Rei? - le preguntó Misato. — Así es. Ya sabes cómo soy con ella. — Creo que el comandante y Shinji también vinieron. ¿Has venido con ellos? — Recién vengo llegando del antiguo Tokio, pero no tengo ningún problema. — << ¿Shinji? ¿Quién es Shinji? >> - pensé. — Está bien. Tengo que llevarme a Helio. Nos vemos después. Antes de irse, la doctora dijo una última cosa. — Ah, y Helio, recuerda: tu tratamiento comienza el día de mañana. Tu cita es en el GeoFrente. Pasaré por ti. — Ehh, sí, claro. Hasta mañana. Mi psicóloga finalmente se marchó a ver a la tal Rei, permitiendo que nos vayamos. No es que no quisiera verla, pero... bueno, ya sabes (y hablando de otras cosas, tardaré algo de tiempo en acostumbrarme a esta nueva vida). Al fin pudimos entrar al elevador e ir al estacionamiento. Aunque todavía tenía algunas dudas. ¿A qué se refería la doctora Ikari con eso de "Ya sabes cómo soy con ella"? ¿Quién es Shinji? ¿Qué hizo en el antiguo Tokio? No quiero pensar mucho en ello, pero a la vez me entra la intriga. Quiero saberlo todo, pero al mismo tiempo sé que no podré con lo mismo. Mientras íbamos en el deportivo, Misato me dijo que me llevaría a su apartamento. ¿Por qué? Porque se lo recomendó al comandante Ikari, además de convertirse en mi tutora, y este accedió. Aparentemente voy a vivir con ella (¿y qué puedo pensar al respecto? Digo, voy a residir junto a una mujer que, al parecer, me rebasa en edad por lo menos el doble, y que encima está, pues... no está nada mal). Pero también me dijo que haríamos una parada por el camino. ¿En dónde? En un supermercado. Ahí me trajo como su mula de carga, ya que me obligó a cargar todo (salió bien lista Misato, ¿eh?...). Cuando ya estábamos en la caja registradora, no pude evitar escuchar a dos señoras conversando (soy demasiado metiche, y me escucho conversaciones ajenas). —¿Sabes qué? Mis hijos y yo hemos pensado en irnos a vivir a otra parte. No esperaba que la ciudad se convirtiese en una zona de guerra. - dijo una de ellas. — Yo igual. Puede que esto sea una ciudad fortaleza, pero no toleraré que mi casa sea destruida por monstruos gigantes. - le contestó la otra. No pude tolerar la ofensa y me alejé de Misato. — ¡Helio, ¿qué haces?! - me dijo ella, estirando su brazo. Me acerqué hasta donde estaban las dos mujeres y les planté cara con una expresión de enojo en mi cara. — ¿Qué es lo que pasa, muchacho? ¿Es que no encuentras a tu mamá? - me comentó una. — Así que piensan que lo que ha pasado es obra de algún estúpido...- les dije, apretando los puños. — ¿Qué? ¿De qué estás hablando? - preguntó la otra, sin saber lo que estaba por suceder. — ¡Pues resulta que YO soy el estúpido! ¡Y si no les gusta, por mí se pueden ir mucho a...! — ¡Helio, cálmate! - dijo Misato, acercándose. — Así que este muchacho tan grosero es su hijo... — ¡¿Que si es mi hijo?! — De seguro que no lo ha educado lo bastante bien. Con eso, ya no lo soporté y le propiné a la mujer un puñetazo en la cara. Misato se tapó la boca con sus manos, la otra señora abrió completamente los ojos, mientras que los demás clientes se quedaron mirando como tarados. Miré mi puño cerrado y luego vi lo que hice. Comenzó a dolerme la cabeza y empecé a gritar, cayendo de rodillas (esta escena en particular me recordó a la cinemática de apertura de la campaña de Zero en Mega Man X4). De repente abrí los ojos. — ¿Helio? ¿Qué te pasa? - me preguntó Misato. — ¿Eh? No, nada. No es nada. - dije. Sólo fue una malvada imaginación mía (y eso que me daban muchas ganas de hacerlo, pero espero que no me pasara lo último). Pero, pensándolo bien, ¿así es como agradecen el hecho de que haya salvado sus vidas? Habría que ponerse en sus zapatos para averiguar cómo se siente realmente. Pero bueno, lo que me importa ahora es que ya me voy para mi nueva casa. Ya en el camino al apartamento (yo pensé que era un departamento, pero al parecer la diferencia es que el primero es más pequeño), Misato me dijo algo. — Espero que no te moleste que haga otra parada. — No, para nada. - le respondí. Llegamos a una especie de mirador a un lado de la autopista en el que se veía toda la ciudad, aunque se veía algo desierta, con pocos edificios. — Eh... Misato, ¿qué estamos esperando? - pregunté. — Espera, debería ocurrir... ¡ahora! Se escuchó una sirena. ¿Recuerdas que cuando entré al GeoFrente todos los edificios estaban colgados? Pues uno por uno comenzaron a salir a la superficie, eliminando esa apariencia desértica que tenía antes. No pude evitar asombrarme otra vez. — Me alegra que te sorprendas. Esta es Tokio-3, la ciudad que tú defendiste. Nuestra ciudad. - me comentó Misato. Aunque la chica de cabello azul haya hecho algo, mi capitana (y ahora tutora) me da todo el reconocimiento. ¿Qué tal? Tras esa pequeña parada, ahora sí fuimos al apartamento, en un edificio con su parte superior en forma triangular situado a las afueras de la ciudad (dando especificaciones, Misato me comentó que Tokio-3 cuenta con siete distritos, incluyendo el central, y vivimos en el norte, en las cercanías de la ruta 138). No recuerdo en qué piso era que ahora voy a vivir. ¿Tal vez el siete? En serio no lo recuerdo, pero lo importante es que ya llegamos. Acompañé a Misato hasta la puerta con mi mochila (ya que el día anterior la dejé en el coche) y vi cómo entraba. — Anda, pasa. Entonces entré después, como si estuviera en mi casa. ... Mmm, mi casa... — Bueno, ahora puedes... - decía mi tutora, pero al voltear me vio adentro. - Vaya, Helio, qué impaciente eres. - dijo en tono burlón. - En fin..., ya estás en tu nuevo hogar. — Sí... Mi nuevo hogar... - dije, recordando mi otra casa. — Bienvenido. La puerta que estaba detrás de mí (que por cierto era automática) se cerró. Ahora pasemos al apartamente: las paredes son de un color amarillo apagado, y el piso creo que era de color verde bambú (creo). Como ya estaba en mi nueva casa, saqué lo que traía en mi mochila, que eran algunas prendas, mi Nintendo 3DS y mi celular, ambos con toda la cosa necesaria. Con razón no lo encontraba cuando me lo entregaron en el hospital, pues lo dejé a cargo de Misato mientras entraba al EVA... Bueno, poco después de vaciar mi mochila, Misato me dijo que guardara todo lo que compramos, así que fui al refrigerador, pero no sin antes darle una mirada a todo el lugar. — Está un poquito desordenado, no le prestes atención. - me dijo despreocupado. ¡Madre santa! ¡Todo estaba desordenado! Había latas y botellas de cerveza, además de ropa y cajas por todos lados (bueno, parece que tenía razón con lo que me comentó, que se había mudado hace poco). — << ¿Un poquito desordenado...? >> - pensé. — Ah, perdón. Coloca lo que compramos en el refrigerador, por favor. - me dijo desde su cuarto. Y ahora sí, lo hice. Primer compartimento: hielo (obviamente es el congelador); segundo: ¿Doritos? (bueno, al menos puedo disfrutar también, ¿pero cómo le hace esta bella mujer para conservar esa figura comiendo comida chatarra?); tercero: lleno hasta el tope de latas de cerveza de la marca Yebisu. En serio, ¿cómo puede tener un cuerpo así con todo esto guardado? — ¿Cómo es que conduce? - me pregunté en voz alta viendo toda la cerveza que tenía guardada. Mientras, Misato se cambia de ropa, poniéndose la misma que traía en la foto que me dio la doctora Ikari, una blusa de tirantes amarilla y unos shorts muy pequeños. Qué... suelta. Tras esto, llegó de vuelta al comedor, puso mucha comida en el microondas y puso todo un aperitivo en la mesa. — ¡Buen provecho! - dijo. — Buen provecho. - dije temerosamente. Siendo honesto, todo se veía delicioso, pero no sé si sabría igual de bien que la comida que solía degustar en mi casa, mi vieja casa. y tomó un trago de su cerveza. Pero mientras pensaba en eso, Misato le dio un buen trago a su lata de cerveza, y muy enérgica soltó: — ¡Mmm mmm! ¡No hay nada como una buena cerveza! - dijo, con todas las ganas del mundo. Vaya, pero qué mujer. Entonces posa su mirada en mí. - ¿Por qué no comes? Tiene buen sabor, aunque sea comida instantánea. — Perdón, es que... no estoy acostumbrado a comer comida así. Prefiero la comida casera. - respondí, ya que las únicas comidas de microondas que he comido son las sopas Maruchan y los paquetes de palomitas de maíz. — ¡¿Eres quisquilloso?! - gritó, levantándose y quedando frente a mí. — ¿Qué? N-no, no quise decir eso. Yo... - trataba de defenderme. — Por si no lo sabías... - dijo de nuevo, volviendo a su expresión feliz y despreocupada, y quedando apoyada sobre la mesa. ..., estamos teniendo una cena juntos. — Eh..., sí. — A partir de ahora viviremos juntos y compartiremos muchas cosas, ¿de acuerdo? — Sí, entiendo. — Puedes usar lo que quieras, excepto abusar de mí, ¿entendido? — Sí, sí, entiendo. — "Sí", "Entiendo" ¡¿Por qué eres tan cortante?! - dijo, y seguidamente puso su mano sobre mi cabeza y me sujetó de la misma manera que el Tercer Ángel. Curioso, ¿no? - ¿Tú eres tú o no? — Pe-perdón. Ya entendí. Al menos logré hacer que se detuviera. — Bueno, al menos ya puedo ver cómo eres. - comentó, y seguidamente se estiró. - Un baño estaría bien. El baño liberará tu mente. Nuevamente le obedezco cual esposo mandilón y entró al baño. Antes de entrar a la regadera (o lo que sea que hayan puesto), me quité la ropa (ya lo había hecho con los tenis hace un rato) y, cuando lo hice, noté que había muchos bras y calzones de Misato colgados. En serio que esta mujer no aprende... Y por fin, cuando ya estoy a punto de entrar al baño, totalmente desnudo, algo sale de ahí. — ¡AAAAAAAAHH! ¡MISATO! - grité, espantado. Mi capitana estaba en el comedor, sentada y dándole un trago a una cerveza. — Hay un pin-pin-pin-... un pin-pin-pin... - intentaba decir algo, pero entonces apareció el responsable. Un pingüino con un par de crestas rojas y una placa-colgante en su pecho que decía "Pen2" pasaba caminando tranquilamente. — ¡Un pingüino! - terminé la frase, apuntándole con el índice. — ¿Qué? ¿Él? No te preocupes. Es nuestro otro compañero de habitación. Se llama Pen Pen. Es uno de los nuevos pingüinos de agua cálida. - me explicó Misato. - Y por cierto, creo que deberías taparte. Ahora que el pingüino se fue a su "recámara", en el interior de otro refrigerador, me miro a mí mismo y me doy cuenta de que estoy desnudo. Enseguida, mi cara se pone tan roja como un tomate y me cubro con las manos, mientras mi tutora da otro trago a su lata. Qué vergüenza... Mientras me baño (en una tina en vez de una regadera), me fijo nuevamente en una cosa: no logro recordar nada de la noche anterior. Sólo que fui atacado brutalmente por el Tercer Ángel. Decido no volver a darle importancia a eso y termino de bañarme. Vaya, ¿quién diría que un baño te ayuda a olvidar tus problemas, y más si es agua caliente? Misato tenía razón: un baño libera tu mente. Al cabo de un rato, me voy; bueno, casi, ya que Misato me dijo que lo acomodara todo. Ahora que lo hice, mi capitana y tutora se mete a bañar. Mientras tanto, yo me dispuse a jugar con el 3DS al Super Smash Bros. de esa consola. Al cabo de un rato, oí el sonido de la puerta del baño abriéndose. Misato había terminado de bañarse. De paso aprovecho para ver la hora. ¡Anda! ¡Que son las 11:40! Vaya, el tiempo sí que vuela... Unos minutos después, oigo que mi capitana venía hacia mi habitación, bueno, un poco porque ahora estaba con mi celular. Menos mal que me dieron la contraseña del Wi-Fi. ¡Es rapidísima! ¡Más que la de mi otra casa! — Emm... Helio... - dijo, cosa que oí a medias. Me volteo y resulta que la veo envuelta en una toalla verde del pecho a la cintura, y otra en el cabello. Había un rastro de agua detrás suyo. Y pensé que sólo yo lo hacía en mi otra casa... — ¿Puedo decirte algo? - me preguntó, pero vio mi expresión facial al verla. - ¿Pasa algo? — ¿Eh? ¿Qué? - salí de mi "trance". — Sólo quería decirte que... actuaste de maravilla el día de hoy. — Oh, vale. Gracias. — Puedes sentirte orgulloso de ti mismo. — Mmm hmm. — Buenas noches, Helio. — Sí, buenas noches. Se da la vuelta y da unos pasos, pero regresa enseguida. Creo que quiere decirme algo más. — Escucha, sé que el haberte subido al EVA por primera vez no ha sido muy de tu agrado... - decía mientras yo ponía atención. - Pero debes comprender que, aunque haya sido muy doloroso para ti, tienes que hacerlo. Sonaré muy mandona por eso, lo sé. — No te preocupes, Misato. Si es necesario, subiré a ese robot otra vez. Sé que no me va a gustar, pero tendré que acostumbrarme. - contesté. — De acuerdo. - asintió. - Te dejaré dormir. Hasta mañana. No pensé que se preocupara tanto por mí. Se me hace... raro... Actuó por un momento como si fuera mi mamá, y ella no lo es. Ya debe de saber que tengo una. Por otro lado, decidí ver la hora otra vez. ¡11: 50! Tan sólo pasaron diez minutos. Viendo que ya era algo tarde, decidí dormirme. Antes, contemplé el techo por un momento y dije: — Otro techo desconocido... Me tomará algo de tiempo acostumbrarme... Espero que mañana sea diferente. Mañana comienzo con mi nuevo estilo de vida... |
Capítulo 3
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Despegue |
¿Cuál es el día de hoy? Estamos a día 3 de junio de 2015, miércoles. Son las 12:00 horas. Ya salí del GeoFrente y voy camino para el apartamento. Lo malo es que tendré que irme yo solo, ya que Misato tiene que trabajar hasta la noche. Si te preguntas cómo le haré, pues tomaré una especie de metro (que es como el que me trajo aquí el primer día que estuve en Japón, ya que este es superficial. ¿Aún lo recuerdas?), en donde vi, al llegar a la superficie, a muchos otros muchachos y chavas de mi edad con un uniforme escolar (menos mal que ya no tendré que ir a la escuela. ¡Qué bueno!, porque considero que no me hace falta); después me subo a un camión y camino como por alrededor de diez minutos hasta que llego al edificio. Antes que nada, recuerda que la doctora Ikari me citó para este día. Recuerda que es mi psocóloga. Mientras llego a la edificación apartamental, aprovecho para contarte lo que pasó allí: conocí más a fondo el cuartel general, ya que sólo había visto la "jaula" (el lugar donde se guarda al EVA mientras no está en operaciones) y la zona de los pilotos (diría que "del piloto", pero ya descubrí algo, y es que Rei es la Primera Elegida). Conocí la zona de mando, observando la enorme pantalla y lo que se veía a través de ella, y a los tres operadores: la tal Maya (cuyo nombre completo es Maya Ibuki), a un "nerd" (es que traía lentes, y no puedo olvidar el estereotipo) llamado Makoto Hyuga (mmm... Como un clan de Naruto...) y a otro con pelo algo largo llamado Shigeru Aoba (el único Shigeru que conocía era Shigeru Miyamoto). También conocí a un hombre mayor llamado Kozo Fuyutsuki, que por cierto se presentó muy formal. Igualmente me mostraron tres supercomputadoras llamadas como los Reyes Magos, conocidas como "MAGI". Lo que más me sorprendió fue la razón por la que tengo que luchar (que fue lo especial de esa visita guiada): una enorme criatura humanoide blanca, con muchas piernas pequeñas en donde deberían ir unas de tamaño normal para su tamaño y una máscara, crucificada en lo más profundo del cuartel, en una zona denominada "Dogma Terminal". Y si te preguntas quién me llevó (porque sé que tienes mucha curiosidad), fue Misato. Quería enseñármela (y hasta me dijo su nombre: Lilith) y me dijo unas cosas que no recuerdo muy bien (puede que lo recuerde posteriormente. Después de todo, algunas cosas me vienen a la mente al cabo de un tiempo). También empecé con las "pruebas de sincronización", en donde me meto en la misma cápsula de inserción, pero sumergida en una piscina de agua rojiza (algo así como la de los océanos, pero al parecer no tienen ninguna relación) y usando un traje ajustado, similar al de Rei, llamado "traje de conexión". Aprovecharé para describir el traje: a diferencia del traje de Rei (que por cierto ya me dijeron su nombre completo: Rei Ayanami), de color blanco con negro en la parte baja de los brazos y un par de bandas oscuras en los muslos, el mío era diferente. La parte superior era parecida a la de un traje de un jugador de fútbol americano (digo esto porque no se me ocurre otra manera de describirlo), con dos placas pectorales. Había un botón en la muñeca izquierda que permitía quitarse o ajustarse el traje a la figura del cuerpo. En la parte superior y en la inferior había marcas de un color verde neón. De hecho, puedo decir que las formas verdes se parecían a las de la armadura Varia de Samus Aran (siendo una combinación de sus apariciones en Metroid Prime 3: Corruption (en las piernas) y Metroid: Other M (en el caso del pecho)). No sé si esto fue intencional (o tal vez se enteraron de mis gustos y de mi afición por la saga Metroid)... Ah, y antes de que se me olvide, el color de la zona superior es de un color negro, el cuerpo (con la zona abdominal en forma de "V", como el EVA-01) de un color morado y, por último, unos pequeños clips, de color negro con una franja verde neón atravesándolos, llamados clips A10, usados para la sincronización. El color de mi traje está obviamente inspirado en el EVA (excepto tal vez en el negro, aunque vi que el Evangelion posee una parte negra en su pecho). Hubo más cosas, pero no diré nada más para no aburrirte. Finalmente, después de un rato, llego por fin al apartamento. ¡Me siento aliviado! Menos mal que la puerta me reconoce (tiene un escáner para reconocer a los empleados de NERV). Adentro me encuentro al pingüino (aún no olvido el incidente de ayer...), que estaba comiendo... ¿cómo se llamaba? ¡Ah, sí, curry! En serio, este pingüino contrajo todos los hábitos de Misato... Bueno, no es desordenado. Aquí se rompe el dicho de que todo se parece a su dueño (en mi caso tampoco parece aplicarse, ya que mi perro es demasiado energético). Bueno, pues resulta que cuando entré a mi cuarto, observé que había una playera blanca de cuello y un pantalón como los que se llevan en la... escuela. Un momento, ¿tendré que ir a la escuela? Antes de sacar más posibles conclusiones (que no me gustan nada), observo que la ropa contiene una nota, que está a un lado. La leo. — "Querido Helio: aquí está tu nuevo uniforme escolar. Úsalo bien. — ¿Uniforme... escolar...? - pensé en voz alta, contemplándolo. Seguí leyendo. — "P.D. ¿Acaso pensaste que por venir a vivir a Japón te salvarías de tus estudios? Ja. Pues déjame arruinarte esa ilusión. Comienzas el día de hoy a las 13:00. Nos vemos en la noche." - terminé de leer. Lo que decía la carta me cortó la felicidad. ¿Ahora tendré que ir a la escuela? — Ay, no puede ser... - dije, suspirando. - Bueno, será mejor que me vaya, porque viendo la dirección escrita en la parte de atrás, me va a tomar un rato. Vale, allá voy. Cuando salgo del departamento (ya cambiado, por supuesto, y tengo la suerte de que me puedo fajar muy bien) tras despedirme de Pen Pen (ay, ese pingüino), y ya estoy por tomar el elevador, cuando este se abre, me encuentro con alguien muy familiar: Rei Ayanami. Traía puesto el mismo uniforme que vi en las chicas: un vestido azul, blusa interior blanca y un listón rojo. Llevaba puestas calcetas oscuras y tenis blancos. Además, tenía su brazo derecho enyesado y un parche en un ojo. Asimismo, llevaba un maletín en su brazo izquierdo. Seguro allí lleva sus libros. — Oh, vaya. Nos vemos de nuevo. - dije. — Oh. Ho-hola. - me respondió ella tímidamente. Definitivamente no soy el único piloto que actúa así frente a otros (aunque ahora mismo estoy actuando de manera muy diferente). Entré al elevador y el mismo prosiguió su camino. — Por lo que sé, la doctora Yui Ikari te visitó ayer. — A-así es. — Y por cierto, creo que no nos hemos presentado adecuadamente. Soy Helio Cabrales, pero puedes llamarme Helio. - me presenté ante ella, ya que antes no le dije su nombre, ni en la base ni en el hospital. — Emm... Hola. Soy Rei Ayanami. - me respondió ella, con algo de timidez. — Con respecto a tu nombre, ya me lo contaron, pero quise presentarme. No me gusta ser informal. - dije. — Oh. Ya veo. — Creo que nos conocimos hace un par de días, ¿no? Cuando nos vimos en la jaula del EVA-01. — Sí... — Y dime... ¿cómo es tu relación con la doctora Yui Ikari? — ¿Con la doctora Yui Ikari? Pues... NOTA: A partir de aquí, la historia deja de ser contada por Helio. Mientras tanto, en la base de NERV... La teniente Katsuragi se encontraba en su tiempo de descanso. Estaba enfrente de una máquina expendedora de refrescos, intentando decidir. — Grr. Me molesta que no puedo traer cerveza aquí. - pensaba en voz alta. — Mhm mhm... ¿Ocurre algo, Misato? - se escuchó una voz familiar. — Oh, doctora Akagi. No esperaba verla por aquí. - dijo Misato, dando un trago a su refresco ya comprado. — Y dígame, ¿cómo han ido las cosas con su muchacho? - preguntó Ritsuko, haciendo que Misato escupiera su trago. — ¿Qué? ¿De qué habla? — Ya sabe, teniente, ¿cómo van las cosas con Helio? Recuerde que usted pidió ser su tutora... — No me lo recuerde. Sólo le diré que no ha habido ningún problema. - volvió a hablar la teniente, volteando a un lado. - Oiga, ¿no ha hablado con la doctora Ikari? Atendió a Helio esta mañana. — Sí. Me dijo algunas cosas muy interesantes. Me contó que Helio suele tener dificultades para tener muchos amigos. Esto tal vez podría afectar su papel de piloto. — No lo creo. Yo pienso que lo que ese muchacho necesita es aprender a socializar. Eso es todo. — Sabe, teniente, creo que deberíamos ir con Yui para que nos informe mejor. — Sí, estoy de acuerdo. NOTA: A partir de aquí, la historia vuelve a ser contada por Helio. Tras un viaje de veinte minutos caminando, por fin llegamos a la escuela. Creo que se llamaba "Secundaria pública número 1 de Tokio-3" o algo así. Lo deduje por el letrero de la entrada, que tenía letras en japonés e inglés (recuerda que tuve que aprender a hablar en ambos idiomas). Yo sólo acompañaba a Ayanami para no perderme. Tan buena que estaba la charla que traíamos... Resulta que ella es como la "hija adoptada" del comandante y la doctora. Lo demás lo diré después. Ahora pasaré a describir el instituto. El edificio tenía paredes de color blanco y bastantes ventanas. Básicamente se parece a una secundaria y/o preparatoria, como en la que estudiaba antes de que transfirieran. También había una zona para realizar las clases de educación física, como una pista de atletismo, un gimnasio y una piscina. Y por último, una terraza en el piso más alto. En cuanto a mi salón, se trataba del 3-A (mmm... Normalmente siempre me toca en grupos "B", como 5°B o 6°B), estaba en el segundo piso (ya que los primeros salones estaban en la planta baja y los de segundo, bueno, ya lo sabes. Es que suelo confundir los pisos), así que, obviamente, subí por las escaleras. Ignoré a todos los que estaban platicando y cosas así y me fui directo a conseguir un asiento. Ahí, aprovechando que llegué un poco temprano, saqué mi 3DS y me puse a jugar a The Legend of Zelda: A Link Between Worlds. No presté atención a dónde se sentó Rei, pero lo hizo a un lado de la ventana. Me despegué del resto de la clase y me adentré en el juego. Iba por obtener el escudo hyliano. Sin embargo, poco después de poner a entretenerme, una muchacha me ve haciendo esto, así que se acerca a mí para reprenderme. — ¡Hey! ¡Oye, tú! ¿Qué te crees que haces? - me dijo, pero yo estaba en mi "mundo de fantasía", aunque alcancé a escucharla. — ¿Ahora qué hice? ¿Qué no ves que acabo de llegar? Además, no le estoy haciendo nada a nadie. - le dije luego de suspirar. — ¿Acaso no sabes que está prohibido el uso de aparatos electrónicos en el salón de clases que no sean las dadas por la institución? Eso incluye celulares y consolas portátiles como la que estás usando en este mismo momento. — Bueno, disculpa, no tenía idea de que... — ¡Y mírame a los ojos! Ya era el colmo. Yo llegué en buen plan (de hecho, algunos se me quedaron viendo raro cuando entré. Lógico, ya que no me conocen) y repentinamente aparece alguien a cajetearla tan sólo porque estoy jugando a algo sin molestar a nadie más. Es suficiente. Le diré que mejor vaya a molestar a alguien más (y no precisamente con buenas palabras). Me pongo de pie. — A ver... ¿Qué quieres que...? - le decía con seriedad, cuando... la veo. En cuanto a la observo a la cara... me quedo... pues... congelado, pero no del miedo. Su apariencia es... bueno..., cabelló café corto acomodado en dos trenzas, ojos oscuros y tenía pecas en la cara (más precisamente en las mejillas). Llevaba puesto el mismo uniforme que Rei y las demás, pero a diferencia de ella, llevaba medias blancas que le llegaban a las rodillas y zapatos negros. Al observarla, siento algo que no sentía desde antes de que viniera a Japón: atracción hacia una chica. De repente, todo los pensamientos que sentía hacia la anterior desaparecen por completo (ya que encima sólo éramos amigos, y esos sentimientos apenas estaban empezando a florecer). Siento cómo mi corazón late más rápido al verla, y no puedo evitarlo. En verdad detesto ser un adolescente. — ¿Qué vas a decirme? ¡Dímelo ahora! - me contestó algo furiosa, notándose esto porque puso sus manos en su cintura. Esperaba una respuesta mía. Lo único que me limito a hacer es que me quedo mirándola. Y es que tengo que admitirlo: a pesar de que recién acabo de conocerla, es tan... hermosa. — ¡Anda, contesta! Finalmente logro que se sonroje y cambie su actitud a una parecida a la de Rei, algo insegura. — ¿Qué... me estás viendo? ¿Eh...? La chica se va, con una cara de incomodidad. — Vaya, Helio... Nadie había puesto así a Hikari nunca. - me dijo Rei. Volteo a verla. — ¿Así que ella... se llama Hikari? - pregunté, y la miro de nuevo, pero ella ni siquiera me notó. — Su nombre completo es Hikari Horaki. — De acuerdo, gracias. Rei. Ahora que estábamos en ambiente escolar, pude apreciar que mi compañera piloto se soltó un poco. Durante mi platica con ella llegó alguien más al salón: un muchacho de ojos azules grisáceos y cabello castaño. Algo que noté es que se sentó al lado de Rei. — Hola, Rei. - dijo él, saludándola. — Hola, Shinji. - respondió ella. — << Entonces él es Shinji Ikari... >> - pensé. — Oh, tú debes de ser Helio Cabrales. Mi mamá me comentó sobre ti. - me dijo él. — Bueno, pues... sí. Tu mamá es mi psicóloga. — Mucho gusto, y espero que podamos ser amigos. - me ofreció su mano para estrecharla. — Claro. Mucho... gusto. - dije, respondiendo al gesto con algo de incomidad, ya que no suelo realizarlo muy a menudo. Entonces ya tan pronto soy amigo de Shinji Ikari, el que ha sido el "hermano" de Ayanami desde su niñez. Bueno, debo admitir que ha sido muy fácil, no me ha costado nada. También llegó otro chico, de cabello marrón-rubio, con lentes y cámara en mano. — ¿Y él quién es? - le pregunté a mi nuevo amigo. — Él es Kensuke Aida. Es un aficionado a lo relacionado a las fuerzas armadas. - me respondió Shinji a mi pregunta. — Te escuché, Shinji. - dijo el tal Kensuke al escuchar las palabras de quien me respondió. - Tú debes de ser el nuevo, ¿verdad? Creo que Shinji ya me presentó, pero lo haré yo mismo. Soy Kensuke Aida. - también me estira su mano. Igual le respondo. — Soy Helio. Y sí, soy el nuevo. Habrííamos seguido conversando, pero una chica en la puerta nos dijo que el profesor ya venía. El profesor era un hombre algo viejo (tal vez igual o mayor que Kozo Fuyutsuki), de piel algo morena, usaba lentes, una camisa blanca a botones y un pantalón azul, supongo que de mezclilla o similar. Luego de un rato, me pasó al frente y tuve que presentarme, donde tuve problemas. No se me da bien hablar en público (o bueno, frente a toda una clase). Pero bueno, luego de la presentación algo incómoda, las clases continuaron. Resulta que todos usan una laptop, y como yo era nuevo, me dieron una (vaya, ahora tengo dos... ¡Genial!). También había red, o sea, que podía entrar a Internet. Igual había un chat en el que toda la clase estaba conectada. En cuanto a la clase, el profesor estaba dando un LARGO y aburrido discurso sobre lo que ocurrió en el año 2000. Qué aburrido. Llegó la hora del almuerzo, pero adivina qué: ¡no traje nada para comer! Y encima hoy es miércoles... Me toca cocinar, y yo no sé nada... — << Creo que debí haber traído algo de la cena de anoche... >>- pensé. — Oye, ¿quieres? - escuché la voz de Shinji. — ¿Eh? ¿Qué? - dije, ya fuera de mi círculo de pensamientos. - Oh, gracias. - respondí. — Observé que no traes nada, así que me dispongo a ofrecerte de lo que tengo. — Vaya, pues qué amable. Gracias. — No hay de qué. — Veo que tu mamá ha hecho un buen trabajo al criarte. — Lo sé. — << Lástima que tu papá sea demasiado serio... >> Pasó el almuerzo, en donde vi algunas cosas: Kensuke mencionó a un tal Toji. No sé quién sea, y él no sabe por qué no vino. Por otro lado, Ayanami y Shinji estaban hablando de no sé qué cosa. Hubiera sacado nuevamente el 3DS, pero si lo hacía, la dichosa Hikari iba a hacer acto de presencia y me reprendería, esta vez frente a todo el salón. Qué pena... Como estoy aburrido y todavía quedan algunos minutos (en los que el profe se ausenta, supongo que para ir a la sala de maestros a hacer lo propio), te contaré más cosas que me ocurrieron esta mañana. ¿Recuerdas que más arriba mencioné la relación entre Ayanami y Shinji? Pues mientras íbamos en el elevador y de camino para acá, me contó la historia. Ella nació en 1999, como yo. Sus padres también eran científicos, como mi psicóloga. Ellos estuvieron el día del Segundo Impacto en la Antártida. Obviamente murieron, así que Rei quedó a cargo de la familia Ikari, quienes no se encontraban presentes en el ya eliminado Polo Sur. Por eso es que la doctora y el comandante Ikari la ven como su "hija", mientras que vendría siendo como una hermanastra o algo así para Shinji. Ahora que ya conté esta historia breve sobre la vida de Rei Ayanami, puedo proseguir con mi relato. Mientras miraba a todos lados, Kensuke se me acercó y me preguntó. — Oye, ¿es cierto que eres el piloto del robot? — ¡¿Qué?! ¡¿Cómo es que lo sabes?! - exclamé con asombro, pero no tanto como para llamar la atención. — Descuida. Mi padre trabaja en NERV, así que estoy al tanto de todo. — ¿Es... Es en serio? — Sí. También sé que Rei Ayanami es una piloto, al igual que tú. — Vaya... — No te preocupes. Tu secreto está a salvo conmigo. Luego de unos minutos, terminó el almuerzo. Y justo como dije, el profesor se ausenta durante dicho tiempo, así que cuando vuelve, Hikari nos obliga a levantarnos a todos. Qué flojera. Me siento como si aún fuera a la iglesia. — ¡Todos de pie! - dice. Para evitar problemas, lo hago. - ¡Saludar! - me siento como si estuviera todavía en la primaria. - ¡Sentados! Y volvemos con el parlamento. En serio aburre. Mejor pasaré hasta el final de la clase, a eso de las... 6:00 p.m. Ya todos se van. Pero justo cuando yo iba a salir... — Oye, ¿es cierto que tú manejaste ese robot? - escuché. Se escuchan exclamaciones como "¡¿Qué?!", "¡No puede ser" y "¡Asombroso!". Oh, no... Va a ocurrir. Todos se me acercan, intentando sacarme algo de información. — ¡Alto! - les grito para que se detengan. - ¡No puede ser! ¡No puedo creer que me haya tocado en un salón lleno de interesados! — ¿Interesados? - exclamó una chica. — Sí. Me adoran y me aprecian solo porque soy piloto del EVA. ¿Cómo es que a Ayanami no le hacen lo mismo? — Porque ya sabíamos que ella manejaba un robot, pero queríamos confirmar si tú también. - me confirmó un muchacho. En eso, alcanzo a ver cómo Aida intenta escapar. — ¡Tú! ¡¿Tú les dijiste?! — ¡No, te lo juro! ¡Yo no dije nada! - me dijo, y por su expresión y su tono, estaba diciendo la verdad. Entonces alguien debió de habernos escuchado. Volteo a ver al resto de la clase. — Miren, sólo porque sea piloto del EVA no significa que estén orgullosos de mí solo por eso. Sólo tienen que... Bah, olvídenlo. No vale la pena... — ¿Qué cosa? - preguntó una chava. — ¡Dije que lo olviden! - exclamé, aparentemente enojado, y me fui. Todos se quedaron mirando entre sí. Cuando me alejo lo suficiente del salón y ya llego a las escaleras, quito esa falsa expresión de ira que tenía y suspiro. No sé quién lo dijo (igual y, como dije, es probable que alguien nos haya escuchado a Kensuke y a mí mientras conversábamos), pero de todas formas no soy muy bueno guardando secretos. Terminaría diciéndolo tarde o temprano. En fin, ahora toca regresar a casa. Cuando ya estoy a la salida del instituto, escuché pasos que se acercaban hacia mí desde atrás. Tan sólo eran alumnos de otros salones que también salían. Nada fuera de lo normal. Creo que los asusté un poquito (o mejor dicho, creo que me asustaron). Ahora toca regresar al apartamento. Prefiero hacerlo caminando, ya que uso el metro únicamente para ir al GeoFrente. Además, la escuela no me queda tan lejos como pensaba. Pensé que iría caminando solo, como suelo hacer (o mejor dicho, como solía hacer en la prepa. ... Bueno, no. Usaba el camión porque sí que me quedaba lejos), pero alguien se me acercó a hacerme compañía. Era Ayanami, ella sola. — Ah, hola. ¿Y Shinji? - le pregunté. — Oh, él... me dijo que se iría solo. - me respondió ella. — ¿Y por qué aún me hablas con esa timidez? Digo, yo era así en la secundaria. — Es que todavía no te conozco muy bien. — Bueno, por lo menos no me iré solo esta vez. - dije alegre, esbozando una sonrisa. Y así, Ayanami y yo fuimos juntos de vuelta al edificio. Durante el camino hablamos de algunas cosas no muy importantes. Al pasar por una sección de una calle que decía "CAUTION! EVA SOCKET!" (¡PRECAUCIÓN! ¡CLAVIJA DE EVA!), contemplé el cielo teñido de naranja y pensé en mi familia. ¿Qué estarán haciendo? ¿Me extrañarán? No pude evitar que mi acompañante lo notara. — Emm... Helio, ¿ocurre algo? - me preguntó, algo intrigada. — ¿Uh? ¿Qué? - exclamé, saliendo de mis pensamientos otra vez. — Es que te veo tan... pensativo. ¿Qué te pasa? — Bueno, lo que pasa es que... pienso en mi familia. — Sabes, tú tienes suerte de tener viva a tu verdadera familia. — No hay por qué deprimirse. Recuerda que tienes al matrimonio Ikari. Y también tienes a Shinji. — Sí, pero... — ¿Sabes qué? Mejor hablemos de otra cosa. Como puedes ver, suelo estar concentrado en alguna cosas y después pensar en otra. Después de todo, así soy. Como sea, al llegar al edificio, tuve que bajarme del ascensor en mi respectivo y dejar a Rei. Cuando llego por fin al apartamento, el escáner me reconoce y la puerta se abre. Reviso el interior y veo que Misato aún no ha llegado, estando únicamente Pen Pen enfrente del televisor bebiendo cerveza. En serio, este pingüino aprendió todo de Misato. Pasado un rato, mi tutora llega del GeoFrente. Lo primero que hace es irse a cambiar, después regresa y toma una cerveza del refrigerador. Después se acuesta frente a la televisión, a un lado del pingüino, y se pone a ver lo que sea que estén pasando. Tan sólo espero que no me recuerde que tengo que hacer la comida, porque entonces... — Ay... Helio, recuerda que hoy te toca preparar la cena. Estoy muy exhausta. - me dijo. — << Mierda... Pensé que no lo recordaría... >> - pensaba. - ¿Pues ya qué? Será mejor que volvamos con la comida para microondas... NOTA: A partir de aquí, la historia no será contada por Helio. Durante la tarde, ya cuando Helio se había ido a la escuela, el comandante Ikari se encontraba en medio de una sala oscura. Estaba sentado en un escritorio en su pose característica. A su alrededor, se encontraban 11 monolitos de piedra flotantes. Todos ellos llevaban un número del 1 al 11 y el símbolo de una organización llamada "SEELE". — Hasta que al fin aparece, Ikari. - dijo el monolito 6. — ¿Sabe por qué lo citamos aquí? - preguntó el monolito 4. — Si es sobre el ataque del Ángel, ya fue neutralizado. - respondió el comandante. — No, no nos referimos a eso. - citó el pilar 7. - Hablamos del Tercer Elegido. — De acuerdo con los datos que me ha brindado mi esposa, el comportamiento del muchacho es ciertamente diferente al de los demás. — ¿Eso podría afectarnos cuando la Segunda Elegida sea enviada a Japón? - cuestionó el monolito 9. — Por lo que he podido ver, no lo creo. Sin embargo, debo resaltar que podría haber un poco de problemas. — No importa. Podemos asumir ese riesgo. Mandaremos a la Segunda Elegida a Tokio-3 en un mes. Esperamos que la reciba como se merece, Gendo. - finalizó el monolito 1, siendo este el líder de los demás. — No se preocupen. Todo irá bien. El comandante al cargo de NERV se marchó de la sala, dejando a los monolitos a solas. Estos también desaparecieron, dejando ver a cinco hombres (conocidos como el Comité Principal), todos ocupando alguno de los pilares (dando a entender que ahora no hablaban todos). El líder, Keel Lorenz, asumió la palabra. — De acuerdo, señores, ¿qué haremos con respecto al Proyecto de Instrumentalización Humana? - preguntó el de amarillo. — Las cosas no deben ser alteradas. Todo debe de cumplirse con respecto a los Manuscritos del Mar Muerto. - dijo el iluminado de azul. — ¿Y qué hay del espía? - preguntó el de verde. — Será enviado cuando sea el momento. Por ahora sólo hay que esperar. - dijo el de rojo. — Escuchen, caballeros: todo será realizado cuando sea necesario. Por el momento, Gendo Ikari nos mantendrá al tanto de ese chico. Algún día, el Día Prometido llegará. Solamente tenemos que ser pacientes. Hasta entonces, habrá que esperar. - terminó Lorenz. |
Capítulo 4
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El mal humor de Helio |
— Fijar el blanco y disparar. Fijar el blanco y disparar. - me repetía a mí mismo en voz alta. Estamos a día 22 de junio de 2015, lunes otra vez. Hace ya tres semanas que llegué a Japón (vaya, el tiempo realmente vuela, y eso ya lo he dicho antes). En este mismo momento me encuentro en una prueba algo diferente. En esta me encuentro dentro de un pequeño simulador (de tamño comparable al de la cabeza del EVA), conectado a varios cables y un par de minitorretas rotables (obviamente usadas únicamente para el entrenamiento). En la simulación me hallo en una simulación de Tokio-3 (y el momento en el que se digitalizó la ciudad fue alucinante) usando una enorme arma llamada "Rifle de Asalto", y apuntando a mi objetivo: el Tercer Ángel (claramente no es el mismo que enfrenté en mi primer día en Japón, sino claramente una representación también holográfica de él). Todo lo que hacía era fijar el blanco y disparar, nada más (algo así como la auto-mira en los juegos de Metroid Prime o el llamado "objetivo-Z" en The Legend of Zelda). En verdad esto es aburrido..., aunque la doctora Akagi, Maya y Misato no se quejan... — Emm... Oiga, doctora Akagi, ya me aburrí. ¿Podemos terminar ya? - pregunté. En serio que ya me estaba aburriendo. - Llevo como media hora haciendo esto. ¿Y qué sentido tiene hacerlo? Es repetitivo a más no poder. — No exageres. Sólo van 23 minutos. Y el objetivo de esta prueba es afinar tu habilidad con armas de fuego. - me respondió la doctora, que volteó a ver a Maya. - Maya, ya sabes qué hacer. — Sí, doctora. Finalizando programa de simulación de combate. - dijo la operadora. Mi cápsula de inserción es retirada del simulador, y después me bajo. Misato me esperaba afuera. — Bieeen, Helio... Has mejorado mucho. — Sí, sí, de nada. - dije. — Bueno, ahora pasa a ver a la doctora Ikari. Recuerda, tu cita del día. Si te preguntas cómo es el despacho de la doctora, es simple: consta de escritorio con dos sillas, una enfrente (en la que me siento) y otra atrás (donde va mi psicóloga). También hay algunos cuadros con fotos. Además, hay algunos libros acomodados en un librero (obviamente) También tiene una gran ventana. Y continuando con el relato, dejo a Misato y las otras dos, para mi cita diaria. Llego unos minutos después. La puerta automática se abre y entro. — Oh, Helio. Llegas un poco temprano hoy. - me dice. — Pues sí. Le pedí a la doctora Akagi que si me dejaba irme algo temprano. Y aquí estoy. - le expliqué, aunque en realidad no le pedí nada a la otra doctora, sólo me quejé. — Bueno, siéntate, que vamos a empezar. - me invitó a sentarme, a lo que accedí sin dudarlo. Por si quieres saber lo que hago con la doctora, únicamente diré que hago lo mismo que con otros psicólogos, con todos los que he ido antes (e incluso con alguno con el que hayas ido). Le cuento cosas de mi día, de cómo me siento, de mis pensamientos y más. Aunque, sin embargo, también hablamos de mi experiencia en el EVA. Es la persona en quien más confianza tengo (sí, incluso más que Misato, que es mi tutora; o que Rei, mi compañera piloto y su hijastra). Después de un rato conversando (en serio que venir a Japón me ha ayudado con este tratamiento que tenía, ¡y lo mejor es que es gratis!), llega la hora de irme a la escuela. Mmm... Ahora que lo pienso, esto ya no me molesta tanto como las primeras veces. ¿Será que ya me estoy acostumbrando? En fin, que como ya se me ha hecho una costumbre, tomo el metro para subir a la superficie y, de ahí, llegar a la escuela (Rei no tiene que hcer este recorrido, ya que ella está lastimada y todavía no tiene que hacer estas pruebas). Al llegar, me voy directo al aula. Cuando entro, nada fuera de lo normal. Decidí sentarme y esperar un poco, ya que no podía sacar ninguno de mis celulares (olvidé mencionarlo, pero traía un celular cuando vine a Japón; además, Misato me dio otro, así que tengo dos celulares. ¡Qué bien!) ni mi 3DS de la mochila porque ya sabes quién va a aparecer. Ayanami estaba conversando con Shinji (a tal punto de parecer algo más que "hermanastros" o "hermanos") y Kensuke se grababa jugando con un avión de juguete (en este momento me decidí a sacar uno de mis teléfonos, el más moderno, y me dispuse a ver videos de Metroid, más precisamente para contemplar la cantidad tan masiva de dislikes que obtuvo el tráiler de Metroid Prime: Federation Force). La representante apareció y se puso delante de él. — ¿Qué sucede, jefa de clase? - preguntó él. — ¿Entregaste el informe escolar que te di, Kensuke? - le dijo ella. ¿Y qué es eso de "informe escolar"? No sabía nada de ello. — ¿Qué?... Bueno, fui... pero no había nadie en casa de Toji, Hikari. - aclaró. Cuando me acerqué, vi que había una especie de boletín, así que parece que estaba mintiendo. — Kensuke, ¿acaso no eres el mejor amigo de Toji? ¿No has preguntado por él? — No insinuarás que fue herido en la pelea del robot, ¿o sí? Al escuchar esas palabras de Aida, y parece que por instinto, la representante del grupo se puso enfrente de mí. — Eh... ¿Ocurre algo...? - pregunté. — Claro que sí. Destruiste una parte de la ciudad con tu jueguecito. ¿Acaso no pensaste que...? - me decía, pero un sonido la interrumpió. Llegó un chico que no conocía. Era un muchacho de piel algo morena, como yo, cabello y ojos oscuros y ropa deportiva. Supongo que será el tal Toji (aunque parece el típico bravucón de las series estadounidenses). — Hasta que al fin llegas, Toji Suzuhara. ¿Dónde estabas? - preguntó Hikari, confirmando mis dudas. — ¡A ti no te importa! ¡Por Dios! ¡Te he dicho que me dejes en paz! - contestó este, dejando ver su personalidad agresiva. — ¡¿Qué?! ¡¿Cómo te atreves a gritarme?! Esos dos parecen un matrimonio en conflicto. Se decían cosas como "¡Tú no eres mi madre para andar recriminándome mis tardanzas!" y "¡Pero soy la representante de la clase, así que debo encargarme de que todo esté en orden!". Me dio algo de curiosidad. Viendo que esos dos peleaban en serio, e intentando sacar algo de información, le pregunto a Kensuke (que en serio pienso que debe tener algo importante que decirme). — Oye, Kensuke, ¿tienes idea de por qué estos se odian a muerte? - le pregunté. — Claro que sí. Puedo contarte, si quieres. - respondió. — ¡Por supuesto! - respondí sin dudar. Kensuke comenzó con su relato. — Verás, hace un año, Toji y Hikari fueron novios. — ¡¿Fueron novios?! - dije algo fuerte, pero no grité como para llamar la atención de los "esposos" conflictivos. — Sí. Ella reservó sus sentimientos hacia él desde primer grado. Entonces, a principios de segundo, le confesó su amor, algo que, en mi opinión, es muy raro; no me lo tomes a mal, es sólo que nunca he visto que una chica haga eso. — De hecho yo sí, pero en caricaturas americanas. — Como sea, ambos sostuvieron una relación hasta hace un mes y medio, cuando terminaron abruptamente. — Vaya... - no me creía que terminaran un tiempo antes de mi llegada. — Sí. Toji nunca me dijo la razón por la que cortaron, pero ahora no soporta tenerla cerca, ni ella a él. Mientras pasaba esto, todavía parecía que Toji y Hikari que iban a matarse. Los demás, como Ayanami o Shinji, los miraban atentamente mientras se peleaban. De hecho, todos en el salón de clases los mirábamos con atención mientras conversaban. Quise interponerme en medio del pleito para tratar de calmarlos. — ¡Oigan, oigan, oigan! ¡Cálmense! - los separé y me puse en medio de ellos. — ¡No te metas! - me gritaron ambos a la vez y me apartaron. — Caray... Si en verdad parecen un matrimonio peleándose. - comenté, lo que provocó que la clase se riera y ellos se sonrojaran. — ¡Cállate! - volvieron a gritarme, enojados. Y ese par siguió con su pelea, claro, hasta que llegó el profesor. Vaya..., ella es tan bonita y, sin embargo, es demasiado seria. Me imagino que, si se diera el caso de que me pasara lo mismo que Toji (es decir, que acabáramos por salir y tener una relación), no duraríamos mucho. Suspiré ante tal pensamiento y puse atención en la clase, dándome vueltas de vez en cuando (y sin que el profesor se diera cuenta) para ver a la hermosa de Hikari, aunque ella no se diera cuenta de que la observaba. Tras un largo rato de otro monólogo sobre el Segundo Impacto (ya que de eso trata mayormente la clase de historia, al menos en Japón, porque en México no era tanto así), llegó el almuerzo. Como yo no traía nada otra vez, decidí ir a la cafetería (en el capítulo anterior no mencioné que había una. Bueno, ahora sí). Mientras iba de camino para allá, en el patio, fui sujetado por alguien y recibí un inesperado puñetazo. ¿Quién fue? Sólo un nombre: Toji. — ¡Oye, loco! ¡¿Qué te pasa?! ¡Yo no te he hecho nada! - le recriminé el golpe. — Discúlpame, novato, pero tenía que golpearte. Tenía que aliviar un poco de mi propio dolor. - comentó, limpiándose el puño tras la referida acción. Vi que a su lado estaba Kensuke (al parecer ambos son amigos). Volteo a verlo para ver si me dice algo. — Qué malo es, ¿verdad? Según él, su hermana fue lastimada hace tres semanas, cuando usaste al robot. Al menos, esa es su excusa. - me comentó el chico de lentes. — A mí no me culpes. Me obligaron a pilotear ese maldito robot... - susurré, provocando que el buscapleitos regresara rápidamente y apartara a su acompañante, jalándome de la playera. — ¿Qué fue lo que dijiste? — ¡Dije-que me obligaron-a pilotear-EL MALDITO ROBOT! ¡¿Por qué?! ¡¿Algún problema, colega?! - le grité aunque, por fortuna, no había nadie en esta zona del patio. Esta respuesta por parte mía hizo que me diera otro golpe en la cara, tirándome al suelo. — Vámonos, Kensuke. - le ordenó, y este se fue detrás de él como si se tratara de su siervo o mano derecha. Con ese lunático fuera de mi vista, logro levantarme, algo adolorido (realmente necesita a alguien como la doctora Ikari para controlar su ira, y mira quién lo dice). Me paso la mano por la cara para ver si me salió sangre, pero no fue el caso. Entonces me quedo mirando hacia donde se fue. — ¡¡Estúpido!! - le grité. Entonces sentí cómo alguien me tocaba el hombro con la mano. - ¡¿Qué?! - volteo velozmente para ver quién era. Se trataba de Ayanami, que al parecer se asustó con mi respuesta tan ruda. - Oh, Ayanami, eres tú. - le dije, y por cierto, parece que notó algo en mi cara. — ¡Por Dios! ¿Estás bien? - me preguntó. — ¿Por qué lo dices? - dije, extrañado. — Debes mirarte. En eso volteo a ver a una de las ventanas de al lado y lo descubro: un moretón en mi mejilla izquierda. — Un moretón... - comenté, pasándome la mano por esa parte de la cara. — ¿Quién te lo hizo? — Ese tal Toji Suzuhara. Ya me las veré con él. — Helio, creo que mamá te ha comentado que no debes hacer cosas malas. Tienes que hacerle caso. — Como sea... Y por cierto, ¿por qué estás aquí? — Hay una emergencia. — ¿Una emergencia? ¿Qué clase de emergen...? - decía, cuando comenzó a escucharse en la lejanía una sirena de alarma. — De esa emergencia estoy hablando. Un Ángel ha aparecido. Vamos. — ¡¿Un Ángel?! ¡Espérame! - le dije, ya que se había adelantado un poco. La seguí hasta el salón de clases, donde recogimos nuestras mochilas y libros, y seguimos a todos a la salida. Mientras que los demás se iban a distintos refugios (y, además, pude ver cómo los edificios principales se retraían hacia el subsuelo), nosotros tomamos una ruta diferente para encaminarnos al GeoFrente. Durante el camino, conversamos un poco para tratar de no desesperarnos. Pasando al nuevo del GeoFrente, veo que todos los edificios principales ya están colocados como se debería. Finalmente llegamos al cuartel general, y pensé que tardaría en llegar, pero por suerte Rei sabía cómo llegar (qué alivio). Al arribar precisamente a la sala de mando, observé en la enorme pantalla al siguiente objetivo: el Cuarto Ángel, un monstruo con cuerpo largo (de color morado en la mayor parte y carmesí en la zona de abajo y en la de arriba), una coraza que le daba apariencia insectoide y un par de brazos con las mismas características. Su cabeza tenía forma de pala y tenía dos "ojos". Además, su núcleo estaba cubierto por ocho patas segmentadas, parecidas a una caja torácica. En ese momento volaba horizontalmente, por lo que no se veía su núcleo. Maya, Shigeru (no Miyamoto) y Makoto ya habían analizado al Ángel antes de que llegáramos. Misato me ordenó que fuera a cambiarme, no sin antes que ella y la doctora Ritsuko Akagi notaran mi herida en mi cara. — Helio, ¿qué fue lo que te sucedió? - preguntó mi tutora, sosteniendo mi cabeza con su mano para — Un chico de la escuela lo golpeó y lo culpó de un accidente que tuvo su hermana. - le comentó Rei. — Gracias... - le comenté, algo enojado. — Se ve algo oscuro, pero creo que podría desvanecerse pronto. - comentó la doctora Akagi, haciendo lo mismo que Misato. — ¿Podrían dejarme en paz, por favor? - les reclamé, pidiéndoles que me dejaran tranquilo. Miré hacia la pantalla, donde se apreciaba al Cuarto Ángel volando sobre el océano y recibiendo una lluvia incesante de disparos de parte de las denominadas "Fuerzas de auto-defensa de Japón". Mientras lo hacía, la doctora Ikari bajó desde donde estaba (a un lado de su marido) y se acercó a mí. — Helio, ¿qué te pasó? - me preguntó. Parece que no había escuchado nada. Suspiré profundo y le conté todo. — Un chico de mi clase me golpeó y me culpó porque su hermanita resultó lesionada en la batalla que tuve contra el Tercer Ángel hace tres semanas. — ¿Qué? Oh, santo cielo... — Descuide. La doctora Akagi me dijo que tardará un poco en desaparecer. — Me gustaría poder atender a ese muchacho, pero no puedo. — << ¿No puede? ¿Acaso sólo está disponible para atenderme a mí y nada más? >> - pensé. — Helio, no quiero que ese conflicto que tuviste en la escuela te haga sentir mal. Eso que sucedió no fue tu culpa, y ya lo has visto. — Sí, lo sé. - respondí, ya que he visto un video en donde se demuestra la batalla que hubo entre el Ángel anterior y yo, donde me dieron los datos. — Bueno, ve. No permitas que ese Ángel llegue hasta Lilith. - me motivó. — ¡Sí! - accedí finalmente, y fui a ponerme el traje de conexión. Mientras voy a los vestidores, Rei se queda junto al comandante, la doctora Ikari y el señor Fuyutsuki en la parte superior de la zona de mando (ambas subieron. Ayanami no puede pilotear el EVA obviamente porque está lastimada). Si te preguntas cómo son, sólo quiero que te imagines dos filas de lockers de cada lado de la sala, con una banquilla para sentarse. Pues bien, volviendo al tema, guardé mi mochila y mi ropa en el locker correspondiente y me puse mi traje de conexión. Acto seguido, voy a la jaula del EVA-01 para abordarlo. Tras entrar y que la cápsula de inserción sea, pues, insertada, la misma es llenada de LCL, un líquido anaranjado que sirve para sincronizar (y que, de hecho, he usado desde que llegué a Japón, pero se me olvidó mencionarlo. Ups). Ya en el interior del EVA y sincronizado, me doy cuenta de algo: estar ahí me hace sentir... relajado, calmado, tranquilo. Muy extraño... ¿Será que también me he acostumbrado al Evangelion? Mientras, en la sala de mando, Misato ordena que el EVA sea lanzado hacia la superficie para interceptar al enemigo, puesto que ya había llegado a la ciudad y se disponía a atacar. Además, ya había una ruta fijada que daba directo al campo de batalla. — ¡Lanzamiento! - ordenó. La unidad 01 salió despegada hacia la superficie y apareció desde el interior de un edificio falso en el centro de la ciudad. Tras salir de allí, busqué rápidamente un arma en otro edificio cercano. Tome el arma y apunté contra el Ángel, que retrajo sus "costillas" para que sirvieran a modo de escudo. — ¡Fuego! - dije, y comencé a disparar. Comencé a disparar como un loco hacia el Ángel. No sabía si me quedaría sin munición (o si el arma funcionaba a base de energía, como pasa con el rayo normal de Samus Aran), pero seguí insistiendo y disparando con determinación (y algo de ira, ya que todavía tenía ese sentimiento) Todos los disparos que lancé terminaron por formar una gran nube de humo. — ¡No dispares tantas veces seguidas! ¡No podrás ver al enemigo! - me dijo Misato. Y era cierto. La cantidad de humo producto de la gran cantidad de disparos no me dejaba ver nada. Como estaba demasiado concentrado en tratar de ver algo detrás del polvo, los tentáculos rosados del Ángel aparecieron desde atrás y me tomaron por sorpresa (básicamente me tomaron muy desprevenido). El edificio por el que vine y mi arma fueron cortados, por lo que busqué un refugio. — ¡Helio, toma un Rifle de Asalto de repuesto! - me comentó de nuevo mi tutora. Una nueva arma apareció en otro edificio, pero por desgracia no pude tomarla. Lo que hizo el Ángel fue atacarme otra vez, pero no me golpeó a mí, sino a algo más importante: el cable umbilical, que es el acceso a la energía que usa el EVA (porque aún no pueden construir alguna fuente de energía ilimitada que no dependa de la electricidad). Alcancé a ver cómo el cable caía en la calle. Esto hizo que se activara la batería auxiliar del Evangelion, que funciona durante un minuto a máxima potencia, cinco al mínimo y creo que dieciséis en actividad nula (o sea, estoy sincronizado pero no me muevo ni hago nada. Digamos que sólo funciona para mantenerme vivo). — ¡Cable umbilical cortado! - advirtió Makoto. Viendo mi distracción, el Cuarto Ángel intentó atacarme nuevamente con sus látigos de energía, e intenté esconderme detrás de un edificio que fue cortado en pedazos, justo como el que servía de conexión entre la superficie y el GeoFrente. El Ángel me tomó de un pie y me arrojó bastante lejos, hacia un monte. — ¡Helio! ¿Estás bien? ¡Informe de estado! - exclamó Misato, alarmada por lo que me pasaba. Al intentar reincorporarme, miré hacia un lado y observé muy cerca de mí (en la colina de al lado de donde caí) a tres personas muy familiares: Toji, Kensuke y Hikari. Los tres me miraban aterrados. — << ¡¿Pero qué mierda hacen aquí?! ¡¿No debían estar en un refugio?! >> - pensé, alarmado. — ¿Quiénes son esos muchachos? - preguntó Misato, pues aún no los conocía. — Son tres de los nuevos compañeros de clase de Helio. - le contestó la doctora Akagi tras ver sus imágenes en un ordenador. — ¿Pero qué están haciendo ahí? - volvió a decir la teniente. El Ángel vino hacia mí, siguiéndome, y me atacó nuevamente con sus látigos. Intentando proteger a mis compañeros (sobre todo a Hikari, obviamente), sostuve sus tentáculos. Sentía como si mis manos se derritieran, como si me estuviera quemando. — Helio, abre la cápsula mientras mantienes esa posición. Deja que esos tres entren. - me ordenó mi capitana, algo que no me esperaba para nada. — ¡¿Qué?! ¡¿Quién lo ordena?! - preguntó la doctora de cabello rubio con un lunar en forma de lágrima en su mejilla izquierda (lo sé, siempre olvido mencionar algo), exaltada. — Yo lo ordeno. — ¿Comandante Ikari? - le dijo la doctora rubia al comandante. — Haga lo que sea necesario. - respondió el regidor de NERV, con su esposa y Ayanami todavía a su lado junto a Fuyutsuki. Bajo órdenes de Misato, o mejor dicho, del comandante Ikari (bueno, bueno, de ambos), dejé que los tres entraran a la cápsula. — ¡Ustedes tres! ¡Entren, rápido! - dijo Misato por megafonía (supongo) a los que andaban de testigos, quienes no dudaron en entrar. — ¿Qué es esto? ¿Es agua? - exclamó Toji. — ¡Mi cámara! ¡Mi cámara! - exclamó Kensuke. — ¡Oh, no! ¡Mi cabello! - exclamó Hikari. Los tres me observaron batallando y esforzándome para retener al Ángel. Estaban sorprendidos. — ¡Hay fallas en los sistemas de conexión! ¡Las mentes exteriores están rompiendo los circuitos! - alertó la doctora Akagi, viendo esto en un monitor. Ya con todos adentro, arrojé al Ángel a la lejanía. Las manos del EVA estaban quemadas y, por ende, yo sentía lo mismo en las mías. Estaba respirando para controlarme. — ¡¿Pero qué te crees que haces, novato?! ¡Sácanos de aquí! ¡Ahora! - me ordenaba Suzuhara. Como si le fuera a hacer caso. — ¿Qué carajo... hacen aquí? ¿No se suponía que debían estar resguardados en el refugio? - les pregunté, pues no me creía su presencia en medio de una batalla. — Vine a asegurarme de que estos dos no cometieran alguna estupidez, pero parece que caí. - explicó Horaki su presencia. Después volteó a ver a Toji. - Yo creo que ya lo has hecho sufrir bastante, Toji. — ¡¿Y a ti quién te habló, bruja?! — ¡¿Cómo?! Toji y Hikari comenzaron a pelear nuevamente, pero esta vez adentro de la cápsula, con Kensuke tratando de separarlos. A su vez, Misato también entraba en la charla, intentando hacer que todos se callaran. El mal humor que tenía desde que me topé a ese lunático, combinado con todas las voces de la discusión, provocaron que el vaso se derramara, que explotara.
Tras mi discurso, me lancé contra el Ángel, a pesar de lo letales que pueden llegar a ser sus tentáculos. Por cierto, debido a la respuesta que di, Misato exclamó muy molesta: — Qué muchacho tan grosero... Regresando al tema de la batalla, cuando ya iba deslizándome colina abajo (y haciendo bastante daño a mi alrededor. Vaya que soy malo), el Ángel trató de atacarme con sus tentáculos nuevamente. Logré esquivar uno, pero el otro atravesó el costado derecho del EVA y comencé a sentir el horrible ardor otra vez, pero ahora en mi cuerpo y no en mis manos (en serio que era insoportable, y hasta creo que el LCL estaba burbujeando, asustando a mis tres acompañantes). Lleno de ira, saqué del alerón derecho del EVA mi cuchillo progresivo, un arma utilizada en combates cuerpo a cuerpo y que vibra a velocidad supersónica, lo tomé con la mano izquierda y lo clavé furiosamente en el núcleo del Ángel, rompiendo todas sus "costillas" en el progreso (hasta yo me sorprendí, pero la rabia le ganaba a la sorpresa, por desgracia, y esto se hacía muy evidente). — Faltan diez segundos. - dijo Maya, lo que hizo recordarme que tenía un límite de tiempo. Mantuve el cuchillo progresivo clavado en el núcleo del Ángel costara lo que costara, incluso si implicaba sufrir un ardor inmenso (y sí, era muy inmenso). 5..., 4..., 3..., 2..., 1. El EVA se desactivó, pero afortunadamente, logré aniquilar a mi oponente, que se desintegró, y sus látigos se solidificaron y cayeron al suelo, rompiéndose. — Lo... logró... - suspiró la doctora Akagi, impresionada. — Ese niño se las va a ver conmigo en cuanto regrese aquí. Se las va a ver conmigo... - exclamó Misato, muy molesta. Por otro lado, regresando conmigo, la visión hacia el exterior se apagó, dejándonos a todos completamente a oscuras. Además, los tres estaban mirándome, sin saber qué hacer o qué decir. — Les suplico... que me perdonen. Yo no quería... gritarles de esa manera, pero... pero... - dije a mis acompañantes tras la batalla, y no pude evitar comenzar a llorar, y no solamente por el ardor que aún sentía, sino también porque me arrepentía bastante de haberles gritado antes. Como dije, comencé a llorar. Toji empezó a sentirse culpable, y Kensuke notó esto, por lo que lo incitó a acercarse para disculparse, mas este no quiso acceder por orgullo. La única que se acercó a mí fue Hikari, que se acomodó al lado mío e hizo algo que no muchos suelen hacer (sobre todo porque lo evito): me abrazó para intentar tranquilizarme (parece que Hikari no es tan seria como la veía, al menos no tanto). Usualmente habría hecho lo que sea con tal de apartarme de ella, pero en este caso quería que alguien estuviera a mi lado. Necesitaba... calor humano... Si antes tenía a mi madre, ahora estoy... solo. — << Por favor, que alguien me saque de aquí. >> - dije mientras lloraba. Solamente quería salir de ahí, regresar a México y tener mi vida de antes. Sólo pedía eso. |
Capítulo 5
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Corazón cerrado |
El día de hoy es lunes 22 de junio de 2015. El Sol se ha puesto y pronto va a oscurecer. En este momento ya me encuentro en la comodidad de mi casa, sana y salva luego de lo que viví. Este día ha sido de locura, ya que terminé por seguir al par de loquitos mientras grababan cualquier cosa (ese fue un gran error de mi parte), la parte donde me subí junto a ellos a ese enorme robot que vi varias veces en las noticias y, sobre todo, por lo que pasó con el pobre de Helio esta tarde. Verlo sufrir de esa manera contra ese monstruo gigante ha hecho que mi manera de observarlo sea diferente. Aunque no lo conozco demasiado, pienso que es alguien valiente y que hace cosas que los demás no harían (nadie querría enfrentarse a esa clase de aberraciones, de todas formas). Mientras pienso sobre lo que pudo haber pasado con él, me siento en mi cama. En lo que respecta a lo que le sucedió antes de la evacuación y la batalla, eso sí que no lo sé, pero espero que no le haya ido mal. Un par de minutos después, me levanto de la cama y me asomo por la ventana, pero me llevo una gran sorpresa al ver a alguien muy familiar en la calle: era Helio, e iba cabizbajo caminando en solitario hacia quién sabe dónde. ¿Qué le había pasado? ¿Qué hace vagando por aquí ahora que va a anochecer? ¿No se supone que vive en un apartamento? No sabía por qué estaba solo (debido a que cuando lo conocí vi que llegó en compañía de Rei Ayanami), pero no permitiré que deambule por ahí como si se tratase de un vagabundo. Bajo hasta la puerta de mi casa, me pongo los zapatos y salgo a la calle. Llego a una distancia relativamente cercana a él y le grito. — ¡Helio! ¡Por acá! - le exclamo para hacer que me mire, y lo consigo. Cuando logro que me vea, observo que tiene una expresión de tristeza y desánimo en su cara. No lo entiendo. ¿Le habrá pasado algo malo después de haberme puesto a salvo? — ¿Qué haces por aquí a estas horas? ¿Sabías que ya va a anochecer? - le dije. — Por favor, no quiero tener más regaños el día de hoy. Si antes de estar aquí tuve una reprimenda muy fea. — ¿Qué? ¿De qué hablas? — Mira, no quiero entrar en detalles. ¿Sabes qué? Mejor deja que me vaya. No quiero molestarte. Comienza a alejarse de mí para proseguir con su caminata sin rumbo. Lo tomo del brazo para que ya no se aleje. — No. No dejaré que te vayas. - le digo. — ¿No se supone que me consideras alguien molesto en el aula? - me preguntó. — Yo nunca te he dicho eso, sino que eres algo desordenado, y no te quedas a asear el salón. — Es que... me da flojera. — En serio que a los mexicanos les hace falta ser más productivos. — ¡Oye! ¡Por si no lo sabías, México se ha convertido en una potencia mundial desde hace años! ¡No digas que no somos productivos! — Cálmate. No quise decir que todos los de tu país sean así. Más bien me refería a que necesitas aprender a ser productivo. — Como sea, no me siento con ánimos de hacer nada. - me dijo de nuevo con desánimo. — Anda, pasa. - lo invité a pasar. Hago que pase, ya que no quiero que parezca un vagabundo. Le digo que se siente en uno de los sillones de la sala, y lo hace como si no tuviera otra cosa que hacer (en serio que ese estado de ánimo que tiene me preocupa). Al sentarse, inmediatamente apoya sus codos en sus rodillas, y suspira, todavía con esa expresión. Como veo que no funciona, le pido que vaya arriba, a mi habitación. Antes de subir, se detiene a contemplar un par de fotos de mis hermanas y yo. — Eh... Disculpa. - me dijo con algo de timidez. — ¿Sí? - le respondo gentilmente. — ¿Podrías decirme quiénes son ellas? — La niña es mi hermana menor, Nozomi; y la mayor es... — ¿Tu madre? - me interrumpió. — ... No, no es ella. Mi madre murió cuando yo era pequeña. Ella en realidad es mi hermana mayor, Kodama. — Oh, ya veo. Perdona si llegué a incomodarte con mi pregunta. No era mi intención. — No, no pasa nada. Esa palabra..., "madre"..., me provoca un nudo en la garganta. ¿Por qué? Lo explicaré a fondo. Verás, durante el terrible periodo de guerras entre el 2000 y el 2008, nuestros padres murieron cuando el antiguo Tokio fue destruido por una bomba atómica lanzada por los Estados Unidos en noviembre de 2007 (porque tal parece que los presidentes de ese entonces tuvieron un pleito entre sí y, bueno, ya sabes cómo terminó, sumado a que el nivel del mar aumentó). Ellos estaban allí, haciendo compras, cuando la desgracia ocurrió. Las tres quedamos huérfanas, pero hacíamos diferentes actividades: Kodama es quien trabaja, Nozomi trata de llevar una vida normal, pues es la menor, y yo... me encargo de prepararles la comida, acomodar sus cuartos y demás labores de la casa. Básicamente soy como una ama de casa. Pero... no sé... cómo expresarlo adecuamente, ya que prepararles la comida y todo lo que hago por ellas me hace como si... como si fuera su madre (o mejor dicho nuestra madre, que tanta falta nos hace...). No me gusta pensar en ese tema, así que lo dejo. Ya había conseguido que Helio subiera a mi recámara, donde vi que se acostó en mi cama como si fuera la suya (será aprovechado). Lo noté con la misma expresión cabizbaja. ¿Cómo le haré para que quite esa expresión de su rostro (en serio, no me gusta verlo así)? Como ya estaba un poco cansada, me siento en mi cama, a un lado de él. Regreso a mirar a Helio otra vez y veo que no quiere hablar. Sólo veo que se acurruca a un lado mío, se acomoda, lo cual me extraña un poco. — ¿Qué ocurre? - le pregunté, esperando alguna respuesta. Lo único que hizo fue mirarme a los ojos. Comenzaba a pensar en lo que quería decirme. — ¿Quieres recostar... tu cabeza en mis piernas...? - le dije con curiosidad. Él sólo se limitó a verme otra vez (ya que desvió su mirada hacia un lado). Apoyó su cabeza en mi pierna izquierda. Parece que sí quería hacerlo, ¿pero para qué? — ¿Y ahora... qué quieres que haga? Tomó mi mano izquierda (que la tenía apoyada en la cama junto con la otra) y la puso en su cabeza. No sabía qué quería que hiciera (ya que no me decía nada), hasta que me indicó que le acariciara el cabello. Supongo que esto funciona para calmarlo. Él me dijo que efectivamente sirve para eso, aunque no me dijo el origen de ese método, seguro que es de algún familiar suyo. Entonces me comenzó a contar. — "Un rato después de haberlos dejado a ustedes tres tras la batalla contra el Ángel, fui reprendido duramente por mi capitana, Misato Katsuragi. Me sentía realmente mal por lo que dije durante la pelea y quería disculparme. Con ustedes no tuve problema, ya que lo había hecho, pero con ella... — Has ignorado la orden de retirarte cuando te lo mandé. No fue nada agradable. — Sí. — Y encima de haber desobedecido mis órdenes, te has atrevido a levantarme la voz. — Sí. — Como tu superior, tienes que obedecer a todo lo que yo diga. ¿Ha quedado claro? — Sí. — ¡Y deja que decir que sí a todo! — Sí, Misato, te comprendo perfectamente. Sé que he desobedecido, pero está bien, porque soy un piloto de EVA y sólo sigo órdenes. Únicamente soy un piloto y soy el único que puede hacer esto. Se enojó al punto de irse directo al apartamento, pero me abandonó. No pude disculparme con ella. Por eso tuve que viajar yo solo, pero me perdí, llegando aquí de pura casualidad. De hecho, hasta tenía intenciones de escapar de la ciudad, hasta que me encontraste." No se me ocurría nada que decir. Pensar que yo fui parcialmente responsable de lo que le ocurrió me hace sentir mal. Sabía que no debí haber seguido a esos dos, pero lo hice, y me vi envuelta en todo esto. — V-vaya, Helio..., no pensé que tu tarde fuera tan... pésima. - le dije. — Sí, lo sé. Pero, ¿sabes?, me alegra que haya dado aquí, contigo. - me comentó, poniéndome algo... extrañada. —¿Qué? ¿Por qué? — Porque, desde que te vi, sentí que eras alguien diferente, distinta a las demás chicas del salón o que he visto. Mira, sé que nos conocemos desde hace tan sólo tres semanas, y mi impresión tal vez no es muy buena para ti, pero..., siéndote sincero, considero que eres alguien muy responsable y dedicada a tu papel como representante de la clase, aunque seas un poco estricta. — V-vaya... Pues... gracias por los halagos. - le contesté mientras aún le pasaba la mano por la cabeza. Me alegré al saber que ya se había calmado un poco. — ... Y también creo que eres bonita. Con esa última frase suya, detengo mi mano. No lo podía creer. Él me consideraba bonita... — G-gracias... - respondo, sonrojada. — No es... nada. - dijo él, apenado. Continuamos con esa rutina de pasarle la mano por su cabello durante un buen rato. Vi que ya se había calmado del todo, lo cual me alegró. Un rato después, ya entrada la noche (siendo pasadas de las 7 de la noche), me quito el uniforme y otra ropa más cómoda. Voy a la cocina para preparar la cena. Para este punto, mis hermanas ya habían llegado, así que les digo que se sienten en la mesa. También veo que ellas se le quedan viendo a Helio, ya que no lo conocían. — Ah, claro. Se me olvidó. Hermanas, él es Helio Cabrales. - se los presenté. — Hola. - lo saludó Kodama. — ¡Saludos! - lo saludó Nozomi, siendo muy enérgica. — Ho-hola. - les devolvió el saludo con algo de inseguridad. — Vamos, Helio, siéntate. Tú también vas a cenar. - le digo. — ¿Estás segura? ¿Y qué hay de ti? — No te preocupes. Yo también voy a cenar. En cuanto la cena está lista, la sirvo en varios platos para todos (ahora no seremos "todas"). No me parece que haga falta describir lo que comimos, pero sobra decir que mis hermanas me agradecieron el haber hecho esto, mientras que Helio... se quedó callado. Después de terminar, me dispongo a lavar todo lo usado, mientras que el perdido se acercó a mí y se quedó mirando. — ¿Ocurre algo? — En serio pareces toda una madre de familia. — Es que... procuro que todas las cosas estén en orden. — Bueno, pues se nota tanto en la escuela como aquí. — Gracias. Más entrada la noche, llega la hora de dormir. Me cambio de ropa nuevamente y me pongo mi pijama. Además, me suelto el cabello. — H-hey, no sabía que tenías pijama. - me dijo. — Pues sí, la tengo. ¿Acaso tú no tienes una? - le cuestioné. — Sí, está en el apartamento donde vivo, así que ya sabes que no puedo ir a por ella porque no sé cómo llegar. Como no quería que Helio durmiera en el piso (porque, si recuerdas o tienes conocimiento, los japoneses solían dormir en el piso), dejo que se acueste conmigo (no vayas a pensar mal de esto, por favor), pero veo que no quiere hacerlo. — ¿Qué pasa? — No quiere molestarte con mi presencia, y mucho menos si me tienes a un ladito. No quiero parecerme en eso a Toji. — No, no me molestas en lo absoluto, no te preocupes. — Pero... me incomoda acostarme junto a una chica... — No pasa nada. Anda, acuéstate. — D-de acuerdo. Al fin logré que se acostara. Pero no teníamos tanto sueño aún, así que decidimos conversar sobre lo que había pasado la tarde de hoy. En medio de la charla, noté que comenzó a mostrar dificultades para expresar algo. — O-oye... — ¿Sí? — ¿Recuerdas lo que te dije... en la tarde? — ¿Qué cosa? — Que te dije que eras bonita. — Ah, sí. Lo recuerdo. — Es que... quería que supieras que, aparte de bonita, considero que eres... hermosa. — Oh, pues... gracias... - agradecí nuevamente. Estaba por presintir algo. - ¿Algo más? — No, eso era todo. Y ahora, me voy a dormir. Aunque va a ser extraño hacerlo sin lavarme los dientes, aunque me salga sangre. — ¡¿Te sale sangre al lavarte los dientes?! - exclamó asustada. — Nah, descuida, no es para tanto. Y ahora sí, a dormir. Buenas noches. Por un momento pensé que me diría algo más, algo que no me han dicho en mucho tiempo. Me duermo también Durante la noche, tengo un sueño. Estaba yo sola, en medio de una inmensa oscuridad. No había nadie ni nada, excepto únicamente yo. De repente, una figura gigantesca aparece de la nada. Era el robot que Helio manejaba, que él me comentó que se llamaba "Evangelion unidad 01". Sin embargo, este tenía los ojos rojos, como si fuera malvado. De repente, este robot levanta su pie izquierdo y amenaza con aplastarme. En eso, mis hermanas aparecen a mis lados, y en la cabeza del robot se manifiesta una versión malvada de Helio, que se reía como un loco. Este, sin dudarlo, lo hace. Por mi parte, sólo grité. Entonces despierto a la mitad de la madrugada.asustada, con la respiración agitada y el corazón acelerado, además de que sudaba. Veo entonces a Helio, que dormía plácidamente. Me levanté a echarme agua en la cara y me miré en el espejo. — Uf... Ese robot me sacó un buen susto. - me dije a mí misma mientras me veía reflejada. Entonces regresé a acostarme. Día martes 23 de junio de 2015. Son las 8:02 a.m. No he despertado muy bien, ya que mi sueño se vio interrumpido. Por otra parte, Helio dormía como un bebé, sin inmutarse porque me quité de su lado. Viendo todo esto, me baño y me pongo el uniforme escolar, ya que entro a clases a las 10 de la mañana. Después, a las 8:45, hago de desayunar para Kodama y Nozomi. — Oye, Hikari, ¿no piensas cocinarle algo a tu novio? - me preguntó mi hermana mayor, haciendo que reaccionara apenada. — ¡Ko-Kodama! ¡No empieces! Además, está dormido. — Oye, no te enojes, hermana. Es sólo que como los noté algo cerquita hace rato, creí que... — ¡¿Qué?! ¡No! ¡No es lo que tú crees! - respondí, sonrojada. Ahora sí me puse nerviosa por eso que acababa de decir. — Kodama, creo que deberías dejarla en paz. Tan sólo mira lo roja que se ha puesto. - dijo Nozomi, viendo mi estado. Me alejé un poco para respirar. Posteriormente, desayuno yo también. Después, luego de un rato, todas nos vamos a diferentes partes, mis hermanas a sus respectivas ocupaciones (Kodama lleva a Nozomi hasta su escuela para posteriormente dirigirse a su trabajo) y yo a la escuela (no sin antes dejarle una nota a Helio diciéndole que todas nos habíamos ido, pero que le dejé el desayuno y que hiciera lo que quisiera, menos abandonar la casa). Ya fuera del rango de visión de mis hermanas, y dentro de las instalaciones del colegio, cambio de personalidad. ¿A qué me refiero? En mi casa me preocupo por mis hermanas como si fuera la madre que a todas nos falta, pero en la escuela tengo que actuar como una chica seria. Ahora que lo pienso, siempre se la pasan llamándome así, "seria", y es por esto que no tengo amigos ni amigas. Lo único que me preocupa es que el resto de la clase cumpla con sus deberes, desde alinear los pupitres hasta limpiar el piso (algo que el despistado de Helio siempre evita al salir corriendo. Odio que haga eso). Hablando precisamente de Helio, sé que Rei Ayanami es alguien cercano a él, por lo que me decido a hablar con ella. Sin embargo, no puedo hacerlo durante la clase para no dar un mal ejemplo, así que espero hasta que sea hora del almuerzo. — Oye, Rei... - digo, acercándome a ella, quien por cierto, estaba con Shinji Ikari. — ¿Sí, jefa de clase? - me respondió. — ¿Puedo hablar contigo afuera, en el pasillo? Es sobre algo importante. — S-seguro. Ambas caminamos al pasillo y, mientras nos dirigíamos hacia allá, noté que Toji se veía diferente, como... sintiéndose culpable (creo que es lo que se merece después de haberle provocado ese moretón a Helio). Ya afuera del salón, para evitar que todos escucharan, hablé con ella. — ¿Qué es lo que sucede, Hikari? - inició ella. — ¿Han estado buscando a Helio? — Sí. Mamá y mi capitana han estado preocupadas, ya que no se presentó ni a su apartamento ni a su terapia. — Pues... yo sé dónde está él. — ¿En serio? ¿Dónde? — Está en mi casa. - le dije en voz baja para que el resto de la clase no pensara mal, aunque estemos afuera podrían escuchar algo, incluyendo a Toji y Kensuke. — ¿En tu casa? - también comenzó a susurrar. — Me lo encontré cuando iba a oscurecer ayer. Me contó que tuvo un pleito con una tal Misato Katsuragi y lo dejó a su suerte. El pobre se perdió y dio conmigo. — No puedo culparla. Él le gritó durante la batalla, pero no creo que un castigo justo sea abandonarlo y dejar que él regrese solo. Ninguna madre ni tutora haría eso. - dijo otra vez esa palabra, "madre". Y sí, también concordaba con ella. — Sí, pero... ya sabes, Helio posee un... corazón cerrado. - comenté, poniendo mi mano derecha en mi pecho. — ¿"Corazón cerrado"? ¿A qué te refieres? — No puede expresar sus sentimientos con facilidad. Piensa que sólo es un estorbo, que no pertenece aquí. — Sí, lo he notado. Mamá también me lo ha dicho. Como sea, te agradezco que me hayas dicho dónde está Helio. Le informaré a Misato después de clases. — ¿Sabes qué? Creo que mejor iré yo misma a decirle. Sólo dame la dirección. — ¿Qué tal si mejor me acompañas? — ... Seguro. Bueno, mejor volvamos al salón. Sigamos almorzando. — Sí. Antes de regresar al interior del aula, me comentó algo rápido. — Oye, ¿y por qué actúas de esa manera, Hikari? - me preguntó. — ¿A-a qué te refieres? - le dije, pues no entendía a qué se refería. — No estás actuando tan seria como siempre. ¿Tiene que ver con Helio? — Yo... creo que sí. Pero mira, no entremos en detalles. Mejor volvamos. - le respondí, algo apenada, pero ya finalmente entramos. Y así pasó el resto de la tarde, en donde no pude evitar pelear con Toji otra vez durante lo que quedaba del almuerzo. ¡Argh, no lo soporto (además de que nos dicen que parecemos un matrimonio en conflicto)! Ahora que lo pienso, te estarás preguntando por qué lo odio tanto, ¿no? La historia es algo larga, pero la narraré. Ya has escuchado que él y yo fuimos novios durante un tiempo. Antes de eso, era demasiado tímida. No me sentía capaz de revelarle lo que sentía por él (cuando en otras culturas esto es visto como algo raro). ¿Y si él no sentía lo mismo por mí? Sí, sé que el hombre suele hacer eso, pero en mi caso fue diferente. Cuando finalmente le revelé mis sentimientos, él también hizo lo mismo conmigo. Me sentía tan... sorprendida. A partir de ese momento fue que comenzamos a salir. Le llevaba el almuerzo para la escuela en un bento (o sea, la cajita donde los japoneses llevamos la comida), comíamos juntos, incluso le regalé una figurilla de madera suya que yo misma le hice; además, cuando tuvo que ser llevado al hospital, lo visité constantemente (e incluso lo llevé a mi casa varias veces, donde conoció y convivió con mis hermanas). El problema de Toji es que... era demasiado inseguro. Había días en las que se enojaba bastante. Pero un día, todo llegó a su límite... — ¿Sabes qué? ¡Esto se terminó! ¡No soporto estar cerca de alguien tan celoso como tú! - le dije tras otro de sus ataques de ira. — ¡Ah, claro! Eso es lo que podía esperar de ti. ¡Te preocupas más por tu deber que por lo que sienta, ¿verdad?! — Oye, cálmate. Sólo te dije que... — ¡No me digas que me calme! ¿Sabes qué? ¡Prefiero que te vayas a hacer de madre de familia, que es lo mejor que sabes hacer! Esa fue la gota que derramó. Como ya dije, esa palabra me llega al alma, pero no soporto escucharla de esa manera tan grosera. No pude evitar sentirme mal, muy mal. Entre sollozos y lágrimas, le di una bofetada y lo abandoné. Desde ese entonces nos odiamos. Ahora que ya sabes lo que sucedió, y para evitarme algún posible problema emocional, regreso a la realidad. Al caer la tarde y terminar las clases (y asear el aula, por supuesto. Yo misma supervisé y participé en la actividad), acompaño a Rei hasta el edificio donde vive. Ella me guía hasta el apartamento exacto donde vive Helio, cuya puerta lleva la placa "M. KATSURAGI". Toco el timbre y a los pocos segundos se abre la puerta (automática, por cierto). Finalmente conozco en persona a la tal Misato Katsuragi. Cabello morado, un vestido oscuro algo apretado, un chaleco rojo y... venía acompañada... de un pingüino. — Vaya, veo que debes de ser una compañera de Helio. Si vienes a buscarlo, no está. De hecho, no sé dónde se encuentra. - me saludó. — H-hola, soy Hikari Horaki. Debería recordarme por el incidente de ayer. - me presenté. — ¡Ah, claro! Tú eras una de esos tres muchachos que estaban en la montaña. — Emm, sí. Veo que me recuerda. — ¿Qué es lo que necesitas? Le conté la historia que me relató Helio sobre lo que pasó. Noté que se sentía mal por lo que le hizo. También le di mi dirección, ya que dijo que enviaría a alguien por él a la mañana siguiente. Algo que igualmente notó de mí es que no podía dejar de voltear a ver a su mascota, que según me dijo, se llama "Pen Pen". Después de unos minutos conversando, me dijo que el día siguiente enviaría a alguien a recoger a Helio y que hablaría con él personalmente para disculparse. Así pues, me despedí y regresé con Rei, que me esperaba. — Gracias por traerme, Rei. - le agradecí. — No pasa nada. — Creo que el problema va a ser regresar a mi casa, je, je. — Espero que puedas regresar sin problemas. — Gracias. Hasta mañana. - me despedí de ella, y me fui del edificio. Un rato luego de haber salido de la edificación, y sabiendo dónde me vivía, pude encontrar la forma de llegar a mi casa. Al llegar a ella y subir a mi recámara, observé que Helio estaba utilizando mi laptop (sí, se la presté, pero solo ve cosas normales, como Facebook). — Eh, ¿Helio? - le dije. — Ah, sí, hola. - me respondió, pues estaba concentrado jugando. Veo que el Internet lo mantiene entretenido. — ¿Por qué llegaste tan tarde? Hasta Kodama y Nozomi se extrañaron de eso. - me cuestionó. — Oh, es que... tuve que quedarme... a hacer... algo importante. - mentí. — Mmm... Oh, bueno. Por lo menos ya no está triste, y eso me alegra mucho. He notado que su confianza ha regresado, y eso me agrada (tan sólo espero que no olvide leer el boletín escolar que le traigo). A la hora de dormir, observé que ya no se veía deprimido, aunque sigo viendo que se apena de tener que estar a un lado mío. Igual que... bueno, ya sabes. A la mañana del día siguiente, 24 de junio de 2015, que era miércoles, como a eso de las 9 de la mañana, alguien tocó a mi puerta. Como ya me había cambiado y puesto el uniforme, voy a abrir. Eran cinco hombres vestidos de traje, muy formales, y con anteojos oscuros incluidos. — Disculpe, señorita, pero recibimos el informe de que está proporcionando refugio en su domicilio a uno de los pilotos de NERV. - me dijo uno de ellos, el de enfrente. — ¿Hablan de Helio? Él... Él está... - intenté decirle, pero Helio apareció detrás de mí. — ¿Me hablaban? - dijo. — ¿Eres Helio Cabrales? — Sí. ¿Por? — Somos agentes de inteligencia de NERV. Venimos a llevarte de vuelta al cuartel general. — Descuiden. De todas formas, ya tenía pensado regresar allá. — En ese caso, por favor acompáñanos. La teniente Katsuragi quiere hablar contigo. Antes de irse, me miró por última vez y, con una cara que parecía indicar traición, me dijo: - Maldita chismosa... Ya no me soportas aquí, así que me delataste con Misato, no sé cómo. Y yo que empezaba a confiar en ti. Esa frase me dolió. No entiendo. Yo no quería que se pusiera de esa manera. ¿Qué hice mal? Mientras que me llevé las manos al pecho, mis hermanas aparecieron, siendo que Kodama se veía algo... nerviosa. — Hermana, ¿quiénes son esos hombres de negro? - preguntó Nozomi. — S-sí, ¿quiénes son? - preguntó Kodama, ansiosa. ¿Qué estaría ocultando? — Son miembros de NERV. Por favor, entren a la casa. - les digo, y ellas acceden, quedándome sola. NOTA: A partir de aquí, la historia ya no es narrada por Hikari y pasa a ser contada por Helio. Lo que faltaba, ahora Hikari también se me ha lanzado encima chismeando a Ayanami dónde estoy (probablemente). Y yo que ya le agarraba confianza... Es por eso que nunca confío ni confiaré en nadie. Ahora todos están en mi contra. Hmph. Como sea, los hombres vestidos de traje negro me llevan a un automóvil (algo largo, pero no tanto como una limusina) en el que llevarán al GeoFrente. Antes de que el coche avance, miro por última vez a la que acaba de traicionarme. En este estado, el enojo supera al afecto por mucho (¿por qué tengo que ser así? ¿Por qué tengo que ser como mi papá?). — Maldita... - susurré. Y el coche comenzó a avanzar. Contemplaba como la figura de Hikari se hacía más pequeña a medida que nos alejábamos de su casa. Durante el camino, mis "guardias" no me dicen nada, como si fueran estatuas. Al poco rato, y al igual que en días previos, llegamos a la base, pero no quería hablar con nadie, sólo iba a discutir con Misato para decirle lo que tengo que decirle. Los hombres sacados de las películas "Hombres de negro" me llevaron hasta una celda que sirve como sala de espera. Allí esperé sentado en una silla por unos minutos hasta que mi tutora llegó. Abrió la puerta y se quedó en ella. — Entonces has vuelto... - me dijo. — << ¿Acaso no ves que estoy aquí? ¿Qué sentido tiene hacer esa pregunta? >> - pensé. - Sí, aquí me tienes. — Y entonces, ¿qué piensas hacer al respecto? ¿Volverás a pilotear el EVA? — Claro que sí. La otra todavía está incapacitada, así que aquí me tienen. - le contesté, algo que hizo que se le subieran los humos al instante. — ¡Con ese ánimo no serás nada! - me respondió de forma... explosiva. - ¡No necesitamos a alguien como tú! ¡¿Por qué mejor no regresas por donde veniste?! Mi capitana se fue enojada y cerró la puerta (bueno, en realidad se cerró automáticamente, como el resto en este lugar). Entonces... es cierto... Soy una molestia... Esa frase de Misato me lo ha dejado en claro. Soy una molestia para todos. Soy un mero estorbo para Misato, para Toji, para... Hikari. Ahora sé qué debo hacer: irme de este lugar y regresar a México. Sí, eso haré. Apenas salgo de la sala, ya tengo definidos mis planes, pero estos se ven interrumpidos cuando salgo de la sala donde estaba. — Emm, Helio, ¿puedo hablar contigo? - me dijo otra vez Misato, pero ya no estaba enojada, sino que se había tranquilizado. Y creí que yo era un bipolar... — Sí, sí, me merezco un castigo. Anda, dámelo. - dije, prediciendo lo que iba a decirme. — No, no es por eso. — ¿Ah, no? - dije, extrañado. — Escucha: lamento haberte hablado de esa manera. Es sólo que... desde que te fuiste, he estado muy preocupada por ti. - me contaba, mientras sostenía el collar con forma de cruz que tiene en el cuello. Debería preguntarle sobre eso. — Descuida. Todos tenemos nuestros propios motivos para estar de mal humor. - le dije, recordando lo que ocurrió hace unos días. Mientras estábamos conversando, llegó la doctora Ikari junto con Rei (era algo normal, no fui a la cita diaria con ella por dos días, ¿pero por qué está aquí Rei otra vez?). Me fijé que ella ya no traía los vendajes ni el parche en el ojo. Supongo que se los quitaron hace rato. — Hola de nuevo, Helio. Te empezaba a echar de menos. - me saludó mi psicóloga. — Oh, hola. - le dije, luego paso a voltear a Ayanami. - Así que tú dijiste todo... — Ella me comentó sobre tu situación. Entiendo que ese momento no fue muy favorable para ti, pero... — Es mi culpa. - dijo Misato, que se acercó desde atrás. - Yo fui quien perdió el control y no reaccionó de una manera muy buena que digamos. Tras conversar un rato, pudimos finalmente solucionar el problema. Además, Misato le pidió a mi psicóloga y a su "hija adoptiva" que nos dieran un momento de privacidad. Fue así que nos quedamos solos. — Eh... Misato, ¿qué sucede? - pregunté, cuando en eso, recibí un abrazo de su parte. — Te extrañé mucho. - me dijo, derramando algunas lágrimas. — ... - no se me ocurría qué decir, y tampoco me atrevía a cerrar mis brazos, pero finalmente lo hice. Desde una esquina, la doctora Ikari y Rei observaron esto, y también se abrazaron. — Gracias... por pensar en mí, Misato. - finalmente solté, sonando feliz porque realmente se hubiese preocupado por mí. Al día siguiente, o sea, 25 de junio, jueves, regreso a mi rutina habitual. Al volver a la escuela, el profesor me dice que si me entregaron los boletines escolares (que obviamente no leí). — Oh, eh... Sí, sí lo hice... - dije, intentando ocultar que no lo había hecho. Se lo creyó. Un rato después, llega Hikari, y la saludo, a pesar de que antes pensaba que había hecho algo malo (aunque en realidad lo hizo para que estuviera en... mi hogar). Más tarde, en la hora del almuerzo, me encontraba en la azotea, mirando el paisaje, cuando de repente escucho que alguien abre la puerta. Era Toji. ¿Qué quería? — ¿Qué quieres? - era la pregunta más obvia que iba a hacerle. — Escucha: quería hablar contigo sobre el golpe. Es que mi hermana me regañó y... - explicaba, pero lo interrumpí. — Mejor ve directo al grano. — ... Golpéame. — ¿Qué? - exclamé, sorprendido. — Esa es la manera en que podré estar en paz conmigo mismo. ¡Anda, hazlo! Para complacerlo, le hice caso. Cerré mi puño izquierdo (recuerda que soy zurdo), tomé algo de impulso y... — ¡Espera! - exclama, haciendo que me detenga en el acto. — ¿Y ahora qué? - exclamé. — Hazlo como hombre. - me dijo, pero entonces se me ocurrió una mejor idea. — Mmm... Ya sé qué vas a hacer. Ven conmigo. ¿A dónde fuimos? Simple: ¡al vestidor de las mujeres que se encuentra en el gimnasio! Le ordené que se bajara los pantalones enfrente de todas las chicas. Sí, enfrente de TODAS ellas. Ya te imaginarás: todas gritaron al verlo. Cuando sale, está totalmente avergonzado, pero ya se siente mejor. Y yo también, aunque todavía me dan ganas de golpearlo. — Ahora he pagado mi deuda. - dijo. — Ya lo creo, pero... - dije, haciendo que me mirara. — ¿Pero? — Aún quiero golpearte. — ¿Qué? ... Bueno, tienes todo el derecho de hacerlo. — Pues con tu permiso. - le digo, y lo golpeo con toda mi fuerza. Ah, y si te preguntas qué pasó con mi moretón, ya se desapareció. — ¡Auch! - se quejó. — Bueno, ahora sí ya me siento satisfecho. — Y yo también, al 100%. —¿Amigos? - me dice, ofreciéndome su mano para estrecharla. — Amigos. - le respondo. - Aunque alguien tendrá que hablar con Kensuke de esto. Bueno, después de un par de días, al fin me ocurre algo bueno (incluyendo el abrazo de Misato). Ahora Toji es mi amigo. Y además, Misato me lo ha dicho: estoy en mi hogar. Sí, sé que antes vivía en México, pero ahora vivo aquí, en mi nueva casa. Esta tierra es mi nuevo hogar. |
CONTINUARÁ...